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El pobre ser humano vive normalmente en los dos pisos de abajo, pero jamás en la vida usa los dos pisos superiores. El ser humano divide su vida dolorosa y miserable entre el sueño común y corriente y el mal llamado Estado de Vigilia, que es por desgracia otra forma de sueño. Mientras el cuerpo físico duerme en la cama, el Ego anda como un sonámbulo moviéndose en la región inferior de la naturaleza y del cosmos; allí proyecta sueños y vive en ellos; no existe lógica alguna en sus sueños, continuidad, causas, efectos; todas las funciones psíquicas trabajan sin dirección alguna y aparecen y desaparecen imágenes subjetivas, escenas incoherentes, vagas, imprecisas, etc. Cuando el Ego regresa al cuerpo físico viene entonces el segundo estado de Conciencia llamado Estado de Vigilia, pero que en el fondo no es otra cosa sino otra forma de sueño. Al regresar el Ego al cuerpo físico, los sueños continúan en el interior psicológico, ese estado es realmente el soñar despierto. Esto significa que el ser humano sólo vive en el mundo de los sueños, por lo cual vive en el mundo de los muertos, como dice la cita bíblica; porque el Ego vive en la región de los muertos. El ser humano maneja carros soñando, trabaja en la fábrica, en la oficina, en el campo, etc., soñando; se enamora en sueños, se casa en sueños; vive en un mundo de sueños y cree firmemente que está despierto. Pablo en la carta a los Efesios exige el despertar para ser Iluminados por Cristo y no andar como necios por la vida; desgraciadamente la gente no sabe cómo despertar. Para despertar es necesario comprender ante todo que se está dormido. Cuando alguien se da cuenta cabal que está dormido, entra realmente en el camino del despertar. Quien llega a despertar, se hace entonces Auto-consciente, adquiere Conciencia de Sí Mismo, entonces podrá “andar no como necio sino como sabio”. El error más grande de la humanidad es el de presumir de Auto-consciente, y creer además que todo el mundo está despierto, que todas las gentes poseen Auto-conciencia. No se dan cuenta que si toda la gente tuviera la Conciencia despierta, la Tierra sería un paraíso, no existirían guerras, no existiría lo mío ni lo tuyo, todo sería de todos, viviríamos en una Edad de Oro, porque Cristo nos estaría alumbrando. Cuando uno despierta Conciencia, cuando uno se hace Auto-consciente, cuando se adquiere Conciencia de Sí Mismo, es entonces cuando realmente viene a conocerse la Verdad sobre sí, porque Cristo lo está iluminando. Antes de alcanzar ese Tercer Estado de Conciencia (la Auto-conciencia), uno realmente no se conoce a sí mismo, auncuando crea uno mismo que sí se conoce, pero no, porque no se ha levantado de entre los muertos. Es indispensable adquirir el Tercer Estado de Conciencia, “subir al tercer piso de la casa”, antes de tener derecho a pasar al Cuarto Estado. El Cuarto Estado de Conciencia, “el cuarto piso” de la casa, es realmente formidable. Sólo quien llega a la Conciencia Objetiva puede estudiar las cosas en sí mismas, el mundo tal como es, porque ya no es un muerto viviente. Cuando alguien se levanta de entre los muertos queda iluminado y por ende conoce por experiencia directa los Misterios de la Vida y de la Muerte, posee la Sabiduría; su sentido Espacial está plenamente desarrollado, porque ya lo está Iluminando El Cristo. Si queremos llegar al despertar de la Conciencia, la Auto-Conciencia, tenemos que Trabajar con la Conciencia aquí y ahora. Es precisamente aquí en este mundo físico donde debemos trabajar sobre nuestra psiquis para despertar la Conciencia; quien despierta aquí, despierta en todas partes, en todas las dimensiones del Universo, pues El Cristo es su Lumbrera. La Identificación y la Fascinación conducen al sueño de la Conciencia. Por ejemplo, estáis en la sala de la casa sentado ante la pantalla de la televisión, aparecen escenas de vaqueros, hay balaceras, dramas de enamorados, etc. La película resulta muy interesante, ha llamado totalmente vuestra atención, ya os habéis olvidado tanto de sí mismo, que gritáis entusiasmado, estáis identificado con los vaqueros, con los balazos, con la pareja de enamorados. La fascinación es ahora terrible, ya ni remotamente os acordáis de sí mismos, habéis entrado en un sueño muy profundo, en esos momentos sólo queréis ver el triunfo del héroe de la película, os alegráis con él, os preocupa la suerte que él pueda correr. Son millares y millones las circunstancias que producen Identificación, Fascinación y Sueño. Las gentes se Identifican con las personas, las cosas, las ideas, etc. Y a todo género de Identificación le sigue la Fascinación y el Sueño. “Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra hablo”. 1ª. Corintios 15,34 La llave que nos hará dueños de sí mismos, de nuestra Naturaleza Interior está oxidada. Se llama: VELAR. El hombre está convencido firmemente que Vela, pero, en realidad, está preso en una red de sueños que él mismo ha tejido. Estos soñadores no son, como tal vez alguien puede creer, los fantasiosos y los poetas: son los trabajadores, los sin-reposo del mundo, los que están roídos por la locura de obrar. Se parecen a los torpes escarabajos laboriosos que suben a lo largo de un tubo liso para hundirse en él en cuanto han llegado arriba. Dicen las gentes que Velan, que lo que se cree que es vida es en realidad sólo un sueño, determinado anticipadamente hasta en sus mejores detalles y sustraído a la influencia de su voluntad. Velar lo es todo. ¡Vela en todo lo que hagas! No te creas Despierto. ¡No! Porque tú duermes y sueñas. Reúne todas tus fuerzas y haz que por un instante resplandezca en ti este sentimiento: ¡Ahora estoy en Vela! Si esto te da resultado, reconocerás enseguida que el estado en que te encontrabas era un embotamiento y un sueño. Este es el primer paso del largo, larguísimo viaje que conduce de la servidumbre al Todo-Poder. Avanza de esta manera, de despertar en despertar. De la Agnosis a la Gnosis, que es Conocimiento Iluminado por Dios. El Velar es un proceso religioso muy íntimo, natural y profundo. Es un movimiento suprarracional del Ser, que nada tiene que ver con el Intelectualismo. Indubitablemente el Velar, que es el Tercer Estado de Conciencia, tiene sus basamentos irrefutables e irrebatibles, en el Auto-Conocimiento; por eso es que Pablo de Tarso nos invita a Velar debidamente, porque sólo así dejamos de Pecar y podremos conocer a Dios, que es el Padre que está en Secreto, sólo el Velar logra la Unión con El. Por el contrario, no conocer a nuestro Padre Intimo, es alejarnos de El, continuar como Ego dentro del Primero y Segundo Estado de Conciencia; significa condenarnos a la Herejía de la Separatividad, a la Muerte Segunda. Sólo el Velar puede reducir las tinieblas a polvareda cósmica para liberarnos de errores; sólo el Velar puede llevarnos a un cambio definitivo, porque estaremos aptos para sentir íntimamente los secretos impulsos del Ser, por eso el Velar nos lleva a rechazar los diversos elementos inhumanos que constituyen el “Yo” psicológico, cuya sola razón de existir es la ignorancia. EL VELAR ES LA LUZ QUE RESPLANDECE EN TODO SUJETO QUE QUIERA UN CAMBIO DEFINITIVO, AUTENTICO, EN SU INTERIOR PROFUNDO, cambio que no se logra jamás con la mera creencia o la fe sin obras...