Comprobación de valores de inmuebles de la administración tributaria

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Comprobación de valores de inmuebles de la
administración tributaria (II): los intereses de
demora
Nuria Nicolau y Daniel Cuyás
Publicado en Difusión Jurídica, 13/11/2012
La gestión de los tributos que afectan a inmuebles y otros bienes puede realizarse
de tres formas. La primera de ellas y la más frecuente es el sistema de
autoliquidación, mediante el cual, simultáneamente, los contribuyentes declaran,
cuantifican e ingresan las deudas tributarias. El segundo sistema es el de
declaración administrativa: el contribuyente está obligado a declarar unos hechos y
valorarlos si es el caso, pero será la Administración Tributaria la que posteriormente
practique la liquidación, que deberá ser ingresada en ese momento.
Y, por último, existe un procedimiento de exacción híbrido, en el que el
contribuyente opta entre autoliquidar el impuesto, o bien utilizar el sistema de
declaración administrativa, y que rige en determinados tributos (como es el caso
del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones en ciertas Comunidades Autónomas, o
el del Impuesto sobre el Incremento del Valor de los Terrenos de Naturaleza Urbana
en algunos municipios).
En relación a este último sistema de gestión, hasta la fecha existía una aislada
sentencia de fecha 17 de diciembre de 2002, en la que el Tribunal Supremo
disponía que, si el contribuyente optaba por autoliquidar, y posteriormente, tras la
pertinente
comprobación,
la
Administración
practicaba
una
liquidación
incrementando la deuda a ingresar, no podían exigirse intereses de demora,
siempre y cuando se hubieran declarado la totalidad de los bienes y derechos, y la
regularización se fundara en discrepancias interpretativas entre la Administración y
el contribuyente.
Parece lógico este criterio ya que si se hubiera optado por declarar y hubiera sido la
Administración la que posteriormente liquidara, no se hubieran exigido intereses.
No tiene sentido penalizar a aquel que opta por liquidar e ingresar y se equivoca de
buena fe en la aplicación de la norma, frente al que espera la actuación de la
Administración.
Muy recientemente, el Tribunal Supremo ha dictado otra sentencia, de fecha 17 de
septiembre de 2012 en la que se establece idéntico criterio, sentando por tanto
jurisprudencia al respecto.
Este pronunciamiento resulta a su vez remarcable por cuanto el motivo de la
regularización, cuyos intereses anula el Tribunal Supremo, es el de una
comprobación de valores.
El contribuyente prefirió autoliquidar el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones,
cuando también podría haber seguido el sistema de declaración administrativa. En
su autoliquidación, declaró y valoró un paquete de acciones que había sido
heredado. Con posterioridad, la Administración Tributaria tramitó un procedimiento
de comprobación de valores que concluyó con una valoración al alza de las acciones
y la consiguiente liquidación a ingresar.
Así, el Tribunal Supremo extrapola a los supuestos en que la regularización se
produce tras una comprobación de valores, una jurisprudencia inicialmente pensada
para casos de liquidaciones debido a divergencias interpretativas de las normas.
Estamos, por tanto, ante una excelente noticia para aquellos contribuyentes que
habiendo podido optar en relación a la gestión del Impuesto sobre Sucesiones y
Donaciones y habiendo escogido autoliquidar, se encuentren con una comprobación
de valores por parte de la Administración Tributaria. Según el Tribunal Supremo, la
regularización que en su caso se practique no deberá contener una liquidación de
intereses de demora, por lo que se produce una suerte de “aplazamiento sin
intereses” del ingreso de la cuota tributaria.
A ello debe añadirse que generalmente las discrepancias de valoración no son
merecedoras de sanciones tributarias. Esta práctica también nos parece muy
razonable, ya que el terreno de la comprobación de valores es pantanoso, siendo
en ocasiones muy difícil establecer un valor real o de mercado. Salvo supuestos de
manifiesta infravaloración, resulta lógico que no se deban exigir sanciones, ni
tampoco intereses de demora, según el criterio sentado por el Tribunal Supremo en
las situaciones analizadas.
Sentencia del Tribunal Supremo de 17 de septiembre de
marginal 2403687.
de 2012. Nº
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