REFLEXIONES SOBRE LA FUNCIÓN SOCIAL DE LAS ASOCIACIONES DE MUJERES Os propongo analicemos para qué han servido y para que sirven hoy las asociaciones de mujeres, desde su aportación al cambio de la situación de las mujeres en el XX, desde el análisis de su desarrollo en veintidós años de democracia y ante los grandes cambios de referentes en este comienzo del siglo XXI. 1.- Las organizaciones feministas, motor del avance de las mujeres en el siglo XX El siglo de las dos guerras mundiales y de la guerra civil española, de la revolución soviética y la construcción de los estados del bienestar, del fascismo y la Declaración Universal de Derechos Humanos, de la descolonización de Asia y África, la bomba atómica y la guerra fría, del desarrollo científico y técnico sin precedentes, es también un siglo marcado por la salida de las mujeres del milenario reducto doméstico, del analfabetismo, la dependencia doméstica y la infantilización civil. Si bien la conquista de derechos, oportunidades y espacios no ha sido completa, el panorama del siglo XX muestra un cambio radical de las relaciones entre hombres y mujeres. ¿Quién, quienes han sido el motor del cambio? Aunque en ciertos ambientes parezca una obviedad, los avances de las mujeres han sido conquistados por las mujeres mismas, por las pioneras que rompieron moldes con su propia vida, abriendo caminos por los que hemos transitado las de atrás. En la exposición “100 mujeres del siglo XX que abrieron camino a la igualdad en el siglo XXI”1 , realizada colectivamente y desde la heterogeneidad propia del Consejo de la Mujer, avanzamos dos ideas: que ha habido un avance coherente y sostenido porque ha habido asociaciones de mujeres que lo han vertebrado e impulsado, y que las asociaciones de mujeres hemos necesitado, y seguimos necesitando, tejer muchas alianzas para cambiar la sociedad. 1 Ver “100 mujeres del siglo XX que abrieron camino a la igualdad en el siglo XXI” Catálogo de la Exposición itinerante del Consejo de la Mujer de la Comunidad de Madrid, 2001. 1 En España, el siglo XX comenzó con la reivindicación feminista del derecho a la educación, frente a una tasa de analfabetismo femenino del 70% 2 y la prohibición del acceso de las mujeres a la Universidad, que no se levantaría hasta 19103 . Fueron asociaciones mixtas como la Asociación para la Enseñanza de la Mujer4 -que tuvo en Vitoria uno de sus centros de actividad- los Congresos Pedagógicos, como el de 1892 en el que Emilia Pardo Bazán afirmara que la educación de la mujer no era tal, “sino doma, pues tiene por fin la obediencia, la pasividad y la sumisión”, o la Institución Libre de Enseñanza quienes rompieron la conceptuación de que las mujeres somos la parte animal de la especie humana. Aunque la reivindicación del acceso a la educación parte de una visión feminista, sus defensores notables no son sólo mujeres como Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán, Ramona Aparicio o María de Maeztu, sino también hombres progresistas, como Jhonn Stuart Mill, autor de “La subordinación de la mujer” o Federico Engels, autor de “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”, August Bebel, Jovellanos o Fernando de Castro. 2.- Sufragismo, ciudadanía y autonomía del Movimiento Feminista. Es con la reivindicación del derecho al voto cuando el feminismo se dota de organizaciones separadas de mujeres, que crean una coordinación internacional similar a la Asociación Internacional de Trabajadores, la 1ª Internacional. El Consejo Internacional de Mujeres se proponía la conquista del derecho al voto desde Consejos Nacionales de la Mujer, que se fueron creando de 1888 a 1911 en más de una veintena de países, aunando asociaciones filantrópicas, religiosas y feministas. El sector más activo de estas decidió constituir en 1904 la Alianza Internacional pro Sufragio de la Mujer, mientras que las mujeres de partidos y sindicatos de izquierda fundaron en 1907 la Internacional Socialista de Mujeres. Cuando en 1931 Clara Campoamor defiende con firmeza el reconocimiento del voto femenino en la Constitución de la República no es el Partido Radical quien la 2 En 1900 el analfabetismo femenino era del 71,5% y el masculino del 55,8%. La polémica feminista en la España Contemporánea. G. Scanlon, Edit. Sº XXI, 1976, pag 50. 3 La prohibición fue levantada en 1910 por el Ministro de Educación Julio Burell. María de Maeztu, que en 1915 se licenció y fundó la Residencia de Señoritas, es claro exponente de esa lucha. 4 Fundada en 1870 por Fernando de Castro, en ella militaron Francisco Giner de los Ríos, Ramona Aparicio, Gumersindo Azcárate y otros fundadores de la Institución Libre de Enseñanza. 2 sostiene, sino la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME), fundada trece años antes, en 1918, vinculada a la Alianza Internacional pro Sufragio de la Mujer. No sólo los debates, sino las votaciones, muestran la indecisión y contradicciones de todos los partidos respecto al voto femenino. La conquista del voto en 1931 es crucial: consolida el derecho a la educación, pues, como se planteó tras la Revolución Francesa, sin instrucción pública universal y gratuita no hay ni igualdad ni ciudadanía, y hace que los partidos políticos tengan que ganar el voto de las mujeres, lo que se refleja en avances en nuestros derechos laborales, sanitarios y civiles. Se refleja también en el surgimiento de las grandes asociaciones de mujeres de la etapa de la República y la Guerra Civil, Mujeres Libres, Mujeres Antifascistas... que no son ya la “sección femenina” de un partido, la diferenciación entre las asociaciones de mujeres y sus partidos “de referencia” existe, como lo muestran el número de afiliadas y el tipo de actividades que realizan, aunque la autonomía es relativa: prevalece el “apoyo” a la política de partido a las alianzas entre mujeres, situación que se agudiza en la Guerra Civil. La reivindicación del voto hace del feminismo un movimiento político, al pretender sustituir las estructuras de monopolio masculino del poder -tanto en su acepción absoluta como potencia o capacidad, lo contrario a la impotencia- como en su acepción relativa –influir más de lo que eres influida- y tanto en la esfera privada como en la pública. La falta de democracia y en particular de libertad de asociación, así como la regresión en los derechos de las mujeres durante la etapa franquista (1939-1975) impide que se desarrolle en nuestro país un movimiento de mujeres como el de los países de nuestro entorno, tanto en las transformaciones sociales –incorporación al empleo, control de la natalidad- como en el tipo de organizaciones que las impulsan: el tejido asociativo es forzosamente más débil. No obstante, resurge un movimiento organizado de mujeres5 con el Movimiento Democrático de Mujeres, el Frente de Liberación de la Mujer, la Asociación de Mujeres Juristas, el Colectivo Feminista, el Movimiento para la Planificación Familiar, etc, de quienes surge el impulso para la reforma del Código Civil 5 Ver “El largo camino hacia la igualdad, feminismo en España 1975-1995” Oliva Blanco y otras. Instituto de la Mujer, 1995 3 de 1975 y la inclusión en la agenda política de la transición a la democracia6 de la legalización de los anticonceptivos, la despenalización del adulterio y, con menos éxito, la despenalización del aborto. Lo específicamente aportado por las organizaciones feministas, ya desde sus comienzos, es: - la visibilización de la discriminación de las mujeres - la priorización de las reivindicaciones de igualdad y dignidad de las mujeres - la transversalidad de estas reivindicaciones a todas las ideologías y clases sociales - la vindicación a los poderes públicos Para ello han tenido que desarrollar una teoría propia, una autonomía organizativa de los gobiernos, partidos y sindicatos; una estrategia de pactos entre mujeres de ideología y extracción social diferentes y una incidencia política mediada por los partidos políticos. 3.- Del derecho al voto al derecho a ser votadas: democracia paritaria Me he referido a la lucha por el voto, que caracterizó al feminismo del primer tercio del siglo XX, pero que no es un tema cerrado, porque aún hay países como Kuwait, en que no se ha reconocido; porque hay colectivos excluidos de él, como las y los inmigrantes, y porque la abstención, el populismo y el desprestigio de los partidos lo desvirtúan como expresión del derecho universal a la ciudadanía. La segunda reivindicación histórica de empoderamiento de las mujeres es la democracia paritaria. Aparece en la década de 1990, con la Declaración de Atenas de 1992, señalando que la desigualdad de representación es un déficit democrático y que las mujeres exigimos no sólo el derecho a votar, sino a ser votadas para participar en igualdad en la toma de decisiones. La democracia paritaria no es sólo una demanda de unas cuantas mujeres con vocación política, ni siquiera es sólo una reivindicación de las mujeres de algunos o todos los partidos, es una reivindicación del movimiento de mujeres, en esa concepción que aludía antes como “continuo femenino-feminista”. 6 VV.AA. Españolas en la transición, de excluidas a protagonistas 1973-1982, Edit Biblioteca Nueva, Madrid 1999. 4 Las instituciones de democracia representativa no representan a los partidos, sino a la sociedad, y es desde la sociedad desde donde el movimiento debe imponer la paridad como garantía de reparto de poderes, de equipotencia entre mujeres y hombres. En un acto de la Diputación Foral y a un año de las elecciones municipales de 2003, es importante recordar que en Vizcaya fueron elegidas en 1999 320 concejalas, el 26,8% del total, y hay que trabajar duro para dar otro paso en 2003 hacia la paridad. El hecho de que en Bilbao se presente Alderdi Feminista tendrá un efecto de emulación en las otras candidaturas, como pasó en San Sebastián con Plazandreok. 4.- Democracia participativa e interlocución civil de las ONGs Cuando aún no hemos logrado ni la universalización de la igualdad en el derecho a votar, ni mucho menos la igualdad en el derecho a ser votadas, emerge una tercera reivindicación para el reparto del poder, para el empoderamiento de las mujeres: el derecho a la interlocución civil de las ONGs de mujeres. El planteamiento surge por un lado de las feministas latinoamericanas, en el marco de los procesos de democratización de El Salvador, Guatemala, etc y del 50 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1998 y por otro desde las fuertes ONGs del feminismo anglosajón y de la Unión Europea. a) La Declaración de los Derechos Humanos desde una perspectiva de Género adoptada en 1998 por CLADEM (Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer) se inscribe en la exigibilidad de los derechos económicos, sociales y culturales, derechos humanos de 3ª generación –erradicación de la pobreza, pleno empleo, equidad de género, multiculturalidad, democracia participativa- defendidos por diversos movimientos sociales en la Declaración de Quito (Julio 1998). Son derechos no individuales, sino colectivos, por entender que si la pertenencia a un colectivo social – mujeres, indígenas, inmigrantes- es causa de discriminación, debe ser también cauce de participación para combatirla. La Declaración de CLADEM no logró la proclamación por Naciones Unidas de sus propuestas, pero consolidó el papel político de las organizaciones feministas, que sigue desarrollándose -aunque no exento de controversiascon experiencias de leyes de cuotas, candidaturas de mujeres triunfantes, pactos con otras fuerzas etc. 5 b) El reconocimiento de la función social de las ONGs. No sé cómo ha sido el proceso de acuñación del término ONG, de “sustancialización” de lo no-gubernamental, pero el resultado es de una rotundidad y claridad admirables. En España, donde el derecho de asociación, y por consiguiente el desarrollo de organizaciones sociales, tienen una historia corta, sabemos bastante de la tendencia innata de los gobiernos a tutelar, instrumentalizar y controlar las organizaciones sociales. Frente a ella, el nombre de organización es una llamada a superar la pasividad, el individualismo y la ineficacia social de la tiranía de la falta de estructuras7 y el binomio no-gubernamental una barrera a la injerencia o el devastador “conmigo o contra mí” a que tienden los gobiernos. La Organización de Naciones Unidas ha marcado un estilo de relación entre gobiernos y ONGs. Ya en su Carta Fundacional el art. 71 preveía las consultas a ONGs; la Resolución 31/1996 de su Consejo Económico y Social establecía el estatuto consultivo y la norma de organizar un Foro Paralelo de ONGs junto a cada una de sus Conferencias o cumbres permitió que en Beijing 1995 asistieran 30.000 mujeres, que incidieron notablemente en sus resultados. La participación de ONGs de mujeres del estado español en Beijing 1995 fue cuantitativamente importantísima, pero cualitativamente desorganizada. Además de que tenemos una de las estructuras más atomizadas, con varios miles de organizaciones que no hay quien coordine o relacione, nuestro movimiento no tiene casi ninguna participación en las organizaciones mundiales de mujeres, que haberlas haylas. Es cierto que Naciones Unidas tiene tan poco poder de coerción que necesita una sobredosis de legitimación, que es el punto fuerte de la aportación de las ONGs, pero ¿qué gobierno estatal puede presumir de no necesitar más legitimación? La reivindicación del derecho a la interlocución civil es común a diversos movimientos sociales. Dentro del movimiento feminista no es unánime (aunque más que hace veinte años), pero sí lo suficientemente sentida para aglutinar a centenares de asociaciones en el centenar de Consejos de la ya existentes en todo el Estado. 7 Ver “La tiranía de la falta de estructuras” de Jo Freeman, editado por Forum de Política Feminista 2001, que vuelve a estar de actualidad ante las diversas alternativas organizativas del movimiento antiglobalización. 6 5.- Los Consejos de la Mujer: unir fuerzas y hacerse oír Me he referido antes a que ya a finales del siglo XIX se crearon en algunos países Consejos de la Mujer, que llegaron a tener una coordinación internacional. Desde sus comienzos aparecieron algunas de sus potencialidades y debilidades actuales. Los Consejos de la Mujer son coordinadoras amplias, representativas de la pluralidad del movimiento feminista y de mujeres, a quienes los poderes públicos reconocen capacidad de interlocución. Richard Evans les llama “de feminismo moderado”, moderación derivada de la heterogeneidad de sus asociaciones miembros y del consenso con que han de tomar decisiones a fin de que la unidad de acción subsista. En la actualidad una parte importante de las asociaciones de mujeres existentes, y de las que se incorporan a los Consejos de la Mujer, no se autodenominan feministas. Su heterogénea composición social, ideológica y política –campo privilegiado del continuo femenino-feminista- implica que lo que se acuerda en los Consejos siempre parece demasiado radical a un sector y demasiado conformista a otro. Y sin embargo, la unión de fuerzas, la búsqueda de pactos entre mujeres en que respiran, son una contribución necesaria para la transformación social. Los Consejos son cauces de interlocución de las asociaciones de mujeres con los poderes públicos. Sin interlocución no hay Consejo, porque para unir fuerzas las asociaciones no necesitamos ninguna contribución del gobierno, nos basta con la libertad de asociación y la costosa búsqueda de consensos tampoco tiene sentido si no es para hacerse oír ante alguien con más poder que nosotras. Pero hace falta que tengamos algo que decir y que los poderes públicos tengan interés en escucharnos y que les escuchemos. ¿Cuáles son las reivindicaciones comúnmente sentidas por un amplio espectro del movimiento feminista? ¿Qué interés tiene para los poderes públicos escucharnos? En los poderes públicos “realmente existentes” hay dos posturas, que se traducen en dos modelos de Consejos de la Mujer: Consejos “participados” y dirigidos por el gobierno y Consejos constituidos 100% por ONGs. 7 En la primera postura están la inmensa mayoría de los Consejos Municipales de la Mujer, en que el modelo preconizado por el art 72 de la Ley 7/85 de Bases de Régimen Local y los arts. 227 al 236 del ROF8 , es decir, son presididos por el Alcalde o Alcaldesa o Concejal/a en quien delegue. También están presididos por un/a representante del Gobierno –en general la Directora del Instituto o Dirección General de la Mujer- la mayoría de los Consejos Autonómicos. Sólo el de Cantabria y el de Madrid están compuestos al 100% por mujeres. También la Ley de Asociaciones que en el art. 42 canaliza la participación de las asociaciones en los asuntos públicos en los mal llamados “Consejos Sectoriales de Asociaciones”, digo mal llamados porque no son de asociaciones, sino tripartitos, pues “estarán integrados por representantes de las Administraciones públicas, de las asociaciones y otros miembros que se designen” (por el gobierno). En la otra postura, la de apostar por Consejos 100% de ONGs, están los foros de ONGs paralelos a las Conferencias de Naciones Unidas, los Consejos Locales de la Juventud y, por ejemplo, las conclusiones del I Encuentro de Consejos y Asociaciones de Mujeres de la Comunidad de Madrid. La polémica entre ambos modelos saltó en el II Encuentro de Consejos de la Mujer celebrado en Santander en octubre de 2001, justo en la forma en que creo no debe plantearse: no discutimos un reparto de poderes entre militantes de asociaciones que queremos restar poder a las Concejalas de la Mujer o las Directoras autonómicas de la Mujer, ellas son nuestras aliadas, lo que queremos es que también las asociaciones de mujeres sean reconocidas políticamente. Planteamos que sólo desde al autonomía de los gobiernos, los partidos y los sindicatos –aunque sean representados por Concejalas, Directoras o dirigentes muy feministas- es posible alcanzar consensos y pactos políticos entre mujeres que permitan un estadio superior de fuerza, de empoderamiento del conjunto de las mujeres. Queremos añadir, no restar o dividir. 8 Real Decreto 2568/86 Reglamento de Organización, Funcionamiento y Régimen Jurídico de las Entidades Locales 8 6.- Participación e interlocución según la nueva Ley de Asociaciones Más adelante me referiré al ámbito europeo, pero quiero detenerme en el debate de la Ley de Asociaciones9 , que cristaliza la visión que la mayoría parlamentaria y el gobierno de España tienen de las ONGs. La Ley clasifica las asociaciones en función de su mayor o menor interés social reconocido por el Estado en: - asociaciones “de relevancia constitucional” - asociaciones de utilidad pública - asociaciones de interés general - asociaciones inscritas en registros públicos - asociaciones en general Las asociaciones “de relevancia constitucional”, que son los partidos políticos, los sindicatos y las organizaciones empresariales (por cierto, equiparadas siempre en España, aún cuando tienen distinta naturaleza los derechos de la persona y los de la empresa), las iglesias, confesiones y comunidades religiosas (sobre cuya naturaleza ha habido un interesante debate parlamentario que no viene hoy al caso), las asociaciones de consumidores y empresarios y las organizaciones profesionales, a las que se añaden las asociaciones deportivas, quizás porque el deporte, al menos el deporte-espectáculo, está adquiriendo una naturaleza cuasi religiosa. Me parece negativo que la Ley de asociaciones acote el tipo de “asociaciones de relevancia constitucional” excluyendo a las que luchamos por la igualdad real de las personas y los grupos sociales, según establece el art. 9.2 de la Constitución, y más aún que de esa división se deriven requisitos distintos en cuanto a la relación con los poderes públicos, en particular al régimen de transparencia económica, al empleo de subvenciones y a la interlocución. Sería impensable que el gobierno aplicara a los partidos o los sindicatos, que también son cauces imprescindibles de expresión del pluralismo ideológico y de intereses, lo que el artículo 42 establece para los “Consejos Sectoriales de Asociaciones”. Para empezar, dice que su fin es “asegurar la colaboración entre las Administraciones públicas y las asociaciones”, continuando con una composición “tripartita” de representantes de las Administraciones públicas, de las asociaciones y expertos designados por el gobierno, 9 Ley Orgánica 1/2002 del Derecho de asociación, publicada en el BOE el 26 de marzo de 2002 9 desde la que han de encauzar la participación ciudadana con funciones de consulta, información y asesoramiento. Colaborar, según el diccionario, es trabajar con. ¿Tienen las Organizaciones No Gubernamentales que trabajar-con el Gobierno? No. Tienen que dialogar, proponer, presionar, negociar, ser informadas. Diálogo viene de conversación a dos. Si los dos se confunden en uno, si el más fuerte absorbe al débil, no hay diálogo, sino monólogo. Precisamente “Por el diálogo y la participación” es el título del manifiesto suscrito por la Coordinadora de ONGs para el Desarrollo, la Federación de Asociaciones pro Derechos Humanos, Ecologistas en Acción y otras, criticando al Gobierno por la anulación efectiva de espacios institucionales establecidos legalmente para la participación y el diálogo social, como el Consejo de Cooperación Internacional, el Foro de la Inmigración y el Consejo de Medio Ambiente y señalando que la injerencia, la concepción utilitarista de las organizaciones sociales y la intolerancia hacia sus críticas constructivas no entroncan con la tradición europea de ciudadanía activa y participación a través de las ONGs. Las organizaciones feministas o de mujeres no hemos participado, al menos al tiempo de su presentación pública, en ese Manifiesto. Y sin embargo, sí ha habido un debate y un pronunciamiento coincidentes, tanto en el I Encuentro estatal de Consejos de la Mujer (Burgos, octubre 2000) 10 , como en el I Encuentro de asociaciones y consejos de la Mujer de la Comunidad de Madrid (octubre 2001) y en las Asambleas del Consejo de la Mujer de Junio y Noviembre de 2001, aunque también es verdad que hay mujeres de partidos -no sólo del PP- que defienden los Consejos participados por los gobiernos. Las asociaciones de mujeres y las de cooperación al desarrollo somos conceptuadas, en el mejor de los casos, en la 2ª categoría de la Ley de asociaciones, como de utilidad pública o de interés general, conceptuación que alcanza sólo a poder presentarnos a subvenciones, gozar de ciertas bonificaciones o exenciones fiscales y tener una interlocución a través de “Consejos sectoriales” en los que el Gobierno se asegura la presidencia, la designación de un tercio de representantes del gobierno y la de “expertos”. El tercer tercio es de representación (suponemos que no van a ser también designados por el gobierno) de las ONGs. 10 I Encuentro de Consejos de la Mujer, Burgos 2000. Editan Consejo de la Mujer de la Comunidad de Madrid y Ayuntamiento de Burgos. 10 En resumen: la Ley de Asociaciones revela una visión economicista y asistencial de las ONGs, sin identidad ni autonomía políticas, y por tanto sin relaciones de interlocución con los poderes públicos sino bajo la tutela y dirección del gobierno. La subvención no es la identidad de una ONG, ni tampoco debe ser la hipoteca de su autonomía. Las ONGs no gobernamos, no tenemos ese poder, nuestra fuerza es la legitimación social, de ahí que necesitemos un plus ético, mas allá de la exigencia que nos pueda imponer el gobierno en cuento a ausencia de lucro, transparencia económica o funcionamiento democrático. El Código Ético que se ha autoimpuesto la coordinadora de ONGs para el desarrollo es un ejemplo interesante. 7.- El Dictamen del CES europeo, ciudadanía activa y ONGs Aunque el preámbulo de la Ley de Asociaciones de España hace alusión al Dictamen del Consejo Económico y Social Europeo de 1998 (98/C 95/20), su espíritu no es el mismo. El Dictamen del CES ya en su primer párrafo señala que “las asociaciones están desempeñando un importante papel: - contribuyendo a la creación de empleo, con 3 millones de asalariados en Inglaterra, Alemania, Italia y Francia. En España, el estudio de la Fundación Tomillo 11 sobre 11.000 asociaciones y fundaciones revela que en ellas trabajan 284.000 personas asalariadas y 1.357.000 voluntarias. - Contribuyendo a la ciudadanía activa y a la democracia - Proporcionando una amplia gama de servicios - Representando los intereses de los ciudadanos ante las administraciones públicas - Salvaguardando los derechos humanos - Ejerciendo una actividad esencial en las políticas de desarrollo Sin omitir que tienen también problemas y retos. Aunque su objetivo no es el mismo que el de la Ley española de Asociaciones, basada en esa clasificación desacertada entre asociaciones con relevancia constitucional premiadas con privilegios de financiación pública, opacidad económica e interlocución con los poderes públicos y ONGs bajo sospecha, el enfoque del Dictamen del CES es la 11 Empleo y trabajo voluntario en las ONG de acción social. Madrid 2000 11 contribución positiva e irremplazable de las asociaciones a la democracia y su importancia para el bienestar y el empleo. Estructura democrática, búsqueda del interés público y ausencia de fines lucrativos son los requisitos para que las instituciones europeas apoyen y colaboren con las ONGs, aunque el reconocimiento político de sus actividades no se incluyó en el Tratado constitutivo de la Unión Europea ni su derecho a la interlocución entró en la Carta Europea de Derechos Fundamentales. El punto 2.11 se refiere a la falta de información acerca del sector y la conveniencia de realizar regularmente encuestas para evaluar su evolución. Todo el punto 3 resalta la importancia de las asociaciones para la conservación de la democracia en Europa, porque permiten a los individuos reconocerse en sus convicciones, perseguir activamente sus ideales, cumplir tareas útiles, encontrar un puesto en la sociedad, hacerse oír, ejercer alguna influencia y provocar cambios. Ante la desconfianza creciente de los ciudadanos acerca del trabajo parlamentario y de los partidos políticos y el alejamiento que la globalización impone entre los individuos y los centros de toma de decisiones, las asociaciones sirven para preservar la democracia inmediata, estructurar el pluralismo y reforzar la democracia. El diálogo entre ONGs y poderes públicos es abordado en los puntos 5.2, 5.3 (donde también “se opone firmemente a que el sector público descargue en las asociaciones la responsabilidad de las actividades fundamentales de interés general”), fomentando su coordinación “para poder emitir informes unánimes sobre los temas de interés común” y “estar representadas en el seno de las instituciones europeas”, ampliando la base de sus miembros y la representatividad cooperando entre sí” y estableciendo un diálogo eficaz de la Comisión con redes europeas bien asentadas y representativas (7.3), que alcance al futuro del modelo europeo de Estado de Bienestar. La financiación es tratada en 5 puntos: autofinanciación, aportaciones en especie, subvenciones, régimen fiscal y de seguridad social y fondos europeos. Las asociaciones, que no son llamadas ONGs en todo el documento, son para el CES europeo estructuras democráticas “exteriores a la esfera parlamentaria” necesarias para la Europa de los ciudadanos, y deben reconocerse en la Carta Europea de los Ciudadanos propuesta por el Foro Permanente de la Sociedad Civil. 12 Del Foro Europeo de la Sociedad Civil al Foro Social de Porto Alegre, pasando por la Marcha Mundial de Mujeres. El Foro Europeo de la Sociedad Civil extendió a numerosas asociaciones la movilización cara a la Carta Europea de Derechos Fundamentales en diciembre de 2000, pero ni se ha visibilizado como los Foros de ONGs paralelos a las Conferencias de Naciones Unidas, ni ha tenido la incidencia de las grandes asociaciones o redes internacionales para la eliminación de minas antipersonas, para la aprobación del Tribunal Penal Internacional, etc. Varias asociaciones de mujeres hemos participado en él a través del Lobby Europeo de Mujeres u otras redes y quizás compañeras que trabajan más a ese nivel puedan explicar por qué tiene tan poca vidilla. La atomización del movimiento feminista en alrededor de 5.000 asociaciones de mujeres en España hace difícil unificar objetivos, poner en común tiempos y energías de miles de mujeres a favor de una reivindicación que sea visible para la sociedad. Desde luego nuestros gobiernos no fomentan la coordinación de esos miles de asociaciones de mujeres en “redes bien asentadas y representativas” como dice el Dictamen del CES. Al contrario, las ven como competidoras o peligrosas para los gobiernos y los partidos, nos miran bajo el esquema de “o conmigo o contra mí”, o somos sucursales de su partido o del partido de la oposición. La mundialización del derecho a la igualdad forma parte del intelectual común del movimiento feminista desde sus comienzos. En etapas recientes, junto a algunas campañas puntuales como la defensa de los Derechos Humanos de las Mujeres en Afganistán, han sido principalmente las conferencias, tratados y resoluciones de Naciones Unidas, en particular las cuatro Conferencias Mundiales de la Mujer (México 1975, Nairobi, Copenhague 1980 y Beijing 1995) quienes han concretado esa visión común del movimiento feminista y de mujeres a nivel mundial. Al ser muy pocas las asociaciones españolas integradas en redes internacionales, la participación en los Foros paralelos de ONGs ha sido más para percibir que participamos en un movimiento mundial hacia la igualdad que para entender el proceso e influir en él. En cualquier caso ha habido una dialéctica entre el Foro de las ONGs y la Asamblea de los gobiernos, con elementos de confrontación, pero también de complicidad: las Secretarías de la Mujer de los Sindicatos y algunas asociaciones más 13 forman parte de la delegación gubernamental española, las asociaciones enarbolamos las resoluciones y programas acordados para presionar a nuestros gobiernos a cumplirlas. Con esos antecedentes surgió de Canadá la iniciativa de la Marcha Mundial de Mujeres en 2000, contra la violencia y la pobreza, reivindicaciones que se desarrollaban en otras muchas más sin que se pretendiera sintetizarlas en un documento único y consensuado, ni mucho menos negociarlas o exigirlas a ningún poder interlocutor. A mi juicio la iniciativa de la Marcha Mundial de Mujeres alertó sobre la escasa atención del movimiento feminista más estructurado sobre un tema de contenido y otro de organización: el aumento de la desigualdad económica y la representación por una élite cerrada. Fue nuestra desconcertante entrada en el movimiento antiglobalización, en el que tampoco sabemos muy bien cómo estamos. Si organizaciones bregadas en el análisis de la confrontación norte-sur como ATTAC o las de cooperación internacionales ven desbordadas por ciertas formas y contenidos del nuevo movimiento, imaginad cómo estamos las asociaciones de mujeres. Y sin embargo sabemos que somos la mitad de los globalizados, y que –como en toda redistribución- si no actuamos nos endosarán ración doble de todo lo malo: desempleo, pobreza, inseguridad, contaminación y violencia. a) asociaciones “de relevancia constitucional” son los partidos políticos, los sindicatos y las organizaciones empresariales (que en España, por cierto, se equiparan siempre, cuando jurídicamente tienen distinta naturaleza los derechos de la persona y los de la empresa), las iglesias, confesiones y comunidades religiosas (sobre cuya naturaleza ha habido un interesante debate parlamentario que no viene hoy al caso), las asociaciones de consumidores y empresarios y las organizaciones profesionales, a las que se añaden las asociaciones deportivas, quizás porque el deporte, al menos el deporte-espectáculo, está adquiriendo una naturaleza cuasi religiosa. Todas estas están excluidas de la Ley de Asociaciones y de los requisitos de transparencia, no remuneración de cargos, justificación de subvenciones y designación gubernamental de interlocutores impuestos a las otras. Por distinta razón se excluyen de la Ley las sociedades mercantiles, las cooperativas y las comunidades de propietarios. De ahí para abajo, quedan dentro del ámbito de esta Ley. 14 b) asociaciones de utilidad pública. Entramos ya en las mejores ONGs que podamos imaginar, las más útiles a la sociedad, hasta el punto que, siendo privadas y voluntarias, disfruten de algunos de los privilegios de lo público por su necesariedad. Los arts. 32 a 35 de la Ley hablan de ellas. La declaración de este carácter es potestad “del Ministro que se determine reglamentariamente” lo que remite a esa futura norma, en la que esperamos pintemos más las asociaciones que en la elaboración de la Ley, si bien se fijan los requisitos: - tener fines estatutarios “de interés general”, a los que luego nos referiremos - realizar actividades abiertas al uso por personas no socias - contar con medios “adecuados” y organización “idónea” para sus fines - llevar dos años funcionando e inscritas en el Registro de Asociaciones - que los miembros de sus órganos de representación no cobren con cargo a fondos o subvenciones públicas. Quiero detenerme en este último punto, porque me parece significativo que se presuma menor utilidad pública a una ONG que no tenga liberados, lo que no se exige a las asociaciones de máxima utilidad pública, de relevancia constitucional, como las Iglesias, los partidos, las organizaciones empresariales o los sindicatos, siendo incluso las “horas sindicales” a cargo de la empresa una obligación legal. En el debate parlamentario se ha añadido que “no obstante... en los términos y condiciones que se determinen en los Estatutos, los mismos podrán recibir una retribución adecuada para la realización de servicios diferentes a las funciones que les corresponden como miembros del órgano de representación.” El estudio “Empleo y trabajo voluntario en las ONGs de acción social” 12 revela que el 57% de los ingresos de las asociaciones de acción social procede de subvenciones públicas y con ella se financia la actividad de sus 284.000 asalariados contratados, pero no puede pagarse, no sé por qué presunción de ilegitimidad, la de las personas elegidas para dirigirlas. Dado que la actividad de las ONGs requiere tiempo y que su dirección lógicamente requiere más tiempo que la participación de base, o bien debe desarrollarse por personas que no trabajen -jubilados, amas de casa, ricas por su casa- o bien el personal técnico. 12 Según el estudio “Empleo y trabajo voluntario en las ONGs de acción social” Centro de Estudios Económicos Fundación Tomillo, Madrid 2000, en 11.043 ONGs de acción social trabajan sin retribución 1.357.000 personas y con ella 284.000, creciendo estas últimas a una media anual del 5,3% 15 Los beneficios de la declaración de utilidad pública se refieren al régimen fiscal y la asistencia jurídica gratuita. La Ley no menciona ningún estatuto consultivo o de participación social. Las obligaciones son presentar cuentas (auditadas en ciertos casos) e informes. c) asociaciones de interés general. En el apartado anterior hemos visto que la utilidad pública es principalmente un régimen económico. ¿Cómo se califican las asociaciones de interés general? Por sus fines estatutarios: - cívico, educativo, cultural, deportivo, sanitario - de promoción de los valores constitucionales - de promoción de los derechos humanos - de asistencia social - de cooperación para el desarrollo - de promoción de la mujer - de protección de la infancia - de fomento de la igualdad de oportunidades - de fomento de la tolerancia - de defensa del medio ambiente - de fomento de la economía social - de fomento de la investigación - de promoción del voluntariado social - de defensa de consumidores y usuarios - de promoción y atención a las personas en riesgo de exclusión La enumeración del art. 32.1 de la Ley deja otra vez sin definir la función social de las ONGs. Porque mezcla valores, colectivos y formas de acción, pero no asigna valor al asociacionismo en sí, ni a la participación en los asuntos públicos a través de las asociaciones, ni al diálogo entre asociaciones y poderes públicos ni a la coordinación de estas para constituir movimientos sociales. No hay una “declaración” de asociación de interés general, pero el encaje en esta tipología sirve para: 16 ?? poder obtener subvenciones para actividades concretas ?? utilizar servicios públicos de información y asistencia (¿) ?? campañas de divulgación y reconocimiento de sus actividades ?? poder suscribir convenios de colaboración con la Administración d) asociaciones inscritas en registros públicos “a los solos efectos de publicidad” en sus relaciones con terceros e) las asociaciones en general, son el resultado del derecho de asociación, sin más . límites que no perseguir fines o utilice medios tipificados como delito, o tener carácter secreto o paramilitar Pero ¿quiénes somos y que queremos en 2002 las asociaciones de mujeres? Transcurridos 25 años de democracia, en que se ha restaurado la igualdad legal y los poderes públicos han asumido políticas de acción positiva notables, cabe preguntarnos ¿como sigue ejerciendo el movimiento organizado de mujeres el papel de impulsor, de motos de los cambios? ¿tiramos las ONGs de los poderes públicos, o –institucionalizadas ciertas cuotas de feminización de los mismos y mecanismos de acción positiva- son ellos quienes llevan realmente la iniciativa?¿que demandamos hoy como colectivo organizado? ¿somos una máquina eficiente? Una primera reflexión sería sobre quienes somos las asociaciones de mujeres. En el amplio tejido asociativo (se habla de 200.000 asociaciones en España) ¿a que llamamos asociaciones del movimiento de mujeres? El estudio que está iniciando la profesora de la Universidad de Salamanca Soledad Murillo plantea 3 criterios de delimitación: organización compuesta por mujeres, conciencia de género (un equipo femenino de baloncesto o una congregación religiosa femenina no entrarían, pero una asociación de amas de casa sí, porque se define sobre una función socialmente asignada sólo a mujeres) y vinculación con otras organizaciones de mujeres. Presumimos que con esas tres características hay entre 5.000 y 8.000 asociaciones de mujeres en todo el Estado, basándonos en datos parciales suministrados por el Instituto de la Mujer y los organismos autonómicos. 17 Un segundo objetivo de este estudio, coincidente con el realizado por IPES para RAMPA (Red de Asociaciones de Mujeres de Pamplona) y creo que también por otro estudio realizado por la Universidad del País Vasco, es establecer una tipología funcional de asociaciones. ¿Para que queremos clasificar? Para tejer alianzas, para conocer en que podemos coincidir y en que no, porque muy idénticas no debemos ser si hemos decidido constituir miles de estructuras diferentes. Begoña San José Presidenta del Consejo de la Mujer de la Comunidad de Madrid Mayo de 2002 18