reGLas para La práctica de La tasación de costas en eL proceso civiL

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Reglas para la práctica de la tasación de costas
en el proceso civil
A la hora de valorar el importe al que ascienden las costas originadas en un procedimiento conviene tener en cuenta una serie de pautas que llevan a una correcta
elaboración de la tasación de costas. Estas reglas resultan de utilidad no sólo para el
Secretario Judicial que va a proceder a tasar las costas sino también para las partes
ya sea para solicitar la inclusión de los gastos repercutibles como para impugnar la
tasación que contiene gastos no procedentes o que excluye partidas o importes que
debe soportar el condenado al pago de las costas.
En primer término, aunque resulte una obviedad, se debe resaltar que resulta básico y esencial el estudio y análisis de cuantas actuaciones constan en el procedimiento
donde se va a practicar tasación de costas, sólo así se podrán extraer las premisas
básicas necesarias para valorar la procedencia no sólo de la elaboración de la tasación
sino también de las partidas que podrán integrarla. No es posible hacer una tasación
sin vista de los autos, pues no se tiene la constancia de si las partidas reclamadas
están efectivamente realizadas, si hay condena en costas, si la actuación es necesaria,
superflua, autorizada por la ley, etc. Del mismo modo para la elaboración de la nota
de derechos y la minuta los procuradores y letrados deberán tomar en consideración
las actuaciones realizadas en el pleito.
A continuación, debe verificarse que el pago de las costas procesales ha sido impuesto a una de las partes que ha intervenido en el litigio, pues de no existir esta condena no
habría lugar la práctica de la tasación de costas interesada. La imposición de las costas
puede tener su origen en una resolución judicial, en la ley o en la voluntad de las partes.
Las resoluciones judiciales que ponen fin a un incidente, recurso o procedimiento harán
pronunciamiento sobre las costas originadas en el incidente, recurso o procedimiento y
revestirán la forma de auto o de sentencia. Es irregular la imposición de costas mediante
una resolución con forma de providencia toda vez que la imposición de costas debe
estar fundamentada siquiera sea en el principio del vencimiento objetivo establecido
en el artículo 394 de la LEC y las providencias no precisan de fundamentación alguna.
Puede igualmente la condena en costas tener su base en una disposición de carácter
legal que imperativamente traslade el importe de los gastos originados en el proceso a
una de las partes que en él hayan intervenido en atención a la conducta de ésta, el típico
ejemplo es el caso de las costas originadas en el proceso de ejecución que por mandato
legal recaen en la parte ejecutada, salvo que se trate de una actuación para la que la ley
prevea expresamente la necesidad de pronunciamiento en costas (así tenemos que en
nuestro ordenamiento jurídico, en el ámbito procesal civil, el art. 539, punto 2, párrafos
primero y segundo establece la regla que anteriormente se cita en orden al pago de las
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la tasación de costas en el orden jurisdiccional civil
costas del proceso de ejecución. Ésta era la misma regulación que se contenía en el antiguo art. 950). Finalmente, podemos encontrarnos con supuestos de procedimientos con
ciertas especialidades en los que el legislador da valor a la autonomía de la voluntad y
debe estarse a lo pactado en cuanto a las costas que pudieren originarse en un hipotético
procedimiento ulterior que pudiere plantearse (el ejemplo más palpable se daba en el
procedimiento establecido en el antiguo art. 131 de la Ley Hipotecaria donde el pacto
de las partes formalizado en la escritura de constitución de hipoteca era lo que servía
de base para la exigencia de las costas originadas como consecuencia de la reclamación
efectuada al amparo de la ejecución hipotecaria).
Si no existiera condena al pago de las costas procesales no procedería acordar
la práctica de tasación de costas y, en consecuencia, incluir partida alguna en la que
eventualmente pudiere acordarse practicar. En este sentido se ha pronunciado la jurisprudencia menor, por ejemplo, la sentencia de 10 de marzo de 1994 de la Audiencia
Provincial de Lérida1 establece el criterio de que «El pago de los gastos sólo tendrá
lugar si existe una condena en costas a la parte contraria y sólo respecto a aquellos
que la ley expresamente permita incluir en la tasación de costas». Del mismo modo el
Tribunal Supremo tiene sentado este mismo criterio en sentencias de 3 de febrero de
1996, 11 de noviembre de 1997, entre muchas otras. La ausencia de pronunciamiento
en costas supone que cada una de las partes abonará las costas causadas a su instancia
y las comunes por mitad, por lo que su tratamiento es equivalente al pronunciamiento
de no imposición de costas a ninguna de las partes. De ahí que, de seguir la tesis más
arriba referida, en este caso tampoco debería caber la práctica de tasación de costas
y la petición de las partes tendente a que aquélla se verifique debe ser rechazada por
no haber lugar a ello. No obstante lo anteriormente expuesto se plantea la cuestión
de encontrar la vía procesal a la que debe acudir la parte que se ha hecho cargo del
100 por 100 de una partida correspondiente a costas comunes. Algún sector, de forma
minoritaria, entiende que sería dable la práctica de tasación de costas a fin de evaluar
el importe al que ascienden los gastos comunes que deben ser soportados por mitad
por las partes que han intervenido en el litigio y ello con la finalidad de cuantificar,
verificar la corrección y procedencia del gasto y posteriormente distribuir su importe
al 50 por 100 entre las partes. No puede ocultarse que este criterio minoritario únicamente tiene eficacia práctica cuando las partes discutan qué costas son comunes y cuál
es el importe correspondiente a esas costas comunes. Sin embargo parece chocar con
el sentido querido por la ley al exigir condena al pago de las costas. Así vemos que
el artículo 242 de la Ley acuerda que procede la práctica de la tasación de costas sólo
cuando hubiere condena. En esta línea José María Manresa2 en sus «Comentarios a
la Ley de Enjuiciamiento Civil» (Ley de 1881) nos dice que la condena «como siempre se refiere a las costas ocasionadas a la parte contraria, tampoco han de incluirse
las causadas a instancia de la condenada al pago, porque no están comprendidas en la
condena» y, por tanto, al ser las costas comunes causadas a instancia de ambas partes
1
Ponente: Ilmo. Sr. Molins García-Atance.
Manresa Navarro, José María, Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Civil, p. 433, hace
un profuso estudio de esta materia y aunque la obra está referida a la antigua LEC algunos de sus
postulados resultan perfectamente extrapolables a los principios contenidos en la Ley 1/2000 de
Enjuiciamiento Civil, como entiendo que es el caso relativo a que la condena en costas siempre va
referida a los gastos que se originan a la parte que ha obtenido el pronunciamiento a su favor.
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y dado que no existe condena a su pago no debería en tales supuestos accederse a la
solicitud de tasación. Como hemos adelantado esta tesis conduce, en los supuestos de
existencia de discordia entre partes a la hora de determinar la distribución entre ellas
de los gastos comunes (imaginemos el extraño supuesto de que una de las partes haya
abonado el total importe del gasto común), a que no existe cauce hábil dentro del
procedimiento de que se trate para la petición de tasación de costas y de su eventual
ejecución, dejando al interesado abierta únicamente la vía de reclamar su crédito a
través del declarativo correspondiente en reclamación de la cantidad satisfecha indebidamente bien dirigiéndose frente a la parte contraria o frente a la persona o entidad
a quien haya satisfecho dicho gasto en reclamación de la cantidad no adeudada por él.
Como se evidencia de lo dicho, esta vía resulta poco rápida y eficaz al tiempo que costosa, pues conlleva el inicio de otro procedimiento declarativo. Por tanto, la búsqueda
de una solución más eficaz nos debería conducir a sostener la tesis de que la ausencia
de pronunciamiento sobre costas o, lo que es lo mismo, el pronunciamiento relativo
a la no imposición de costas, no equivale necesariamente a falta absoluta de condena
sino que existe condena a cada una de las partes en relación a la cuota o porción que
le corresponde afrontar respecto de las costas comunes. Ello permitiría la práctica de
la tasación a solicitud de la parte que acreditara haber satisfecho el 100 por 100 de
cualquier partida correspondiente a costas comunes.
Verificada la existencia de pronunciamiento que impone la obligación del pago
de las costas a una de las partes, el siguiente aspecto a examinar es si la resolución
que impone su pago debe tener el carácter de firme. Tradicionalmente la doctrina ha
venido discutiendo si es posible la ejecución provisional del pronunciamiento sobre
costas contenido en una sentencia sobre la base de que el artículo 421 de la antigua
Ley de Enjuiciamiento Civil sólo exigía que la condena en costas fuera ejecutoria3,
manteniéndose por la misma posturas contrapuestas. Para un sector doctrinal sólo
eran susceptibles de ejecución los pronunciamientos principales contenidos en la sentencia mientras que los accesorios (entre los que se encuentra el relativo al pago de las
costas procesales) quedaban al margen siendo susceptibles de ejecución únicamente
alcanzada la firmeza. En cambio otro sector propugnaba la posibilidad de ejecución
provisional de la materia de costas por cuanto se trata de un pronunciamiento de condena contenido en una resolución judicial definitiva que no quedaba excluido de la
previsión del antiguo artículo 385 regulador de la ejecución provisional. Esta división
doctrinal tiene su reflejo en la jurisprudencia menor de tal modo que las distintas
secciones de las audiencias provinciales vienen acogiendo las diferentes posturas
mantenidas por la doctrina en orden a esta cuestión. El auto de 23 de octubre de 1997
dictado por la Sección 5.ª de la Audiencia Provincial de Asturias4 al resolver la cuestión planteada por las partes relativa a la susceptibilidad de la ejecución provisional
de la condena en costas recoge en sus fundamentos de derecho la variedad de posturas
mantenida por la doctrina a este respecto, siendo el mismo del siguiente tenor literal
«[…] La diversidad mantenida por los litigantes es sostenida igualmente por la doctrina y así Valls Gombau, tras considerar el tema dudoso, se inclina por estimar que sí
cabe su ejecución provisional dado que la condena en costas es un pronunciamiento
3 No debe olvidarse que con arreglo a lo dispuesto en el artículo 245.4 de la LOPJ la ejecutoria
es el documento público y solemne en que se consigna una sentencia firme.
4 Ponente: Ilmo. Sr. Pueyo Mateo. Base de datos Actualidad Civil.
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más, que queda sujeto a las reglas generales. En la misma línea se pronuncia Ortells
Ramos. Diversamente Caballol Angelats, en criterio que esta Sala comparte, sostiene
que no cabe ejecución provisional de las costas, y ello por considerar: 1.º) que la
condena en costas es una consecuencia del proceso y no una finalidad del mismo, por
lo que es necesario que termine definitivamente para esclarecer quién debe correr con
ellas; 2.º) la eficacia provisional del pronunciamiento referido, no exime a la parte de
efectuar la correspondiente provisión de fondos a su Procurador al inicio del proceso,
ni al intervenir en la tramitación del recurso; 3.º) la realización provisional de la condena en costas tampoco significa una reducción de la actividad que en conjunto desplegaran los órganos jurisdiccionales, puesto que aun en el supuesto de confirmación
de la resolución ejecutada, deberán hacerse efectivas las causadas en la tramitación
del recurso; 4.º) existen además argumentos de derecho positivo que apoyan esta tesis
pues en uno de los supuestos en los que tradicionalmente se ha reconocido la eficacia
de la ejecución provisional cual es el supuesto del interdicto de retener y recobrar
la posesión, la Ley la limita en el ámbito de la eficacia a la puesta en posesión del
reclamante, sin dar lugar provisionalmente a la condena en costas —artículo 1.659 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil—; 5.º) finalmente —aunque no con tanta fuerza— los
artículos 421 y 423 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, al regular la tasación de costas
parten de la firmeza de la resolución para proceder a aquélla».
Podemos cuestionarnos si una vez que ha entrado en vigor la Ley 1/2000 de
Enjuiciamiento Civil esta diversidad de posicionamientos frente a la posibilidad de
ejecutar provisionalmente la condena en costas puede mantenerse o no. El artículo
517 de la citada Ley señala que la acción ejecutiva deberá fundarse en un título que
lleve aparejada ejecución, teniendo tal carácter las sentencias de condena firmes. En
ausencia de firmeza el artículo 524 posibilita la ejecución provisional de sentencias
de condena. Comoquiera que la sentencia que impone el pago de las costas es una
sentencia condenatoria, acudiendo a la regulación general de la ejecución provisional
cabría pensar que puede solicitarse la ejecución provisional de este pronunciamiento.
Ahora bien, la materia relativa a tasación de costas tiene regulación especial comprendida en los artículos 241 a 246, por lo que debemos acudir a este articulado para
examinar si la norma especial contiene alguna exigencia que pueda contradecir la
regulación general. Así vemos que, en efecto, el artículo 242 exige la firmeza del
pronunciamiento relativo a la condena en costas para la exacción de las mismas por la
vía de apremio, previa su tasación. Tratándose, por tanto, de una específica regulación
contenida para el pronunciamiento sobre costas, debe ésta prevalecer sobre la norma
contenida en el artículo 524, de modo y manera que la nueva Ley de Enjuiciamiento
Civil termina con la cuestión que estamos tratando al dar su regulación de la materia
relativa a tasación de costas exigiendo la firmeza del pronunciamiento de condena en
costas como requisito previo para poder practicar la tasación.
La siguiente regla a tener en cuenta para considerar si procede la práctica de tasación de costas se contiene en el inciso último del punto 1 del artículo 242 y es el relativo a la solicitud de tasación de costas. En este apartado me remito a lo ya expuesto
en el capítulo «Concepto de tasación de costas», recordando que debe practicarse
tasación de costas siempre que lo solicite la parte vencedora en costas, la vencida, el
Procurador, el Letrado, el Perito o demás personas que hayan intervenido en el juicio
y que tengan un crédito contra la parte que deba ser incluido en tasación de costas.
Cuando el solicitante de la práctica de tasación de costas es la parte que ha obtenido a su favor el pronunciamiento sobre costas deberá presentar con la solicitud los
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justificantes de haber satisfecho las cantidades cuyo reembolso reclame por exigencia
del punto 2 del citado precepto. En este punto la cuestión a plantear es qué alcance
tiene la expresión «justificantes de haber satisfecho las cantidades cuyo reembolso
reclama», esto es si exclusivamente hace referencia a lo que se conoce con en nombre
de suplidos o anticipos efectuados por el Procurador o, en su caso, por la parte o si
comprende también la justificación de haber satisfecho los honorarios de Letrado y
los Derechos de Procurador. En la práctica diaria ambas interpretaciones se vienen
sosteniendo por los profesionales sin que por el momento pueda acudirse a consultar
los criterios de las audiencias provinciales, pues no existe suficiente jurisprudencia,
siquiera menor, recopilada para poder valorar cuál es la posición mayoritaria de
dichos tribunales. Con independencia de cuál llegue a ser la interpretación jurisprudencial de este precepto, en una interpretación conjunta del artículo 242 y del artículo
241 puede alcanzarse una conclusión, pues comoquiera que los gastos susceptibles de
ser reclamados por el vencedor en costas por dicho concepto serán exclusivamente los
previstos en el artículo 241 (honorarios de la defensa y de la representación técnica,
la inserción de anuncios o edictos, los depósitos necesarios para la presentación de
recursos, los derechos de peritos y demás personas que hayan intervenido en el proceso, las copias, certificaciones, notas, testimonios y documentos análogos) los justificantes a que se refiere el artículo 242.2 serán los de haber satisfecho cualesquiera de
los gastos que conforme al citado artículo 241 revistan la consideración de costas. En
esta línea interpretativa, resulta muy ilustrativa la Sentencia 193/01, de 14 de junio de
2001, dictada por la Audiencia Provincial de Ávila que acogiendo el razonamiento de
que la expresión referida comprende la justificación de haber satisfecho los honorarios de Letrado y los derechos de Procurador sienta el siguiente criterio: «[…] pero no
cabe dudar que de un presupuesto jurisprudencial, en que se reconocía la existencia
del crédito de las partes litigantes y no de su representación o defensa, se ha pasado
a constituir un requisito esencial, pues los honorarios de Letrado y los derechos del
Procurador sólo se pueden reclamar, cuando presenten con su solicitud los justificantes de haber satisfecho sus clientes las cantidades cuyo reembolso se pide. Es pues,
en la nueva Ley, una acción de reembolso que es preciso acreditar documentalmente
[…], por lo que los justificantes acreditativos del pago de esos honorarios y derechos
a estos profesionales es, en la actualidad un presupuesto procesal de procedibilidad
para que se admita el incidente y para que por el Sr. Secretario pueda confeccionar la
oportuna tasación de costas» añadiendo que «[…] La justificación del artículo 242.2
de la Ley de Enjuiciamiento Civil está en que la vía de apremio por la que se puede
reclamar los honorarios y derechos de estos profesionales, es un procedimiento privilegiado, y sólo cabe su admisión cuando los propios clientes ya satisficieron estos
honorarios y derechos, y, por la vía de la acción de reembolso tratan de recuperar lo
que abonaron». La ausencia de aportación de los justificantes de haber pagado las
cantidades cuyo reembolso reclama la parte es un defecto formal y, por tanto, subsanable al amparo de lo dispuesto en el artículo 11.3 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial, por lo que, si solicitada la tasación de costas no se aportan los justificantes
de pago, procede acordar un requerimiento a la parte para que presente en el Juzgado
los mencionados justificantes de pago.
En el supuesto de que la tasación de costas se haya interesado por el deudor en
costas o por los profesionales que han intervenido en el juicio y ostenten un derecho
de crédito frente a la parte que deba ser incluido en tasación, con carácter previo a la
práctica de la tasación de costas deberá practicarse un requerimiento al beneficiado
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con dicho pronunciamiento para que aporte los justificantes necesarios para la práctica de la tasación.
Examinado que el pronunciamiento de condena en costas es firme, el siguiente
condicionamiento viene impuesto también por el artículo 242 que indica que sólo se
procederá a la exacción de las costas por la vía de apremio previa su tasación cuando
la parte condenada a su pago no hubiere satisfecho su importe antes de que la contraria solicite la tasación. La circunstancia de haberse producido el pago extrajudicial
del importe de las costas tan sólo constará en el procedimiento de que se trate si una
de las partes ha efectuado en forma dicha manifestación. Cuando es el deudor en
costas quien proporciona la información al Juzgado además de efectuar la alegación
deberá probar que en efecto ha satisfecho el importe correspondiente a las costas
procesales originadas a la parte vencedora. A falta de manifestación de las partes en
este sentido, al Juzgado no le constará el previo pago y solicitada la tasación de costas
deberá proceder a la práctica de la misma, quedando en un primer momento tan sólo
abierta al deudor la vía de la impugnación de la tasación prevista en el artículo 245
por considerar indebidas las partidas en ella contenidas o por entenderlas excesivas o
ulteriormente la del artículo 556 oponiéndose a la ejecución de la tasación de costas
aprobada alegando el pago.
Decidida la procedencia de practicar la tasación de costas, resulta pertinente acometer el análisis de qué conceptos entrarán a formar parte de la misma. Y, en conexión
con ello, en el estudio de la preceptividad o no de la intervención de Abogado y de
Procurador a los efectos de decidir si procede la inclusión de la minuta y de la nota de
derechos, pues el artículo 32 de la Ley de Enjuiciamiento Civil en su punto 5 preceptúa
que sólo serán incluibles en tasación de costas los derechos de Procurador y los honorarios de Letrado cuando su intervención en el procedimiento de que se trate sea preceptiva.
La regla general relativa a la preceptividad de intervención de tales profesionales viene
contenida en los artículos 23 y 31 de la Ley rituaria y es la obligatoriedad de comparecer
en juicio por medio de Procurador legalmente habilitado para actuar en el tribunal que
conozca del juicio estando dirigido por abogado habilitado para ejercer su profesión en
el tribunal que conozca del asunto, regulando dichos preceptos las excepciones existentes a dicha regla general, que son para la exigencia de Procurador los juicios verbales
cuya cuantía no exceda de novecientos euros5 (ciento cincuenta mil pesetas), la petición
inicial de los procedimientos monitorios, la comparecencia limitada a la pre­sentación
de títulos de crédito o derechos o para concurrir a Juntas en los juicios universales, en
los incidentes relativos a impugnación de resoluciones en materia de asistencia jurídica
gratuita y cuando se soliciten medidas urgentes con anterioridad al juicio. Siendo las
excepciones para la preceptividad de intervención de Abogado los juicios verbales cuya
cuantía no exceda de novecientos euros (ciento cincuenta mil pesetas), la petición inicial de los procedimientos monitorios, los escritos que tengan por objeto personarse en
juicio, solicitar medias urgentes con anterioridad al juicio o pedir la suspensión urgente
de vistas o actuaciones. Por tanto, en todo procedimiento en que la intervención de
tales profesionales sea obligatoria, la condena en costas comportará la inclusión de las
respectivas notas de derechos y minutas.
5 La cuantía en euros ha sido fijada por el Real Decreto 1.417/2001, de 17 de diciembre, por el
que procede a la conversión a euros de la cuantías establecidas en la Ley de Enjuiciamiento Civil,
publicado en el Boletín Oficial del Estado el día 27 de diciembre de 2001.
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Ahora bien, no siempre que la intervención de Abogado y Procurador es facultativa se deben excluir de la tasación de costas la minuta y la nota de derechos generada
como consecuencia de la prestación de sus servicios, pues la Ley de Enjuiciamiento
Civil contempla dos excepciones a la citada regla en el propio punto 5 del citado
ar­tículo 32 que son, por un lado, la apreciación por el tribunal de temeridad en la conducta del condenado en costas y, por otro, que el domicilio de la parte representada y
defendida esté en lugar distinto a aquel en que se ha tramitado el juicio.
La primera de la excepciones, apreciación de temeridad en la conducta del condenado en costas, es una innovación que introduce el Legislador en la Ley 1/2000. La
temeridad a juicio de la jurisprudencia «está representada no sólo por un comportamiento doloso o malicioso de la parte ejecutante sino también por la observancia de una
conducta reveladora de una negligencia que, en razón de las circunstancias del caso, no
resulta excusable»6, en el mismo sentido la Sentencia de Baleares Sección 5.ª 7 de 6 de
julio de 2001, considera la temeridad como «[…] la falta total y absoluta de fundamento […]». Sin embargo, en el momento de practicar tasación de costas no se trata
de verificar si en el comportamiento de la parte condenada en costas hay visos o no
de existencia de temeridad, ya que no compete ni a la parte que solicita la tasación ni
al Secretario que la practica. La apreciación de temeridad ha de ser objeto de declaración judicial en la sentencia o resolución que impone el pago de las costas procesales
causadas. Y por ello sólo en los procedimientos en que figure tal declaración en los
fundamentos de derecho y fallo o parte dispositiva de la sentencia o auto que impone
el pago de las costas podrá la parte beneficiada por la condena en costas solicitar la
inclusión de los importes relativos a derechos de Procurador y honorarios de Letrado
cuya intervención no era preceptiva y deberá el Secretario incluirlos, previo examen y
control de corrección de las distintas partidas que las componen. Se trata esta excepción de una sanción impuesta al litigante temerario como medida correctiva, sanción
que tiende a evitar la sobrecarga de trabajo que supone para juzgados y tribunales la
defensa temeraria de un derecho.
En los supuestos de declaración de temeridad no resulta de aplicación la limitación prevista en el apartado tercero del artículo 394, párrafo primero, relativa a que
el litigante vencido sólo estará obligado a pagar, de la parte que corresponde a los
abogados y demás profesionales que no estén sujetos a arancel, una cantidad total
que no exceda de la tercera parte de la cuantía del proceso, según dispone el mismo
precepto en su párrafo segundo.
Declarada la temeridad del litigante vencido deben incluirse en la tasación de costas a practicar tanto los derechos del Procurador que representó a la parte vencedora
como los honorarios del Letrado que la asistió jurídicamente.
La segunda de las excepciones, que el domicilio de la parte representada y defendida esté en lugar distinto a aquel en que se ha tramitado el juicio, ya venía regulada de manera similar en la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1881 en su artículo 11,
apartado 2, in fine. Este precepto dio lugar a multitud de interpretaciones de las que
vino a hacerse eco la jurisprudencia menor y que en buena medida pueden resultar de
aplicación a la regulación vigente y que trataremos a continuación.
6 Sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Toledo, Sección 1.ª, de fecha 30 de marzo de
1995, Ponente Ilmo. Sr. Marín López.
7 Ponente: Ilmo. Sr. Ramón Homar, Mateo.
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la tasación de costas en el orden jurisdiccional civil
La primera de las cuestiones que surgen es la relativa a qué debemos entender por
«lugar distinto a aquel en que se ha tramitado el juicio». La redacción del artículo
32, punto 5, deja en torno a esta cuestión la misma problemática que encerraba el
antiguo artículo 11.2 y las distintas interpretaciones que la jurisprudencia menor dio
al respecto pueden perfectamente darse en el nuevo precepto. Así tenemos la postura
jurisprudencial que aboga por identificar lugar en que se tramita el juicio como lugar
en un sentido amplio comprensivo de la totalidad del partido judicial y no sólo el
municipio donde se encuentra ubicada la sede del Juzgado. Un segundo sector doctrinal hace una interpretación más restringida identificándolo sólo y exclusivamente
con la población donde radica el órgano jurisdiccional que ha conocido del asunto8.
También existe una posición ecléctica en la jurisprudencia que a la hora de valorar el
alcance del término «lugar» hace un estudio de las circunstancias concurrentes en el
caso concreto de que se trate prestando atención a las facilidades de desplazamiento
que proporcionan los medios de comunicación existentes en la actualidad9.
Otro de los planteamientos que puede hacerse nace en torno a cuál sea la interpretación que deba darse a la expresión «domicilio» contenida en la excepción a la
regla general de exigencia de preceptividad para incluir en costas los derechos de
Procurador y los honorarios de Letrado. El fundamento de esta excepción radica en
la necesidad de evitar la discriminación entre las partes procesales, pues el desplazamiento al lugar del juicio no siempre se puede hacer con la necesaria asiduidad si no
se tiene el domicilio en dicho lugar y además genera una serie de gastos que no serían
repercutibles al condenado en costas.
A diferencia del extinto artículo 11 que hablaba de «residencia habitual»10 de
la parte vencedora en costas, el nuevo artículo 32 habla de «domicilio» de la parte
8 En este sentido la Audiencia Provincial de Pontevedra, Sección segunda, en sentencia de fecha
10 de setiembre de 1996 sienta el siguiente criterio: «[…] por “lugar en que se tramita el juicio”,
forzosa y exclusivamente ha de entenderse la sede o población donde radica el órgano jurisdiccional que entiende del pleito y no, desde luego, el correspondiente al partido judicial y ello, no
solamente por la dicción legal del precepto (que para nada se refiere a partido judicial), sino por
la propia doctrina jurisprudencial, que al interpretar la alusión “al lugar del juicio”, que emplea el
artículo 1.574 de la LEC, al regular el juicio de desahucio, entiende por lugar del juicio el pueblo
en que radique, se constituye y ejerce sus funciones el Juzgado o Tribunal ante el cual se plantea y
sustancia el litigio».
9 La Sentencia de la Audiencia Provincial de Asturias, Sección 4.ª, de fecha 24 de junio de 1998
es un claro ejemplo de esta tesis, el tenor de la fundamentación de dicha sentencia es el siguiente:
«[…] El alcance del término “lugar” admite diversas interpretaciones, desde la que lo identifica
con el partido judicial donde se sigue el procedimiento, que parece más alejada de un significado
gramatical, hasta las que lo equiparan a término municipal o, más estrictamente, a ciudad, villa o
población. Atendiendo a la realidad social de los tiempos actuales, que es una de las pautas que
deben utilizarse en la interpretación de las normas (artículo 3.1 del Código civil), esta Sala ha optado por un criterio intermedio entre los dos últimos citados, de tal modo que operará la excepción
cuando aún encontrándose la residencia del litigante en el mismo término municipal que la población donde se celebra el juicio, la distancia existente entre ambas localidades, las dificultades de
comunicación o cualesquiera otros factores concurrentes, comporten un grado de alejamiento que
haga conveniente al menos, dentro de un criterio de racionalidad, valerse de dichos profesionales,
mientras que seguirá rigiendo el principio general cuando no se dan esas circunstancias».
10 La jurisprudencia menor en orden a la interpretación de este precepto no se mostraba una vez
más unánime y en especial en los supuestos en que la parte que obtuvo el pronunciamiento en cos-
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representada y defendida. Debemos entrar a considerar si la nueva dicción permite
mantener las interpretaciones que jurisprudencialmente se venían dando al citado
artículo 11.2.
Veamos en primer término qué se entiende por domicilio y qué por residencia. El
concepto de domicilio no se halla bien delimitado en nuestro derecho positivo tanto
sustantivo como procesal, ni tampoco doctrinalmente como consecuencia de que el
legislador para definir el domicilio hace referencia a un término a él conexo cual es
el de residencia, y así con arreglo a lo dispuesto en el artículo 40 del Código Civil
se define como domicilio de las personas naturales el lugar donde éstas tienen «su
residencia habitual, y en su caso, el que determine la Ley de Enjuiciamiento Civil»,
debiéndose entender por residencia —como así lo hace el Tribunal Supremo (Sala
Primera), entre otras, en sentencia de 19 de septiembre de 1988— el lugar en el que
la persona tiene presencia física o real. El rasgo que calificará la residencia para constituirla en domicilio no es otro que el de la habitualidad en la estancia o permanencia.
No obstante la diferenciación entre domicilio y residencia se complica si nos atenemos a las distintas manifestaciones que del domicilio (legal, electivo, real, habitual,
constitucional) da el propio legislador, pudiendo ser definido como «el espacio en
el cual el individuo vive sin estar sujeto necesariamente a los usos y convenciones
sociales y ejerce su libertad más íntima»11.
Si el vencedor en costas es una persona física no presenta mayor problema la
interpretación del precepto, debiendo estarse a la definición dada por el Código Civil
de domicilio en consonancia con la doctrina jurisprudencial existente en torno al
citado artículo 40. La dudas interpretativas nacen cuando la parte a cuyo favor se ha
efectuado el pronunciamiento en costas es una persona jurídica, pues a tenor de lo
establecido en el artículo 41 del Código Civil «cuando ni la ley que las haya creado o
reconocido, ni los estatutos o las reglas de fundación fijaren el domicilio de las pertas a su favor era una persona jurídica, si bien la más reciente se inclinaba por exluir la minuta de
Letrado y los derechos de Procurador de la parte vencedora en costas cuando en estos casos, así la
Sentencia de la Audiencia Provincial de Burgos, Sección Segunda, de fecha 21 de noviembre de
1997, señalaba que «[…] el concepto de residencia habitual que emplea el citado precepto no es
equiparable al de domicilio pues es éste un concepto jurídico (artículos 40 y 41 del Código Civil
y 64 a 69 de la Ley de Enjuiciamiento Civil), mientras que la residencia habitual es una simple
relación material de una persona con un determinado lugar, de tal forma que ha de entenderse que,
cuando se trata de personas jurídicas, no debe tenerse en consideración a efectos de lo previsto en
el citado artículo 11, el domicilio social, sino el lugar donde desarrollan aquellas sus actividades o
donde cuentan con delegaciones o representantes». En el mismo sentido la Audiencia Provincial de
Sevilla, Sección Sexta, en sentencia de fecha 18 de septiembre de 1993 en relación al mencionado
ar­tículo 11.2 indica que «[…] el precepto no habla de domicilio, sino de residencia habitual —que
es un concepto más amplio, referido al lugar en el que se está con vocación de permanencia—, […]
la mencionada excepción no es aplicable a las entidades demandadas que obtuvieron a su favor, en el
caso, la condena en costas, porque aunque estatutariamente tienen su domicilio social en otra plaza,
cuentan también con una delegación regional en aquella en la que fueron citadas para el acto del juicio, donde sus respectivos representantes otorgaron poder a favor del procurador que les representa,
lo que evita que puedan darse los inconvenientes que justifican la excepción». Pronunciándose en el
mismo sentido de negar la aplicación de la excepción a las entidades crediticias que tienen sucursal
abierta en el lugar donde se sigue el juicio está la sentencia de la Audiencia Provincial de Zamora
de fecha 9 de diciembre de 1997.
11 Así lo define el Auto número 171/1989, de 3 de abril, dictado por el Tribunal Constitucional.
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la tasación de costas en el orden jurisdiccional civil
sonas jurídicas, se entenderá que lo tienen en el lugar en que se halle establecida su
representación legal, o donde ejerzan la principales funciones de su instituto».
En todos los supuestos en que deben tasarse las costas originadas en el procedimiento como consecuencia de la aplicación del inciso relativo al domicilio previsto
en el punto cinco del artículo 32 opera la limitación prevista en el punto 3 del artículo
394 (el condenado no estará obligado a pagar de la parte que corresponda a abogados
una cantidad total que no exceda de la tercera parte de la cuantía del procedimiento).
Finalmente, queda plantearnos si en la tasación de costas a practicar en base a lo
dispuesto en el artículo 32, punto 5 deben incluirse los derechos de Procurador, los
12
Es precisamente esta cuestión la que originaba mayor controversia doctrinal y jurisprudencial
en vigencia de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1881, las diversas posturas que en ámbito de la
jurisprudencia menor pueden resumirse en las siguientes: a) Aquella que entiende que se incluyen
tanto los derechos de procurador como los suplidos de abogados. En este sentido se muestra, entre
muchas otras, la Sentencia de la Audiencia Provincial de Sevilla, Sección 6.ª, de fecha 17 de septiembre de 1993, cuyo razonamiento es el siguiente: «Como excepción a la regla general del artículo
11.2 de la Ley de Enjuiciamiento Civil de no incluir en las tasaciones de costas los derechos de los
procuradores ni los honorarios de los abogados en aquellos juicios en que su intervención no sea
preceptiva —[…]—, establece el inciso final del mismo precepto la salvedad de que la parte representada o defendida tenga su residencia habitual en lugar distinto a aquel en que se tramita el juicio,
salvedad que debe entenderse referida a ambos profesionales, pues además de abonar esta solución
los motivos que constituyen la razón de ser del precepto —las mayores dificultades que encontraría
en su autodefensa la persona que reside en una población distinta a aquella en que se celebra el
juicio—, de su tenor no se desprende la inclusión de los gastos causados por la intervención de uno
de esos profesionales excluya los del otro, ni mucho menos que deban ser los del procurador, y no
los del abogado, los que se incluyan en la tasación de costas»; b) La que concibe que debe incluirse
el concepto que resulte más gravoso para el beneficiado por la condena en costas, por lo tanto siendo
generalmente superior el importe de la minuta de honorarios de Letrado que el de la nota de derechos de Procurador, prevalecerá siempre aquélla sobre ésta; c) La que entendiendo que, conforme a
la regulación procesal (antiguo art. 3 de la Ley de Enjuiciamiento Civil), sólo ostenta las facultades
de representación de la parte el Procurador, circunstancia por la cual únicamente procede la inclusión de los derechos de Procurador en la tasación de costas las facultades de representación. En este
sentido la Sentencia de la Audiencia Provincial de Guadalajara de 21 de noviembre de 1996 sienta
el criterio de que deben incluirse exclusivamente los derechos de Procurador por las siguientes
razones: «1. Porque el supuesto contemplado en el artículo 11 de la LEC es una excepción a la regla
general u que por tanto había de ser objeto de una interpretación restrictiva. 2. Porque los propios
términos del precepto no permitían concluir sobre la inclusión conjunta de honorarios de Abogado y
Procurador ni tampoco sobre la intervención de ambos profesionales, como se deducía del apartado
1.º del párrafo 2.º y 3.º porque si se entendiera posible la intervención conjunta de aquéllos se estaría creando una situación de desigualdad frente a la parte que reside en sede judicial. En definitiva,
se entendía que sólo podrían incluirse en la tasación de costas los derechos económicos de uno de
los profesionales intervinientes, concretamente los correspondientes al Procurador, por ser éstos
menos gravosos en virtud del principio favor debitoris y además se añadía el razonamiento de que
la función a compensar la distancia entre el domicilio del particular y la sede del juzgado es propia
del Procurador». Más rotunda se muestra la Audiencia Provincial de Toledo, Sección Segunda, en
su Sentencia de fecha 4 de mayo de 1994, en cuya fundamentación jurídica establece que: «En el
supuesto excepcional del párrafo segundo del artículo 11 de la LEC, procede incluir en la tasación
de costas los gastos y suplidos del Procurador, pero no los honorarios de Letrados, pues el objeto de
la excepción es paliar a la parte no residente de los inconvenientes y gastos que le supondría la personal comparecencia ante el órgano judicial […]. Criterio en todo coincidente con el mantenido por la
reglas para la práctica de la tasación de costas...
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honorarios de Letrado o ambos12. La Ley 1/2000 de Enjuiciamiento Civil viene a
dirimir la polémica suscitada en torno a esta cuestión en la interpretación del antiguo
artículo 11.2, pues al utilizar únicamente la conjunción copulativa «y» da una redacción más clara al precepto que es susceptible de una única interpretación, ya que
deben incluirse en la tasación de costas tanto los derechos devengados por el Procurador que representó a la parte cuyo domicilio no se encuentra en el lugar donde se
tramitó el juicio como los honorarios generados por el Letrado de la referida parte.
En los supuestos en que resulta de aplicación el artículo 32.5 de la Ley de Enjuiciamiento Civil por tener el vencedor en costas el domicilio fuera del lugar donde se
Audiencia Provincial de Toledo, Sección Primera […], según el cual entender que a la persona no
residente en el lugar del juicio se le autoriza a que se valga, con cargo al condenado en costas, de
persona que le represente en el lugar del juicio, es plenamente justificable, pues a través de dicho
apoderamiento se suple su ausencia, pero entender que también puede con cargo al condenado
en costas, valerse de Letrado que le defienda, equivaldría a colocar en situación de privilegio a
los no residentes, frente a los residentes, puesto que a estos últimos no se les otorga tal derecho y
equivaldría a la clara vulneración del principio de igualdad ante la Ley que establece el artículo 14
de la Constitución Española»; d) La que atribuye a la parte vencedora en costas la posibilidad de
elegir entre la inclusión de uno u otro concepto. Dicha voluntad puede ser expresada en el escrito
solicitando la tasación o tácita aportando con el mismo tan sólo la minuta del Letrado o la nota de
derechos del Procurador. Sienta este criterio la Sentencia de 5 de Julio de 1994 de la Audiencia
Provincial de Cuenca, en la que se dice: «Conforme al artículo 11.2 de la LEC, en los casos en que
la intervención de abogado y procurador no sea preceptiva, si hubiese condena en costas a favor del
que se haya valido de procurador “o” de letrado, los derechos de aquél y los honorarios de éste no
se comprenderán en ellos, salvo que la residencia habitual de la parte representada y defendida sea
distinta del lugar en que se tramita el juicio; pero aun en esta hipótesis sólo se podrán comprender
en la tasación los derechos del procurador “o” los honorarios de letrado, pero no ambos, y habida
cuenta de que en el juicio verbal civil del que proviene, en el caso, el incidente de tasación de costas,
la parte demandante no tiene su domicilio en la plaza donde se tramitó el juicio verbal, y que sólo se
insta la minuta del letrado y no la del procurador, se ha de desestimar el recurso contra la sentencia
recaída en el mencionado incidente». La Sentencia de la Audiencia Provincial de Soria de fecha 28
de julio de 1997 en su razonamiento jurídico segundo párrafo segundo, de una manera más gráfica
se pronuncia en el mismo sentido siendo del siguiente tenor: «Es parecer de esta Sala que en el caso
de que la parte vencedora, en el juicio que se tramita en lugar distinto de su residencia habitual, se
valga en juicio de abogado y procurador, sólo podrá pretender incluir en la tasación de costas bien
los derechos del procurador, o bien los honorarios del letrado, pero no ambas partidas, ya que pudo
ser defendida y representada por uno de esos dos profesionales, y el valerse de ambos es gravar
innecesariamente, desde el punto de vista de las costas, al vencido y obligado a su pago, aunque
esta opción, que debe ejercitarse en el momento de instar la tasación de costas, significa que tanto se
puede pretender la inclusión de una, como de otra, de ambas partida»; e) La que atribuye la posibilidad de elegir al vencido en costas a falta de elección por el vencedor. En este sentido la Sentencia
de la Audiencia Provincial de Lugo de fecha 8 de julio de 1996, cuyo tenor literal es el siguiente:
«No obstante en supuestos como el presente en los que el domicilio del litigante es distinto del que
corresponde al Juzgado en donde se ventila el procedimiento, habrá de estarse a lo dispuesto en el
artículo 11 de la Ley Procesal Civil y, por tanto, es cierto que el litigante, entonces, se puede valer
de alguno de los referidos profesionales a efectos de incluir sus honorarios en la tasación de costas
y como lo cierto es que aquí reclama los honorarios de los dos, abogado y procurador, habría de
dársele opción al que ha de abonar las costas a que, ante la falta de elección por parte del vencedor,
sea él el que elija y así hemos de entender que opta por abonar los derechos de procurador, que
son los menos cuantiosos económicamente, y esta cantidad es la que deberá de ver incluida en la
tasación de costas».
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la tasación de costas en el orden jurisdiccional civil
ha tramitado el juicio, resulta de aplicación la limitación prevista en el artículo 394.3
del mismo cuerpo legal.
Fuera del ámbito de la Ley de Enjuiciamiento Civil encontramos aún otra excepción a la regla de la preceptividad que viene contenida en el artículo 21 de la Ley de
Propiedad Horizontal13 en su redacción dada por la Disposición Final Primera de la
Ley 1/2000, que establece una doble salvedad, la primera recogida en el inciso primero
al disponer que «Cuando en la solicitud inicial del proceso monitorio se utilizaren los
servicios profesionales de abogado y procurador para reclamar las cantidades debidas a la Comunidad, el deudor deberá pagar, con sujeción en todo caso a los límites
establecidos en el apartado tercero del artículo 394 de la Ley de Enjuiciamiento Civil,
los honorarios y derechos que devenguen ambos por su intervención, tanto si aquél
atendiere al requerimiento de pago como si no compareciere ante el tribunal». Debe
tenerse en cuenta que la limitación del artículo 394, punto 3, tan sólo afectará a la
minuta de Letrado, no a los derechos de Procurador. Añade el precepto en el segundo
inciso la segunda salvedad del siguiente modo «En los casos en que exista oposición,
se seguirán las reglas generales en materia de costas, aunque si el acreedor obtuviere
una sentencia totalmente favorable a su pretensión, se deberán incluir en ellas los
honorarios del abogado y los derechos del procurador derivados de su intervención
aunque no hubiera sido preceptiva». No menciona expresamente el texto de la Ley si
en este último supuesto resulta de aplicación la limitación del artículo 394, punto 3,
sin embargo comoquiera que la oposición deberá sustanciarse en atención a la cuantía
por el juicio verbal o por el ordinario y que para éstos procedimientos rige el artículo
394, resulta también de aplicación para los supuestos de oposición la limitación de que
venimos tratando, como también puede deducirse de la remisión a las normas generales en materia de costas que hace el propio precepto. Así pues, la única especialidad
radica en que cuando se trata de oposición a la reclamación de deudas debidas a la
Comunidad de Propietarios deberán incluirse en la tasación de costas los honorarios
de Letrado y los derechos de Procurador cuando el vencedor en costas sea el acreedor,
siendo aplicables en lo demás las reglas generales sobre costas.
De cuanto se ha expuesto puede verse que la Ley de Enjuiciamiento Civil no ha
seguido la corriente mantenida por algún sector doctrinal14 que considera que los
13
Ya en la redacción dada a este precepto por la Ley 8/1999, de 6 de abril, de Reforma de la Ley
de Propiedad Horizontal, a tenor del artículo decimoséptimo de ésta se disponía la modificación del
artículo 21, apartado décimo, párrafo segundo, inciso tercero, estableciendo la siguiente regulación:
«La condena en costas incluirá los honorarios del abogado y del procurador de la parte vencedora,
si hubiere utilizado los servicios profesionales de los mismos en la demanda o la contestación», pese
a que el apartado 3 del mismo artículo establecía que no era obligatoria la intervención de Abogado
ni de Procurador en dicho procedimiento. Regulación que es mantenida en la redacción dada al
precepto por la Ley 1/2000.
14 Esta corriente ha sido defendida por Marina Martínez-Pardo, Jesús, «Las costas y los
procesos arrendaticios» publicado en el Boletín del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, n.º 2,
Tercera Época, septiembre, 1986; por Puyol Montero, Francisco Javier, Ejecución de Sentencias
Civiles y Penales, Eurolex, p. 235; y por Delgado Martín, Joaquín, «La asistencia letrada en procedimientos en los que no es precetiva. Declaración de preceptividad», La Ley, Año XIX, número
4.565, jueves 18 de junio de 1998. La idea sobre la que construyen su teoría es la de que no existe
un nexo causal entre la no preceptividad de intervención de Letrado y la calificación como superflua
de su intervención, y por ello la necesidad de asistencia letrada aun no siendo preceptiva debería
reglas para la práctica de la tasación de costas...
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honorarios de Letrado deberían incluirse en la tasación de costas que se deba practicar aun cuando la intervención de dicho profesional en el procedimiento no sea
preceptiva, pues pese a ello puede considerarse necesaria y al no poderse calificar
la intervención de superflua sería repercutible al condenado al pago de las costas
procesales.
trascender al contenido de la tasación de costas y para ello entiende Delgado Martín que debería
hacerse una declaración de preceptividad. En cualquiera de los casos, la declaración de preceptividad en los supuestos en que la asistencia letrada no es preceptiva no es una cuestión que pueda ser
efectuada en el momento de practicar tasación de costas, pues no sería competencia del Secretario
realizar la referida declaración, sino que éste se limitaría a practicar la tasación de costas incluyendo en
ella los conceptos que resultasen procedentes de haberse declarado judicialmente la preceptividad
de intervención de Letrado, en cumplimiento de lo acordado en la resolución judicial firme. Evidentemente, que la intervención letrada no sea preceptiva en un procedimiento no significa que no
sea conveniente e incluso aconsejable a fin de que la parte, normalmente lega en derecho, reciba el
asesoramiento jurídico adecuado que permita defender su derecho con mayores posibilidades, pero
el Legislador es quien ha decidido que la repercusión en costas al condenado sólo tenga lugar en
los casos en que la intervención de dicho profesional sea preceptiva y los dictados de la ley deben
acatarse, quedando la teoría que se menciona como una cuestión a tener en cuenta de lege ferenda.
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