Manifiesto de Manzanares

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Manifiesto de Manzanares
Para realizar esta composición se nos presenta como documento un fragmento del
Manifiesto de Manzanares, redactado por Canovas del Castillo en 1854, al iniciar el
Bienio Progresista (1854−56)
En el Manifiesto encontramos una serie de exigencias cuya causa debemos buscar en la primera etapa del
reinado de Isabel II: la Década Moderada (1844−54), con el gobierno en manos de los moderados y dirigido
por el General Ramón Mª Narváez. Es una etapa que se caracteriza por su creatividad: se crea la Guardia Civil
en 1844 por el
Duque de Ahumada (un cuerpo de policía rural para la defensa de la propiedad y el orden) y Alejandro Mon y
Ramón Santillana elaboran una reforma del Sistema Fiscal.
Mediante ella los impuestos quedaron clasificados en impuestos directos (contribución territorial sobre las
propiedades inmobiliarias urbanas y las fincas rústicas) e indirectos
(`'los consumos'', impuestos sobre artículos de primera necesidad, e impuestos sobre transmisión de bienes).
Es principalmente a estos últimos a los que alude el Manifiesto cuando pide su rebaja, ya que perjudicaban
grandemente a la población, sobre todo a los más pobres. También en esta época se crean nuevos Ministerios
como el de Comercio, el de Instrucción Pública o el de Ultramar, se configura el Tribunal Supremo como
cúspide de la Administración de Justicia y ven la luz el Código Civil y el Código Penal.
Asimismo, se configura una Administración funcionarial siguiendo el modelo francés y se impone un modelo
de Universidad que sigue las líneas de secularización, uniformización y centralismo. Además, se resuelve la
cuestión relativa a las regiones forales, que a partir de ahora quedan sometidas a la legislación del resto de
España en determinadas materias, como el servicio militar. Podemos relacionar esta medida con la exigencia
del Manifiesto de `'arrancar los pueblos a la centralización que los devora, dándoles la independencia local
necesaria''. En esta primera etapa también se elabora y se proclama la Constitución de 1845, de corte mucho
más conservador que la de 1837 (esta fue la que juró Isabel II cuando en 1843 subió al trono al adelantarse su
mayoría de edad), como lo demuestra el hecho de que sustituya la soberanía nacional por la soberanía
compartida de la Corona con las Cortes. Esta Constitución estará en vigor hasta la Regencia de Prim y Serrano
y recoge algunas leyes como la Ley Electoral de 1846, que implanta un sufragio restringido por el que sólo
pueden votar los varones mayores de 25 años. Esta es la razón de que se solicite su reforma en el Manifiesto
de Manzanares, puesto que sólo permitía votar a un número muy reducido de la población. También se pide
una reforma de la Ley de Imprenta de 1845, ya que una serie de publicaciones estaba utilizando la vida íntima
de la Reina en sus escritos, así como un estricto cumplimiento de toda la Constitución.
En 1846 el matrimonio de la Reina provocará la dimisión de Narváez en ese mismo año, pero volverá en 1847
y gobernará hasta ser sustituido en 1851 por Bravo Murillo. La política de éste en obras públicas fue muy
buena, pero los gastos repercutían en el ejército, y a esto se suma su intento de reformar la Constitución,
hechos ambos que le lleva a dimitir en 1852. Desde entonces se suceden gobiernos ineficaces, que sumados al
descontento social por el alza de los precios del grano dan lugar a pronunciamientos militares, como la
Vicalvarada, dirigida por O'Donnell y que supuso un fracaso.
Finalmente, Canovas del Castillo hizo público el Manifiesto de Manzanares, que, apoyado por otros jefes
militares y por la población, obligó a la Reina a llamar al gobierno a Espartero, iniciándose así el Bienio
Liberal (1854−56).
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En el documento, además de lo comentado anteriormente, podemos observar otra serie de peticiones, como la
conservación del Trono `'pero sin la camarilla que le deshonra''. Debemos recordar que el reinado de Isabel II
estuvo mediatizado en los inicios por la influencia de su madre, desde París, y varios personajes de la Corte
que ejercieron influencia política sobre ella: entre ellos, el padre Claret y Sor Patrocinio `'la monja de las
llagas''. También se pide que se respete la antigüedad y los merecimientos en los empleos militares y civiles,
sectores descontentos a causa del favoritismo que podía hacer subir a una persona sin haber realizado grandes
méritos. Para garantizar el cumplimiento de la Constitución y de todo lo exigido, se reclama la reimplantación
de la Milicia Nacional, un cuerpo de defensa de la Constitución contra posibles enemigos internos que se creó
a principios de siglo, en la Constitución de 1812, y que también actuó en el Trienio Liberal, reinado de
Fernando VII, tras haber sucumbido el Sexenio
Absolutista.
En el Bienio Liberal se aplicaron principios progresistas, que se reflejaron en la
Constitución non nata 1856, mucho más progresista que la de1845 y que no llegó a ver la luz; en la
Desamortización de Madoz (1855); en la Ley General de Ferrocarriles
(1855), que regulaba su construcción y en la Ley de Sociedades Bancarias y Crediticias, que contribuyó a
facilitar la inversión ferroviaria (1856). Sin embargo, estas medidas no mejoraron las condiciones de vida de
las clases populares, lo que generó un clima de conflictividad social que llevó al Gobierno a presentar una Ley
del Trabajo, que introducía algunas mejoras laborales. No obstante, se sucedían los motines, que finalmente
llevaron a Espartero a dimitir. Comienza el gobierno de los moderados y la
Unión Liberal (1856−1868).
Hasta 1858 gobernó Narváez, pero su moderantismo era ya una fuerza vieja, acabada y como consecuencia a
esta crisis surge un partido de centro: la Unión Liberal que dirigía O'Donnell, que en 1858 recibe el encargo
de formar gobierno, un gobierno que durará cinco años. O'Donnell se dio cuenta de que la solución para que
los españoles se olvidaran de sus rencillas y problemas internos era revitalizar la política exterior. Así, se
desarrollan la expedición a Indochina (1858−1863), la intervención en México (1862) y la intervención en
Marruecos (1859−60), que además permitió a España la incorporación de Sidi Ifni y la ampliación de la plaza
de Ceuta. El gobierno de O'Donnell también estará marcado por la prosperidad económica, fruto de la paz
interna. Se crea un clima propicio a la inversión que marca el desarrollo del Plan de Ferrocarriles y las
inversiones de capital extranjero, asimismo se adopta una política desamortizadora que además intenta llegar a
un acuerdo con la Santa Sede, que se alcanza en 1859−60.
Desgraciadamente, esta prosperidad no duró debido a que la Unión Liberal carecía de un programa concreto.
En 1863 O'Donnell cae del poder y de nuevo el general
Narváez se hace cargo del gobierno en 1864. Comienza entonces una crisis que dará al traste con la
monarquía, cuyos primeros síntomas son la detención de las construcciones ferroviarias debido al déficit de
las empresas, y la falta de algodón por la Guerra de
Secesión Estadounidense. A todo ello se suma el clima de descontento político y sucesos como los
protagonizados por universitarios, la noche de San Daniel, y la represión de la sublevación militar de los
sargentos del cuartel de San Gil.
Debido a esta situación, en 1866 se reúnen demócratas y progresistas y llegan al
Pacto de Ostende, por el que se comprometen a derrocar a Isabel II y a elegir después por sufragio universal
masculino una Asamblea Constituyente que decida sobre la forma de gobierno (república o monarquía) a
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implantar en España.
Finalmente, la Revolución del 68 `'La Gloriosa'', derribará a Isabel II. Los ejércitos isabelinos del general
Pavía son derrotados en la Batalla del Puente de Alcolea y la Reina huye a Francia, iniciándose así una de las
etapas de mayor inestabilidad política de este siglo: el Sexenio Revolucionario o Democrático.
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