En el caso de la agricultura regada, a veces, se produce un fenómeno llamado “colmataje”, que consiste en depósitos de partículas de suelo arrastradas por el agua de riego y que por un lado aumenta la profundidad del suelo pero a veces tapa sus poros provocando un “sellamiento” con la consecuencia de generar problemas de infiltración del agua y aireación. Por último, el intercambio de sólidos entre el suelo y la atmósfera es principalmente de material particulado (polvo) formado por arenas, limos, arcillas, materia orgánica y cenizas de origen volcánico. Este intercambio es favorecido por la falta de lluvias y por los vientos. En zonas de climas áridos, con suelos secos, las partículas son más livianas y no están unidas entre sí por agua y por su tensión superficial, lo que favorece su movilidad. Al aumentar la velocidad del viento se produce transferencia de momento (velocidad por masa de partículas que se mueven) desde la atmósfera a las partículas del suelo y se generan turbulencias que favorecen el transporte de las partículas. Además, algunas actividades humanas tales como el transporte, la minería y el laboreo de los suelos son promotoras de la formación de polvo y de su transporte desde los suelos al aire. 2.2.4. Técnicas para cambiar las condiciones del suelo. Las principales técnicas usadas para cambiar las condiciones del suelo son: el laboreo del suelo y el subsolado, los barbechos, la fertilización, el riego y la desinfección. 2.2.4.1. Laboreo suelo y subsolado El laboreo del suelo (araduras, rastrajes) es una técnica muy usada para modificar el suelo. Los suelos dedicados a la agricultura son normalmente arados y rastreados con el propósito de controlar malezas, el daño por pájaros, mejorar el contacto entre semilla y suelo evitando su secado y facilitando su inhibición con agua asegurando, así, un buen establecimiento del cultivo sembrado. Es común que los agricultores exageren el número de labores necesarias. Si estas labores se hacen en suelos susceptibles a la erosión, sin tomar las precauciones necesarias, el resultado puede ser la pérdida del suelo. Además el arar expone semillas de malezas a la luz lo que las estimula a germinar. Sin embargo la cero labor muestra que el laboreo convencional no es siempre necesario. También se dice que el objetivo de la labranza es hacer una cama de semillas adecuada para su germinación. Sin embargo el advenimiento de la cero labranza ha probado que si se usan herbicidas adecuados no es necesario labrar el suelo y la erosión se reduce muy significativamente (Acevedo y Silva, 2003, Triplett et al, 2008, Reganold and Huggins, 2008). Por otra parte semillas que caen al suelo después de una cosecha son capaces de germinar, si no son comidas por los pájaros, y cuando las condiciones de humedad son adecuadas indican que es discutible la necesidad del laboreo del suelo. Además, en condiciones de invernadero es posible observar que si se pone semillas de diversos cultivos, incluyendo papas, sobre el suelo húmedo, sin presencia de pájaros, las semillas germinan y las plántulas se establecen sin problemas. 32