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La conjura
que salvó Doñana
Hace ahora 50 años, Doñana sufría un proceso galopante de
desecación. Un grupo de pioneros conservacionistas, en pleno
franquismo, movió astutamente los hilos, dentro y fuera de
España, para preservar los humedales más valiosos del sur
de Europa. Esta es la rocambolesca historia del nacimiento del
parque nacional, un hito en el movimiento ecologista en el país.
| 5 DE OCTUBRE DEL 2014 | MAGAZINE | 31 |
JOAN COSTA
Texto de Antonio Cerrillo
G
arzas reales, cigüeñas y espátulas comparten cada alcornoque
de la vera de Doñana, con sus
enormes nidos dispuestos en
copas a diferente altura, como
si quisieran dar lecciones de convivencia
o respondieran a un orden natural preestablecido. Seguramente, su armoniosa vitalidad proyecta el mismo magnetismo que
ha deslumbrado, por múltiples razones, a
cuantos visitantes se han paseado por estas
marismas desde tiempo inmemorial.
Las aves han sido el símbolo de la riqueza natural de este espacio protegido andaluz. Doñana enseña que la naturaleza es
un espectáculo único, un escenario mítico.
El lugar ha actuado como puente de una
intensa relación, desde la época romántica,
entre cazadores, naturalistas ingleses y
bodegueros jerezanos, que aprendieron de
la cultura británica a amar las aves.
Aquí también está la semilla y la escuela del conservacionismo español. La campaña internacional que reclamó, a principios
de los años sesenta, la protección de Doñana permitió a un grupo de pioneros romper el aislacionismo español mientras convencía a Francisco Franco de la necesidad
de crear una reserva natural y luego un
parque nacional, el primero de España
pensado para proteger las marismas y sus
aves. Pero el destino de este espacio seguramente hubiera sido muy diferente sin la
expedición a Doñana que hicieron en mayo
de 1952 los jóvenes naturalistas José Antonio Valverde y Francisco Bernis (vallisoletano uno, salmantino el otro) para anillar
aves. Descubrieron un paraíso natural que
condicionaría sus vidas. Valverde acabaría
siendo el promotor de la reserva de Doñana y un ecólogo de referencia, y Bernis,
activo promotor, dos años después, de la
Sociedad Española de Ornitología (SEO).
En Doñana, estos jóvenes entraron en
contacto con Mauricio González-Gordon,
heredero de las bodegas González Byass
(que elaboran el fino Tío Pepe) y del marquesado de Bonanza, un joven licenciado
en Químicas, nacido y educado en Inglaterra, hombre alto con aire de gentleman,
que se formó como enólogo en California
y que era, como ellos, un apasionado de las
aves, afición que heredó de su padre, Manuel
María. Valverde, Bernis y González-Gordon
congeniaron, y su energía les llevó a plantear de inmediato la creación de una sociedad de ornitología.
La familia González era uno de los tres
propietarios de la finca de Doñana que
acabaría siendo vendida en 1963 para crear
la reserva donde se situó un año más tarde
la Estación Biológica de Doñana. De eso
hace 50 años. Los González eran la punta
de lanza de una estirpe de bodegueros cultivados a partir de sus relaciones comerciales con Gran Bretaña, desde donde llegaban en tropel aficionados a la caza y
amantes de las aves, arrastrados por la leyenda que habían alimentado los naturalistas y cazadores Abel Chapman y Walter
J. Buck al escribir España salvaje (1893) y
La España inexplorada (1910). En sus libros,
el bandolerismo, el toreo o las costumbres
religiosas se unían al relato de sus pasiones
por la naturaleza andaluza, siempre agreste, salvaje, prístina e intocada.
El padre de Mauricio González-Gordon,
Manuel María, adquiere de estos visitantes
ilustres y aristocráticos (muchos de ellos
vinculados a los negocios del vino) los conocimientos ornitológicos que luego transmitirá a su hijo Mauricio, y que explican la
decidida colaboración que prestó a la venta de la finca.
A estos avatares de la historia son ajenos
los flamencos, que sumergen la cabeza para
comer en la laguna de Santa Olalla, en el
parque nacional de Doñana, junto a fochas,
moritos (de plumas oscuras y largo pico
curvado) y patos cuchara de plumas mul- !
Los González-Gordon representaban a los bodegueros cultivados en su relación comercial
con Gran Bretaña, de donde llegaban tanto aficionados a la caza como observadores de aves
HUELVA
km
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5
Sector norte
Mazagón
El Rocío
Guadiamar
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Guadalquivir
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ña
Océano
s
Atlántico
Máxima
inundación
de la marisma
Parque nacional de Doñana
Lebrija
Parque natural de Doñana
Sector
Palacio
de
gaditano
Zona de protección de La Rocina
Marismillas
Zona de protección de la costa
Sanlúcar
Reservas biológicas
de Barrameda
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BACSICA-CSIC
Sector abalario
En 1969, José Antonio Valverde brinda con una botella de Tío Pepe
tras haber conseguido que sea pública la marisma de Guadiamar
(Aznalcázar)
BACSICA-CSIC
Temerarias torres de troncos de eucaliptos fueron
montadas en los años cincuenta para filmar un nido
de águilas, con Valverde en la parte superior
| 5 DE OCTUBRE DEL 2014 | MAGAZINE | 33 |
SEO / BIRDLIFE
BACSICA-CSIC
Los naturalistas Francisco Bernis y José Antonio Valverde
llegaron a Doñana en 1952 tras recibir el primero una ayuda
de la fundación naturalística vasca Aranzadi para anillar aves
González-Gordon aprovechando la oportunidad que se le brindaba.
La conversación dio pie a un documentado informe, elaborado por Francisco
Bernis pero firmado por el padre de Mauricio, entregado en mano a un Franco que
lo acogió con su típico silencio frío. Ese
documento es considerado el primer alegato ecologista en España, según el periodista e historiador Joaquim Fernández. El
documento advertía de que si continuaba
la repoblación de eucaliptos, “Doñana quedará condenada a desaparecer como gran
paraíso cinegético y zoológico de Europa”.
“Doñana no es un yermo solar, desértico y anodino; su cualidad estética debe ser
indiscutida, como lo es la de una catedral
gótica o un museo de pinturas…”, se decía.
Los promotores aludían al ejemplo de otros
países y pedían al dictador que se protegiera el Coto de Doñana de la inminente
industrialización, convencidos de que “en
ninguna otra mano mejor que la de Su Excelencia podríamos depositar el porvenir
de esta riqueza única”, decían con ironía
aquellos jóvenes que parecían querer emular el lenguaje de nodo.
Esta sucesión de ambientes, de viejas
jornadas de caza y observación de aves, se
respira hoy en el Palacio de Doñana, convertido en sede para los estudios de la Estación Biológica de Doñana. El viejo pabellón de caza conserva su aire de cortijo
andaluz, pero reformado. Los visitantes ya
no se lavan con agua de una tinaja y un
estropajo. Hay comodidades: luz eléctrica,
incluso wi-fi. Delante de su chimenea de
aire inglés han estado la reina Sofía, un
jovencísimo príncipe Juan Carlos de Borbón, Gorbachov y otros ilustres huéspedes.
“Este lugar y sus circunstancias han sido
lo único que eché de menos al salir del
gobierno. Nada, salvo Doñana, me produjo
síndrome de abstinencia”, escribió un nostálgico Felipe González en el libro de visitantes, expuesto en un salón entre fotos
que rememoran las cacerías heroicas.
Pero la carta a Franco de mayo de 1954
no surtió el efecto buscado, y el riesgo de
desecación continuaba. Por eso, la quijotesca idea de evitar que en pleno desarrollismo una finca sentenciada por la celulosa se conservara virgen debió seguir.
Valverde inició una colecta internacional
para preservar las marismas y echó mano
de sus amigos de expedición a Doñana:
Julian Huxley, hermano del escritor Aldous
Huxley, profesor de Oxford y primer director general de la Unesco; Guy Mounfort,
que acababa de publicar el exitoso Portrait
of a Wilderness para difundir Doñana, o
Max Nicholson, director de la Nature Conservancy of Great Britain. El proceso daría
lugar a una movilización internacional y a
la creación de la organización conservacionista World Wild Fund (WWF), de la
que sería vicepresidente el amigo suizo Luc
Hoffmann.
WWF y el famoso ornitólogo Peter Scott,
hijo del explorador de la Antártida, proclamaron en Europa que el lugar de descanso
de las aves migratorias del continente necesitaba ayuda. Todos los apoyos eran pocos. Y Valverde maquinó una jugada maestra. Recurrió al príncipe Bernardo de
Holanda, presidente de WWF, para que
enviara a Franco una carta –escrita previamente por Valverde–, en la que el príncipe
expresaba su preocupación por el futuro
de Doñana y apoyaba “con sumo agrado la
propuesta que desde el CSIC nos llega para
habilitar una reserva para aves silvestres
!
en las marismas del Guadalquivir”.
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SEO / BIRDLIFE
BACSICA-CSIC
Los naturalistas Francisco Bernis y José Antonio Valverde
llegaron a Doñana en 1952 tras recibir el primero una ayuda
de la fundación naturalística vasca Aranzadi para anillar aves
González-Gordon aprovechando la oportunidad que se le brindaba.
La conversación dio pie a un documentado informe, elaborado por Francisco
Bernis pero firmado por el padre de Mauricio, entregado en mano a un Franco que
lo acogió con su típico silencio frío. Ese
documento es considerado el primer alegato ecologista en España, según el periodista e historiador Joaquim Fernández. El
documento advertía de que si continuaba
la repoblación de eucaliptos, “Doñana quedará condenada a desaparecer como gran
paraíso cinegético y zoológico de Europa”.
“Doñana no es un yermo solar, desértico y anodino; su cualidad estética debe ser
indiscutida, como lo es la de una catedral
gótica o un museo de pinturas…”, se decía.
Los promotores aludían al ejemplo de otros
países y pedían al dictador que se protegiera el Coto de Doñana de la inminente
industrialización, convencidos de que “en
ninguna otra mano mejor que la de Su Excelencia podríamos depositar el porvenir
de esta riqueza única”, decían con ironía
aquellos jóvenes que parecían querer emular el lenguaje de nodo.
Esta sucesión de ambientes, de viejas
jornadas de caza y observación de aves, se
respira hoy en el Palacio de Doñana, convertido en sede para los estudios de la Estación Biológica de Doñana. El viejo pabellón de caza conserva su aire de cortijo
andaluz, pero reformado. Los visitantes ya
no se lavan con agua de una tinaja y un
estropajo. Hay comodidades: luz eléctrica,
incluso wi-fi. Delante de su chimenea de
aire inglés han estado la reina Sofía, un
jovencísimo príncipe Juan Carlos de Borbón, Gorbachov y otros ilustres huéspedes.
“Este lugar y sus circunstancias han sido
lo único que eché de menos al salir del
gobierno. Nada, salvo Doñana, me produjo
síndrome de abstinencia”, escribió un nostálgico Felipe González en el libro de visitantes, expuesto en un salón entre fotos
que rememoran las cacerías heroicas.
Pero la carta a Franco de mayo de 1954
no surtió el efecto buscado, y el riesgo de
desecación continuaba. Por eso, la quijotesca idea de evitar que en pleno desarrollismo una finca sentenciada por la celulosa se conservara virgen debió seguir.
Valverde inició una colecta internacional
para preservar las marismas y echó mano
de sus amigos de expedición a Doñana:
Julian Huxley, hermano del escritor Aldous
Huxley, profesor de Oxford y primer director general de la Unesco; Guy Mounfort,
que acababa de publicar el exitoso Portrait
of a Wilderness para difundir Doñana, o
Max Nicholson, director de la Nature Conservancy of Great Britain. El proceso daría
lugar a una movilización internacional y a
la creación de la organización conservacionista World Wild Fund (WWF), de la
que sería vicepresidente el amigo suizo Luc
Hoffmann.
WWF y el famoso ornitólogo Peter Scott,
hijo del explorador de la Antártida, proclamaron en Europa que el lugar de descanso
de las aves migratorias del continente necesitaba ayuda. Todos los apoyos eran pocos. Y Valverde maquinó una jugada maestra. Recurrió al príncipe Bernardo de
Holanda, presidente de WWF, para que
enviara a Franco una carta –escrita previamente por Valverde–, en la que el príncipe
expresaba su preocupación por el futuro
de Doñana y apoyaba “con sumo agrado la
propuesta que desde el CSIC nos llega para
habilitar una reserva para aves silvestres
!
en las marismas del Guadalquivir”.
| 5 DE OCTUBRE DEL 2014 | MAGAZINE | 35 |
BACSICA-CSIC
BACSICA-CSIC
BACSICA-CSIC
En los años cincuenta, para moverse por las marismas se
usaban cajones, barcas planas, que se movían arrastradas
por un mulo o cañeando, como esta que usan el naturalista
Pedro Weickert y el guarda mayor Antonio Chico
El naturalista Pedro Weickert enseña a una sorprendida población local
su dispositivo para observar aves
!
Tras recibir el escrito, Franco, a través
del CSIC, pidió que se encargara al máximo
experto español en la materia una respuesta a la misiva. Y la tarea recayó, naturalmente, en Valverde, quien cerró el círculo
virtuoso: contestó que “desde España estamos por completo de acuerdo con tal
elevada iniciativa…”.
Tras una intensa negociación, el 30 de
diciembre de 1963 se rubricaba en Jerez la
compra del 44% de la finca Coto Palacio
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De derecha a izquierda: Manuel María González-Gordon, Jaime González- Gordon y Federico
Díez muestran la envergadura de un buitre cazado
de Doñana al trío de propietarios (Salvador
Noguera, López de Carrizosa y GonzálezGordon). Eran 6.671 hectáreas compradas
por 42 millones de pesetas, que pagaron el
CSIC y WWF y se cedieron al CSIC como
suelo público para la estación biológica.
Pero la catarata de solidaridad fue creciendo, y del cielo de Holanda llegaron seis
millones de pesetas de un viejo conocido
de Valverde, L. A. Van del Molen, que se
unieron a los 19 millones que aportó WWF,
lo que permitió comprar en 1969 la finca
de Aznalcázar (3.330 hectáreas), propiedad
de Salvador Noguera y Mauricio GonzálezGordon, y aumentar el tamaño de la reserva para proteger las aves y prohibir poco a
poco la caza.
Cincuenta años después, la batalla de la
conservación aún no está ganada. No cesa
la epidemia del conejo (dura desde hace
décadas), cuya alta mortalidad deja sin
comida a 16 especies que se alimentan de
él, entre ellas el águila imperial (hay 12
parejas), y los últimos linces ibéricos en
libertad se ven forzados a salir de la reserva. El felino, que se recupera gracias al
programa de cría en cautividad, se mueve
en un territorio fragmentado que le condena a morir atropellado o a perdigonadas.
Preocupa la muerte de las emblemáticas
Pajareras, alcornoques con más de 400 años
de antigüedad que albergan a las grandes
aves desde hace unos 60 años. Los árboles
mueren: en unos casos, porque los excrementos de las aves provocan tal acidez que
deshacen las ramas. Y en otras ocasiones,
sufren el ataque de la seca, una enfermedad
provocada por un microorganismo (Phytophthora cinnamom), que impide a las
raíces captar el agua.
Preocupa enormemente la desecación
de lagunas que se alimentan desde las reservas subterráneas (acuífero); algunas han
desaparecido y otras sólo emergen temporalmente. “Muchas lagunas ya no son lagunas, son cuencos vacíos donde tiempo
atrás sí había agua”, recuerda Negro.
WWF –sigue en la brecha 50 años después– denuncia la sobreexplotación del
acuífero de Doñana, fruto de los cultivos
agrícolas intensivos (de fresa) del entorno,
así como el desvío de arroyos y rieras que
nutren las marismas, con lo que se amenaza con cortar la savia que mueve este paraíso. La organización ecologista sitúa el
abuso de agua en pozos abiertos ilegalmente en los municipios de Aznalcóllar, Hijonos,
Villamanrique y Lucena, entre otros.
La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir sostiene que el acuífero de Doñana está, en general, en buen estado, aunque admite que un 20% (una zona que
alimenta las marismas) presenta “un estado intermedio”. “No hay motivos para la
alarma por el acuífero, pero sí requiere
especial atención”, dice Rafael Álvarez Giménez, comisario de aguas de la Confederación. “Esta legislatura se han abierto 174
expedientes contra los pozos ilegales. Si
los ecologistas conocen más pozos ilegales,
que nos lo digan”, afirma.
La Confederación del Guadalquivir lle-
va a cabo un proyecto para conectar el
Guadiamar con las marismas de Doñana,
mientras que la planificación hidrológica
prevé un trasvase anual de 15 hm3 desde la
zona atlántica (Tinto-Odiel-Piedras) para
“alimentar Doñana y sustituir el agua subterránea por la superficial para poder cerrar
pozos y reducir la presión sobre el acuífero”. Este trasvase requerirá una ley específica; pero para los ecologistas este auxilio
es una falsa solución.
El movimiento conservacionista continúa batallando para defender este espacio
ante nuevas amenazas. Y en el 2013, WWF
inició una campaña para oponerse al almacén permanente de gas natural proyectado
(en la parte baja del parque natural). El
proyecto, bendecido por una declaración
de impacto ambiental del Gobierno central,
ha sido paralizado por la Junta de Andalucía debido a las protestas. Mientras, la
Unión Europea ha abierto un procedimiento de infracción por este asunto. La Europa solidaria que ayudó a salvar este espacio
pide que siga nuevo, vivo y salvaje.
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