llardía, nótase en el fotografiado cierto aire de tristeza. ¿Y cómo

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J . GÓMEZ
OCAÑA
(io)
llardía, nótase en el fotografiado cierto aire de tristeza. ¿Y cómo
había de tener cara de satisfacción el padre de D. Federico, si en
los veintiocho años, próximamente, que abarca su carrera de empleado, más de diez y siete estuvo cesante y menos de diez con
destino? Y era lo peor que la cortedad del sueldo cerraba la posibilidad al ahorro, porque el bueno de D. Rafael Olóriz y Barroeta
acreditaba en las nóminas para el sustento de tan sonoros apellidos, mas una familia numerosa, 300 escudos anuales, cuando menos, y 800 escudos de máximo sueldo. E s seguro que aciertan las
crónicas familiares cuando refieren que al entrar doña A n a en
su séptimo embarazo, con seis hijos vivos, pidiendo pan y colocación, se amilanase el ánimo de aquella fecunda, honrada é
infeliz pareja, bien ajena entonces de que el último vastago que
venía al mundo sería, andando el tiempo, el primero de la estirpe.
Importa á mi propósito dejar aquí consignado que D. Federico
Olóriz Aguilera procede de la clase media intelectual, como lo
acreditan los antecedentes paternos que acabo de referir, y para
mayor ilustración añadiré que de los hermanos de D. Federico
uno concluyó la carrera de Medicina y la ejerce en Granada;
otro, se ordenó de presbítero y murió de párroco de Albuñuelas en la terrible catástrofe de los terremotos de Andalucía (25 de
Diciembre de 1884), y un tercero se distinguió como artista en
la reproducción de los arabescos de la Alhambra.
D. Rafael Olóriz y Barroeta no tuvo ocasión de lucir sus facultades en la vida gris y mediocre que arrastró; pero un hermano
suyo, D. José María, notario de Granada, se hizo notsble en la
ciudad por sus aficiones bibliográficas, y como su posición era
desahogada compró muchos y buenos libros. Legado de su tío
eran algunos que D. Federico poseía, y he oído referir á mi maestro, D . Benito Hernando, como ponderación del gusto que el
notario Olóriz tenía por los libros, que á él le contó un baratillero
que era D. José María el comprador que mejor los pagaba.
Por la línea materna, la extranjería de doña A n a nos priva de
antecedentes; mas conocí y me honré con la amistad de un primo hermano de Olóriz por parte de madre, D. Alvaro Magro
Aguilera, distinguido médico militar que alcanzó la más alta j e -
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