CULTURA y POLÍTICA / Publicación del Instituto PRISMA y PLURAL editores / Nº 100 / 2da. quincena de febrero 2012 / Bs 5 Nuestra crónica del proceso de cambio: Cuatro años de crónicas paradojas Con este número 100 de Nueva Crónica –y buen gobierno– cumplimos cuatro años y cuatro meses de análisis del proceso boliviano, reflexión sobre la escena internacional, reseña de la producción literaria, crítica cinematográfica, exposición plástica y una pizca de humor. Una tarea nada sencilla en tiempos de autismo ideológico y autoritarismo político poco favorables para la reforma democrática del Estado y el debate plural de las opciones de futuro que demanda Bolivia. Contrapuntos Alfonso Gumucio Dagron: Los 100 de Nueva Crónica, 4 Carlos D. Mesa Gisbert: Los héroes que vos matáis, 5 Fernando Mayorga: Máscaras y marchas, 6 Daniela Espinoza M. Bolivia, la OEA y el mar: 33 años después, 7 Gonzalo Rojas Ortuste: La nación boliviana debe poder expresarse en el censo venidero, 8 Cecilia Salazar de la Torre: El mestizo, ese sujeto pragmático y utilitarista, 9 Debate Roger Cortéz Hurtado: La consulta póstuma y el secreto del TIPNIS, 10-11 Gustavo Fernández Saavedra: 2012. Tendencias económicas y políticas, 12-13 Juan Antonio Morales: A tres años de la Nueva Constitución Política del Estado, 14 Hugo Rodas Morales: Faltar a la verdad, 15 Carlos Crespo Flores: La movida libertaria en la revuelta del TIPNIS, 16-17 H. C. F. Mansilla: La concepción del buen vivir en la ideología gubernamental boliviana, 18-19 Juan Carlos Salazar: El reino por un clavo, 19 Franz Xavier Barrios Suvelza: ¿Qué es un Estado constitucional?, 20-21 Oscar Vega Camacho: La sociedad en movimiento: política constitucional, 21 Zygmunt Bauman: Estado-nación y patriotismo, 22-23 Fernando Mires: Venezuela, hacia la victoria decisiva, 25 Cultura Matthias Preiswerk: Contrato intercultural, 23 Jorge Luna Ortuño: Nueva Crónica de la Plaza 24 de Septiembre, 24 Mauricio Souza Crespo: Manifiesto: Huyendo de la sala al living, 26 Artista invitado: Lorgio Vaca Los 100 números de Edición en cuatro volúmenes para coleccionistas Librería La Paz: Rosendo Gutiérrez 595 esq. Ecuador Tel. 2411018 / Casilla 5097 / email:[email protected] Librería Cochabamba: Nataniel Aguirre Nº 354 / Tel. 4511547 / Santa Cruz: Tel. 72168839 /3 editorial 2da. quincena de febrero 2012 Crónica de nuestras cien primeras crónicas E Consejo editorial: Joan Prats (†) Fernando Mayorga U. Horst Grebe López Juan Carlos Salazar Director: José Antonio Quiroga T. Instituto PRISMA Calle 21 Torre Lydia Piso 2 Of. 201, Calacoto Tel: 2799673 [email protected] www.institutoprisma.org Plural editores c. Rosendo Gutiérrez 595 esq. Ecuador Tel: 2411018 [email protected] www.plural.bo ISSN: 1996-4420 www.cesu.umss.edu.bo La versión digital de los números pasados de la revista pueden ser obtenidos en la siguiente dirección: www.institutoprisma.org Los lectores de Nueva Crónica pueden escribir al correo electrónico [email protected] Las colaboraciones no solicitadas serán sometidas a la consideración del Consejo Editorial Contactos: [email protected] Tel. 4511547 [email protected] Tel. 72168839 l primer número de Nueva Crónica –y buen gobierno– apareció en octubre de 2007. Desde el primer momento, y como aporte a la reforma constitucional en ciernes, se publicaron en sus páginas decenas de artículos con propuestas sobre el régimen autonómico, el rediseño de las instituciones del Estado en clave intercultural, el aprovechamiento soberano de los recursos naturales o el reconocimiento de los derechos colectivos de los pueblos indígenas, así como advertencias sobre las irregularidades cometidas en el proceso de elaboración y aprobación del nuevo texto constitucional que luego el gobierno desconocería una y otra vez, según las conveniencias políticas del momento. El número 100 de Nueva Crónica –y buen gobierno– aparece cuatro años después, tras la convocatoria gubernamental a una “consulta previa, libre e informada” a los pueblos indígenas del tipnis, que recientemente marcharon hasta La Paz –justamente por no haber sido consultados previamente– y consiguieron hacer aprobar una ley que prohíbe continuar con la construcción de la carretera que atravesaría su territorio. La decisión gubernamental viola varios preceptos constitucionales y legales que hacen que la consulta no sea previa (la carretera ya está en construcción), ni libre (la consulta la administrarían funcionarios de dos ministerios sin el consentimiento de las organizaciones indígenas del tipnis), ni informada (no existe, entre otros requisitos, el estudio de impacto ambiental), ni de buena fe (la negativa a la construcción de la carretera implicaría la prohibición de cualquier actividad productiva en el tipnis). En el arco que describen ambos momentos, Bolivia ha vivido un proceso de reformas cuyas principales características son la ampliación de las bases del poder político mediante mecanismos irregulares de mediación entre el Estado y la sociedad y el cambio de elites: ahora son otros los que ejercen el poder, aunque hagan básicamente lo mismo, sólo que con menos apego a la ley. Con un agravante: nunca el país dispuso de tantos recursos económicos y políticos para encarar una verdadera reforma del Estado, cuyo acompañamiento crítico fue uno de los objetivos de Nueva Crónica. Esa oportunidad parece haberse extinguido: la pérdida de rumbo estratégico, el agotamiento programático y la incapacidad o desinterés para construir las instituciones que requiere el país son indicadores del extravío del “proceso de cambio” que tantas esperanzas despertó durante el primer gobierno de Evo Morales. A los editores de esta revista les habría gustado poder ofrecer a lo largo de estos años una Pequeña crónica de grandes días como Octavio Paz describió la transición del régimen soviético al nuevo orden mundial, haciendo eco, a su vez, de los Grandes anales de quince días que compuso Quevedo casi cuatro centurias antes. Pero hubo muy pocos gestos de grandeza en toda esta transición y muchos hechos que nos recuerdan más bien el regreso al tiempo de las cosas pequeñas, como llamó Sergio Almaraz al periodo regresivo de la Revolución nacional. En las páginas de Nueva Crónica se han publicado decenas de entrevistas a personalidades nacionales y extranjeras y también un sinnúmero de crónicas sobre temas relevantes de la agenda pública nacional. Por la fuerza de las circunstancias, y por lo que Zavaleta Mercado llamó la “fidelidad a los hechos”, en muchas ocasiones se tuvo que denunciar la impostura, el abuso de poder y el desperdicio de una opor- tunidad histórica de reforma del Estado y la sociedad. Es justo recordar, sin embargo, que la mayoría de esas críticas han sido, sobre todo, una defensa de los principios republicanos; de los procedimientos y valores democráticos; de las normas más elementales del buen gobierno; del pluralismo de ideas y de la libertad para expresarlas. En efecto, la República –proscrita en los hechos por el actual régimen– aspiró siempre a ser el gobierno de las leyes como superación histórica del despotismo autocrático; la democracia se pervierte cuando rige la tiranía de las mayorías convertidas en clientela partidaria; la libertad de expresión sucumbe cuando se impone el monólogo oficial, la anorexia intelectual y el autismo ideológico; y la gestión pública se ahoga cuando impera el cuoteo corporativo de la administración estatal, como sucedió antes con el cuoteo partidario. La igualación de todos hacia abajo –que es adonde nos conduce un liderazgo motivado hasta cierto punto por un resentimiento confuso– es otro de los rasgos del actual proceso. Debido a esta percepción de los hechos, la posición de Nueva Crónica fue inevitablemente incómoda, minoritaria y frecuentemente mal comprendida. Si la revolución es la fiesta de la plebe –aunque ésta no sea propiamente una auténtica revolución– fuimos aguafiestas porque preferimos la independencia política y la autonomía intelectual a la adscripción festiva y conservadora a los nuevos dioses oficiales. El espíritu crítico de Nueva Crónica hizo suya la advertencia que Edgar Quinet le dedicó a los revolucionarios franceses en 1865: “Se ha hecho la crítica del entendimiento y de la razón, ¿diréis que la hicieron los enemigos de la razón humana? Del mismo modo, si yo hago la crítica de la Revolución, señalando sus errores y limitaciones, ¿me acusaréis de ser un enemigo de la Revolución? Si el espíritu crítico hoy examina sin tapujos los dogmas religiosos y los Evangelios, ¿no es sorprendente que se pretenda suprimir el examen de los dogmas revolucionarios y el del gran libro del terrorismo? En nombre de la Revolución se quiere extirpar el espíritu crítico. Tened cuidado: así acabaréis también con la Revolución”. Nueva Crónica combinó el seguimiento de las desventuras de la coyuntura política nacional con reflexiones sobre los vertiginosos e inciertos cambios que experimenta el mundo y el debate de las ideas. Asimismo, ofreció una mirada amplia a la producción literaria de nuestro país, a la crítica de las artes y a la memoria histórica. En este orden de cosas, es preciso destacar la difusión de una selección de la obra de cerca de un centenar de pintores nacionales. Esta combinación de “política y cultura” como reza nuestra presentación institucional, nos permitió sobrevivir a la intoxicación o la vanidad a la que puede conducir la marcha separada de esos dos ámbitos vitales. Llegar al número 100 de esta revista fue posible gracias a la colaboración desinteresada de centenares de escritores y la fidelidad de nuestros lectores dentro y fuera de Bolivia. Entre ellos, hay que recordar a Joan Prats y a José Mirtenbaum, cuya inspiración nos acompaña aún hoy. A todos nuestros colaboradores les debemos el mérito de sostener este modesto esfuerzo que parece más orientado a la posteridad que a la actualidad. Y como toda cifra redonda, este número 100 bien puede servir como una renovación del compromiso que originó este emprendimiento. 4/ contrapuntos 2da. quincena de febrero 2012 Los 100 de Nueva Crónica Alfonso Gumucio Dagron* Ni las presiones, ni los ataques han hecho que Nueva Crónica modifique una conducta independiente y crítica, ajena a intereses de grupos empresariales o políticos. N o todo está patas arriba, hay cosas que abren espacios de esperanza. En un país donde la mayoría de las revistas de análisis político ha padecido el síndrome “Año 1, Número 1”, es una gran satisfacción que Nueva Crónica y Buen Gobierno, editada conjuntamente por el Instituto Prisma y Plural Editores, haya alcanzado su número 100. Hay proyectos soñadores, y este es uno de ellos. Hay propuestas cuyo fundamento es la ética, y esta es una de ellas. Estamos hablando de una revista que cada quince días ofrece análisis profundos, seriamente documentados y valientes sobre la realidad boliviana e internacional, a través de artículos escritos por colaboradores de diferentes orientaciones ideológicas y políticas, entre los que me precio de estar. La revista, además de su contenido del más alto nivel, está estupendamente diseñada e impresa. Ensimismados o sumidos en la faramalla de la política local, pocos en Bolivia le dieron la bienvenida. El primer número de Nueva Crónica nació el 11 de octubre de 2007, con un editorial de Horst Grebe y una nota de presentación en la que los editores afirman que la revista “aspira a construir una corriente de opinión favorable a las reformas políticas e intelectuales que demanda la sociedad boliviana a inicios del Siglo xxi y apues­ta por un renovado diálogo de saberes destinado al buen gobierno de la sociedad y de las personas”. “Nueva Crónica desea sumar, con su identidad y estilo propios, sus esfuerzos e iniciativas al fortalecimiento de la democracia y las libertades ciudadanas. Nos ins­piran los valores del pluralismo político, la tolerancia y el diálogo intercultural, así como el ejercicio de la comunicación de alta calidad profesional y ética, reforzada con análisis y opinión independientes sobre temas nacionales y del mundo”, decía Grebe en su editorial. En la trayectoria de Nueva Crónica ha habido una voluntad permanente de acompañar de manera crítica el proceso de cambio social que se vive en Bolivia, señalando las inconsistencias y las arbitrariedades que desde el gobierno conspiran en contra del Estado y de la ciudadanía, cuando se olvida que los procesos son resultado de una construcción colectiva y democrática, donde todos los actores sociales deben tener cabida. El camino de quienes luchan por el derecho a la comunicación y por la libertad de expresión es accidentado. El empecinado posicionamiento de Nueva Crónica en defensa de los derechos ciudadanos, reclamando coherencia en el ejercicio del poder y transparencia en las instituciones del Estado, ha provocado no pocas veces reacciones airadas de quienes se han sentido desnudados y expuestos a la opinión de los bolivianos. Pero ni las presiones, ni los ataques han hecho que Nueva Crónica modifique una conducta independiente y crítica, ajena a intereses de grupos empresariales o políticos. Desde el número inicial se establecieron las características que aún hoy, casi cinco años después, son parte del sello característico del quincenario: entrevistas, debates y comentarios sobre política y sociedad, reseñas de libros, y las secciones “Contrapuntos”, “Artista invitado” y “La otra orilla”. Las preocupaciones principales se expresaron desde un inicio: democracia y libertades, relaciones internacionales, integración, cultura, medio ambiente, entre otras. La revista ha publicado textos originales de análisis sobre Bolivia de importantes pensadores, como Joan Prats (†), Fernando Mayorga, Horst Grebe López (los tres miembros del Consejo Editorial), José Antonio Quiroga (actual director de la revista), Roger Tuero, Ignacio Mendoza, Javier Medina, José Mirteanbaum (†), Jimena Costa, Gustavo Fernández, Luis Oporto Ordóñez, Gloria Ardaya, Gonzalo Rojas Ortuste, Carlos Hugo Laruta, Daniela Espinoza, Xavier Albó, Hugo Rodas, Freddy Zárate, Diego Ayo, H.C.F Mansilla, Leonardo García Pabón, Roger Cortéz, Jorge Luna Ortuño, Edgar Cadima, Fernando Molina, Juan Antonio Morales, y Mauricio Souza entre otros. También ha ofrecido sus páginas a actores políticos y sociales como Carlos Mesa, Juan del Granado, Víctor Hugo Cárdenas, Jorge Lazarte, Felipe Quispe, Samuel Doria Medina, Álvaro García Linera, Loyola Guzmán, Filemón Escobar, Antonio Peredo, Carlos Romero y varios más. El itinerario ha sido hasta ahora estimulante y creativo. Tengo la fortuna de haber estado vinculado a Nueva Crónica desde antes que saliera a la luz, cuando todavía se discutía el nombre que llevaría la publicación, y he colaborado con ella desde el segundo número, 37 veces, con artículos sobre temas políticos y culturales, en su mayoría referidos a Bolivia. Como lector, disfruto cada nuevo número de la revista, y no menos que los textos, las ilustraciones. Nueva Crónica convirtió sus páginas en una galería de artistas plásticos bolivianos contemporáneos (y unos pocos de otros países), desplegando en cada número una muestra personal, a la manera de exposiciones retrospectivas. Desde el primer número, que contó con imágenes de la obra de Juan Ortega Leytón, hasta el más reciente, que exhibe la obra de Lorgio Vaca, la galería pictórica de Nueva Crónica es un valor añadido a la revista, no una simple deco- ración. Por sus páginas han pasado todos los grandes de la pintura boliviana, sin excepciones, y también la mayoría de los talentos más jóvenes. A veces me pregunto cómo hacen los editores de la revista para seguir encontrando nuevos valores en la plástica del país. La selección ha incluido algunas veces fotógrafos, y en esa medida me ha tocado exhibir mi serie Muros que miran, publicada en el número 57 de la revista. Finalmente, para quienes no viven en Bolivia o no tienen oportunidad de encaminar sus pasos hacia las librerías de Plural Editores en La Paz o en Cochabamba, Nueva Crónica es también una excelente manera de enterarse sobre la producción de libros en Bolivia y en particular en la editorial que dirige José Antonio Quiroga. Además de las reseñas breves o largas sobre los nuevos libros, la revista recoge páginas de avisos con las portadas de las colecciones de Plural, que publica un centenar de títulos nuevos cada año, algo realmente asombroso en un país como Bolivia. * Periodista y escritor. 2da. quincena de febrero 2012 /5 contrapuntos Los héroes que vos matáis Carlos D. Mesa Gisbert* Cada tiempo edifica sus héroes, los inventa o los reinventa. Periódicamente levanta monumentos nuevos sobre los escombros de las viejas estatuas que ha dinamitado. L a construcción de una “nueva” historia es tarea obligada de todos quienes creen encarnar un gran proceso de transformación y lo quieren consolidar en el largo plazo. La historia es, en muchos sentidos, la construcción de imaginarios colectivos fundamentales como columna del poder. Los dueños del presente definen así, de modo arbitrario, cómo quieren leer el pasado, qué quieren recoger de él, cuáles creen que son los pilares que lo sustentan y cuáles las fuentes de las que quieren beber. Esos dueños ilusorios del tiempo creen que podrán transformar el futuro a su antojo. Para hacerlo les es indispensable reinventar el pasado, moldearlo a su imagen y semejanza. Pero la historia es también, como decía Octavio Paz, una superstición: “es preciso desconfiar de la historia y aprender a pensar con sobriedad”. Cada tiempo edifica sus héroes, los inventa o los reinventa. Periódicamente levanta monumentos nuevos sobre los escombros de las viejas estatuas que ha dinamitado. Manuel José Cortés escribió a mediados del siglo xix que “la esclavitud no tiene historia”, pretendía con esa frase lapidaria borrar de la memoria trescientos años de pasado colonial. Allí están esos trescientos años, imborrables. En 2006 los émulos de Cortés, por razones bien distintas a las del historiador, escribieron en el nuevo texto constitucional “Dejamos en el pasado el Estado colonial, republicano y neoliberal”. Lo que realmente quisieron decir es “Dejamos enterrados…”. Está claro que un Presidente que lleva ya más de seis años conduciendo el país (el octavo mandatario de nuestra historia con más tiempo en el mando), apuesta por dejar un legado que haga perenne su paso por el poder. Si a esto sumamos su obsesión por el cambio, por lo nuevo y por la mitificación de la palabra Revolución como sinónimo virtuoso de transformación de una sociedad, podremos entender fácilmente la necesidad que tiene de reescribir la historia, de “moldear” el pasado, de construir una nueva superstición histórica. Recordemos además que esta ilusión no es nueva, la ensayaron ya quienes forjaron la independencia del país, quienes construyeron el Estado liberal oligárquico (en el que están inmersos conservadores, liberales y republicanos), quienes hicieron la Revolución de 1952 y, de un modo más integral, quienes administraron la democracia desde 1982. La ruptura con el pasado colonial español vino acompañada de la erección de un panteón de héroes. Las figuras estelares de ese olimpo fueron dos próceres extranjeros, Simón Bolívar y Antonio José de Sucre. Ambos llegaron a la nueva Nación con “mesa puesta”. El imperio hispano ya se había desmoronado en Ayacucho en diciembre de 1824. La página se volteó cuando el último realista atrincherado en los Andes, el Gral. Pedro Antonio de Olañeta, perdió la vida en un absurdo motín en Tumusla el 1º de abril de 1825. Sucre y Bolívar hicieron algo fundamental, permitir que Bolivia escogiera ser Bolivia sin más sangre (ni con Lima ni con Buenos Aires como definió José Luis Roca). Por eso los dos venezolanos se apropiaron del panteón patrio de modo casi exclusivo. Sus imágenes omnipresentes nos acompañan en todas partes, como deidades protectoras. Ni siquiera el mas se atrevió a sacarlos completamente de escena. Durante los años posteriores cada región del país edificó su altar. A Murillo en La Paz, a Warnes en Santa Cruz, a Pagador en Oruro, a Zudañez en Chuquisaca. Consecuentemente, la guerra de la independencia se transformó en el corazón de nuestra historia. Al despuntar el siglo xx, el Estado liberal buscó afirmarse, igual que en 1825, a partir de la visión maniquea de los buenos y los malos. Arguedas tomó la posta y estigmatizó, demoledor, todo un periodo. Le perdonó la vida a medias a los grandes organizadores: Santa Cruz y Ballivián y hundió en el lodo de la execración a Belzu, Melgarejo y Daza, símbolos entonces del populismo irresponsable, de la dictadura brutal y de la negligencia militar. En los primeros años del siglo xx además, surgieron poco a poco como prohombres Linares como el dictador moralizante, Frías como el patricio intachable, Arce y Montes como los vigorosos creadores de industria y progreso. Llegaron después los vientos del marxismo y el nacionalismo que arremetieron para derribar el edificio oligárquico. Pocos años antes de la Revolución, Carlos Montenegro se colocó al frente de Arguedas y acuñó la idea (de nuevo maniquea) de que la batalla se daba entre “la Nación y la Antinación”. Lo primero que hizo fue descalificar a la democracia censitaria. Belzu renació de sus cenizas, aún Daza volvió a cabalgar; en cambio, las grandes figuras conservadoras y liberales fueron baleadas sin miramientos. Había que destruir a la rosca feudal, al superpoder minero, a quienes negaban la patria-nación. Era el germen de un Estado que lo encarnaría todo. Busch y Villarroel, glorificados por Céspedes, fueron aupados en su tragedia junto a los libertadores y lograron sobrevivir al propio proceso revolucionario. La historia liberal trocó en historia nacionalista. Pero en el 52 ocurrió algo mucho más significativo, la eclosión de una generación de intelectuales que redescubrió el pasado. Lora nos recordó la importancia de las masas constructoras de la sociedad, se escudriñó con seriedad en la historia colonial y la historia prehispánica (Mesa, Gisbert y Ponce), se puso en evidencia a quienes hicieron un Estado sobre la espalda de los indígenas y sobre la riqueza de sus tierras arrebatadas. Era la germinación del pensamiento indigenista de la mano de Reynaga que se transformó en una corriente que tuvo en Condarco a su máximo exponente, elevando la figura de Zárate Wilka con los ecos todavía lejanos de Tupaj Katari. La Nación mestiza inspirada por Vasconcelos desde México, pensada por Montenegro e impuesta por el mnr, troqueló la nueva moneda de un pretérito indo mestizo. El nacionalismo militar no tocó esa historia, la reforzó con la repatriación de los restos de Andrés de Santa Cruz, aunque la decisión oficial de que el Mariscal de Zepita se entronizara entre Sucre y Bolívar no acabó de cuajar. Con la democracia llegó por fin el gran debate abierto y plural sobre el pasado, se enriqueció la investigación, nació una nueva generación de historiadores y se desplegó el amplio abanico en el que todo cabía, desde el paradigma de los “plurimulti”, hasta la idea de las historias regionales. Llegó con vigor el reconocimiento de los cruceños que se miraron en un pasado mestizo anclado en las misiones jesuíticas y en la idea autonómica igualitaria de Andrés Ibañez. Se comenzó a integrar movimientos sociales, indígenas (Rivera, Albó, Choque), urbanos, corrientes políticas y sociales, modelos económicos sin desdibujar las grandes figuras individuales. Se miró con admiración la gesta minera, la creación del sindicalismo agrario, la ciudadanía insurgente de los indígenas del Oriente. Tuvimos mitos vivientes como Lechín y Paz Estenssoro, este último que pasó de “liberador económico” a gestor del neoliberalismo, y cuando parecía consolidarse como el gran referente del político por antonomasia fue condenado por los nuevos “fundadores de la patria” (como su busto en bronce) al zaguán de la historia. El Estado Plurinacional, cómo no, empezó muy rápido a escribir su versión del pasado. Afirmó, como sus antecesores, negando. Desde el desolado altiplano llegó Tupaj Katari lado a lado con Bartolina Sisa para descabalgar a los viejos héroes y para decir que 1825 sólo había representado un cambio de amo. Katari está de vuelta y quiere ser millones. Los nuevos gobernantes, eso sí, hicieron una concesión “generosa” al valeroso Muiba para contentar a los indígenas orientales, y de paso descolgaron a Santa Cruz del altar patrio y arrinconaron discretamente a Bolívar y Sucre, a pesar de todo, intocables. Todos quieren retratarse en el pretérito. Por si las dudas, volvamos a Octavio Paz: “Ejercicio de desnudez: desechar los disfraces, arrancar las máscaras ¿Qué ocultan? ¿El rostro del presente? No, el presente no tiene cara. Nuestra tarea es, justamente, darle cara”. * Ex Presidente de la República 2003-2005 6/ contrapuntos 2da. quincena de febrero 2012 Máscaras y marchas Fernando Mayorga* La pugna por el tipnis y la carretera es una muestra de la política como incomunicación, por ende, de ausencia de deliberación democrática. 1 La política y el carnaval tienen muchos elementos en común, sobre todo el uso abundante de máscaras y el exceso de retórica. En las carnestolendas predominan los aspectos suasivos, aquellos que prescinden de las palabras y reposan en gestos estridentes, colores chillones y (pre)disposición de los cuerpos para el exceso; y sobre todo es un esmero en el uso de máscaras, ya sea en su versión minimalista como antifaz de Venecia o en la rotundez infernal del diablo orureño. La excepción son los taquipayanacus vallunos que derrochan palabras y chicha en la improvisación de coplas que riman y rumian con doble sentido y es un descaro que no requiere disfraz ni traje de pepino. En las lides políticas tienen preeminencia, se supone, los aspectos persuasivos porque el discurso es el principal recurso y su objetivo es el convencimiento. El discurso que convence depende de la verosimilitud y de la coherencia de los argumentos, no solamente de su puesta en escena: quién lo emite, cómo lo dice, y también el ámbito desde el cual se pronuncia, porque el lugar de enunciación influye en el sentido del enunciado tanto como la imagen del dueño de la voz y el tono que emplea. No es lo mismo ser investido por el poder que estar desnudo en el llano, no obstante si algo iguala a quienes interactúan en la política es la incredulidad en las intenciones del otro, porque en ese mundo –tan racional y tan instrumental– predomina la desconfianza y, entonces, los contendientes no ven rostros, sólo máscaras. Y muy rara vez, a diferencia de las fiestas de carnaval, estalla la alegría compartida. Cuando eso acontece podría decirse que estamos en una demostración de democracia deliberativa, ese juego donde todos salen ganando (relativamente) o, por lo menos, nadie sale perdiendo (absolutamente). 2. La pugna por el tipnis y la carretera es una muestra de la política como incomunicación, por ende, de ausencia de deliberación democrática. ¿Dónde encontrar las razones de este tipo de relación entre contendientes (gobierno versus movimiento indígena como una faceta inédita de la pugna entre oficialismo y –nueva– ¿oposición?) que no sea una explicación basada en las oscuras o diáfanas intenciones de los actores, eso que los malos comentaristas deportivos denominan “actitud”? Porque la actitud es una postura que puede ser concebida por el otro, por el adversario, como su negación, simplemente como una impostura. Una máscara. Entonces, sugiero un par de consideraciones para buscar pautas explicativas de este conflicto que ingresa en una nueva fase y tiende a ser un conflicto permanente y susceptible de multiplicarse porque corresponde a una disyunción general entre sociedad y Estado, entre las expectativas generadas por la vigencia de una nueva Constitución Política y las dificultades del gobierno para responder a las demandas sociales, muchas de ellas traducidas en derechos. La primera consideración se refiere a las dificultades para tomar decisiones en tiempos de transición estatal porque las la Carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos”. Por eso es rechazada por las organizaciones indígenas cidob y conamaq que, en octubre del año pasado, lograron una victoria política porque la Asamblea Legislativa Plurinacional aprobó una “ley corta” que declaró “intangible” la zona y anuló la construcción de la mentada carretera, un hecho que –según esas organizaciones– ratificaba la vigencia de los derechos colectivos de los pueblos indígenas, cuya marcha de protesta, al principio, reclamaba por qué el gobierno no realizó… consulta previa. reglas están en proceso de definición y esa definición exige una tarea complementaria, que es encontrar un punto de equilibrio para evitar que las cosas discurran hacia un juego suma-cero, es decir, aquel que termina con vencedores y perdedores absolutos. La segunda consideración tiene que ver con el decurso del proyecto estatal del mas en su segunda gestión de gobierno y con dos años de construcción del Estado Plurinacional a cuestas. 3. La primera consideración se refiere a que el debate en torno a la aprobación de la Ley de consulta previa a los pueblos indígenas del tipnis es una demostración de estos enredos y desafíos. Esa consulta, entre otras cosas, pretende: “Definir si el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (tipnis)­ debe ser zona intangible o no para viabilizar el desarrollo de las actividades de los pueblos indígenas Mojeño-Trinitario, Chimane y Yuracaré, así como la construcción de La vigencia de los derechos colectivos es el argumento del partido de gobierno para justificar esa ley de consulta a los pueblos del tipnis y, también, para plantear el debate de una Ley Marco de Consulta Previa que permita prevenir y/resolver conflictos similares cuando estén en juego inversiones mineras y petroleras en zonas consideradas territorios indígenas. Es decir, todos los actores reclaman la vigencia de derechos colectivos pero asumen posiciones contrapuestas que derivan de interpretaciones jurídicas distintas. Por eso se plantea la necesidad de buscar un punto de equilibrio como resultado del debate en torno a una Ley Marco de Consulta Previa puesto que la contraposición “ley corta” versus “ley de consulta a los pueblos del tipnis” no conduce a nada, a lo sumo a una pelea de kachaskán al estilo de “máscara contra cabellera”. Las organizaciones indígenas que en octubre de 2011 realizaron la “marcha en defensa del tipnis” y anuncian una nueva movili- zación contra la Ley de consulta a los pueblos del tipnis enfrentan el riesgo de que esta nueva marcha carezca de un objetivo preciso y terminen excluidos de la discusión en torno a la Ley Marco de Consulta Previa. Objetivo difuso porque esta “ley de consulta” no deroga la “ley corta”; por ende, la anulación de la construcción de la carretera sigue vigente. Objetivo confuso porque la marcha de 2012 sería una protesta contra la consulta previa que era solicitada por la marcha de 2011. Mientras no se realice la consulta a los pueblos del tipnis, el gobierno no tomará decisiones al respecto, pero seguirá impulsando el debate y la elaboración de la Ley Marco de Consulta Previa. ¿Es pertinente que el movimiento indígena deje en manos del gobierno esa iniciativa? No. Así como fue un error del gobierno escoger el camino más largo y tortuoso para aceptar la consulta previa sobre el tipnis, aunque consideramos (es la segunda consideración) que es resultado de una redefinición del proyecto estatal. 4. El proyecto de Estado Plurinacional es una imagen ideal, una propuesta que enfrenta las limitaciones del Estado realmente existente, aquel que la retórica oficialista define como “colonial”, “neoliberal”, “republicano” y que supone ha sido superado. Pero perviven varias instituciones y seguirán perviviendo, como el régimen presidencialista, para citar uno y muy decisivo. Y si esta institución es una muestra, podemos mencionar otro ejemplo referido a la ideología que comporta rasgos atemporales, me refiero a la “razón de Estado” que se expresa en las tareas convencionales del poder político y que remiten al nacionalismo: integración territorial y cohesión social como expresión de soberanía y autoridad. Esas tareas se las encara invocando “lo plurinacional”, sin embargo, este conflicto pone en evidencia la contradicción entre soberanía estatal y derechos colectivos, entre autoridad estatal y autonomía territorial indígena. Se trata, pues, de una construcción minimalista del Estado Plurinacional en la que prevalece la “razón de Estado” sobre el pluralismo y el nacionalismo sobre el indigenismo. Y al resaltar su carácter minimalista no quiero decir que el proyecto estatal se puso un antifaz, simplemente advierto que la reforma estatal es un proceso incremental y queda mucho camino por recorrer y muchas coplas por componer. * Sociólogo, director del cesu-umss. 2da. quincena de febrero 2012 /7 contrapuntos Bolivia, la OEA y el mar: 33 años después Hace 33 años, en la ix Asamblea General de la oea, que se realizó en La Paz, Bolivia obtuvo el triunfo diplomático más importante sobre Chile. Este año, en una nueva cita hemisférica –ahora en Cochabamba–, la diplomacia del gobierno del presidente Evo Morales podría sufrir una dolorosa derrota en cancha propia, de no realizar ajustes oportunos a su errática estrategia con el país vecino. Daniela Espinoza M.* A poco más de cuatro meses de la realización de la xlii Asamblea de la Organización de Estados Ame­ri­canos en la ciudad de Cochabamba, los aspectos organizativos avanzan de manera acelerada, pero no se advierte el mismo apuro y certeza en la estrategia diplomática del gobierno boliviano para conseguir que ese foro se convierta, como en octubre de 1979, en el escenario ideal para obtener un resultado positivo vinculado al tema marítimo.­ Hace 33 años, pese a la inestabilidad política y a las amenazas que se cernían sobre una todavía muy frágil institucionalidad democrática, la política exterior boliviana se apuntó su victoria más importante, justamente un siglo después del inicio de la Guerra del Pacífico. El texto de la Resolución No 426 de la oea, era el ideal: “es de interés hemisférico permanente encontrar una solución equitativa por la cual Bolivia obtenga un acceso soberano y útil al Océano Pacífico y resuelve: “1. Recomendar a los Estados a los que este problema concierne directamente, que inicien negociaciones encaminadas a dar a Bolivia una conexión territorial libre y soberana con el Océano Pacífico. Tales negociaciones deberán tener en cuenta los derechos e intereses de las partes involucradas y podrán considerar, entre otros elementos, la inclusión de una zona portuaria de desarrollo multinacional integrado y, asimismo, tener en cuenta el planteamiento boliviano de no incluir compensaciones territoriales. 2. Continuar la consideración del tema “informe sobre el problema marítimo de Bolivia” en el próximo período de sesiones de la Asamblea General”. Mejor imposible. Para Bolivia, la declaración era más de lo que esperaba y para Chile indudablemente constituía el mayor y tal vez único revés en varias décadas. Obviamente las circunstancias eran distintas. El despertar democrático boliviano generaba simpatías; la dictadura chilena antipatías. No era difícil unir a la mayoría en torno a una resolución política y diplomáticamente adversa para el gobierno autoritario que ocupaba la Moneda. A partir de entonces, sin embargo, la Resolución fue registrando sucesivos cambios, hasta llegar a un nuevo texto, en 1989, que mantenía poco del original o que, en todo caso, respondía ya al conjunto de cambios que se habían producido en el andamiaje político de América Latina, entre ellos el restablecimiento de la democracia chilena. Como había desaparecido el principal factor que despertaba antipatías hacia Chile –un talón de Aquiles, que la diplomacia boliviana aprovechó con éxito– era muy difícil en adelante lograr algo parecido. El internacionalista Gustavo Aliaga señala que hubo dos elementos que determinaron los cambios: la constatación –del gobierno de Jaime Paz Zamora–, de que el tratamiento del tema marítimo en la oea había sufrido un marcado desgaste y la convocatoria a elecciones que marcaba el retorno de Chile a la democracia. Es evidente, sin embargo, que más allá de algunos –escasos– atinados movimientos en el tablero del ajedrez diplomático, tanto en el plano bilateral como en el multilateral –incluido por supuesto el de la oea en 1979–, Bolivia ha conseguido muy poco para alcanzar el objetivo de restitución de su cualidad marítima sobre el océano Pacífico. “Hasta aquí han pasado 32 años, 11 Resoluciones de la oea hasta 1989, y desde 1990 el país presenta informes al organismo sobre la situación de su reclamo, en el que está establecido como de interés permanente del hemisferio para encontrar una solución equitativa por la cual Bolivia obtenga acceso soberano y útil al Océano Pacífico”, explica Aliaga. Y desde 1979 pasaron también 17 presidentes y 25 cancilleres en Bolivia, que condujeron sin mucho éxito un tema que ya tiene 128 años de vigencia en la agenda regional, casi tan antiguo como el de las Malvinas, que ha marcado la relación de Argentina con Gran Bretaña desde 1831. Es más, puede afirmarse que la “estrategia” ha tenido menos relevancia que el “temperamento” de algunos mandatarios, que manejaron este tema en un plano de diálogo sustentado en afinidades personales. La buena relación entre presidentes –Bánzer y Quiroga con Lagos; Morales con Bachelet y Piñera– propició mejores condiciones para un diálogo abierto y sin exclusiones. Pero la mala –Mesa contra Lagos, Morales contra Piñera–, jugó en contra y cerró los caminos. Este estilo temperamental ha sido, en última instancia, más favorable a los se había formado y estructurado desde el año 1979”, advierte Aliaga. intereses chilenos que a los bolivianos, porque las rupturas determinadas por repentinos giros –como el de Evo Morales en marzo de 2011–, permitieron a Santiago encontrar el mejor pretexto para volver a fojas cero y alejar eventuales acuerdos. En esas condiciones llega Bolivia a la oea. Y ahora qué… No es mucho lo que se puede esperar de la Asamblea de la oea en Cochabamba, por al menos dos razones: porque Bolivia insiste en la vía del juicio internacional, que Chile rechaza de plano y porque Perú –actor determinante en la búsqueda de una solución trilateral a la demanda marítima boliviana– mantiene un litigio pendiente con Chile en La Haya, que no se resolverá antes de la reunión de Cochabamba, Y no sólo eso, sino también que “no se está tomando en cuenta el escaso alcance de nuestra diplomacia, tan mermada ahora, que se limita a unos cuantos funcionarios. No se ha hecho nada que pueda servir para contrarrestar la organización de la diplomacia chilena, que tiene más posibilidades de gestionar apoyos y neutralizar la acción boliviana. Lamentablemente de nada sirvió la experiencia de ese tejido diplomático que Tareas urgentes La cita de Cochabamba podría representar una buena oportunidad para Bolivia, siempre y cuando “reestructure y redefina su política exterior con relación a Chile y Perú, mostrando un cambio de patrones y percepciones que le permitan construir o modelar una propuesta para la solución de su enclaustramiento marítimo, pero para ello hay que construir la gestión de política exterior y dejar de navegar a la deriva, sin continuidad y sin cambio”, señala Aliaga. El analista internacional opi­na que Perú puede contribuir a mejorar la relación trilateral, “siempre que las partes estuvieran dispuestas a construir una relación de beneficios compartidos para todos en lugar de la excluyente que genera beneficios a cada vector. Este es el nuevo punto de inflexión que los tres países tendrán la posibilidad de sopesar y poner en práctica en Cochabamba”, dice. El encuentro puede servir para superar la crisis vigente en la relación con Chile o acentuarla y llevar el tema marítimo a un verdadero callejón sin salida diplomático “Si entendemos que los tres países tenemos un destino común por la geografía y nuestra simple vecindad, veremos que Cochabamba nos permite una oportunidad de vernos y darnos la mano. Dejar los candados, cadenas, imposiciones, insultos y agravios hirientes que ha sido la actitud diplomática y política de estos últimos años en nuestra particular relación de desconfianzas y recelos”, sostiene el ex Cónsul General de Bolivia en Argentina. Bolivia, Chile y Perú están en una encrucijada. Pueden escoger el camino de la inercia o el de la cooperación. Si eligen el primero, lo más probable es que lo que viene sea todavía más difícil, mientras que si optan por el segundo, sólo pagarán un precio: “el de enfrentar y resolver los problemas del pasado de una vez por todas”, concluye Aliaga. Se trata, en suma, de recuperar el tiempo perdido. * Periodista. 8/ contrapuntos 2da. quincena de febrero 2012 La nación boliviana debe poder expresarse en el censo venidero Gonzalo Rojas Ortuste* No se trata sólo de agregar, sino de hacer patente en el cuerpo social y en sus eventuales planificadores la complejidad del asunto que nos induzca –de nuevo socialmente– a pensar la interculturalidad como encuentro enriquecedor y no de confrontación. D e nuevo, el listado de opciones de autoidentificación de la boleta propuesta para el Censo nacional que debe llevarse adelante este año ha desatado una polémica, en la que la mayoría de las posiciones reinvindican incluir la opción “mestizo” en tal listado. Vamos a argumentar aquí algo inclusivo para quienes de otro modo sólo tienen una opción negativa (“no pertenece”, los que en el censo anterior fuimos “ninguno”), que creemos presenta ventajas a la demandada por la mayoría de colegas. Digamos de inicio que las identidades sociales e individuales son varias, dependen de las circunstancias, de tipo histórico, social y geográfico; o como dicen los discursos postmodernos “contingentes y contextuales”. En una sociedad democrática esta variedad debe poder expresarse; a contramano, los regímenes autoritarios prefieren una dimensión identitaria (para cooptarla o controlarla) y cuando tiene connotaciones religiosas (de credo), éstas se hacen integristas, fundamentalistas. Una identidad importante en el mundo contemporáneo tiene que ver con la de la ciudadanía en el Estado-nación, la nacionalidad. Esto está vigente todavía, aun hoy en tiempos de “glocalización” (globalización + localismo). Un texto clásico del tema, el de B. Anderson (1993), Comunidades imaginadas, enfatiza el rol –precisamente– de los censos, mapas e himnos nacionales en la creación desde el Estado del sentido moderno de nación. Se trata de que los miembros formales de esos Estados, creados a inicios del siglo xix para nuestro continente, se sientan parte de esa inmensa “comunidad”, a la vez limitada. En Europa fue desde mediados del siglo xvii, con la paz de Westfalia que se dio inicio al nacimiento del moderno Estado-nación, justo homogenizando territorios con soberanos de explícito credo religioso. Llevó tres siglos su configuración a escala mundial con ese formato (final de la segunda guerra mundial), por lo que debemos ser conscientes de que una construcción de tal magnitud no desaparece de un día a otro y basta ver los avances y retrocesos en la integración política continental en la Europa contemporánea. Esta dimensión afectiva y volitiva del censo, claramente está manifestada en esta pregunta de autoidentificación, pero referida exclusivamente a las “naciones” indígena-originarias campesinas y afrobolivianas. En esta versión ya no son las 36 que se enlistan como lengua en la Constitución, sino ¡56!1. El censo de 1992, como el de 1976 casi invisibilizaban las diferencias culturales (sólo registraban lengua materna), ahora vamos al extremo de aumentar crecientemente estas adscripciones, como si de tribalizar el país se tratara. Tratemos de equilibrar la cuestión. Es legítimo que las identidades étnicoculturales se expresen; de hecho, gran parte de la novedad del régimen actual se basa en esa legitimidad. Pero es también necesario que se exprese la nación boliviana, no como categoría residual, sino como una positiva, con los afectos y voluntad que implica “ser en el mundo” como escribe nuestro Zavaleta en su postrer Lo nacional popular en Bolivia hace un cuarto de siglo: “…una racionalización totalmente válida porque, al menos en el mundo que vivimos, es mejor ser una nación que el no serlo y la 1 En un taller para discutir estos temas organizado por el Instituto Prisma y la uagrm en Santa Cruz (3-II-12), un funcionario del ine respondió que se incluyó 4 tipos de mojeño (ignaciano, javeriano, loretano y trinitario) por solicitud mediante carta de las organizaciones de ese pueblo. Está claro que ese no puede ser el criterio de inclusión de más pueblos. forma de ser en la época es serlo en la forma de naciones” (p. 181). Se lo debemos a nuestros héroes republicanos, los del Chaco para mayor familiaridad (la masa de nuestros invisibles muertos, diría E. Canetti). Congruente con el Art. 3 de la cpe actual, donde la nación boliviana aparece como la nación de naciones, ésta debe poder manifestarse de manera que la inmensa mayoría tendrá al menos una identidad positiva, y de manera no excluyente dos o tres. A las tendencias centrípetas de localización (donde hay que incluir el clivaje regional), acompañamos una fuerza de tipo centrípeto. Y verdaderamente necesitamos ese vector en los afectos y voluntades: La auditoría de la democracia Informe Bolivia 2004, que el proyecto lapop dirigido por M. Seligson, D. Moreno y V. Schuarz (2005: p. 39) nos coloca en último lugar (con 85%) en orgullo de nacionalidad (estatal) entre 10 países latinoamericanos y ocho de ellos están con 92% o más. Y esto es antes de que seamos Estado plurinacional con autonomías Unas palabras sobre la opción “mestizo”. Como identidad sinónima del proyecto de Estado homogéneo ya cumplió su ciclo político. Todos los Estados, incluido el mexicano –donde tal proyecto fue explícito desde José Vasconcelos con la “raza cósmica” y en su momento exitoso–, son parte ahora del constitucionalismo latinoamericano que reconoce –con grados de intensidad distinto– las diferencias étnico-culturales. Por las mismas encuestas de lapop –y otras con esos dos tipos de preguntas– sabemos que los “ninguno” se sienten mestizos, pero también una buena parte de los que se sienten además identificados con algún pueblo indígena. Con la categoría “boliviano/a” esa al menos doble identidad crecerá significativamente evitando que la diversidad sea dispersión.­ No se trata sólo de agregar, sino de hacer patente en el cuerpo social y en sus eventuales planificadores la complejidad del asunto que nos induzca –de nuevo socialmente– a pensar la interculturalidad como encuentro enriquecedor y no de confrontación; o al menos no únicamente de ello, que en eso ya tenemos una larga tradición con notorios claroscuros. Soy consciente de que “boliviano/a” no es una categoría étnico-cultural, sino política. Precisamente por ello insisto en incluirla. Es la categoría más incluyente posible en un censo nacional, además está vigente en el mundo y lo estará por un tiempo que los nacidos en el siglo xx la seguiremos viendo por el resto de nuestros días y es posible que nuestro compatriotas del xxi también. * Es politólogo, docente e investigador del cides-umsa. 2da. quincena de febrero 2012 /9 contrapuntos El mestizo, ese sujeto pragmático y utilitarista Cecilia Salazar de la Torre* El nacionalismo encuentra a su sujeto carnal: el mestizo, que hoy, racionalmente, ha eligido su indianidad y su diferencia para introducirse en el Estado, ya sea por motivos utilitarios o ya sea por motivos ético-morales. E n Bolivia, el soporte político que trajo la revolución de 1952 se basó en la incorporación ciudadana de sectores campesinoindígenas, sometidos hasta entonces a relaciones de sujeción estamental, heredadas de la tradición feudal en la región. Este hecho supuso que el destino del país quedara condicionado, a partir de ese momento, a la amplia mayoría cuantitativa que ha representado este grupo social hasta fines del siglo xx. El otro soporte de la expansión política del país fue el mercado interno, objetivo al que se orientó la liberación de la mano de obra campesino-indígena pero, además, el acceso de ésta a la propiedad de la tierra. Dicho esto, el sujeto emergente se configuró sobre la base de la “diarquía lógica” entre propiedad y libertad, es decir, en función de los resortes históricos sobre los que se constituye el individualismo moderno y la democracia liberal. A partir de ellos, el campesinado-indígena se apropió de sí mismo, iniciando el camino de la movilidad social, en base a una de las conquistas que le es inherente a este proceso: la capacidad de elegir, en base a consideraciones pragmáticas, preñadas, sin embargo, de factores subjetivos. Para decirlo desde la sociología clásica, hacia objetivos motivados por el interés de la utilidad individual y hacia objetivos motivador por los valores de la colectividad. Sin embargo, si este fue el puntal sobre el que se erigió la modernidad política en el país, el otro fue la imposibilidad de que se desarrollaran bases materiales que fueran consecuentes con las expectativas de integración social, económica y cultural, surgidas al calor de los sentimientos de igualdad jurídica y política entre los sujetos. En este sentido, la ampliación de la ciudadanía en el país hubo de confrontarse con una estructura económica que no ha sido capaz de producir ni distribuir en la escala que demanda una sociedad compuesta por sujetos que se consideran iguales entre sí. Eso explicaría que el campesinadoindígena haya sido proclive, en unos momentos, a ofrecer su lealtad hacia gobiernos autoritarios y, en otros, hacia gobiernos democráticos, ambos legitimados por mediaciones políticas surgidas de la precariedad institucional que Bolivia arrastra desde su constitución. La fase nacional populista da cuenta de lo primero, en buena cuenta, porque esta se ha definido por su capacidad para encauzar las demandas de la integración social por vía de procesos de democratización política extendida en los que, por eso mismo, los vínculos informales sustituyen a las mediaciones institucionales. A partir de ello, surgen mecanismos redistributivos de orden corporativo, en un contexto en el que las multitudes emergen con la autoridad de su mayoría, apelando a los recursos simbólicos de su pertenencia nacional. es decir, en el hecho histórico de que el mundo campesino-indígena ha dejado de tener influencia cuantitativa sobre el destino de la nación. A esta transformación le es inherente, en cambio, la presencia masiva de aquél sujeto que, dotado de los valores de la propiedad y la libertad, hace suyos los recursos que mejor le conviene para posicionar su lugar en el mundo. La transición rural-urbana está dotada de una serie de simbologías al respecto, todas las cuales retratan la decisión de estos grupos por despojarse­ de sus Sin embargo, eso también explicaría la adhesión a las prácticas formales de la democracia por parte del campesinado-indígena, paradójicamente, cuando se impone la necesidad de que la integración se materialice económicamente. En este caso, sin embargo, la disyuntiva pasa por formalizar la política, acotar la participación y sobre esa base hacer consideraciones redistributivas que, sin embargo, tampoco se han dado en la medida de las expectativas de la población, entre otras cosas porque un componente que le es inherente a esta fase está ubicado en la liberalización del mercado, es decir, en el supuesto de que éste es un redistribuidor de riqueza, espontáneo y por eso justo. Ahora bien, puestos esos elementos sobre la mesa, los efectos sociológicos de la revolución de 1952 siguen siendo el trasfondo sobre el que se yergue la realidad en Bolivia. Actualmente, aquellos han derivado en una cada vez más creciente presencia urbana en el país, particularidades­identitarias y subsumirlas en otras más generales, en nuestro caso a observarse en la noción de la bolivianidad, es decir, del mestizaje como síntesis de aquellas elecciones, conscientes y pragmáticas, pero también atribuidas de valores colectivos. Sobre esa base, el sujeto emergente se constituye a sí mismo, sin que medie otro interés que no fuera el de su integración social, cultural y política. Es, en el sentido extenso del término, un elector por excelencia, localizado, sin embargo, en un contexto en el que las disputas por los bienes, escasos y mal distribuidos, toman formas cruentas y pasan por la naturalización del otro, es decir, por el despojo de su ciudadanía, ya sea como indio, o ya sea como q´ara. Ahora bien, el otro componente histórico de esta configuración tiene que ver con la crisis de la sociedad laboral. Como señalaran varios autores, es a partir de ello que la emulación de la diversidad cultural encontró un nicho favorable para sus enunciados, cuando los sujetos debieron confrontarse con un escenario de incertidumbre global, en el que dejó de garantizarse la reproducción por vía de la relación tradicional entre capital y trabajo, surgiendo otras formas de adhesión colectiva que se encuentran en los vínculos primordiales de la pertenencia étnica, aquella que garantiza una especie de inamovilidad identitaria y que, por eso mismo, puede teñirse de atributos esencialistas y a-históricos. En ese escenario, el movimiento pendular que le es inherente a la vida política en Bolivia también transitó, en los últimos cincuenta años, de una configuración ba­sada en las invocaciones por la unificación estatal-nacional, hacia otras cuyo sustento está afincado en la emulación de la diversidad cultural. Ese es el sustento político ideológico de los nuevos gobiernos populistas, como el del mas, al los que les pesa estructuralmente la disyuntiva de alentar el nacionalismo o el etnonacionalismo. Tanto como ello, son gobiernos a los que les pesa, además, el desencuentro entre procesos sociológicos y procesos políticos. Los procesos sociológicos han devenido en la constitución de nuevas mayorías mestizas que, viniendo del mundo campesino-indígena, son fruto también de la segmentación comunitaria y, por ende, de la desigualdad que ésta produce. Al aflorar en su escalón más alto, surgen grupos proto-burgueses que sociológicamente son completamente diferentes a los que dejaron atrás, atados a la vida agrícola o a su interacción con la naturaleza. Por su parte, los procesos políticos encuentran a estos grupos emergentes con la disponibilidad necesaria para tomar el poder, encontrando en ellos factores de legitimación nacionalista, según los cuales tienen más derecho que los otros para gobernar el país, porque, aunque sean urbanos, tienen algún vínculo con el mundo rural o lo reinventan. En esta convergencia, el nacionalismo encuentra a su sujeto carnal: el mestizo, que hoy, racionalmente, ha eligido su indianidad y su diferencia para introducirse en el Estado, ya sea por motivos utilitarios o ya sea por motivos éticomorales. Como sucedió en 1952 con otros mestizos, los más, ajenos a la realidad de los que, en el proceso revolucionario, se quedaron abajo. * Socióloga, cides-umsa 10 / debate 2da. quincena de febrero 2012 La consulta póstuma y el secreto del TIPNIS Roger Cortéz Hurtado* La obstinación por romper el bosque –sin apoyo de ningún tipo de estudio social, económico, financiero, geológico o ambiental que lo respalde– proviene del inmenso apetito de beneficiarse de la especulación de tierras para extender la frontera agrícola y ganadera. L os pensadores gubernamentales se han tomado casi un año en articular lo que intenta ser una versión completa que sirva de banco argumental para responder a los continuos cuestionamientos sobre la política oficial respecto a los pueblos indígenas de tierras bajas, a la preservación del medio ambiente y al tipnis y a los aspectos que comprometen esos temas. Su tardanza no se debe a holgazanería, desidia o descuido, porque quienes han armado la “gran respuesta” –incluyendo el enredo de la intangibilidad y de la consulta póstuma, las justificaciones de la represión de Yucumo, las historias sobre los siete diseños alternativos, etc.– han sido actores protagónicos de los enfrentamientos y han experimentado más que otros la necesidad de terminar con las lagunas, omisiones, contradicciones y absurdos sentidos que han caracterizado las explicaciones estatales sobre la carretera rompe tipnis, como la principal y más estratégica de todas las obras camineras (y tal vez también no camineras) del Estado plurinacional. La síntesis de tan prolongados esfuerzos es decepcionante en términos conceptuales y prácticos, como permite ver el análisis de la entrevista concedida al periodista Luis Hernández1 por el Vicepresidente, quien desarrolla sus explicaciones sobre el tema, dentro de una contextualización referida a las reformas económicas, sociales y políticas y al proceso. Se reitera allá que las tres razones principales para tratar de imponer, a cualquier costo y pese a quien pese, la construcción de una carretera que atraviese, rompa y a la larga liquide el Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro-Sécure serían: 1) geopolítica “Una carretera que vincule directamente la Amazonia con los valles y el altiplano reconfiguraría radicalmente la estructura de poder económico regional, derrumbando la base material final de los separatistas y dando lugar a un nuevo eje geoeconómico al Estado”, 2) económica, “vincular por primera vez la Amazonia, con los valles y altiplano” y 3) social, “para garantizar a la población indígena del parque el acceso a los derechos y garantías constitucionales: agua potable para que los niños no se mueran de infecciones estomacales”.2 En la entrevista lo social aparece como primer argumento, pero los hechos alteran esa jerarquía porque ciertamente ni este, ni otro gobierno pueden invertir 40 a 50 mil dólares por habitante para disminuir el precio de la sal que consume una determinada población; en todo caso lo que se conoce del diseño gubernamental del camino no atraviesa las zonas donde está la mayor cantidad de pobladores del Parque. Las dos otras justificaciones podrían ayudar a respaldar la noción de la importancia de construir una carretera entre el Beni y Cochabamba, pero son completamente inútiles para demostrar que se debe liquidar el núcleo del bosque3, cosa que podría intentar conectarse con la anterior, si se dijese que ese es el costo que tendríamos que pagar por la ruta más corta y “más barata”. 1 2 3 Ver http://www.vicepresidencia.gob.bo/Entrevista-de-La-Jornada-de-Mexico Textual, ídem. “Una proyección, realizada con base en una veintena de indicadores biofísicos y socioeconómicos, muestra que en 18 años podría ser deforestado el 64,5% de la cobertura vegetal del tipnis, lo que implica 610.848 hectáreas”. Ver http://www.pieb. com.bo/sipieb_nota.php?idn=5541 Pero si los voceros oficiales no sacan a relucir esos últimos temas es debido a que conducirían a considerar otros aspectos, ahora escondidos por su enfoque y retórica, que al considerarse permitirían ver que los intereses del conjunto del pueblo boliviano, desde lo económico, social, ambiental y cultural imponen que la carretera no rompa el bosque y, además, conducirían a probar que necesitamos definir y poner en marcha una profunda transformación productiva, imponer la vigencia de la Constitución y las leyes y garantizar el cumplimiento de las medidas de protección del tipnis,­ de los territorios indígenas y de todas nuestras otras áreas de reserva natural. Geopolítica de ocasión El principal argumento –geopolítico– resulta, planteado como está, esencialmente falso como se puede ver gráficamente en el mapa: Red caminera (parcial) de Bolivia Fuente: CAF (modificado por el autor) El mapa del que se han quitado otras rutas para mostrar lo esencial del problema, enseña que el tramo que quiere construirse (en azul, atravesando el círculo central) conectaría el eje transoceánico Puerto SuárezTambo Quemado con un ramal secundario del otro corredor transoceánico Guayaramerín-Tambo Que* Analista político. mado. Ese corredor, completamente postergado en su ampliación y mantenimiento es el que actualmente conecta nuestras regiones amazónicas con el Altiplano y otras regiones (por lo que es falso aquello de que el camino por el tipnis vincularía “por primera vez la Amazonia” con las otras regiones). Una mínima congruencia “geopolítica” tendría que expresarse en destinar los 400 millones de dólares que se han comprometido para romper el bosque, en hacer del tramo Santa Bárbara-Riberalta una carretera consolidada, pavimentada en todos sus tramos, incluyendo el ramal que conecta Yucumo-San Borja-San Ignacio-Trinidad. La conexión entre Beni y Cochabamba, debe realizarse por medio de una ruta externa al tipnis y lo que es más importante, esa carretera debe ser parte de una gran inversión que apuntale un salto productivo del Beni y de infraestructura productiva en Cochabamba y otros departamentos4, para que puedan atender los flujos de producción originados en el Beni. Fuera de un plan de esas características, la ruta que intenta imponer el Gobierno no modificará la realidad económica, ni del Beni ni de Cochabamba y no pasará de ser una vía para la depredación y la economía ilegal. Nadie “destronará” a esa oligarquía, a la cual el Gobierno se aproxima económicamente cada día más, ni en esa ni en ninguna otra región, si no se encara el cambio del patrón de acumulación vigente, uniendo y movilizando a los productores del país y haciendo que el Estado cumpla sus obligaciones de impulsar y respaldar el cambio de matriz productiva. A la caza de la renta de la tierra Si el gobierno ha pasado de ser bloqueador de la consulta “previa, obligatoria, informada, de buena fe, libre y en consenso” a propagandista de una consulta forzada, tramposa y maliciosa que, al no ser previa se ha convertido en póstuma, porque viene después de la del abandono de todos sus principios y de la muerte de la verdad, la confianza, además de los decesos de marchistas o sus hijos en los últimos meses. Si funcionarios, militantes y activistas oficiales tienen la voz embargada y no atinan a responder a las preguntas más simples cuando se pide que expliquen la obcecación de sus medidas y acciones, esto se debe a que ignoran, o prefieren callar, las verdaderas razones que han hecho que el Estado se enrede en esta guerra. 4 Por ejemplo mataderos y frigoríficos, si se trata de industrializar la carne o de plantas procesadoras para otros productos. La causa más importante es la irrefrenable pulsión de acumular excedente económico y poder político. La obstinación por romper el bosque –sin apoyo de ningún tipo de estudio social, económico, financiero, geológico o ambiental que la respalde– proviene del inmenso apetito de beneficiarse de la especulación de tierras para extender la frontera agrícola y ganadera, sin importar que las tierras del tipnis sean altamente frágiles y sucumban en pocos años si se explotan para esas actividades. La venta y principalmente el alquiler de tierras es un negocio floreciente en Santa Cruz, en parte del Beni y está beneficiando a nuevos grupos de especuladores que a través de conexiones con el poder político aspiran a incrementar ganancias que han empezado a percibir en los últimos años. Los altos precios de granos como la soya han extendido esta corriente a través de todo el continente y países con superficies tan extensas como el Brasil y la Argentina no se dan abasto para atender esta verdadera fiebre por tierras. Los nuevos especuladores en Bolivia han invertido una fracción de sus capitales, provenientes del comercio formal, informal y también ilícito, en la adquisición de tierras y se están empleando a fondo para que el aparato estatal satisfaga sus presiones para acceder a esa fuente de instantánea y masiva acumulación que es la renta de la tierra, con el aliciente adicional que representa el saqueo de la fauna y los recursos del bosque sacrificado. Las redes que viabilizan estos intereses son muy poderosas y discretas, y su fortalecimiento armoniza perfectamente con los hábitos y conductas de una administración y un partido que hacen del acatamiento a los jefes la línea que prevalece en sus estructuras y prácticas. Una concluyente demostración de la perversa manera en que operan estos mecanismos es la versión, brindada por el máximo ejecutivo de la Administradora de Carreteras (abc), el ex ministro de Obras y varios otros voceros y jerarcas respecto a que existirían “siete alternativas de diseño”, complementada con una verdad muy mal utilizada de que “no existe diseño final” para el tramo ii (Villa Tunari-San Ignacio). Tantas patrañas que se revelan obscenamente como tales, cuando el jefe de jefes sentencia que “no existe alternativa que no pase por el centro de la selva”. Ninguno de quienes lo rodean, arropan y dependen de él se anima a preguntarle ¿Cómo sabe eso? ¿Cómo se atreve a decir algo que carece de cualquier otro respaldo que no provenga de la obsecuencia? Muchos de los críticos al proyecto rompe bosque enfatizan que el ensanchamiento de la superficie de cocales sería la primera razón de la obstinación oficial, pero esa interpretación omite considerar que no se necesitan centenares de miles de hectáreas para este negocio que depende de un cierto equilibrio de la oferta5, sin el que el precio se derrumbaría; además, en muchos casos, la ausencia de caminos protege los cultivos ilegales antes que estimularlos. La insistencia en ese enfoque lleva a satanizar a unos actores sociales y a enturbiar la búsqueda de factores y fuerzas reales.6 5 6 El deseo de censurar al gobierno lleva con excesiva frecuencia a olvidar que pese a todo nuestro país es el más exitoso en haber logrado una reducción de superficie (unas 32.000 has., muy lejos de Colombia y Perú). Ocurre lo mismo cuando se explica el crecimiento de la economía del país por el “narcotráfico”, cerrando los ojos al salto que han experimentado las ventas de exportables tradicionales por incremento de sus precios, ya que no por aumento de la producción que va más bien en reversa. No es menos riesgoso que favorecer el enfrentamiento entre sectores populares, siguiendo la tónica gubernamental, buscar los argumentos más cómodos para enfrentar la discusión, tal como hace el Vicepresidente cuando afirma que la defensa de los derechos indígenas, del equilibrio ambiental y la resistencia a dejarse arrastrar por las peores versiones del desarrollismo / 11 debate 2da. quincena de febrero 2012 ioc: trípode de la confusión Si en lo económico los presuntos negociados en torno a un contrato aprobado de la manera más opaca y secretista, o la expansión de cocales, son factores que no deben omitirse, no parecen ser más significativos que la búsqueda de réditos especulativos con tierra para agricultura y ganadería. En el plano político, la obsesión presidencial con la carretera que liquidará al tipnis en menos de dos décadas parece más relacionada con la necesidad de compensar el persistente incumplimiento de compromisos con los cocaleros, en temas cruciales como los estudios científicos para despenalizar e industrializar la coca, que con la “subordinación a transnacionales o imperios”, como pretenden algunas críticas. Desde el gobierno se pretende conseguir el olvido de esa y otras defecciones, creando la ilusión de haber extendido la “soberanía chapareña” a un millón adicional de hectáreas, buenas para realizar todo tipo de negocios y para garantizar la lealtad de las organizaciones sociales más leales con las que cuenta, ya que ello favorece que otras como las de colonizadores y campesinos se mantengan igualmente próximas. Ese designio político enlaza con las prácticas de culto a la personalidad (con subordinación y constancia) que caracterizan al régimen y con la necesidad de someter a todas las organizaciones y movimientos rebeldes, además de abrir espacio a un ya anunciado proyecto para recortar o desmantelar los territorios indígenas. Es aquí donde radica una de las fuentes más oscuras y complicadas de las pugnas por el tipnis. Las tensiones que se han dado entre las organizaciones indígenas (cidob y conamaq) y las campesinas prueban que el intento de confundir y mezclar forzadamente identidades, culturas y tradiciones como se pretende hacer con la introducción de la tríada Indígena-Originario-Campesino (ioc) tiene consecuencias, cada vez más deleznables y riesgosas. Me he ocupado antes de estos problemas7 y en uno de ellos he planteado que: “Lo ioc intenta fusionar lo clasista y lo étnico (sin reparar en que) lo indígena y lo campesino, aluden a conglomerados con intereses y prácticas propias y diferenciadas. En nuestra realidad concreta es posible establecer particularidades económicas que distinguen a cada una de estas categorías en cuatro aspectos centrales: a) el tipo de propiedad predominante entre cada una de ellas, b) su relación con el mercado del trabajo, c) la división técnica del trabajo y d) su vinculación con corrientes migratorias y de urbanización. Los campesinos son propietarios individuales de parcelas dedicadas principalmente a la agricultura o ganadería, compra-vendedores de fuerza de trabajo, que residen una parte del año en áreas urbanas, que combinan sus actividades agropecuarias con otras (comercio, transporte las más frecuentes, pero no las únicas) y que tienen origen indígena. Los hoy llamados indígenas, residen en tco, reconocidas o no legalmente como tales; tienen una vinculación esporádica con el salario (casi siempre como vendedores de fuerza de trabajo) lo mismo que con actividades económicas ajenas a las que practican en su comunidad. En términos demográficos los indígenas representan una minoría neta del total de la población “campesina” y su peso económico es indetectable en la actual composición del pib. En contrapartida, en sus 7 serían simplemente una excusa “para reservar el agua y otros recursos de la selva para el imperialismo”. Los supuestos de los que parten esas afirmaciones exhiben un desconocimiento –o una fingida ignorancia– sobre la crisis ambiental, el creciente valor de los bosques, enmascarado todo ello con presuntuosas y falsas disquisiciones sobre el valor de uso y el de cambio. “Autonomías indígenas y Estado plurinacional”. Ficha constitucional 30. Prisma, diciembre de 2010. territorios se encuentra la práctica totalidad de reservas hidrocarburíferas nacionales, probadas y probables, yacimientos minerales, acuíferos y gran parte de las reservas de bio diversidad. Para comprender a los campesinos, clase social cuya existencia se remonta a la Revolución Nacional de 1952, debe tomarse en cuenta que la pequeña producción agropecuaria ha seguido una trayectoria que la conduce del mercantilismo al capitalismo, cuando exitosa, o a la migración urbana que a la postre tiene un resultado similar en la mayoría de los casos. El proyecto político que ha ido decantando el mas se basa en ignorar y negar las trayectorias divergentes de campesinos e indígenas, caracterizándolas ahora como “tensiones creativas”. Se plantea aquí como hipótesis que ese ocultamiento de las contradicciones favorece a las fracciones campesinas más competitivas desde el punto de vista capitalista”. ix marcha y III movilización social Algunas personas e instituciones han empezado a manifestar que ante la decisión de llevar adelante una consulta (póstuma) no cabe más que aceptarlo; equivale a decir “hay que resignar derechos, libertades y garantías, en beneficio de la imposición”. No puede existir la consulta a la que se refiere la Constitución habiéndose negado todas las condiciones para ejercerla. Ni siquiera puede considerarse la posibilidad de llevarla a cabo sin la inmediata y efectiva resolución del contrato con oas y la investigación inmediata exhaustiva e imparcial de los crímenes cometidos en la represión contra los marchistas en Chaparina y el procesamiento y sanción de los culpables. Quien no lo reconozca, contribuirá a que se imponga la arbitrariedad y a que prospere un clima de violencia e intolerancia. Ha empezado la preparación de la ix marcha como parte de una gran movilización social, como las que enfrentaron el gasolinazo en 2010 y el intento de materializar el contrato con oas a través del tipnis. Sus objetivos abarcan la defensa de la Constitución, en todo lo relacionado a los nuevos derechos sociales, a salvaguardar el equilibrio ambiental, a llevar adelante una transformación productiva y a recuperar un camino de transformaciones, enajenado hoy por nuevos y miopes grupos dominantes. 12 / aldea global 2da. quincena de febrero 2012 2012. Tendencias económicas y políticas Gustavo Fernández Saavedra* El centro de gravedad del sistema económico global empezó a moverse inexorablemente del Atlántico al Pacífico. Ese es el dato. Algunos dicen que concluirá a fines de este siglo con el núcleo firmemente establecido en el Asia, en China. A las mutaciones que desencadenaron el doble im­pac­to del ascenso pacífico de China y la crisis de Estados Unidos y Occidente quiero referirme en esta nota: de un lado, las re­formas que puso en marcha Deng Xiao Ping, que produjeron ese curioso híbrido de un sistema económico de mercado y un régimen político de partido único, que bautizó como socialismo de mercado, por una parte y, del otro, los atentados del 11 de septiembre de 2001, la costosa e interminable aventura de la invasión de Iraq y Afganistán y el crash económico y financiero de 2008. La tormenta política de Occidente Las consecuencias financieras y económicas que acompañan y explican la crisis de Occidente son muy conocidas y han sido explicadas en detalle. Parece pertinente examinar también las secuelas sociales y políticas que dejó a su paso. Veamos. Se suman los datos, uno a uno. El punto de partida es la verificación empírica de que se ensanchó el abismo que separa a los sectores de mayores y menores ingresos, en los países industrializados. La desigualdad en Estados Unidos, para citar un caso, aumentó en lugar de disminuir. Dos datos. En 1974 el 1% de la población de ese país concentraba el 9% del pib, en 2007 el 24%1. El índice Gini pasó de 0.359 en 1972 a 0.440 en 2010. Los números de los países europeos van en la misma dirección. Por cierto, la información que registraron las primeras páginas de los periódicos y las pantallas de televisión, de los premios millonarios que beneficiaban a los ejecutivos de los grandes bancos y de los fondos de inversión, en plena crisis financiera, con fábricas cerradas, desocupados en las calles y miles de propietarios expulsados de sus casas por el vencimiento de sus 1 Foreign Affairs. Enero-febrero 2012. hipotecas, impactaron en el sentimiento colectivo de manera mucho más aguda que la que pueden transmitir los indicadores económicos y convirtieron ese momento en punto de quiebre en la historia política de esos países. Esos eventos provocaron, de un lado, el despertar de una nueva conciencia social y el levantamiento de los que se reconocen como parte del 99% de la población contra los privilegios del 1%. La rebelión tomó las calles en los gravísimos disturbios de Londres; en los campamentos de los indignados de la Plaza del Sol en Madrid; de los Occupy en Wall Street en Nueva York y Washington y en las movilizaciones de Atenas, para citar las más próximas y visibles y gestaron, al mismo tiempo, el retorno de los planteamientos del keynesianismo, de la regulación del sistema financiero y del fortalecimiento del papel del Estado, como mecanismo de control del mercado y de reparación de injusticias sociales, que habían sido estigmatizados en la época del Consenso de Washington. La contrarrevolución no tardó en llegar, con expresiones abiertamente reaccionarias, todavía más radicales que las del periodo neoliberal. El Tea Party, la derrota parlamentaria de Obama, el resurgimiento de los partidos de derecha en Europa, representados en la victoria del PP en España y la derrota humillante del Partido Socialista Obrero Español son ejemplos de esa corriente. Basta seguir el debate de las primarias del Partido Republicano de Estados Unidos para sorprenderse de la magnitud del problema, no sólo por la naturaleza de las banderas que se levantan, largamente desacreditadas y comprobadamente fallidas, sino por la actitud militante y hasta la furia con la que se proponen. En esta visión, el Estado es el problema, no la solución. Nadie debe interferir en el libre juego del mercado. Tiene que reprimirse sin contemplaciones la migración ilegal (la procedente del sur desde luego) que amenaza la autoridad del hombre blanco y la identidad y unidad cultural de Occidente. La sociedad de bienestar –burocrática, costosa, insuficiente, insostenible– es un invento del demonio y del comunismo, que se oculta detrás de la socialdemocracia europea. Y cosas por el estilo. Pese a la distancia que separa esas posiciones, hay un punto en el que coinciden. Ambos proclaman que el sistema político está agotado y que ya no funciona. Rechazan a los partidos, a las máquinas partidarias, a los burócratas, al sistema. En el nombre del cambio progresista o de la reafirmación de los valores tradicionales del pasado político, cuestionan la esencia del régimen democrático que se instaló en los países del centro luego de la Segunda Guerra Mundial. Flota en el ambiente la pregunta de si las instituciones políticas, europeas y norteamericanas, lograrán vencer el desafío que plantea la doble tenaza de la inestabilidad financiera global y del populismo nacionalista. No pueden pasarse por alto las semejanzas de lo que ahora ocurre con los acontecimientos que siguieron a la gran crisis de 1929. Fascismo y comunismo se alimentaron de un caldo de cultivo muy parecido. Por eso, traigo a cuento unas frases de un artículo que escribió en 1931, meses antes de que Hitler llegara al poder, * Ex Ministro de Relaciones Exteriores. un ex ministro de la República de Weimar. Decía “la depresión económica y la radicalización política van de la mano … un hombre desesperado está dispuesto a destruir todo, en la esperanza de que un mundo mejor surgirá de las ruinas”2. El clima político europeo no ha llegado a ese punto, pero la advertencia vale. Cambio del centro de gravedad global Si el capitalismo de Occidente está en crisis, sumido en la duda y la incertidumbre, el capitalismo asiático y de las potencias emergentes está vigoroso, lleno de imaginación y atrevimiento. El centro de gravedad del sistema económico global, empezó a moverse inexorablemente del Atlántico al Pacífico. Ese es el dato. Algunos dicen que concluirá a fines de este siglo con el núcleo firmemente establecido en el Asia, en China. Muchos discuten esa afirmación, pero lo que ya es claro es que (por lo menos en las próximas dos o tres décadas) Estados Unidos y China compartirán la responsabilidad del liderazgo, con la Unión Europea y Japón replegados a un confortable papel de acompañantes sin obligaciones muy exigentes y potencias emergentes como Brasil y la India siguiéndoles el paso de cerca. La magnitud de ese cambio se puede apreciar en los datos que aporta Angus Madison en su obra “Contours of the world economy. 1-2030 ad”. La participación del Asia (incluyendo Japón) en el producto global pasó de 18.6% en 1950 a 40.5% en 2003, superando al de la suma de Europa y Estados Unidos, que redujo su cuota de 53.5% al 39.8%, en el mismo periodo. Desde luego, no se puede esperar que la transformación del sistema que se construyó en siglos, alrededor y en beneficio de las potencias occidentales (a las que se agregó Japón al promediar el siglo xx) se produzca de manera apacible y sin sobresaltos. La incorporación de nuevos protagonistas en el juego de poder, con intereses económicos y geopolíticos en competencia y valores y tradiciones culturales muy diferentes, inevitablemente generará tensiones. La nueva estructura del sistema internacional nace así bajo el signo de la inestabilidad y de la incertidumbre mientras Estados Unidos y China encuentren la forma de administrar sus divergencias. Esa relación, marcada por la interdependencia y la desconfianza, ambivalente y paradójica, puede desembocar ya sea en mecanismos de cooperación o en confrontación abierta. Hay algo más que decir en este punto. Las materias primas y la “gran convergencia” En la lógica que prevaleció en el siglo pasado, la crisis de los países en desarrollo, luego del crash del 2008, debió haber sido mucho más penosa que la del centro. No ha sido así, hasta ahora, por lo menos para los países asiáticos, Sudamérica y África. Por el contrario, la tendencia registra la reducción de la brecha norte-sur, entre países ricos y naciones en desarrollo. La construcción teórica de la derecha conservadora en Estados Unidos, Europa y Japón y de la izquierda contestataria en el resto del mundo, descansaba en la pre2 Erich Koch-Weser. Ibíd. misa de que la concentración de la riqueza y el poder en los países del centro debía crecer de manera constante y que el sistema internacional estaba diseñado para concretar ese propósito. Para unos era una excelente noticia, para otros la justificación de su lucha revolucionaria. El razonamiento tenía una sólida base teórica y práctica. El ritmo alto de crecimiento del producto en los países en desarrollo no alcanzaba para marcar ninguna diferencia significativa. La revolución tecnológica, en la década de los noventa, que redujo la participación de las materias primas y la mano de obra en el precio final de los bienes, agravó el problema y tornó aparentemente inalcanzable la posibilidad de romper la barrera del atraso, de la pobreza y de la desigualdad en los países en desarrollo. La expansión de la economía china, primero, y de las otras potencias emergentes, después, modificó las condiciones en las que se fundaba el planteamiento y modificó su esencia. Produjo un cambio cualitativo. Una alteración sustantiva de tendencia. La incorporación al mercado de centenares de millones de personas transformó el tamaño y la naturaleza de la economía mundial (Enrique Iglesias suele decir que fue el equivalente a la construcción del segundo piso en una casa) y desencadenó la explosión de la demanda de productos básicos –de América del Sur, en buena medida– y de mano de obra, en China y los países asiáticos. La mejor disciplina fiscal de los países sudamericanos ayudó por cierto, pero sólo en parte. La mejora sustantiva de los términos del intercambio en el mercado de materias primas, revirtió la tendencia a la baja que duró más de un siglo. Según el índice que lleva The Economist, en el espacio de sólo una década, entre 2002 y 2010, se recobró gran parte del terreno perdido entre 1845 y 2002, durante el cual los precios de las materias primas industriales cayeron en un 80%, en términos reales. Los recientes incrementos de precios han sido de base demasiado amplia y de duración demasiado prolongada para explicarse sólo por heladas o malas cosechas. En su Informe sobre la economía mundial, The Economist, tiene una explicación mas directa. “El alza en los precios de los commodities es simplemente el resultado de una demanda explosiva y de una oferta lenta y floja. El lado de la demanda ha sido impulsado por un desarrollo industrial sin precedentes en su tamaño, velocidad y amplitud, liderada pero no confinada a China. El crecimiento de las economías emergentes es tanto rápido como intensivo en recursos”. 3 Recuerda que la disparidad entre demanda y oferta es un antiguo problema de los mercados de commodities y que toma años encontrar y desarrollar nuevos yacimientos y reservas de petróleo y minerales y otros tantos construir la infraestructura (pozos, ductos, ferrocarriles, puertos) para llevar las materias primas al mercado. Está claro para todos que los precios de las materias no podrán mantener el ritmo de crecimiento excepcional de la última década. Tendrán que desacelerarse. Pero en ningún caso se desplomarán a los niveles de 2002. Lo más probable es que continúe el desequilibrio y se mantenga la presión sobre los mercados de productos básicos, eventualmente con menor intensidad que la actual, mientras continúe creciendo la población urbana de las potencias emergentes y se encuentren y desarrollen nuevas fuentes de producción. China y el resto del Asia deberán importar materias primas que su territorio no produce ni puede producir, aún en el caso de que su tasa de crecimiento disminuya del 10% en los últimos 30 años, a niveles mas “normales”, de 7-8% en la próxima década y aunque tengan que cambiar el eje 3 The Economist. Informe sobre la economía mundial. Septiembre 2011. / 13 aldea global 2da. quincena de febrero 2012 de su estrategia de desarrollo y descansar en el aprovechamiento de su propio mercado. En otras palabras, apostar al colapso del mercado de materias primas, en el corto plazo, no es una buena idea. El impacto de esos acontecimientos en las naciones emergentes fue enorme. Cambió la tendencia de desarrollo e hizo que la flecha se moviera en dirección diferente. La brecha entre los países desarrollados y los países emergentes comenzó a estrecharse, en vez de seguir ensanchándose, en un proceso que los comentaristas no han dudado en calificar como la “gran convergencia”. Voy a citar algunas cifras para respaldar la afirmación. En su artículo “Esperanza en los países emergentes”, publicado en el Financial Times del 10 de enero de 2012, el columnista Martin Wolf recuerda que la economía china creció cerca del 60% entre 2002 y 2012 (y la del resto del Asia en 50%) mientras que el producto de las naciones ricas creció a un promedio anual del 3%. “Con esas cifras ¿quién puede dudar que el mundo está sufriendo una profunda transformación?”, se pregunta. Entre 2002 y 2005, en un trienio, la pobreza en China (medida como el número de habitantes con menos de dos dólares por día), se redujo de 51.1% al 36.3% de la población total, es decir algo así como 220 millones de personas, mayor al total de la población de Brasil.4 Otros datos confirman esa apreciación. El consumo de productos electrónicos en los países emergentes creció del 37% al 46% entre 2008 y 2011, en tanto que el de los países de la oecd se redujo de 63% a 54%.5 En el segundo cuatrimestre de 2011, las reservas monetarias de los países emergentes sumaban 6.5 trillones de dólares y las de los países ricos 3.2 trillones. Si las proyecciones del fmi son correctas, más de la mitad del producto mundial en 2013, medido en paridad de poder de compra (ppp), se originará en los mercados emergentes.6 En el corto espacio que corrió entre 2002 y 2010, el producto interno bruto de China, que ocupaba el cuarto lugar en el ranking global, superó al de Alemania y Japón y ahora todos esperan que se coloque por encima del de Estados Unidos hasta el 2020, o antes.7 Pero no fue sólo China. Más cerca, en América Latina, en ese mismo periodo, con los mismos datos del Banco Mundial, Brasil superó a Gran Bretaña, se posicionó como la sexta economía mundial y disminuyó la distancia que la separa de Francia, Alemania y Japón. El desafío de la “reprimarización” En el periodo 2003-2010 creció el producto de América del Sur, las exportaciones se duplicaron, la pobreza disminuyó por primera vez y la brecha de desigualdad (la más alta del mundo) comenzó a disminuir. El siguiente cuadro registra esos avances. 4 5 6 7 Banco Mundial. World Development Report 2012. El País, Madrid, 9 de enero, 2012 The Economist. Banco Mundial. World Development Report 2004 y 2012. 2003 2010 PIB (en millones de dólares) 1.445 2.047 Exportaciones (en millones de dólares) 2.141 5.958 Pobreza (en porcentaje de la población total) 44.7% 31.6% Índice de Gini. 0.514 0.502 * * PIB (en valores constantes de 2000), Exportacio­nes, Pobreza, Gini. CEPAL. Anuario Estadístico 2011. Un par de palabras sobre Bolivia. Su posición relativa respecto de sus vecinos de América del Sur se mantuvo sin mayores variaciones, pese a la mejora en valores absolutos. Debajo de todos los otros países de la zona en los indicadores económicos y sociales, está un peldaño por encima de Paraguay en el tamaño del pib y en nivel de pobreza, pero el monto de sus exportaciones es menor que el de ese país y peor su índice Gini. A propósito de este último indicador, tiene que recordarse que, contra la tendencia regional, en Bolivia se degradó de 0.447 en 2003 a 0.573 en 2010, pese a que disminuyó el rango de pobreza de 62.4% a 54.0% del total de la población. La región tiene ante sí, ahora, un desafío enorme. Aunque su dependencia de las exportaciones de materias primas y de manufacturas basadas en recursos naturales se ha reducido –de 86% en 1970 a 52% en 20098– su posición actual es una amenaza a la naturaleza de su desarrollo futuro. Expone al Continente a la volatilidad de los precios de los mercados de commodities y afecta la competitividad de otros sectores de la economía regional. Minería y petróleo no son recursos renovables, no generan empleo, causan daño ambiental y son negocios de capital intensivo. Pero aseguran ingresos que, si se usan bien, pueden financiar los procesos de modernización de la sociedad y la economía regional. La evidencia empírica demuestra que la respuesta al peligro de la reprimarización es el aprovechamiento del mercado regional. Es el segundo destino para las ventas externas de la región, lo cual ya sería de por sí importante, pero muestra otra característica que lo hace insustituible. Los flujos de intercambio dentro de cada esquema de integración registran una proporción de manufacturas (alimentos preparados, bienes para industria química y farmacéutica, plásticos, línea blanca, automotores y textiles) mucho más alta que la dirigida a terceros mercados, en el orden del 82% del total. Las tasas de crecimiento de ese comercio son más elevadas que las de las exportaciones al resto del mundo. Es decir, el mercado principal y más dinámico para las manufacturas sudamericanas es América del Sur. Todavía más claro. El mercado regional es la base de cualquier estrategia de industrialización. Para algunos países con mercados nacionales estrechos es, en realidad, la única opción para dar el salto a una economía de cimiento manufacturero. Hay, además, derivaciones significativas de naturaleza geopolítica que tienen que mencionarse, aunque fuera de manera telegráfica. Hace cinco años escribí que la mejoría de las condiciones económicas aumentaba el margen de autonomía política de América del Sur. Hoy se puede ir más lejos. La región se desacopla de Estados Unidos y del sistema interamericano. Con un dato adicional. La emergencia del claro liderato regional de Brasil que es, en América Latina, el equivalente del ascenso de China, en el plano global. Cambia la historia. Rompe el sistema de equilibrio de poder regional. Se constituye en el referente indispensable de la conducta política y el comportamiento económico de la región. 8 No se compara con Asia que disminuyó esa dependencia de 94% a 30%, en el mismo periodo. 14 / debate 2da. quincena de febrero 2012 A tres años de la Nueva Constitución Política del Estado Juan Antonio Morales* La ncpe, en varios puntos es arcaica, con un retorno al capitalismo de Estado y el énfasis excesivo que le da al rentismo, o puja por las rentas de las riquezas naturales. E l 7 de febrero se han cumplido tres años desde la promulgación de la Nueva Constitución Política del Estado (ncpe). La ncpe prometía la felicidad instantánea a los que votaron por ella. ¿Qué se ha logrado? El crecimiento de la economía boliviana ha seguido siendo tan modesto como en los veinte años precedentes. La principal limitación al crecimiento de los últimos años no parece haber estado en el financiamiento, ya que la bonanza del sector externo ha permitido ingresos adicionales considerables, sino más bien en la inversión y en el bajo crecimiento de la productividad. Las teorías modernas de desarrollo económico insisten en que si no hay mejoras institucionales y reformas de política, la inversión y, más importante, el crecimiento de largo plazo del pib per cápita serán anémicos. Los profesores Perssons, de la Universidad de Estocolmo, Suecia y Tabellini, de la Universidad Bocconi de Italia, insisten con razón en las consecuencias sistemáticas de las reglas constitucionales para las políticas económicas.1 Los temas institucionales y en especial los textos constitucionales importan, mucho más de lo que se supone corrientemente, para delinear las trayectorias de desarrollo económico. Cabe preguntarse acerca de los alcances de la ncpe para nuestro desempeño económico. Los valores, preferencias y creencias personales de los autores de la ncpe han sido un determinante importante para su elaboración aún si los orígenes tienen raíces más profundas que han de encontrarse en los conflictos por la distribución del poder político. La composición social de los constituyentes, que venían en gran medida de los movimientos sociales afines al mas y de las Organizaciones No Gubernamentales anti-globalizadoras, fue importante. Ellos eran muy diferentes de los propietarios rurales y abogados que redactaron las constituciones de la mayoría de los países americanos al fundarse las repúblicas. El punto que hay que subrayar es el que los constituyentes tenían una visión muy diferente de la economía y la sociedad de la de gobiernos anteriores. Para los constituyentes lo importante era una ampliación de la democracia hacia quienes juzgaban que eran desposeídos, poniendo énfasis en la redistribución del ingreso y de la riqueza. La representación de los propietarios y de los intereses empresariales fue, en cambio, muy escasa y poco escuchada. No está en discusión si la manera en que se adoptó la ncpe fue democrática sino más bien si fue 1 Perssson, T., y Tabellini, G. (2005) The Economic Effects of Constitutions. Cambridge, ma: The mit Press. idónea para fijar reglas duraderas y para crear los incentivos correctos para un buen desempeño de la economía. El modelo económico de la ncpe es el de una economía plural constituida por las formas de organización comunitaria, estatal, privada y social cooperativa (ncpe, artículo 306.I). La ncpe insiste en que la economía plural articula las cuatro formas de organización económica. A pesar del discurso oficial y de la poesía dedicada a la economía comunitaria, la forma de organización social predominante en la ncpe es la estatal. La economía estatal, con las ausencias a las que nos referiremos más adelante, tiene, en efecto, prelación. La ncpe, en varios puntos es arcaica, con un retorno al capitalismo de Estado y el énfasis excesivo que le da al rentismo, o puja por las rentas de las riquezas naturales. La propiedad privada en la ncpe El artículo 56 de la ncpe reconoce el derecho a la propiedad privada, pero con limitaciones. No ofrece suficiente protección contra los riesgos de expropiación. En la anterior cpe, la evidencia tenía que ser muy fuerte de que no está cumpliendo una función social para limitar el derecho propietario. Además, como hace notar Ferrufino, las reglas de la ncpe con relación al control de la sociedad civil organizada pueden conducir a una explosión de presiones corporativas.2 Los derechos de propiedad son particularmente vulnerables al activismo corporativo en cuanto pueden ser percibidos como otorgando beneficios que pueden ser redistribuidos. El artículo 22 de la anterior cpe le daba un contenido operativo al derecho fundamental al admitir expropiaciones solamente cuando las propiedades privadas producen externalidades negativas, o cuando no cumplían una función social calificada conforme a ley. El principio que la propiedad privada cumpla una función económica social tiene particular pertinencia para evitar los latifundios improductivos. Es apelando al principio de la función económica social, que ya estaba en las constituciones previas desde la de 1938, que se promulgaron los decretos y leyes que reforman la propiedad agraria. Por último, no basta que el derecho a la propiedad privada esté en la Constitución sino que también se necesita un poder Judicial, suficientemente fuerte y creíble, que lo haga cumplir. ¿Estará el nuevo poder Judicial cumpliendo esas condiciones? 2 Ferrufino, R. (2009). “Análisis crítico de los preceptos económicos establecidos en la Nueva Política Económica del Estado” en I. Velasquez (coordinador) Reflexión Crítica a la Nueva Constitución Política del Estado. La Paz: Konrad Adenauer Stiftung. pp. 517-555. La extensión de la esfera estatal en la NCPE La ncpe tiene un sesgo estatista y colectivista; no parece haber recogido las enseñanzas de la historia. El artículo 316 extiende fuertemente la esfera estatal de la economía. De manera especial, hace hincapié en la dirección y control de los sectores estratégicos de la economía aunque no los define. El incremento de la participación estatal está dando lugar al desalojo del sector privado de actividades en las cuales estaba presente hasta recientemente. Los modelos exitosos de capitalismo de Estado se concentran en unas pocas empresas estratégicas y evitan sobrextenderse hacia pequeñas empresas, en desleal competencia con el sector privado. No sólo que se extiende la intromisión del Estado en la economía, desplazando al sector privado, sino que los artículos 20, 45, y 359 excluyen a las empresas privadas de los sectores de servicios básicos o limitan fuertemente su participación en la explotación de hidrocarburos. Se podría argüir que la protección de los derechos de propiedad es importante para las decisiones de los inversionistas privados pero que pierden relevancia con el cambio de modelo, que le ha dado un lugar más importante a las empresas estatales. La ncpe, a pesar de la importancia que otorga a las empresas estatales y que en muchos casos entra en gran detalle, dice muy poco sobre su gobernanza. Para un desempeño comparable o mejor que el de las empresas privadas se necesita también un marco jurídico adecuado para las empresas estatales, que mitigue las dificultades inherentes a este tipo de entidades. Los problemas de gobierno corporativo son importantes en este sentido y se necesita fijar reglas para que los ejecutivos de las empresas estatales cumplan con los objetivos que les fijan sus dueños, que en última instancia son todos los electores. Para una verificación efectiva y realista del cumplimiento de sus objetivos se debe evitar darles a las empresas públicas multiplicidad de propósitos. Los objetivos dados a las empresas estatales deberían tener rango constitucional. Si bien la ncpe ha sido aprobada y promulgada, es también cierto que ella está lejos de tener una forma definitiva. Ella está todavía en proceso de modelación y habrá que esperar un tiempo antes de sacar conclusiones más definitivas. Sin embargo, queda la duda si la ncpe es mejor que las constituciones que la precedieron.­ * Profesor de Maestrías para el Desarrollo, Universidad Católica Boliviana y ex-presidente del Banco Central de Bolivia. Con detención domiciliaria desde hace cinco meses. 2da. quincena de febrero 2012 debate / 15 Faltar a la verdad Hugo Rodas Morales* “Es opinión muy difundida en algunos ambientes (y esa difusión es, a su vez, un síntoma de la altura política y cultural de tales ambientes) que en el arte de la política es esencial mentir, saber ocultar astutamente las propias opiniones y los verdaderos fines hacia los que se tiende; saber hacer creer lo contrario de lo que realmente se quiere, etc. (En cambio) en la política de masas, decir la verdad es precisamente una necesidad política” (Antonio Gramsci, “Sobre la verdad”, 1998: 100). “ El sentido común es un terrible negrero de los espíritus” añadió Gramsci, en otro de los ensayos que componen su reflexión sobre la reforma moral e intelectual socialista (1998: 28) que requeriría el orden capitalista para que el socialismo, que tiene en el programa liberal su propio programa mínimo, lo supere mediante masas educadas en un sentido civilizador más amplio y mejor. En cambio, nuestros márgenes locales renuevan su indolencia mascullando fingidas críticas al interior de la burocracia estatal (“Por mucho que haya cosas que no están funcionando como deberían, yo sigo creyendo en Evo”, Rafael Puente, en www.revistapueblos.org, 09.02.12). Apenas se disimula el alineamiento con el cinismo de periodistas argentinos evistas, que advertidos de la sostenida masacre del pueblo sirio con cuyo régimen es solidario la diplomacia bolivariana, quisieran curarse en salud frente a los únicos críticos internos que reconocen, los ex masistas: “El descubrimiento por algunos compañeros simpatizantes de la “reconducción” [del “proceso de cambio”; se refiere a Alejandro Almaraz, Oscar Olivera, Raúl Prada entre otros] de que gran parte de las bases del mas son sectores vinculados al capitalismo popular –lo que era evidente ya en 2002 y mucho antes– no habilita buscar ahora en los indígenas del oriente el nuevo sujeto revolucionario”. (Pablo Stefanoni, Página Siete, 14.02.12). En nombre de las masas populares, el evismo pretende la democratización de la inmoralidad política que supone ignorar un régimen legal anterior… para violar sin límites el propio. La legalidad anterior que era sierva de la dominación oligárquica tradicional no mejora ampliando la pedagogía de las elites señoriales expuesta por el ex Presidente Daniel Salamanca, hace casi un siglo: a los amigos todo… La historia de nuestras leyes es la historia de la injusticia boliviana; el manoseo de la actual Constitución y una acrítica bancada oficialista es la democratización de la inmoralidad política. Mayor daño cargado a la cuenta de las masas populares parece harto difícil imaginar. La narrativa liberal del “proceso de cambio” Coordinados por un académico liberal (George Gray Molina) y financiados por el pnud, un conjunto de conocidos académicos y políticos bolivianos diagnosticaron el “estado del Estado en Bolivia” y postularon desde el 2007 la existencia de un optimista “sentido común” emergente: “Bolivia está cambiando”. A la perspectiva de gobernabilidad de dos académicos (Fernando Mayorga y José Luis Exeni, op. cit., pp. 75-76) y otros intelectuales paraestatales del periodo neoliberal previo, sumaba las del grupo Comuna y varios “investigadores asociados” no menos simpatizantes del mas (Xavier Albó, Roger Cortéz, Marcela Revollo entre otros), proponiendo la narrativa de “un Estado para el sentido común” que emergía con el gobierno del mas; un “Estado con huecos” que desplazara las caracterizaciones marxistas y zavaletianas (“Estado aparente”), prescindiendo de las ideas y obras, por ejemplo, de Sergio Almaraz y Marcelo Quiroga Santa Cruz. Tan deleznable ecuanimidad valida la idea de Gramsci sobre lo que significa innovar políticamente y que es bastante precisa: la “reforma intelectual y moral” convendría a un cambio cultural, en el que el papel protagónico no corresponde a las elites intelectuales (sin ignorar su enorme valor en tanto ideas de individuos formados), sino a la organización coherente de un prejuicio de masa que avance culturalmente más allá de los límites impuestos por el “sentido común”. Bolivia no va en esta dirección, el mas no sólo reitera su práctica despótica constitutiva sino que la concentra más (“Evo es el proceso de cambio”, ha repetido últimamente el Vicepresidente ante la academia universitaria mexicana) y lo que el pnud financió como discurso de la “democracia ampliada y gobernabilidad compleja” es, sin más, la “ampliación de elites” o burguesía tradicional + indigenistas evistas, que anunciara el Vicepresidente en 2006. Un reciente editorial de nc 99 se suma a ese “sentido común”, reclamando la “recepción favorable de la opinión pública” al “logro de la presencia empresarial” en la pasada Cumbre Social organizada por el gobierno. Se refiere, con ingenuidad insólita, a la pretendida neutralidad del Estado respecto a las diputas clasistas entre trabajadores y empresarios, sobre la que bastaría recordar que los primeros rechazaron su prescindible participación, mientras los segundos asistieron como aliados del gobierno: en nombre de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (cepb), su presidente Daniel Sánchez, celebró la “paz social” de los últimos cinco años (www.americaeconomia.com, 29.01.12). De la apariencia de izquierda a la realidad El Presidente del Estado Plurinacional comenzó su segundo periodo de gobierno ignorando abiertamente los crímenes de lesa humanidad pendientes desde los 70, incumpliendo su promesa sobre la apertura de archivos militares y premiando con la impunidad a los responsables de uniforme militar y policial. Entre sus más recientes iniciativas se cuenta el ausentarse del país para imponer un aumento al precio de carburantes que empobreció sin matices la economía popular (“gasolinazo” de diciembre del 2010) y derogar luego el decreto respectivo, atemorizado por la espuma insurreccional resultante; eludir su responsabilidad por la represión policial a una marcha indígena pacífica (tipnis), disculpándose por los “excesos policiales” pero sin aclarar nada; disponer con absoluto desconocimiento la intangibilidad sobre el territorio en cuestión, para promover después una inconstitucional Ley de consulta, pretendiendo que la anterior (y la marcha indígena que la produjo) nunca existió. Esta incompleta mención de arbitrariedades es denominada por los “funcionarios críticos” que siguen fieles al líder masista, novedad absoluta en la historia de Bolivia. La realidad de faltar a la verdad ante el pueblo la continúan dirigentes medios que emulan la práctica del actual Presidente; cocaleros que negando su filiación al mas y reprochando a la prensa nacional llamarlos como tales, contra fotos públicas que demuestran lo contrario, alientan la práctica avasalladora de colonizar el tipnis mediante la ampliación de cultivos de coca ilegales. Su ilegítima representatividad ha sido avalada por obsecuentes mediadores evistas que digitan la mayoría oficialista de la Asamblea Plurinacional (Gabriela Montaño, Rebeca Delgado, Adolfo Mendoza y otros) a todo lo cual, un importante ex funcionario del mas llama (todavía), vacío ético (Alejandro Almaraz, en Página Siete, 15.02.12). Una elemental reflexión sobre la pretendida moral del “capitalismo popular” evista y su política desarrollista “quieran o no quieran”, concluiría sin dificultad que el camino de faltar a la verdad en nombre de un proyecto de masas populares es además de antidemocrático, inmoral. Referencias Gramsci, Antonio (1998). Para la reforma moral e intelectual. Madrid: Los Libros de la Catarata; también El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce. Buenos Aires: Nueva Visión, 1984; y del pnud: El estado del Estado en Bolivia. Informe Nacional sobre Desarrollo Humano 2007. La Paz. * Profesor universitario de Ciencia Política y Administración, reside en México ([email protected]). 16 / debate 2da. quincena de febrero 2012 La movida libertaria en la revuelta del TIPNIS Carlos Crespo Flores* Los libertarios bolivianos tuvieron su “corto verano de la anarquía” durante la marcha de recibimiento a los marchistas del tipnis; por un momento el Estado parecía no existir, había la sensación que la ciudad había sido capturada por la gente, marchistas y la multitud asistente, y un sentimiento de solidaridad atravesaba el ambiente. “pueblos indígenas, resistencia; autonomía y libertad” (canto del bloque libertario en la marcha de arribo de la viii marcha indígena a la ciudad de La Paz) P reámbulo Este texto fue concluido luego de la promulgación de la Ley de Consulta del tipnis por el presidente Evo Morales, abriendo una nueva etapa en la resistencia indígena a la contraofensiva gubernamental para anular la ley corta del tipnis, resultado de la viii marcha indígena, que protege al tipnis de la construcción de la carretera Villa TunariSan Ignacio de Moxos y significó una derrota política al llamado “gobierno de los movimientos sociales”. Al mismo tiempo, aún conmovido por lo logrado a un gobierno que hoy pretende reproducir una nueva “ch’ampa guerra” y hacer pelear a los bolivianos. Uno de los sectores que apoyó la movilización desde su inicio fue lo que genéricamente podríamos llamar la “movida libertaria”; definida como los espacios y momentos de resistencia al proceso de legibilización estatal al que el proceso presente se halla empeñado; es la diversidad de colectivos, comunidades e individualidades autónomas caracterizadas por su antiestatalismo, anticapitalismo y toda forma de dominación y apuesta o es abierto hacia formas de vida y prácticas autogestionarias, comunitaristas, de apoyo mutuo y bien común. Encontramos anarquistas en sus diversas tendencias, libertarios anticapitalistas, indigenistas, feministas, ecologistas, marxistas autónomos. Tienen formas organizativas horizontalistas, nómadas y flexibles –colectivos que aparecen y desaparecen, descentralizados –como los grupos de afinidad; operan en base a redes de información (desde digitales hasta el boca a boca) y colaboración1; Y lo de 1 Para Raquel Gutiérrez podrían formar parte de los llamados “entramados comunitarios” (Gutiérrez, 2011). No incluyo a los firmantes del documento “Recuperemos el proceso de cambio con el pueblo y por el pueblo” (2011), algunos de los cuales se incorporaron a la marcha indígena –Alejandro Almaraz, Oscar Olivera, entre otros–, porque el contenido del documento es estadocéntrico, defienden la Constitución, criticada por los libertarios por su enfoque de fragmentación étnica (Perelman, 2011), y desarrollismo (Crespo, 2008). “movida” es el término más o menos aceptado por sus participantes. Participación libertaria en la revuelta del tipnis “Nunca ví a los paceños tan felices” exclamaba Juan Perelman, exultante el día de la recepción a la viii marcha indígena a la ciudad de La Paz, conmovido por el sentimiento colectivo de hermandad que emergió espontáneamente con la gesta indígena. El número de diciembre 2011 del periódico Combate se denomina “Las mil mesetas del tipnis”; para Perelman, el tipnis ha sido una insurrección que ha permitido “construir una nación sin Estado, una nación contra el Estado”, que ha puesto en cuestión la idea del “Estado plurinacional” de 36 grupos étnicos separados bajo hegemonía aymara (p. 2), y se ha afirmado la noción que Bolivia es una nación, “una tribu grande formada por muchas tribus diversas pero juntas…”. El tipnis ha mostrado “la levadura humana que los pueblos indígenas le pueden aportar a Bolivia, su visión civilizatoria… a otra forma de ver el mundo y habitarlo” (pp. 5); desde su sencillez, nobleza, afecto y amor, han iluminado la posibilidad de “construir junto con ellos, aprendiendo de ellos, una sociedad no capitalista, no estatal, no clasista”. Perelman evidencia el impacto que ha tenido la revuelta del tipnis en la diversa y heterogénea movida libertaria boliviana; militantes libertarios, colectivos o individualidades se involucraron en la resistencia, desde una diversidad de tácticas y prácticas reflejando al mismo tiempo la diversidad de la movida. Normalmente la movida libertaria en el país está dispersa, subterránea, a veces hasta peleada entre sí dado su alto espíritu de autonomía e independencia; pero en los momentos de crisis emergen, aparecen juntos colaborando y apoyando(se); sucedió en la guerra del gas y sucedió ahora en la batalla del tipnis. Un grupo de activistas libertarios de La Paz y Cochabamba se incorporó a la caminata, desde donde enviaban reportes –destacamos los textos de Qhura Silvestre, Martika y Sergio, denuncias e imágenes, particularmente durante la represión del 25/x. La movida libertaria estuvo presente en los principales movimientos y acciones de apoyo a la lucha indígena en las ciudades de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz. En Cochabamba miembros del Centro Social El Fondo y militantes libertarios fueron parte de la Campaña en Defensa del tipnis, una coalición de activistas urbanos, involucrados en las demostraciones y vigilias, re- colectando víveres y propagandizando; al mismo tiempo, activistas llamaban la atención contra la “ongización” del movimiento, promoviendo que se tomen decisiones por consenso y públicamente; los y las libertarias son altamente sensibles a toda forma de autoritarismo, centralismo, y hasta traición de los dirigentes; somos los que mejor percibimos las pulsiones jerárquicas de las organizaciones indígenas (Leo). El colectivo Imillas Libertarias de Cochabamba organizó un dispositivo comunicacional para producir y difundir información, coordinando con los y las marchistas y el equipo independiente de comunicación formado con los marchistas libertarios; desde su sede, Kasa Kamasa atendieron con la cocina durante varios días a la delegación yuqui y de la conamaq­ que en los primeros días estuvieron acompañando la vigilia de Cochabamba. En Santa Cruz, militantes anarcopunks apoyaron la vigilia impulsada por la juventud universitaria indígena, establecida en la Plaza 24 de Septiembre de aquella ciudad. En La Paz, los colectivos Mujeres Creando, Colectivo 2, Organización Anarquista por la Revolución Social oars, estuvieron apoyando la vigilia de la plaza San Francisco desde el inicio (oars, 2011). A lo largo del conflicto, la creatividad libertaria emergió en medios en los que normalmente se mueve la movida: graffiteada en las ciudades principales, posters y flyers; el colectivo oars y colectivos veganos de La Paz elaboraron afiches, pasacalles de la vigilia en la Plaza San Franciso, así como un mural en la Cumbre, la parte más alta a la que llegó la marcha en su arribo a la ciudad de La Paz, como sello de su paso. Intelectuales libertarios también se involucraron en el activismo por el tipnis (Crespo, 2011, 2011ª). En la ciudad de La Paz, María Galindo de Mujeres Creando, Silvia Rivera, docente universitaria y miembro del Colectivo 2, estuvieron junto a las mama t’allas de la conamaq organizando la vigilia de la plaza San Francisco; en Cochabamba durante un seminario sobre la “Madre Tierra” organizado por la gobernación, impulsaron la lectura de una carta de solidaridad con los indígenas, mientras activistas desplegaban pancartas contra la carretera, posteriormente abandonando el evento; asimismo organizaron un “escrache” al senador Adolfo Mendoza en un evento de oxfam Bolivia desplegando pancartas en favor del tipnis, mientras un activista interpelaba públicamente al senador masista cochabambino defensor de la carretera. * cesu - umss debate 2da. quincena de febrero 2012 Días antes del arribo de la marcha, bombas de humo estallaron en algunos edificios públicos de la ciudad de La Paz, como el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, que otorgó la licencia ambiental a la empresa oas para el inicio de obras; fueron atribuidos a un colectivo anarquista. En la ciudad de Cochabamba en el marco de un paro de 48 horas, durante la marcha, un “bloque negro” se desprendió de ella e intentó quemar las puertas del canal estatal y del Comité Cívico, este último asociado a la derecha oportunista que aprovechó el tipnis para posicionarse mejor en la lucha contra el gobierno de Evo Morales. El hecho fue atribuido a los trotskistas y anarquistas. Pero también hubo voces disidentes; Alison Spedding, antropóloga británica que vive en La Paz por más de 20 años, en algún momento vinculada a la movida libertaria, en un artículo firmando como “dirigente cocalera de base”, criticó a la marcha y a las mujeres por exponerse a la violencia, afirmando “lo que necesitamos son leyes ambientales que sean realmente efectivas, es decir instancias y mecanismos administrativos que los pongan en práctica: no declaraciones efusivas y sentimentales sobre la Madre Tierra”; Spedding pedía que el Estado funcione como en la democracia liberal anglosajona, situación ideal inalcanzable para la identidad racista y corrupta del Estado en Bolivia y contradictoria con una postura antiestatalista que defendió en su momento. En Cochabamba el colectivo Tinku apoya al gobierno de Evo Morales y la carretera2; desde su espacio en la Plaza 14 de Septiembre lanzaron proclamas, insultos y agresiones a la movida libertaria y su participación en la lucha por el tipnis; venden su imagen como colectivo libertario, pero opera como ong realizando activismo para el gobierno en la plaza central de la ciudad. Días antes a la llegada de la marcha indígena, una proclama firmada por el colectivo Bicéfalo (2011) invitaba “a mostrar un apoyo libre y libertario a nuestrxs hermanxs indígenas” y apelaba al formato del grupo de afinidad descentralizado para su organización: “asumimos que todxs estarán presentes en La Paz para reforzar la marcha de nuestrxs hermanxs. Sabemos cómo encontrarnos, cómo reconocernos, sólo hace falta juntarnos”. La convocatoria en realidad reflejaba el sentimiento colectivo de solidaridad de los y las activistas libertarios con la marcha. En la recepción a la marcha indígena en la ciudad de La Paz: los y las marchistas libertarias ingresaron acompañados de un contingente de activistas de la movida y su entorno, compuesto de la siguiente manera: primero iba el lienzo del Colectivo Makana, seguían luego por lo menos dos filas de los marchistas no indígenas que se habían incorporado desde el inicio de esta, entre ellos mencionamos a Q’ura Silvestre, Eid, Chicho, Leonor, Oso. Detrás iban otros activistas que se habían incorporado la última semana de la marcha3; también se veía a los que habían 2 3 Así como en Venezuela han emergido los “anarcochavistas” (Liaño, 2012), en Bolivia se habla de los “anarcomasistas”, a aquellos libertarios que han decidido apoyar el “proceso de cambio” y hasta reciben soporte estatal. De Cochabamba recordamos Ricardo, Bóxer, Gabriel, Tina, Mauge, Eliana, Adriana, varias de ellas parte de las Imillas Libertarias, las Warmi Pachakuti y el centro social El Fondo. dejado esta por diversas circunstancias, pero estaban presentes para recibirla. Luego seguía un grupo mixto de La Paz y Cochabamba principalmente4: en medio camino logró estructurarse el bloque anarcoecologista, nueva generación de libertarios veganos y liberación animal, que estuvieron activos en la defensa del tipnis; junto a ellos estaban el colectivo oars de La Paz y militantes anarcopunks. La música venía inmediatamente con un grupo de sicuris, cantando tonadas alusivas al tipnis, compuesto en base a la comunidad musical 3 de Mayo e integrado por miembros de diferentes colectivos e individualidades; uno de los versos más cantados en ritmo de italake decía Con bombos sikus tocando con alegría cantando los tipnis están llegando Venimos con fuerza y valor marchando por la dignidad defendiendo nuestra tierra Finalmente más libertarios o afines a la “movida”. En sus momentos de esplendor el bloque libertario alcanzó a 100 participantes5. A lo largo de la marcha un grupo de afinidad graffitero iba pintando en edificios públicos y burlando la estrecha vigilancia policial escribieron en la pared de la vicepresidencia “El tipnis ha llegado” En la noche, varios de los marchistas de origen no indígena estuvieron en la vigilia de la plaza Murillo, dentro y fuera-en las calles, enfrentando a la policía, demandando hablar directamente con el presidente del Estado, y se quedaron hasta la firma del acuerdo y aprobación de la Ley corta. A manera de final Antes que disquisiciones ideológicas, es la práctica que constituye a la movida libertaria en general. En la década de los 30-40 los anarquistas paceños apoyaron la lucha indígena por proteger y/o recuperar sus tierras comunitarias; más de medio siglo después, los y las libertarias del país lo hacen en la defensa de la autonomía de un territorio comunitario y la soberanía del país. Los rasgos antiestatales y autonomistas de la lucha indígena del tipnis han conectado rápidamente con la movida; frente a una izquierda que se ha constituido desde y dentro un horizonte estatalista y jerárquico, la movida libertaria reivindica una política fuera/contra/paralelo al Estado, desde la autonomía, conviertiéndolos en los disidentes más radicales del “proceso de cambio” dado sus fines estadocéntricos y pulsiones autoritarias. Para los indígenas del tipnis cómo ejercer su autonomía, confiando en sus capacidades, es el desafío, más allá de los derechos y la política de demanda a la 4 5 Se podían ver a anarquistas y libertarios históricos como Juan Perelman, Silvia Rivera y Virginia Ayllón, con el sentimiento común de estar participando en una celebración autónoma de alto contenido “anárquico”. Hubo algún marchista libertario que fue “adoptado” por la conamaq e ingresó con ellos; un militante anarcopunk cruceño lo hizo con la oich de Santa Cruz. / 17 que el gobierno está disciplinando y controlando a las organizaciones y movimientos sociales. Cohesionar Bolivia fuera del Estado es lo que ha enseñado la revuelta del tipnis. Los libertarios bolivianos tuvieron su “corto verano de la anarquía” durante la marcha de recibimiento a los marchistas del tipnis; por un momento el Estado parecía no existir, había la sensación que la ciudad había sido capturada por la gente, marchistas y la multitud asistente, y un sentimiento de solidaridad atravesaba el ambiente. El tipnis ha puesto nuevamente en discusión la ineluctabilidad del desarrollo como paradigma a seguir, problemática que el neoliberalismo y Evo Morales lo habían resuelto con su amor por el progresismo y el industrialismo. La ii Batalla por el tipnis ha comenzado, la promulgación de la Ley de consulta pública del tipnis es una declaración de movilización y la movida libertaria retornará de las catacumbas, de sus zonas y espacios autónomos, nómadas en muchos casos, para ser parte de esta ya lucha nacional por defender los comunes y la autonomía de sociedades y pueblos. Bibliografia Colectivo Monstruo Bicéfalo (2011) Llamado a la Rebeldía Activa; 2 pp. Crespo, Flores Carlos (2011) “tipnis Resiste”. Autonomía indígena frente al Estado. http://anarquiacochabamba.blogspot.com/2011/09/tipnis-resiste-autonomiaindigena.html; 2 pp. Crespo, Flores Carlos (2011ª) La Lucha por el TIPNIS. Cuatro consideraciones; http://www.bolpress.com/art. php?Cod=2011082505; 2 pp. Crespo, Flores Carlos (2009) “Vivir anárquicamente. Comunidad en el anarquismo hoy”. Decursos; Año xi, No 19; pp. 156-170. Crespo, Flores Carlos (2008) “Estado, participación y control social para el desarrollo sostenible. Ambiente y recursos naturales en la propuesta de Constitución Políti­ca del Estado de Bolivia”. 11 pp. http://www. ambiental.net/noticias/biodiversidad/CrespoBoliviaConstitucion.htm Perelman Fajardo, Juan (2011) “Las Mil Mesetas del tipnis”. La Paz: Combate. Periódico anarquista. Año 7; diciembre. Pp 2-41. Gutiérrez, Raquel (2011). “Pistas reflexivas para orientarnos en una turbulenta época de peligro”. En vvaa, Palabras para tejernos, resistir y transformar en la época que estamos viviendo…; México df: Editorial Pez en el Árbol. Pp. 9-32. Liaño, Concha (2012) Entrevista a Concha Liaño: “Soy anarquista y también creo que Chávez es un enviado de Dios”. http://www.aporrea.org/actualidad/n197287.html Movimiento 20-J (2011) Recuperemos el proceso de cambio con el pueblo y por el pueblo. 8 pp. Organización Anarquista por la Revolución Social -oars (2011) Ninguna carretera es sinónimo de progreso cuando se aniquila a la naturaleza y a quienes conviven con ella; 3 pp. 18 / debate 2da. quincena de febrero 2012 La concepción del buen vivir en la ideología gubernamental boliviana H. C. F. Mansilla* La vida en armonía con la naturaleza y los postulados conservacionistas son cosa de minorías (intelectuales urbanos e indígenas de tierras bajas); las grandes comunidades indígenas de tierras altas y de los valles mesotérmicos no tienen un interés vital en la defensa de los derechos de la Madre Tierra. E l actual gobierno boliviano del Movimiento al Socialismo (mas) afirma que la concepción del buen vivir no es un mero desarrollo alternativo entre varias opciones contendientes, sino la alternativa genuina frente a todos los modelos convencionales de economía humana. Esta calidad excepcional del buen vivir estaría garantizada por su vínculo con los saberes tradicionales de las poblaciones indígenas, que habrían estado soterrados y ocultos durante un larguísimo tiempo, subordinados a los valores normativos del orden capitalista y depredador. En general estos saberes ancestrales no son explicitados por sus expositores contemporáneos y permanecen aun hoy en una nebulosa conceptual. Se supone que son verdades elementales, profundas y auto-evidentes, que en cuanto fundamentos de las culturas aborígenes no requieren de una explicación argumentativa y discursiva, típica de la lógica occidental. Los teóricos del buen vivir tampoco aclaran cómo estos saberes pueden ser aplicados a la praxis de sociedades urbanas (como son ahora mayoritariamente las latinoamericanas y andinas), sumidas en un proceso acelerado de modernización y expuestas de manera creciente a los valores normativos de la civilización occidental-capitalista, sobre todo en sus sectores juveniles. En los productos de sus divulgadores esta sabiduría arcaica adopta entonces un carácter esotérico, de tono oracular y estilo sentencioso y ambiguo. En el caso boliviano tenemos algunos testimonios intelectuales del buen vivir que no definen claramente el núcleo de esta concepción y que más bien construyen circunloquios complejos –en un lenguaje sibilino y con acento profético– para acercarse paulatinamente al fenómeno. Debemos a Javier Medina, por ejemplo, una aproximación al buen vivir (Suma Qamaña) que traza primeramente una prolija descripción de la cosmovisión andina para contraponerla al detestado “antropocentrismo occidental” (basado obviamente en el egoísmo individualista y en el paradigma cartesiano-newtoniano). La “caos-cosmocon-vivencia indígena”, en cuanto base del buen vivir, estaría orientada en cambio por la moral cósmica (opuesta a la ética individual), por lo “agrario retroprogresivo” (contrapuesto a lo “urbano progresivo”) y por el principio femenino de la vida, la “totalización del sentido”, opuesto al principio masculino que es la “parcialización de sentido”. Félix Patzi Paco, exMinistro de Educación del gobierno de Evo Morales, localiza el buen vivir en la “economía comunitaria” de las comunidades rurales, que él califica como una “sociedad feliz y libre”, porque estaría totalmente exenta de fenómenos como explotación y alienación. En este mundo feliz no habría ni propiedad privada ni trabajo asalariado. Lo que casi todos los analistas entusiasmados por el buen vivir dejan de lado es un estudio diferenciado de la problemática. En el caso boliviano, por ejemplo, es altamente probable que (1) la armonía con la naturaleza y el tratamiento conservacionista de la misma los indígenas de tierras bajas protestan por las incursiones de la modernidad (carreteras, plantaciones comerciales, colonización, ampliación del sistema de transportes y comunicaciones, etc.) en detrimento de los bosques tropicales, lo que ha ocurrido en Bolivia a lo largo de 2011, pese a que estos sectores votaron mayoritariamente por el partido de gobierno en todos los procesos electorales recientes. Pero, al mismo tiempo, algunos de los grupos involucrados desearían Mural de Lorgio Vaca destruido por una bomba. obtener ventajas materiales tangibles a partir de su prosean practicados por grupos indígenas muy reducidos testa, lo que debilita sólo una parte integrante de su y limitados hoy a las regiones selváticas amazónicas; ideología: la defensa inexorable de la Madre Tierra y que (2) casi toda la población campesina y aborigen de sus derechos.­ las tierras altas haya abandonado hace mucho tiempo En este contexto el gobierno populista tiene las prácticas pro-ecológicas de sus antepasados y hoy desde su inicio (enero de 2006) una concepción rutise halle inmersa en la economía de mercado; y que (3) naria y convencional en torno a los actores principales una buena parte de los indígenas de todas las regiones del desarrollo, concepción basada en la oposición biy modos de vida haga una elección racional basada en naria: agentes activos del desarrollo vs. representantes la apreciación de los costos y beneficios de su situación conservadores del atraso. El Movimiento al Socialisde origen y que emigre a las zonas urbanas modernas mo siempre tuvo una tendencia desarrollista y fuerteo directamente al extranjero para vivir mejor, que es la mente productivista, y su discurso pro-ecológico está meta normativa legítima de la inmensa mayoría de los orientado hacia el exterior para ganar apoyos en foros bolivianos. internacionales. El mas representa, en el fondo, un Una visión sobria de las prácticas económicas fenómeno tradicional en la historia social y cultural concretas y cotidianas de los indígenas bolivianos pue- del país, por ejemplo en la reproducción de las pautas de evitar su idealización. Estos sectores poblacionales básicas de la cultura política boliviana, en la construcse esfuerzan por participar en los procesos moderni- ción de una estructura verticalista y caudillista en el zadores del país, que ellos los perciben como el me- interior del partido y en la generación de una élite canismo adecuado para progresar individual y colecti- privilegiada que no se inclina a someter sus decisiones vamente. Es decir: persiguen la meta muy humana de políticas a una discusión democrática dentro del provivir mejor que sus antepasados, tener ingresos finan- pio aparato partidario. La ruralización e indianización cieros más altos y compartir los padrones de consumo parciales de la estructura partidaria del mas no han que les sugieren incesantemente los medios masivos sido garantía de prácticas democráticas y menos de vide comunicación. Es probable que esta sea también la siones plurales y pluralistas en el seno de la organizalínea prevaleciente entre los indígenas de tierras bajas, ción. La estructura del partido es muy similar al clásique aun mantienen nexos existenciales con los bosques co sindicato agrario, verticalista y caudillista (es decir: tropicales. Los habitantes selvícolas experimentan sin democracia interna), que se formó en torno a la asimismo un proceso de diferenciación social: grupos Reforma Agraria de 1953. En la política cotidiana los importantes entre ellos abandonan su hábitat ancestral miembros del partido se han orientado por la obteny se van a los centros urbanos. Son, por consiguiente, ción de puestos, prebendas y espacios de poder, y no más proclives a vender sus derechos sobre los bosques por la fidelidad a abstractos ideales ecológicos. Esto –si los hubiere– o, por lo menos, a pactar con los em- no ha cambiado a partir de 2006, cuando numerosos presarios madereros y los colonizadores, y así dejan de cuadros provenientes de los estratos medios urbanos, lado las prácticas conservacionistas de sus mayores y la vinculados anteriormente a los partidos tradicionales vida en armonía con la naturaleza. Estos procesos so- de izquierda, pasaron a ocupar las principales posiciocio-históricos, comprensibles y usuales, nos hacen ver nes del Estado y del partido. bajo una luz más realista la existencia cotidiana de los A lo largo de 2011 han surgido algunos problemas habitantes selvícolas e impiden un enaltecimiento fácil socio-políticos vinculados a cuestiones ecológicas, lo del clásico buen salvaje. Matizando lo dicho, hay que consignar el hecho de que bajo ciertas circunstancias * Escritor, Doctor en Filosofía. que produjo, por ejemplo, una dilatada protesta de los indígenas de tierras bajas contra el proyecto estatal de construir una carretera a través del Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro-Sécure (tipnis), lo que reavivó la contraposición de agentes activos del desarrollo vs. representantes conservadores del atraso, según la visión gubernamental. En la realidad los agentes activos del desarrollo son sectores relativamente amplios: empresarios de la madera y la minería de zonas tropicales, el poderoso movimiento campesino cocalero, los colonizadores provenientes de tierras altas y los ganaderos. La controversia entre colonizadores y habitantes de la selva se da entre dos grupos de indígenas, y ha generado desde hace mucho tiempo diversos fenómenos de discriminación. De acuerdo a las declaraciones gubernamentales –y a parte de la opinión pública– los representantes del atraso serían los indígenas selvícolas de los bosques tropicales y los defensores de estos ecosistemas. El funcionario de más alto rango de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (csutcb), Rodolfo Coraite, trazó una clara diferencia civilizatoria entre los campesinos sedentarios, portadores de la cultura, y los habitantes de la selva, los incultos que viven en la intemperie y que están llenos de plagas y enfermedades. Sólo los primeros tendrían, por supuesto, derecho a fijar las metas normativas de la evolución histórico-política, aunque ambos grupos provienen curiosamente del mismo origen indígena. Enfáticamente la csutcb se proclamó partidaria de la carretera a través del parque nacional tipnis y de las medidas modernizadoras, y expresó su oposición a la preservación de este ecosistema natural. Aquí se percibe con claridad que la vida en armonía con la naturaleza y los postulados conservacionistas son cosa de minorías (intelectuales urbanos e indígenas de tierras bajas) y que las grandes comunidades indígenas de tierras altas y de los valles mesotérmicos no tienen un interés vital en la defensa de los derechos de la Madre Tierra. Algo distinto es que la protesta de las etnias­ aborígenes tropicales ha podido catalizar un enorme descontento urbano en contra del gobierno populista de Evo Morales, que ha resultado ser un régimen desarrollista rutinario en el plano económico y autoritario convencional en la esfera política, descontento que desembocó en múltiples manifestaciones masivas en contra del gobierno, lo que, a su vez, obligó al presidente Morales a reconsiderar provisionalmente sus planes de construcción de carreteras a través de parques nacionales protegidos por ley (septiembre-octubre de 2011). El carácter rutinario y convencional del régimen populista le otorga al gobierno notables ventajas de aplicación práctica y cotidiana, que tienen sus raíces en la cultura política del país y en sus tradiciones de manejar la esfera pública. Se trata de un fenómeno de vieja data que merecería la atención crítica de los intelectuales de la nación –lo que no va a ocurrir–, pues el gobierno actual ha sobresalido y sobresale en el uso de la astucia instrumental en todas sus operaciones importantes, desde la manipulación del poder Judicial hasta la utilización de temas ambientales con intenciones políticas. La inclinación hacia diseños convencionales de desarrollo (con las ventajas materiales que es fácil imaginarse) seguirá adelante, pues en realidad el modelo populista nunca tuvo otros paradigmas evolutivos; desde un comienzo la ideología ecologista de la “Madre Tierra” ha servido a fines propagandísticos. Y lo rutinario del modelo se expresa en los medios empleados: la construcción de la carretera a través del tipnis se hará mediante una consulta popular que ganará el gobierno y que contará probablemente con un cierto apoyo de la población involucrada, que no está en condiciones, como la mayoría de los sectores sociales, de concebir soluciones de largo plazo (como la conservación efectiva de los ecosistemas naturales) que vayan más allá de intereses sectoriales específicos. / 19 debate 2da. quincena de febrero 2012 El reino por un clavo Juan Carlos Salazar* Los postulados de la cpe han cobrado vida al calor de sus propias contradicciones, hasta convertirse en un obstáculo para los intereses hegemónicos de sus inspiradores. E l ejemplo más conocido sobre la “Teoría del caos” es el “efecto mariposa”, según el cual un huracán del Caribe bien podría ser consecuencia de una cadena de pequeños y sucesivos cambios climáticos que se inician con el aleteo de una mariposa en China. Una canción popular inglesa lo explica mejor: “Por un clavo se perdió la herradura/ Por una herradura se perdió el caballo/Por un caballo se perdió el jinete/Por un jinete se perdió la batalla/Por una batalla se perdió el reino”. En otras palabras, hechos pequeños e imperceptibles tienen, a la larga, consecuencias impredecibles. Edgard Norton Lorenz, el matemático y meteorólogo estadounidense que desarrolló la “Teoría del caos” en la década de los 60, no conoció Bolivia ni se ocupó de sus problemas, pero su reflexión viene a cuento para explicar, al menos como aproximación gráfica, el “caos” político y social que agita a Bolivia desde hace varios meses, como resultado de una cadena de hechos que se fueron complicando en su evolución, desde la idílica alborada del “cambio” hasta el divorcio de su líder con los sectores sociales que debían posibilitarlo. Muchos analistas políticos creen ver el “aleteo” inicial de la mariposa en la misma Constitución Política del Estado Plurinacional –aprobada sin debate y contra viento y marea–, algunos de cuyos postulados se vuelven ahora en contra de sus promotores. ¿Es posible imaginar el conflicto del tipnis sin el compromiso constitucional de la consulta previa? ¿Alguien pensó que las elecciones judiciales podían volverse en contra del gobierno en forma de plebiscito? Lejos de convertirse en letra muerta, como solía ocurrir históricamente en Bolivia, los postulados de la nueva Carta Magna han cobrado vida al calor de sus propias contradicciones, hasta convertirse, paradójicamente, en un obstáculo para los intereses hegemónicos de sus inspiradores. Pero tampoco les falta razón a quienes ven en los mandantes del gobierno, los “movimientos sociales” –de prácticas democráticas cuestionables–, a los que el presidente Evo Morales prometió “gobernar obedeciendo”, como los responsables de haber convertido la gestión gubernamental en una carrera de obstáculos. La lista de conflictos crece día a día, y el Ejecutivo, en lugar de solucionarlos, los ignora e incluso parece alentarlos. Cuando todos suponían que la aprobación de la Ley Corta había puesto fin al conflicto del tipnis y a la cadena de errores que lo potenciaron a lo largo de toda la marcha, incluyendo la violenta represión policial de Yucumo, el gobierno volvió a fojas cero con la ley de “Consulta Previa, Libre e Informada”, para lo cual no vaciló en instrumentalizar a los colonizadores del conisur. Resultado: La cidob, que se siente traicionada y burlada, prepara la novena marcha en defensa del Parque Isiboro Sécure, mientras los campesinos afines al mas afilan cuchillos para bloquearla. La disputa por la alcaldía de Yapacaní se “resuelve” entre los vecinos del pueblo, represión policial mediante y con el saldo de sangre conocido, mientras los cocaleros de La Asunta apalean a los policías para imponer su ley y evitar la erradicación de sus cocales, en ausencia total del Estado. En otros conflictos, como el de los límites provinciales entre Potosí y Oruro, el gobierno está simplemente ausente, y si está presente, en lugar de ayudar, entorpece, como ocurre en la disputa entre Tarija y Chuquisaca por el reparto de las regalías del Campo Margarita. Después de “mediar” en el conflicto, los ministros mediadores dijeron que el acuerdo –logrado a marchas forzadas– no es de ninguna manera vinculante. Es así que las manifestaciones callejeras y bloqueos carreteros se suceden sin tregua. Según un reciente informe de la Fundación Milenio, la segunda gestión del presidente Morales fue “la más conflictiva de la historia contemporánea”, con un récord de 884 “eventos conflictivos” y un promedio de 2,3 conflictos sociales por día durante 2011. Con sus marchas y contramarchas, como en los casos del “gasolinazo” y del tipnis, el gobierno se muestra ante la opinión pública como una nave al garete, navegando en un mar de contradicciones. El presidente Evo Morales se escuda en la consigna zapatista del “Subcomandante Marcos”, la de “gobernar obedeciendo” –incluso para borrar con el codo lo que firmó con la mano–, pero muchos analistas coinciden que en realidad es la calle la que está imponiendo la agenda. “Las protestas de algunos sectores sociales y campesinos están llegando a extremos en los cuales ya no se puede analizar la causa de las mismas, sino el delito penal que se comete a nombre de supuestas reivindicaciones sociales”, advirtió recientemente un diario nacional, que ve al país entrando a “un estado de anomia social, que si no se corrige, podría derivar en un caos”. En una reciente entrevista, el popular actor español Antonio Banderas se preguntó, a propósito de la grave crisis económica que afecta a su país y a Europa, si los españoles están siendo “realmente” gobernados por quien votaron o por ese poder difuso que se esconde en el anonimato de “los mercados”, que no sólo está imponiendo políticas a gobiernos de izquierda y de derecha, sino también, como en los casos de Italia y Grecia, a gobernantes “tecnócratas” que no pasaron por las urnas. Y la pregunta que se hizo el actor es aplicable al caso boliviano. ¿Por quién votaron “realmente” los bolivianos? ¿Quién manda en el país, el gobierno o los movimientos sociales? “¡Yo voté por el Evo pensando en que así se acabarían las marchas y los bloqueos!”, es una frase que se escucha con frecuencia entre los bolivianos, mientras las calles y plazas exhiben día a día la espiral de conflictos que ha puesto en jaque al país y que parece marcar el creciente desencanto de los electores con un gobierno que había despertado y alentado múltiples esperanzas y expectativas. La interrogante que surge a estas alturas del “proceso de cambio” es en qué terminará la cadena de errores que originó el aleteo de la mariposa. ¿Evo Morales perderá el reino por culpa de un clavo? * Periodista. 20 / debate 2da. quincena de febrero 2012 ¿Qué es un Estado constitucional? Franz Xavier Barrios Suvelza* El arte de un Estado constitucional no es sólo que los ciudadanos se sometan a la ley, ni siquiera que lo hagan aquellos que no comparten los contenidos de un texto constitucional; sino que lo haga sobre todo la elite de turno en el poder. 1 Por casualidad tropecé recientemente con Harry Eckstein. Al leer su ensayo On the science of the state, aparecido a fines de los 70, me entretuve como pocas veces aunque mientras más lo leía, más crecía mi sensación de un déjà vu. Al final logré atar cabos: las argumentaciones de Harry Eckstein se parecían mucho a las que escribiera a inicios de los años 30 Hermann Heller en los últimos párrafos de su clásica Staatslehre. Eckstein retoma, por ejemplo, la apasionante discusión alrededor de la tensión entre normas sociales y formas legales. Lo más importante, sin embargo, es que la lectura de Harry Eckstein me provocó volver a reflexionar sobre cuándo se puede decir que un Estado es constitucional. Habiendo atado cabos, luego de disfrutar el opúsculo de Eckstein, decidí desempolvar el libro de Heller que tengo por ahí para re-plantearme esta cuestión fundamental. Ya que habrá ocasión de contrastar qué aportó Eckstein a este debate más allá de lo que Hermann Heller nos dejó estipulado, quisiera recapitular algunos trazos de la propuesta helleriana e intentar, al final, una primera respuesta a la pregunta de cuándo se puede sostener que un Estado es constitucional. 2. Comenzaré recordando que Heller sugería partir de una suerte de piso mínimo sobre el cual descansaría toda Constitución: la repetición más o menos regular y predecible de patrones de conducta social. Esta repetición, según Heller, podría apreciarse independientemente de su traducción en preceptos normativos y, con mayor razón, de su codificación en instrumentos legales. Vistas así la cosas, una primera conclusión parecería ser que toda comunidad, con tal que esté libre del caos generalizado, tiene una Constitución, por lo menos, una en el sentido de ese mínimo de patrones recurrentes y precedecibles. No hace al tema, por el momento, si los actores, individuales o colectivos, públicos o privados, repiten prácticas siguiendo preceptos cristianos o paganos. Cuando los aztecas regularmente sacrificaban niños a sus Dioses, confirmaban así una modalidad de “constitucionalidad”. Según la teoría de Heller, sin embargo, tarde o temprano debe conectarse esta idea de patrones recurrentes (que él la vincula al concepto de “normalidad”) con el fenómeno de la normatividad. Así pues, será una valoración subjetiva de estos patrones lo que sustentará la normativización social. Todo esto sin que se haya entrado aún al campo de la formalización legal. Con este paso Heller comienza una transición analítica fundamental pues, si uno se quedara contemplando la mera recurrencia de patrones, se podría agotar la noción de lo constitucional en fenómenos vacia* Economista, experto en descentralización. dos de todo impulso valorativo por el sólo hecho de ser recurrentes. Hay que precisar: superar este reduccionismo no pasa aún por explicitar y optar por un camino específico que se tiene por “bueno”. Se podría decir que, de lo que se trata, es que la gente repita patrones suponiendo seguir algún impulso “espiritual” superior, emane éste de donde emane. Si uno se pone a pensar con mayor detenimiento en lo que Heller plantea hasta aquí, resulta que la vinculación entre normalidad y normatividad en la sociedad, devela una primera conexión de la idea de “limitación” con lo constitucional. Ello debido a que tomando en cuenta la variable normativa, los grupos o individuos aparecen como tributarios de algún referente superior que impide que la mera repetición fáctica de actitudes se traduzca automáticamente en normas aceptadas. De ahí que el hecho de que ciertos miembros de la elites políticas de turno de un país recurrentemente busquen la coima, sería una normalidad que no se espera se vuelva normatividad. Por tanto, siguiendo las consideraciones precedentes, no todo lo que se produce de forma recurrente en la sociedad es, por ello, algo que se deba valorar positivamente. Es importante, sin embar- go, retener que, para Heller, la mera recurrencia no deja de ser una dimensión importante de la Constitución en su conjunto. Parte de la constitucionalidad de un país no podrá evitar estar alimentada de aquellas partes de conducta social cuya moralidad pueda estar en duda sin por ello dejar de ser parte de la normalidad social. 3. Heller da un paso adicional al distinguir dentro de la normativización social el componente de naturaleza extra-legal (alimentada de tradiciones, modas, religiosidad o la moral) frente al componente de índole legal. Sería el Estado moderno el que habría convertido la normatividad de formato legal (expresada en leyes, decretos y sobre todo, constituciones escritas) en un dispositivo esencial de su existencia. El formato legal de las normas adquiere bajo estas nuevas circunstancias vida propia más allá de que muchos de sus contenidos no sean otra cosa que una versión codificada de la normalidad social del día a día de la gente. La complejidad del mundo moderno habría hecho imprescindible la generación de una seguridad jurídica premeditadamente diseñada para viabilizar la infinidad de procesos de interacción social que se entrecruzan permanentemente. Heller concluye que la fuerza de obligatoriedad de esta norma centralizada (como es el clásico texto constitucional de un país) debe limitar no sólo a los gobernados sino a los gobernantes. 4. Es esta referencia de Heller a “los gobernantes” lo que me parece nos pone finalmente cerca de lo que debería entenderse por un Estado constitucional. Pues resulta que, sobre la base de una normativización formalizada, racional y codificada (que, por lo demás, encierra el dispositivo de la sanción al no cumplimiento), se puede ahora delimitar mejor lo que es un Estado constitucional. Siguiendo las premisas previas éste sería incompatible con que un Príncipe diga: “yo como gobernante de turno aplico la ley a todos, menos a mi”. El arte de un Estado constitucional no es sólo que los ciudadanos se sometan a ley, ni siquiera que lo hagan aquellos que no comparten los contenidos de un texto constitucional; sino que lo haga sobre todo la elite de turno en el poder. Y no estoy pensado en que la elite se someta al Estado de derecho, sino que ésta se sujete a las decisiones de una Constitución, contenga ésta al Estado de derecho o no. No es un contenido específico (“no se privatizará las empresas”, “se “desregulará al mercado”, “declárase al agua como derecho fundamental”), lo que sustenta lo constitucional de un Estado, sino el hecho de que lo decidido sea acatado, sobre todo, por el gobierno de turno. Los contenidos específicos anotados son aspiraciones maravillosas o trucadas según quien las vea (el selenita refundacional dirá que eso del “debido proceso” es una rémora colonial y el miope del anciene régime supondrá que el Estado de derecho de tipo liberal es un mandato que está genéticamente programado en la leche materna) pero no hacen al fondo. Pero hay un detalle más importante aún que el mero hecho de que sea la elite gobernante la que se “someta a la ley”. Si no hacemos esta precisión, será difícil contraargumentar contra quien diga que un régimen revolucionario es un Estado constitucional porque el gran timonel y la elite de poder, se sujetan a los mandatos revolucionarios inscritos en una Constitución. Con la precisión adicional siguiente, quedará claro que semejante régimen no es un Estado constitucional. Éste sólo existe cuando las decisiones formalizadas en un cuerpo legal de rango superior a las demás normas (sea cual fuere su contenido) son acatadas –especialmente– por los gobernantes de turno, incluso cuando hacerlo inviabilizara su propia reproducción como elite en el poder. Y lo que es más decisivo: si se diera el fortuito caso que este acatamiento por parte de esta elite no le significara una amenaza en el largo plazo, el Estado tampoco llegaría a ser constitucional si se puede pronosticar, con meridiana certeza, que esta elite no se sujetaría a una hipotética configuración constitucional cuyo acatamiento sí acabaría desbancando a la elite en el poder. Un Estado constitucional no se reduce, por supuesto, a este acatamiento real o hipotético de la elite gobernante pues colapsaría si la sujeción no alcanzara a los focos que, en la sociedad civil, resisten a los contenidos constitucionales hegemónicos, y por supuesto, si no disciplinara de algún modo a todos los demás. Con todo, el arte de lo constitucional, insisto, parece radicar en la aceptación de la elite gobernante por autoevaporarse si el respeto a una norma superior así lo exigiera, trátese del texto constitucional real o de uno hipotético que pusiera a prueba su disposición de renunciamiento. Esta variable de animosidad hipotética de un príncipe regente y los gobernantes de turno para acatar, so pena de sucumbir, no ha sido muy tomada en cuenta por el análisis, en parte, porque se ha cometido el error de identificar rápidamente Estado constitucional con Estado liberal, distrayendo el análisis de una más profunda definición de lo que es un Estado constitucional. Otro modo de ilustrar esta idea de animosidad hipotética en la elite de turno que gobierna para definir lo que es un Estado constitucional es preguntarse qué sucedería si el Príncipe regente dijera: “yo como gobernante de turno aplico la ley a todos, incluso a mí…aunque si veo que no me conviene, me libero de ella en lo que corresponda”. Nótese que en este escenario el Príncipe es un peine: no es que dice que se aplique la ley a todos y no a él. Tiene el cuidado de decir que no excluye que él también se someta, sólo que deja abierta la puerta para zafarse si así lo viera por conveniente. Esta actitud, no por elegante o mañuda, dejar de ser arbitraria. 5. Si este es el parámetro para definir lo que es un Estado constitucional, no puedo dejar de llamar la atención sobre una sutileza. Una comunidad puede creer que vive dentro de un Estado constitucional sólo por el fortuito hecho de que al Príncipe y a sus muchachos no se les ha presentado aún la disyuntiva de zafarse o no del acatamiento constitucional. Cuando se vea amenazado, el Príncipe de un Estado que no es Constitucional, no dudará en desviarse develando que no tiene convicción anímica genuina por sujetarse a una constitución, incluso si él la hubiera concebido. El mayor cuidado que debe tenerse cuando llegue ese día es no dejarse confundir por el hecho de que, frecuentemente, este regente oportunista (aunque si uno ve fríamente las cosas, altamente racional en sus cálculos de poder y no libre de buena fe), intentará vestir su desviación de la Constitución con innumerables ademanes de legalidad para enmascarar lo que, en realidad, es un infanticidio. / 21 debate 2da. quincena de febrero 2012 La sociedad en movimiento: política constitucional Oscar Vega Camacho* E l proceso constituyente boliviano que tiene amplios y fuertes antecedentes a partir del año 2000, inicia una nueva fase a partir de la promulgación de la nueva Constitución Política del Estado en 2009 y con el mandato de la elección de las autoridades de la nueva estructura territorial del Estado, en diciembre de 2009 y abril de 2010. Es en ese momento que se empezaron a configurar nuevas correlaciones de fuerza y a emerger un campo político que apenas se empieza a vislumbrar y que promete, quizás, un ámbito inédito para la acción y pensamiento político. Esta afirmación, como promesa de un ámbito inédito para la acción y pensamiento político, puede llevar a un cierto tono de mesianismo o futurología que no quisiera que conllevara esta reflexión y, por ello mismo, desde un inicio la explicito para desechar cualquier pretensión. En todo caso, más bien, quisiera llamar a un plano de reflexión más amplio, es decir, que no caiga en una posición de coyuntura y, en todo caso, nos ayude a tomar posiciones ante la coyuntura en una perspectiva más larga y de mayor densidad temporal. Esta denominación de una relación del tiempo y política es conflictiva y decisiva, a la vez, para poder entender los procesos actuales de los movimientos sociales e indígenas, ya que es la querella temporal de los procesos de globalización en curso. O también, la disputa por el ensamblaje, como lo plantea Saskia Sassen, sobre el ensamblaje global de territorio, autoridad y derechos. Por ello, la urgencia de incorporar el tiempo y las temporalidades en lo político. E incluso, problematizando su posible o no “relación”, que nos conduce a temas ontológicos y epistemológicos. A partir de lo temporal y lo político es que se abre la perspectiva de la descolonización, tanto desde la ubicación geopolítica, desde el eje norte/sur de las tendencias colonizadoras, como de las emergencias alternativas de las luchas de resistencia y de emancipación de los pueblos y naciones indígenas. Las demandas de dignidad, territorialidad y vida de los movimientos sociales e indígenas han introducido acciones y propuestas que han desorganizado las formas instituidas e institucionalizadas de la política y del pensamiento político. Por supuesto, es un escándalo para el pensamiento instituido moderno, que aquellos denominados sectores marginales y residuales de la sociedad cobren no sólo protagonismo político, sino que además están produciendo propuestas alternativas para la sociedad y el Estado, a través de procesos constituyentes, que respetan y que pueden superar al formalismo legal democrático, para establecer dinamismos de poder constituyente para la sociedad en movimiento. Un escándalo que el indio adquiera la presencia política constituyente o, al menos, la potencia de un núcleo de un nuevo pensamiento y lenguaje político. Es el escándalo de la descolonización, y las raíces de un campo político inédito. Siempre y cuando entendamos que hablar de lo indio es una categoría política, y no ensayar su reducción étnica o racial que tiende a sustancializar y esen- cializar la adscripción identitaria y, por ende, des-historizar la condición colonial y borrar la propia invención identitaria en la relación de fuerza y explotación. Por ello, la auto-identificación a una de las nacionalidades o pueblos indígena originario campesinos es un acto de afirmación política, y en disputa identitaria, desde la persistencia de las estructuras organizativas comunitarias y territoriales, como también de la invención de una nueva configuración en el campo político que asume la pluralidad y los pluralismos como el desafío de construir y producir lo común y lo viviente. Lo indio y lo indígena es, por ello, el nombre de lo plural y el pluralismo que nos constituye en una sociedad heterogénea, compleja y en movimiento, condición básica para formular los principios de la democracia y los procesos de democratización. Y, que justamente, por nuestra actual situación colonial –a través de los mecanismos y dispositivos de discriminación, explotación y desposesión que vivimos en la actualidad– con estrategias de descolonización podemos realizar su implementación y posibilitar vislumbrar alternativas reales y concretas de emancipación. Por ejemplo, dos rasgos decisivos en el nuevo lenguaje constitucional boliviano: uno, el reconocimiento de pueblos y naciones indígena originario campesinos anteriores al Estado de Bolivia, Art. 2, con lo cual se quiebra el principio del Estado como principio y fuente única del derecho y la ley, es decir, hay otros principios y fuentes de derecho y de ley que debe contemplar y trabajar el Estado. Por lo tanto, nos indica un cambio sustantivo de la condición estatal en sus roles, funciones y fines, esto se denominará como un Estado Plurinacional y Autonómico. Dos, una nueva gramática o lógica de los derechos, como los denomina Farit Rojas, que se despliegan a partir de los doce primeros Artículos, y que también se los ha denominado como fundamentales, que establecen un inédito marco propositivo de orientación para la condición estatal y las posibles rutas de transformación estatal a través de la sociedad en movimiento. Así podríamos continuar enumerando muchos otros rasgos decisivos que funcionan como categorías de políticas constitucionales, como lo plural y el pluralismo, la estructura territorial y la estructura económica del Estado, la vida y lo viviente. Para concluir, y no pretender finalizar esta breve caracterización acerca de la política constitucional en el proceso constituyente boliviano, señalar la creciente importancia y definición en el nuevo campo político del ámbito territorial, no como una repetición de las competencias regionales sino como la actualización de la desconcentración de las esferas de decisión. Por ello, las capacidades participativas y democratizadoras de la ciudadanía en los ámbitos territoriales definirán los potenciales trasformativos del nuevo Estado. Y, simultáneamente, las temporalidades de los ensamblajes territoriales configuran la plasticidad y la orientación de las decisiones estatales. ¿Estaremos a la altura de estos retos, tendremos la firmeza para trabajar con estas participaciones? * Escritor y analista político. 22 / ensayo 2da. quincena de febrero 2012 De mártir a héroe y de héroe a celebridad Estado-nación y patriotismo heroico Zygmunt Bauman* El patriotismo heroico tiene pocas probabilidades de cre­cer en un terreno de expectativas recortadas para las que ya no exis­te el fertilizante de las promesas y las esperanzas; en esta época de ejércitos profesionales reduci­dos, el Estado ya no necesita héroes. A l inicio de la era moderna, Europa, dividida en reinos dinásticos, era un mosaico de grupos étnicos y lenguas, cada uno de los cuales as­piraba a alzarse con el estatus de Estado‑nación (es decir, de nación que ejercía una soberanía estatal completa y no compartida sobre el territo­rio que reclamaba como suyo, y de Estado encaminado a lograr la uni­dad de los intereses de la nación como justificación de su demanda de disciplina), pero sólo unos pocos de ellos tenían población y recursos suficientes para albergar expectativas realistas de conseguirlo. El éxito en ese sentido era algo que distaba mucho de ser fácilmente previsible, ya que eran muchos los competidores que perseguían el mismo fin y que, por lo tanto, se interponían en los planes de dominio de los demás. También eran demasiadas las “minorías” reacias a (o no especialmente entusiasmadas con la idea de) abandonar sus propias costumbres tradi­ cionales para disolverse en la cultura vencedora y los “extranjeros” no dispuestos a (o incapaces de) asimilarse o cuya asimilación no era desea­da por los vencedores. Construir y fortalecer un Estado‑nación exigía la eliminación de costumbres, dialectos y calendarios locales o vincula­dos a una etnia, para sustituirlas por otros modelos uniformes bajo su­pervisión de los ministerios estatales de asuntos interiores, de educación o de cultura. Exigía, igualmente, una vigilancia constante de los vecinos que pudiera haber al otro lado de las fronteras estatales, incluso de aquéllos que se mostraban ostensiblemente amistosos, pacíficos e ino­cuos, porque, si no, éstos podían interpretarlo como una prueba de po­derío insuficiente y, como consecuencia, podían empezar a volverse más insolentes y a tener ciertas ambiciones desagradables; la máxima preferida de los estadistas modernos era si vis pacem, para bellum. Y exi­gía, finalmente, el silenciamiento, el aislamiento y la incapacitación de los infieles, los desleales, los presuntos renegados y todos aquéllos que se mostrasen simplemente poco entusiastas o no suficientemente con­vencidos entre los designados como miembros de la futura población nacional (o ciudadanía) del Estado‑nación en cuestión. Las naciones en ciernes necesitaban poder estatal para sentirse se­guras y el Estado emergente necesitaba patriotismo nacional para sentirse poderoso. Ambos se necesitaban mutuamente para sobrevivir y ambos necesitaban súbditos/miembros dispuestos a sacrificar sus vi­ das por esa supervivencia. La era de la construcción del Estado‑na­ción tenía que ser también la era del heroísmo (o del patriotismo he­roico, para ser más precisos). En la mayoría de descripciones que se hacen de ella, la moderni­dad es presentada como una época de secularización (“todo lo sagra­do fue profanado”, por utilizar la memorable expresión de unos jóve­nes Marx y Engels) y desencanto. Lo que, desgraciadamente, no se menciona tan a menudo, a pesar de su importancia, es que la mo­dernidad también deificó y dotó de encanto a la “nación”, la nueva autoridad, y, por delegación, a todas las instituciones creadas por el hombre que reclamaban hablar y actuar en nombre de aquélla. Lo “sagrado” no fue tanto rechazado como convertido en el blanco de una “oferta de adquisición hostil”: puesto bajo el mando de unos ad­ministradores distintos y al servicio del Estado‑nación emergente. Lo mis- mo sucedió con el mártir: fue enrolado por ese mismo Estado‑na­ción pero bajo el nuevo nombre de “héroe”. Como señala George L. Mosse, “la muerte en la guerra de un hermano, un marido o un amigo” era vista –igual que, en épocas pasadas, la muer­te de un mártir– como un sacrificio, pero “ahora, al menos en públi­co, se decía que el beneficio obtenido con aquel acto sobrepasaba la pérdida personal”.1 Había así algo que trascendía la muerte del héroe, como antes había trascendido la del mártir, sólo que esta vez no era la salvación del alma inmortal del fallecido, sino la inmortalidad material de la nación. Repartidos por toda Europa, los heldenhaine, jardins funebres, parchi della rimembranza, etc., recordaban a los visitantes el homenaje imborrable que una nación agradecida tributaba al sacrifi­cio de sus hijos. Lo mismo hacían los memoriales erigidos en las capi­tales europeas para honrar el sacrificio de los Soldados Desconocidos y para recalcar la idea de que ni el rango militar ni toda la vida vivida hasta el momento del sacrificio final importaban a la hora de apreciar aquel heroico acto: es decir, para que los vivos supieran que sólo el momento de la muerte en el campo de batalla contaba y, retrospecti­ vamente, definía el sentido de la vida. Mucho ha llovido sobre los campos y ciudades de Europa desde el Sturm und Drang Periode de la construcción del Estado‑nación moderno. Lo que entonces se ensambló con gran meticulosidad hoy se desmorona o es demolido. Antaño indivisible, la soberanía del Estado es hoy cortada en láminas cada vez más finas que son luego repartidas por todo el espacio continental o, incluso, planetario. Ningún Estado osa (o desea) reivindicar una autoridad íntegra sobre su capacidad de­fensiva y su ordenamiento legal, ni sobre la vida económica y cultural de la población que habita su territorio. La que fuera la soberanía completa e integral del Estado‑nación se evapora en sentido ascen­dente (hacia la esfera anónima de las fuerzas globales que eluden leal­tades y compromisos territoriales), pero también fluye lateralmente (hacía los terrenos de caza cada vez más desregulados y difíciles de gestionar de los mercados financieros y de mercancías) y se filtra en sentido descendente (hacia los talleres privados de la política de la vida, que están asumiendo –o sobre los que se están cargando– las tareas y los temas cuya gestión fue en tiempos reclamada por el Esta­do, el cual prometió –e intentó– ocuparse de ellos). No teniendo ya plenamente a su cargo la economía, la seguridad ni la cultura, el Estado tampoco puede prometer a sus súbditos la protección para toda la vida que no hace tanto se esforzaba por pro­porcionar. 1 Véase George L. Mosse, Fallen Soldiers, Oxford University Press, 1990. No obstante, a menos promesas, menor es también la ne­cesidad de dedicación patriótica y de movilización espiritual de sus súbditos. El patriotismo heroico tiene pocas probabilidades de cre­cer en un terreno de expectativas recortadas para las que ya no exis­te el fertilizante de las promesas y las esperanzas; da la casualidad, sin embargo, de que en esta época de ejércitos profesionales reduci­dos, el Estado ya no necesita héroes. A los consumidores satisfechos, ocupados en solucionar sus propios asuntos, ya les va de maravilla, gracias… En tiempos de ejércitos profesionales pequeños, los primeros mi­nistros no necesitan ciudadanos dispuestos a morir por ellos, pero ahora, a diferencia de los primeros ministros de la era del servicio mi­litar universal y de los ejércitos de reclutas, pueden declarar guerras sin pedir el consentimiento de los ciudadanos o, incluso, contra la oposición frontal de éstos (siempre, eso sí, que los consumidores que hay en esos ciudadanos se mantengan contentos). Los instintos y los impulsos patrióticos para los que los gobiernos de nuestro tiempo en­cuentran una utilidad cada vez menor pueden ahora correr la misma suerte que el resto de propiedades gubernamentales del pasado y ser vendidos al mejor postor privado (y no necesariamente local): dueños de cadenas de restaurantes, organizadores de acontecimientos depor­tivos, gerentes de agencias turísticas y, por supuesto, ejecutivos de compañías de marketing que venderían gustosos sus servicios tanto a todos ellos como a quienquiera que esté dispuesto a comprarlos. En la sociedad moderna líquida de consumo que se ha instalado en la parte opulenta del globo no tienen cabida los mártires ni los hé­roes, puesto que es una sociedad que mina, menoscaba y ataca los dos valores que despertaron la oferta y la demanda de unos y otros. En primer lugar, esa sociedad se muestra militantemente contraria a que se sacrifiquen satisfacciones presentes para lograr objetivos lejanos y, por consiguiente, también se opone a que se acepte un sufrimiento prolongado a cambio de salvación en la otra vida (algo cuya versión laica sería algo así como retrasar la gratificación en el momento pre­sente a fin de obtener mayores beneficios en el futuro). En segundo lugar, cuestiona el valor de sacrificar satisfacciones individuales en aras del bienestar de un colectivo o de una “causa” (de hecho, niega la existencia de grupos “mayores que la suma de sus partes” y de causas más importantes que la propia satisfacción individual). En resumidas cuentas, la sociedad de consumo moderna líquida degrada los ideales del “largo plazo” y de la “totalidad”. En un escenario moderno líqui­do * Catedrático emérito de sociología de las universidades de Leeds y Varsovia. Fragmento de Vida líquida, Paidós, 2006. que favorece (y se sostiene sobre) los intereses del consumidor, ninguno de esos ideales conserva su atractivo pasado, ni se ve reforza­do por la experiencia diaria, ni sintoniza con las respuestas aprendi­das, ni conecta con las intuiciones de sentido común adquiridas. De ahí que se tienda a reemplazar esos ideales por los valores de la gratifica­ción instantánea y de la felicidad individual. A medida que la sociedad moderna líquida y su consumismo en­démico avanzan, los mártires y los héroes se hallan en franca retirada. Hoy encuentran su último refugio entre aquellos pueblos que todavía libran lo que a muchos habitantes del planeta (quizás, a la mayoría de ellos) se les antoja una guerra contra todo pronóstico de victoria y que ya tienen perdida de antemano; una guerra contra las formidables po­tencias financieras y militares globales que asedian los escasos territo­rios vírgenes que aún quedan con el fin de implantar su forma de “vida nueva” dondequiera que vayan (un modo de vida que, para quienes lo reciben, augura el fin de la vida que habían conocido has­ta entonces y, quizás, incluso el fin de la vida en general). A los más desesperanzados y desesperados de los asediados les quedan pocas opciones salvo recurrir al argumento definitivo: el sa­crificio voluntario de su propia vida con la esperanza de dar testimo­nio (por trágicamente retorcido que sea) del valor del modo de vida que se les ha hecho imposible vivir y que está a punto de serles nega­do para siempre. Para ellos, una muerte dignificada de ese modo se les antoja la última oportunidad de alcanzar una dignidad que ya les ha sido arrebatada en vida. Esas personas son material maleable en ma­nos de hábiles y astutos manipuladores, crueles y despiadados. Es de esas filas de donde se recluta a los terroristas de la actualidad. Son mu­tantes deplorablemente distorsionados de los mártires de la vieja es­cuela, sobre los que también se ha injertado una imitación igualmente deformada de los héroes de antaño. Los mártires de tiempos pretéritos estaban preparados para sufrir, pero no para hacer que otros sufrieran, puesto que la eficacia del mar­tirio voluntario estribaba en la prueba que con él se pretendía ofrecer de la valía inmortal de la creencia en cuya defensa aquellos mártires se inmolaban; el “heroísmo”, por su parte, solía medirse por el número de enemigos que el suicidio del héroe lograba destruir. Los mártires de la fe no eran héroes y los héroes de las guerras nacionales habrían re­chazado la etiqueta de mártires por la ineficacia de la muerte de éstos (una ineficacia que tanto los héroes como sus panegiristas habrían ta­chado de lamentable). Pero por virtuosos que los mártires y los héro­es reivindiquen ser o sean reivindicados como tales por otros en sus respectivos y distintos términos, la combinación de sus cualidades produce una mezcla incongruente y ciertamente satánica… La sociedad moderna liquida de consumo convierte las hazañas de los mártires, los héroes y todas las versiones híbridas de unos y otros en hechos sencillamente incomprensibles e irracionales y, por consi­guiente, atroces y repulsivos. Esa sociedad promete la felicidad fácil, alcanzable por medios nada heroicos y que, por tanto, debería estar –tentadora y gratificadora– al alcance de todo el mundo (o, mejor dicho, de todos los consumidores). El martirio y, en general, toda cla­se de sufrimiento “por una causa”, es ahora re‑presentado como el re­sultado de la fechoría de otra persona o como un caso que sólo puede explicarse como una acción dolosa premeditada de los actores (en cuyo caso, los culpables deben ser hallados y castigados) o como un fallo psicológico (en cuyo caso, deberían ser sometidos a terapia con la esperanza de que se curen algún día). A diferencia de otros tipos pa­sados y presentes de sociedad, la que aquí nos ocupa puede ser ade­cuadamente descrita sin necesidad de recurrir a las categorías del “martirio” y el “heroísmo”, pero necesita, eso sí, de dos categorías re­lativamente nuevas que esta misma sociedad ha situado en el centro de la atención pública: las de la víctima y el famoso (o la celebridad). / 23 ensayo 2da. quincena de febrero 2012 Contrato intercultural Crisis y refundación de la Educación Teológica Matthias Preiswerk* El libro revisita tanto a la teología como a la pedagogía latinoamericanas a partir de sus dos productos más significativos: la Teología de la liberación y la Educación Popular. P or más de treinta años, a lo largo y ancho de América latina, el autor de este ensayo se ha consagrado a las formas más variadas de Educación Teológica: desde la educación religiosa en colegios hasta la formación teológica de pastores, pasando por la Educación Popular. Su reflexión teórica ha estado articulada siempre con la construcción de diferentes espacios e instancias educativas: un programa de formación cristiana no confesional para los colegios metodistas de Bolivia y de la región; el Centro de Teología Popular (cpt) como espacio de reflexión y de formación destinado a agentes de pastoral comprometidos con sectores populares; el Instituto Superior Ecuménico Andino de Teología (iseat); los Servicios Pedagógicos y Teológicos (spt): consultora latinoamericana que apoya a diferentes facultades y seminarios teológicos evangélicos, pentecostales y católicos. Este libro es un ensayo sobre el presente y el futuro de la Educación Teológica en América Latina y el Caribe. Va más allá de los enfoques parciales y artículos sueltos publicados hasta ahora. Parte de experiencias eclesiales diversas y de estudios de caso, los profundiza en clave contextual e interdisciplinaria: tanto teológica como pedagógicamente; busca nuevos derroteros para salir de la crisis. La Educación Teológica en las iglesias más históricas se ha reducido a una formación elitista (reservada a universitarios) o meramente eclesial (restringida a futuros pastores o clérigos). En las iglesias emergentes, representa una amenaza o se la reduce a técnicas para el entrenamiento de líderes y el crecimiento numérico de las comunidades. Entre esas inserciones eclesiales se presenta la siguiente paradoja: a mayor formación teológica más crisis de la Iglesia (como en la iglesia católica y las protestantes históricas) mientras que a menos fundamentos y programas educativos teológicos, mayor crecimiento de la membresía (como en muchas iglesias emergentes pentecostales o neopentecostales). En las multiculturales sociedades latinoamericanas, la Educación Teológica sigue expresándose de manera monocultural y muchas veces colonial. Su discurso está poco articulado con las preocupaciones de los creyentes y resulta poco relevante para los movimientos sociales. Las mismas iglesias cuestionan su pertinencia. El libro evidencia una profunda crisis de los actores, de las instituciones y de los métodos de la Educación Teológica, crisis paralela a la de la teología latinoamericana y a cierto agotamiento de la Teología de la liberación. La arquitectura del libro es concéntrica. Dos fuentes principales y complementarias constituyen su corazón: una práctica y experiencial, otra netamente teórica. Por una parte el Instituto Superior Ecuménico Andino de Teología, una experiencia de Educación Teológica boliviana en la que confluyen actores muy diversos por sus orígenes culturales, eclesiásticos, socio-económicos, de género, edad, etc. Por otra parte el paradigma intercultural, nudo y matriz teórica que permite dar cuenta de la diversidad cultural-religiosa y luchar contra la desigualdad socio-económica que caracteriza a las sociedades y a las iglesias en América Latina. Previamente los dos primeros capítulos documentan y analizan la crisis mediante un Mapa de la Educación Teológica realmente existente y con una perspectiva educativa basada en la responsabilidad que tiene cualquier creyente de reflexionar críticamente sobre la fe y de comunicarla, es decir de ser un educador teológico. A partir del paradigma intercultural y para superar la crisis se propone dos agendas de trabajo y se revisita tanto a la teología como a la pedagogía latinoamericanas a partir de sus dos productos más significativos: la Teología de la liberación y la Educación Popular. En ambos casos se asume sus logros y, a la vez, se cuestiona sus limitaciones, en particular la dificultad que tuvieron por salir de los parámetros y matrices culturales occidentales. La refundación de la Educación Teológica exige, entre muchas otras cosas, que se tome en serio las necesidades y las demandas de formación de todas y todos los actores involucrados: estudiantes, iglesias, docentes e instituciones educativas, movimientos culturales, organizaciones sociales, etc. Para ello se propone al final unas pistas estratégicas de refundación intercultural: insumos interactivos que no deben confundirse con recetas. Este ensayo, tensionado siempre entre la teoría y la práctica, representa, en perspectiva crítica, una especie de autobiografía teológica y pedagógica del autor. En el prólogo al libro, Raúl Fornet-Betancourt escribe: La historia particular de la teología es una historia de trans­formaciones, de reajustes teóricos y prácticos, de innovaciones y restauraciones, de litigios entre formas que se disputan el derecho a la paradigmatización de la enseñanza e investigación. De esta historia de las transformaciones de la teología forma parte, a mi modo de ver, el presente libro de Matthias Preiswerk. Esta­mos ante un libro que abre una ventana al futuro de la teología. En la cuestión del refundar la educa­ción teológica vemos la decidida apuesta del autor por el espíritu innovador, profético y liberador que anima al paradigma intercultural, al señalar con pistas concretas para el pensamiento y la acción que la interculturalidad es el “método” para la refundación de la educa­ ción teológica en el contexto del actual protagonismo de la diversidad. * Texto leído por el autor en la presentación del libro. Edición: noviembre 2011, 464 pp. Coeditores: Plural (La Paz), clai/Sinodal (Quito y Sao Leopoldo), Visión Mundial (San José de Costa Rica), Universidad Carlos iii (Madrid). 24 / cultura 2da. quincena de febrero 2012 En ocasión de un centenario Nueva Crónica de la Plaza 24 de Septiembre Jorge Luna Ortuño* En los últimos días mis siestas vespertinas se han visto afectadas por el insomnio a causa de una preocupación: se acerca el número 100 del quincenario Nueva Crónica, me han pedido que escriba para la ocasión, y no tengo la menor idea de qué voy a decir... E stoy sentado en una banqueta de la plaza 24 de Septiembre de Santa Cruz, la más bella del país, y un aire de relajación y aletargamiento parece atravesarnos a todos los que hemos coincidido en este espacio. Toda plaza principal debería mostrarles a los visitantes, como en una panorámica, cuál es el estado de ánimo de la ciudad y de los lugareños. Así sucede con la plaza cruceña. La percepción que se tiene de Santa Cruz en el interior es básicamente la de una ciudad peligrosa –que está aquejada por la inseguridad ciudadana y engalanada por sus voluptuosas mujeres– a la que es conveniente emigrar en busca del “sueño camba”. Pero si se podría pintar su otra cara, su faceta más embriagadora y relajante, tendría que ser refiriéndose a la enorme Plaza 24 de Septiembre, un lugar de paso, pero también de reposo, de socialización, de encuentro, de chequeo, donde uno puede empujarse unos jugos de coco o de copoazú mientras se sacude las malas posturas del cuerpo a la salida del trabajo. Es posible que Santa Cruz como ciudad no sea la más linda pero lo que es espectacular en ella es su estado de ánimo descontraído, la onda relajada que transmiten sus habitantes, favorecidos por las libertades que concede el clima tan distinto al de las tierras altiplánicas. La plaza es relajante por su frondosa vegetación, sus amplios espacios, pero principalmente porque en ella no caben los formalismos ni las imposiciones. Habría que contrastar esta plaza con la Plaza Murillo de La Paz, que es justamente lo opuesto, dado su aire más solemne, su formalidad, su aire cívico artificial, que hace de su visita una cuestión más turística; basta con divisar a los guardias parados en una vereda al frente, imponiendo una presencia autoritaria y unas caras con muecas en el horizonte; basta con estar a la hora del medio día, cuando los transeúntes deben estacionarse en sus lugares para entonar el himno nacional. Todas estas señas establecen claras diferencias. La Plaza Murillo es la plaza referente de La Paz, justamente por su experiencia comprimida, y no le hace mucho bien que al frente se encuentre el edificio donde senadores y diputados maquinan sus movidas y sus retardos. La tarde se pasa y no me llega ni una pinche idea a la cabeza, el artículo de NC 100 se me escurre entre los dedos. Esto no quita el hecho de que en esta ciudad existe una enorme cantidad de gatos y pollos. Se me ocurre que si Nueva York ha sido bautizada como “La gran manzana”, Santa Cruz debería llamarse “La gran cebolla”. Esto no es nada más que una imagen: Santa Cruz está planificada en anillos y cada anillo es como la capa de una cebolla. Siendo una ciudad circular, y dado que el pensamiento tiene una cualidad temporal y otra espacial, la manera de pensar de los lugareños es también circular. Me da la sensación de que Santa Cruz es una ciudad sin centro, o al menos una ciudad en la que la idea de centro es bastante prescindible. Los efectos de una mentalidad de este tipo se observan en el cotidiano a la hora de ubicarse en las calles, pues no importa el punto donde uno se encuentre, siempre deberá buscar su lugar de referencia no respecto del centro, sino del anillo que transita, y de dónde puede llegar si cruza de un anillo al otro, o si recorre todo el anillo hasta el otro lado. Por toda esta organización geográfica interna, es muy difícil para los cruceños concebir la idea de un centro en la forma de Estado, y menos aun que deba ser escuchado cuando pretende interferir en el desarrollo normal de sus formas de vivir. El Estado es una instancia que por naturaleza quiere monopolizar el poder, lo centraliza –con autonomías y todo incluidas–, y para los que viven sin noción de centro, el Estado sólo puede ser aceptado mientras no interfiera con su forma de vivir y de progresar. Después de todo, como lo ha hecho notar el periódico El Deber en editoriales pasadas, Santa Cruz no ha necesitado de la ayuda del gobierno para progresar tanto en sólo 25 años y convertirse en un motor de desarrollo para todo el país, así que lo menos que se esperaría del Estado Plurinacional es que no la estorbe ahora que tiene los motores a toda marcha. (Actualmente ocupa el lugar número 14 entre las ciudades de más rápido crecimiento en el mundo). La Plaza 24 de Septiembre no es un lugar al que se llegue por obligación, ni porque quede al paso en las rutas de todos los días, ya que en esta ciudad se pueden hacer todas las diligencias sin poner un pie en el centro. A esta plaza uno va simplemente porque le da la gana. Apostado en una de sus banquetas, se verá pasar a las mujeres más bellas, algunas vestidas con soleras y minifaldas, y otras ataviadas con elegantes vestidos de la región, que hacen respirar el aire de una época pasada. Desde luego que pululan también por ahí los niños y sus risas, los ancianos, las familias numerosas y las caras solitarias, así como gentes de todas las edades. Pero todo es tranquilidad. Dos de sus calles están cerradas, a manera de paseos peatonales, y ninguno de los micros del transporte público puede entrar hasta la plaza, además de que es muy raro que se vea invadida por marchistas o bloqueadores, de modo que cuando uno se interna en este aposento público tiene la garantía de que encontrará tranquilidad. Incluso los ocasionales huelguistas que se apostan en el lado de la calle Ayacucho no interfieren con la vida de la Plaza, todos ellos tienen una manera bastante más considerada de manifestar su protesta. La plaza es completinga, está muy bien lograda, pero la ciudad en la mayoría de sus zonas está desarrollada sólo a la mitad, es decir, a un lado de la avenida. Es curioso observar cómo se edifican centros comerciales lujosos, bancos y plazas de comida, en un lado, pero al frente se mantienen las construcciones al borde del derrumbe, karaokes, boliches y restaurants de muy mal aspecto, todavía en medio de la tierra, y la gente se congrega según su bolsillo en uno de los frentes. (Ej: la intersección de la Av. Bush y el tercer anillo). El panorama que ofrecen gran parte del tercer, cuarto y quinto anillo es muy poco atractivo (más allá ni hablar). Las viviendas se construyen sobre las radiales, ahí es donde se agazapan las zonas residenciales. Se pasó la hora de la siesta, es hora de salir de la plaza y volver a la pista rápida. En un kiosko de la esquina me encuentro con el número 99 de Nueva Crónica. Luis Zilvetti es el artista invitado. Quizás podría escribir sobre una de las principales distinciones que ha tenido la revista, que ha sido incluir imágenes de la obra de un artista invitado. Pero si la sección de cultura de cualquier periódico es muy poco leída en La Paz y Cochabamba, en Santa Cruz es todavía peor. Aquí el imaginario visual de la ciudad lo dibujan las Magníficas. De todos modos gracias a los esfuerzos de María Fernanda Quiroga, en esta ciudad la revista se ha difundido mucho más. Aquí El Deber es la ley, a su lado todo el resto son publicaciones menores. Nueva Crónica tendría que incluir separatas con imágenes de bellas modelos para lograr mayor atención en Santa Cruz, pero no va en su línea, además de que suficiente despelote ya escenifican los personajes políticos de nuestro país, los cuales reciben toda la atención en esta publicación. Son cuatro años en los que sigo de cerca a Nueva Crónica, ha llegado a su número 100, y es por tanto oficialmente algo más que una casualidad. Desde este paraíso tropical felicito a todos los que hacen posible su publicación, desde la sala de edición hasta la imprenta, y agradezco a mi amigo José Antonio Quiroga por haberme dado el beneficio de la duda uno de esos meses allá por el 2008. * Editor, periodista. / 25 vecindario 2da. quincena de febrero 2012 Venezuela, hacia la victoria decisiva Fernando Mires* Autocracia o democracia es el dilema que deberá resolver el pueblo venezolano en las jornadas que culminarán en octubre de 2012. Ese dilema dará la pauta, marcará las diferencias y otorgará sentido a la confrontación final. L as primarias del 12 de febrero que dieron como vencedor indiscutido a Henrique Capriles Radonski constituyen sólo la primera fase de un largo trayecto político. La segunda será derrotar electoralmente a la autocracia militarista. La tercera, la reconstrucción política de la nación. La primera fase fue muy importante. La segunda, la que ha comenzado el mismo 12 de febrero, será la decisiva. La tercera, en cambio, será la más difícil. Pero para eso falta caminar algunos pasos. Lo más destacable en esta hora es que la oposición democrática venezolana ha resuelto en la primera fase una serie de problemas fundamentales de los cuales, entre varios, cabe mencionar los siguientes: el problema de la unidad, el de la candidatura oficial, el de la hegemonía y el del liderazgo. Comencemos por el de la unidad. Pues no hace mucho tiempo el tema de la unidad parecía imposible de ser resuelto. El motivo es más que obvio: el arco de la oposición, al ser democrático, es también pluralista, a diferencia de lo que ocurre al interior del chavismo donde las diferencias están prohibidas y son penadas. En el arco democrático se encuentran partidos y organizaciones muy diferentes. No sólo una derecha, un centro y una izquierda –es decir, el esquema clásico– tiene allí cabida. Hay que contar también con partidos y líderes emergentes quienes de acuerdo a la tónica de los nuevos tiempos trascienden la geometría simple de la política moderna. La mud coordina y orienta a las fuerzas de la tradición y a las de la innovación a la vez. Los clásicos copei y ad están ahí, pero subordinados a la irrupción de nuevos partidos como Primero Justicia, Nuevo Tiempo, Voluntad Popular, Proyecto Venezuela, Podemos, Patria para Todos, y otros que representan el nuevo perfil político de la nación. Pero no sólo se trata de nuevos partidos. Hay también nuevos rostros. Capriles y los candidatos que lo secundaron son jóvenes de edad y de ideas. No fue entonces mérito menor de las primarias haber dado a conocer a una nueva generación política, a una que pasará a la historia con el mismo brillo de aquella que lideró el tan recordado Rómulo Betancourt. La hueste chavista seguirá, por cierto, intentando caricaturizar a la oposición como a “la derecha”, calificándose a sí misma como la “izquierda”. Pero cualquier venezolano medianamente informado sabe que esa es una gran mentira. Chávez representa los moldes políticos más tradicionales y reaccionarios de América Latina; a la demagogia del caudillismo estatista, oligárquico y rural; a una burocracia corrupta formada en largos mandatos, tan similar a la del pri mexicano. Y por si fuera poco, Chávez es el último exponente del militarismo decimonónico. En suma, el centralismo en contra de la diversidad, la fuerza en contra de la razón, el poder omnímodo y vertical en contra de la pluralidad, son partes del dilema central venezolano. Y ese dilema es uno solo: Autocracia o democracia. Autocracia o democracia es el dilema que deberá resolver el pueblo venezolano en las jornadas que culminarán en octubre de 2012. Ese dilema dará la pauta, marcará las diferencias y otorgará sentido a la confrontación final. En octubre, Venezuela vivirá uno de los momentos políticos más dramáticos de su historia. Todo el mundo estará pendiente, ahí se jugará el todo por el todo, la lucha será existencial. Y eso hará más difícil la posibilidad –por cierto, siempre real– de un fraude de proporciones. También la de un golpe militar. Frente a la autocracia militarista ha emergido la unidad de la oposición: Una verdadera obra de arte. Egoísmos partidarios, liderazgos artificiales, ambiciones personales fueron dejados de lado para realizar unas primarias ejemplares en las cuales gran parte del pueblo democrático, haciendo uso de su soberanía, eligió a su candidato y líder: Henrique Capriles Radonski. Candidato y líder. No hay que olvidarlo. Candidato, porque ha sido elegido por la mayoría de la oposición. Líder, porque de ahora en adelante Capriles representará a la unidad democrática más allá de sus diferencias y tonalidades. Henrique Capriles será el representante de la oposición. No de su ideología, no de su región, no de su partido. ¿Quién iba a pensarlo? La por Chávez llamada oposición “escuálida” ha terminado por convertirse en la más robusta y unida de toda América Latina. Porque si hay una crisis continental, esa podría llamarse “crisis de las oposiciones”. La oposición chilena da pena, la argentina da risa. Pepe Mujica gobierna con una ideología de izquierda pero con el programa de la derecha. A la inversa, Juan Manuel Santos gobierna con el programa de la izquierda pero con una ideología de derecha. Dilma Rousseff, pese a la corrupción inagotable de sus ministros, sube y sube en las encuestas. La de Nicaragua está entrampada. En Bolivia es apenas regional. En Ecuador vive aplastada por su propio peso. La de Perú está perpleja. Sólo en Venezuela emerge una oposición como verdadera alternativa de poder. En parte hay que agradecérselo a la constancia de los demócratas venezolanos. Aún en los peores momentos han sabido mantener su altivo 40%. Y lo más probable es que esa cifra seguirá ascendiendo. Pero por otra parte, hay que agradecérselo a Chávez. Con su agresividad, su odio inmaculado, y su malvada política internacional (alianza con todos los dictadores del mundo) Chávez ha logrado unir en contra suya a la mitad o más de la ciudadanía política. Chávez, lo he dicho otras veces, es el líder negativo de la democracia venezolana. Entre la crisis política que permitió su ascenso al poder y la crisis social y política que él mismo ha creado, Chávez será recordado como el exponente de un largo periodo de transición entre dos democracias: una muy débil y otra muy fuerte. La suerte ya está echada. La línea hegemónica de la oposición, también. Los electores de las primarias al votar por Henrique Capriles, lo hicieron, además, por una línea hegemónica. En efecto, Capriles representa tres dimensiones políticas. La primera, la de unir la lucha por las libertades con un proyecto social incluyente, penetrando así en el campo tradicional del chavismo. La segunda, busca atraer hacia la oposición a los sectores indecisos. La tercera, representa la idea de la reconciliación nacional. De acuerdo a las tres dimensiones mencionadas, Capriles cumple con la condición diseñada por Teodoro Petkoff en uno de sus programas televisivos: “El candidato deberá ser todo lo contrario a Chávez”. Esa fue precisamente una de las razones por las cuales Capriles fue elegido. De todos los candidatos fue el más diferente a Chávez. De ahí que el pueblo venezolano será llamado a votar no sólo entre dos políticos sino entre dos modos de hacer política. Allí donde Chávez divide, Capriles une. Allí donde­ Chávez insulta, Capriles dialoga. Allí donde Chávez grita, Capriles discute. Allí donde Chávez recurre a mitos, Capriles usa la razón. Allí donde Chávez promete, Capriles trabaja. Allí donde Chávez mandonea, Capriles consulta. No puede haber en verdad dos personalidades políticas más diferentes, reflejos al fin de la diferencia radical entre las opciones que cada uno representa. En ese sentido se puede decir que los electores que votaron por Capriles no sólo lo hicieron con el corazón sino también con la mente. No obstante, si bien la línea que representa Capriles será hegemónica, eso no puede significar que las que representaron los otros candidatos perderán su valor y sentido. Todo lo contrario. A diferencia de la candidatura chavista, cuya partitura fue compuesta para un solista, la de la oposición es polifónica. Capriles será el candidato a “pre-sidente” que en rigor quiere decir “el que se sienta adelante”. Los que fueron candidatos en las primarias serán, en cambio, los que se sientan un poco más atrás. Eso significa que en la polifonía de la campaña presidencial, la voz popular de Pablo Pérez, la voz valiente de María Corina Machado, la voz solidaria de Leopoldo López, deberán seguir siendo escuchadas, cada una en su tono, cada una en su estilo. Las primarias demostraron, en efecto, que Capriles es un líder entre líderes, la voz predominante en un conjunto polifónico, como es y ha sido siempre el discurso de la democracia. Más aún, en la generosa producción de líderes opositores que vive Venezuela, hay algunos que no fueron candidatos y que en la campaña presidencial deberán jugar un rol tan importante como el de quienes lo fueron. Para no extenderme, nombraré sólo a dos muy distintos: Antonio Ledezma, representante de lo mejor de la tradición política venezolana, y Henri Falcón, cuyo mensaje, dirigido en parte al chavismo constitucional, podrá sumar las voluntades que se necesitan para alcanzar la última fase, la que, reitero, será la más difícil de todas: la de la reconstrucción política de la nación. * Escritor chileno. Universidad de Oldemburg. 26 / ocho y medio 2da. quincena de febrero 2012 Manifiesto: Huyendo de la sala al living Mauricio Souza Crespo* La pregunta importante, para mí, es esta: si, con un poco de esfuerzo, podemos o podremos ver películas en casa con la misma calidad de imagen y sonido que en las salas, ¿para que ir a las salas? U no: Hace unos días, un crítico norteamericano narraba lo siguiente: un tour por una serie de multisalas en Nueva York. En una de ellas, en la oficina de administración, el crítico vio una lata de película en celuloide de 35 mm., colgada en la pared, como si fuera reliquia o trofeo de un pasado distante y muerto. Dos: La escritura sobre cine vive hoy contra la pared de uno de esos saltos tecnológicos o productivos que suelen azotar al “séptimo arte” con relativa frecuencia histórica. Recuérdense algunos: el paso del silente al sonoro, del blanco y negro al color, o la aparición de las primeras superproducciones (que arruinaron al cine gringo) o de las imágenes generadas en computadora (CGI). Hoy, nos toca acostumbrarnos a la muerte de lo analógico y el creciente monopolio del soporte y proyección digitales. Una posible respuesta a mi agitación podría ser, me imagino, esta: “¿y qué si el cine abandona el celuloide y se entrega a lo digital? No es el fin del mundo”. Pero los que respondan así se equivocan: es el fin del mundo, al menos de “un” mundo de duró 115 años. Tres: Los proyectores digitales son caros (cuestan el triple que uno analógico), pero con ellos se ahorra dinero en la fabricación de copias y su distribución. Su calidad de imagen seguramente irá mejorando con los años, aunque todavía la forma dominante de proyección digital es el “estándar 2K” (2048×1556 de resolución). Habría que comparar esta calidad de imagen con la mucho mayor (calculada) de una copia en 35 mm.: 5380 x 3620. Pero estas detalles técnicos no vienen al caso: sabemos, así sea intuitivamente, que la textura o riqueza visual de lo analógico era la que a tantos nos mantenía regresando a las salas. La pregunta importante, para mí, es otra: si, con un poco de esfuerzo, podemos o podremos ver películas en casa con la misma calidad de imagen y sonido que en las salas, ¿para que ir a las salas? Cuatro: Sé que la experiencia de la sala es indisociable del cine. Ver cine es también entregarse a un lugar separado del mundo, a oscuras, rodeados de extraños, frente a una pantalla inmensa, absortos ante imágenes y sonidos que no podemos interrumpir para ir al baño o servirnos un vaso de leche en la cocina. Pero a mí esta mística hace rato que no me convence, porque ir a una sala es también, aquí, soportar a gente que charla y comenta la película en voz alta, contesta sus celulares, come y tira comida. Pese a sus distracciones, mi casa –incluso con sus 4 perros y 5 gatos– permite una mayor concentración. A esta comodidad se le añade otra: en casa puedo elegir qué ver y cómo. Cinco: La tecnología digital, paradójicamente, es la que también nos permite ver hoy mucho más cine que en cualquier otro momento de la historia del cine. Y ésta es una accesibilidad que determina la escritura sobre películas. O sea: el desplazamiento del cine de las salas a los livings es también el de la crítica. Hoy, pese a frecuentes gritos de alarma, la internet no sólo abre puertas a todo el cine (piratería mediante) sino a casi todo lo que se escribe sobre cine. Es cierto que se publica digitalmente mucha basura, pero entre la basura no es poco lo digno de leerse. De hecho, quizá la mejor escritura sobre cine no circule en revistas, periódicos o libros sino en blogs. (En inglés, para dar un ejemplo, más allá de revistas especializadas –que las hay– es difícil igualar los sabrosos textos publicados en academichack.net, selfstyledsiren.blogspot. com y acidemic.blogspot.com; o, si se quiere algo más académico, en filmref.com, notcoming.com y diagonalthoughts.com). Seis: Resumiendo: no sólo podemos ver todo en casa sino que nos es dado leer mucho sobre cine. Que mi caso sirva de ilustración: leo rutinariamente cinco o seis reseñas críticas de una película antes de verla. Y, con frecuencia, leo reseñas de películas que nunca veré, simplemente porque no tengo el tiempo o no quiero hacerlo. Mucha gente censura esta costumbre (leer antes de ver) con cierto nerviosismo o cautela, como si las palabras contaminaran las imágenes. Yo no. Siete: ¿Cuáles serían las posibles buenas razones para leer textos sobre cine, incluso antes de (o sin) ver las películas? Se me ocurren algunas razones: a) Porque pocas artes generan tantos disensos y fructíferos encontrones textuales: las obras maestras de algunos son la basura de otros y leer ese concierto barroco y cacofónico, lejos de arruinar el disfrute o entendimiento de una película, lo enriquece, confunde y vuelve ambiguo; b) porque es útil tener una idea previa de, por ejemplo, la trama de la película (de la que se cuenta una partecita en las reseñas), porque así al verla nos concentramos en otras cosas. Nos acercamos a las películas como si fueran Don Quijote o Romeo y Julieta: el hecho de que siempre ya sepamos de que se tratan (y hasta en qué terminan) nunca ha arruinado el disfrute de nadie. c) Porque los mejores críticos son grandes escritores. Ocho: En general, creo que hay tres tipos de lectores de reseñas de cine: a) Los que las leen para saber qué podrían (o deberían) ver. b) Los que las leen para comparar sus propias opiniones con las del crítico o crítica (o para despotricar contra ellas). c) Los que las leen sin sentir ninguna necesidad de ver la película. Reivindico ese tercer tipo de lectura: basta frecuentar los textos de críticos como Anthony Lane o J. Hoberman para caer en cuenta que, a veces, la escritura sobre cine es más interesante que el cine. Y medio: Entiendo, por otra parte, que los tres tipos de lector que menciono son minoritarios y están perdidos en la inmensidad no lectora. En Bolivia, como en tantas partes, los que leen crítica de cine son cuatro gatos. Y esos cuatro (o cinco) gatos suelen ser los menos interesados en los estrenos comerciales, justo esas películas que, lamentablemente, los pocos reseñadores en ejercicio “tienen” que reseñar. Porque las reglas, más o menos entredichas, de este oficio son (o eran) esas: se reseñan estrenos, en sala y en cartelera. ¿Pero qué hacemos si casi todo el cine valioso lo vemos en casa, frente a un televisor? Otra razón para escapar de las salas. O, por lo menos, para tratar de escribir reseñas que tengan algún interés propio, algún pequeño valor más allá de películas que apenas lo tienen. * Periodista y catedrático. / 27 libros 2da. quincena de febrero 2012 La ciudad de los cholos de Ximena Soruco Sologuren Introducción al idioma afroboliviano La revolución antes de la revolución Recuerdos de ayer (1916-1929) Sandro Sessarego Plural editores / Colección Sociedad Laura Gotkowitz Plural editores / Colección Historia Trifonio Delgado Gonzales Plural editores Este es el primer libro escrito en castellano sobre la lengua afroboliviana hablada por los descendientes de los esclavos llevados a los valles tropicales yungueños del Departamento de La Paz para trabajar en las haciendas de la época colonial. El estudio ofrece una descripción gramatical de dicho idioma e intenta reconstruir su origen a través de un análisis basado en datos históricos y lingüísticos. Se incluye un corpus escrito y oral (cd) de entrevistas con el awicho Manuel Barra, el más anciano de las comunidades afroyungueñas. Con este trabajo se quiere además legitimar la existencia del habla afroyungueña como autónoma e independiente del castellano, con la esperanza de contribuir a que los afrodescendientes reafirmen la conciencia de su lengua. Sandro Sessarego es profesor de lingüística hispánica de la Universidad de Wisconsin, (eeuu). La revolución antes de la revolución reexamina los orígenes, las causas y las significaciones de la revolución de 1952 en Bolivia. Los historiadores han tendido a ver la revolución como el resultado de un conflicto de clase que acompañó la emergencia de organizaciones de campesinos, sindicatos mineros y proyectos políticos reformistas que comenzaron a surgir desde la década de 1930. Este libro propone, en cambio, que la revolución de 1952 hunde sus raíces en las persistentes demandas y levantamientos indígenas por tierra y por justicia que se propagaron en el área rural a lo largo de la primera mitad del siglo xx. Desafiando los juicios más convencionales, este libro destaca el papel clave de las demandas y acciones políticas de los líderes y activistas indígenas a la hora de rediseñar el proyecto militar-populista de las décadas de 1930 y 1940. Esta autobiografía de Trifonio Delgado Gonzales recrea un mundo en puja y ofrece una representación de la cultura minera boliviana a comienzos del siglo xx. Registra, como motor de la historia boliviana, las vicisitudes familiares, comunales y del campamento minero. A través de la reconstrucción autobiográfica de un período específico (1916-1929), se retrata todo un pequeño universo que se adapta a una forma radical de transformación cultural del sentido del tiempo. Como sabemos, el mundo de la mina y la minería fue un escenario, para utilizar la palabrita de moda, ‘globalizado’ avant la lettre. El campamento minero fue la primera experiencia de la descampesinización, del colapso ecológico, del desplazamiento laboral, de la emergencia del conocimiento tecnológico que organiza un capitalismo andino muy peculiar. (Guillermo Delgado). Salud intercultural. Crítica y problematización a partir del contexto boliviano Susana Ramírez Hita ISEAT / A la venta en Librerías Plural El búho de Minerva Algo va mal Rafael Echeverría J.C. Saez editor / A la venta en Librerías Plural Tony Judt Taurus / A la venta en Librerías Plural “Este libro –dice su autora– está escrito con el interés fundamental de generar debate, de propiciar un pensamiento y una actitud crítica, de repensar el concepto de salud intercultural desde la realidad y no desde un exclusivo razonamiento filosófico, de analizar y construir a partir de lo empírico. Desde esta reflexión, planteo la necesidad de cuestionar lo obvio, de pensar más allá de lo evidente, para concebir otro tipo de estrategias alternativas que realmente repercutan en la mejora de la salud y, con ella, en la mejora de la calidad de vida de las diversas poblaciones del país. Salud intercultural es, además, una reflexión sobre la influencia de la globalización en las instituciones locales de salud a partir del ejemplo de la interculturalidad que orienta programas y políticas sociales, sanitarias y educativas en comunidades indígenas”. El objetivo central de este libro –dice su autor– es introducir al lector no especializado en materias filosóficas, en las líneas gruesas de la evolución del pensamiento, desde Descartes hasta nuestros días. El libro ofrece la posibilidad de seguir a través de un hilo conductor la evolución conjunta del pensamiento filosófico moderno y comprender su dinámica interna”. Echeverría sostiene que el mundo occidental ha entrado en una profunda crisis que compromete sus presupuestos básicos, su “paradigma de base”. Es precisamente a partir de esa noción (la de “presupuestos básicos” que organizan un sistema de vida y pensamiento) que Echeverría traza su visión panorámica: desde la “cosmovisión medieval” hasta Wittgenstein, con un par de capítulos finales sobre la “teoría de sistemas” y los “puntos de ruptura del pensamiento moderno”. Del recientemente desaparecido Tony Judt, historiador británico y figura de la intelectualidad socialdemócrata europea, llega este libro casi póstumo (apareció el 2010, el mismo año de su muerte). Del libro, Antonio Muñoz Molina dice que “es una declaración de principios progresistas, una vindicación de la legitimidad de lo público y de lo universal como valores de la izquierda”. El mismo Judt resume así su propuesta: “Hay algo profundamente erróneo en la forma en que vivimos hoy. Me refiero al estilo egoísta de la vida contemporánea –que nos resulta ‘natural’– y la retórica que lo acompaña (una admiración acrítica a los mercados no regulados, el desprecio por el sector público, la ilusión del crecimiento infinito). Hemos convertido en una virtud la búsqueda del beneficio material hasta el punto de que eso es todo lo que da sentido a un propósito colectivo”. Javier Sanjinés C.* E sta investigación es relevante porque visibiliza códigos culturales de raigambre chola que no habían sido suficientemente estudiados hasta ahora. El libro de Soruco describe el ascenso de este significativo sector social a lo largo de los siglos xix y xx, con el propósito de reordenar el discurso sobre las identidades. De este modo, el libro no explora lo cholo desde una vertiente exclusivamente sociológica o histórica, sino que articula diferentes disciplinas bajo una mirada novedosa que cuestiona el modelo de asimilación cultural impuesto “desde arriba”, es decir, desde el poder. El libro de Ximena Soruco es importante porque contiene una mirada novedosa del discurso de las élites letradas, modo de mirar que también “deconstruye” este discurso hegemónico, y que, al “desterritorializarlo”, al observarlo “desde abajo”, desde lo cholo y desde lo indígena, cuestiona el modelo de asimilación cultural impuesto desde el poder. En lo concerniente a la construcción del discurso hegemónico, Soruco analiza nuestra narrativa identitaria (ensayos y novelas relacionadas con nuestra historia de vida como nación) como construcción no sólo del “antimestizaje”, término que Brooke Larson acuñó para referirse a la estrecha relación entre el liberalismo y el discurso darwinista de limpieza racial, sino también del “mestizaje”, es decir, de la asimilación del indígena a un proyecto mestizo de construcción nacional. Ligada al “capitalismo de imprenta” estudiado por Benedict Anderson en su influyente análisis de la “comunidad imaginada”, esta narrativa se escribió fundamentalmente en la primera mitad del siglo pasado. Dos aspectos se destacan de la investigación de Ximena Soruco: en primer lugar, que esta producción “letrada” no se caracteriza por ser una interpretación histórica propiamente dicha, sino una construcción sui generis de campos metafórico-simbólicos que pretendían orientar el orden social establecido. Involucrados en la construcción de la nación, los letrados de la época tuvieron la capacidad de representar lo público sin ser propiamente historiadores, sociólogos o cientistas sociales. Se trataba, más bien, de “hombres de letras” que estaban “en relación simbólica con el tiempo en que les tocó vivir”, como bien dijo Edward Said a propósito de este tipo de escritores. * Escritor y académico. 28 / 2da. quincena de febrero 2012 La otra orilla Lorgio Vaca, artista invitado Carta inédita: la descomposición del MNR Quiero reflexionar pero me sale un canto la mano amiga y el corazón ardiente de mi hermano Isaac, muerto prematuramente. René Zavaleta Mercado (1937-1984) Señor D. Mariano Baptista, Caracas. Querido Mariano: (…) El problema que irá definiendo cada vez más a las fuerzas políticas del país es la marcha hacia la industria pesada. No hay manera de hacer entender al Gobierno que hay un desarrollo que libera y un desarrollo que no libera. (…) Estos reformistas de corazón agrario postulan una política más o menos dadivosa de aumento del consumo, en sus ramas miserables, pero nada de una economía de independencia. Entonces naturalmente se multiplican esos renglones que tú mencionas (cloacas y hospitales, escuelitas). (…) De ahí se desprende también la fe absolutista en la colonización interna, en el área de Santa Cruz, etc. como si la concentración de la población fuera en sí un mal, gastando (mal) enormísimos recursos en empresas no menos enormes y poco rentables. Eligen para Bolivia el destino de una mediocridad más o menos feliz, se niegan de principio a toda grandeza y por ahí se asocia la pobreza de una clase media de cabeza birlocha a la negación desde el principio a marchar hacia una industria pesada. Se reduce así: más arroz, más azúcar, más cigarrillos, pero no política de energía, no hornos de fundición (hasta Nigeria los tiene), no industria química. La monoproducción es un mal pero ser país de minerales no y si no preguntemos por el porvenir del Paraguay u otro cualquiera paisillo agrícola. (…) La Argentina tiene industria liviana y un buen nivel de consumo pero es una excelente semicolonia gorda. (…) Por lo demás, diez años después (1952-1962), no podemos hacernos ilusiones respecto a los grupos sociales que pueden componer una izquierda. Este es un campesinado que es dueño de su tierra y en la medida que reciba más de su tierra será más parecido a ciertos campesinados reaccio- narios de Europa. Porque son pobres son todavía revolucionarios, provisionalmente, corrompida su fuerza desde arriba y abajo. (…) No se puede tampoco hablar de un proletariado mucho más consistente. Los fabriles son tan pocos que recibe la continua influencia disociadora de los mitos, supersticiones y leyendas de las clases medias urbanas. El lumpen es enormísimo y nadie sabe para quién trabaja ni a qué lado dispara. Lo que llamamos “proletarios”, son excrecencias de la clase media, como los gremiales, asistentes a talleres artesanales dignos de la que Cohen y los católicos llaman la “gran claridad de la Edad Media” y hasta los mineros tienen ahora la acción de desclasamiento que está a cargo de los muchísimos “supernumerarios” cuya característica dentro del rol de las clases sociales es no trabajar, mirar a los despreciables de interior mina. Las clases medias de Bolivia son las más ignorantes, racistas y antinacionales del continente. ¿Habrá peor panorama en parte alguna? Pero, por lo demás, por lo mismo que las clases no están aquí definidas, en un sentido moderno su dinámica suele ser espectacular, su sensibilidad es menos rígida que en otras partes, el heroísmo puede ser aquí todavía un personaje. El heroísmo, a su vez, es el terror que está dispuesto a morir. Yo también elijo, como tú, el “segundo camino”, la “acumulación del ahorro interno” (porque) el mundo ha cambiado: los países que quieren ir al socialismo no necesitan hoy de esos rigores (…) porque hay un equilibrio de escupitajos que podemos usar. Sin embargo, así como no debemos elegir el terror, no es necesario descartarlo porque sí. Lo que precipitó la lucha de clases en Bolivia fue el terror de la masacre de Catavi y los fusilamientos de la Radepa. Antes, la cosa no iba en serio (…). Es necesario advertir que estos diez años nos han corrompido tanto como enseñado. El MNR, incluyendo ciertamente a los jóvenes, es el sueño de los comanduleros, el paraíso hostil de los puesteros. Nadie pierde la ocasión de hacer trampa (…). Saluda a los tuyos y recibe un fuerte abrazo… René Carta inédita de René Zavaleta Mercado a Mariano Baptista Gumucio, en mimeo sobre papel membretado de la H. Cámara de Diputados. Mi hermano Isaac no se llamaba Isaac. Fue un niño que apenas caminaba cuando fue recogido de los escombros humeantes de su aldea donde pereció asesinada su familia y su mundo guaraní. N uestros abuelos inventaron las señas, las señas en el cuerpo, las señas con la música del viento Y dejaron temblando en el horizonte los colores del cielo mientras celebraban y bailaban Dieron vida al barro y crearon y guardaron en la tierra el libro de todas las sabidurías. Está allí el mandato que hemos recibido los bolivianos de hoy. Venían de todas las direcciones pero la tierra, el agua, el sol y los vientos los amasaron juntos en el monte, en el llano y en las altas quebradas. Amaranto y ajonjolí, quinua y yuca, plátano y maní son, junto con el maíz, el aglutinante de sus construcciones, que elaboraron danzando al compás del viento y los latidos del universo creando amor y gozo para los sentidos. Ahora yo trabajo con ustedes para devolver el color a los paisajes y proclamar esas viejas sabidurías que palpitan todavía en lo hondo de nuestros corazones. No necesitamos mucho más que nuestras manos y los colores y formas de la naturaleza para levantar de nuevo el vasto y glorioso monumento perdido. A través de los años he recorrido muchos caminos y encontrado en todos ellos No sabía su nombre o nos lo dijo y nunca lo entendimos pero cuando creció todo en él denotaba su pasado oscuro y resplandeciente vigoroso sabio tierno y bondadoso. Su recuerdo poderoso me sostiene. Siento el viento norte sobre las copas de los árboles y se puebla el cielo de mariposas amarillas y temblorosas hojas. Se obscurece el cielo y rompe el horizonte el cuchillazo luminoso de los truenos se abren sedientas las gargantas de la tierra y viene el agua a fecundar los sentidos y la vida. La paz discurre junto al agua, por todos los senderos y comienza a henchirse la vida una vez más sobre la tierra Quiero reflexionar pero me sale un canto. Mostrar el camino recorrido pero otros miles de horizontes se ofrecen a mi vista. Quiero recapitular pero nuevas tareas se despliegan desafiantes, tentadoras ante mí. Será que no hay descanso y que la vida es, como la muerte, Sólo una aventura más? En mi barrio suenan los musicones y los niños bailan Inocentes, gozando de la tormenta. El agua lo invade todo y la gente ríe feliz En la otra cuadra hay un velorio y la gente bebe, cuenta historias y ríe el difunto permanece quieto presente, pero ausente. El difunto sonríe descansa en paz. Lorgio Vaca Santa Cruz, domingo 2 de octubre de 2011.