VERSOS, VERSOS Manuel Prendes CASA PATERNA Hete aquí que al fin, cumplido medio pesado siglo de ser nadie, de escozor de fracasos, de perdones que duran lo que una madrugada, de rebarajar mil afanes mientras tienes toda una vida por detrás y observar que se desbordan de tus cauces torrentes de sangre niña hacia mañana, conservas la conciencia de que existe una estancia en que basta con entrar tan solo con un Hola, estoy en casa y que alguien dirá Hijo al recibirte. PRIMERA ECOGRAFÍA A Camila Todos esos huesos tan leves como vidrio, espina de pescado o alondra infinitésima, esos huesos, malla tierna que sostiene carne de agua, calavera en que se esfuman volúmenes secretos, los labios puro beso, nariz botón mullido, cuencas que atesoran entre azúcar el jade y la obsidiana. Esos huesos, engullidos en sarcófago real cálido y muelle, blandas paredes que lo anegan, lo alimentan, lo apapachan, que a todos nos igualan hasta abrirse, hasta rasgarse a la luz de parte a parte. Quién te ve tras esos huesos y adivina dentro de pocos años tu larga cabellera, niña blanda todavía como el lodo nuestro padre, niña ya de sexo y hueso, toda niña. 10 VERSOS, VERSOS ARMADO DE UNA CAMA POR ULISES (Odisea 23) Tú busca lo primero la madera necesaria, digamos que un olivo centenario, tal vez un algarrobo del que tu sangre se haya estado alimentando hasta donde nadie sea capaz de hacer memoria, cuyo tronco se postre ante la tierra bermeja que fecunda y ofrezca a la doma y la montura su grupa de serpiente mineral. Que lea tu mano atlética, con larga suavidad como de lana, el augurio de grietas y de arrugas escrito en la corteza antes de regresarlo a su lisura de retoño y piel de novia. Transfunde con la lija y el escoplo la fuerza de tus años de paciencia, la premura de una tribu cuando alza por primera vez su altar. Que las mejores telas del ajuar lo envuelvan y tras ellas los muros de tu alcoba, de tu casa, las murallas de tu ciudad, los altos acantilados de tu isla se ciñan como cofres sucesivos sobre su último secreto. 11