El Museu Nacional d`Art de Catalunya

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CUADERNO CENTRAL 11
El Museu Nacional d’Art de Catalunya
Antonio Lajusticia
TEXTO
Eduard Carbonell Esteller
Director General
del Museu Nacional d’Art
de Catalunya
GRÁFICOS: Laura Quesada
● El origen del MNAC se puede situar a finales del siglo XIX, más concretamente, en 1879, en la creación del Museu d’Antiguitats de Barcelona, en
el marco de la renovación de la museología en Europa, pero sobre todo en
Inglaterra y Francia, que, de alguna manera, influiría en las corrientes del
Noucentisme, en su afán ordenador de la cultura y la enseñanza en Cataluña. Los fondos iniciales de sus colecciones proceden de la recuperación de
obras de arte afectadas por la Desamortización de los bienes eclesiásticos,
recogidos por las instituciones y la sociedad civil. Esta voluntad de recuperación y salvaguardia del patrimonio artístico también definirá la evolución posterior del museo y su carácter diferente al de otros museos europeos, cuyos fondos artísticos suelen proceder de colecciones reales o de
Estado. Este carácter protector del arte de un territorio, de un país, se debe
a la recuperación llevada a cabo a partir de 1907 por el Institut d’Estudis
Catalans y la Junta de Museos y, entre 1919 y 1924, por la administración
de la Mancomunitat, del arte de las iglesias de los Pirineos y fundamentalmente de las pinturas murales románicas, aunque sin olvidar el arte mueble románico y gótico.
Más tarde, el Ayuntamiento de Barcelona asumirá durante el largo periodo
de la dictadura franquista el papel que se había propuesto en el breve
periodo de la República. La función básica del museo en el conjunto de los
museos de Cataluña es recuperar el patrimonio mueble. Sus fondos se irán
enriqueciendo con compras (como la colección Plandiura), donaciones
(como las de M. Muntadas y S. Espona, entre otros) y el legado de F.
Cambó. Gracias al gran número de colecciones de que dispone, más de cien
mil obras, el museo puede, sirviéndose de todas las artes (escultura, pintura y artes del objeto), explicar un discurso fundamentalmente del arte catalán, pero también, si las colecciones lo permiten, de carácter comparativo
con el arte internacional. Cuenta con una relativa especialización que viene
marcada por sus colecciones de arte medieval, aunque lo que le confiere un
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Planta baja
Primera planta
Arte románico, gótico y
renacimiento
Arte de los siglos XIX i XX
Exposición permanente
Mantenimiento
Restauración-conservación
Exposición singular
Restaurante- cafetería
Administración
Tienda-librería
Biblioteca-documentación-archivo
Reservas-almacén
Ludoteca-guardería
Personal
Escaleras
carácter excepcional es la colección de arte románico, sobre todo
pintura mural, y la rica colección de arte gótico. Las obras que
conserva del Renacimiento y el Barroco, presentadas junto al arte
catalán de la época, son de autores más internacionales, como el
Greco, Zurbarán, Velázquez, Cranach, Carracci y Rubens.
A mediados del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX,
el discurso se vuelve más coherente al explicar el Modernismo, el
Noucentisme y las Vanguardias y el museo adquiere un tono de especificidad.
c
Archivo MNAC
El vestíbulo del primer piso de la escalinata
posterior del Palau Nacional, con frescos
de F. Canyellas al fondo, en una antigua
imagen de archivo.
En la parte superior de la página, planos de
las plantas baja y primera del MNAC
según el plan funcional del museo del 2003.
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A partir de 1924, tuvo su sede en el antiguo Arsenal de la Ciutadella y,
a partir de 1934, fue trasladado al edificio del Palau Nacional de Montjuïc, obra realizada para la Exposición Internacional de 1929. La fragmentación de las colecciones tras la Guerra Civil, que produjo que el
arte del románico al barroco se expusiera en Montjuïc y el arte de los
siglos XIX y XX en el antiguo edificio de la Ciutadella, sede del Parlamento de Cataluña durante la República, provocó la ruptura del discurso continuo. Con la Ley de Museos de finales de 1990, el Museu
d’Art de Catalunya se convierte en un museo nacional y se vuelven a
reunir las colecciones en Montjuïc, lo que ha obligado a realizar obras
de reforma en el edificio del Palau Nacional, que finalizarán en otoño
del año 2003. El museo presentará un discurso de la historia del arte
desde el románico hasta 1950, aproximadamente, e instalará de forma
definitiva el Gabinete de Dibujos y Grabados, el Gabinete Numismático y la Biblioteca de Museos y el Archivo.
El edificio, que fue renovado en una primera fase (salas de románico
y gótico y sala oval) por Gae Aulenti y Enric Steegmann, será acabado
por Gae Aulenti, Josep Benedito y Agustí Obiol. (Véase sobre estas
líneas el plan funcional del museo del 2003, plantas baja y primera.)
Hasta la Ley de 1990, por la que se establece un consorcio como nueva
figura jurídica del museo, el único responsable del mismo era el
Ayuntamiento de Barcelona. Este consorcio estará formado por la
Generalitat de Cataluña y el Ayuntamiento de Barcelona y estará
gobernado por un patronato en el que también intervendrán, de
acuerdo con los nuevos estatutos aprobados en mayo de 2001, el
Ministerio de Cultura y las empresas patrocinadoras. Estos nuevos
estatutos significan un cambio en la estructura de gestión del museo,
que pasa a ser un ente público sujeto al derecho privado. Los recursos
para realizar las obras de reforma del Palau Nacional proceden, a partes iguales, de las tres administraciones. El presupuesto ordinario se
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“La obligación que tiene un país de explicar su arte,
comparándolo, siempre que sea posible, con el de más
allá de sus fronteras, se manifiesta en el MNAC en un
proyecto globalizador que nos permite entrar en Europa
de forma coherente”.
Junto a estas líneas, ábside central de la
iglesia parroquial de Santa Maria de Taüll
(1123, aproximadamente).
Debajo, ábside principal de la iglesia de Sant
Pere, del grupo episcopal de la Seu d’Urgell
(1100, aproximadamente).
Archivo MNAC/Joan Sagristà, Jordi Calveras
Archivo MNAC/Joan Sagristà, Jordi Calveras, Marta Mèrida
nutre de las aportaciones del Ayuntamiento de Barcelona, de la Generalitat de Cataluña y de los recursos propios que genera el museo (que
suponen más del 30% de su presupuesto).
El museo interviene de forma decisiva en el desarrollo del conjunto de
museos de arte de Cataluña. Después de que, a partir de la Ley de
1990, quedase definido su carácter de museo nacional, debería convertirse en el eje vertebrador del discurso de la historia del arte catalán en el territorio, mediante la relación que tiene que establecer con
el resto de museos de arte, y en particular con los museos sección.
Hasta este momento se han establecido protocolos de colaboración
con el museo Cau Ferrat de Sitges, basados en sus respectivas colecciones del Modernismo; con el Museu d’Olot, en relación con el paisajismo catalán y, también, con el Museu de Vilanova. Se están tramitando otras colaboraciones, aún por definir, con los museos de Manresa (colecciones de arte barroco) y de Reus (vinculado al Modernismo). Todo ello nos permitirá una lectura rica de la historia del arte
catalán en una visión que se extiende por todo el territorio del país.
Esta ordenación de los museos en el territorio se realiza en función de
las colecciones que cada uno alberga, para enriquecer y complementar la lectura del patrimonio.
Este mismo principio debería implantarse entre los museos de arte de
la ciudad de Barcelona, muchos de los cuales presentan un carácter
monográfico, tanto en lo que se refiere a autores como a técnicas
artísticas. Pero, en este caso, también sería necesario recuperar una
función que el museo había desempeñado prácticamente desde su
creación y que suponía la colaboración de sus servicios técnicos con
los de los museos de la ciudad.
En lo que respecta a España, el MNAC colabora con el Prado y el Centro de Arte Reina Sofía, por medio de convenios y producción de
exposiciones, como hace con otras muchas instituciones.
En este periodo de reconstrucción del edificio que reunirá todas las
colecciones y los servicios, en este momento de reconsiderar el discurso museológico del MNAC y de consolidar sus servicios y su
actuación, tanto internos como de puertas afuera, debemos hacernos
dos preguntas: ¿qué aportamos a Europa?; y, ¿qué nos diferencia de
otros museos?
La obligación que tiene un país de explicar su arte, comparándolo,
siempre que sea posible, con el de más allá de sus fronteras (según las
colecciones que guarda) se manifiesta aquí en un proyecto globalizador que, a nuestro entender, nos permite entrar en Europa de forma
coherente. Es evidente que se puede entrar en el panorama internacional a partir de ricas colecciones de individualidades, de artistas,
con lo que el discurso sólo es una suma de discursos. En cambio, de
este modo, al margen de las individualidades fundamentales cuyas
obras conserva el museo, se ofrece un discurso amplio, globalizador,
que explica una historia del arte y del patrimonio de un lugar de
Europa.
Se trata de una forma contextualizada de entrar a Europa. Puede considerarse como la aportación al patrimonio artístico europeo del arte
de un país, con sus periodos de esplendor y decadencia, con sus individualidades, pero con un discurso coherente y real.
En el marco europeo e internacional, el Museu Nacional d’Art de
Catalunya posee un gran prestigio gracias a sus colecciones. Pero
también debería ganarse un espacio en el panorama internacional por
su gestión eficaz y sus actividades de investigación, documentación,
restauración y difusión.
Éste es el reto al que la institución se enfrenta actualmente: llegar a
ejecutar en su totalidad el proyecto para configurar el MNAC y ocupar así el lugar que le corresponde entre los museos de Europa.
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