¿qué es y qué no es “eutanasia”?

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¿QUÉ ES Y QUÉ NO ES “EUTANASIA”?
Víctor F. Reinaldi
Paso 1428, Bº Junior, C.P. 5000, Córdoba. Argentina.
[email protected]
Se ha dicho sobre la eutanasia que trasunta
los más nobles sentimientos como que está
“inspirado más que en la ciencia en la piedad de
los hombres por los moribundos” que hoy, como
ayer, huyen del dolor 1.
La muerte por piedad puede cometerse
mediante una acción o una omisión impropia. En
el primer caso, se provoca activamente la muerte
del paciente, por ejemplo, a través de la
inyección de una sustancia letal. En el segundo
caso, se lo priva e los medios ordinarios que
resultan necesarios para su supervivencia. Cabe
decir que no es eutanasia la acción de hacer
cesar las funciones respiratorias y sanguíneas en
quien ya ha sufrido la muerte cerebral porque, en
ese caso, la acción recaerá sobre alguien que,
para leyes como la Argentina o la Española, que
se ajustan a criterios médicos actuales, ya está
muerto, por lo que no hay ningún problema de
2.
responsabilidad penal
Esa muerte puede ser producida a pedido de
la propia víctima que juzga insoportables los
padecimientos que le causa una enfermedad
terminal
(eutanasia
voluntaria
activa)
o
prescindiendo de su voluntad (eutanasia no
voluntaria). No obstante que su autor puede estar
convencido que hace un bien al paciente porque
termina con sus sufrimientos, desde el punto de
vista legal, en la casi totalidad de los países, es
considerada un homicidio, al que no justifican ni
el sentimiento del autor ni las circunstancias que
rodean al hecho ni el haberse efectuado
respondiendo a un pedido expreso de la víctima,
aunque se lo vea como una manifestación del
derecho a su autodeterminación, porque éste no
puede comprender el de disponer de la propia
vida al extremo de destruirla ya que la vida es un
bien que la ley protege no sólo en mira
de interese individuales sino también gen-
erales. Y aún cuando el suicidio no se castiga ello
no equivale a reconocerle licitud.
Su castigo, previsto en Inglaterra hasta la
sanción del Suicide Art en 1961, se lo ha
eliminado por reputárselo absurdo, porque resulta
inaplicable. Atendibles razones de política criminal
son las que, a su vez, justifican la no punición de
la tentativa. Pero la penalización de la instigación
o ayuda al suicidio, en caso que “se hubiese
tentado a o consumado”, como reza el Art. 83 del
Código Penal Argentino, no deja lugar a dudas
acerca de que se reprime el dar muerte a otro,
aun en el supuesto que mediare su reclamo
espontáneo, serio y repetido. No obstante, el
móvil piadoso del autor influye en la
individualización judicial de la pena privativa de
libertad – fuera de los casos de penas indivisibles
o rígidas, por cuanto ese mismo Código (Art. 41,
inc. 2°, cláusula 3°) no se desinteresa de los
motivos que determinan a delinquir, los cuales
pueden constituir circunstancias atenuantes de las
penas elásticas o flexibles. Además, para el que
mata “encontrándose en estado de emoción
violenta que las circunstancias extraordinarias de
atenuación como las que se dan, a juicio de os
jueces, en los homicidios cometidos por piedad en
la persona de un ascendiente, descendiente o
cónyuge, sabiendo que lo son. Sin embargo, la
mejor doctrina Argentina reclama que se coloque
a la ley penal a la altura del pensamiento ético –
jurídico predominante en este tiempo, para lo cual
debe castigarse con una escala penal mucho más
benigna a quienes hubieran obrado por un
sentimiento de piedad, al dar muerte a un enfermo
o herido grave y probablemente incurable, ante el
pedido serie o insistente de éste, como se previó
en los Proyectos de 1960 y 1979 3.
Lo hace el Código del Perú 4, que prevé una
pena máxima de tres años para quien “por
Rev.Latinoam.Der.Méd. Medic. Leg. 5 (1): 73-75, Jun. 2000
Revista Latinoamericana de Derecho Médico y Medicina Legal
determinados supuestos y siempre que se
hubiera dado cabal cumplimiento a los requisitos
expresamente a fin de permitir el control judicial
sobre
el
deseo
de
morir
expresado,
comprobando si efectivamente responde a la
libre voluntad del paciente o no.
piedad mata a un enfermo incurable que lo
solicita de manera expresa y consciente para
poner fin a su intolerables dolores”. Y lo hace,
también, el Código español de 1995, Art. 143-4,
para “el que causare o cooperare activamente
con actos necesarios y directos a la muerte de
otro, por la petición expresa, seria e inequívoca
de éste, en el caso de que la víctima sufriera una
enfermedad
grave
que
conduciría
necesariamente a su muerte, o que produjera
graves padecimientos permanentes y difíciles de
soportar...”. Para que en aquellos proyectos y en
estos códigos se satisfaga la exigencia de que la
acción responda a un pedido serio de la víctima,
cabe señalar que no lo es el que resulta de
estados de ánimo transitorios (embriaguez,
emoción, desaliento pasajero) no los que
provienen de personas que por su estado o
inmadurez mental no pueden apreciar, según las
circunstancias
particulares
del
caso,
el
significado de su pedido no los efectuados por
sus representantes porque el pedido debe ser
personal 5.
No constituyen modalidades de eutanasia
propiamente dicha, por no estar animadas del
propósito de suprimir el dolor:
1. La llamada eutanasia eugénica, que consiste
en la eliminación de los seres humanos
deficientes, aun cuando se la practique con el
pretendido
propósito
de
tender
al
mejoramiento de la raza humana. A igual
propósito responde el aborto que autoriza,
entre otros, el Código español en el Art. 417
bis, 3° vigente, en los casos en los “que se
presuma que el feto habrá de nacer con
graves taras físicas o psíquicas, siempre que
el aborto se practique dentro de las veintidós
primeras semanas de gestación y que el
dictamen, expresado con anterioridad a la
práctica del aborto, sea emitido por dos
especialistas de centro o establecimiento
sanitario, público o privado, acreditado al
efecto, y distintos de aquél por quien o bajo
cuya dirección se practique el aborto”.
El Código Uruguayo va aún más lejos desde
que dentro de las causales de impunidad
previstas en su parte general (Art. 37) permite al
juez “exonerar de castigo” al autor de homicidio
efectuado “por móviles de piedad, mediante
súplicas reiteradas de la víctima”.
2. La denominada eutanasia económica, que
procura la supresión de las personas que
constituyen una carga para la sociedad al no
reportar utilidad alguna. Esta última
modalidad responde a la convicción de que
hay seres humanos sin valor vital como, en el
campo del derecho, lo admitió Binding.
Aquellas y estas conductas configuran
homicidios castigables como tales.
En el Territorio del Norte de Australia se dio la
primera legalización de la eutanasia voluntaria
activa (julio de 1996) al permitirse a un adulto,
hábil y capaz, que sufra de una enfermedad
terminal, requerir asistencia médica para poner
fin a su existencia, siempre y cuando
experimente un nivel inaceptable de sufrimiento o
dolor. Para ello debía hacerlo en forma voluntaria
y formal, estando adecuadamente informado y
después de haber considerado toda sus
situación; no siendo ello aplicable para los que
carecieran de capacidad, como los menores de
16 años y los que atravesaran un estado
depresivo. Pero el Parlamento Australiano la
derogó (24/4/1997) al amparo de la Constitución
que le permite en determinados casos interferir
en la legislación de los estados federados.
No constituyen prácticas eutanásicas sino
ortotanásicas, no delictivas, los siguientes
supuestos, mal llamados de eutanasia pasiva
consistentes: 1) en no comenzar o no continuar
un tratamiento no curativo, desproporcionado
para los resultados que de ellos se esperan,
mutilantes,
con
efectos
colaterales
desagradables, agraviante a la dignidad, cuando
el enfermo lo pida conscientemente y tras haber
sido debidamente informado de su estado y de
las consecuencias, tanto positivas como
negativas, que puede traerle aparejada la
realización u omisión de ese tratamiento; y 2) no aplicar
medidas excepcionales para prolongar artificialmente
La ley dictada, a su vez, por el Parlamento
Holandés (2/6/1994) no importa la legislación
lisa y
llana
de
la
eutanasia sino la
despenalización de la acción reputada homicida en
74
Victor Reinaldi / Eutanasia
asigna. Ni dejar de echar mano a recursos
ortotanásicos, si así lo quiere el paciente, para no
aumenta o prolongar un dolor que
para él,
además de ser insoportable carece de sentido.
la vida de un enfermo que padece de una
enfermedad terminal . Cabe recordar que, como
se ha dicho, “morir, en supuestos extremos y
terminales constituye una decisión personalísima
del paciente y que debe tomarse dentro de la
esfera de intimidad de la familia, no pudiendo
interferir los terceros (médico y Estado) bajo el
manto del paternalismo y de pretender saber más
y mejor lo que es bueno para el enfermo. El límite
entre el daño y la liberación, se es mayor daño
morir que subsistir, excede de la decisión
profesional; la mera prolongación de un lento
deterioro y muerte segura es un lamentable
desenlace y deben conocerse y satisfacerse los
verdaderos intereses del paciente, aun en contra
de la opinión de los médicos”. De este modo, no
se favorece “la eutanasia, sino la eliminación o
corte del suministro de medios extraordinarios:
no se mata al paciente sino que éste muere solo
y de muerte natural, en consecuencia, no hay
daño sino autonomía de la voluntad del enfermo;
consiguientemente,
tampoco
habría
responsabilidad profesional ya que se ha obrado
6
dentro de los límites de lo ético y de lo lícito” .
He procurado, al distinguir la Eutanasia de
otras conductas homicidas – merecedoras de
una punición mayor porque no han sido
cumplidas con el móvil piadoso de la primera -,
de la distanasia – práctica cada vez más técnica
y menos humana, que prolonga una agonía y no
una vida y que puede configurar un delito contra
la libertad del paciente si se la practicó
prescindiendo de su voluntad – de conductas
ortotanásicas, no delictivas por conformarse a la
ética y al derecho, contribuir a sentir mayor
seguridad jurídica tanto a los que padecen
severos males en el cuerpo como a los
profesionales de la salud llamados a atenderlos,
porque atenta contra ella el empleo impropio del
vocablo “eutanasia” para denominar situaciones
absolutamente extrañas a la “muerte piedad”.
Literatura citada
1. Carrera, D. “ ¿Es necesario prever el
homicidio por piedad?”, en Estudios en honor
de Pedro J. Frías. Academia Nacional de
Derecho y Cs. Ss. De Córdoba. Págs. 187193.
La señalada acción ortotanásica es la
opuesta a la configurativa de distanasia o
encarnizamiento terapéutica que, en rigor de
verdad, no prolonga la vida sino que retarda
inútilmente la muerte natural y alarga una
dolorosa agonía que aunque procure justificarse
en la remanida frase según la cual “mientras hay
vida, hay esperanza”, responde, muchas veces, a
inconfesables propósitos lucrativos.
2. Del Vecchio, G. “Morte benefica (l’eutanasia)
sotto gli aspetti etico – religioso, sociales e
giurídico. Turín. 1926.
3. Higton, E. “La salud, la vida y la muerte, un
problema ético – jurídico: el difuso límite entre
el daño y el beneficio a la persona”. Revista
de Derecho Privado y Comunitario, N°1,
Rubinzai – Culzoni Editores, Santa Fé. 1992.
Págs. 180 y 181.
Tampoco configura eutanasia la mal llamada
eutanasia indirecta realizada por quien, con el
único propósito de paliar el dolor causado por
una enfermedad o heridas de pronóstico doloroso
e irreversible, con consentimiento del paciente,
recurre a los medios a su alcance aunque éstos
produzcan el efecto secundario de abreviar su
vida. Pero en ningún caso ha de prescindirse de
ese consentimiento Porque el paciente tiene
el derecho a soportar el dolor si desea
hacerlo por el valor trascendente que le
4. Muñoz, F. “Derecho Penal. Parte Especial”,
11ª ed., Tirant lo blanch, Velencia, 1996.
5. Nuñez, R. Derecho Penal Argentino. Ed.
Bibliográfica Argentina, Bs.As. 1961. T III,
págs 153 y 154.
6. Sancionado por Decreto Legislativo, N°
635/91, Art. 112.
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