Ni explotación irracional ni culto a la tierra

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Artículo de Opinión
Las propuestas de cuidado del medio son relevantes y deben asumirse en interés de todos.
El justo medio resulta, como siempre, el más adecuado para enfrentar la cuestión.
El 23 de septiembre de 2015, Políticaplus
publicó el artículo que duplicamos con permiso del autor y de la página.
bit.ly/1KQ6y8c
Ni explotación irracional ni culto a la tierra
Pablo Yurman
Doctor en Derecho
Profesor Adjunto, en las carreras de abogacía
de la Facultad de Derecho (UNR)
y de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales del Rosario (UCA, sede Rosario).
[email protected]
Inmanencia 2015;4(2):106
http://bit.ly/1h8FdXg
La lectura de la Encíclica Laudato Si del Papa Francisco trae
a la mente aquella frase originada en la filosofía que alude
al “justo medio”, es decir, el intento por armonizar las tendencias presentes en el hombre, generalmente inclinadas
hacia los extremos.
Al referir al desafío del mundo actual por enfrentar, y solucionar, la crisis medio-ambiental, el Papa apunta a una ecología integral, equidistante de dos extremos que son, en los
hechos, igualmente perniciosos para la dignidad humana y
el destino común.
Afirma que “En un extremo, algunos sostienen a toda costa
el mito del progreso y afirman que los problemas ecológicos
se resolverán simplemente con nuevas aplicaciones técnicas, sin consideraciones éticas ni cambios de fondo. En el
otro extremo, otros entienden que el ser humano, con cualquiera de sus intervenciones, sólo puede ser una amenaza
y perjudicar al ecosistema mundial, por lo cual conviene
reducir su presencia en el planeta e impedirle todo tipo de
intervención.” (Laudato Si, punto 60).
En efecto, apunta en primer lugar a quienes, montados en
los últimos estertores del materialismo individualista, atrincherados en los enclaves de un mal llamado “mundo desarrollado”, han tratado en los últimos dos siglos a la naturaleza como mero material disponible a su antojo, sin límites
éticos de ninguna índole. En otras palabras, a quienes ven
al hombre como dueño caprichoso y no como administrador prudente de la Creación y han puesto a la humanidad al
borde del abismo.
Pero también alerta el Pontífice sobre el peligro que representa, a modo de reacción frente a lo anterior, un ecologismo fundamentalista y por tanto antihumano, que dirige sus
pasos en forma acelerada hacia una versión remozada de
una ideología tan vieja como la humanidad: el panteísmo,
es decir, la divinización de la naturaleza con la consecuente
degradación de la persona.
Los conceptos presentes en Laudato Si recuerdan las palabras de otro sacerdote, Juan Claudio Sanahuja quien afirmó
hace ya varios años que “las ideas bíblicas del dominio del
hombre sobre el mundo no autorizan en ningún momento la explotación indiscriminada de los recursos naturales.
Podría decirse que, por el contrario, la crisis ecológica proviene de la incapacidad del ser humano de reconocer las
limitaciones que le impone su condición de administrador,
no de dueño de la Creación”.
La tentación de divinizar el mundo es claramente caracterizado por el Papa como un peligro que, lejos de dar soluciones, agravará los problemas ya existentes. Señala que “…el
pensamiento judeo cristiano desmitificó la naturaleza. Sin
dejar de admirarla por su esplendor y su inmensidad, ya no
le atribuyó un carácter divino. De esa manera se destaca todavía más nuestro compromiso con ella.” (Laudato Si, punto
78).
En síntesis, la debacle ambiental que se constata en los
últimos tiempos no es consecuencia de la visión judeocristiana que coloca al hombre como administrador y no
como dueño autocrático del planeta, sino de un paulatino
alejamiento de esa armónica concepción, verificado en los
últimos siglos, especialmente en Occidente. El Papa alerta
que la solución no vendrá de la mano de un neo-panteísmo
que anula la idea de dignidad del ser humano y lo reduce a
una mera partícula insignificante.
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