Exportación, destino obligado para el tabaco

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Con el consumo restringido en el mercado local, la salida es vender a países
como China y Paraguay
Exportación, destino obligado para el tabaco
A pesar de ser el mayor productor mundial de tabaco (con
140 millones de productores), China es también el más
grande importador debido a su muy alto consumo
interno, aunque las mujeres no fuman en ese país.
El dato no es menor, especialmente para la Argentina, también
productor y exportador, y donde recientemente se aprobó la
nueva ley «libre de humo» más restrictiva aún que las previas,
que volvió a acotar las posibilidades de los fumadores en los
lugares públicos. Esto en primera instancia haría prever un
debilitamiento relativo del consumo local que, por ende,
dejaría un mayor
volumen de tabaco para exportar.
De todos modos, sostienen los operadores del producto que la
demanda interna se mantiene estable en alrededor de 50
paquetes por habitante por año (lo que da un total de más de
2.000 millones de paquetes anuales), y que lo que sucede es
que se fumarían los cigarrillos por la mitad (porque hay que
salir a fumar al exterior, porque no se puede ausentar tanto
tiempo de la oficina, etc.). El argumento, aunque difícil de creer,
es, sin embargo, avalado por los números de las tabacaleras que
los ratificarían, aunque se levantan otras voces que sostienen
que al tratarse de declaraciones juradas por parte de las
empresas (no más las etiquetas fiscales que otrora debían
ostentar las marquillas de cigarrillos), el dato se podría prestar a
algún
tipo
de
manipulación.
Aun así, la producción argentina de tabaco, que involucra a 7
provincias, unos 20.000 productores y ronda ahora las 100
millones de toneladas anuales (tras el pico de 161 millones
en 2004/05), ya venía exportándose en su mayor porcentaje
(alrededor del 80%), lo que mantiene al país en el cada vez
más reducido grupo de exportadores, junto a Brasil, un par
de países africanos y a Estados Unidos, que últimamente
comenzó también a bajar el área, mientras que Canadá
directamente
lo
dejó
de
producir.
El caso es que el cultivo, que venía más o menos estable en los
últimos años hasta la anterior campaña, sigue enfrentando una
cantidad de problemas, básicamente derivados de la muy alta
concentración mundial de la demanda en alrededor de media
docena de multinacionales del tabaco, y es lo que determina,
en parte, la más que escasa información mundial que hay sobre
el
cultivo,
la
producción
y
la
comercialización.
Cambios
El tema comenzó a registrar cierto cambio a partir de la cada vez
mayor presencia china en el mercado, lo que permitió romper, en
algún sentido, los acuerdos empresariales previos debido a su
sistema de negociación aún centralizado por parte del Gobierno
de Pekín.
Por supuesto, la Argentina no se salva de la situación
internacional, y la replica en el plano interno con, prácticamente,
sólo dos tabacaleras internacionales comprando, aunque en
general esto se pudo compensar, con mayor o menor grado de
éxito, a partir de las cooperativas, sobre todo del NOA. Y
justamente éstas son las que ahora estarían saltando el cerco, al
haber concretado ya negocios directos con los chinos, y más
sorprendentemente (o no tanto) con Paraguay, donde hay
nada
menos
que
23
fábricas
de
cigarrillos.
Los inconvenientes, sin embargo, no terminan en la falta de
precios transparentes, o en la concentración del mercado, sino
que además hay problemas derivados de la política económica
interna, como el controvertido Fondo Especial del Tabaco
(FET) que «completa» el precio a los productores con un monto
que aportan los consumidores en cada paquete que compran, y
en estos últimos años con la reinstalación de las retenciones
de casi el 10 por ciento que se le aplican al tabaco, al ser
considerado como producción primaria, mientras que las
provincias sostienen exactamente lo contrario a partir de los
procesos que requiere la hoja antes de ser exportada o
enviada
a
las
fábricas.
A su vez, se dan grandes diferencias entre el NEA y el NOA, ya
que, mientras en este último se destacan las explotaciones con
escala, y con fuerte absorción de mano de obra, sobre todo
en Salta y Jujuy, en el resto priman los minifundistas, de
explotación familiar, y en muchos casos con variedades viejas de
mucho menor demanda y precio en el mercado.
«Hoy un minifundista gana menos que un peón rural»,
asegura un operador del sector, mientras nubarrones de
preocupación oscurecen el panorama de los productores de
todas
las
zonas.
No es para menos, ya que, aunque el Gobierno al aprobar la
nueva ley antitabaco afirmó, en forma contundente, que «lo que
no se consuma internamente se va a exportar», tal certeza no
convence
a
los
productores.
Es que los propios datos oficiales indican que el año pasado las
ventas externas de tabaco cayeron el 18,57 por ciento en valor y
más del 25,6 por cientoen volumen, alcanzando un monto de u$s
306,5 millones con 67,4 millones de toneladas exportadas.
Pero lo más grave es que habría quedado tabaco sin vender en
manos de los productores, aunque algunos denuncian en tal
información una maniobra industrial que pretende bajar los
precios del producto, justificándolo en una supuesta caída de la
demanda mientras, sostienen, se siguen ampliando los
márgenes
de
los
exportadores.
Lo cierto es que el oscuro panorama determinaría un nuevo
retroceso del área de siembra para la actual campaña, muy
alejada ya del récord 04/05 de más de 91.000 hectáreas,
haciendo retroceder el volumen final de producción a los
niveles
de
principios
de
la
década
pasada.
Y eso, además del daño comercial al país, sería muy grave para
los productores, especialmente los minifundistas, a quienes les
resulta muy difícil el cambio, ya que el tabaco constituye, todavía,
su actividad de subsistencia.
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