vol 238. Africa Genitrix - Archivo General de la Nación

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LASMIGRACIONESPRIMORDIALES
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ÁFRICA GENITRIX
Las migraciones primordiales
Mitos y realidades
Archivo General de la Nación
Volumen CCXXXVIII
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
ÁFRICA GENITRIX
Las migraciones primordiales
Mitos y realidades
Santo Domingo
2015
Título original en francés: Africa genitrix. Les migrations primordiales.
Mythes et réalités
Traductor: Bernard Fouques
Revisión de la traducción al español: Clara Báez
Cuidado de edición: Daniel García Santos
Diagramación: Yahaira Fernández Vásquez
Diseño de cubierta: Engely Fuma Santana
Motivo de cubierta: Composición fotográfica que representa las migraciones humanas
salidas del espacio común africano como fundamento primordial de la evolución del
hombre y de su diversidad étnica.
© Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
De esta edición:
© Archivo General de la Nación, (vol. CCXXXVIII)
Departamento de Investigación y Divulgación
Área de Publicaciones
Calle Modesto Díaz no. 2, Zona Universitaria,
Santo Domingo, República Dominicana
Tel. 809-362-1111, Fax. 809-362-1110
www.agn.gov.do
ISBN: 978-9945-586-34-3
Impresión: Editora Búho, S. R. L.
Impreso en República Dominicana/Printed in the Dominican Republic
Índice
Presentación
Roberto Cassá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Prólogo
Zipizape al este y oeste del Gran Rift Valley . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Introducción
A las fuentes de la aventura humana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Capítulo 1
East Side Story . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
De Homos: del Homo habilis al Homo erectus. . . . . . . . . . . . . . . . 29
El rol del medio ambiente: las primicias
de la reflexión y del lenguaje. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
Capítulo II
Líneas migratorias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
Las tres fuentes mayores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
Migraciones y teoría hamítica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
Capítulo III
Los oscuros tiempos de las migraciones africanas
del Paleolítico al Neolítico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
7
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Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
Capítulo IV
Genética y diferenciaciones étnicas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
Capítulo V
Escenario probable y nuevas conjeturas
sobre las últimas migraciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
Los grandes movimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
Indicios antropológicos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
El rol de Sáhara . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
Últimos retoques . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
Conclusión
Emigrados todos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
Índice de mapas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
Presentación
Desde hace años, Zakari Dramani-Issifou es colaborador
del Archivo General de la Nación. Él es nativo de Benín, profesor de la Universidad de París y un prominente especialista
en historia de África. Dentro de su extenso currículo académico se encuentra su participación en la Historia general de África
patrocinada por la UNESCO, un proyecto de vastas proporciones en que colaboraron investigadores de primera categoría
de variadas procedencias.
El doctor Dramani nos hace el honor de entregar este texto
revisado que aborda la reconsideración de tesis que se han expuesto a lo largo del siglo xx acerca del origen del ser humano.
Este es y seguirá siendo el tema más importante de la historiografía universal, aunque, como él expone, no sea del dominio
exclusivo de historiadores, por cuanto incorpora competencias
de antropólogos, genetistas y otros especialistas. De lo que se responda acerca de las interrogantes sobre la génesis de la humanidad depende en buena medida toda consideración acerca de la
historia en su conjunto. Dramani lo pone de relieve de manera
lúcida y aguda. Se desprende, en primer término, la pregunta
capital de si el género humano se conformó a partir de un tronco único o si las llamadas razas descienden de especies distintas
de hombres fósiles. El problema entraña visiones contrapuestas
acerca de la igualdad de los pueblos o su división entre «históricos» o «estacionarios», con lo que se valida la superioridad de
unos y la falta de dignidad de otros. Más aún, ¿existe una sola
9
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Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
historia universal o bien tantas historias como pueblos, razas o
cualesquiera otras categorías pretendidamente irreductibles?
El autor de este opúsculo parte de un punto de vista muy
claro acerca de la igualdad de los seres humanos como consecuencia de la conclusión de que existe un origen común, no
demasiado distante en el tiempo, del cual provienen todos los
humanos. Es un punto de vista todavía no producto de una
demostración categórica, aunque suficientemente fundamentado a la vista de los hallazgos de restos de humanoides en el
continente africano. De todas maneras, está en el centro de su
exposición la afirmación categórica de que África, genitrix, es
la cuna única de la humanidad.
Todavía, en el estadio de los estudios existentes al final
del siglo xx, no se está en condiciones de establecer las líneas
genealógicas entre las razas de humanoides que se han hallado
en el Valle del Rift, una franja alargada que atraviesa de norte a
sur la porción oriental del continente, y sitios cercanos, en los
cuales se concentran los descubrimientos de los eslabones hasta
ahora conocidos de esta evolución de millones de años. Dramani examina algunas de las teorías expuestas sobre el particular.
Combate, armado de argumentos contundentes, la explicación
de especialistas alemanes de inicios del siglo xx, que consideraban que el poblamiento de África habría sido producto de un
pueblo hamítico, proveniente de Asia. Además de los rastreos
del estado de la cuestión respecto a los homínidos conocidos
más antiguos, en este opúsculo se traza una panorámica extremadamente útil y fundamentada acerca de la formación de las
comunidades existentes en el continente africano.
Hasta donde establece Dramani, gracias a los estudios arqueológicos, es factible obtener un mapa básico de los procesos
formativos de los grandes conjuntos humanos actuales del continente. No afirma lo mismo en lo relativo a los homínidos. Él
registra que todavía quedan muchos huecos por llenar en las
líneas evolutivas de los ejemplares obtenidos en torno al Rift,
como el Homo habilis y el Homo erectus. De todas maneras, apoyándose en autoridades en la materia, no duda en aseverar que
África genitrix... 11
el Homo sapiens, el ser humano del presente, es nativo de África y
no de otra parte. Por esto acoge en principio el paradigma científico de la etnogénesis, que afirma un origen común, aunque
no de manera que descarte la validez de otras propuestas. Presta
atención a la cladogénesis o cladismo, que afirma la variedad
de mezclas de grupos humanos, pero cuestiona su validez para
épocas recientes, a no ser que se formulen aclaraciones, por dar
curso a la perspectiva racista de los investigadores alemanes de
inicios del siglo xx. Sobre esta base, aunque afirma la cercanía
del proceso común del Homo sapiens, Dramani no descarta en
abstracto posibles mezclas y otras interacciones entre ramales
en un proceso evolutivo del cual no se han hallado aún los eslabones que permitan dibujar un mapa completo.
Aunque convencido de sus perspectivas, Dramani recoge el
hecho de que aún falta mucho por descubrir para que se elabore una teoría suficientemente fundada acerca de los procesos
que condujeron a la formación del Homo sapiens. Deposita esperanzas en que el desarrollo de la genética y, en particular, de
los estudios de ADN, posibilitarán en un futuro próximo aclarar
procesos que hasta la fecha quedan en planos inciertos.
Mientras tanto, es categórico acerca de los procesos del
poblamiento actual del continente africano, sustentado en
evidencias arqueológicas suficientes. Acepta matizadamente el
difusionismo para plantear lo innecesario de las migraciones
para el desarrollo de las colectividades. Con esto abre un camino a razonamientos acerca de la historia de África, temática de
interés para todos los humanos pero con mayor peso para los
descendientes de quienes estaban radicados ahí en el umbral
de la época moderna, cuando comenzó la espantosa trata negrera por los portugueses en el siglo xv.
Es de desear que a partir de esta entrada a la evolución de
África el profesor Dramani haga entrega de otros materiales relativos a la evolución de estos antepasados de los dominicanos y
latinoamericanos en sentido general.
Roberto Cassá
BÎ YA hon FO
(«Lo que el día de ayer debe al día de hoy y viceversa»)
Refrán dendi de Djugú
Recogido en octubre de 2014
No hay diferentes razas
sino diferentes climas
Prólogo
Zipizape al este y oeste del Gran Rift Valley
No soy especialista de prehistoria, ni arqueólogo, ni antropólogo, ni paleoantropólogo. Soy un historiador nada más,
pero atento a todas las formas de saber y de conocimiento que
se interesan en los diferentes aspectos de la aventura humana,
en la emergencia del hombre sobre nuestro planeta, en su proceso de desarrollo que lo condujo a la bipedia y al actual Homo
sapiens. Mi propósito, cuando emprendí este breve estudio, era
y sigue siendo honrar África a título de Tierra Madre y como
punto de partida de cuanto ha producido, desde lo más complejo a lo más sencillo, para la existencia del homínide.
El caso es que este libro tuvo su aventura que terminó en
un «happy end», como suele llamarse, puesto que ve la luz
en la forma en que, estimados lectores, lo tienen hoy en sus
manos. En efecto, ha sido gracias a la curiosidad científica de
los responsables del Archivo General de la Nación (AGN) de
Santo Domingo, que concluye felizmente dicha aventura.
Por otra parte, este estudio, dado su contenido, podría herir la susceptibilidad purista de algunos científicos versados en
los temas prehistóricos. Reconozco de antemano la legitimidad de sus puntos de vista. Como contrapartida, puede que
esta obra reciba el gran favor de inducir a los lectores a leer
o releer alguna que otra obra de esos científicos, con el objetivo de establecer puntos de comparación, o simplemente a
15
16
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
modo de pasatiempo, como lo hice yo mismo unos años atrás
y aun en la actualidad. Así, mientras redactaba este preámbulo, en Djugú (Benín), me he deleitado con la lectura de
La presencia del pasado en tercera potencia: Noticias de la prehistoria,
del imprescindible Yves Coppens; del sutil y taimado Michel
Brunet, De Abel a Tumaï: Nómada, buscador de huesos; y, por fin,
de Al comienzo era el hombre: De Tumaï al Cro-Magnon, del sabio
pedagogo Pascal Picq.1 A decir verdad, todos son eminentes
sabios a quienes debo, igual que a otros que no he citado, mis
muy libres peregraciones por la prehistoria. Me han inspirado,
entre otras, una idea descabellada, en medio de tantos trabajos
excepcionales; idea que evoca las rudas rivalidades que los animan haciéndolos avanzar en las búsquedas más especializadas
e inesperadas. Esta idea, pues, es la que mejor traduce esta
clase de competencia, a veces violenta, a la que se entregan los
paleoantropólogos en revistas científicas de altísima categoría,
como Science y Nature, la cual mucho se parece a lo que califico, con su poco de humor y mucha pretensión, de «zipizape»
entre el este y el oeste del gran Rift Valley sobre el planeta
paleoantropológico.
Pascal Picq es, a mi entender, quien mejor traduce este ambiente paradójico de emulación competitiva entre investigadores y escuelas de pensamiento cuando escribe en su «Prólogo»:
«Al comienzo era el hombre…».2 «Orrorín, tal es el nombre del
fósil milenario anunciado al fin del año 2000; proviene de sedimentos kenianos viejos de seis millones de años y, por tanto,
viene a confirmar la hipótesis de los orígenes del linaje humano
arraigados en la parte oriental de África, al este de los valles
del Rift, la famosa East Side Story de Yves Coppens. Pero he
Y. Coppens: Le présent du passé au cube: Des nouvelles de la préhistoire, Paris,
Odile Jacob, 2013; M. Brunet: D’Abel à Toumaï: Nomade, chercheur d’Os, Paris,
Odile Jacob, 2006; P. Picq: Au commencement était l’homme: de Toumaï a CroMagnon, Paris, Odile Jacob, 2003. La traducción de los títulos dentro del
texto es nuestra.
2
Véase nota 1.
1
África genitrix... 17
aquí que llega Tumai, otro fósil hallado, por así decirlo, del lado
malo del Rift,3 a unos 2,500 kilómetros al oeste. Anunciado a
principios del verano 2002, este descubrimiento considerable nos obliga a revisar todas las ideas que teníamos sobre los orígenes de nuestro linaje evolutivo.4 «¿Dónde vamos a parar con tantos
huesos?».5
No sería inútil tener algunos elementos clarificadores
suplementarios sobre Orrorín para captar mejor el desarrollo en curso. En efecto, es el equipo de la profesora Brigitte
Senut (paelontóloga del Museo de Historia Natural de Paris),
a quien se debe el descubrimiento, en el año 2000, de los huesos de un homínide: Orrorín tugennensis en el Valle del Rift en
Kenia. Dataría de seis millones de años. Se trata, presumiblemente, de diferentes partes de cuerpos provenientes de individuos distintos, cuyo sexo es indeterminado. La forma y el
tamaño de los fémures serían característicos de aquellos de los
homínides. Debían de ser bípedos. Se trata de un conjunto de
trece osamentas aprisionadas entre dos capas de lava volcánica
fechadas con certeza. Constituyen un descubrimiento capital.6
Efectivamente, esos famosos huesos van a plantear un problema, suscitar acerbas polémicas, dudas, con respecto a su
edad, su sitio de encuentro, la validez de su datación, de la certificación de los laboratorios en que fueron analizados. En una
palabra, dudas sobre la autenticidad de su descubrimiento. De
momento, Abel y Tumai salieron malparados, sin embargo
acabaron plenamente reconocidos por la comunidad científica internacional. Entonces Michel Brunet pudo escribir a propósito de dichos hallazgos: «Parecían imposibles, improbables
y hasta inconcebibles».7
La cursiva es nuestra.
Ídem.
5
P. Picq: Op. cit., p. 9.
6
«Cuaderno Pedagógico sobre las Trazas del Hombre: Encuesta sobre la
prehistoria». Una exposición realizada por CAP Sciences en el Centro de
Cultura Científica de la ULB, del 22/09 al 22/12/2002, p. 31.
7
M. Brunet: Op. cit., p. 9.
3
4
18
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
La polémica amenazaba seguir cuestionando los resultados de las investigaciones de sus colegas. Una vez más el
acicate era Tumai. Subido el tono, Brunet tuvo que poner
los puntos sobre las «íes» a sus detractores que colocaban
en tela de juicio el carácter humanoide de las osamentas
de Tumai, pese a las validaciones de Nature (10 de octubre de 2002). Contraatacó en estos términos: «En mi respuesta he conminado a mis detractores a que publiquen
otra cosa que sensaciones o afirmaciones sin fundamento
científico, en una revista internacional, y traigan la prueba de que existe un solo carácter derivado compartido
entre los gorilas y Tumai. Con mi equipo seguimos esperando que se publique sobre este carácter anatómico, por
el mero hecho de que Tumai no comparte el más mínimo
carácter derivado con los gorilas y los chimpancés. Desde Tokio, donde estaba comisionado, he escrito en Nature
(10 de oct. 2002) para contestar su carta que “¡querer tomar
a Tumai como un paleogorilita es como comparar un sable
de samurai con el mortero de un pilón”».8
Mi estudio, que no va más allá del año 1995, se enriquece
con todos los hallazgos logrados en el continente africano, tanto al este como al oeste, por investigadores que hacen progresar la paleontología y la paleoantropología sobre los orígenes de la especie humana. Dista mucho de ser clausurado el
debate surgido a partir de la tormenta desencadenada por el
descubrimiento de Dumai. Equipos de investigadores se interesan desde entonces por los espacios meridionales libios, al
norte de Chad, sin duda con la secreta esperanza de descubrir
algún hallazgo más antiguo que el de Tumai, de siete millones de años de antigüedad cuando menos. Al fin y al cabo, la
que saldrá vencedora de esta carrera a los orígenes de nuestra
especie será la ciencia.
Ibídem, p. 207. Los detalles de estas polémicas pueden leerse entre las
páginas 182-215.
8
África genitrix... 19
Ahora me toca agradecerles a los profesores Roberto Cassá
y Raymundo González de Peña su indefectible interés por mis
investigaciones y trabajos científicos desde hace ya numerosos
años en la República Dominicana; al profesor Bernard Fouques, mi fiel traductor, cuyas juiciosas y acertadas opiniones
constituyen un constante estímulo a mi trabajo de investigador. Tampoco me olvido de agradecer la muy alentadora eficacia profesional de los responsables del Área de Publicaciones
del AGN. Otras personas a las que no he citado nominalmente
por haberme prestado su auxilio en un momento dado de la
elaboración de este librito, se reconocerán en la gratitud que
les debo manifestar, ilustrando así el carácter complejo y multiforme que rodea el nacimiento de un libro.
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
Djugú, Benín, 3 y 6 de septiembre de 201423 de noviembre de 2014;
Saint-Rémy, Francia, Enero 2015.
Introducción
A las fuentes de la aventura humana
Son esenciales el conocimiento y la explicación de las migraciones humanas en África para comprender la historia del
continente negro así como la de toda la humanidad, ya que,
en el actual estado de la investigación y de las hipótesis de casi
todos los especialistas, se considera África como la cuna de la
humanidad, o sea, del género humano, desde el descubrimiento del Australopithecus afarensis como el eslabón perdido
o que faltaba después de los «hombres» de Java y de China.
Parece obvio, pues, que desde esta África genitrix,9 según la
acertada expresión del historiador británico Basil Davidson,10
Inicialmente concebido como capítulo de una obra colectiva que debía
salir publicado en 1995 con el título de «Tierras de promisión» en la editorial Armand Colin. Este texto, que por razones ajenas a la voluntad del
autor, no pudo ser publicado, ha sido ligeramente retocado a la luz de trabajos arqueológicos y paleontólogicos recientes, aunque, en lo esencial, se
atiene al estado de la investigación vigente en 1995.
10
Medio siglo de investigaciones y descubrimientos extraordinarios
(1924-1974) van a dar cuerda a los relojes. Después de las «cunas sobre
ruedas» asignadas a la especie humana (China, Java, Europa, Lemuria),
el origen único del Hombre se ubicó durante largos años en el África
Oriental. Creo imprescindible referirme a los recientes trabajos dirigidos
por el Pr. Michel Brunet y a su libro publicado en 2006, De Abel a Tumaï:
Nómada, buscador de huesos (véase supra), los cuales arrojan una luz nueva
sobre los primeros hombres aparecidos en África y ponen en tela de juicio
la ubicación de la cuna de la humanidad en la parte oriental del continente.
A continuación, unas cuantas fechas importantes de este medio siglo de excavaciones, análisis e interpretaciones:
9
21
22
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
Mapa 1*
Principales sitios de homínidos
primitivos en África Oriental y Austral.
* Es en África donde se encuentran los principales sitios paleontológicos que han
dado restos de homínidos primitivos. En África del Sur no se conocen más que
dos especies de Australopitecos: el africanus y el robustus, esta última más especializada que la primera. Están datados entre 1,5 a 2,8 millones de años y son
considerados como los primos primitivos del hombre pertenecientes a una línea
desaparecida. Los silos de Olduvaï (Tanzania), Koobi Fora (Kenya) y de Omo
(Etiopía) han permitido descubrir los restos del Homo habilis, el más antiguo
representante de nuestro género Homo, y del Austrolopithecus boisei (muy próximo
al robustus). La presencia de estos en el este de África muestra que diferentes especies de homínidos vivían al mismo tiempo, hace alrededor de 1,8 millones de años.
Los másantiguos homínidos fueron descubiertos en los silos de Hadar, en Etiopía,
y de Laetolli, en Tanzania, y más recientemente en el Middle Awash, en Etiopía.
Estos fósiles datan de aproximadamente 3,5 a 4 millones de años y pertenecen a
una misma especie, la del Austrolopithecus afarensis. Todo parece indicar que son
ancestros comunes de los otros Australopitecos y de la línea que conduce hasta
el hombre moderno.
África genitrix...
23
se inició toda la aventura humana en forma de grandes corrientes migratorias que se fueron desarrollando poco a poco, de
una etapa a otra, a costa de mil vicisitudes, para completar, hoy
en día, la colonización de nuestro espacio planetario. Hago mía
la opinión de Marcel Reinard según la cual «la prehistoria de la
población se plantea en términos de migraciones».
Consideradas como invasiones reales o supuestas, o míticas
algunas de ellas, dichas migraciones se describen a veces en
cierta literatura histórica como especies de aplanadoras impávidas que lo arrasan todo al pasar, sembrando ruinas y desolación. Al examinarlas más detenidamente uno se da cuenta que,
las más de las veces, no son sino adelantos progresivos, lentos,
generalmente pacíficos, hacia los El Dorado soñados o tierras
prometidas por no se sabe cuál espíritu o dios complaciente,
o hacia algún que otro puerto de paz para ponerse a salvo de
los fenómenos climáticos, de las hambrunas u otras formas de
violencia.
Así, pues, en forma de movimientos de repulsión o atracción, estas migraciones han movilizado a lo largo de los milenios, de buen o mal grado, masas cada vez más importantes
de hombres, mujeres y niños, abriéndoles horizontes nuevos,
conforme iban enriqueciendo sus experiencias y conocimientos.
Pero es de interés para la memoria colectiva entender por qué
esas migraciones se produjeron a partir de las grandes áreas
1924: Descubrimiento del Australopithecus africanus por R. Dart en Taungs
(Sudáfrica).
1963: Descubrimiento del Homo habilis en Olduvaï, alias Oldoway (Tanzania).
Luis y Mary Leakey, paleontólogos kenianos de origen británico, hacen cundir la voz de que África es la cuna de la humanidad.
1974: Descubrimiento de «Lucy» o «Birkinesh» («persona de gran valía»
para los etíopes), en el valle del Omo, por un equipo internacional de
investigadores integrado por T. Grayn, J. Kalb, M. Taie, Y. Coppens y D.
Joanson. A este último se debe la reconstitución de «Lucy» y su clasificación
en la especie Australopithecus afarensis.
1978: Descubrimiento por Mary Leakey de pisadas de Australopiteco en
Laetolli (Tanzania), testimonio irrefutable de la bipedia de esta especie,
datada desde hace unos 3,6 millones de años.
24
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
de dispersión, las diversas formas que tomaron, cuáles fueron las
zonas de posibles asentamientos y sus distintas implicaciones, etc.
Buscan huellas más o menos fieles de aquella gigantesca
aventura humana, con el rigor que otorga la renovación permanente de sus contenidos y métodos, disciplinas como la
arqueología, la paleoantropología, la prehistoria, la etnología,
la lingüística, y desde hace poco la genética, entre otras. Hay
más: apoyándose en modelos factuales ilustrativos del origen
de los homínidos hace ocho millones de años y de la especie
humana hace más de tres millones de años,11 por una parte, y
en el modelo cultural de evolución del pensamiento por otra,
los trabajos de Yves Coppens y otros especialistas de la paleontología humana12 permiten rastrear las peregrinaciones de los
descendientes de Lucy por el continente africano. Son una verdadera epopeya humana, una suerte de gigantesca East Side
Story,13 aquellas migraciones por sabanas, montes, desiertos y
selvas. Las lentas y largas peregrinaciones de la especie humana por el mundo a partir de aquella África genitrix, ponen en
tela de juicio ciertos fundamentos históricos y culturales de las
teorías racistas y, de un modo general, de la pretendida jerarquía de los pueblos y civilizaciones.
Sabido es que este esquema ha caducado veinte años después. Ver nota 5.
B. Davidson: Madre África, París, PUF, 1965, p. 1.
13
Tomamos esta expresión de Y. Coppens, quien la propuso en 1982 para
explicar el episodio tectónico que originó la formación del Rift Valley,
cuyas consecuencias son fundamentales para el destino de la especie
humana. Véase El Correo de la Unesco, febrero 1994, pp. 5-6.
11
12
Capítulo I
East Side Story
Seguir al Hombre,14 es decir, al humano, desde su aparición
en las mesetas esteafricanas hace más de tres millones de años
hasta hoy, siguiendo los caminos que lo llevaron a tomar prístina
posesión del continente africano, y pasar el Mediterráneo y el
Medio Oriente para conquistar Asia y Europa, no es nada fácil.
Por más espectaculares que hayan sido los adelantos de
la investigación prehistórica, el África antigua no ha librado
todavía sino una ínfima parte de las informaciones fundamentales sobre la primitiva ubicación de sus poblaciones. De ahí la
necesidad del enfoque pluridisciplinario arriba evocado.
Las migraciones africanas más antiguas por ser mal conocidas constituyen objetos de interpretaciones tan diversas
como violentamente contradictorias entre los especialistas en
paleontología, antropología, paleoantropología, arqueología
y genética, que son disciplinas rigurosas en sus funciones de
observación directa y comparada, pero tienen que apelar a
la imaginación para compensar lo fragmentario de su información. Describir, reconstituir e interpretar, asociando certidumbres, convicciones e hipótesis, son por cierto ejercicios
bastante arriesgados.
En atención a consideraciones de género, siento el deber de precisar que,
en adelante, cuando digo «el hombre», me refiero al género humano, o
sea, tanto al hombre como a la mujer.
14
25
Mapa 2
Los datos de la paleontología, de la arqueología, de la lingüística y de la genética han
permitido reconstruir la historia del poblamiento del mundo por nuestros ancestros.
Escenario probable de la historia de la población humana.
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Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
África genitrix... 27
Un esquema sumamente depurado, limitado a los datos
básicos de las migraciones humanas primordiales, permite
destacar las fases siguientes:
Proceso de hominización.
Fractura del Gran Rift esteafricano.
Nuevas condiciones climáticas.
Nuevos biótopos.
Problemas de adaptación.
Dispersiones concomitantes (hacia el África Austral,
el lago Chad, Sáhara, el Valle del Nilo, etc.).
El paso a la condición de humanidad, que podría llamarse
punto de no retorno de la hominización, no parece definirse
exclusivamente por criterios anatómicos, tales como la postura
vertical y la capacidad cerebral, sino por un criterio mucho
más significativo, imaginativo y comportamental: la capacidad
de fabricar utensilios. Hasta la fecha, esta invención se atribuyó al Australopiteco aparecido en el África Oriental entre 3,3 y
2,4 millones de años, específicamente en Etiopía y en Tanzania
(Valle del Omo y Oldoway).
El profundo cambio climático que se produjo en aquella
época, caracterizado por una sequía prolongada, fue precedido por la formación del Gran Rift (el Rift Valley de los anglosajones). Reunidas las condiciones esenciales de la hominización, prepararon al parecer a los primeros hombres para
iniciar el proceso de las migraciones.
Así, la fractura de la corteza terrestre, la profunda modificación del medio ambiente y, sin duda, el aumento consecutivo de la población, provocaron la gran dispersion original
que engendrará, a partir del Paleolítico medio, al Hombre
moderno.
28
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
Mapa 3
Red genética de la población humana.
África genitrix... 29
De Homos: del Homo habilis al Homo erectus
¿De quién descendería el Hombre moderno? Mejor que
del Australopiteco, del género Homo por cierto. Pero ¿de cuál?
¿Del habilis en honor a sus útiles, o del erectus bien parado en
sus piernas? Andrés Leroi-Gourhan decía que la humanidad
«comenzó por los pies».15
A este Homo erectus lo tienen algunos por un verdadero
«globe trotter» [«trotamundos»], responsable de la hominización del resto de la tierra. Por tanto es de preguntarse si
el habilis y el erectus son del mismo género, o si forman una,
dos o tres especies distintas. Si no pasan de una sola, ¿qué
sentido tienen los vocablos erectus (no olvide la primacía
taxonómica del Homo erectus), habilis, sapiens?, y ¿a qué nivel
entran sus respectivos representantes en la estirpe directa
de la humanidad moderna?
Compiten tres hipótesis, agudizando la polémica entre
especialistas. Unos hacen del Homo erectus nuestro antepasado común. Pero abogan por una evolución multirregional: el
paso al hombre moderno sería una larga historia iniciada con
la aparición del Homo habilis en el África Oriental hace más
de 2,5 millones de años. A partir del continente africano,
en su forma habilis o erectus, este Homo habría colonizado,
hace como dos millones de años, el Mundo Antiguo. Habría
evolucionado, mientras tanto, local y gradualmente hacia la
forma sapiens. Así, pues, se puede deducir que el origen de
los grupos humanos actuales sería muy antiguo.
Para los partidarios del esquema monocéntrico, que hacen
hincapié en los datos genéticos, el origen del hombre moderno es reciente: se remonta a unos 200,000 años. Inicialmente
concentrado en una población escasa radicada en África, se expandió por todo el continente y fuera de él, sustituyendo a las
A. Leroi-Gourhan: Le geste et la parole, t. 1, Albin Michel, Paris, 1964, p. 163.
15
30
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
Mapa 4
Migración de los neandertalenses.
África genitrix... 31
poblaciones locales de tipo sapiens arcaico y neandertalense16
que por nada entrarían en nuestro patrimonio genético y
quedarían sin descendencia. Aquí, cuando nos referimos a
los neandertalenses es difícil no evocar a los desinovianos.
En efecto, unos y otros son primos cercanos que partieron
del continente africano hace unos 400,000 años. Uno de los
intereses de esta evocación reside en la secuenciación del
ADN de los huesos del denosoviano descubierto en el 2003.
Un artículo de Laurent Abi-Rached, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford en California, publicado
en la revista Science de agosto de 2011, muestra los detalles y
las extraordinarias consecuencias sobre el patrimonio genético del hombre moderno. A partir de este estudio, los cruzamientos entre denisovianos y neandertalenses se habrían
desarrollado y permitido al hombre heredar genes que estimularon su sistema inmunitario. Estos genes, denominados
HLA, son determinantes para nuestro organismo, porque
su función es identificar y destruir los agentes patógenos.
¿Cuáles serían los aportes de los denisovianos en el patrimonio genético de los africanos?17
La tercera hipótesis estriba en un esquema que se pretende consensual: el del «gran mestizaje». Confrontando datos
paleontológicos y genéticos, los especialistas proponen modelos más complejos que admiten la idea de una fuente africana
predominante, aunque, al mismo tiempo, reconocen la posible
contribución de ciertas poblaciones no africanas, oriundas de
Asia y de Europa. (Véase mapa 3 de la red genética).
Según una reforma oficial de la ortografía, que data de 1901, en Alemania, el término «valle», que se escribía «thal», en adelante se escribió «tal».
Al parecer esta reforma escapó a la vigilancia de ciertos investigadores. De
ahí que aún en los textos y documentos posteriores a 1901 «Neardental»
(lense) se escribe «Neardenthal» (lense).
17
Homínide del género Homo, desubierto en la gruta de Denisova (sur de
la Siberia) en 2008. Fue identificado mediante análisis genéticos en 2010.
Los científicos piensan que esta especie vivió entre un millón y cuarenta
mil años en las regiones pobladas por el Hombre de Neardental y el Homo
sapiens.
16
32
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
Mapa 5
Zonas de población importante
en los primeros tiempos del Paleolítico.
África genitrix... 33
Este rompecabezas genético patentiza que no ha concluido el debate; mientras, sigue la historia con sus dudas sin resolver. Así y todo, ¿en qué momento se juega el destino del
Hombre en nuestro planeta? Las primeras ubicaciones conocidas se verifican en África a lo largo del Paleolítico. Esta no
deja de aparecer como una etapa importante de la historia de
la humanidad y, por supuesto, de África.
El rol del medio ambiente: las primicias de la reflexión y
del lenguaje
Los múltiples sitios prehistóricos descubiertos e inventariados por toda la extensión del continente africano atestiguan
la presencia del hombre en el Paleolítico, exceptuando las
zonas forestales de Guinea, Zaire, el Cuerno de África, Namibia. Quien se interese por las condiciones de vida de los homínidos que se sucedieron en el África Oriental, se percatará de
que ahí el medio ambiente no ha sido estable.
Al parecer, la dinámica general de su evolución ha fluctuado sin cesar de lo húmedo a lo menos húmedo. Yves Coppens
hace observar que la sabana arbolada de la Etiopía meridional
se ha clareado de manera sensible desde hace unos tres millones
de años y de manera muy impresionante hace 2,2 millones de
años, hasta volverse una verdadera estepa. Acto seguido, los
paleontólogos han constatado una correlación evidente entre
el proceso de desecación, la aparición del Australopiteco boisei
y el desarrollo del Homo habilis. Todo ha pasado como si este
cambio climático, al modificar el paisaje, fuera un factor esencial de selección entre estos homínidos que vivían muy vulnerables en un medio abierto y peligroso.
Llevando este razonamiento a mayor escala espacio-temporal,
quién sabe si este mismo cambio climático no está en el origen
del hiato «entre nuestros primos y nosotros mismos»18 en el
Y. Coppens: Le Singe, I ´Afrique et L´Homme, Fayard, Paris, 1985, p. 114.
18
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Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
Mapa 6
Aparición del Rift y nuevo reparto entre fauna y flora.
África genitrix... 35
seno de la primera humanidad, y eso desde el Mioceno superior.
La cobertura forestal se extendía en aquel entonces del Atlántico al Océano Índico. El derrumbamiento del Rift Valley pudo
haber perturbado, al alzarse sus riberas, el régimen de las precipitaciones. El oeste quedaría abierto, mientras el este, en cambio, vería encogerse su selva y descubrirse su paisaje. Los «occidentales» de nuestra familia habrían quedado en un medio
ambiente húmedo y arbolado, manteniendo o mejorando su
adaptación a la vida, tanto a ras de tierra como en los árboles.
Por otro lado, la conjunción de la gran fractura —el Gran
Rift— con el progresivo cambio climático hubiera forzado a
los «orientales» a adaptarse a un medio ambiente cada vez
más seco y desforestado. Yves Coppens sugiere que, por una
parte, gorilas y chimpancés representarían a los descendientes de nuestros antepasados que se mantuvieron en un paisaje
cubierto, y que, por otra parte, Australopitecos y hombres serían los descendientes de nuestros antepasados que, aislados
por un accidente tectónico convertido poco a poco en barrera ecológica, se hallaron confrontados a un clima que se
degradaba sin cesar y debieron adaptarse a un paisaje abierto.
En estos nuevos espacios va a medrar de golpe el Homo habilis.
Dicha dinámica deja traslucir la relación existente entre el desarrollo del Homo y el proceso de aridificación ocurrido hace
unos 2,2 millones de años.
Esta fase de la marcha del Homo hacia el Hombre es fundamental: preside la constitución de la herencia esteafricana de la humanidad; a saber: la conciencia reflexiva, la vida
social, la emoción, el lenguaje, todo esto relacionado sin
duda con el medio difícil al que, en adelante, el hombre
se hallará expuesto. Apremiado a protegerse, tiende cada
vez más a no quedarse solo. La vida social se vuelve más
estrecha. Madre e hijos viven juntos un tiempo más largo,
se organiza la caza en grupo, se comparte la comida. Todo
está puesto en obra «naturalmente» para vivir, preservar la
especie, proteger a la prole.
Mapa 7
Los grandes movimientos migratorios africanos en el Neolítico.
36
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
África genitrix... 37
Puede objetarse que lo anteriormente dicho es mera
especulación. Es verdad, pero, al fin y al cabo, si estas destrezas
son hoy en día propias del hombre, es porque existían condiciones para que aparecieran en cualquier momento, aunque, a
decir verdad, el desarrollo de utensilios rudimentarios, reproducidos después de una manera más elaborada y adaptados
al uso preciso al que se destinaban, bien parece resultar de
una sensata transmisión de las habilidades. Del mismo modo,
la organización de múltiples actividades colectivas implica la
necesidad de un lenguaje. Sí, sin duda, pero aquí se trata de
una forma de lenguaje, y esta manera de ver parece probablemente poética. Pero ni la reflexion ni el lenguaje se han fosilizado. Yves Coppens opina que el Homo habilis hace 1,5 millones
de años estaba ya en posesión de estas facultades. (Pensar en
el Homo tchadanthropus sahelensis). Presenta sus conclusiones
en estos términos: «Sin embargo mi largo acercamiento al
Homo habilis me da a pensar que a él se debe la cuestión de
saber quiénes éramos, de dónde veníamos y adónde íbamos.
Su triunfo repentino, pese a las condiciones de existencia que
le vimos, comiendo “ingeniosamente” de todo, construyendo
cabañas y adaptando útiles, diversificando las formas mientras
iba diversificando sus actividades, me parece tan brillante, tan
extraordinario y tan novedoso que de buen grado he elegido
esta especie, esta época y esta región del mundo para situar
la aparición de la reflexión y del lenguaje». De manera muy
esquemática se podría decir, pues, que un primer Hombre
aparece como un «primate» superior de las sabanas secas,
bípedo, omnívoro oportunista, buen artesano y sociable,
astuto y prudente, sensato y de mucha labia. He ahí, por
cierto, al Hombre con todas sus características funcionales y
comportamentales. Así dotado, está listo para salir, primero,
al encuentro de los vastos espacios del continente africano, y
después a la conquista de Asia y Europa, las otras dos partes
del Viejo Mundo.
Mapa 8
Conquista del Viejo Mundo.
38
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
Capítulo II
Líneas migratorias
Oscilantes y meridianas, obedientes ora a la presión del
sur, ora a la de las glaciaciones del norte, las migraciones
originaron aquí y allá, a lo largo de milenios, un sinfín de
mezclas y mestizajes ininterrumpidos de civilizaciones nacientes. El estudio de los movimientos migratorios internos
o externos al continente africano, consta de tres regiones que
juegan un papel de polos preponderantes en épocas distintas,
que van del Paleolítico al Neolítico a lo largo de los tiempos
históricos.
Las tres fuentes mayores
La primera fuente está conformada por un conjunto que
comprende las mesetas esteafricanas, y va de la Etiopía actual
a las riberas del río Orange en Sudáfrica, o sea, los territorios
situados entre el Rift Valley y el Océano Índico. Fue el primer
centro de difusión de todos los movimientos migratorios que
irían a regar el resto del mundo. Después del derrumbe del
Valle del Rift, coincidente con un periodo de sequías, unas
oleadas centrífugas se dirigieron hacia zonas más clementes
—los otros dos polos—: la región del Sáhara, alrededor del
lago Paleochadiano, infinitamente más extenso hacia el este
que el lago actual, y el Valle del Nilo.
39
Mapa 9
Sáhara en el Neolítico: hipótesis sobre las migraciones.
40
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
África genitrix... 41
Los principales sitios o estaciones prehistóricos: Valle del
Omo, Oldoway, Broken Hill, Asselar (este sitio parece más
reciente), Ternifine, etc., previo estudio de las características antropológicas de los fósiles, de sus herramientas y de su
edad, permiten descubrir las direcciones de las principales
migraciones a partir de reconstituciones, del todo aproximativas, las que tuvieron lugar durante el Paleolítico, y menos
conjeturales, al parecer, las que se produjeron a fines del
mismo y sobre todo durante el Neolítico. A decir verdad, los
científicos se han interrogado ampliamente sobre el proceso
de poblamiento del ámbito terrestre, el origen de los grupos
humanos concernidos, los diferentes ejes de circulación, los
puntos de ruptura que están en el origen de las corrientes
secundarias, etc. Sobre esas antiguas migraciones que iniciaron la diferenciación de las poblaciones africanas en las
grandes comunidades étnicas hoy conocidas, no faltaron hipótesis. Una de ellas tendía a acreditar la idea de que las civilizaciones negras de África se desarrollaron esencialmente sobre
la base de aportes exteriores. Elaborada científicamente por
sabios alemanes, a la vuelta de los siglos xix y xx, pretendía
explicar de manera definitiva las principales fases de la ocupación del suelo africano a partir de un substrato autóctono
«mejorado» por sucesivas oleadas migratorias provenientes
de Asia y Próximo Oriente.
Migraciones y teoría hamítica
Con arreglo a las tesis de Hegel (1770-1831), que dividía el mundo en «pueblos históricos» factores de progreso y
«pueblos no históricos» que eligieron ser pasivos y, por lo tanto, se mantuvieron al margen del dearrollo espiritual de la
humanidad, Europa ha avanzado la idea de una jerarquía de
pueblos y civilizaciones diseminados por el mundo. Ampliamente retrasadas, esas tesis están hoy consideradas como no
científicas y uno de los acicates de las teorías racistas.
42
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
Cuadro de la población por olas migratorias
según Stuhlmann (1910)
Pueblos migrantes y autóctonos
Elementos de cultura
y de civilización
ÁRABES (¿Arabia?)
Introducción de nuevos elementos de civilización del todo
desconocidos por las poblaciones anteriores
1) HYKSOS-HEBREOS (¿Medio Oriente?)
2) HABASHAT-MEHRI (¿Medio Oriente?)
1. Egipto
2. Etiopía
SEMITAS (¿Medio Oriente?)
Egipto cuya civilización habrían fundado
Cultivo de los cereales
Uso del arado
Utilización del bronce
Antepasados de los
fulbe, masaï, bari, galla,
somali, khoi khoi
HAMITAS
(estepas del Asia
Occidental)
Paisajes descubiertos
(¿de sabanas?)
Ganadería de cornudos
Uso de la lanza, del cuero,
del broquel
PROTO-HAMITAS
(Asia)
Mestizados con
negros
Uso de la azada: sorgo
Cría del ganado menor cornudo
Idiomas aglutinantes con clases
nominales
NEGROS
(S-E asiático)
Agricultura rudimentaria:
bananos, colocasias
Sabanas sudanesas
(más tarde selva
ecuatorial)
Utensilios de madera, arcos
y flechas
Bohíos redondos o cuadrados
Lenguas de tipo aislante
BANTUS
Proto-hamitas y negros
PIGMEOS-SAN (autóctonos)
De una y otra parte de la línea ecuatorial(?)
Ningún elemento cultural
Olas migratorias y población del continente africano según la teoría de la Escuela
Alemana de orientación histórico-cultural (F. Stuhlmann)
Lugar de origen; zona de asentamiento
Cf. D. Olderogge, Historia general de África, vol. I, 1980, p 303.
África genitrix... 43
En efecto, mucho antes de la Primera Guerra Mundial, Alemania ejercía sobre el discurso de las llamadas ciencias humanas
(historia, etnografía, estudio de las lenguas africanas, etc) una
fuerte preeminencia. Impregnadas de la teoría de Hegel según la
cual Asia era la cuna de la humanidad, obras publicadas en Gran
Bretaña, Bélgica y Francia sostuvieron que los pueblos africanos
estaban desprovistos de historia. En el mismo orden de ideas, los
lingüistas alemanes inventaron la famosa teoría hamítica, que
atribuye el desarrollo de la civilización en África a la influencia
de los hamites oriundos de Asia.
Contra la teoría evolucionista de R. Taylor y de L. H.
Morgan, tachada de aberrante, relevantes especialistas —el
inglés Stow, los alemanes H. Frobenius, Ankermann— defendían la teoría hamítica de la escuela alemana de orientación
histórico-cultural. Para ellos, no hubo un desarrollo uniforme
para el conjunto de la humanidad, sino círculos de civilizaciones diferenciadas; la difusión de los conocimientos culturales
se hizo mediante las migraciones. Asociando migraciones y expansión lingüística, F. Stuhlmann es el especialista que ha detallado mejor el proceso de las prístinas olas migratorias salidas al
escenario del continente africano.
Sobre un sustrato considerado autóctono y compuesto de
pueblos de estatura baja —¿enanos?—, como los pigmeos y los
san, carentes de cultura, vinieron los de piel morena y pelo
crespo originarios del sudeste asiático. Estos primeros inmigrantes ocuparon las sabanas sudanesas y luego la selva ecuatorial, y practicaron una agricultura muy rudimentaria. Serían
los inventores de los utensilios de madera, del arco, de las
flechas, de los bohíos redondos.
La segunda ola migratoria fue la de los llamados protohamites, originarios también del Sudeste Asiático, un poco más
al norte. Estos iniciarían el uso de una herramienta tan esencial como la azada. Habrían introducido también el cultivo
de sorgo y la crianza del ganado menor. Mestizados con los
negros, estarían en el origen de los pueblos bantúes.
44
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
El siguiente movimiento migratorio comprendería a los
hamites de característica piel clara. Sus vías de acceso serían
o bien el istmo de Suez, o bien el estrecho de Bab-el-Mandeb
al sur del Mar Rojo. Habrían introducido el ganado mayor,
el uso de objetos de cuero y del broquel. Estos hamites serían, además, los antepasados de los peul, masaï, galla, etc.
Llegados después, los semitas, que serían los fundadores de
la civilización egipcia antigua, llevaron consigo el cultivo de
los cereales, el uso del arado y el trabajo del bronce. El penúltimo grupo lo componen hyksos, hebreos, habashates,
mahrís. Los unos emigraron hacia Egipto y los otros hacia
las tierras altas de Etiopía.
La última ola fue la de los árabes, que penetraron en
África en el siglo vii, única fecha atestiguada de todos esos
procesos migratorios. Así pues la génesis de la civilización
africana procede de aportes sucesivos esencialmente exteriores al continente.
Paralelamente a esta teoría defendida por Stuhlmann, la
lingüística dio a la luz un conjunto de tesis cuyo instigador
fue C. Meinhof. Este calca casi enteramente sus argumentos
de la estructura antropológica de la población africana descrita por Stuhlmann. Los san y sus antepasados pigmeos hablaban lenguas de «clics». Los negros, en tanto autóctonos
de la zona tropical y sudanesa, hablaban lenguas llamadas
«aislantes». Los pueblos hamitas venidos de Arabia y llegados
a la zona sudanesa, pasando por África del Norte, aportaron
las riquezas insospechadas de sus lenguas de «flexiones» al
sutrato evidentemente pobre de los negros y los bantúes, cuyas lenguas, beneficiándose del mestizaje con los hamites,
tomaron un carácter «aglutinante». En otras palabras, las
lenguas hamíticas son en todo punto superiores a las lenguas
negroafricanas. Solo que la paleoantropología y la arqueología, desde 1924, han tratado de desmantelar la teoría hamítica de la población africana. Los descubrimientos posteriores
—Lucy (1974) y el hijo de Lucy (1994)— han dado al traste
África genitrix... 45
con tan atrevidos montajes y especulaciones, así como con su
carácter europeocentrista sesgado de panindoeuropeismo.
Así, pues, está superado el antiguo esquema de la ubicación de
los pueblos de África y de las otras dos partes del Viejo Mundo.
Por tanto, debe reconocerse el rol de África como primer punto de diseminación de los hombres, técnicas y civilizaciones,
desde luego, en los periodos más remotos de la historia, o sea,
desde el Paleolítico inferior.
En el transcurso de las épocas ulteriores, vemos aparecer
corrientes migratorias inversas, de vuelta hacia el continente
negro. Pero ¿cuáles son las directrices de estos movimientos
en el Paleolítico?
Capítulo III
Los oscuros tiempos de las migraciones africanas
del Paleolítico al Neolítico
Durante mucho tiempo los frescos de Lascaux y los fósiles de Cro-Magnon han acreditado la idea de un origen europeo del Homo sapiens sapiens. Desgraciadamente, los artistas
que pintaron esas cuevas no eran sino migrantes tardíos recién
llegados de África o del Próximo Oriente.19 Eso supone que
estas poblaciones salieron del continente africano por lo menos en dos direcciones más o menos simultáneas: hacia el nordeste para Medio Oriente y hacia el noroeste para la Península
Ibérica y Europa. Pero las pinturas parietales de Europa son
de edad relativamente reciente. Las más antiguas se situarían
entre 30,000 y 25,000 años antes de nuestra era. Ahora bien,
lo que nos interesa en este capítulo es lo que ocurrió antes, o
sea, al fin del Plioceno o al principio del Pleistoceno,20 hace un
poco más de cuatro millones de años.
Los problemas más preocupantes en lo relativo al origen
de las migraciones humanas en África llevan a interrogarse primero sobre el final de la hominización a partir de los primates
—sabido es que son muy frágiles las fronteras entre las fases prehominal y hominal—, luego sobre el pasaje del Australopiteco
Véase nota 11.
Véase sobre este tema el expediente preparado por Sciences et Avenir, no. 522,
agosto de 1990, intitulado «Los orígenes del Hombre», pp. 17-33.
19
20
47
48
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
al Homo y, por fin, sobre el sitio donde se produjo el arranque inicial del proceso migratorio, desde la presunta cuna
esteafricana hacia las otras partes del continente y, más allá,
hacia las otras tierras del Viejo Mundo. Habría que explicar
también por qué son tan abundantes y ricos los testimonios
prehistóricos en África y mucho menos en otras partes. Hay
varios motivos. Primero, la diversidad del habitat en un vasto
continente que se extiende a ambos lados de la línea equinoccial hasta las regiones templadas del norte y del sur. De
ahí la variedad climatológica. Las tierras altas de la zona ecuatorial introducen asimismo una dimensión suplementaria. Es
un verdadero polo interior el que se eleva desde la franja costera del Océano Índico mediante una serie de mesetas, hasta
cordilleras y picos, cubiertos algunos de ellos de nieves eternas a pesar del calor y de la aridez del clima.21 Desde luego, las
alturas variables generan diferentes microclimas, cuyo frescor
va aumentando con la altitud. De producirse efectivamente
estos cambios climáticos, dada la constancia de sus factores,
África parece haber ofrecido siempre una vivienda apropiada
al hombre. Así, pues, cuando se ponía demasiado caliente
o frío algún sitio, era posible desplazarse a escala regional
hacia un medio ambiente más favorable.
Estos fueron muy probablemente los tiempos oscuros de
las primitivas migraciones humanas durante el Pleistoceno o
el Paleolítico inferior. Ha sido cuestionado este último término, sobre todo cuando se aplica al continente africano.
En efecto, los vocablos «paleolítico», «epipaleolítico» y «neolítico» son más frecuentemente usados en África del Norte
y en Europa. Los arqueólogos del África subsahariana han
estimado desde hace mucho tiempo que era más acertado
utilizar una terminología propia. Esta ha de fundarse en
El autor (Sylvestre Huet) no dice el origen de este grupo autóctono de
pigmeos y de san. ¿Generación espontánea o fin de un proceso evolutivo?
Pero ¿cuál? Este es sin duda uno de los puntos flacos de esta teoría de la
escuela alemana de orientación histórico-cultural.
21
África genitrix... 49
la realidad del continente y no en un sistema europeo impuesto desde fuera.22 Así fue decidido oficialmente a instancias del III Congreso Panafricano de Prehistoria en los años
sesenta.23 Prevalecerá pues la terminología anglosajona: en
vez de «Paleolítico» deberá decirse «Early Stone Age»; «Middle
Stone Age» y «Late Stone Age» sustituirán sucesivamente a
«Epipaleolítico» y «Neolítico». Los límites cronológicos de
estas divisiones de la Edad de Piedra varían algo de una región a otra, lo cual añade complejidad y relatividad a todas
estas cuestiones de datación. Aproximadamente se establece un periodo de 2,500,000 a 50,000 años antes de nuestra
era para el Early Stone Age; de 50,000 a 15,000 años para el
Middle Stone Age, y de 15,000 a 500 años para el Late Stone
Age. Gracias a los progresos y a la acumulación de nuevos
conocimientos, escalas y dataciones tan sencillas como esas
llegan a ser modificadas y necesitan una presentación más
completa. El uso mismo del término «neolítico» aplicado al
África subsahariana resulta cada vez más objeto de críticas.
Se trata en efecto de un término que se considera ambiguo,
del que no se sabe muy bien si remite a una tecnología, a un
tipo de economía o a ambas cosas. Para los no especialistas,
un cuadro de concordancias es a veces necesario para seguir
los múltiples caminos abiertos por el africano prehistórico a
lo largo de sus migraciones.
La datación en paleontología humana, pese a sus técnicas cada vez más
afinadas, sigue aproximativa. No es de extrañar pues que los investigadores atribuyan a los periodos ya clásicos fechas distintas. Además, en los
documentos que he consultado los autores usan sistemas tan diferentes
como los adoptados en materia de cronología prehistórica.
23
Se leerá con interés el cap. 16 de Histoire générale de l’Afrique, Vol. I, J. KiZerbo, Jeune Afrique-Stock-UNESCO, Paris, 1980, pp. 395 y ss., y 643-644.
22
Capítulo IV
Genética y diferenciaciones étnicas
El deseo de comprender mejor las migraciones originarias
nos induce a abordar el contexto general en que se produjeron los movimientos de estos primeros hombres esencialmente caracterizados por su bipedia. Los valles del este africano
ofrecieron, si los hacemos desfilar ante nosotros al unísono de
los descubrimientos, entre 3,5 y 1,6 millones de años, la serie
de Australopithecus afarensis, Africanus robustus, boisei, los Homo
habilis y erectus. ¿Qué mecanismos evolutivos son susceptibles de
explicar las modificaciones observadas entre cada uno de ellos?
El surgimiento de los Australopitecos y luego de las variantes
robustus y boisei parece coincidir con los cambios climáticos.
La falla del Rift (más bien sería un desmoronamiento, pues
se trata de una serie de fosos) y un enfriamiento general provocan el desecamiento del este africano y el reemplazo de la
selva por la sabana arbolada. Alrededor de dos millones de
años antes de nuestra era, las glaciaciones cuaternarias vuelven a desecar y enfriar esta región. Estos son, desde luego, los
indicios que algunos paleontólogos han invocado a modo de
teoría explicativa.
Esos cambios climáticos favorecerían por una parte la
adaptación de robustus, tratándose del fornido vegetariano y,
por otra, la del omnívoro oportunista de cerebro más desarrollado que es el Homo habilis. Pero un principio de selección
51
52
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
no hace una evolución. Solo puede favorecer una forma en
detrimento de otra. Para explicar la aparición de formas diferentes, se debe apelar a la genética. En primer lugar, estudiar las posibles mutaciones del patrimonio genético, luego
las de los genes mismos, inclusive el programa de su desarrollo
durante la embriogénesis y, en segundo lugar, tomar en cuenta
las que ocurren a lo largo del crecimiento juvenil. Pero frente
a los problemas clásicos conocidos de los especialistas, debe
apelarse a lo que Stephen Jay Gould llama las «puntuaciones»,
o sea, aceleraciones o bien discontinuidades en la evolución,24
que afectan a un reducido número de individuos y se propagan debido a la ventaja lograda y de manera más rápida si los
grupos de primates tienen una organización a base de macho
dominante. Como este proceso es relativamente rápido y suele
implicar un número escaso de individuos, la probabilidad de
rastrearlo es casi nula.
Así y todo, las principales dificultades son otras, porque los
orígenes del hombre y de los animales no pueden equipararse de igual modo. Quien procura encontrar los orígenes de
una cultura cuya evolución sigue un ritmo que no es exactamente el de las transformaciones biológicas, corre un permanente riesgo de confusión. ¿Háblase del origen de la cultura
o del género Homo? ¿Puede definirse la especie Homo sapiens
con criterios únicamente morfológicos? Tanto más paradójicas
son estas preguntas cuanto que los cambios culturales en materia de herramientas, por ejemplo, no parecen coincidir con los
cambios morfológicos. Resulta que en los procesos migratorios
la compleja cuestión de la aparición de un verdadero lenguaje
está sin resolver. En estas condiciones la antropogénesis puede
considerarse como una encrucijada del animal y del hombre, de
lo biológico y de lo social. Así es para Michel Sakka, del Museo
del Hombre de París, quien estima además que el diagnóstico
Léase «La teoría del equilibrio puntuado», desarrollada por N. Eldrige y S.
Gould, en T. Schops (ed.), Models in Paleobiology, Cooper Publishers, 1972.
24
África genitrix... 53
«es hombre» hecho sobre un fósil, no puede limitarse a los
signos morfológicos o al parecido más o menos acusado con
el hombre actual. En este orden de ideas, numerosos investigadores atienden a las huellas susceptibles de revelar la aparición y el desarrollo de la conciencia reflexiva, del lenguaje y
de la organización social.25 Ahí están los caracteres ditintivos y
exclusivos que separan a la humanidad de la animalidad. Por
este mismo motivo, en la opinión de Mary Leakey, los criterios
aplicables al hombre basados en una comprobada fabricación
de herramientas son preferibles a los que se fundan en la morfología de tal o cual fósil.
Concepción semejante nos induce a plantear dos variantes
posibles de la visión del hombre prehistórico en el presente
estudio. La primera, parte del animal y, andando el tiempo,
sigue la evolución tal como sucedió y la estableció la ciencia de
hoy. La segunda, parte del hombre y va desandando el tiempo. Restituye el delicado proceso de la hominización, de la
dominación progresiva de lo cultural y lo social sobre lo biológico. Estamos en presencia de un punto de vista indispensable pero aventurado. Pues explicar el pasado por el presente
siempre arriesga caer en una ilusión óptica. Otra vez invocaremos al biólogo genetista Stephen Jay Gould que nos llama
la atención sobre nuestra relación con los orígenes; según él,
el Homo sapiens no ha sido destinado a ser la cumbre de una
escala que sube desde el principio hacia nuestra elevada posición. En otras palabras, la evolución —luego la emergencia
del hombre— no debería confundirse con una película larga
cuyo guión hubiera sido escrito de antemano. Ahí insistimos
de nuevo sobre la complejidad del estudio de las migraciones, que ha de integrar irrebatiblemente las cuestiones de la
hominización y de los orígenes de la cultura sobre el continente africano. Por lo tanto, la genética aparece cada vez más
Este criterio ha sido confirmado por el VIII Congreso Panafricano de Prehistoria y de Estudio del Cuaternario que tuvo lugar en Nairobi (Kenia)
en septiembre de 1977.
25
54
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
como un precioso «auxiliar» de la paleontología humana. Así,
pues, previo estudio de los grupos sanguíneos y de los cromosomas, los genetistas pueden rastrear los grandes movimientos
de las poblaciones del mundo y demostrar que en cada uno de
nosotros dormita un poco de África y de Asia.
Pasado el difícil punto del Early Stone Age (Paleolítico),
nuestras informaciones se vuelven más abundantes y precisas.
A lo largo del Middle Stone Age y sobre todo del Later Stone
Age (Neolítico), sale al escenario el Homo sapiens. La relativa
abundancia documental no excluye la audacia de las hipótesis
ni la violencia de las controversias. Destacan las de los biólogos
genetistas.
En un atlas genético informado por sus estudios, el Pr. Luigi
Luca Cavalli-Sforza, de la Universidad de Stanford (California),
confirma que el Homo sapiens es originario de África, de donde
salió para lanzarse a la conquista del mundo, pasando por Medio Oriente y Europa. Consecuente con esa gran ola migratoria, los europeos de hoy contarían entre sus lejanos antepasados
con un 65% de asiáticos y un 35% de africanos. De ahí que,
genéticamente, los negros de África están más próximos a los
blancos de Europa aun cuando su color sugiere lo contrario.
¿Cómo explicar, desde luego, la o las diversidades humanas
tanto en África como en otras partes del mundo? La teoría de
la etnogénesis sostiene, contra otras dos teorías rivales —la cladogénesis, o cladismo, y el difusionismo— que ningún grupo
étnico tiene un origen único, trátese de su cultura, de su idioma o de sus genes.26 Con todo, dice John H. Moore, profesor
de antropología en la Universidad de Florida, será necesario
esperar para confirmarlo con los resultados de las investigaciones efectuadas sobre la diversidad del genoma humano. Ante
la cantidad cada vez más abundante de datos acumulados y la
ausencia casi total de una teoría para explicar la expansión de
J. H. Moore: «Comment expliquer la diversité humaine?», en La Recherche,
no. 277, vol. 26, juin 1995, pp. 621-627.
26
África genitrix... 55
los grupos humanos, antropólogos, etnólogos, arqueólogos y
lingüistas tratan de elaborar a escala global nuevos modelos
de interpretación. Primero Luigi Luca Cavalli-Sforza procuró
dejar en claro la correlación entre los vínculos genéticos y lingüísticos; después, el arqueólogo británico Colin Renfrew quiso reconstituir la «dispersión indo-europea», valiéndose también de datos lingüísticos y genéticos. Por fin, Robert Sokal
intentó reconstituir, en una síntesis ambiciosa, el genotipo de
los primeros agricultores.
Fueron criticadas todas estas «reconstituciones» por haberse valido de «modelos del siglo xix para interpretar datos
del xxi», sobre todo cuando se apoyaban sobre la cladogénesis, cuyos elementos de explicación recuerdan a veces los
esgrimidos por el conde Arturo de Gobineau para dividir la
humanidad en distintas «razas». En efecto, la cuestión debatida por los antropólogos, los historiadores y los investigadores
en lingüística es la siguiente: ¿En qué medida puede utilizarse
analógicamente el modelo biológico de la cladogénesis para
describir sucesos históricos o evolutivos referentes a la especie
humana? En opinión general, esta analogía solo puede aplicarse al caso de poblaciones distintas, separadas por límites específicos y contiguos. Sin embargo, si son normalmente homogéneas y bien delimitadas las sociedades humanas, si todos sus
miembros hablan el mismo lenguaje, se casan entre sí y tienen
las mismas tradiciones, pueden observarse entonces evoluciones paralelas y constantes en sus repectivas lengua, cultura y
estructura genética. Para los adeptos a la etnogénesis, el modo
de vida en un mismo continente moldea poblaciones mixtas
desde los puntos de vista genético, cultural y lingüístico, en
conformidad con lo observado frecuentemente en los grupos
humanos. Pero puede que conozcan a veces reorganizaciones
radicales, a favor de las cuales vuelven a estructurar por completo su economía, sus instituciones políticas y sociales y hasta
su lengua. Trátase de un proceso análogo al puesto de moda
por la teoría del equilibrio puntuado, del que hemos hablado
56
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
ya, y que vuelve a ilustrarse con frecuencia en las sociedades
tadicionales.
Por otra parte, los intercambios culturales, las alianzas y
las influencias lingüísticas entre estos distintos grupos humanos son muy complejos y no pueden ser representados bajo
la forma de un claro esquema cladista27. Al parecer, tribus o
fracciones étnicas se mudaron de sitio, de lengua y de religión
hasta dejarse absorber por etnias extanjeras.
A este respecto Colin Renfrew avanza la idea de que la invención de la agricultura es un fenómeno relativamente reciente
(entre 15,000 y 9,000 años antes de nuestra era). Los dos millones
de años anteriores son caracterizados por modos de vida mucho
menos sedentarios. Como advierte el Pr. John H. Moore, sería
mucho más fácil mostrar que no se pueden establecer comparaciones de verdad entre las observaciones etnográficas y etnohistóricas hechas a lo largo de la historia, particularmente en el
siglo xx, y los sucesos prehistóricos más antiguos. Estos últimos,
mucho más lejanos en el tiempo, implican sociedades de tamaño más restringido. Cualquiera que sea la experiencia histórica y
prehistórica real de los grupos humanos, al parecer estos se consideran siempre como absolutamente únicos desde los puntos
de vista histórico y lingüístico. Del mismo modo, los hablantes
de la lengua propia de un grupo creen hablarla correctamente,
al contrario de los hablantes de una lengua allegada que no la
usarían sino de una forma primitiva e incorrecta. Un ejemplo,
entre otros muchos, en el África Occidental ofrecen los hablantes
de la lengua sonrhaï (songhai), predominante en el valle medio
del Níger, prácticamente desde Djenné hasta el norte de Benín.
Es de notoriedad pública que el habla de Gao reivindica la etiqueta de autenticidad de la lengua sonrhaï, calidad que le cuestionan los hablantes de la región de homborí (Malí). Los zarma
(djerma) de Níger no dicen otra cosa. Asimismo, al norte de
Un «clade» es un grupo de especies formadas de un ancestro común y
de todos sus descendientes. Por eso, el «cladismo» es una clasificación
sitemática de seres vivos fundada sobre las relaciones filogenéticas.
27
África genitrix... 57
Benín, donde la lengua sonrhaï se ha difundido bajo la forma
regional «dendí», el habla occidental (djugú) pretende ser el
más auténtico —fiel al original del valle del Níger—, al contrario del habla oriental que resultaría adulterado. Por añadidura,
los miembros de un grupo se consideran a menudo como una
raza «pura», bien distinta de la de sus vecinos. Son víctimas sin
duda de lo que los etnólogos llaman «amnesia genealógica», o
sea, el ser incapaz de acordarse, en ausencia de documentos
escritos, de sus ancestros pasado cierto número de generaciones
(cuatro o cinco por lo general). Así se olvidan en breve los episodios de etnogénesis y de alianzas matrimoniales celebradas
entre los diferentes grupos. En este contexto, una de las críticas
dirigidas por los adeptos de la etnogénesis a la cladogénesis es
que esta, al defender la idea de que las sociedades tradicionales
están estrechamente delimitadas e ignoran las mezclas, remite a
las creencias en materia de pureza lingüística y genealógica. Asimismo, la oposición entre cladistas y los partidarios de la etnogénesis conduce a la analogía entre los procesos étnicos recientes y los prehistóricos. Un hecho incontestable es que tanto las
mezclas culturales y demográficas, como los cambios lingüísticos
radicales, son característicos de la historia reciente. Pero, vaya a
saber, por ejemplo, si las poblaciones africanas de hace unos
8,000 años o las poblaciones neolíticas y paleolíticas han conocido procesos semejantes. ¿Pueden interpretarse los datos arqueológicos y lingüísticos de manera análoga a los comportamientos
de las poblaciones de tipo «tribal» moderno? Sería necesario
añadir que el ritmo de los cambios lingüísticos y la ampliación
de las relaciones entre los idiomas constituyen un problema
particular. De hecho, es esencial partir de la oposición entre el
modelo cladista y el de la etnogénesis para aprehender la interrelación de las poblaciones humanas. El cladismo privilegia un
desarrollo a partir de un grupo antecedente único. La etnogénesis, al contrario, privilegia una continua recomposición de las
sociedades. Sin embargo, todos concuerdan en reconocer que,
una vez reconstituido, un «ethnos» tiende a la homogeneidad,
58
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
como corresponde a la hegemonía ejercida por una lengua,
un tipo de organización, una ideología social y el gradual desarrollo de todo ello. El difusionismo, por su parte, complica un
poco este modelo de desarrollo social. Privilegiando la cultura
material y técnica, los investigadores de las diferentes escuelas
difusionistas28 han mostrado que las nuevas herramientas y las
intervenciones culturales eran rápidamente adoptadas y que no
necesitaban movimientos migratorios para difundirse. Ponen
en tela de juicio el modelo migracionista, que explicaba la más
mínima similitud entre culturas lejanas tomando como referencia las migraciones de los pueblos hebreo, egipcio, fenicio, etc.
Nos consta que en este combate contradictorio los difusionistas
llevaron a menudo la ventaja, y que hoy en día sus ideas forman
parte del material teórico fundamental de los arqueólogos. De
este modo se impuso a la genética el concepto de difusión, con
el nombre de «teoría de la ola».
Esta teoría parte de la idea que, en un proceso migratorio, un
gene adaptativo, cuya tasa de ocurrencias está creciendo en un
grupo dado, va a comunicarse rápidamente por cruzamiento o
«flujo genético» a las poblaciones vecinas. Podría decirse que
el más importante problema al que se enfrentan los investigadores en ciencias humanas es llegar a distinguir entre los
efectos de proceso lento y los de proceso rápido. Tanto más
cuanto que, en genética, es imposible decir si tal gene debe
su presencia en una población a una migración repentina o a
un «flujo genético» prolongado durante centenares o millares de años. Otro aspecto de estas interrogantes científicas, en
el cual todos los investigadores se interesan, es la cuestión de
cómo explicar el reparto global de las lenguas, de las culturas
y de los genes, o sea, cómo resolver el problema complejo de
las migraciones humanas.
Entre ellos, F. Grachner, W. Schmidt, C. Wissler. Consúltese más particularmente a K. Weis, en C. Moscis-Taylor: Biological Aspects of Human Migration,
Cambridge University Press.
28
África genitrix... 59
El extraordinario hallazgo genético según el cual los genes
guardan la huella de las relaciones entre los seres humanos permitirá resolver un gran número de difíciles problemas históricos y teóricos: no solo los individuos históricamente próximos
presentan una estructura genética similar, sino que un tipo particular de ADN, el de las mitocondrias, se hereda únicamente
por línea materna. Dicho hallazgo dio lugar a una controversia
basada en «alegatos según los cuales todos descenderíamos de
una mujer, la Eva africana, que viviera hace unos 200,000 años
según los resultados de un análisis de su ADN mitocondrial».29
Es de esperar que controversias semejantes vayan a generar los
análisis en curso sobre el cromosoma Y propio de la línea paterna. ¡Acaso cundan voces para concluir que Adán sería natural
del Cáucaso, de la India o de… África! Este debate tenía sentido
hace poco más de 20 años; hoy está relativizado.
Con todo, los investigadores en ciencias humanas quedan
firmemente convencidos de que la genética permitirá resolver
un gran número de problemas relativos a la evolución social y
a los movimientos de los pueblos pehistóricos, incluso cuestiones tan controvertidas como el origen de los vascos, la expansión indoeuropea, de los bantúes y, por consiguiente, la del
conjunto de las poblaciones del continente africano.
Tampoco se olvidará que estos trabajos científicos muy
especializados cuestan carísimo, y movilizan, más allá de la
competencia entre los diferentes modelos, millones de dólares
de ayuda. Se asignan así importantes fondos al Human Genome Diversity Project (HGDP).30 Investigadores, laboratorios e
Consúltese P. Darlu: «Eve cherche toujours ses origines», en La Recherche,
octobre 1992. Puede consultarse también el importante artículo de V. Barried, del Laboratorio de Prehistoria del Instituto de Paleontología Humana,
Museo Nacional de Historia Natural, París, «Mythes et réalités de l’approche
génétique», en La Recherche, no. 277, juin 1995, vol. 26, pp. 628-633.
30
Unos cuarenta años atrás, dando seguimiento a la «caza a los genes», se
consideró necesario el acopio de información sobre la diversidad genética. En los setenta, el Programa Biológico Internacional y los grupos de
trabajo sobre la Histocontabilidad (contabilidad sanguínea), han permitido abrir bancos de datos genéticos que provienen de centenares de
29
60
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
institutos implicados confrontan Europa y Estados Unidos. Una
vez más es manifiesta la marginación de África, dirán algunos,
como la del anteriormente llamado Tercer Mundo. Señalemos
que varios comités regionales e internacionales se han constituido y trabajan para definir los protocolos de centralización
de los datos, tanto como las normas éticas que habrán de ser tomadas en cuenta en el proyecto. Es fundamental que un mismo
tipo de datos sea recogido en cada grupo y que las poblaciones
indígenas colaboren voluntariamente y saquen algún provecho
de ello. Pero ¿cuáles serán los resultados? ¿Qué sociedades se
revelarán semejantes y con qué vínculos históricos? Por fin ¿qué
modelo teórico acabará por imponerse entre el cladismo, el difusionismo o la etnogénesis? De momento parece inclinarse la
balanza hacia esta última. Una razón de orden ético podría favorecerla. En efecto, pese a que los biólogos nos han enseñado
que los seres humanos son si no hermanos y hermanas, primos
por lo menos, este hecho esencial ha sido encubierto demasiadas veces por las lucubraciones xenófobas y racistas. Así, pues,
comparto con John H. Moore la idea de que los seres humanos
hemos sido recortados todos en el mismo paño, y que todos
tenemos antepasados comunes en un periodo no muy remoto.
Dicha idea constituye a mi entender, como dice Moore, un antídoto poderoso contra las tendencias destructoras y racistas de la
política moderna que pueden conducir al genocidio.
Pero volvamos al Neolítico para examinar cómo el Homo
sapiens colonizó África.
millones de individuos, catalogados a título de muestras representativas
de varias poblaciones del mundo entero. La urgencia de una investigación sobre las enfermedades genéticas ha permitido fomentar el programa HUGO (Human Genome Organization), cuyo objetivo es realizar
una «secuencia tipo» del patrimonio genético humano. Desde 1992,
se ha ido más lejos con el programa HUGO Diversity, netamente más
ambicioso, pero cuya ejecución ha sido diferida hasta 1994-1995, dada
la magnitud del problema y de su coste. Sin embargo, estudios pilotos
han sido realizados en Estados Unidos por equipos provenientes de los
Museos del Hombre de París, Ginebra y Stanford. Ha sido planeado
también un programa europeo coordinado en Turín y Londres.
Capítulo V
Escenario probable y nuevas conjeturas sobre
las últimas migraciones
Los grandes movimientos31
La paleoantropología, la arqueología, la etnología, la genética y la lingüística, brindan una aproximación menos azarosa de
la expansión humana sobre nuestro planeta. Los progresos más
notables atañen sobre todo a los principales movimientos de las
poblaciones y las direcciones tomadas, conforme al esquema que
mejor corresponde al estado actual de nuestros conocimientos,
los cuales se benefician, por cierto, del más enriquecedor y no
menos pasmoso aporte de la biología. Estos trabajos de vanguardia esbozan una cronología y hasta un auténtico mapa de la diseminación del Homo sapiens, en el que se vean desplazarse los
grandes grupos, diferenciarse progresivamente unos de otros, a
medida que se van adaptando a unos medios muy diversos.
Los más antiguos fósiles de Homo sapiens —este hombre
moderno que sucede a las otras especies, al Australopiteco en
particular— han sido descubiertos en Etiopía e Israel (el hombre de Qafzeh). Tenían respectivamente entre 110,000 y 95,000
años de edad. Una toma instantánea abarca cuatro secuencias
principales entre 150,000 años antes de nuestra era y el siglo x
Véase mapa no. 2.
31
61
62
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
de la nuestra. La primera ve a Homo sapiens instalarse sobre más
de la tercera parte del continente, pricipalmente sobre toda la
cuenca oriental de África, entre el Mar Rojo, el Océano Índico,
el valle del Nilo y el Gran Rift hasta el extremo meridional del
continente. Va de unos 150,000 a 100,000 años antes de nuestra
era. La segunda interesa toda África del Oeste, engloba todo
Magreb hasta Libia y se organiza en torno a un Sáhara húmedo
y verdoso todavía, preso en una verdadera red de grandes lagos.
Se sitúa entre 60,000 y 50,000 años antes de nuestra era. La tercera, alrededor de 30,000 años antes de nuestra era, da lugar a
una oleada que se superpone en parte a las primeras dos e invade un espacio que va de la zona subsahariana hasta la cuenca
septentrional del Zaire y de sus principales afluentes, el cual correspondería a África central. La última secuencia recorre el espacio guineo-ecuatorial a lo largo de las costas atlánticas desde
Gambia hasta el Cabo de Buena Esperanza. Este asentamiento
ocurrió alrededor de 6,000 años antes de nuestra era.
Algunos especialistas piensan que la postrera población
del continente africano data de 30,000 años antes de nuestra era, ya que, según los testimonios arqueológicos, fue solo
hacia los 30,000 o 20,000 años antes de nuestra era cuando
se hallan en el África subsahariana fósiles humanos parecidos a los actuales habitantes. Con todo, en numerosas regiones de África, durante el Pleistoceno, o sea, a principios
de la era cuaternaria, las condiciones necesarias a la fosilización de los animales no estaban creadas debido a la muy
elevada acidez y a la constante humedad de los suelos, inherentes a una fase pluvial de particular ahínco. Por consiguiente, aun en ausencia de vestigios, no hay motivo para concluir que en estas regiones no estaba presente el hombre.32
Nuevas investigaciones pueden todavía revelar nuevos sitios.
Según el profesor Augustín Holl (Université Paris-Ouest Nanterre La Défense), este es el caso de Oujoungou, en Malí
Véanse los trabajos del paleoantropólogo M. Brunet (cf. nota 1).
32
África genitrix... 63
(mensaje personal de enero de 2015). Por ahora, es imposible
afirmar si estos humanos descienden de los primeros hombres
modernos de Etiopía y de las altas tierras entre Rift Valley y
el Océano Índico, o de los desconocidos que tallaron piedras
en los mismos sitios, entre 10,000 y 30,000 años más tarde. Lo
cierto es que numerosos argumentos, tanto genéticos o lingüísticos como paleontológicos, inducen a concluir que la postrera población de África del Oeste, del Este y de la zona sahariana tiene menos de 30,000 años. En cuanto a la población
de África central y meridional, dataría de 6,000 a 3,000 años,
cuando más (caso de Shum Laka y Fiye Nkwo). En cambio, el
asentamiento de las poblaciones de los cazadores joï y san de
la Namibia actual es más antiguo, aunque mal datado.
Indicios antropológicos
Para quien desea entrar en el proceso de las migraciones,
los indicios antropológicos constituyen en general jalones más
constante y estables que los hechos lingüísticos, que sufren
transformaciones rápidas, a veces en el espacio de pocas generaciones. A menudo se cita el caso de los negros de África que,
tras una emigración forzada al que suele llamarse Nuevo Mundo, han conservado intacto su tipo antropológico original en
un contexto geográfico muy distinto, como en Haití, Jamaica,
la República Dominicana, Cuba, Venezuela, etc.
Así, los hechos de que disponemos hoy permiten afirmar
que el reparto de los llamados «tipos raciales» modernos sobre
el continente, reproduce esencialmente el mapa antiguo de los
grandes grupos antropológicos calificados a la ligera de «razas».33
En nombre de una biología mal comprendida, se han clasificado o descartado etnias calificadas de razas. Ahora bien, la ciencia de hoy mira
el concepto de raza como una aberración. No hay grupo humano que
corresponda a un tipo biológico puro. Por lo tanto, «blancos», «negros»,
«amarillos» no son razas. Desde el punto de vista biológico, una raza es un
grupo de individuos genéticamente muy próximos. De hecho, los rasgos
fenotípicos —color de la piel, del pelo, estatura, forma de la cara— son
33
Mapa 10
Ensayo de reconstitución cartográfica de los lagos saharianos.
64
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
África genitrix... 65
Los distintos tipos de la raza mediterránea están representados
al norte de África desde los tiempos más remotos. Al este, se encontraban poblaciones de tipo etiopide, hecho que confirman
los descubrimientos paleontológicos en Kenia. La parte austral
del continente estaba poblada por los grupos san. La selva ecuatorial y tropical se extendía antes sobre una superficie mucho
más grande. Puede suponerse, pues, que ahí se diferenció un
grupo original, el de los pigmeos, cuyo tipo debe mucho a la
fuerte humedad y a la ausencia casi total de luminosidad de la
selva. El grupo negro de tipo sudanés y congolés debió de individualizarse en las latitudes tropicales, esencialmente en África
Occidental. Pero descubierto ya el Hombre de Asselar, se han
sacado a la luz, tanto en Nigeria meridional como en Sáhara, esqueletos de tipo «negroide» que se remontaban a épocas variadas, tal vez en extremo antiguas. Dichos fósiles parecen designar
esta región como foco originario de este tipo humano.
El rol de Sáhara
Si la inicial población de Sáhara fue objeto de controversias,
el estudio de las pinturas y grabados rupestres no deja lugar a
duda sobre la dominación de la población negra en esta parte de
África. En la medida en que los perfiles antropológicos se benefician de una notable constancia, a menudo plurimilenaria, no está
prohibido extrapolar de la prehistoria algunos rasgos principales
del ajedrez étnico actual. De todos modos, el proceso formativo
de los grupos individualizados resulta de la interacción de múltiples factores que diferenciaron los rasgos heredados y heredaron
a la vez los rasgos diferenciados. El gran desierto africano parece
ser, desde luego, un importante crisol para la formación, el mestizaje y la posterior difusión de los pueblos hacia sus periferias.
demasiado escasos para caracterizar de modo significativo, por sí solos, a
un grupo humano. Desgraciadamente, los conflictos que se han valido de
la raza como estandarte hacen hincapié en una verdad más profunda: el
choque de ideologías, economías y culturas.
66
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
En regla general se ignora casi todo acerca de la génesis
de las razas del Late Stone Age (Neolítico). Los grupos humanos parecen haber progresado por el Sáhara a partir de cierto
número de bases diferenciadas. Piensan los especialistas que
pudo haberse producido, en la población del Sáhara de aquel
entonces, un constante mestizaje que puso en juego a blancos
y negros, comúnmente llamados «mediterráneos» por haber
llegado del Medio Oriente. Dicha población provendría de
cinco grandes olas migratorias.
La ola más antigua, nacida a orillas del Nilo, en las cercanías de Jartum y de Es Shaheinab, al sur de la sexta catarata,
es conocida, en otros tiempos, bajo el nombre de Neolítico
de tradición sudanesa. Se ha movido del este al oeste, costeando los grandes lagos saharianos (lago Paleochadiano,
lago de Tombuctú, lago de Arawán) hasta el andén atlántico
(Adrar mauritano, Auker). Es de pensar que este grupo se
adentró hacia el Hoggar (por Tilemsí y el Adrar de Ifohras).
Un mapa de las pinturas y grabados rupestres de Sáhara da
una idea precisa de la brillante civilización y del espacio conquistado por estas poblaciones de cazadores-pescadores-recolectores. Habría mucho que decir sobre las características de
su cultura material (industria y sin duda proto-agricultura).
La ola siguiente, calificada de Neolítico guineo, se va dirigiendo hacia el sur y ocupará la zona forestal de Guinea, donde fue identificada. Sigue la tercera, conocida un poco más
tarde bajo el nombre de Neolítico de tradición capsiana. Nacida en las cercanías de la actual Túnez, se propaga rumbo al
sur, hacia Mauritania y Hoggar (Hassi Meniet). Más cercana
a los capsianos y puesta de relieve por la investigación, es la
cuarta ola, formada por los iberomaurusianos, sobre la que se
tiene poca información. Lo que sí se sabe es que han ocupado
el litoral mediterráneo de Túnez a Marruecos, donde se «neolitizarían» en una época desconocida. La última ola ha sido
identificada al Norte del Aïr, en Adrar Bous. De ahí su nombre
de «Teneréico». Sobre su origen y sus características existen
África genitrix... 67
controversias entre los especialistas. ¿Sería representativa del
Neolítico sahariano, como piensa J. D. Clarck y cuestiona
H.G. Hugot, o estaría fuertemente influenciada por Egipto,
como lo sugiere R. Vaufray? Según este ultimo, las estaciones
de Teneré representan un apogeo de la industria neolítica
sahariana que evoca irresistiblemente lo predinástico egipcio. Este Neolítico sahariano va del quinto al primer milenio
antes de nuestra era. Durante este periodo, se piensa que el
nivel de las aguas no cesó de bajar. La flora se degradó y el
hombre volvió a emigrar con sus reses hacia otros horizontes.
En total, estas olas migratorias han drenado, a través de
Sáhara primero, hacia las regiones selváticas del sur y del centro-este después, a poblaciones cuyos itinerarios son hoy en
día fácilmente detectables, ya que están jalonados por los muy
numerosos materiales líticos y las artes rupestres descubiertos
(artefactos de pesca, de caza, enseres domésticos, joyas, etc.).
Los pricipales grupos humanos —o razas, si se quiere— del
África contemporánea descienden de ellas. Podrían citarse, entre los más remotamente establecidos, los soninko, los
sonrhai (songhai), los hausa, los sao, etc. Los itinerarios más
seguidos por estas poblaciones corresponden a grandes valles
fósiles de orientación general N-S y, a veces, E-O. Los especialistas
distinguen dos grandes grupos (pastores de reses, negroides) y
cuatro vías de dispersión. El itinerario del Azawak, que algunos
llamaron Zarma o Duerma, sigue los valles bajos del Aïr y del
Tassili-n-Ahaggar. Antes de desembocar en el Níger, forman
el Dallol Bosso frente al conjunto Alibori, Mekrou y Sota en
Benín. Fue en esta región donde los investigadores han descubierto las principales estaciones neolíticas del Benín septentrional. Este será por cierto un importante itinerario de
migraciones, a la vuelta de los siglos xv y xvi, para los sonrhai
disidentes camino del Dendí histórico. Después viene el itinerario del valle del Tilemsí que toma el relevo del Valle del
Tamanrasset, en la orilla occidental del Hoggar. La celebridad
del valle del Tilemsí se debe al descubrimiento en 1927 del
68
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
Mapas 11
Principales emplazamientos de las
pinturas y grabados rupestres saharianos.
África genitrix... 69
Hombre de Asselar, cuyas afinidades negroides no son dudosas, aunque parece más cercano a los bantúes y hotentotes
que a los negros de la actual África Occidental. Esta vía corresponde al trazado de la famosa «ruta de los carros», de la que
Gao era el término. Sigue hoy siendo el más importante tramo de la Transahariana, entre Bechar, el Valle de la Saoura, el
Tanezrouft y Gao.
La vía del Azawad que R. Cornevin llama «itinerario de
Tombuctú» debía de seguir el trazado de una especie de inmenso canal natural que comunicaba los paleo-lagos de Arawán y de Tombuctú. Un poco más al oeste se extiende, entre
Aouker y el Adrar mauritano, un inmenso delta fósil del Níger
medio antes de su represamiento. En esta región, los investigadores han descubierto un impresionante apero neolítico,34
señal de que ahí se encontraba un importante foco humano y
un pasaje que desembocaba tanto en Senegal como en Níger.
Fue también en esta parte del África Occidental subsahariana
donde se desarrolló Ghana, el más antiguo imperio sudanés
(del siglo iii al xiii). Este cuarto itinerario occidental tiene
otras particularidades que le confieren esta calidad de vía de
pasaje —para las migraciones de norte a sur y viceversa—. Se
inscribe en el trazado de la «ruta de los carros» del Sáhara
occidental, puesta en evidencia por R. Mauny. Además, los
estudios hechos sobre el Neolítico mauritano por H. Hubert
y P. Laforgue, han mostrado que «algunas de las herramientas recogidas en Aouker (Tichitt) o en la bahía del Lebrel
(Tintán) provienen de los macizos del Adrar (que distan
unos 300 km de Tichitt y 500 km de Tintán)».35 Esto nos permite adelantar que ahí se anudaron relaciones comerciales
desde el Neolítico o, al menos, intercambios cuya índole
queda por determinar.
Ahí se hallaron miles de puntas de flechas o jabalinas, así como herrramientas de agricultores sedentarios: machacadores, morteros, muelas,
pulidores, hachas, etc.
35
R. Cornevin: Histoire de l’Afrique, t. I, Paris, Payot, 1967, pp. 57-58.
34
Mapa 12
Sáhara central, oriental y valles fósiles de 7 000 a 4 000 aproximadamente. Periodo
de los cazadores y pescadores arcaicos.
70
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
África genitrix... 71
Cabe subrayar por fin que en Sáhara tuvieron lugar los primeros mestizajes y un principio de jerarquización social de donde
salieron varios grandes grupos étnicos sahelo-sudaneses, como
los soniko, los sarakhollé, oriundos del este y del nordeste según
unas leyendas de origen semejante a las de los otros pueblos del
África negra subsahariana. Hubo pues en Sáhara, varios milenios
antes de nuestra era, coexitencia y, desde luego, mezcla entre los
principales grupos humanos que pueblan el África contemporánea (negros, afro-bereberes, afro-nilotes). Las migraciones en
busca de tierras de caza y de cultivo, que eran el principal factor
de evolución de las sociedades «sudanesas», comenzaron desde el
Neolítico y se prolongaron hata el fin de la época colonial.
En todo caso, fue en el curso del tercer milenio antes de
nuestra era cuando el Sáhara, tras repetidos episodios de sequías,
empezó a desertificarse. Se fue acelerando el proceso a fines del
mismo milenio hasta volverse preocupante a fines del primero y
suscitar un importante tránsito migratorio que lanzó hacia el norte, el sur y el este, rumbo al valle del Nilo, a importantes grupos
humanos desamparados. Otros movimientos de menos alcance
seguirán trayendo nuevos elementos, aunque salidos, como los
primeros, de la misma cepa. El Sáhara, por tanto, no está despoblado de sus autóctonos negro-africanos, que subsisten en los
oasis y las montañas del centro-este del gran desierto.
Últimos retoques
Evocando con cierto humor el espectáculo que representarían estas migraciones humanas, J. Ki-Zerbo escribe:«El líder
de la caravana que, acicalado de amuletos y armas, condujo
el clan hacia el progreso o la aventura, es el antepasado epónimo propulsando a su pueblo historia adentro y cuyo nombre, nimbado de una veneración casi ritual, se transmitirá a lo
largo de los siglos. En efecto, las migracciones eran esencialmente fenómenos de grupos, actos de componentes altamente
72
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
sociales».36 Consecuencias de éxitos o de fracasos en su medio
de origen, estos se saldarán con resultados ambiguos. Por una
parte, crean el progreso porque sus flujos sucesivos y convergentes aseguran poco a poco la toma de posesión, si no el dominio del continente y, gracias a los intercambios suscitados,
exaltan las innovaciones por una suerte de efecto acumulativo.
Pero, en cambio, estas migraciones, al diluir la densidad de la
población en un espacio desmesurado, le niegan la facultad
de alcanzar el grado de concentración a partir del cual el hormiguero humano no tiene más remedio que sobrepasarse en
invenciones indispensables a su supervivencia. Por cierto, la
dilución de los primeros clanes africanos en el medio geográfico aumenta el apremio de este sobre sus descendientes y tiende a regresarlos hacia los oscuros orígenes, cuando el hombre,
llagado por su doloroso parto a través de la corteza opaca del
universo bruto, pugnaba por desandar lo ya andado.
Este hecho ha sido acentuado y amplificado sobre todo el
continente entre los siglos xvi y xx. En efecto, el doloroso reajuste que se produjo durante los siglos xvi, xvii, xviii y xix, con los
consecuentes fenómenos de desorganización de los sistemas políticos y de destructuración de las sociedades y culturas —esclavitud, trata, proselitismo religioso y colonización mediantes—, han
contribuido a exasperar poblaciones y pueblos. Sobre este continente «codiciado», convertido en teatro de cuatro siglos ininterrumpidos de violencias, las migraciones sufrieron sus últimos
retoques. Guerras —civiles o extranjeras—, hambrunas, epidemias, accidentes climáticos, han guiado las poblaciones hacia
zonas de refugio u otros remansos de paz, antepenúltimas etapas de los otros movimientos de fines del siglo xx y los del tercer
milenio de nuestra era. De este modo, la trama de la evolución
humana nos enseña al hombre prehistórico africano desprendiéndose penosamente de la naturaleza para sumirse de nuevo
en lo colectivo en forma de grupos, comunidades originales
J. KI-Zerbo: Histoire de l’Afrique Noire, 2da. Ed., Hatier, Paris, 1978.
36
África genitrix... 73
que se agregan o disgregan para volver a componerse bajo
otras formas, con técnicas cada vez más basadas en utensilios
o armas de hierro, en alianzas o conflictos que suscitan los primeros cantos de amor y los primeros choques de la Historia.
Ahora bien, lo que llama la atención en este proceso es el trascender de las comunidades originales oriundas de la prehistoria, llevadas por el acontecer histórico, hacia el meollo del
siglo xx y del xxi inclusive.
África aparece así como un continente por el que han
transitado hombres y mujeres que diríase aspirados por los
inmensos horizontes de esta parte del Viejo Mundo. El inextricable embrollo que presenta hoy el mapa étnico africano es,
según lo dicho a propósito por J. Ki-Zerbo, «el resultado de
este movimiento browniano de los pueblos, de envergadura
plurimilenaria».37
Ídem.
37
Conclusión
Emigrados todos
La genética, con sus progresos e interrogaciones, aumenta
las facultades de los investigadores para despejar las incógnitas
de los orígenes del Hombre. El polimorfismo del ADN de las
múltiples poblaciones humanas constituye para ellos un verdadero caballo de batalla en el campo de la biología molecular. ¿Permitirá el ADN antiguo, entre tantos misterios, dar una
respuesta definitiva al enigma del origen de la humanidad?
Esto supone que el estudio conjunto de las secuencias fósiles
y actuales venga respaldado por una sólida metodología de reconstrucción no específica de los datos moleculares, de la que
a menudo carecieron los trabajos pasados.
Hoy llama la atención el hecho de que esos movimientos
de poblaciones han generado mezclas, mestizajes, diásporas,
que son en definitiva la expresión del dinamismo, de la riqueza de las diversas culturas y civilizaciones. Todo esto se inscribe
como argumentos contra las ínfulas egoístas y las preocupaciones pretendidamente tranquilizadoras de las sociedades industrializadas, que parecen haber olvidado por completo los
valores humanistas del intercambio y de la repartición de los
frutos del trabajo humano sobre nuestro planeta Tierra.
En todo caso, las actuales disputas entre los partidarios de
una filiación a partir del Australopiteco y quienes opinan que el
género Homo se remonta más allá en el tiempo, no van cambiar
75
76
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
nada de la presente constatación: África es la cuna de la especie
humana y, por tanto, el punto de partida de la dispersión y de la
diferenciación de los principales grupos humanos. De ahí se colige la colosal deuda que le debe a esta África genitrix el resto del
mundo. No es de extrañar pues esta conmovedora confesión
del profesor Eugène Pittard: «No me niego a admitir que corren en nuestras venas unas cuantas gotas de sangre africana».38
Desgraciadamente, de ahí se colige también cuánto perduran
el incomprensible menosprecio y la marginación que sufren los
pueblos africanos, así como sus culturas y civilizaciones, en el
escenario internacional. Sin embargo, y nunca se insistirá demasiado sobre esto, el África es, gracias a estas migraciones, la
fuente fecunda de donde brotó la conciencia de los hombres y
un crisol generador de su pensamiento.
Lo que más nos sedujo durante este largo recorrido a contracorriente hacia la matriz africana de la humanidad, no fueron tanto los anhelos profundos y los andares de millones de
hombres y mujeres en busca de «tierras de promisión», sino
la permanencia de sus migraciones, componentes irrefragables de la evolución humana, y el asentamiento más o menos
definitivo de todos estos pueblos en el continente africano.
En adelante, dígamoslo sin ambages, nos incumbe vivir con
la idea de que es nómada nuestro planeta, todos los humanos
somos genéticamente nómadas y siempre volveremos a las andadas. Sobre nuestra Tierra todos somos emigrados salidos del
único ombligo, el ombligo africano.
Por último, ¿qué más les voy a decir? Ironía de la historia
—en particular de esta que pretendía dar fe de las «cunas
sobre ruedas»39 de la humanidad—, la última etapa de esta
carrera de relevos se sitúa hoy en Chad, a consecuencia del
E. Pittard: Les races et l’Histoire. Introduction ethnologique à l’Histoire, Renaissance du Livre, Paris, 1924, p. 505. El autor estrenó la Cátedra de Antropología y de Prehistoria de la Universidad de Ginebra. A él también se
debe la creación del Museo Etnológico de esta ciudad.
39
Véase nota 9.
38
África genitrix... 77
inesperado motivo de polémica que provocó el descubrimiento de Tumai. ¡Vaya paradoja que hace de Chad la primera cuna de nuestra humanidad! Con que Tumai viene
a ser nuestro más lejano antepasado. ¿Por cuánto tiempo
todavía? Bastante para que tengan serios motivos de inquietud los especuladores creacionistas de toda laya, y den al
traste con la ilógica «lógica» de su raciocinio.
Julio 1995.
Con algunos retoques en abril-mayo de 2013.
y septiembre/octubre de 1914.
29 de marzo de 2015.
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Índice de mapas
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Mapa 2
Escenario probable de la historia de la población
humana. Fuente: TDC (Textes & Documents
pour la Classe), no. 648, 1993. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
Mapa 3
Red genética de la población humana.
Fuente: La Recherche, no. 277, juin 1995,
vol. 26, pp. 621-627.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
Mapa 4
Migración de los neandertalenses,
según Hugot Thilmans. Fuente: Collection
d’Histoire Hatier: Des origines au VIIème siècle, 1964.. . . . . . . . . 30
Mapa 5
Zonas de población importante en los primeros
tiempos del Paleolítico.
Fuente: Collection d’Histoire Hatier: Des origines
au VIIème siècle, 1964.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
83
84
Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa
Mapa 6
Aparición del Rift y nuevo reparto entre fauna y flora.
Fuente: Y. Coppens, Le Singe, l’Afrique et l’Homme,
Odile Jacob, Paris, 1985, p. 115.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
Mapa 7
Los grandes movimientos migratorios
africanos en el Neolítico.
Fuente: Collection d’Histoire Hatier:
Des origines au VIIème siècle, 1964.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
Mapa 8
Conquista del Viejo Mundo.
Fuente: Y. Coppens, Le Singe, l’Afrique et
l’Homme, Odile Jacob, Paris, 1985, p. 121. . . . . . . . . . . . . . . . 38
Mapa 9
Sáhara en el Neolítico: hipótesis sobre las migraciones.
Fuente: R. Cornevin, Histoire de l’Afrique, t. 1,
Payot, Paris, 1967, p. 55. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
Mapa 10
Ensayo de reconstitución cartográfica
de los lagos saharianos.
Fuente: Collection d’Histoire Hatier: Des origines
au VIIème siècle, 1964, p. 27.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
Mapas 11
Principales emplazamientos de las pinturas y grabados
rupestres saharianos.
Fuente: Collection d’Histoire Hatier: Des origines
au VIIème siècle, 1964, p. 31.
Le Grand Atlas Universalis de l’Archéologie, 1985, p. 313. . . . . . 68
África genitrix... 85
Mapa 12
Sáhara central y valles fósiles
de 7000 a 4000 aproximadamente.
Periodo de los cazadores y pescadores arcaicos.
Fuente: J. Ki-Zerbo, Histoire Générale de l’Afrique, vol. I,
Jeune Afrique-Stock-UNESCO, Paris, 1980, pp. 54-55.. . . . . 70
Publicaciones del
Archivo General de la Nación
Vol. I Vol. II Vol. III Vol. IV Vol. V Vol. VI Vol. VII Vol. VIII Vol. IX Vol. X Vol. XI Vol. XII Vol. XIII Vol. XIV Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, 1844-1846.
Edición y notas de E. Rodríguez Demorizi, C. T., 1944.
Documentos para la historia de la República Dominicana.
Colección de E. Rodríguez Demorizi, Vol. I, C. T., 1944.
Samaná, pasado y porvenir. E. Rodríguez Demorizi, C. T., 1945.
Relaciones históricas de Santo Domingo. Colección y notas de E.
Rodríguez Demorizi, Vol. II, C. T., 1945.
Documentos para la historia de la República Dominicana.
Colección de E. Rodríguez Demorizi, Vol. II, Santiago, 1947.
San Cristóbal de antaño. E. Rodríguez Demorizi, Vol. II,
Santiago, 1946.
Manuel Rodríguez Objío (poeta, restaurador, historiador, mártir). R.
Lugo Lovatón, C. T., 1951.
Relaciones. Manuel Rodríguez Objío. Introducción, títulos y
notas por R. Lugo Lovatón, C. T., 1951.
Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, 1846-1850.
Vol. II. Edición y notas de E. Rodríguez Demorizi, C. T., 1947.
Índice general del «Boletín» del 1938 al 1944, C. T., 1949.
Historia de los aventureros, filibusteros y bucaneros de América. Escrita
en holandés por Alexander O. Exquemelin, traducida de una
famosa edición francesa de La Sirene-París, 1920, por C. A.
Rodríguez; introducción y bosquejo biográfico del traductor
R. Lugo Lovatón, C. T., 1953.
Obras de Trujillo. Introducción de R. Lugo Lovatón, C. T., 1956.
Relaciones históricas de Santo Domingo. Colección y notas de E.
Rodríguez Demorizi, Vol. III, C. T., 1957.
Cesión de Santo Domingo a Francia. Correspondencia de Godoy,
García Roume, Hedouville, Louverture, Rigaud y otros. 1795-1802.
Edición de E. Rodríguez Demorizi, Vol. III, C. T., 1959.
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Vol. XV Vol. XVI Vol. XVII Vol. XVIII Vol. XIX Vol. XX Vol. XXI Vol. XXII Vol. XXIII Vol. XXIV Vol. XXV Vol. XXVI Vol. XXVII Vol. XXVIII
Vol. XXIX Vol. XXX
Vol. XXXI
Vol. XXXII
Vol. XXXIII Publicaciones del Archivo General de la Nación
Documentos para la historia de la República Dominicana.
Colección de E. Rodríguez Demorizi, Vol. III, C. T., 1959.
Escritos dispersos. (Tomo I: 1896-1908). José Ramón López.
Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2005.
Escritos dispersos. (Tomo II: 1909-1916). José Ramón López.
Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2005.
Escritos dispersos. (Tomo III: 1917-1922). José Ramón López.
Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2005.
Máximo Gómez a cien años de su fallecimiento, 1905-2005. Edición
de E. Cordero Michel, Santo Domingo, D. N., 2005.
Lilí, el sanguinario machetero dominicano. Juan Vicente Flores,
Santo Domingo, D. N., 2006.
Escritos selectos. Manuel de Jesús de Peña y Reynoso. Edición de
A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2006.
Obras escogidas 1. Artículos. Alejandro Angulo Guridi. Edición de
A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2006.
Obras escogidas 2. Ensayos. Alejandro Angulo Guridi. Edición de
A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2006.
Obras escogidas 3. Epistolario. Alejandro Angulo Guridi. Edición
de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2006.
La colonización de la frontera dominicana 1680-1796. Manuel
Vicente Hernández González, Santo Domingo, D. N., 2006.
Fabio Fiallo en La Bandera Libre. Compilación de Rafael Darío
Herrera, Santo Domingo, D. N., 2006.
Expansión fundacional y crecimiento en el norte dominicano (16801795). El Cibao y la bahía de Samaná. Manuel Hernández
González, Santo Domingo, D. N., 2007.
Documentos inéditos de Fernando A. de Meriño. Compilación de
José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2007.
Pedro Francisco Bonó. Textos selectos. Santo Domingo, D. N., 2007.
Iglesia, espacio y poder: Santo Domingo (1498-1521), experiencia
fundacional del Nuevo Mundo. Miguel D. Mena, Santo Domingo,
D. N., 2007.
Cedulario de la isla de Santo Domingo, Vol. I: 1492-1501. Fray
Vicente Rubio, O. P., edición conjunta del Archivo General
de la Nación y el Centro de Altos Estudios Humanísticos y del
Idioma Español, Santo Domingo, D. N., 2007.
La Vega, 25 años de historia 1861-1886. (Tomo I: Hechos
sobresalientes en la provincia). Compilación de Alfredo Rafael
Hernández Figueroa, Santo Domingo, D. N., 2007.
La Vega, 25 años de historia 1861-1886. (Tomo II: Reorganización
de la provincia post Restauración). Compilación de Alfredo
Rafael Hernández Figueroa, Santo Domingo, D. N., 2007.
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Vol. XLVI
Vol. XLVII
Vol. XLVIII
Vol. XLIX
Vol. L
Vol. LI
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Cartas del Cabildo de Santo Domingo en el siglo xvii. Compilación
de Genaro Rodríguez Morel, Santo Domingo, D. N., 2007.
Memorias del Primer Encuentro Nacional de Archivos. Santo
Domingo, D. N., 2007.
Actas de los primeros congresos obreros dominicanos, 1920 y 1922.
Santo Domingo, D. N., 2007.
Documentos para la historia de la educación moderna en la República
Dominicana (1879-1894). Tomo I. Raymundo González, Santo
Domingo, D. N., 2007.
Documentos para la historia de la educación moderna en la República
Dominicana (1879-1894). Tomo II. Raymundo González,
Santo Domingo, D. N., 2007.
Una carta a Maritain. Andrés Avelino, traducción al
castellano e introducción del P. Jesús Hernández, Santo
Domingo, D. N., 2007.
Manual de indización para archivos, en coedición con el Archivo
Nacional de la República de Cuba. Marisol Mesa, Elvira
Corbelle Sanjurjo, Alba Gilda Dreke de Alfonso, Miriam Ruiz
Meriño, Jorge Macle Cruz, Santo Domingo, D. N., 2007.
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Ensayos y apuntes diversos. Dr. Alejandro Llenas. Edición de
A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2007.
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Santo Domingo, D. N., 2007.
Cartas de la Real Audiencia de Santo Domingo (1530-1546).
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Herrera, Santo Domingo, D. N., 2008.
Años imborrables. Rafael Alburquerque Zayas-Bazán, Santo
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Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel. Tomo II,
Compilación de José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008.
Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel. Tomo III.
Compilación de José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008.
Prosas polémicas 1. Primeros escritos, textos marginales, Yanquilinarias.
Félix Evaristo Mejía. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo,
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Vol. LII
Vol. LIII
Vol. LIV
Vol. LV
Vol. LVI
Vol. LVII
Vol. LVIII
Vol. LIX
Vol. LX
Vol. LXI
Vol. LXII
Vol. LXIII
Vol. LXIV
Vol. LXV
Vol. LXVI
Vol. LXVII
Vol. LXVIII
Vol. LXIX
Vol. LXX
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Prosas polémicas 2. Textos educativos y Discursos. Félix Evaristo
Mejía. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.
Prosas polémicas 3. Ensayos. Félix Evaristo Mejía. Edición de
A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2008.
Autoridad para educar. La historia de la escuela católica dominicana.
José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008.
Relatos de Rodrigo de Bastidas. Antonio Sánchez Hernández,
Santo Domingo, D. N., 2008.
Textos reunidos 1. Escritos políticos iniciales. Manuel de J. Galván.
Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.
Textos reunidos 2. Ensayos. Manuel de J. Galván. Edición de
Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.
Textos reunidos 3. Artículos y Controversia histórica. Manuel de
J. Galván. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo,
D. N., 2008.
Textos reunidos 4. Cartas, Ministerios y misiones diplomáticas. Manuel
de J. Galván. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo,
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La sumisión bien pagada. La iglesia dominicana bajo la Era de
Trujillo (1930-1961). Tomo I. José Luis Sáez, S. J., Santo
Domingo, D. N., 2008.
La sumisión bien pagada. La iglesia dominicana bajo la Era de Trujillo
(1930-1961). Tomo II. José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo,
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El sur dominicano (1680-1795). Cambios sociales y transformaciones
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Cuadros históricos dominicanos. César A. Herrera, Santo
Domingo, D. N., 2008.
Escritos 1. Cosas, cartas y... otras cosas. Hipólito Billini. Edición
de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.
Escritos 2. Ensayos. Hipólito Billini. Edición de Andrés Blanco
Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.
Memorias, informes y noticias dominicanas. H. Thomasset.
Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.
Manual de procedimientos para el tratamiento documental. Olga
Pedierro, et. al., Santo Domingo, D. N., 2008.
Publicaciones del Archivo General de la Nación
Vol. LXXI
Vol. LXXII
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Vol. LXXIV
Vol. LXXV
Vol. LXXVI
Vol. LXXVII
Vol. LXXVIII
Vol. LXXIX
Vol. LXXX
Vol. LXXXI
Vol. LXXXIII
Vol. LXXXIV
Vol. LXXXV
Vol. LXXXVI
Vol. LXXXVII
Vol. LXXXIX
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Escritos desde aquí y desde allá. Juan Vicente Flores. Edición de
Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008.
De la calle a los estrados por justicia y libertad. Ramón Antonio
Veras (Negro), Santo Domingo, D. N., 2008.
Escritos y apuntes históricos. Vetilio Alfau Durán, Santo Domingo,
D. N., 2009.
Almoina, un exiliado gallego contra la dictadura trujillista.
Salvador E. Morales Pérez, Santo Domingo, D. N., 2009.
Escritos. 1. Cartas insurgentes y otras misivas. Mariano A. Cestero.
Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.
Escritos. 2. Artículos y ensayos. Mariano A. Cestero. Edición de
Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.
Más que un eco de la opinión. 1. Ensayos, y memorias ministeriales.
Francisco Gregorio Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz,
Santo Domingo, D. N., 2009.
Más que un eco de la opinión. 2. Escritos, 1879-1885. Francisco
Gregorio Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo
Domingo, D. N., 2009.
Más que un eco de la opinión. 3. Escritos, 1886-1889. Francisco
Gregorio Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo
Domingo, D. N., 2009.
Más que un eco de la opinión. 4. Escritos, 1890-1897. Francisco
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Domingo, D. N., 2009.
Capitalismo y descampesinización en el Suroeste dominicano. Angel
Moreta, Santo Domingo, D. N., 2009.
Perlas de la pluma de los Garrido. Emigdio Osvaldo Garrido,
Víctor Garrido y Edna Garrido de Boggs. Edición de Edgar
Valenzuela, Santo Domingo, D. N., 2009.
Gestión de riesgos para la prevención y mitigación de desastres en
el patrimonio documental. Sofía Borrego, Maritza Dorta, Ana
Pérez, Maritza Mirabal, Santo Domingo, D. N., 2009.
Obras, tomo I. Guido Despradel Batista. Compilación de
Alfredo Rafael Hernández, Santo Domingo, D. N., 2009.
Obras, tomo II. Guido Despradel Batista. Compilación de
Alfredo Rafael Hernández, Santo Domingo, D. N., 2009.
Historia de la Concepción de La Vega. Guido Despradel Batista,
Santo Domingo, D. N., 2009.
Una pluma en el exilio. Los artículos publicados por Constancio
Bernaldo de Quirós en República Dominicana. Compilación
de Constancio Cassá Bernaldo de Quirós, Santo Domingo,
D. N., 2009.
92
Vol. XC
Vol. XCI
Vol. XCIII
Vol. XCIV
Vol. XCV
Vol. XCVI
Vol. XCVII
Vol. XCVIII
Vol. XCIX
Vol. C
Vol. CI
Vol. CII
Vol. CIII
Vol. CIV
Vol. CV
Vol. CVI
Vol. CVII
Vol. CVIII
Vol. CIX
Publicaciones del Archivo General de la Nación
Ideas y doctrinas políticas contemporáneas. Juan Isidro Jimenes
Grullón, Santo Domingo, D. N., 2009.
Metodología de la investigación histórica. Hernán Venegas
Delgado, Santo Domingo, D. N., 2009.
Filosofía dominicana: pasado y presente. Tomo I. Compilación de
Lusitania F. Martínez, Santo Domingo, D. N., 2009.
Filosofía dominicana: pasado y presente. Tomo II. Compilación
de Lusitania F. Martínez, Santo Domingo, D. N., 2009.
Filosofía dominicana: pasado y presente. Tomo III. Compilación
de Lusitania F. Martínez, Santo Domingo, D. N., 2009.
Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición. Ramón
Antonio, (Negro) Veras, Santo Domingo, D. N., 2009.
Escritos reunidos. 1. Ensayos, 1887-1907. Rafael Justino Castillo.
Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.
Escritos reunidos. 2. Ensayos, 1908-1932. Rafael Justino Castillo.
Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.
Escritos reunidos. 3. Artículos, 1888-1931. Rafael Justino Castillo.
Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.
Escritos históricos. Américo Lugo, edición conjunta del Archivo
General de la Nación y el Banco de Reservas, Santo Domingo,
D. N., 2009.
Vindicaciones y apologías. Bernardo Correa y Cidrón. Edición
de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009.
Historia, diplomática y archivística. Contribuciones dominicanas.
María Ugarte, Santo Domingo, D. N., 2009.
Escritos diversos. Emiliano Tejera, edición conjunta del Archivo
General de la Nación y el Banco de Reservas, Santo Domingo,
D. N., 2010.
Tierra adentro. José María Pichardo, segunda edición, Santo
Domingo, D. N., 2010.
Cuatro aspectos sobre la literatura de Juan Bosch. Diógenes Valdez,
Santo Domingo, D. N., 2010.
Javier Malagón Barceló, el Derecho Indiano y su exilio en la República
Dominicana. Compilación de Constancio Cassá Bernaldo de
Quirós, Santo Domingo, D. N., 2010.
Cristóbal Colón y la construcción de un mundo nuevo. Estudios,
1983-2008. Consuelo Varela, edición de Andrés Blanco Díaz,
Santo Domingo, D. N., 2010.
República Dominicana. Identidad y herencias etnoculturales indígenas.
J. Jesús María Serna Moreno, Santo Domingo, D. N., 2010.
Escritos pedagógicos. Malaquías Gil Arantegui. Edición de
Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010.
Publicaciones del Archivo General de la Nación
Vol. CX
Vol. CXI
Vol. CXII
Vol. CXIII
Vol. CXIV
Vol. CXV
Vol. CXVI
Vol. CXVII
Vol. CXVIII
Vol. CXIX
Vol. CXX
Vol. CXXI
Vol. CXXII
Vol. CXXIII
Vol. CXXIV
Vol. CXXV
Vol. CXXVI
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Cuentos y escritos de Vicenç Riera Llorca en La Nación. Compilación
de Natalia González, Santo Domingo, D. N., 2010.
Jesús de Galíndez. Escritos desde Santo Domingo y artículos contra
el régimen de Trujillo en el exterior. Compilación de Constancio
Cassá Bernaldo de Quirós, Santo Domingo, D. N., 2010.
Ensayos y apuntes pedagógicos. Gregorio B. Palacín Iglesias.
Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010.
El exilio republicano español en la sociedad dominicana (Ponencias
del Seminario Internacional, 4 y 5 de marzo de 2010).
Reina C. Rosario Fernández (Coord.), edición conjunta
de la Academia Dominicana de la Historia, la Comisión
Permanente de Efemérides Patrias y el Archivo General de la
Nación, Santo Domingo, D. N., 2010.
Pedro Henríquez Ureña. Historia cultural, historiografía y crítica
literaria. Odalís G. Pérez, Santo Domingo, D. N., 2010.
Antología. José Gabriel García. Edición conjunta del Archivo
General de la Nación y el Banco de Reservas, Santo Domingo,
D. N., 2010.
Paisaje y acento. Impresiones de un español en la República
Dominicana. José Forné Farreres. Santo Domingo, D. N., 2010.
Historia e ideología. Mujeres dominicanas, 1880-1950. Carmen
Durán. Santo Domingo, D. N., 2010.
Historia dominicana: desde los aborígenes hasta la Guerra de Abril.
Augusto Sención (Coord.), Santo Domingo, D. N., 2010.
Historia pendiente: Moca 2 de mayo de 1861. Juan José Ayuso,
Santo Domingo, D. N., 2010.
Raíces de una hermandad. Rafael Báez Pérez e Ysabel A.
Paulino, Santo Domingo, D. N., 2010.
Miches: historia y tradición. Ceferino Moní Reyes, Santo
Domingo, D. N., 2010.
Problemas y tópicos técnicos y científicos. Tomo I. Octavio A.
Acevedo. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo,
D. N., 2010.
Problemas y tópicos técnicos y científicos. Tomo II. Octavio A.
Acevedo. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo,
D. N., 2010.
Apuntes de un normalista. Eugenio María de Hostos. Edición
de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010.
Recuerdos de la Revolución Moyista (Memoria, apuntes y documentos).
Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010.
Años imborrables (2da ed.) Rafael Alburquerque Zayas-Bazán,
edición conjunta de la Comisión Permanente de Efemérides
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Publicaciones del Archivo General de la Nación
Patrias y el Archivo General de la Nación, Santo Domingo,
D. N., 2010.
Vol. CXXVII
El Paladión: de la Ocupación Militar Norteamericana a la
dictadura de Trujillo. Tomo I. Compilación de Alejandro
Paulino Ramos, edición conjunta del Archivo General de
la Nación y la Academia Dominicana de la Historia, Santo
Domingo, D. N., 2010.
Vol. CXXVIII
El Paladión: de la Ocupación Militar Norteamericana a la
dictadura de Trujillo. Tomo II. Compilación de Alejandro
Paulino Ramos, edición conjunta del Archivo General de
la Nación y la Academia Dominicana de la Historia, Santo
Domingo, D. N., 2010.
Vol. CXXIX
Memorias del Segundo Encuentro Nacional de Archivos. Santo
Domingo, D. N., 2010.
Vol. CXXX
Relaciones cubano-dominicanas, su escenario hemisférico (1944-1948).
Jorge Renato Ibarra Guitart, Santo Domingo, D. N., 2010.
Vol. CXXXI
Obras selectas. Tomo I, Antonio Zaglul, edición conjunta del
Archivo General de la Nación y el Banco de Reservas. Edición
de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXXXII
Obras selectas. Tomo II. Antonio Zaglul, edición conjunta del
Archivo General de la Nación y el Banco de Reservas. Edición
de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXXXIII África y el Caribe: Destinos cruzados. Siglos xv-xix, Zakari DramaniIssifou, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXXXIV
Modernidad e ilustración en Santo Domingo. Rafael Morla, Santo
Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXXXV
La guerra silenciosa: Las luchas sociales en la ruralía dominicana.
Pedro L. San Miguel, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXXXVI
AGN: bibliohemerografía archivística. Un aporte (1867-2011). Luis
Alfonso Escolano Giménez, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXXXVII La caña da para todo. Un estudio histórico-cuantitativo del
desarrollo azucarero dominicano. (1500-1930). Arturo Martínez
Moya, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXXXVIII El Ecuador en la Historia. Jorge Núñez Sánchez, Santo Domingo,
D. N., 2011.
Vol. CXXXIX La mediación extranjera en las guerras dominicanas de independencia,
1849-1856. Wenceslao Vega B., Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXL
Max Henríquez Ureña. Las rutas de una vida intelectual. Odalís
G. Pérez, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXLI
Yo también acuso. Carmita Landestoy, Santo Domingo, D. N., 2011.
Vol. CXLIII
Más escritos dispersos. Tomo I. José Ramón López. Edición de
Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011.
Publicaciones del Archivo General de la Nación
Vol. CXLIV
Vol. CXLV
Vol. CXLVI
Vol. CXLVII
Vol. CXLVIII
Vol. CXLIX
Vol. CL
Vol. CLI
Vol. CLII
Vol. CLIII
Vol. CLIV
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Vol. CLVI
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Vol. CLVIII
Vol. CLIX
Vol. CLX
Vol. CLXI
Vol. CLXII
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Más escritos dispersos. Tomo II. José Ramón López. Edición de
Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011.
Más escritos dispersos. Tomo III. José Ramón López. Edición de
Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011.
Manuel de Jesús de Peña y Reinoso: Dos patrias y un ideal. Jorge
Berenguer Cala, Santo Domingo, D. N., 2011.
Rebelión de los capitanes: Viva el rey y muera el mal gobierno.
Roberto Cassá, Santo Domingo, D. N., 2011.
De esclavos a campesinos. Vida rural en Santo Domingo colonial.
Raymundo González, Santo Domingo, D. N., 2011.
Cartas de la Real Audiencia de Santo Domingo (1547-1575).
Genaro Rodríguez Morel, Santo Domingo, D. N., 2011.
Ramón –Van Elder– Espinal. Una vida intelectual comprometida.
Compilación de Alfredo Rafael Hernández Figueroa, Santo
Domingo, D. N., 2011.
El alzamiento de Neiba: Los acontecimientos y los documentos (febrero de
1863). José Abreu Cardet y Elia Sintes Gómez, Santo Domingo,
D. N., 2011.
Meditaciones de cultura. Laberintos de la dominicanidad. Carlos
Andújar Persinal, Santo Domingo, D. N., 2011.
El Ecuador en la Historia (2da ed.) Jorge Núñez Sánchez, Santo
Domingo, D. N., 2012.
Revoluciones y conflictos internacionales en el Caribe (1789-1854).
José Luciano Franco, Santo Domingo, D. N., 2012.
El Salvador: historia mínima. Varios autores, Santo Domingo,
D. N., 2012.
Didáctica de la geografía para profesores de Sociales. Amparo
Chantada, Santo Domingo, D. N., 2012.
La telaraña cubana de Trujillo. Tomo I. Eliades Acosta Matos,
Santo Domingo, D. N., 2012.
Cedulario de la isla de Santo Domingo, 1501-1509. Vol. II, Fray
Vicente Rubio, O. P., edición conjunta del Archivo General
de la Nación y el Centro de Altos Estudios Humanísticos y del
Idioma Español, Santo Domingo, D. N., 2012.
Tesoros ocultos del periódico El Cable. Compilación de Edgar
Valenzuela, Santo Domingo, D. N., 2012.
Cuestiones políticas y sociales. Dr. Santiago Ponce de León,
edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012.
La telaraña cubana de Trujillo. Tomo II. Eliades Acosta Matos,
Santo Domingo, D. N., 2012.
El incidente del trasatlántico Cuba. Una historia del exilio
republicano español en la sociedad dominicana, 1938-1944. Juan
B. Alfonseca Giner de los Ríos, Santo Domingo, D. N., 2012.
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Vol. CLXIII
Publicaciones del Archivo General de la Nación
Historia de la caricatura dominicana. Tomo I. José Mercader,
Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXIV
Valle Nuevo: El Parque Juan B. Pérez Rancier y su altiplano.
Constancio Cassá, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXV
Economía, agricultura y producción. José Ramón Abad. Edición
de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXVI
Antología. Eugenio Deschamps. Edición de Roberto Cassá, Betty
Almonte y Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXVII
Diccionario geográfico-histórico dominicano. Temístocles A. Ravelo.
Revisión, anotación y ensayo introductorio Marcos A. Morales,
edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXVIII
Drama de Trujillo. Cronología comentada. Alonso Rodríguez
Demorizi. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo,
D. N., 2012.
Vol. CLXIX
La dictadura de Trujillo: documentos (1930-1939). Tomo I,
volumen 1. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXX
Drama de Trujillo. Nueva Canosa. Alonso Rodríguez Demorizi.
Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012
Vol. CLXXI
El Tratado de Ryswick y otros temas. Julio Andrés Montolío.
Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXII
La dictadura de Trujillo: documentos (1930-1939). Tomo I,
volumen 2. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXIII
La dictadura de Trujillo: documentos (1950-1961). Tomo III,
volumen 5. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXIV
La dictadura de Trujillo: documentos (1950-1961). Tomo III,
volumen 6. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXV
Cinco ensayos sobre el Caribe hispano en el siglo xix: República
Dominicana, Cuba y Puerto Rico 1861-1898. Luis Álvarez-López,
Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXVI
Correspondencia consular inglesa sobre la Anexión de Santo Domingo
a España. Roberto Marte, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXVII ¿Por qué lucha el pueblo dominicano? Imperialismo y dictadura
en América Latina. Dato Pagán Perdomo, Santo Domingo,
D. N., 2012.
Vol. CLXXVIII Visión de Hostos sobre Duarte. Compilación y Edición de Miguel
Collado, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CLXXIX
Los campesinos del Cibao: Economía de mercado y transformación
agraria en la República Dominicana, 1880-1960. Pedro L. San
Miguel, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXX
La dictadura de Trujillo: documentos (1940-1949). Tomo II,
volumen 3. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012.
Publicaciones del Archivo General de la Nación
Vol. CLXXXI
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La dictadura de Trujillo: documentos (1940-1949). Tomo II,
volumen 4. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXXII De súbditos a ciudadanos (siglos xvii-xix): el proceso de formación de las
comunidades criollas del Caribe hispánico (Cuba, Puerto Rico y Santo
Domingo). Jorge Ibarra Cuesta, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXXIII La dictadura de Trujillo (1930-1961). Augusto Sención
Villalona, San Salvador-Santo Domingo, 2012.
Vol. CLXXXIV Anexión-Restauración. Parte 1. César A. Herrera, edición
conjunta entre el Archivo General de la Nación y la Academia
Dominicana de la Historia, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXXV Anexión-Restauración. Parte 2. César A. Herrera, edición
conjunta entre el Archivo General de la Nación y la Academia
Dominicana de la Historia, Santo Domingo, D. N., 2012.
Vol. CLXXXVI Historia de Cuba. José Abreu Cardet, et. al., Santo Domingo,
D. N., 2012.
Vol. CLXXXVII Libertad Igualdad: Protocolos notariales de José Troncoso y Antonio
Abad Solano, 1822-1840. María Filomena González Canalda,
Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CLXXXVIII Biografías sumarias de los diputados de Santo Domingo en las cortes
españolas. Roberto Cassá, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CLXXXIX Financial Reform, Monetary Policy and Banking Crisis in Dominican
Republic. Ruddy Santana, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CXC
Legislación archivística dominicana (1847-2012). Departamento
de Sistema Nacional de Archivos e Inspectoría, Santo
Domingo, D. N., 2013.
Vol. CXCI
La rivalidad internacional por la República Dominicana y el
complejo proceso de su anexión a España (1858-1865). Luis
Escolano Giménez, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CXCII
Escritos históricos de Carlos Larrazábal Blanco. Tomo I. Santo
Domingo, D. N., 2013.
Vol. CXCIII
Guerra de liberación en el Caribe hispano (1863-1878). José Abreu
Cardet y Luis Álvarez-López, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CXCIV
Historia del municipio de Cevicos. Miguel Ángel Díaz Herrera,
Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CXCV
La noción de período en la historia dominicana. Volumen I, Pedro
Mir, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CXCVI
La noción de período en la historia dominicana. Volumen II,
Pedro Mir, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CXCVII
La noción de período en la historia dominicana. Volumen III,
Pedro Mir, Santo Domingo, D. N., 2013.
Vol. CXCVIII
Literatura y arqueología a través de La mosca soldado de Marcio
Veloz Maggiolo. Teresa Zaldívar Zaldívar, Santo Domingo,
D. N., 2013.
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Vol. CXCIX
Vol. CC
Vol. CCI
Vol. CCII
Vol. CCIII
Vol. CCIV
Vol. CCV
Vol. CCVI
Vol. CCVII
Vol. CCVIII
Vol. CCIX
Vol. CCX
Vol. CCXI
Vol. CCXII
Vol. CCXIII
Vol. CCXIV
Publicaciones del Archivo General de la Nación
El Dr. Alcides García Lluberes y sus artículos publicados en 1965 en
el periódico Patria. Compilación de Constancio Cassá Bernaldo
de Quirós, Santo Domingo, D. N., 2013.
El cacoísmo burgués contra Salnave (1867-1870). Roger Gaillard,
Santo Domingo, D. N., 2013.
«Sociología aldeana» y otros materiales de Manuel de Jesús Rodríguez
Varona. Compilación de Angel Moreta, Santo Domingo, D.
N., 2013.
Álbum de un héroe. (A la augusta memoria de José Martí). 3ra edición.
Compilación de Federico Henríquez y Carvajal y edición de
Diógenes Céspedes, Santo Domingo, D. N., 2013.
La Hacienda Fundación. Guaroa Ubiñas Renville, Santo
Domingo, D. N., 2013.
Pedro Mir en Cuba. De la amistad cubano-dominicana. Rolando
Álvarez Estévez, Santo Domingo, D. N., 2013.
Correspondencia entre Ángel Morales y Sumner Welles. Edición de
Bernardo Vega, Santo Domingo, D. N., 2013.
Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico. Julio Minaya,
Santo Domingo, D. N., 2013.
Catálogo de la Biblioteca Arístides Incháustegui (BAI) en el Archivo
General de la Nación. Blanca Delgado Malagón, Santo Domingo,
D. N., 2013.
Personajes dominicanos. Tomo I, Roberto Cassá. Edición conjunta
del Archivo General de la Nación y la Comisión Permanente
de Efemérides Patrias, Santo Domingo, D. N., 2013.
Personajes dominicanos. Tomo II, Roberto Cassá. Edición conjunta
del Archivo General de la Nación y la Comisión Permanente
de Efemérides Patrias, Santo Domingo, D. N., 2013.
Rebelión de los Capitanes: Viva el rey y muera el mal gobierno.
2da edición, Roberto Cassá. Edición conjunta del Archivo
General de la Nación y la Universidad Autónoma de Santo
Domingo, Santo Domingo, D. N., 2014.
Una experiencia de política monetaria. Eduardo García Michel,
Santo Domingo, D. N., 2014.
Memorias del III Encuentro Nacional de Archivos. Santo Domingo,
D. N., 2014.
El mito de los Padres de la Patria y Debate histórico. Juan Isidro
Jimenes Grullón. Santo Domingo, D. N., 2014.
La República Dominicana [1888]. Territorio. Clima. Agricultura.
Industria. Comercio. Inmigración y anuario estadístico. Francisco
Álvarez Leal. Edición conjunta del Archivo General de la
Nación y la Academia Dominicana de la Historia, Santo
Domingo, D. N., 2014.
Publicaciones del Archivo General de la Nación
Vol. CCXV
Vol. CCXVI
Vol. CCXVII
Vol. CCXVIII
Vol. CCXIX
Vol. CCXX
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Los alzamientos de Guayubín, Sabaneta y Montecristi: Documentos. José
Abreu Cardet y Elia Sintes Gómez, Santo Domingo, D. N., 2014.
Propuesta de una Corporación Azucarera Dominicana. Informe de
Coverdale & Colpitts. Estudio de Frank Báez Evertsz, Santo
Domingo, D. N., 2014.
La familia de Máximo Gómez. Fray Cipriano de Utrera, Santo
Domingo, D. N., 2014.
Historia de Santo Domingo. La dominación haitiana (1822-1844).
Vol. IX. Gustavo Adolfo Mejía-Ricart, Santo Domingo, D. N.,
2014.
La expedición de Cayo Confites. Humberto Vázquez García. Edición
conjunta del Archivo General de la Nación, de República
Dominicana y la Editorial Oriente, de Santiago de Cuba,
Santo Domingo, D. N., 2014.
De súbditos a ciudadanos (siglos xvii-xix): El proceso de formación
de las comunidades criollas del Caribe hispánico (Cuba, Puerto
Rico y Santo Domingo). Tomo II, Jorge Ibarra Cuesta, Santo
Domingo, D. N., 2014.
Colección Juvenil
Vol. I
Vol. II
Vol. III
Vol. IV
Vol. V
Vol. VI
Vol. VII
Vol. VIII
Pedro Francisco Bonó. Textos selectos. Santo Domingo, D. N., 2007.
Heroínas nacionales. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2007.
Vida y obra de Ercilia Pepín. Alejandro Paulino Ramos. Santo
Domingo, D. N., 2007.
Dictadores dominicanos del siglo xix. Roberto Cassá. Santo
Domingo, D. N., 2008.
Padres de la Patria. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2008.
Pensadores criollos. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2008.
Héroes restauradores. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2009.
Dominicanos de pensamiento liberal: Espaillat, Bonó, Deschamps
(siglo xix). Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2010.
Colección Cuadernos Populares
Vol. 1
Vol. 2
Vol. 3
La Ideología revolucionaria de Juan Pablo Duarte. Juan Isidro
Jimenes Grullón. Santo Domingo, D. N., 2009.
Mujeres de la Independencia. Vetilio Alfau Durán. Santo Domingo,
D. N., 2009.
Voces de bohío. Vocabulario de la cultura taína. Rafael García
Bidó. Santo Domingo, D. N., 2010.
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Publicaciones del Archivo General de la Nación
Colección Referencias
Vol. 1
Vol. 2
Vol. 3
Archivo General de la Nación. Guía breve. Ana Féliz Lafontaine y
Raymundo González. Santo Domingo, D. N., 2011.
Guía de los fondos del Archivo General de la Nación. Departamentos
de Descripción y Referencias. Santo Domingo, D. N., 2012.
Directorio básico de archivos dominicanos. Departamento de
Sistema Nacional de Archivos. Santo Domingo, D. N., 2012.
Esta edición África genitrix. Las migraciones primordiales, mitos y realidades de Zakari Dramani-Issifou de Cewelxa, se terminó de imprimir en los
talleres gráficos de Editora Búho, S. R. L., en el mes
de junio de 2015, con una tirada de 1,000 ejemplares.
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