06 Protocolo 50 (3289-292) 15/3/06 12:38 Página 3289 PROTOCOLOS DE PRÁCTICA ASISTENCIAL Protocolo de uso empírico de antibióticos M.I. Ruiz Camps Servicio de Enfermedades Infecciosas. Hospital Vall d’Hebron. Barcelona. Indicación de un tratamiento antibiótico ...................................................................................... Como premisa, un antibiótico debe utilizarse únicamente cuando es necesario. Existen muchos cuadros clínicos, la mayoría de vías respiratorias, que corresponden casi siempre a un proceso vírico que cura espontáneamente. El uso erróneo e innecesario de antibacterianos en esta situación no sólo representa el gasto más importante de antibióticos en el medio extrahospitalario, sino que se relaciona con un aumento en el porcentaje de resistencias que condicionará un problema terapéutico en el futuro. El inicio de un tratamiento antimicrobiano puede ser empírico, basado en síntomas y signos clínicos, hallazgos de laboratorio, informes epidemiológicos, o definitivo, basado en resultados de pruebas microbiológicas o de los estudios de sensibilidad in vitro. En la mayoría de los casos se empieza de forma empírica para cambiar posteriormente a un tratamiento definitivo basado en los resultados del antibiograma. El iniciar un tratamiento empírico debe obedecer siempre a un pensamiento lógico y al seguimiento de un algoritmo adecuado (fig. 1). Existen una serie de factores o cuestiones que deben considerarse antes de empezar o demorar la administración de un tratamiento antimicrobiano. La localización de la infección, a menudo, nos orienta hacia la etiología más probable y por otra parte nos indica si los mecanismos de defensa del organismo se encuentran alterados, orientándonos en la elección del antimicrobiano y la dosis del mismo a seguir. Por ejemplo, en una meningitis sabemos que la fagocitosis por parte de los leucocitos se encuentra alterada y que necesitamos, para el control de la infección, un antibiótico bactericida que se difunda por el sistema nervioso central (SNC) y a dosis elevadas. Los factores del huésped frente a la infección, incluyendo la edad del paciente, enfermedad de base, presencia o ausencia de material protésico, embarazo, respuesta inflamatoria o inmune, deben ser considerados. Y por último, los factores microbiológicos, tanto el conocimiento de los organismos más frecuentes como las pruebas diagnósticas rápidas que pueden ayudar en la elección del fármaco como sería la tinción de Ziehl-Neelsen en caso de sospecha de tuberculosis. ........................................................................................................................................................................................... Una vez confirmado el origen infeccioso de la fiebre y la necesidad y utilidad del tratamiento, intentaremos acercarnos al microorganismo causante para poder iniciar el antibiótico más idóneo. Seleccionaremos el más adecuado a la infección, el menos perjudicial, el más cómodo de administrar y el que ocasione menos gasto. Todo ello obliga al médico a una actualización constante sobre los patrones de resistencias de los principales microorganismos involucrados en los síndromes infecciosos más comunes y sobre las características de los nuevos antibióticos. hospitalarios con problemas de absorción, etc. La vía endovenosa es la más segura y necesaria para los pacientes muy graves y en situaciones especiales en las que se requiere alcanzar rápidamente concentraciones terapéuticas en el foco de la infección como el shock séptico, la meningitis, etc. o en patologías que requieran dosis elevadas de antibióticos. No existe un momento establecido para cambiar la administración del antibiótico a la vía oral. Esto puede realizarse siempre que la situación del paciente asegure la ingesta y absorción gastrointestinal correcta y siempre que los niveles plasmáticos que se alcancen sean los necesarios para tratar la infección. Vías de administración Bactericida o bacteriostático La vía oral es la vía de administración ideal y preferible. La vía intramuscular es necesaria para antibióticos que no se absorben por vía oral, habitualmente para pacientes extra- La elección de un antibiótico bactericida está más indicada en el tratamiento de infecciones graves, en la mayoría de ellas con disminución o ausencia de mecanismos defensivos Elección del antibiótico Medicine 2006; 9(50): 3289-3292 3289 06 Protocolo 50 (3289-292) 15/3/06 12:38 Página 3290 ¿Es una infección que requiere tratamiento antimicrobiano? No Sí • Localización • Factores huésped • Factores microbiológicos Tratamiento antibiótico empírico Infecciones graves Alteración inmunidad, meningitis, endocarditis, neutropénicos, etc. +/– Bactericida / Bacteriostático Dosis IM Oral Monoterapia IV Tratamiento definitivo (antibiograma, serologías) Tratamiento adyuvante • Corticoides • Drenaje • Hemodinámico Enfermedades graves Niveles elevados Meningitis, etc. Combinación • Mayor cobertura/plurietiológica • Sinergismo: endocarditis • Evitar resistencias: TBC Monitorización respuesta • Clínica • Laboratorio e imagen • Microbiológicos: ayuda/confusión Buena Fin tratamiento: • Monodosis • 3-14 días • 4-5 semanas • > 6 meses • No infección PROTOCOLOS DE PRÁCTICA ASISTENCIAL Fig. 1. Algoritmo de tratamiento antibiótico empírico. IM: intramuscular; IV: intravenoso; TBC: tuberculosis. 3290 Medicine 2006; 9(50): 3289-3292 Fracaso Descartar complicación Farmacocinética si posible Revisar antibiograma Cambio antibiótico Seguir igual tratamiento ivo ante cación si posible ma 06 Protocolo 50 (3289-292) 15/3/06 12:38 Página 3291 PROTOCOLO DE USO EMPÍRICO DE ANTIBIÓTICOS del huésped tales como meningitis, endocarditis, neutropenia febril o infecciones en inmunodeprimidos. En estos pacientes el uso de bacteriostáticos condiciona una tasa elevada de fallos terapéuticos y recidivas. Monoterapia o terapia combinada La combinación de antibióticos se contempla en tres situaciones: para ampliar el espectro antibacteriano en situaciones concretas en infecciones graves o en la neutropenia febril, aunque estudios recientes realizados con neutropénicos no encuentran diferencias en los que recibieron una combinación inicial. En patologías plurietiológicas, como la neumonía grave, suele asociarse un β-lactámico a un macrólido o quinolona para cubrir microorganismos “atípicos” como la Legionella spp. En segundo lugar, para obtener sinergismo en infecciones como tuberculosis y endocarditis, donde sí se ha demostrado una mayor incidencia de curación y descenso en el número de recidivas. Y, finalmente, para evitar la aparición de resistencias, si bien esto es cierto cuando la aparición de resistencias se debe a mutaciones cromosómicas como en la tuberculosis; hoy en día se cuestiona que ocurra lo mismo con patógenos más comunes. Siempre que se realice un tratamiento combinado debe vigilarse que no se produzca antagonismo. Dosificación Ésta dependerá de varios factores como son la sensibilidad del germen al antibiótico, la gravedad de la infección y la localización de la misma. Para infecciones banales y localizadas son suficientes dosis que superen la concentración mínima inhibitoria (CIM) en la sangre y el órgano infectado, mientras que deben ser mucho más elevadas, como ya se ha comentado, en una meningitis. El intervalo entre las dosis estará en relación con la farmacocinética de cada antibiótico y la CMI para distintos gérmenes. Nunca debe ser inferior al tiempo que se necesita para mantener en el suero y en el foco de la infección concentraciones por encima de la CMI. amiento Tratamiento adyuvante En ocasiones el tratamiento antibiótico no es suficiente y deben aplicarse otras medidas de soporte para corregir las alteraciones fisiológicas existentes. Ejemplos serían el uso de corticoides en la meningitis neumocócica, el drenaje en los abscesos, las correcciones metabólicas en el shock, etc. Monitorización de la respuesta al tratamiento Existe una tendencia a la anticipación y a que se espere una respuesta antes de lo que sería habitual, lo que se correlaciona con un cambio de antibióticos irracional para tratar mi- croorganismos que estaban siendo ya cubiertos por el régimen previo. La respuesta clínica puede evaluarse por la defervescencia de la fiebre que varía en cada proceso; por ejemplo, decrece alrededor del segundo-cuarto día en la neumonía neumocócica, a los 2-3 días en las pielonefritis o a la semana en las tres cuartas partes de las endocarditis bacterianas. Otros parámetros clínicos que hay que evaluar son los signos de inflamación y la función del órgano. También los parámetros de laboratorio en sangre y en fluidos y las pruebas de imagen nos orientarán al respecto. Los cultivos microbiológicos repetidos, aunque pueden ser de ayuda (negativización de un hemocultivo), podrían crear confusión en algunas ocasiones (persistencia de un cultivo de esputo o líquido de un drenaje). La medición de la concentración sérica de un antimicrobiano y de su capacidad bactericida en suero (serum bactericidal titer) tienen valor en determinadas situaciones. Modificación del tratamiento Si se ha iniciado una antibioticoterapia empírica ésta se modificará cuando se disponga del antibiograma, escogiéndose el antimicrobiano más eficaz, más selectivo (espectro más reducido), menos tóxico y más barato. Ante la falta de respuesta a un tratamiento antimicrobiano administrado de acuerdo con la sensibilidad del germen debe descartarse una complicación (empiema en una neumonía, presencia de absceso, etc.) antes de cambiar el antibiótico. Duración del tratamiento La mayoría de las recomendaciones se basan en experiencias previas que han cursado satisfactoriamente o que han recidivado. La dosis única puede administrarse en los casos en que es posible demostrar bacteriológicamente la eliminación del germen con su consiguiente traducción clínica. Por ejemplo, en una uretritis gonocócica una monodosis de cefixime es suficiente para erradicar la infección. La duración corta, de 3 a 14 días, se aplica en la mayoría de las infecciones bacterianas no complicadas. Tratamientos de 4 a 6 semanas están indicados para infecciones de erradicación difícil o en las que es más difícil determinar la curación bacteriológica, como las endocarditis u osteomielitis. Tratamientos prolongados (más de 6 meses) se reservan para organismos intracelulares como tuberculosis o micosis endémicas. Debe remarcarse que alargar un tratamiento antibiótico de forma innecesaria, además de incrementar el coste, aumenta el riesgo de efectos secundarios al mismo y ejerce una presión antibiótica que puede seleccionar resistencia. Coste del tratamiento Ante la misma eficacia terapéutica y seguridad de dos o más tratamientos debe escogerse el de coste más bajo. Medicine 2006; 9(50): 3289-3292 3291 06 Protocolo 50 (3289-292) 15/3/06 12:38 Página 3292 ENFERMEDADES INFECCIOSAS (II) Bibliografía recomendada • Importante •• Muy importante ✔ Metaanálisis ✔ Ensayo clínico controlado Epidemiología ✔ Drobnic Principios generales del tratamiento antibiótico. En: •• Drobnic L,L.editor. Tratamiento antimicrobiano. Barcelona: Doyma; 2001. p. 707-19. 3292 Medicine 2006; 9(50): 3289-3292 RC, Eliopulos GM. Principles of anti-infective therapy. •• Mollering En: Mandekll GL, Bennett JE, Dolin R, editors. Principles and •• •• Practice of Infectious Diseases. 6.a ed. Philadelphia: Churchill Livingstone; 2005. p. 242-52. Sanford JP, Root RK. Selection of antimicrobials for treatment. En: Root RK, editor. Clinical Infectious Diseases. A practical approach. New York: Oxford University Press; 1999. p. 233-9. Zinner SH. Principles of anti-infective therapy. En: Cohen J, Powderly WG, editors. Infectious Diseases. 2.o ed. Edinburgh: Mosby; 2004. p. 1705-17.