El reino de Dios

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El reino de Dios
Escrito por Edgar A. Franco
Es un misterio.
El reino de Dios es un misterio (Marcos 4:11). Sin embargo, el Señor revela
este misterio en parte a quienes él decide. Al escribir este artículo, no
pretendo revelar algo que solo el Señor puede hacer, ni pienso conocerlo todo
porque en parte conocemos.
El reino de Dios se ha acercado
Jesús empezó su ministerio después el bautismo de Juan, luego de ser llevado
por el Espíritu Santo al desierto. En Marcos 1:12 al 15 se lee:
Y luego el Espíritu le impulsó al desierto. Y estuvo allí en el desierto cuarenta
días, y era tentado por Satanás, y estaba con las fieras; y los ángeles le
servían. Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el
evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de
Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.
El tiempo se cumplió desde que Jesús vino por primera vez a este mundo,
Jesús es Dios manifestado en carne, Dios con nosotros. El reino de Dios se ha
acercado y ha estado entre nosotros desde entonces.
Lucas 17:20 -21 Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino
de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni
dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre
vosotros.
El reino estaba allí pero los fariseos no lo veían porque esperaban otra cosa.
Los Judíos esperaban el reino de Dios como un evento en que serían libertados
de los romanos y de todos sus enemigos por medio del Mesías prometido, que
como guerrero y jefe de los escuadrones de Israel derrotaría militarmente a
todos ellos. Luego vendría un reinado de Dios con prosperidad inmensa y paz.
Los judíos e Israel serían puestos en alto, se alejaría de ellos su humillación y
nunca más serian sojuzgados.
El libertador sería el Mesías. No les cupo en su cabeza que Jesús el Mesías
vendría como servidor, humilde y manso predicando el arrepentimiento y la fe
con poder, con señales, sanidades, milagros y prodigios. Vino a lo suyo y los
suyos no le recibieron, no le reconocieron como el profeta que anunció Moisés
y que había de venir. El reino de Dios estaba entre ellos pero no lo vieron, no
lo percibieron ni lo recibieron.
El reino de Dios no es la abundancia de bienes.
Pero ahora sucede algo similar.
El reino de Dios está entre nosotros pero
algunos hablan del reino como uno de gran prosperidad, paz externa, de
protección divina para que nada malo les toque. Dios realmente prospera y
protege de peligros físicos muchas veces y algunas ni siquiera nos damos
cuenta de que lo hace. Pero esto es secundario. En este sentido, algunos se
han hecho a la mentalidad de aquellos judíos que encontró Jesús. No todos los
judíos, porque hubo entre ellos quienes en verdad tenían hambre y sed de
justicia viendo a Jesús como Dios el Señor manifestado en un cuerpo mortal y
como el Salvador y el Señor, recibieron revelación por ser elegidos para ello.
Igualmente ahora hay quienes buscan la justicia y la santidad en Jesús el
Señor. Los bienes son añadiduras. Pero el deseo de las riquezas y los afanes
pueden hacer más difícil encontrar y entrar en el reino de Dios.
Marcos 10:24 Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús,
respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de
Dios, a los que confían en las riquezas!
Es decir las riquezas o los bienes no son el reino de Dios, y hasta pueden ser
obstáculos si se convierten en un ídolo, algo en que se confía más que en
Dios. No que sean malas las riquezas, sino la confianza o fe en ellas. Y no se
necesita tener mucho, se puede tener la confianza puesta en lo poco que se
tiene y no en Dios que provee todo lo necesario y más.
De la abundancia del corazón habla la boca.
Cuando escuchas prédicas o enseñanzas que no hablan de Jesús, en que se
puede contar con los dedos de una mano las veces en que se menciona su
nombre o se habla de sus virtudes. Entonces te preguntas si Jesús abunda en
los pensamientos y corazones de estos predicadores.
Pero escuchas en
cambio que se habla
casi todo el tiempo de dinero, de prosperidad,
abundancia hasta que sobreabunde y de tener. De la abundancia del corazón
habla la boca.
Pero entonces ¿qué es el reino de Dios?
Jesús habló parábolas acerca del Reino de Dios pero no lo definió. Yo busqué
en las escrituras, en las palabras de Jesús alguna definición, alguna palabra
que dijera: el reino de Dios consiste en esto o aquello. Pero no lo dijo o no se
escribió, excepto cuando dijo que buscáramos el reino de Dios y su justicia y
todas las demás cosas vendrán por añadidura.
Aquí da a entender que el
reino de Dios es justicia.
Las parábolas que dio Jesús acerca del reino de Dios, las dio para que no se
entendieran:
Marcos 4:11 - 13 Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino
de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que
viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se
conviertan, y les sean perdonados los pecados. Y les dijo: ¿No sabéis esta
parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?
Lucas 8:10 Y él dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de
Dios; pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no
entiendan.
Las parábolas las revela o explica el Espíritu del Señor a los que el Señor ha
escogido, a los discípulos.
Pero a los demás les queda si acaso escuchar
explicaciones de segunda mano por boca de algún maestro, evangelista o
predicador.
Dos definiciones
Fue Pablo quien definió en dos de sus cartas en que consiste el reino de Dios:
Romanos 14:17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida,
justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.
sino
1ra Corintios 4:20 Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en
poder.
Los enemigos de los que somos librados por el Señor son especialmente el
pecado, la carne, el mundo y el diablo. Jesús es nuestra justicia, él es el reino
y el rey. No se puede encontrar el reino de Dios aparte de Jesús, porque no
hay justicia fuera de él. En estas definiciones no se menciona nada material o
terrenal, solo de cosas concernientes al Espíritu de Dios.
Lo que no es el reino de Dios
Hasta aquí, en las escritura que he presentado, podemos encontrar que el
reino de Dios no son las riquezas o bienes, no es comida ni bebida, ni son
palabras.
El reino de Dios no es de este mundo
Juan 18:36 Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera
de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los
judíos; pero mi reino no es de aquí.
A semejanza de nosotros que no somos del mundo aunque estamos en el
mundo (Juan 17:11-16), el reino no es de este mundo aunque entre nosotros
está (Lucas 17:20-21).
El reino de Dios se recibe como un niño.
Mar 10:14 Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a
mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os
digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
El niño pequeño puede tener padres millonarios pero ni pone a confianza en las
riquezas ni se afana por mantenerlas o aumentarlas. Solo disfruta lo que sus
padres le dan. No tiene problemas de conocimiento, ni lo atesora ni lo busca.
Conoce lo que sus sentidos captan de su entorno y aprende, pero no hace del
conocimiento y las palabras algo importante. El niño pequeño no piensa en el
pecado, no maquina iniquidad, no planea nada contra nadie. Vive la justicia,
tiene paz y se goza. Al crecer o al haber circunstancias anormalmente malas
en su vida, puede alejarse del reino de Dios.
Empiezan a crecer los
pensamientos que llevan a concebir pecado, pasa luego a la adolescencia
cuando se alborotan las hormonas y deja de ser niño definitivamente. Pero
podemos llegar a ser como niños delante de Dios otra vez y entrar en el reino
de Dios. Por su gracia el Señor nos lleva a nacer de nuevo en el espíritu por
medio de Jesucristo. Renueva nuestra manera de pensar para hacerla como de
un niño sin ser infantil. Solo Dios puede introducirnos en su reino.
La justicia es solo por medio de Jesús.
La justicia solamente puede alcanzarse por gracia, por la fe en el evangelio de
Jesucristo. No se puede alcanzar por obras. El evangelio o buena noticia fue
expresado en pocas palabra por Pablo.
1Co 15:1-11 Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he
predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el
cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no
creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo
recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y
que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y
que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de
quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya
duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al
último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. Porque yo soy el más
pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque
perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su
gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos
ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo. Porque o sea yo o sean
ellos, así predicamos, y así habéis creído.
De esta manera somos salvos y entramos en el reino de Dios.
Porque
creyendo recibimos la justicia de Dios, por la fe en Cristo Jesús. No hay otra
fuente para la justicia en verdad.
El fruto de la justicia es paz.
Cuando
creemos también recibimos el Espíritu Santo que viene a ser uno con nuestro
espíritu. El fruto del espíritu es también gozo y viene el poder para una nueva
vida en victoria sobre el pecado por el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo
también viene a dar el poder para hacer las obras que ha preparado de
antemano para que andemos en ellas.
Aquí vemos el poder de Dios
predicando el evangelio, sanando enfermos, echando fuera demonios,
haciendo milagros, en toda sabiduría y revelación. Todo esto es entrar en el
reino de Dios. Es justicia, paz y gozo en el Espíritu santo, con poder.
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