Tema 4. "La baja Edad Media. La crisis de los siglos XIV y XV."

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TEMA 4: LA BAJA EDAD MEDIA. LA CRISIS DE LOS SIGLOS
XIV Y XV.
4.1. ORGANIZACIÓN POLÍTICA E INSTITUCIONES EN LA BAJA
EDAD MEDIA: EL REINO DE CASTILLA.
A partir del s. XIII y de manera generalizada en la Baja Edad Media (ss. XIV y
XV) los reinos peninsulares experimentarán una serie de cambios significativos en sus
instituciones. En líneas generales constatamos una permanente disputa entre los
distintos estamentos (nobleza y clero fundamentalmente) y los reyes para mantener o
aumentar su cuota de poder. Para el marco concreto de Castilla será el monarca el que
salga fortalecido de dicha disputa a pesar de las continuas sublevaciones por parte de la
nobleza. Concretamente Alfonso XI impondrá una línea más autoritaria que intentará
continuar su hijo y sucesor Pedro I. Este monarca recibió una serie de apoyos que
suscitaron el recelo de parte de la nobleza y el episcopado, hasta el punto de contraponer
a su hermanastro Enrique de Trastámara (Enrique II) y desatar una contienda civil entre
1366-69. La victoria de Enrique supuso el ascenso de una nueva dinastía que sabrá
premiar a sus aliados (“mercedes enriqueñas”) y centralizar la Administración. No
obstante, a pesar del intento Trastámara por consolidar una nobleza al servicio de la
corona, esta intentará nuevamente hacerse con el control del Estado en el s. XV,
especialmente durante el reinado de Enrique IV. Una nueva guerra civil sacude Castilla
entre 1464-74, si bien el poder monárquico castellano se consolidó y centralizó gracias a
una serie de medidas como: la profesionalización de la corte, institucionalizándose para
este fin la Cancillería y el Consejo Real; las reformas en la administración de justicia,
dirigidas desde instituciones como la Audiencia o Chancillería Real de los Trastámara;
las modificaciones en la hacienda, haciendo más eficaz la recaudación a partir de la
creación de las contadurías e introduciéndose nuevos impuestos como la alcabala y el
creciente intervencionismo regio en los concejos. Podríamos concluir, en definitiva, que
la figura del rey se burocratiza, pues pierde su condición de simple jefe guerrero
anterior al s. XIII para convertirse en una especie de “primus inter pares”.
Finalmente, cabría destacar que Castilla de estas fechas no es ajena a otra serie
de novedades en materia institucional, como la convocatoria de Cortes de modo habitual
a partir del siglo XIII y la progresiva unificación de las leyes, que en época de Alfonso
XI se concretará en el Ordenamiento de Alcalá (1348).
4.2. ORGANIZACIÓN POLÍTICA E INSTITUCIONES EN LA BAJA
EDAD MEDIA: LA CORONA DE ARAGÓN.
A partir del s. XIII y de manera generalizada en la Baja Edad Media (ss. XIV y
XV) los reinos peninsulares experimentarán una serie de cambios significativos en sus
instituciones. En líneas generales constatamos una permanente disputa entre los
distintos grupos sociales (nobleza y clero fundamentalmente) y los reyes para mantener
o aumentar su cuota de poder. Para el marco concreto de la Corona de Aragón, el
monarca se encontrará con una durísima oposición para afianzar su posición y tendrá
que recurrir al pactismo, sistema de gobierno en el que los reyes dependían en gran
medida de las Cortes para gobernar y de los pactos que acordaban los distintos
estamentos con la corona. Este pactismo estuvo además claramente condicionado en el
seno de la Corona de Aragón por la diversidad de reinos que englobaba (Aragón,
Cataluña y Valencia) y por su política exterior orientada hacia el Mediterráneo, la cual
contó con importantes problemas de financiación. Podemos referirnos así a diferentes
momentos en los que los distintos reinos y su nobleza correspondiente intentarán hacer
valer sus intereses a partir de la creación de distintas instituciones (ej. Justicia Mayor de
Aragón y Diputación Aragonesa; Generalitat en Cataluña y Valencia). Las permanentes
disputas, materializadas incluso en una guerra civil entre 1462-72, provocarán que la
Corona de Aragón que Juan II deje a su hijo Fernando en 1479 no sea sino una
confederación gobernada por aristocracias rurales y urbanas aquejada de graves
problemas internos.
Finalmente, cabría destacar que la Corona de Aragón de estas fechas no es ajena
a otra serie de novedades en materia institucional, como la convocatoria de Cortes de
modo habitual a partir del siglo XIII (unas para cada reino y otras generales) y la
progresiva unificación de las leyes a partir del reinado de Jaime I (“Fueros” de Aragón,
“Usatges” en Cataluña, “Furs” en Valencia).
4.3. LA BAJA EDAD MEDIA: CRISIS DEMOGRÁFICA, ECONÓMICA
Y POLÍTICA.
Frente a una Alta Edad Media (ss. XI-XIII) caracterizada por el crecimiento
demográfico y económico de los reinos cristianos, se suele presentar la Baja Edad
Media (ss. XIV y XV) como dos centurias de crisis, aunque actualmente numerosos
historiadores prefieren hablar fundamentalmente de cambios en lugar de decadencia. No
obstante, es evidente que percibimos una serie de factores que explicarían por qué los
contemporáneos de esos siglos hablaron de ocaso del mundo occidental:
-En materia demográfica constatamos desde mediados del s. XIV un descenso
demográfico vinculado a la mortalidad catastrófica: hambrunas, especialmente notables
en Castilla y Aragón; epidemias como la peste negra que se extiende sobre todo desde
1348 y continuas guerras civiles y manifestaciones de violencia feudal. Estos factores
explicarían descensos poblaciones tan notables como los de Navarra (180.000 hab. en
1300; 100.000 hab. a finales s. XV) o Castilla (3.000.000 hab. en 1300; 2.500.000 en 1400).
-En materia económica se observa el incremento de los “despoblados” en áreas rurales
al norte del Sistema Central y del Ebro que necesariamente se tradujo en un descenso de
la producción agraria y en un incremento en los precios de los alimentos en las
ciudades. Persiste además la progresiva emigración a las urbes, debido a que estas
ofrecían una mayor protección, mayor libertad frente a la opresión señorial y en general
un mejor abastecimiento. Asimismo, cabe destacar en materia ganadera el decisivo
desarrollo que experimenta la trashumancia, perfectamente organizada en Castilla a
partir del s. XIII a través del Honrado Concejo de la Mesta. Constatamos además un
importante aumento del artesanado urbano y una creciente adaptación de la producción
hacia el comercio de larga distancia, orientado hacia el Mediterráneo en el caso de
Aragón y hacia el Atlántico en el de Castilla. La transformación económica
experimentada tendrá una serie de consecuencias sociales entre las que podemos
significar el aumento del poder de los señorial y de los concejos, al que los campesinos
contestarán con movimientos de signo antiseñorial (irmandiños-Galicia, remensasCataluña) o anticoncejil (Biga y Busca-Barcelona). También asistimos en esta época a
una crisis de legitimidad de la Iglesia y al incremento de la persecución de las minorías
religiosas, destacando especialmente el auge del anstisemitismo a finales del s. XIV.
-En materia política asistiremos a importantes cambios institucionales, percibiéndose
una cruenta disputa entre los estamentos privilegiados (nobleza y clero) frente a los
monarcas a fin de mantener o aumentar su cuota de poder. El rey pasa a partir del s. XIII
de mero jefe guerrero a convertirse en un “primus inter pares” que irá consolidando su
figura, sobre todo en Castilla, mientras que en Aragón tendrá que recurrir al pactismo
para afianzar su poder.
4.4. LA BAJA EDAD MEDIA: LA EXPANSIÓN DE LA CORONA DE
ARAGÓN EN EL MEDITERRÁNEO.
A lo largo de la Baja Edad Media (ss. XIV y XV), el conjunto de conflictos
internos que padecieron tanto la Corona de Castilla como la de Aragón no impidieron
que ambos reinos mostrasen un enorme interés económico y político por las rutas
comerciales del Atlántico y del Mediterráneo, respectivamente.
Para el caso concreto de Aragón que nos ocupa, constatamos el desarrollo de una
política militar expansiva muy onerosa y que le granjearía enemigos dentro y fuera del
reino. En concreto se basó en un próspero comercio a larga distancia con Italia, el norte
de África y Oriente (puertos de Siria y Egipto) que tuvo en la ciudad de Barcelona a su
principal impulsora desde el s. XIII. Para facilitar los intercambios se generalizaron el
uso de algunas novedades mercantiles como la letra de cambio, las compañías
comerciales, los tribunales con competencias exclusivamente marítimas y comerciales
(consulados) y el crecimiento de las lonjas de contratación, entre otras. Los
comerciantes catalanes importaban fundamentalmente productos orientales como sedas,
especias y tejidos de lujo, mientras que exportaban telas, paños y otros artículos
artesanales. Entre los principales pasos de la expansión aragonesa podemos destacar:
-La conquista de Valencia y Baleares por Jaime I en la primera mitad del s. XIII.
-La conquista de Sicilia por Pedro III (1282).
-La progresiva influencia sobre el norte de África, convirtiendo en reinos tributarios de
Aragón enclaves como Tremecén, Bugía y Túnez.
-La conquista de Cerdeña por Jaime II (1323-24).
-La expedición de los almogávares (mercenarios catalano-aragoneses veteranos de las
guerras de Sicilia) en Oriente, hasta el punto de controlar los ducados de Atenas (1311)
y Neopatria (1318) hasta finales del s. XIV.
-La conquista de Nápoles por Alfonso V (1442) en el marco de la guerra contra Génova.
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