el analista frente a los pacientes ausentes

Anuncio
EL ANALISTA FRENTE A LOS PACIENTES 'AUSENTES'
Lic. Marta Dávila1
Dra. Silvia Elena Leguizamón2
«... para nacer he nacido,
para encerrar el paso de cuanto se aproxima,
de cuanto a mi pecho golpea como un nuevo corazón tembloroso.»
(Pablo Neruda, « Para nacer he nacido »)
En el presente trabajo nos referiremos a ciertos casos relacionados con la clínica
del vacío y las vivencias contratransferenciales que se suscitan, así como
también a aquellos momentos particulares del vínculo en que el analista podría
estar trabajando a favor de la patología, en lugar de promover la cura.
Lo primero que nos surge es cómo pensar, a un “paciente ausente”. Frente a
algunos estados fronterizos, durante el proceso analítico, muchas veces el
analista tiene la sensación de estar fuera de un posible contacto con el paciente.
En estos casos, nos encontramos con un analizando que pareciera que esta
esperando algo de nosotros y no comprendemos qué puede ser. Nos
respondemos que tal vez eso es lo que ellos mismos se preguntan (qué espero
yo de mi analista o qué espera él de mí) ya que, desde ambos términos del
vínculo transferencial, se intenta entender algo que no está, que es “ausencia”.
El paciente parece sufrir una desinvestidura fundamental, relacionada con una
depresión primaria, que Green (1975) define como un estado de vacío donde se
tiende “a no ser y a la nada”. Es un modo defensivo de “no estar”, que se siente
1
Miembro titular con función didáctica. de la Asociación Psicoanalítica Argentina Especialista en niños y adolescentes.
Lavalle 1710- 6º 11. Capital Federal Argentina. [email protected]
2
Miembro titular con función didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina, Miembro visitante de la Sociedad
Psicoanalítica Italiana, Centro Psicoanalítico de Bolonia. Via delle Lame, 79, 40122, Bologna, Italia.
[email protected]
1
en
la
contratransferencia
como
una
verdadera
“ausencia”,
generando
posiblemente cierta carga de angustia, inseguridad e incertidumbre.
Sobre la clínica del vacío se ha escrito bastante; pero aquí deseamos referirnos
a esos momentos que están “más allá del vacío”, en los que coexisten en el
analizando una escisión que provoca un sentimiento de extrañeza y de odio, el
mismo que sentimos nosotros contratransferencialmente, ya que convive a diario
con él, y que éste siente como que hay un otro odiado que lo vive, no llegando él
a vivirse a sí mismo.
Pensamos que tal identificación alienante vehiculiza la pulsión de muerte, tanto,
que a veces el paciente parece ser la memoria viva de aspectos muertos de los
objetos primarios (“la sombra del objeto que cae sobre el yo”). Así, habitado por
estas identificaciones “mortíferas” y tanáticas, no encuentra el camino a la vida,
y defensivamente se esconde de sí mismo y de los demás, como detrás de una
cáscara, de un falso self negativo, “ausencia” que lo protege.
En estos momentos es el analista quien comienza a sentir que contiene esas
partes muertas, escindidas y proyectadas del paciente, quedando con la
sensación de estar como “muerto en vida”, “inerme” en la sesión. Sería éste, un
aspecto de una repetición compulsiva y pasional, de un odio escindido y por lo
tanto mudo e invisible, que nos excluye a nosotros como objeto de la sesión,
(función desobjetalizante), transformándonos en mudos e invisibles frente el
paciente.
El percibir en la contratransferencia un vacío que es ausencia, nos permite, en
el mejor de los casos, comenzar a comprender sus diferentes dimensiones e
iniciar el proceso de elaboración a partir de un riguroso viaje interno por nuestros
“registros psicosomáticos” (autoanálisis), hasta lograr dar sentido a esa
2
“angustia sin nombre” (de Bion), lo no simbolizado, no representado, a partir de
lo cual se pueda arrimar una “representación”. Como expresa Botella, el vacío
(nosotras agregaríamos el “más allá del vacío” y el “dolor psicosomático”)
debería tomar la forma aunque sea, de un ser monstruoso u odiado, con tal de
acceder a una representación que permita ser pensada (Botella, 1997).
Podemos pensar que “lo clivado” retorna bajo la forma de compulsión de
repetición tanática, en una escena inmodificada que se hace sentir en el campo
psicoanalítico como la “ausencia del analista” o mejor dicho, la negación de su
presencia, lo cual sería la proyección de la muerte psíquica del paciente. Dicha
ausencia refleja la relación fallida del paciente con su objeto primario.
Vemos así una “escena” que nos habla de la lucha del analizando por
defenderse del dolor que ese encuentro traumático provocó; escena que nos
enfrenta con el dolor de “no ser” para el otro y que nos permite sentir en la
transferencia aquello que la “funcion desobjetalizante” pone en marcha en el
sujeto y que desencadena una contratransferencia que corre el riesgo de frenar
y taponar la reproducción de lo idéntico (compulsión de repetición), en la propia
búsqueda del analista de sobrevivir y salir vivo de la sesión.
El retorno de lo escindido aparece en el campo analítico y comienza a poner en
duda nuestro propio trabajo, confundiéndose los límites entre paciente y analista.
Así lo describe Roussillon (2001) cuando dice que en ciertas situaciones
transferenciales, después de años de análisis, se ven particulares características
contratransferenciales “inducidas” por “transferencias paradojales” dentro de las
curas tradicionales, donde aparecería una inflexión, un giro en la transferencia
que comienza a darle un uso perverso hasta el punto de llegar a poner en duda,
el mismo analista, su identidad profesional. En esta transferencia paradojal
3
aparecen dos niveles, por un lado, una transferencia de orden sexual edípica,
que es la que comúnmente recibe el analista y logra interpretar y teorizar; y por
el otro, coexistiendo con el anterior, un tipo de transferencia narcisista,
verdadera compulsión repetitiva que contiene el núcleo “agónico” de lo escindido
del paciente (Roussillon, 2001). Ello se relaciona con el “retorno de lo clivado”, y
genera un malestar en el analista, del cual tiende a defenderse. Esta
movilización “silenciosa” del analista, provoca una gran inseguridad que lo lleva
a buscar teorías que expliquen qué le sucede al paciente.
Aquí Roussillon hace una excelente interpretación de este fenómeno,
comparándolo con la solución que encuentran los niños en la construcción de las
teorías sexuales infantiles, así, el adulto trataría de crear supuestos que llenen
los huecos de lo no simbolizado escindido. El paciente “sutura” el vacío y la falta,
como hace el fetichista, que esconde a través del fetiche la falta (del pene
materno) en un intento de calmar el dolor psíquico. De la misma manera, en el
campo analítico pueden crearse “historias” que alivian ficticiamente al paciente,
corriendo el riesgo de que el analista adhiera a ellas como un proceso
contratransferencial autocalmante, para no reavivar dolores propios y ajenos.
O sea que podemos pensar que en la reconstrucción rápida de interpretaciones,
o lo que es peor, en la formación de construcciones a modo de “formaciones
autocalmantes” de las transferencias pasionales de los pacientes, el analista
corre el riesgo de crear una “historia” que conjetura en su cabeza, como el único
instrumento con el que cuenta para seguir vivo. Probablemente la consecuencia
sea la continuación de un pseudo-análisis, con la permanencia y el
sostenimiento de los “baluartes” de los que hablaban los Baranger (1967), y con
4
el consiguiente estancamiento e impasse que lleva a la creación defensiva de la
“historia oficial del trauma” (Leguizamón, 2006).
La “historia oficial” no sólo circula en la sesión con el paciente sino que el
analista se defiende (formaciones contratransferenciales autocalmantes) y se
esconde en ella, como resistencia a los intensos afectos contratransferenciales
de angustia y dolor, verdaderas pasiones que conviven silenciadas en la mente
del analista y del paciente.
Sólo el apoyo y la solidez profesional del analista en el clásico trípode de la
formación (teoría, supervisión y re-análisis) le permitirán entender las formas
complejas de la relación transfero-contratransferencial con los pacientes de este
tipo.
¿Cómo ayudar al analizando a salir de esta coraza defensiva tanática, para
darle ligadura en una representación? ¿Cómo entender qué sucede en el
vínculo terapéutico y en la mente del analista?
El analista debe valerse de elementos extraídos de su propia mente, vivencias,
sensaciones corporales o imágenes que surgen durante el “estado de sesión”
(Botella, 2001).
En ciertos momentos del vínculo transferencial, cuando el paciente habla poco,
repite compulsivamente actos y no aparecen recuerdos, transmite sensaciones
de vacío y desamparo, que el terapeuta puede comenzar a padecer en forma
de síntomas que surgen a modo de ideas fijas, imágenes mentales cuasialucinatorias, o manifestaciones somáticas debido a las condiciones de la
transferencia-en-la-persona-del analista. Éstas, a las que denominamos
“contratransferencia somática” (Dávila, 2006, 2007), se presentan a la
conciencia como una expresión muy primaria, por medio de representaciones
5
visuales o sensaciones corporales, muchas veces dolorosas. Surgen entonces,
emociones que desorganizan al analista y le generan extrañeza, provocándole
sentimientos ominosos. Es en el interjuego entre las necesidades pulsionales y
el nivel de desamparo tolerado, más allá de la representación psíquica, que el
analista puede encontrar una brecha.
Es importante reforzar el trabajo entre Eros y Tanatos, para que el analista
pueda acompañar al paciente en la angustía que genera el duro pasaje a
travès de las pasiones más intensas. Es preciso
también, que el paciente
sienta, al poner en juego sus pulsiones, que el analista le devuelve un mundo
más poblado de afectos y representaciones, para ir “creándose” en medio de
los aspectos muertos heredados, y comenzar a sentir que tiene derecho a tener
una vida propia.
Resumen
En el presente trabajo las autoras se refieren a los “pacientes ausentes”,
aquéllos que se sienten habitados por identificaciones “mortíferas” y tanáticas,
que no encuentran el camino a la vida, y que defensivamente se esconden de sí
mismos y de los demás, como detrás de una cáscara, de un falso self negativo,
“ausencia” que los protege.
Comienza a circular en la sesión una “historia oficial del trauma” a la manera de
una resistencia contra los intensos afectos contratransferenciales, que conviven
silenciados en la mente del analista y del paciente.
Es necesario abrir el acceso a los sectores escindidos que no habían sido
subjetivados, a través de la “contratransferencia somática”, logrando un tipo de
6
inscripción mediante la cual no sólo algo adquirió status de representación, sino
que también encuentra sentido.
DESCRIPTORES: Vacío – Contratransferencia – Persona del analista
Bibliografía:
Baranger, Madeleine: (1987) “La mente del analista: de la escucha a la
interpretación”. Rev. de Psicoanálisis, 1987, Nº 2.
Botella, César y Sara: (1997) “Más allá de la representación”. Ed. Promolibro,
Valencia, España, 1997.
Botella, César y Sara: (2001) “La figurabilidad psíquica”. Amorrortu Editores,
Buenos Aires, Argentina, 2003.
Dávila, Marta. (2006) “La contratransferencia somática: Regrediencia y
empatía”. Presentado en el XXVI Congreso de Psicoanálisis de FEPAL 2006.
Lima 5-8 octubre 2006
Dávila, Marta (2007) “La contratransferencia somática: Memoria sin recuerdo en
el cuerpo del psicoanalista”. Presentado en el 45 º Congreso de Psicoanálisis de
IPA, “Recordar repetir y relaborar en el Psicoanálisis y en la cultura de hoy”,
Berlín 24-29 agosto 2007.
Faimberg, Haydée: (2006)”Ascoltando tre generazioni. Legami narcisistici e
identificazioni alienanti”. FrancoAngelo, Milano, Italia 2006.
Green, André: (1975) “De locuras privadas”. Amorrortu Editores. Buenos Aires,
Argentina. 1994.
Marucco, Norberto: (1999) “Cura analítica y transferencia”. Amorrortu Editores,
Buenos Aires, Argentina1999.
Leguizamón, S., (2006) La identidad analítica a 150 años del nacimiento de
Freud. El dolor psíquico como guía. Trabajo de promoción a miembro titular, 10
de octubre de 2006 y en el Centro Psicoanalítico de Bologna, SPI, el 6
diciembre de 2006.
Roussillon, René, “Agonie et desespoir dans le transfert paradoxal”,
Conferencia dictada en el Centro Psicoanalítico de Bologna, SPI, el 15 de
febrero de 2008.
7
Descargar