RMF31 Cambio climático y desplazamiento Reubicación y adaptación en Kiribati Maryanne Loughry y Jane McAdam Además de desarrollar estrategias de adaptación, la población de Kiribati ha de considerar la posibilidad de cambiar de ubicación de forma permanente. ■■ repercusiones para la salud humana, con una mayor incidencia del dengue y de la diarrea Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés)1, se prevé que el crecimiento del nivel del mar amenace estructuras e infraestructuras esenciales para la subsistencia de muchas comunidades de las islas del Pacífico. A mediados del siglo XXI, el cambio climático habrá reducido sus recursos hídricos hasta tal punto que no serán suficientes para satisfacer la demanda en periodos de lluvias escasas. En la actualidad, numerosas personas de las islas Carteret en Papúa Nueva Guinea se están preparando para evacuar Bougainville en 2008, y los científicos auguran que este archipiélago y las naciones de Tuvalu y Kiribati, en el Pacífico, corren el riesgo de desaparecer completamente a mediados de siglo. La población es muy consciente de los efectos del cambio climático en su entorno y en sus hábitos pesqueros. Sin embargo, no confían en la ciencia sobre el cambio climático y suelen atribuir los cambios que experimentan a actos de Dios, no a las actividades humanas. Algunos piensan que los cambios actuales y las mareas son señales de que Dios está castigando sus malas acciones. Otros creen que el futuro de Kiribati, aunque sombrío, está asegurado porque, en el Libro del Génesis, Dios prometió que no se volvería a producir una inundación como la sufrida por Noé. Ninguna de las dos explicaciones despierta en los kiribatianos la sensación de que pueden desempeñar un papel activo para abordar los cambios climáticos que están padeciendo. La República de Kiribati es una nación compuesta por una isla y 32 atolones de baja altitud repartidos en un área de 3.500.000 kilómetros cuadrados en el centro y el oeste del Pacífico. Su población (denominada I-Kiribati) comparte una lengua común, el gilbertés. Kiribati posee el atolón de coral más grande del mundo, Kirimati o Christmas Island. La mayor parte del territorio del archipiélago está a menos de tres metros sobre el nivel del mar y sólo tiene una anchura media de un centenar de metros. Su población cuenta con aproximadamente 92.000 habitantes, y casi 50.000 de ellos viven en South Tarawa, una zona de gran densidad con un crecimiento demográfico del 3% anual. La mayoría de los kiribatianos se dedica a actividades de subsistencia, como la pesca y el cultivo de plátanos y copra (cocos secos). La tierra de los atolones es muy pobre y ofrece pocas oportunidades para el desarrollo agrícola; sin embargo, los caladeros son ricos y la copra y el pescado representan la mayor parte de la producción y de las exportaciones. A pesar de ello, Kiribati tiene uno de los índices de pobreza más altos del Pacífico. También se considera que Kiribati es una de las naciones más vulnerables al cambio climático, debido a la baja altitud de su masa territorial, a la inexistencia de tierras altas a las que pueda recurrir la población, a sus limitadas fuentes de ingresos y a la concentración de la mayoría de sus habitantes en un atolón predominante. Estos factores, añadidos a los crecientes cambios del clima, suponen una amenaza para la seguridad alimentaria e hídrica, la salud y las infraestructuras de Kiribati, y para la capacidad de su gobierno de afrontar un mayor número de desastres naturales relacionados con el clima. En 2004, en la Declaración de Otin Taai,2 la población de Kiribati reconoció que el cambio climático inducido por el hombre repercutiría negativamente de formas muy diversas en los nativos de las islas del Pacífico, como: ■■ pérdida de terreno e infraestructuras costeras debido a la erosión, a las inundaciones y a la fuerza de las tormentas ■■ aumento de la frecuencia y gravedad de los ciclones, con riesgo para las vidas humanas, la salud, los hogares y las comunidades ■■ pérdida de arrecifes de coral con repercusiones para los ecosistemas marinos, de los cuales depende la subsistencia de muchos isleños ■■ cambio en los regímenes de lluvias, con mayores sequías en algunas zonas y más precipitaciones e inundaciones en otras ■■ amenaza sobre el abastecimiento de agua potable a causa de los cambios en las lluvias, el crecimiento del nivel del mar y las inundaciones ■■ pérdida de cañas de azúcar, ñames, colocasia y tapioca por las temperaturas extremas y los cambios en las precipitaciones Independientemente de la explicación, la inmensidad del problema a que se enfrentan los kiribatianos pone en tela de juicio si adaptarse significa sólo posponer lo inevitable. Un informe de 2006 del Banco Mundial, titulado con acierto No ‘si’, sino ‘cuándo’ (Not If but When),3 destaca el carácter inevitable de estos desastres climáticos en naciones como Kiribati y la posibilidad de que se intensifiquen. Sin embargo, el informe no llega a afirmar que sea necesario que las poblaciones deban migrar para evitarlos. En lugar de eso, atribuye a las naciones del Pacífico la responsabilidad de gestionar los peligros naturales y desarrollar planes de adaptación en su política nacional de desarrollo. ¿Reubicación? En la 60ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2005, el presidente de Kiribati, Anote Tong, mencionó la necesidad de que las naciones consideren seriamente la posibilidad de reubicarse, lo cual constituye la última forma de adaptación al cambio climático. Admitió que otras formas de adaptación podían llegar demasiado tarde para su nación y que era el momento de estudiar lo que podía suceder en décadas venideras. 51 52 Cambio climático y desplazamiento La opción de la migración no es algo nuevo para la población de Kiribati. En la década de los cuarenta, la isla Banaba del archipiélago kiribatiano quedó diezmada por la minería de fosfato y la gran mayoría de la población se trasladó a la isla de Rabi en Fiyi. También se produjo un desplazamiento de la población de Kiribati al atolón de South Tarawa, que ha provocado que más de la mitad de la población total del archipiélago viva en ese atolón. Como reacción a esta alta densidad demográfica, el gobierno trasladó en la década de los noventa a casi 5.000 personas a atolones periféricos. kiribatianos, incluida la migración. En concreto, espera incrementar las posibilidades de migración laboral, de modo que algunos miembros de una familia puedan sostener a los familiares que permanezcan en Kiribati mediante remesas. Apenas sorprende que Australia y Nueva Zelanda sean dos de los países a los que el Presidente pide mayor apertura a la creciente migración laboral procedente de Kiribati. Sin embargo, se considera que esta posibilidad constituye una respuesta a corto plazo, mientras se examina una solución más completa y radical en las próximas décadas. Asimismo, las infraestructuras de Kiribati están sometidas a una gran presión. Muchas de las casas carecen de una red de saneamiento moderna y, con frecuencia, no están vinculadas al sistema de alcantarillado de la ciudad (si es que existe). Se suelen utilizar las playas y algunas tierras agrícolas para lavar y para las necesidades fisiológicas. Además, el alcantarillado de South Tarawa tiene más de 25 años y, debido a la escasez de fondos, no se construyó con la longitud necesaria para llevar las aguas residuales fuera del arrecife, por lo que éstas regresan al atolón con la marea. Esta circunstancia, unida a condiciones climáticas extremas y a mareas más altas de lo normal, ha provocado que el abastecimiento de agua para uso doméstico ya se vea acusado, que las aguas subterráneas estén en peligro y que la laguna Tawara esté contaminada. Esta presión sobre la población agrava la urgencia de que los kiribatianos reaccionen de forma adecuada. Determinados actores destacados, como el Banco Mundial4, en colaboración con socios como AusAID y NZAID (los programas de ayuda internacional de los gobiernos de Australia y Nueva Zelanda), y la Unión Europea han invertido en proyectos de adaptación, como los que pretenden concienciar a la población de Kiribati de los efectos del cambio climático y construir infraestructuras, por ejemplo malecones más altos y más resistentes. Sin embargo, todavía no se ha implementado un foro apropiado para debatir las opciones realistas. Tampoco existe una institución con el mandato de asistir a los kiribatianos para que gestionen la respuesta más adecuada a su inminente desgracia. El presidente Tong ha realizado un llamamiento para analizar con urgencia las opciones de adaptación para los En septiembre de 2007, la Conferencia de Iglesias del Pacífico invitó a las instituciones religiosas de esta zona a ser hospitalarias y compasivas con los nativos de Kiribati, Tuvalu y las Islas Marshall que quisieran reasentarse en países de la zona. Asimismo, la declaración exigía una política regional sobre inmigración que otorgara a los más afectados por el cambio climático el derecho a reasentarse en los países insulares o en los países de la región del Pacífico a su elección. Para muchos pueblos y naciones, el desplazamiento inducido por el clima es una realidad. Sin embargo, las necesidades de asistencia y protección de los desplazados siguen cubriéndolas principalmente las naciones más pobres y más vulnerables del mundo, a menudo de forma poco sistemática y sin el peso ni los recursos de la comunidad internacional. Maryanne Loughry (maryanne.loughry@ googlemail.com) es Directora Asociada del Servicio Jesuita a Refugiados en Australia (www.jrs.org. au). Jane McAdam (j.mcadam@unsw. edu.au) es Profesora titular y Directora de Programas de Derecho Internacional en la Facultad de Derecho, Universidad de Nueva Gales del Sur (www.law.unsw.edu.au). 1. Cuarto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, Cambio climático 2007: La base científica física: Resumen para responsables de políticas (Climate Change 2007: The Physical Science Basis: Summary for Policymakers), www.aaas.org/news/press_room/climate_ change/media/4th_spm2feb07.pdf 2. www.oikoumene.org/index.php?id=2607 3. Banco Mundial, No ‘si’, sino ‘cuándo’: La adaptación a los peligros naturales en la región de las islas del Pacífico (Not If but When: Adapting to Natural Hazards in the Pacific Islands Region) (2006) http://siteresources. worldbank.org/INTPACIFICISLANDS/Resources/ Natural-Hazards-report.pdf 4. a través del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) www.undp.org/gef Palaos: la protección de los arrecifes de coral Jesse Cameron-Glickenhaus El cambio climático amenaza con destruir los ecosistemas de los arrecifes de coral. Cuando los arrecifes mueren, la seguridad económica y alimentaria corre peligro, lo que obliga a la gente a desplazarse. Se calcula que los arrecifes de coral albergan 1 millón de especies, por lo que se encuentran entre los ecosistemas más productivos del planeta. Son decisivos para el suministro de alimentos y más de mil millones de personas en todo el mundo dependen de la pesca en ellos. Además, las actividades turísticas y de buceo relacionadas con los arrecifes proporcionan ingresos por valor de miles de millones de dólares cada año. El impacto del cambio climático (aumento de la temperatura y RMF31 acidificación del océano, severidad de las tormentas y elevación del nivel del mar) amenaza con destruir los ecosistemas de los arrecifes de coral.1 Los sucesos inusuales relacionados con el calentamiento global ya han ocasionado el blanqueamiento masivo de corales en todo el mundo y la destrucción de una tercera parte de los ecosistemas de los arrecifes de Palaos, un archipiélago en el oeste del océano Pacífico. Palau Kiribati