emergencias o R G N A L E s ACCIDENTES DE BUCEO: LA ENFERMEDAD DESCOMPRESIVA COMO EMERGENCIA. REVISIÓN DE 51 CASOS. M. C. Lucas Martín*, A. P. Pujante Escudero*, J. D. González Aquino*, F. Sánchez Gascón** *Unidad de Investigación. Centro de Buceo de la Armada. Cartagena. **Departamento de Medicina. Facultad de Medicina. Universidad de Murcia. Se revisan 51 casos de Enfermedad Descompresiva (ED), patología propia de determinados colectivos profesionales y deportivos. La ED tipo 1 (leve), cuyo síntoma más frecuente es el dolor mono u oligoarticular, se observa en un 33 % de los casos, mientras que la ED tipo 11 (grave), constituye el 66 % restante en sus tres formas clínicas (neurológica, vestibular y pulmonar). Tras la recompresión terapéutica, el índice global de recuperación fue del 70,8 % aumentando al 87,1 % si el tratamiento era efectuado en las primeras 6 horas: esto comporta especial interés en la forma grave por la trascendencia de sus secuelas (paresia, parestesia, vértigo...). De los resultados expuestos se desprende la importancia de un diagnóstico acertado y la eficacia de la terapia recompresiva precoz, único tratamiento curativo, por lo que es fundamental que todo médico sepa reconocer los síntomas y remitir al paciente sin dilación a la cámara hiperbárica operativa más cercana. Introducción La ED es un cuadro patológico que afecta de forma específica a determinados colectivos profesionales o deportivos (aviadores y buceadores principalmente) que «aparece como resultado de la formación de bur­ bujas de gas procedentes de los gases inertes disueltos en los tejidos cuando se registra una reducción sufiCorrespondencia: M.e. Lucas. Unidad de Investigación Subacuática. Centro de Buceo de la Armada. Cartagena Naval. 98 ciente de la presión ambiental»l. Descrita experimen­ talmente por Boyle en 16702, fue observada por vez primera en los trabajadores de los cajones neumáticos empleados en las excavaciones de túneles o cimenta­ ciones de puentes bajo los ríos, hacia la segunda mi­ tad del S. XIX (<<enfermedad de los cajones de hin­ ca») 3. Durante la inmersión (compresión), se va a produ­ cir un aumento de la presión parcial del gas inerte a nivel alveolar, creándose un gradiente de difusión ga­ seosa hacia la sangre y los tejidos que facilita allí su absorción y disolución; la mayor o menor cantidad de gas absorbido por el organismo depende no sólo de su presión parcial, sino de su coeficiente de solubilidad y del tiempo de duración de la inmersión4• Cuando se produce el ascenso (descompresión), se invierte el gradiente de presión y el gas inerte es libe­ rado desde los tejidos hacia la sangre y de aquí elimi­ nado al exterior por vía pulmonar. Si la descompre­ sión se realiza de forma rápida no hay posibilidad de eliminación progresiva de dicho gas en forma disuel­ ta, alcanzándose el nivel de «sobresaturación crítica» que propicia la formación de burbujas de gas inerte responsables de la ED. Estas burbujas pueden clasifi­ carse, atendiendo a su localización, en extravascula­ res e intravasculares siendo estas últimas las más pe­ ligrosas ya que además del evidente trastorno oclusi­ vo que comportan, ocasionan a nivel de la interfase sangre-burbuja una serie de reacciones protagonizadas por elementos sanguíneos (plaquetas, factores de la coagulación ... ) que agravan la ED y empeoran su pro­ nóstico (Fig. 1). Emergencias. Vol. 5, Núm. 3, Mayo-Junio 1993 según el tipo de variables consideradas, expresando los porcentajes de aparición. Golding5, diferencia varios tipos de ED atendiendo a la sintomatología leve (ED 1) o grave (ED II) (Tabla 1) y considera aparte la ED de carácter crónico (osteo­ necrosis disbárica). Resultados La edad media de presentación de ED es de 29,5 años, con una edad mínima de 18 y máxima de 52. El Material y métodos Exponemos 51 casos de ED que han sido tratados en los distintos centros hiperbáricos de la Armada Española, entre los años 1987 y 1990. Como fuente de datos se han utilizado los Informes de Acci· dentes de Buceo que se conservan en esta Unidad de Investigación, yen los que se recogen aspectos referentes a la inmersión (tipo de in­ mersión, hora de inmersión y de salida a superficie, equipo utilizado, tabulación correspondiente, medio respirable, descompresión realiza­ da, trabajo que se ha llevado a cabo, temperatura del agua) y al acci­ dente (hora de inicio de los síntomas, tipo de traslado hasta la cáma· ra de descompresión). Se describe también detalladamente la sinto· matología yla exploración física. Finalmente se indica el tratamiento aplicado, la evolución de los síntomas, las posibles incidencias y el grado de recuperación al finalizar la recompresión. El análisis estadístico ha consistido en la obtención de frecuencias Sobresaturación � Burbujas e. J j ED leve o Tipo 1: Bends (artralgia) Prurito Manchas cutáneas ED grave o Tipo 11: ED neurológica ED del oído interno ED pulmonar (chokes). ED crónica: Osteonecrosis disbárica "Tomado de Goldmg el al. j ---L -------1__ . Intravasculares Obliteración Linfática ---- - Edema Émbolos venosos _----.l>-- Pulmón H. T. P. Émbolos VA . arteriales Sanguínea Éstasis Fig. l. ED* ------r--, Nerviosa Dolor Clasificación de la -¡ vaOOUla", Compresión TABLA I. Intercambios ~ O2 Hipoxia Infarto N2 He /Q Venas peri­ medulares Éstasis Burbujas intramedulares Paraplejia Esquemaflsiopatológico de la ED. M. C. Lucas Martín ., al.-Accidenles de buceo 99 53 % de accidentados eran militares (27 % profesiona­ les, y 24 % alumnos de los distintos cursos de buceo) frente a un 47 % de procedencia civil ( 10 % buceado­ res profesionales y 37 % deportivos). En cuanto a la frecuencia de presentación de ED se­ gún la época estacional, es mayor en verano ( 35 %) y en primavera (27 %); en invierno, la frecuencia es ma­ yor que en otoño (22 y 16 % respectivamente). El debut de la enfermedad es generalmente precoz, ya que en más del 70 % aparece dentro de la La hora tras la inmersión; ciframos en el 85 %, los casos que debutan dentro de las seis horas siguientes a la salida a superficie. El inicio del cuadro después de 24 horas de finalizar la inmersión resulta excepcional (ningún caso en nuestra estadística). En cuanto a las formas clí­ nicas (Tabla 1), la ED grave supone el 66 % del total, casi duplicando la frecuencia de aparición de la ED leve (34 %). Respecto a ésta, los síntomas más frecuen­ tes son el dolor articular (<<bend») que aparece en el 76 %, seguido de las manchas ( 14 %); ambos aparecen asociados en un 9 %. No registramos ningún caso de prurito. En cuanto a la ED tipo II o grave, los sínto­ mas neurológicos son los más frecuentes (62 %) segui­ dos por los vestibulares ( 11 %) y pulmonares (6 %), asociándose algunos de ellos en el 20 % de los casos. En la Tabla II se refleja la frecuencia de presentación de síntomas en la ED tipo Il, en donde la parálisis/pa­ resia localizada preferentemente en miembros inferio­ res se observa con una elevada frecuencia, hecho que puede ayudar a comprender la gravedad que puede re­ vestir esta enfermedad. El tratamiento recompresivo (única terapéutica efi­ caz) fue aplicado dentro de las tres primeras horas en más de la mitad de los casos (51 %); e1 13,72 % fue tra­ tado entre las 3 y 6 horas. Hasta un 14 % recibió tra­ tamiento después de 24 horas. El porcentaje global de recuperación sin secuelas para ambos tipos de ED fue del 83 %; del 100 % si se trataron de forma precoz (intervalo inferior a 6 horas) y del 70,5 % si el tratamiento se instauró después de 6 horas del inicio del cuadro. Analizadas por separa­ do, la ED 1 recuperó en e193,7 %, y la ED en el 82,6 %; sin embargo al iniciar la terapia recompresiva de for­ ma tardía (más de 6 horas) disminuye la eficacia del tratamiento y sólo recupera el 88,2 de ED 1 y e16 1,7 % de ED II (Tabla IlI). Discusión La ED es un cuadro con importantes repercusiones sistémicas por los fenómenos hemodinámicos que comporta en sus formas graves; por ello, y aunque es 100 una patología muy específica, debe ser conocida por todos los profesionales sanitarios , particularmente aquellos que desempeñan sus tareas en áreas de urgen­ cia, ya que la recuperación depende en su mayor par­ te, de una recompresión precoz6• Hay que conocer además qué medidas de soporte pueden aplicarse du­ rante el traslado del enfermo hasta su tratamiento en la cámara hiperbárica operativa más próxima. Comparando esta estadística con la de Pujante y cols. en 19907, registramos un aumento de ED en bu­ ceadores deportivos (37,5 % en nuestra casuística frente a su 11,1 %) debido al desarrollo de este tipo de buceo en los últimos años; coincidimos con DesolaS en la opinión de que, con cierta frecuencia, en el bu­ ceo deportivo no se guardan las medidas de seguridad recomendadas. El incremento de esta práctica depor­ tiva justificaría la mayor aparición de ED en la época estival, circunstancia que no se ha observado en revi­ siones de ED practicadas en años anteriores7• Por otro lado, asistimos en los últimos años a un au­ mento de ED en buceadores que han realizado su des­ compresión a través de un «ordenador de buceo» o descompresímetro; ello coincide con las observaciones de Wolkiewiez9; somos cautelosos a la hora de sacar conclusiones al respecto ya que el número de buceaTABLA II. ED 11 Frecuencia de síntomas Síntoma n % Parálisis/paresia 21 61,7 Parestesia 19 55,8 Vértigo 9 26,5 Cefalea 7 20 Alt. vegetativas 5 14,7 Alt. visuales 4 11,7 Acúfeno 3 8,8 Alt. esfinterianas 3 8,8 Disnea 2 5,9 Dolor torácico 2 5,9 Afasia 2 5,9 Astenia 2 5,9 Hipoacusia I 2,9 Emergencias. Vol. 5, Núm. 3, Mayo-Junio 1993 dores que utilizan este sistema es aún reducido aun­ que se va ampliando progresivamente. Existe unanimidad en afirmar que la ED aumenta con la edad 10.11. 12. En nuestro estudio, la edad media es de 29.5 años como hemos indicado; Alonso y cols. realizan una revisión en aviadores y registran el ma­ yor porcentaje de susceptibilidad individual para la ED en el intervalo de edad comprendido entre 27-29 años 10. Se contemplan otros factores predisponentes para la ED, tales como la obesidad, el ejercicio, el frío y la hiperventilación 1. 13. 14. Experiencias recientes, no permiten afirmar taxativamente que el alcohol sea un factor predisponente, aunque su consumo se sigue de­ saconsejandol5• Las mujeres parecen ser más suscepti­ bles de padecer ED, aunque el embarazo podría ac­ tuar como proteclOrI6.17.IS. En todo caso, no existen es­ tudios concluyentes. Justificamos la mayor frecuencia de ED II que de ED 1 en nuestra estadística, no porque se den más ac­ cidentes graves que leves, sino porque el carácter be­ nigno en muchos casos favorece el que estos últimos no sean recibidos en un centro especializado (de he­ cho se indica la observación y no se recomprime en caso de prurito o ciertos tipos de manchas); sin em­ bargo en la ED Il, la propia gravedad inicial y su proTABLA III. gresivo empeoramiento determinan que, antes o des­ pués, estos pacientes sean recibidos en uno de los cen­ tros de tratamiento hiperbárico (Fotos 1 y 2). Reconocemos la ED 1, por la aparición de dolores articulares (bends) que estarían originados por burbu­ jas extravasculares en el espacio perióstico, tendones y ligamentos. Los bends se localizan preferentemente en hombro y rodilla aunque pueden afectar a otras ar­ ticulacionesl4• Las manchas, de apariencia escarlatini­ forme, son también típicas y suelen aparecer en tórax. Cuando estas manchas presentan una coloración vio­ lácea, se asocian con frecuencia a la ED Il 19.20 por lo que hay que realizar una exploración minuciosa para reconocer su aparición en cualquiera de sus formas clí­ nicas. El prurito es un síntoma pasajero y no se considera manifestación sistémica de ED cuando aparece de for­ ma aislada11. La presencia de manchas y prurito se ex­ plicaría por la localización de burbujas en la capa su­ perficial de la dermis. La forma neurológica es la más frecuente en la ED Il y se origina por la presencia de burbujas que pro­ vocan éstasis venoso y compresión parenquimatosa. Destacamos el elevado porcentaje de parálisis y pare­ sias, así como de parastesias; todo ello pone de relie- Resultado del tratamiento 100 90 80 70 ro 'ü e <1> :::l Ü <1> w: 60 SO 40 30 20 10 O Rec. Precoz General Recuperación t2.2J ED 1 EDIl DEDIl + <6 H. �EDI M. C. Lucas Martín et al.-Accidentes de buceo 10 1 23 ve la importancia de una exploración neurológica de­ tenida que detecte estas alteraciones: Fructus22 advier­ te que la evolución de esta forma clínica puede vme enmascarada por la presencia de disnea y bends. Las burbujas actúan además como núcleo de agregación plaquetaria que puede llegar a desencadenar fenóme­ nos de CID, detectándose aumento de la viscosidad, hemoconcentración y pérdida de plasmaI4,2J 24. La existencia de alteraciones esfinterianas aconseja el sondaje vesical de estos enfermos para evitar retencio­ nes unnanas. La forma vestibular es menos frecuente y el vértigo es el síntoma más evidente (26,5 %). No es muy habi­ tual observar la sintomatología pulmonar aisladamen­ te, presentándose asociada con otras formas clínicas. De cualquier modo, los síntomas aparecen precoz­ mente, incluso en las últimas etapas del ascenso: Ed­ mondsll refiere que más del 50 % debutan en la 1 .' hora, y el 90 % antes de las 6 horas; en la revisión de 2 46 casos publicada por el CRIS (Centro de Recupe­ ración e Investigación Submarina)19, comunican el de­ but del 80, 1 % en la 1 . . hora, y el 92 % en las seis ho­ ras siguientes al final de la inmersión. Meliet aporta estadísticas similaresl4; aunque hay casos de presenta­ ción tardía (incluso más allá de 24 horas), esto no es lo habitual. Los tratamientos instaurados en un intervalo menor de 6 horas, y aún más, antes de las 3 horas según in­ dican recientes estudios9, mejoran notablemente los resultados. Aun así, Meliet y Mayan realizan una re­ visión de 64 casos de EDl5 y hacen notar que cuando el tratamiento se instaura después de las 2 horas exis­ te un 50 % de secuelas para la ED neurológica y se pro­ duce un 1 0 % de inaptitud definitiva para el buceo, lo que orienta sobre la gravedad de dichas secuelas. Con alguna frecuencia, el médico o el propio accidentado no reconoce los síntomas; tampoco es infrecuente que aun habiendo llegado al diagnóstico, el tratamiento se dilate por desconocer la situación de una cámara de recompresión cercana en funcionamiento, circunstan­ cia que muchas veces provoca un retraso decisivol5. Por ello creemos de interés indicar la distribución geo­ gráfica de dichas cámaras de acuerdo con un estudio recientel6 y que exponemos en la Figura 2 y Tabla IV. No hace mucho, se ha sugerido la puesta en marcha de un sistema unificado de protocolos de medidas de apoyo y evacuación de este tipo de accidentados que facilitaría la asistencia adecuada en un tiempo míni­ molO, de manera similar al «Diving Network Alert» de Estados Unidos, organismo que canaliza este tipo de . Zaragoza " · Barcelona palm� Madrid 6 éJ o Cartagen� Cádiz ." "Jl /(\�G- \J c0 Las' ¿J c?Palma � D lB • Civiles " Militares Fig. 2: Cámaras hiperbáricas. Servicio permanente. Falos 1 Y 2: Complejo hiperbrírico, Unidad de Investigación Subacuática, Centro de Buceo de la Armada. Cartagena. 102 Emergencias. Vol. 5, Núm. 3, Mayo-Junio 1993 accidentes a través de un médico especialista en ser­ vicio permanente con el que puede contactarse me­ diante una llamada telefónica y que indicará el plan de evacuación6• Una vez reconocida la enfermedad o ante la duda, el paciente debe ser remitido urgentemente a una cá­ mara de descompresión aplicando durante el traslado las medidas de sostén recomendadas por diversos au­ tores6. 2728.29.30 Y que resumimos en la Tabla V. Allí se confirmará el diagnóstico y se iniciará, en su caso, la terapéutica recompresiva que actúa a distintos nive­ les (Tabla VI). Para la detección de burbujas emplea- TABLA IV. Localización de cámaras hiperbáricas en servicio permanente Barcelona: Hospital de la Cruz Roja Cádiz: Unidad de Buceo del Estrecho Cartagena (Murcia): Centro de Buceo de la Armada Ferrol (La Coruña): Unidad de Buceo Z. M. Cantábrico. Hospital Naval del Cantábrico Las Palmas: Núcleo de Buceo de Canarias Madrid: l.a Comandancia Móvil de la Guardia Civil Málaga: Clínica «El Angel» Palma de Mallorca: Hospital de la Cruz Roja Santander: Centro Médico «Marqués de Valdecilla» Zaragoza: Hospital Militar TABLA V. Evacuación de un accidente de descompresión 1. Mantener al enfermo en Tremdelenburg. 2. Administrar oxígeno al 100 % mediante mascarilla. 3. Fluidoterapia: Iniciar con expansores de bajo peso molecular (dextrano 40.000) en goteo rápido. Administrar salicilatos en dosis antiagregantes. 5. Si el traslado se realiza en avión no presurizado, volar a cotas inferiores a 100 m. 6. Otras medidas (no existe unanimidad en su aplicación): - corticoides - heparina - vasodilatadores - analgésicos 4. TABLA VI. Objetivos del tratamiento recompresivo 1. Disminución del tamaño de la burbuja. 2. Redisolución del contenido gaseoso de la burbuja. 3. Mantenimiento del aporte de oxígeno a los tejidos. 4. Facilitar una desaturación progresiva y segura del gas inerte acumulado. mos el sistema Doppler31 de utilidad diagnóstica, pero en absoluto definitivo. Las tablas de tratamiento se aplican a distintas pro­ fundidades y tiempos y utilizan como medio respira­ ble oxígeno y/o aire. La elección de una a otra depen­ de del diagnóstico inicial, de las particularidades del accidente y de la evolución del cuadro durante la re­ compresión, fundamentalmente. La eficacia de dichas tablas ha sido recientemente revisada por Calera32. En España se utilizan de manera oficial las tablas de la Ar­ mada de los Estados Unidos. Finalmente, y a modo de conclusión es un hecho in­ cuestionable que para evitar la aparición de ED se de­ ben eludir los factores predisponentes y realizar de forma adecuada las descompresiones, respetando las normas de seguridad en todo momento. Conviene re­ cordar que el buceador inconsciente debe recibir re­ compresión con urgencia, salvo que se pueda asegurar que padece un cuadro ajeno al buceo. Aunque se ha in­ sistido en la importancia de la recompresión precoz, un retraso exagerado en el inicio del tratamiento no es justificación para desestimar la terapia recompresi­ va en cámara. Bibliografía 1. Viqueira A: «La enfermedad descompresiva». En: Gallar F«Me­ dicina subacuática e hiperbárica». ISMAR. 1992. 209-220. 2. Kimwall EP: «A short history of diving and diving medicine». En: Strauss RH«Diving Medicine». 1976, 1-3. 3. Brinquis A: «Aspectos etiopatogénicos de la enfermedad descom­ presiva contemplados desde el punto de vista de su desencade­ nante: la burbuja de gas inerte». Tesina de Especialidad. 1982; Centro de Buceo de la Armada. Cartagena. 4. Guyton AC: «Fisiología del buceo profundo y otras operaciones a presiones altas». En: «Fisiología General». Ed. Interamericana 5: ed. 1977. 598-606. S. 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