D V Variantes homosexuales y etapas infantiles urante el desarrollo psíquico del infante se presentan en cada etapa bloqueos que pueden resultar en manifestaciones de conductas homosexuales en la adultez. Bloqueos en las etapas orales, anales, fálicas y genitales pueden ser entonces la base de orientaciones activas o pasivas cuya preferencia puede expresarse en la inclinación por la felación, los contactos anales o genitales o su expresión sublimada. En este trabajo se analizan tales expresiones y su relación con los bloqueos antes descritos. EDUARDO DE LA FUENTE ROCHA EXISTEN DIVERSAS FORMAS de ver la homosexualidad, es así como muchos autores y escuelas han dado diferentes miradas sobre este tema. El presente trabajo busca aportar un punto de vista que coadyuve a la concepción y la comprensión de la misma. Los trabajos sistemáticos acerca de la homosexualidad, dice Rubén Ardila: Deben tomar en cuenta: factores biológicos, psicológicos, sociales, culturales e históricos; entender las causas probables de este comportamiento y también el contexto social en el cual se presenta; analizar las actitudes que se han tenido hacia la homosexualidad desde las primeras civilizaciones en las cuales se registra esta conducta y las actitudes que se tienen en la actualidad [1998:13]. Respecto a causas, este mismo autor indica: “las causas de un patrón de conducta son siempre múltiples. Generalmente incluyen una base biológica, que se actualiza por medio de un ambiente específico [...] la interacción de factores innatos y aprendidos es probablemente la explicación más adecuada de la mayoría de los fenómenos psicológicos [ibid.:67]. Sin embargo, el presente trabajo, enfocado al área psicológica, no desecha la ANUARIO DE INVESTIGACIÓN 2004 • UAM-X • MÉXICO • 2005 • PP. 496-511 VARIANTES HOMOSEXUALES Y ETAPAS INFANTILES validez e importancia de los trabajos relacionados con la causística o los estudios sistemáticos sobre homosexualidad. El motivo esencial en estas líneas es: subrayar la importancia que tienen las relaciones parentales, entrelazadas con las etapas psicosexuales que en la vida adulta pueden tener expresión homosexual. De esta manera, como ya se ha indicado, podremos contribuir con un complemento respecto de la concepción y comprensión de la homosexualidad. Para cumplir los propósitos ya mencionados se torna necesario retomar algunos aspectos de la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud junto con las concepciones de otros autores, debido a que el psicoanálisis aborda las frustraciones en las etapas psicosexuales conformando rasgos de personalidad en general, de manera tal que cada una de las frustraciones incide en formas de homosexualidad que puede vivir el adulto. De acuerdo con Jacques Corraze: No existe una definición rigurosa para la palabra homosexualidad. Existe homosexualidad cuando dos individuos del mismo sexo tienen actividad sexual que los lleva al orgasmo, de manera rigurosa, aunque la homosexualidad existe desde que un individuo fantasea con otros de su mismo sexo. El concepto que se tenga de ésta depende del contexto en que se esté utilizando; en algunas investigaciones estadísticas se manejan las conductas sexuales; en análisis se puede partir de la realidad mental del individuo. También se puede considerar a la homosexualidad desde el punto de vista de la aceptación de sí mismo como homosexual, la visión que otros tengan, los sentimientos particulares del individuo, la satisfacción que obtiene en sus conductas, cuando se adoptan características y/o actitudes correspondientes al sexo contrario, etcétera. Algunas posiciones teóricas sostienen que homosexualidad es un término que empleamos para designar un conjunto de conductas que pueden variar de una sociedad a otra [1997:7]. En este campo existen diversos estudios que investigan acerca de la relación entre las actitudes de los padres, entre ellos y para con sus hijos, o en la forma de educarlos u orientarlos, que pudiera propiciar la manifestación de conductas homosexuales, no queriendo con ello afirmar que tales actitudes u orientaciones constituyen la causa de la EL MALESTAR DEL CUERPO Y LA CULTURA 497 VARIANTES HOMOSEXUALES Y ETAPAS INFANTILES homosexualidad, sino simplemente que son factores que favorecen su presencia. Anna Freud (1991:46) realizó trabajos respecto de algunas causas de la homosexualidad relacionada con las actitudes pasivas y afirmaba que: El regreso a los estadios más tempranos y sobre todo a la pasividad de la fase anal, constituye uno de los azares comunes del conflicto edípico del niño varón en el estadio fálico. Es natural entonces que esta regresión siga la fase anal hacia los niveles anteriores y hacia todas las tendencias pasivas que se hallaban presentes en los niveles más tempranos, y que por ello, un niño varón ingrese en la latencia y en la vida escolar no como individuo activo, masculino y valiente, sino como un niño pasivo, femenino, más bien cobarde y retraído. La educación puede haber sido tan defectuosa y saturada de culpa, o las relaciones entre sus progenitores tan negativas que la homosexualidad le proporciona un escape del ejemplo tan temido de la heterosexualidad que él ha presenciado en su hogar. Por su parte, Corraze señala: Se ha descubierto que un mayor número de homosexuales proviene de familias disfuncionales. Una mayor proporción de ellos considera que sus padres no fueron felices en el matrimonio. Un gran número de homosexuales hombres prefieren a su madre sobre su padre, y demuestran dependencia hacia ellas. Algunos estudios, señalan que entre un cierto número de lesbianas existe una relación pobre con el padre, en la que destacan el temor y la hostilidad. El psicoanálisis ha enfatizado un tipo de relación: una madre posesiva, exageradamente cercana a su hijo, además de estar alejada de un padre distante, frío, desapegado y ausente. Este tipo de relación se considera característico de la homosexualidad masculina. Aunque se ha sometido a prueba objetiva, no se han encontrado pruebas contundentes. Cuando se utilizan muestras que no EL MALESTAR DEL CUERPO Y LA CULTURA 498 VARIANTES HOMOSEXUALES Y ETAPAS INFANTILES presentan síntomas psicopatológicos, no es posible encontrar diferencias entre las relaciones familiares de homosexuales y las de los heterosexuales. Se ha tratado de aplicar el esquema psicoanalítico a las mujeres; un padre posesivo y exclusivo, que elimina a la madre y a los amigos de la familia sin importar su sexo, puritano y que desalienta en su hija todo rasgo de femineidad [1997:81-82]. Núñez Noriega indica que la homosexualidad tiene que ver con una cuestión de aprendizaje: Según las teorías psicosociales [...] experiencias gratificantes y placenteras pueden encausar al sujeto hacia determinada conducta sexual (ya con el sexo opuesto, ya con el mismo sexo, ya a cualquier otra forma de expresión erótica); también experiencias desagradables, insatisfactorias, e intimidantes pueden alejar al individuo de determinada conducta sexual [1999:132]. Anna Freud (1991:46) señala que en la manifestación de la homosexualidad: Se encuentra el temor que el varón experimenta por su propia agresión a la mujer, que aparece en el análisis como temor a matar a la mujer en el acto sexual. La impotencia del hombre puede verse, bajo esta luz, como su consideración por la seguridad de su pareja. De acuerdo con la teoría freudiana se pueden identificar cuatro estadios de la libido en el desarrollo psicosexual a saber: la etapa oral, la anal, la fálica y la genital a la que se agrega el periodo de latencia inscrito entre las etapas fálica y genital (Morris y Maisto, 1998:446). Esta concepción está asociada a la hipótesis de que en cada etapa del desarrollo psicosexual, tanto los aspectos placenteros como los cognoscitivos están asociados a una parte del cuerpo, la cual en esos momentos es la zona más erógena. Estas zonas primarias producen gran placer, de manera tal que la falta de desarrollo o la limitación a la erogenidad de dicha zona puede diferir en bloqueos y frustraciones. En muchos adultos las expresiones sexuales pueden ser tan sólo representaciones de las fijaciones que el sujeto EL MALESTAR DEL CUERPO Y LA CULTURA 499 VARIANTES HOMOSEXUALES Y ETAPAS INFANTILES vivenció durante su desarrollo. Tales fijaciones pueden producirse tanto por excesos de excitación como por falta de ésta. Cabe señalar que al retomarse dichas fases o estadios para este trabajo, se está considerando el simbolismo que áreas privilegiadas corporales, adquieren durante el aprendizaje y el crecimiento. Es obvio que, para el recién nacido, la boca es un órgano de sobrevivencia fundamental, en cambio, para un niño de 1 o 2 años, la exigencia principal de la sociedad, que le permite mantenerse en contacto con los otros, será el control de esfínteres. Así, para cada etapa habrá prioridades que vienen a entintar la conducta en general del sujeto y en particular su conducta sexual. Robert Motherwell, Collage con música y tela II, 1974 Durante el primer año de vida la zona erógena corresponde a la boca y se denomina etapa oral. El placer está asociado al chupetear, a los sabores, a la ingesta, al calor del pecho materno, a las actitudes de la madre durante los procesos de alimentación que dan la sensación placentera tanto de caricia como de hartazgo. Una madre que alimenta en exceso al hijo puede provocarle fijaciones, lo mismo que aquella que no le da suficiente alimento. Durante esta etapa según E. Erickson, se sustenta en el infante la confianza básica, frente a la desconfianza (Papalia, 2001:283). En esta etapa el niño conforma su esperanza basada en la confianza de que puede salir a la vida y relacionarse con otros. Si no se da una maduración adecuada en esta etapa, se cimentará una personalidad adulta desconfiada y dependiente o bien, excesivamente crédula pasiva y demandante de mucha atención. Si la madre es rechazante del hijo en esta etapa y si el bebé siente afinidad con la figura paterna, porque ésta cumple con la “función madre”, el bebé estará generando un rechazo hacia lo femenino y un gusto oral por lo masculino. Si se trata de un bebé varón, guardará en la psique un cúmulo de significaciones orales positivas respecto de objetos masculinos para con quienes en la edad adulta se mostrará pasivo y asimilador de propuestas de acción, de ideas, de EL MALESTAR DEL CUERPO Y LA CULTURA 500 VARIANTES HOMOSEXUALES Y ETAPAS INFANTILES actitudes, etcétera. Tendrá gran interés por los besos, por incorporar el cuerpo del varón en su propio cuerpo en procesos de asimilación directos o simbólicos, como por ejemplo, actuar y pensar en forma muy similar al objeto que le satisface eróticamente. En esta fase, sensorio-motriz (Conn, 1999:110), las caricias, las sensaciones, el movimiento, sustentarán, cuando haya fijación, el tipo de expresiones eróticas que tendrá como adulto. Lo mismo puede suceder con una bebé que vive rechazante a la madre, porque el contacto entre la piel de ésta y la boca sea desagradable, o porque la química corporal de la madre produce un sabor no grato para la niña, ya sea porque ante su llanto no sienta la contención y la protección de la madre y por lo mismo se sienta desconfiada y desprotegida ante sus propias experiencias. Por ello tenderá a rechazarla. Esta fijación corresponde al rechazo del llamado por Melanie Klein “pecho malo” (Laplanche y Pontails, 1993:262). En caso de existir esta última figura podrá rechazar la posibilidad de contactar con la realidad, pues ello le resulta amenazante, dando un quiebre psicótico en la niña; pero si encuentra una figura de protección sustituta que ejerza la función madre, por ejemplo, el padre, se asirá psíquicamente a ésta comprometiendo al hacerlo sus procesos de identificación y de elección de objeto. En este último caso, y de mantenerse la variable del rechazo materno, la hija se apegará al padre identificándose con él, pues ello le permitirá contar con los patrones conductuales que le permitan vivir, lo que la masculinizará y favorecerá que escinda de sí misma lo femenino, que al quedar proscrito, generará la necesidad de buscarlo por fuera, pues es fuerza natural que en toda manifestación de la vida se integren los factores masculinos y femeninos; de tal manera que ella apartará lo masculino y buscará en una mujer o en un hombre los rasgos femeninos escindidos. Recordemos que para Sigmund Freud: La igual valencia originaria de ambos sexos como objetos sexuales puede conservarse, de lo cual resulta en la vida adulta una inclinación al quehacer homosexual, que en ciertas circunstancias puede acrecentarse hasta la homosexualidad exclusiva. Las pulsiones se presentan en pares opuestos, como activo y pasivo [1909:41]. EL MALESTAR DEL CUERPO Y LA CULTURA 501 VARIANTES HOMOSEXUALES Y ETAPAS INFANTILES Además, este mismo autor indica que “la diferencia de los sexos no desempeña todavía, en este periodo infantil, ningún papel decisivo; así, pueden ustedes atribuir a todo niño, sin hacerle injusticia, una cierta dotación homosexual” (ibid.:40). Lo anterior nos muestra cómo padre o madre no corresponden estrictamente a lo masculino y femenino respectivamente. El género no está ligado al sexo individual, sino a los roles personales aceptados e incorporados en acuerdo a la experiencia personal según las propias vivencias. Asimismo, puede observarse el que la inversión de roles no necesariamente se da entre personas del mismo sexo. Aparentemente puede verse una pareja heterosexual, pero puede suceder que en ésta el Jean Dubuffet, El tiritador, 1959 varón esté representando los roles femeninos y la mujer los masculinos. Podemos seguir esta idea y afirmar que aun en las relaciones homosexuales, los roles son intergenéricos, pues uno de los integrantes actuará lo femenino y el otro la parte complementaria masculina. Estos roles pueden estar más o menos fijos o estar en continuo movimiento de tal manera que, en un momento, un integrante de la pareja actuará en forma activa y en otro de forma pasiva y así sucesivamente. Lo mismo sucede en una relación heterosexual, pues a veces la iniciativa corresponde al hombre y a veces a la mujer, actuando la pareja las conductas del rol de género complementario. Las fijaciones en la etapa oral también pueden gestarse por la sobreprotección de los padres, pues esta conducta no es más que una manifestación en lo opuesto (Laplanche y Pontails, 1993:162), es decir, que se trata de un disfraz de la verdadera actitud de los padres, que es el rechazo. Así, podrá observarse que una madre que en su discurso expresa gran interés y solicitud por el hijo y que sus atenciones y cuidados llegan a EL MALESTAR DEL CUERPO Y LA CULTURA 502 VARIANTES HOMOSEXUALES Y ETAPAS INFANTILES extremarse, puede sin embargo encontrar que su pequeño muestra rechazo hacia ella. Hay una ley universal que postula que a toda fuerza o acción corresponde una reacción y en este caso, la conducta del bebé no es gratuita, sino el resultado que el mismo tiene por lo percibido como un rechazo de la propia madre. Estas fijaciones en la etapa oral se asocian a la inseguridad en el pequeño y a su posterior miedo y sensación de incompletud para enfrentar los retos que, a su nivel, la vida le plantea. En sus manifestaciones, al asociarse con la vida sexual, se presentarán como una preferencia hacia los besos, hacia el felar a la pareja, hacia la dependencia y hacia la pasividad. Sin embargo, existe dentro de esta etapa una segunda fase, llamada oral sádica (Fenichel, 2000:82), asociada a la agresión por medio de la boca. El bebé en esta fase llega a morder el pecho materno. Si el rechazo al bebé se da en esta fase, se generarán en él fijaciones de agresión que como adulto se manifestarán en agresiones orales, sarcasmo mordaz, cinismo y explotación del otro y en el ámbito sexual se expresará en actitudes descalificadoras y desconfirmadoras. Su manifestación en la homosexualidad estará asociada como en los casos anteriores al rechazo o a las vivencias inadecuadas con una figura parental, pero en el acto sexual, el diálogo corporal será agresivo. Lo mismo podrá manifestarse en las expresiones verbales o en la práctica oral de un cuerpo sobre el otro, por ejemplo mordidas en los labios o en los genitales, agresión por medio de un mal aliento, relaciones desagradables por ofrecerse a la pareja en estado de ebriedad, etcétera. En la segunda etapa, como ya es conocido, el punto prioritario lo tiene el control de esfínteres (Morris y Maisto, 1998:446). Si bien es una necesidad social, puesto que al bebé por sí mismo no le interesa como tal, se ve forzado a aceptar las normas del grupo para no ser eliminado de éste. Esta etapa que se presenta entre el primero y tercer se acompaña de la búsqueda de autonomía amenazada por la vergüenza (ibid.:451). Lograr un buen desarrollo en esta etapa implica independizarse de la vergüenza y de la duda. Para lograr el control anal en esta etapa habrá de poner en práctica su voluntad. Se trata de una fase preoperacional (ibid.:399) en la que el niño usa símbolos para poder hacer sus representaciones. Se comunica en forma privilegiada mediante el juego. Asociado al aprendizaje, en esta etapa del control de esfínteres está el aprendizaje de los controles EL MALESTAR DEL CUERPO Y LA CULTURA 503 VARIANTES HOMOSEXUALES Y ETAPAS INFANTILES sociales en dos fases: la retención y la expulsión. Con cada una de éstas, el niño logra un grado de seguridad en cuanto a adquirir el control. Si, como en la etapa oral, las demandas parentales son demasiado severas o indulgentes, pueden causar fijaciones. Si estas últimas se dan en la fase anal retentiva, el niño crecerá obstinado, mezquino, ordenado y compulsivamente limpio; en cambio si se dan en la etapa anal expulsiva, la personalidad será desordenada, destructiva, cruel o sucia. Por lo anterior el niño se asocia al género del padre, estricto o laxo, que influye más en esta etapa en la educación del mismo, incorporando los aprendizajes y reacciones de género que se manifestarán en la conducta sexual posterior. Así, por ejemplo, si la madre de un niño en la etapa anal se comporta de manera exigente y amenazante, demandando de sobremanera las respuestas expulsivas del niño: vgr. “dame esto”, “suelta aquello”, etcétera, el infante se verá amenazado por la pérdida del objeto adquirido y tal amenaza provendrá de la figura femenina. Su símbolo materno se asociará a la pérdida y por tanto preferirá soslayar las figuras femeninas pues atentan contra su seguridad y completud. Internamente reprimirá las influencias femeninas pues significan control. Todo lo que se reprime y no se simboliza retorna como acción en la personalidad del sujeto. Así, puede explicarse la personalidad del afeminado que actúa con roles extremadamente femeninos como un medio por el cual ejerce control y dominio sobre los otros, ya sea imponiendo su voluntad narcisista, ya sea agrediendo a los que le rodean con actitudes socialmente rechazadas y por lo mismo agresivas para esos otros, cuando alguien las practica, rompiendo la prohibición social de hacerlo. Lo mismo podrá decirse de la niña que recibe del padre lineamientos excesivamente controladores y llega a la actuación de conductas machistas e impositivas. La pareja de mujeres en la que una actúa el rol social machista y brusco y la otra de dulzura y sometimiento, está influida por las formas de fijación anal en sus fases expulsiva y retentiva respectivamente. El varón homosexual pasivo tendrá un componente retentivo y el activo representará la figura masculina que le apoya y somete para que se cumplan tanto las demandas de retención como las de expulsión de acuerdo a su voluntad. Es decir, que la personalidad activa de tal varón estará actuando la voluntad de la figura masculina infantil, que rechazó EL MALESTAR DEL CUERPO Y LA CULTURA 504 VARIANTES HOMOSEXUALES Y ETAPAS INFANTILES aceptar el sujeto pasivo en sí mismo, como objeto identificatorio. Por otra parte, mientras que en el ámbito externo y consciente manifiesta una conducta activa, a escala inconsciente la rechaza. Si la imagen de lo masculino activo la actuaba la madre, se rechazará a las mujeres como objeto, y si la actúa el padre sobre el hijo varón en forma exagerada se manifestará en una conducta machista que en el ámbito intrapsíquico conlleva inseguridad y miedo a perder o a no poder ejercer un control adecuado sobre el objeto del deseo. Cabe insistir en el punto de que las actitudes o roles masculinos y femeninos no son exclusivos en cada participante, sino que se intercambian a lo largo de un acto sexual o en cualquier momento de la relación. Lo mismo puede decirse en las relaciones homosexuales que en las heterosexuales. Ello lo vemos claramente en el momento de proponer o a captar una iniciativa uno u otro de los integrantes de una pareja. A veces ella es la que toma la iniciativa en la caricia, a veces él. Es decir, que en cada ser humano existen ambos roles, mismos que se practican e intercambian constantemente. El predominio de una sola orientación en la utilización de estos roles, lleva a la persona a tomar actitudes extremadamente impositivas, sumisas, rígidas o controladoras. Cuando en la etapa anal se presenta la carencia de controles o cuando su ejercicio fue laxo, provocará en el sujeto por una parte la exaltación de sus conductas omnipotentes y narcisistas y, por otra, lo dejará inseguro para salir a la vida, pues aunque domine a sus padres no tendrá la potencia y la seguridad para enfrentar la vida. Esta fase se caracteriza por la estructuración y el fortalecimiento de la voluntad y el niño crecerá con una deficiencia en este aspecto. De joven, al Max Ernst, Pueblo cansado, 1943 enfrentar la vida, tendrá que buscar un EL MALESTAR DEL CUERPO Y LA CULTURA 505 VARIANTES HOMOSEXUALES Y ETAPAS INFANTILES objeto complementario que satisfaga su carencia provocando una elección dependiente de un objeto narcisista. Este tipo de relación, cuando se rompe, conlleva a la manifestación de la melancolía en la que los autorreproches son abundantes y están dirigidos a una parte del yo. Insatisfecha la parte del yo que se había proyectado sobre el objeto deseado, ahora le rechaza. Dicho objeto, nunca fue en realidad un “otro” sino que era la parte complementaria internamente de sí mismo rechazada. De ahí que al regresar al sujeto, regrese como una parte del yo, que es descrita como inadecuada y negativa del propio sujeto. En la etapa fálica (Morris y Maisto, 1998:446), el niño entre los tres y los seis años tenderá a desarrollar la iniciativa y a manejar la culpa tratando de alcanzar nuevos logros enfrentado su temor al fracaso. En esta etapa se favorecen las comparaciones y la competencia en especial de los hijos con los padres. Se manifiestan formas de conducta vanidosas, exhibicionistas, orgullosas y narcisistas. La envidia del objeto del otro acompaña al sujeto en esta etapa. El niño quiere no sólo la atención de la madre para sí en forma exclusiva, sino también saberse más capaz que el padre para lograrlo. La niña vivirá lo mismo con el deseo de la atención exclusiva del padre y se tratará de afirmar sobre la presencia competidora de la madre. En el momento en el que Sigmund Freud realizó sus investigaciones la dominación masculina era aún mayor que en la actualidad, por lo que la envidia estaba exacerbada en la mujer por los privilegios que tenía el varón. Metafóricamente podemos llamarle envidia del pene aun cuando en realidad se trata de una envidia fálica que todos los seres humanos padecemos y que en nuestra cultura universal actual se exalta como una cualidad y se promueve al apoyarse la competencia en lugar de la colaboración. En la etapa fálica, la excesiva competencia de los padres nubla en los hijos la visión de propósitos propios. Sólo es valioso lo del padre o lo de la madre. Los otros son siempre menos que uno: el falo ajeno siempre es más pequeño que el propio, tal es la consigna que se trata de sostener. A lo que se llega con estas comparaciones es a una doble actitud en la que por un lado se desprecia y somete al que se le considera menos capaz, castra (Galimberti, 2002:170), diría Sigmund Freud, y por otra parte el sujeto se somete al que considera superior, favoreciéndose la instalación y EL MALESTAR DEL CUERPO Y LA CULTURA 506 VARIANTES HOMOSEXUALES Y ETAPAS INFANTILES crecimiento interno del sentimiento de inferioridad (Fenichel, 2000:132). Puede observarse entonces que no sólo el sometimiento al padre por parte del hijo varón y su identificación con él, tienen un único aspecto, sino múltiples. En unas facetas, el sujeto puede sentirse superior y en otras inferior al padre o a la madre. Pero también en algunas áreas psíquicas se puede considerar justo en su relación y equitativo. Es decir que la fase fálica ya sea que se dé en el niño o en la niña tendrá estas mismas características y su desequilibrio lleva a la comparación, a la envidia, y a la competencia y a los sentimientos de superioridad o inferioridad. En la homosexualidad fálica, se viven las comparaciones. Se compara a un sujeto con otro y se le desea por tener unos mejores músculos que otro, mejores pechos que otra, más carácter que otro, más dinero que otro, etcétera. La pornografía se sostiene y vende gracias al deseo que provocan las carencias que originan las comparaciones. Estas últimas son puerta a la autodenigración o a la denigración del otro o de la otra. Lo mismo vale decir para las relaciones homosexuales entre mujeres o entre hombres que para las relaciones heterosexuales. Nadie llega a la completud de sí mismo a partir de tales comparaciones, pues éstas, destruyen la seguridad propia y propician el desquebrajamiento yoico debido al rechazo de partes de nosotros mismos o al rechazo del “otro”, al de la pareja o al no aceptarla y amarla como es y no como debiera ser. En el campo homosexual se favorecerá la búsqueda infructuosa del objeto sexual ideal. El superyó, estará inflado y el sujeto en lugar de funcionar con un “ideal del yo” funcionará con un “yo ideal” (Laplanche y Pontails, 1993:180 y 471) y un “tú ideal” que no es otra cosa que la proyección sublimada en otro de la satisfacción de las propias carencias. Todo ello favorece la inestabilidad en las parejas que se expresa en la frase “creí que era de otro modo, pero no lo fue”. Dejar de compararse no sólo con el padre o la madre sino con el mundo, permite el regreso al “sí mismo” (Galimberti, 2002:1001) y el crecimiento psíquico auténtico, liberándose de las formas sexuales competitivas. A veces quedar castrado por el padre y someterse a él a partir de la identificación puede generar un problema tan grande como el de no someterse, pues en ambos casos se exalta una relación de poder irrespetuoso. Las relaciones de objeto sexuales armónicas se basan en la equidad, no en la sumisión. EL MALESTAR DEL CUERPO Y LA CULTURA 507 VARIANTES HOMOSEXUALES Y ETAPAS INFANTILES En la etapa de latencia (Morris y Maisto, 1998:446) que va de los seis años a la pubertad, se desarrollan las destrezas y la industriosidad. El niño y el joven se internan en la cultura y reconocen sus propias potencias, lo que les ayuda a liberarse de los sentimientos de inferioridad. Para Freud es una etapa de tranquilidad en la que el desarrollo psicosexual está inactivo o interrumpido. Esta aseveración implica que la sexualidad está en un impasse. Sin embargo, se observa el progreso psíquico del niño y su fortalecimiento. Es decir, que la energía libidinal no se manifiesta externamente en forma abierta, sino más bien se manifiesta internamente y se consolida sobre las bases del interactuar equilibradamente con el mundo que le rodea y en especial con los objetos de su afecto. Durante esta fase se desarrolla el autorreconocimiento. Una actitud hostil o laxa de los padres lleva al sujeto a no sentirse seguro en su destreza o a creerse demasiado diestro, al punto de rayar en la imprudencia. En las relaciones homosexuales la pasividad se dará por temor a no ser lo suficientemente diestro y la actividad estará cargada de sobrevaloración. La labor de los padres en esta fase consiste en fortalecer el principio de la realidad en los hijos y en acompañarlos respetuosamente a descubrir y acrecentar sus destrezas. En esta etapa la homosexualidad estará relacionada con el objeto que acompaña al sujeto para hacerle sentir diestro. Se trata del gurú que inicia al joven en el aprendizaje del camino de la sexualidad. En esta fase se observa la manifestación del erómeno, del hombre adulto o la mujer mayor que le señala al o la joven el camino y le acompaña en el inicio del recorrido, lo cual puede darse en un periodo o ser permanente debido o una fijación. Por último, en la etapa genital (Morris y Maisto, 1998:446), las energías sexuales se activan al tiempo que activan todos los conflictos anteriores llenando al joven de emoción y confusiones. Podemos ver entonces esta etapa como una síntesis de logros, fijaciones y represiones gestados y mantenidos a lo largo de las etapas anteriores. En esta etapa, es la sociedad la que espera la reproducción de la especie humana a partir del ejercicio sexual de la juventud. Los jóvenes, generalmente ajenos al deseo de tener en esta etapa un hijo, son presionados por el medio social a cumplir con los roles que garantizan la vida humana. La ansiedad moral hace su aparición al enfrentarse las demandas sociales superyóicas con los propios impulsos, EL MALESTAR DEL CUERPO Y LA CULTURA 508 VARIANTES HOMOSEXUALES Y ETAPAS INFANTILES pensamientos y acciones. La sobre-exigencia o la laxitud social desencaminan al joven del sentido de las propias pulsiones confundiéndolo. El joven, no sólo no logrará de este modo cumplir con coherencia interna las expectativas externas sino que lo desorientará de un posible entendimiento y comprensión de sí mismo llenándolo de angustia y favoreciendo tendencias homosexuales que lo liberan de tales presiones. Esta experiencia se potencia en sociedades homofóbicas en donde el ideal del yo colectivo narcisista es el del machismo. Estas sociedades son aquellas que a su vez han sido sojuzgadas colectivamente en sus aspectos orales a partir del hambre, en sus aspectos anales al ser sometidas por otros pueblos, en sus aspectos fálicos al haberse incluido dentro de los sistemas competitivos enajenantes y en sus aspectos de latencia al no reconocer y desarrollar las destrezas propias de dicha sociedad. La homofobia entonces corresponde a una formación reactiva colectiva que espera que un grupo de jóvenes venga a librarlos exhibiendo una conducta general íntegra, creativa e independiente que al propio pueblo en general le ha sido ajena por generaciones. Con base en lo anterior se pueden proponer las siguientes inferencias: 1. Este trabajo se realizó con el objetivo de tener un mayor acercamiento al fenómeno de la homosexualidad, ya no sólo desde sus causas, sino mirando su evolución. 2. Las manifestaciones de diversos tipos de rasgos homosexuales, pueden explicarse en parte mediante la utilización del modelo freudiano del desarrollo psicosexual. 3. Cada etapa puede producir diferentes rasgos de homosexualidad. 4. Fue importante retomar algunos aspectos de la teoría analítica de Freud debido a que el psicoanálisis aborda las frustraciones de cada etapa conformando los diferentes rasgos de personalidad en general, por lo mismo cada una de éstas incide en las formas de homosexualidad que puede vivir el adulto. 5. Es importante observar la interacción padres-hijo porque en ésta se subraya la función parental expresada en las conductas sexuales de los hijos. 6. La intervención parental es uno de los factores relevantes que favorecen determinadas manifestaciones de conductas sexuales. Ello no quiere decir que la homosexualidad se geste por ellas, sino sólo que pueden favorecer EL MALESTAR DEL CUERPO Y LA CULTURA 509 VARIANTES HOMOSEXUALES Y ETAPAS INFANTILES o no su manifestación en diversas formas, pues todos los seres humanos en nuestra fuerza libidinal estamos conformados con energía activa y energía pasiva que permite el movimiento y la acción. Los procesos vitales no se dan en cada uno de nosotros por la unipolaridad sino por la interacción de lo masculino y de lo femenino, de la paciencia y del combate, de la acción y del reposo, de la expresión y de la escucha, etcétera. Ello se da en todo ser vivo, en toda relación de pareja, en toda expresión humana y en la naturaleza en general. 7. Las conductas extremas de los padres, inciden en las formas manifiestas de conducta sexual, siendo homosexuales aquellas conductas que se gestaron en la falta o rechazo de los modelos genéricos complementarios, es decir, los masculinos en los femeninos y viceversa. 8. El género no es un atributo exclusivo del tipo de sexo, sino que todo sujeto se conforma bigenéricamente y de esta conformación se desprenderán en primera instancia sus identificaciones, sus desidentificaciones y después sus relaciones de objeto. 9. Las relaciones de objeto sólo llegan a ser plenas cuando se reconoce la existencia y autonomía de un “otro” y se convive sin competencia y sin necesidades de compensación a las propias carencias por parte de ese “otro”, sino que se basan en una relación de equidad. 10. El entendimiento y manejo de las conductas homofóbicas individuales y colectivas permite el manejo responsable de las frustraciones pasadas y la confrontación y acción presentes para no depositar en los jóvenes esperanzas de solución a problemas que en el propio desarrollo de los homofóbicos no se pudieron resolver. 11. Las manifestaciones específicas de la vida homosexual en particular y sexual en general son una fuente valiosa para la comprensión de los procesos píquicos y para el desarrollo humano y fomento del respeto entre nosotros mismos. Bibliografía Ardila, R. (1998), Homosexualidad y psicología, Manual Moderno, Colombia. Conn, D. (1999), Psicología. Exploración y aplicaciones, Internacional Thompson Editores, Puerto Rico. EL MALESTAR DEL CUERPO Y LA CULTURA 510 VARIANTES HOMOSEXUALES Y ETAPAS INFANTILES Corraza, J. (1997), ¿Qué sé? La homosexualidad, Publicaciones Cruz, México. Fenichel, O. (2000), Teoría psicoanalítica de las neurosis, Paidós Psicología profunda, México. Freud, A. (1991), Estudios psicoanalíticos, Paidós, México. Freud, S. (1910/1909), “Cinco conferencias sobre psicoanálisis”, conferencia 1, en Obras completas, tomo XI, Amorrortu, Argentina. Galimberti, U. (2002), Diccionario de psicología, Siglo XXI Editores, México. Laplanche, J. y Pontails, J. (1993), Diccionario de psicoanálisis, Labor, España. Morris, Ch. y Maisto, A. (1998), Psicología, Prentice Hall, México, 2001. Núñez, G. (1999), Sexo entre varones. Poder y resistencia en el campo sexual, Programa Universitario de Estudios de Género/UNAM, México. Papalia, D. y otros (2001), Psicología del desarrollo, Mc Graw Hill, Colombia. EL MALESTAR DEL CUERPO Y LA CULTURA 511