Universidad Nacional Abierta Dirección de Investigaciones y Postgrado CONNOTACIÓN DE LA EVALUACIÓN Y CORRIENTES EVALUATIVAS EN EL APRENDIZAJE Camperos, M. (1996).Connotación de la evaluación y corrientes evaluativas en el aprendizaje. Escuela de educación. (mimeo) UCV. Caracas. pp. 1-19 (Compilación con fines instruccionales) Universidad Central de Venezuela Facultad de Humanidades y educación Escuela de Educación Cátedra de Evaluación Escolar Autor: MERECEDES CAMPERO C. CONNOTACIÓN DE LA EVALUACIÓN Y CORRIENTES EVALUATIVAS EN EL APRENDIZAJE El termino “evaluación”, en su connotación más general es un proceso comparativo, mediante el cual, se juzga un hecho, sujeto u objeto bajo ciertos referentes básicos para emitir un juicio y tomar decisiones al respecto. Se puede asegurar que ésta es la esencia de la evaluación en el ámbito educacional y que ese acto comparativo que la define y tipifica, ha tenido a mantenerse inalterado con el desarrollo histórico y los cambios que se han 1 generado en la educación y en la instrucción en particular, por cuanto al hablar de evaluación de aprendizajes, estamos refiriéndonos a un proceso que está consustanciado a la instrucción, la cual lo determina y condiciona. En este sentido, la evaluación tiene significación en la medida en que se perciba inherente a la concepción y desarrollo del proceso instruccional. El proceso comparativo que se da en la evaluación, supone la existencia de por lo menos dos referentes básicos para efectuar la comparación. Uno de ellos es el objeto, hecho o sujeto a patrón o base para emitir el juicio sobre el objeto evaluado y tomar la decisión. Hay consenso entre los estudiosos de esta área entre otros: Worthem y Sanders (1973), Stufflebeam (1971), Salcedo (1979) y Villarroel (1980), que los cambios “ fundamentales a través del devenir histórico de la evaluación “escolar”, se han experimentado en el referente básico para efectuar la comparación, es decir los patrones y criterios empleados para juzgar el objeto o sujeto evaluado, así como también, el propósito perseguido en la evaluación y que ellos ha dado origen a diferentes concepciones y corrientes evaluativos. Desde nuestra óptica, se considera que los cambios generados en los dos referentes en comparación, tanto en los objetos y sujetos a evaluar, como en los criterios y bases para efectuar la comparación así como también los momentos en que se concibe como necesaria la evaluación y las paresotas o entidades que participan en su realización, han dado elementos que 2 caracterizan determinadas posturas y concepciones evaluativas. Las corrientes evaluativos que han prevalecido en el ámbito escolar, y que de una forma u otra, han estado presentes para juzgar los logros instruccionales, según los evaluadores; Chadwick (1974), Nilo ( 1975), Salcedo (1979), Popham (1980), Villarroel (1980), han sido sistematizadas, descritas y clasificadas en cuatro corrientes, estas son: - Evaluación como juicio de expertos. - Evaluación como sinónimo de medición. - Evaluación como congruencias entre logros con objetivos. - Evaluación para facilitar la toma de decisiones. De estas cuatro concepciones tres de ellas, - juicio de expertos, medicinal y logros con objetivos- ha tenido marcada influencia en la evaluación del aprendizaje escolar y representan en cierta medida la postura ideológica de los grupos dominantes en el ámbito educacional para determinados momentos sociohistóricos. Es decir, cada corriente evaluativo trata de ser consecuente con la concepción educacional e instruccional a la cual responde y justifica. Los planteamientos formulados en el párrafo anterior, permiten recordar la estrecha relación entre orientación educativa, curricular e instruccional a la cual responde y justifica. Los planteamientos formulados en el párrafo anterior, permiten recordar la estrecha relación entre orientación educativa, curricular e instruccional y la evaluación. La evaluación no es una apéndice del proceso educativo sino que le es inherente, responder a los principios y lineamientos del currículo, y muy particular a la practica instruccional. En este orden de ideas, se connota la evaluación como un proceso de carácter teórico-conceptual del ámbito pedagógico, de cuyo seno se 3 derivan los aspectos metodológicos, y procedimentales, y no un proceso evidentemente técnico, como ha sido manejado y conceptualizado en la ejecución y administración de la educación. En cuanto a las cuatro corrientes evaluativos, que se señalaron han originado la evaluación educacional, existe numerosa bibliografía que se describe y explica cada una de ellas, en esté caso, se tratará cada concepción muy brevemente, enfatizando su aplicabilidad en la evaluación del aprendizaje, sin que por ello se desconozca que algunas de estás concepciones pueden emplearse para evaluar aspectos mas amplios como el proceso instruccional y sus componentes, y diseños curriculares; por ello se indicó que los cambios acaecidos en los adjetivos y sujetos a evaluar contribuyeron a desarrollar estas corrientes. 1.- LA EVALUACIÓN COMO JUICIO DE EXPERTOS En su acepción clásica, esta corriente se caracteriza por la presencia del “experto”, un profesional con conocimiento y experiencia sobre el objeto o sujeto a evaluar. En este sentido es el experto quien juzga la situación objeto evaluación y según Villarroel (1980) lo hace bajo “sus propios criterios y en función de sus propios propósitos” (Pág. 26) Bajo estas circunstancias y tal como lo indica Popham (1980), el evaluador ejerce una “influencia considerable sobre la naturaleza de la evaluación” (Pág.34), por cuanto es el quien determina los patrones para juzgar lo positivo o negativo de la situación evaluada. Esto hace que el acto evaluativo esté impregnado de subjetividad, lo cual le resta validez y confiabilidad a los juicios que se generan. 4 La diversidad de criterios posibles que puede emplear el experto para juzgar, son en la mayoría de los casos arbitrarios, propios de la posición y concepción que se tienen frente al hecho evaluado, por lo cual resulta difícil conciliar acuerdos entre los resultados emitidos por varios profesionales sobre una situación evaluada, salvo que previamente se definan por consenso los criterios a emplear. En el ámbito de la evaluación del aprendizaje ésta concepción, puede indicarse como la que tenido mayor influencia por su permanencia histórica. Pese a que se han desarrollado otras perspectivas evaluativas el docente sigue teniendo el rol fundamental de “experto” para juzgar y decidir sobre el aprendizaje que considera fundamentales evidenciar como adquisiciones del estudiante, incluso en procesos instruccionales orientados por aprendizajes del estudiante. Así observamos que el alumno es el sujeto de la evaluación, el docente es quien fija y decide los aspectos del aprendizaje que considera fundamentales evidenciar como adquisiciones del estudiante, incluso en procesos instruccionales orientados por aprendizajes definidos previamente en objetivos, y compartidos por estudiantes y equipos de profesores, se observa en la evaluaciones el sellos personal de 2 expertos” de cada docente. En sus más remotos orígenes y en el inicio de la educación popular, esta concepción prevaleció en forma preponderante, el maestro era el único que concebía y desarrollaba la enseñanza y por ende bajo sus criterios decidía que evaluar y como. Cada alumno era juzgado verticalmente por el docente, y según se aproximara a se alejara de su ideal de rendimiento en el aprendizaje, así sería calificado. 5 Villarroel (1980), señala que en Venezuela esta concepción sigue vigente, en tal sentido indica: “Históricamente la evaluación como juicio de expertos puede ser ubicada en Venezuela, desde la Colonia hasta nuestros días. Hegemónicamente, su ubicación histórica alcanza hasta comienzos de siglo, durante las innovaciones positivas de Luis Felipe Guevara Rojas. De ahí hasta nuestros días, la evaluación como juicio de expertos se ha mantenido en nuestro sistema escolar, aunque no en forma preponderante, sino combinada con las otras corrientes evaluativas…” (Pág. 29) Para la autora de este trabajo, el juicio de experto, es la tendencia prevaleciente en el sistema educativo venezolano en todos los niveles educativos. En función de la arbitrariedad de expertos, con algunos criterios de referencia intentaré justificar tal afirmación. Es el docente, quien en última instancia decide el logro o no del aprendizaje del estudiante, independientemente que tenga un referente en los objetivos instruccionales, que le que le pauta el Estado o la Institución. Veamos porque: Las Normas Experimentales de Evaluación para la Educación Básica de año 1980, se pusieron a prueba y en ellas, se establecía el sesenta y cinco por ciento (65%) de objetivos logrados como estándar para dar el logro del aprendizaje en las perspectivas áreas, que conforman el plan de estudio de dicho nivel educativo, sin embargo, no se logró el aprendizaje operacional izar en forma clara y precisa que objetivos conformaban ese sesenta y cinco por ciento (65%), y no se logro capacitar a todos los docentes para que hubiese una homogeneidad en la interpretación de está norma. Por otra parte los objetivos instruccionales de los programas, presentan tal ambigüedad en su formulación que da origen a diversas interpretaciones por cada uno de los docentes que lo desarrollan. 6 En consecuencia la evaluación realizada quedo a la disposición de los docentes y bajo la interpretación “arbitraria” (en el más justo sentido) de incluir en la evaluación lo que su conocimiento y experiencia le indicara considerar importante. Esto no es otra cosa, sino un juicio de experto; ni siquiera los docentes de una zona determinada, Caracas por ejemplo, tuvieron una visión homogénea de la situación hubo heterogeneidad en toda Venezuela. Se a prueba el reglamento de la Ley Orgánica de Educación Febrero de 1986. El Capítulo 5 es destinado a la evaluación en el se establecen las pautas para realizar el proceso evaluativo del aprendizaje deseado. Se deja en manos de docentes su interpretación; se establece que evalué en función de los objetivos programáticos (articulo, 8, Párrafo 2; los artículos 90 y 106 también aluden a evaluar en función de objetivos), pero no norman sobre cuantos objetivos y que objetivos. Es más, algunos artículos de reglamento colindan con lo indicado en los que exigen evaluar por objetivos, se da mucho énfasis al rol de expertos, aunque no los domine así, a los docentes y los Consejos de curso. Estos son indicadores válidos ya actuales que nos remiten y nos ubica en una evaluación de juicio de expertos. En la Educación Preescolar la situación no es tan distinta, la evaluación queda al arbitrio del docente y en la Educación Superior, también cada docente evalúa lo que a su juicio considera que es importante, independientemente que sigan un programa y unos objetivos. 7 Esto, no significa que se cuestione como mala la evaluación de juicio de expertos, no, solo se quiere dejar establecido que esa es la realidad y que todos los profesionales y recursos humanos, que egresan del sistema educativo, son bajo esta forma de evaluación y que debe trabajarse por lograr mayores niveles de objetividad y validez en la evaluación que se realice. Se ha hecho referencia, hasta ahora, a la evaluación de experto en la esencia de si connotación y lo que la ha caracterizado, sin embargo Popham y Villarroel (1980) señalan que modernamente esta concepción ha tenido progresos que tienden a tecnificarla y para ello se habla de una evaluación basada en criterios intrínsecos, pero no basta que sea muy bueno u optimo en lo que tiene en sí mismo, es necesario verificarlo en su capacidad para lo que se requiere, por ejemplo conducir la instrucción en cursos de distintos niveles, especialización, etc., escribir guías para orientar los estudios a distancia, dirigir grupos, etc. En este caso se estarían empleando criterios extrínsecos Veamos como conceptualizan estos criterios los autores en referencia: Pophan (1980) lo ejemplifica así: 8 “… La distinción entre criterios intrínsecos y extrínsecos es sencilla. Supongo que usted está examinando varias taladradoras eléctricas con el objeto de alquilar uno. Usted podría juzgarla en base a factores tales como su diseño, su estilo, peso y color (¿quien quiere una taladradora eléctrica fea?). Estos criterios son intrínsecos al objeto que se está juzgando. También podría juzgarla en base a factores tales como rapidez y limpieza con que se hacen los agujeros (quien quiere una llamativa taladradora que no haga agujeros ni en la mantequilla). Estos son criterios extrínsecos” (Pág. 34) Esto es, que los criterios intrínsecos, se refieren a la validez interna, a las propiedades y variable inherente al objeto o sujeto a evaluar y los extrínsecos a la validez externa a sus afectos, en el ámbito en que se requieren. “La primera estaría referida fundamentalmente a la evaluación de las condiciones y aspectos formativos de un objeto o programa; mientras que la extrínseca estaría referida fundamentalmente a la evaluación de la eficacia y eficiencia del objeto o programa que esté siendo evaluada…” (Pág.27). Para la evaluación de los aprendizajes y particularmente en la educación Superior, estos dos criterios resultarían altamente válidos y habría que definirlos con exactitud y dar énfasis a los criterios extrínsecos, en el sentido de eficiencia, pues nada lograremos con excelentes estudiantes en sus condiciones intrínsecas, sino eficientes en la profesión. Lo importante en esté caso, es tener claro que la evaluación de expertos con criterios intrínsecos y extrínsecos supone requiere una definición precisa de los criterios a emplear, lo cual puede llevar a una transformación de los ideales, (que es la base 9 de comparación que emplea el experto) en objetivos. 2.- LA EVALUACIÓN SINÓNIMOS DE MEDIACIÓN. Está concepción se ubica históricamente paralela al desarrollo de la psicometría, surge como una reacción contra el subjetivismos desplegado por los juicios de expertos y en consecuencia preconiza la necesidad de evaluar sólo aquellos aspectos que pueden ser cuantificables y objetivamente observables. Su aparición está fuertemente apoyada por la concepción positivista de las ciencias en especial las ciencias naturales y la incorporación de la matemática y la estadística a las mediciones exactas de estas ciencias. En el plano educacional, su aplicación se hace presente a través de la influencia de la psicometría, en particular el auge alcanzado por los teste de aptitudes y de inteligencia. Experiencias estas, que son transferidas a la educación a fin de elevar los niveles de eficiencia de los sistemas educativos, especialmente en los Estados Unidos de Norteamérica. La evaluación bajo esta concepción, emplea como referente básico para la comparación del sujeto evaluado normas preestablecidas, las cuales constituyen unidades mensurables obtenidas por procedimientos estadísticos en base a mediciones de grupos de sujetos. Generalmente el instrumental estadístico empleado, es la curva normal de probabilidades. En esté sentido, se estima que el comportamiento de los estudiantes en el aprendizaje asuma la misma distribución que la 10 campana de Gauss, esto es, que el 68% de los casos estén en lo que se denomina como “normal”, el 16% superior y un 16% inferior. Esta fue la forma original en que se concibió la evaluación medicinal, por ello los esfuerzos de los educadores, debían centrarse en el diseño de los instrumentos para la medición del aprendizaje. Instrumentos altamente objetivos, discriminativos y que según sus creadores, serian validos y confiables. Lo cierto es, que se requiere de datos matemáticamente manipulables que pudieran organizarse en distribución de frecuencias para analizarlos bajo los postulados de la curva normal de probabilidades. Los resultados esperados del aprendizaje bajo esta corriente, supone la presencia siempre de un grupo brillante con las máximas notas, de otro mayoritario con notas por encima y por debajo del promedio y de un grupo necesariamente deficiente y aplazado. Esta suposición es indicadora de la postura pedagógica de quienes la sustentan, se infiere que la escuela no es un medio para homogenizar, sino para desarrollar y mantener los niveles de la “ distribución normal de la población”, en la cual existen los potencialmente dotados, los dotados termino medio y los menos dotados y por consiguiente, en igual forma se sucede el aprendizaje, Por ello la gran preocupación en la construcción de los instrumentos (pruebas) para evaluar el aprendizaje, en incluir preguntas con distinto niveles de dificultad: difíciles, de dificultad media y fáciles. Una manifestación de esta corriente en la evaluación del aprendizaje, se hace evidentemente en la clásica jerarquización de los 11 resultados de las evaluaciones que los óptimos a los pésimos. La base de comparación que se emplea es el grupo, de este modo la nota que se otorga a los estudiantes se obtiene por la comparación de cada estudiante, con el resto del grupo y no con el criterio ideal del experto como es el caso de la corriente anterior, ni tampoco con los objetivos como lo veremos posteriormente. Pese a que se señala que este tipo de evaluación es altamente válida, la practica indica que no, por que según, el uso que se haga de los resultados de esta evaluación, es posible que alumnos que no han alcanzado el nivel de aprendizaje deseados, obtengan las máximas notas, por el solo hecho de ser los mejores de todo un grupo deficiente, o viceversa, que estudiantes que han alcanzado el nivel mínimo deseado, sean aplazados por ser los peores de un grupo brillante. Otras de la forma de evidenciarse la influencia de esta corriente en la evaluación del aprendizaje, es el uso de los promedios como procedimientos para otorgar las calificaciones. En Venezuela, según Villarroel (1980) esta concepción comienza a tener influencia desde antes de 1915, pero se concretiza a partir de esté año. En tal sentido señala: “… La tendencia de evaluación como sinónimo de medición, puede ubicarse históricamente, a partir de 1915 con las reformas introducidas por Luís Felipe Guevara Rojas en el Código de Introducción Pública, anteriormente ya se habían dado algunos pasos para imponer la tendencia… es en 1915 cuando esta posición se oficializa, especialmente a través de la escala cuantitativa y la utilización del promedio para obtener las calificaciones” (Pág.30). Se considera que la evaluación sinónima de medición en 12 toda su extensión y significado, no ha sido empleada en la evaluación del aprendizaje en el ámbito nacional, tal vez, la explicación de su uso restringido solo a escala cuantitativa y al promedio para la obtención de calificaciones, se deba a la escasa capacitación para los docentes para implementarla, pues ello exige capacitación para el tratamiento estadístico, especialmente para el establecimiento de los índices de discriminación y dificultad que requieren las preguntas para estructurar instrumentos “válidos y confiables”, según los padres de está corriente. El uso más notorio de esta exposición es el medio educativo venezolano, se observó en algunos de los llamados institutos de ensayo que se implementaron a partir de 1969. Institutos que contaron en ciertos momentos con el Departamento de Evaluación o evaluadores y eran ellos quienes procesaban estadísticamente los resultados de las pruebas aplicad por los docentes, y por esos mecanismos un tanto paradójicos e insólitos de nuestra realidad, se otorgaban las calificaciones a los alumnos en base a la curva, pese a que las pruebas eran diseñadas por otra orientación como el logro de objetivos. Cabe destacar que la influencia de lo medicinal permanentemente permanecen la reglamentación sobre valuación vigente en el país, como ya se indicó anteriormente, el reglamento de la ley orgánica de Educación, evidencia un gran retroceso de este sentido, al eliminar el standard de (65%) sesenta y cinco por ciento de objetivos logrados, que había sido pautado en las Normas Experimentales de la Evaluación de 1980, para la aprobación de las 13 áreas en la Educación Básica en los dos primeros ciclos, y sustituirlos por el promedio de calificaciones entre las áreas. Además mantiene una escala cuantitativa de calificación, sin su equivalente en objetivos logrados o aprendizajes requeridos. 3.- LA EVALUACIÓN COMO CONGRUENCIAS ENTRE LOS LOGROS Y OBJETIVOS El origen de está concepción, según Popham (1980), Salcedo (1979) y Villarroel (1980), se remonta a los trabajo de Ralph W. Tayler (1950), quien concibe la evaluación básicamente como la determinación del grado en que se alcanzan los objetivos de un programa instruccional. El elemento esencial de esta corriente, está en que el referente de comparación es externo es externo al evaluador y al sujeto o ente evaluado. Son los objetivos y metas preestablecidas. Supone esta concepción que los objetivos deseados, pasan por una rigurosa selección y formulación a fin de garantizar objetividad en los resultados de la evaluación. En cuanto a la selección y análisis de los objetivos deseados, según las recomendaciones de Tayler (1950), reseñadas por Popham (1980) se centran en lo siguiente: El enfoque general recomendado por Tayler implica la cuidadosa formulación de metas de metas (el estudiante, la sociedad y el contenido)y los marcos en que se sitúan esas metas (una psicología del aprendizaje y una filosofía de la educación). Las metas resultantes se transforman en objetivos medibles… Al final de un programa de enseñanza se miden los resultados obtenidos por los alumnos con el fin de ver el grado en que se alcanzaron las metas previamente establecidas, las no conseguidas su éxito. (Pág. 32) 14 La postura de Tayler frente a la problemática de los objetivos, ha sido objeto de profundas desviaciones y en la aplicación de esta corriente evaluativo, se ha generado críticas por su marcado énfasis en aprendizajes conductuales, con descuido en otros aspectos sustantivos que acontecen en el encuentro didáctico, así como también a la poca atención dad a la calidad de los objetivos de poca importancia o de aprendizajes triviales. Las críticas al uso de los objetivos como referente básico para la comparación en evaluación, en muchos de los casos son pertinentes, pues su aplicación ha sido objeto de sesgos y desviaciones que desvirtúan la orientación pedagógica que la sustenta. La evaluación por objetivos constituye un aporte significativo para la instrucción. Esta supone que la Escuela como institución social, pueda contribuir a mejorar los niveles de aprendizajes de sus estudiantes, y de todos por igual. En consecuencia no hay predisposición a sectores con potenciales discriminados por grupos. Por ello afirmamos que el referente de comparación es externo al evaluado y al evaluador, lo cual lo hace más objetivo. Bajo esta concepción todos los estudiantes, pueden alcanzar las competencias deseadas en los objetivos, si estos reciben un tratamiento instruccional acorde. El problema surge en la selección y formulación de estos aprendizajes y en el proceso instruccional que se realiza para lograrlos. Concebimos que la evaluación como consecución de metas es la mejor corriente evaluativo para evidenciar aprendizajes. Recalcamos la necesidad de seleccionar y formular los objetivos en 15 función de las necesidades instruccionales, lo cual supone un exhaustivo análisis de los lineamientos curriculares para ser coherentes con las finalidades educativas propuestas. En este orden de ideas se considera que las desviaciones y criticas hechas sobre esta corriente evaluativa, obedece más a fallas en la selección y formulación de los aprendizajes deseados en los objetivos, que de la evaluación como congruencias entre logros con objetivos, se deba a la falta de formación del personal docente para su aplicación y de los intereses de quienes formulan las metas a lograr. En Venezuela, esta corriente de evaluación, se hizo presente a partir del año sesenta, su influencia de hace notaria con la publicación de los trabajos de Mager sobre formulación de objetivos y la taxonomía de aprendizajes cognoscitivos de Bloom. Villarroel (1980) reseña que “esta tendencia se oficializa a partir de 1969, en la reglamentación sobre evaluación para los niveles primario y medio (Pág. 34) Actualmente, Venezuela, esta corriente evaluativa, es la que teóricamente orienta la evaluación del aprendizaje del sistema educativo. Así lo normal los Reglamentos de Evaluación del aprendizaje del sistema educativo. Sin embargo, acotamos que es teóricamente, porque en la practica, aún existen grandes dificultades para hacerla efectiva, como se comentó al referirnos a las otras dos corrientes expuestas anteriormente. 16 La aplicación de la concepción evaluativa como congruencias entre logros con objetivos, en toda su extensión y significado, exige de una sólida capacitación de los docentes y sobre todo hace eminente una revisión de la planificación tanto curricular como instruccional, para cribar los objetivos a lograr, establecer de antemano los “meritos” de las metas educativas en sí mismas. El presente trabajo se enmarca en la concepción evaluativa de congruencias entre logros con los objetivos. El propósito aquí perseguido es determinar los tipos de aprendizajes deseados en los objetivos programáticos, que estructuran las asignaturas del ciclo Básico de la Escuela de Educación y determinar en que medida dichos aprendizajes son verificados en las pruebas diseñadas y aplicadas por los docentes en la evaluación. La finalidad de este intento, es visualizar los logros alcanzados en este sentido y delimitar posibles desviaciones a fin de sugerir correctivos o recomendaciones a tener presentes en el proceso de reestructuración del plan de estudios que vive actualmente la Escuela. 4.- LA EVALUACIÓN COMO TOMA DE DECISIONES. Es la concepción de más reciente aparición en el ámbito 17 educacional está en la sociología de la organización, el análisis de sistemas y la teoría y practica de la administración. Esta corriente concibe la evaluación educacional como un proceso de toma de decisiones y al evaluador como un técnico procesador de información para proveer alternativas al ejecutivo o administrador. Villarroel (1980) señala que al rasgo que la tipifica está en enfatizar la acción correctiva, en tal sentido indica que: mientras las tendencias anteriores enfatizan la actividad judicativa, esta última enfatiza la idea del acto evaluativo como proceso de mejoramiento o de solución de problemas. Según los autores de esta corriente, Guba (1969), Stuffebeam (1967) y Alkin (1969), el proceso evaluativo debe estar encaminado a determinar por múltiples vías información útil a fin de conocer los problemas y darles atención. Para esta concepción la evaluación recobra significación, en la medida en que no sólo juzga los problemas, sino que propone las acciones y las implementa para superarlos. Para ello sus autores, presentan un modelo imperativo que constituye un proceso sistemático para la toma de decisiones en sus distintas instancias que se opera. Salcedo (1979) señala que la toma de decisiones requiere de varios tipos de evaluación asociados a las decisiones requiere de varios tipos de evaluación asociados a las decisiones que cada una requiere; al respecto indica: El modelo de Stufflebeam distingue cuatro tipos de decisiones asociadas con cuatro clases de evaluación: 1. Decisiones relacionadas con planificación, orientada a la determinación de objetos. 2 .Decisión relacionada con la estructuración y diseño de procedimientos. 18 3. decisiones relacionadas con la implementación o el uso, control y mejoramiento de estos procedimientos. 4. Decisiones relacionadas con el reciclaje, orientadas a juzgar los resultados para cada uno de estos tipos de decisiones, existe un tipo de evaluación de entrada o “imputs”, evaluación de procesos y evaluación de productos. (Pág. 40-41). El modelo de evaluación para la toma de decisiones en su funcionamiento, supera las limitaciones de las corrientes anteriores, “sin excluirlas”, sino que conjuga los aportes de cada una de estas para delimitar, procesar y suministra información. Dependiendo de la instancia y situación objeto de evaluación, la información requerida, puede ser obtenida bien recurriendo a expertos, comparando logros con metas a e incluso por procesos mediocinales, solo que el rol del evaluador bajo esta corriente es simplemente de recoger y suministrar información a las personas que juzgan y deben tomar decisiones. El rol del evaluador, de “simple técnico”, quizás es la principal limitación de está corriente evaluativo. Obsérvese que en la toma de decisiones la función de juzgar y decidir sobre los entes evaluados, escapa el evaluador, mientras que en las otras tres concepciones, el evaluador juzga y decide sobre el objeto evaluado, independientemente que emplee como referente de comparación: el grupo, los objetivos o un ideal. Esa limitación, probablemente, es la que imposibilita su aplicación en la evaluación de aprendizajes productos de procesos instruccionales específicos, conducidos por los docentes en sus respectivos cursos, mientras que resulta con mayores posibilidades de aplicación en procesos más complejos y globales como evaluación de planes de estudios, proyectos educativos y diseños 19 curriculares. En los cuales esté claramente delimitado un ente interesado en la evaluación y la necesidad de un equipo técnico para delimitar, procesar y suministrar información. Salcedo (1979) en torno al rol de evaluador para la toma de decisiones considera que es el rasgo que la tipifica, en tal sentido indica: La diferencia reside en el rol del evaluador. Mientras en la evaluación como logros de objetivos el evaluador determina en que grado se han logrado los objetivos de un programa, y juzga sus meritos o valor cuando actúa como experto, en la evaluación basada en la toma de decisiones su principal función es la de colectar información y presentarla en forma sistemática a la persona o personas en cuyas manos está el tomar decisiones… En esta forma se establece una clara distinción de funciones entre evaluador y funcionario ejecutivo, delegando en esté ultimo la responsabilidad de decidir acerca del valor y viabilidades de estrategias educacionales alternativas y asignando al evaluador el restringido rol de colector de información y asesor del ejecutivo o administrador… (Pág. 39) En Venezuela, esta concepción en particular el modelo evaluativo para la toma de decisiones, ha tenido a partir del año ochenta, algunas aplicaciones, las cuales probado el modelo en trabajos evaluativos y proyectos de investigación evaluativo. En la normativa legal para orientar la evaluación de los niveles del sistema educativo, se hace presente oficialmente en el proyecto experimental de educación Básica (1981), y se mantiene como concepción general en el reglamento de la ley orgánica de educación (1986). También en algunos institutos militares (Academia Militar de Venezuela), el reglamento de Evaluación (1981) está orientado por la concepción evaluativa de toma de decisiones. 20 Es oportuno destacar, que en la incorporación de la orientación evaluativo para la toma de decisiones en las normativas oficiales de Venezuela, constituye un aporte importante, por cuanto, se está amenazando a institucionalizar sistemas evaluativos que incorporan todos los componentes que intervienen en los procesos educativos, educacionales e instruccionales, superando así, el clásico procedimiento de centrar la evaluación en el aprendizaje del estudiante y en los productos terminales y no en todo el proceso como lo recomendable. Además, se comienza a concebir la evaluación oficialmente como proceso constructivo para el mejoramiento y superación de las fallas y no como etapa final para aprobar a aplazar al estudiante. 21 REFERENCIAS BIBLIOGRÀFICAS CHADWICK, Clifton (1974) Tecnología Educacional para el Docente. Paídos Buenos Aires. NILO, Sergio (1975) Temas de Evaluación. Revista de Tecnología Educativa. Número 3, vol 1, O.E.A.Caracas. POPHAM, james (1980) Problemas y Técnicas de la Evaluación. Editorial Araya, Madrid. SALCEDO, Hernando (1979). Perspectivas Actuales en la Evaluación Educacional: Algunas Implicaciones. Temas de Educación. Vol. 1. Caracas. STUFFLEBEAM, Daniel (1971) Educational Evaluation Decision Making Phil Delta Kappa. Blomington. Editorial Diana. VILLARROEL, César (1980) Aplicación del Modelo de Evaluación Curricular CIPP (Contexto, Insumo, Proceso, Producto) en la Biblioteca de la Escuela de Educación. Periodo Lectivo 1980-2. Trabajo de Ascenso presentado a la Facultad de Humanidades y educación. U.C.V. Caracas. WORTHEN, B and SANDERS, J. (1973) Educational Evaluation: Theory and Practice. Charles and Jones Publishing. Ohio, U.S.A.