Mare Liberum I

Anuncio
Mare Liberum I ‐ Revista Outdoors ‐ Rodrigo Fica – Enero 2007 MARE LIBERUM I Texto y Fotografías: Rodrigo Fica
Enero 2007 Primera entrega de la historia de cuatro amigos chilenos que viajaron en septiembre de 2006 al Parque Nacional Yosemite, la capital mundial de la escalada de big‐wall. I. REGRESO A LA TIERRA PROMETIDA Para variar estoy atrasado. Son las 5:00 y sólo me quedan 3 horas antes de entregar el artículo. Así es que mejor me salto todos los preámbulos y parto diciendo que Darío Arancibia, Patricia Soto y yo teníamos una deuda pendiente con Yosemite. Por años intentamos regresar, hasta que finalmente en septiembre de 2006 pudimos estructurar un viaje de dos meses con un objetivo preciso: mejorar nuestro nivel técnico en escalada artificial, ya bien depurado en los Andes pero aún sin testear en un lugar clásico como Yosemite. A nosotros se nos sumó Claudia Arellano, una gran amiga nuestra que no escalaba pero que deseaba conocer Estados Unidos. De un humor contagioso, Claudia inmediatamente se ganó la tarea de hacernos reír. Como tampoco tengo todo el espacio del mundo porque las carreras de aventura se están comiendo esta revista, debo ser breve y no darles la lata con los detalles del viaje; ni los aviones que tomamos, la estadía en San Francisco, el recorrido en tren, Claudia hablando inglés... No. Vamos al grano altiro. Patty y Claudia inscribiéndose el 8 de septiembre de 2006 en el Campo 4, mientras Darío y yo nos metíamos a escondidas en sus carpas para escapar de Chuky, la guardaparque infalible. http://www.aruficax.cl/ I
Mare Liberum I ‐ Revista Outdoors ‐ Rodrigo Fica – Enero 2007 II. POR LA BOCA MUERE EL PEZ La primera ruta que queríamos hacer, por razones que ahora tampoco importa explicar, era Lurking Fear (C2F, 5.7, 19 largos, 700 m), una clásica vía ubicada en el extremo oeste del Capitán. Pero antes era elemental afiatarnos como grupo y mejorar nuestro sistemas, así es que partimos con rutas fáciles de escalada libre y luego subimos el Central Pillar of Frenzy (5.9) y la Kor‐Beck (5.9), ambas al Middle Cathedral. Y en nuestros ratos libres, preparábamos la logística para Lurking Fear. Qué no era poco. Como deberíamos dormir en la Patricia Soto
pared, teníamos que llevarnos con nosotros el agua que consumiríamos. Si éramos tres escaladores, a 4 litros por persona por día, considerando cuatro días en la pared... Calculen. Y luego agreguen el rack, la vestimenta, la comida... A ojo, unos 160 kilos. El 15 de septiembre estuvimos listos para hacer un primer porteo con los clavos, las cuerdas y el agua. A pesar de que cada uno se puso 25 kilos en la espalda, aún así quedaron cosas afuera. Estábamos en eso, pensando como hacerlo, cuando llegó Claudia, peinada recién saliendo del baño y nos dice “qué chori ser escaladorʺ y si nos puede acompañar. Perfessto. Y le pasamos una mochila con 15 kilos que la hizo caminar doblada por dos horas. III. EL BURRITO DE SAN VICENTE Al día siguiente realizamos el segundo y último viaje, el cual coincidió además con la despedida de Claudia, que debía regresar a Santiago. Igual nos acompañó de nuevo hasta el pie de ruta, aunque esta vez sin mochila. Nos reímos un buen rato de todos nosotros y nos deseamos suerte. Comenzamos a trabajar a las 15:00. El plan era que Darío se encargaría de los artificiales más difíciles, mientras que yo puntearía el resto. Patty estaría a cargo de limpiar los largos y asegurar. http://www.aruficax.cl/ II
Mare Liberum I ‐ Revista Outdoors ‐ Rodrigo Fica – Enero 2007 Partió Darío avanzando rápido. En el intertanto, yo recorría el bosque recogiendo las botellas abandonadas de agua que encontraba. Muchas de ellas todavía llenas, las cuales, sin ser necesariamente basura, se veían feas, así que las vacié todas y, aprovechando un instante en que Darío no me estaba mirando, se las metí en su petate. Darío punteando Horas más tarde fue mi turno. Me engullí dos largos de A0/A1, incluyendo un par de pasos de ganchos, aunque por impericia no más, al no ser capaz de pararme bien en los estribos. Terminé de noche y regresé a un vívac que se veía idílico. Pensaba que iba a dormir como tronco. Pero como Patty se lo había hablado todo con respecto a lo que hay que hacer si un oso ataca, al final me traspasó la preocupación y, al igual que Rambo, tuve que dormir con un ojo abierto, atento al menor ruido. IV. MARE LIBERUM En la mañana tuvieron que sacarme a palos del saco. Luego del desayuno Darío comenzó a jumarear y mientras esperábamos a que desocupara la primera cuerda, vi que Patty miraba con ojos escépticos hacia arriba. El http://www.aruficax.cl/ III
Mare Liberum I ‐ Revista Outdoors ‐ Rodrigo Fica – Enero 2007 paredón se erguía impresionante, haciendo difícil dimensionarlo. Era obvio que estaba haciendo un acto de fe al confiar en nosotros y nuestras evaluaciones y no pude menos que sentir aprecio por ella. ‐ ¿Estás seguro que podremos? ‐me preguntó. ‐ Ni idea. Atinada inteligencia emocional masculina. Tan sutil como micro santiaguina. Para arreglarla un poco le dije: ‐ No parecen 700 metros, ¿cierto? ‐ No. ‐ No te preocupes. Todo va a salir bien. El truco consiste en sólo enfocarse en la meta del día, porque si tratas de abarcarlo todo, puf, terminas abrumada por la magnitud del desafío. Rodrigo Fica
En ese instante escuchamos “¡Libre!” y vimos que Darío se pasaba a la segunda cuerda. Mientras Patty conectaba los jumars a la primera, le di un beso en la mejilla y para darle confianza le dije: ‐ ¿Sabes lo que creo? Que escalar un big‐wall es exactamente igual a navegar en el mar. Partes aquí, te mueves con todo, avanzas lentamente, paras a dormir donde la noche te pille... Al día siguiente lo mismo. Y así, jornada tras jornada. Siempre sin ver la otra orilla. Hasta que de repente, cuando menos lo esperas, presto, llegas. ‐ Un verdadero mar de granito. Enorme, hostil y salvaje. ‐ Sí. Pero donde somos libres. Y partimos. http://www.aruficax.cl/ IV
Mare Liberum I ‐ Revista Outdoors ‐ Rodrigo Fica – Enero 2007 V. A TRAVÉS DEL MIEDO ACECHANTE El primer día todo pareció salir mal. De partida no pudimos subir la carga con un sistema de polea simple y no nos quedó otra a Darío y a mi que colgarnos como contrapeso para poder izar los petates. Y aún así, costó. El típico relevo. Los portaledges van colgando debajo de los petates. El bolso naranja es el que contiene los deshechos sólidos humanos (foto: Darío Arancibia)
Como perdimos gran parte del día en dar con tal sistema, al final sólo quedó tiempo para hacer tres largos más, el último de los cuales Darío lo terminó bien tarde. Y para peor, tuvo que armar los dos portaledges solo, porque (es mi gran culpa) a mí me había dado flojera hacerlo antes en el Camp 4. Creo que Darío me odió como nunca en esos momentos. El segundo día comenzó a las 5:00 y funcionamos mejor; hicimos 4 largos y entramos derechamente en el sector más difícil de la ruta. Al tercero, Darío resolvió impecablemente los dos largos más difíciles, uno de ellos involucrando un paso de cam‐hook invertido en terreno extraplomado. A pesar de lo complicado del movimiento, lo hizo bien y rápido, lo cual demostraba su buen nivel. Luego seguí yo, escalando 450 pies por un terreno que se tumbaba bastante; aparecieron repisas, árboles y era evidente la pared comenzaba a quedar atrás. El miércoles 20 remontamos 100 metros más y arribamos a Thanksgiving Ledge, la famosa terraza http://www.aruficax.cl/ Uno de los tantos seguros que todavía
quedan en la ruta. A pesar de lo que
dice la teoría, uno se 0uelga de ellos sin
testearlos mucho
V
Mare Liberum I ‐ Revista Outdoors ‐ Rodrigo Fica – Enero 2007 que corta a lo ancho la cara oeste del Capitán. Luego, una travesía y dos largos adicionales nos dejaron en lo que se considera el punto final de la ruta. Después de eso sólo quedaba por subir 150 m de slabs. Patty encontró un buen lugar para dormir y vivaqueamos. Esa noche fue cuando se acabó la comida, con nosotros devorándonos las 4 hamburguesas y 2 pastas orientales que habían sobrado. Nunca fue mucho más que eso. Amanecimos felices y relajados. Tomamos un desayuno de agua revuelta con agua, acompañada de agua tostada con diet agua. Con toda la carga ahora en la espalda, escalamos las tormentosas rampas finales y, finalmente, a las 11:00 del jueves 21 de septiembre, llegamos al hito que marca la simbólica cumbre del Capitán. VI. TODOS ESOS MARAVILLOSOS MOMENTOS Otra vez Darío punteando, esta vez en el largo 12, el que a la
postre sería el más difícil (C2+). Una secuencia de varios
metros con cam‐hooks y ganchos
Nos abrazamos un buen rato. Aunque por razones distintas, para todos y cada uno de nosotros era una revancha. En mi caso, había tenido que esperar siete años para disfrutar de este momento. Nos sentamos en silencio porque hablar era innecesario. Habíamos escalado Lurking Fear. Habíamos subido el Capitán. Un objetivo que se hace zillones de veces al año, por lo que teníamos claro que nuestro aporte deportivo era cero. Aunque en rigor éramos la primera cordada http://www.aruficax.cl/ VI
Mare Liberum I ‐ Revista Outdoors ‐ Rodrigo Fica – Enero 2007 nacional que la realizaba y Patty, la primera chilena en escalar el Capitán, esta vez había sido un asunto de desquite. Descansamos harto rato y luego fotos. Llegó la hora en que tuvimos que colocarnos los macutos a la espalda y comenzamos a caminar. Darío iba con 40 kilos; Patty, 30. ¿Yo? Entre Tongoy y Los Vilos. Íbamos tan pesados que descartamos bajar rapeleando por East Ledges, la vía normal de descenso. En cambio, preferimos tomar el muelle sendero de trekking que lleva a Upper Yosemite Fall y de ahí al Camp 4, un recorrido mucho más largo, pero más cómodo. Finalmente, tras varios años de espera (y sus respectivos días de hambre), Patty y Darío se relajan en la cumbre del Capitán, soñando con hamburguesas y papas fritas. Ni idea tenían de lo que se les venía encima...
Pronto cada uno se sumergió en sus pensamientos y ya no nos hablamos más. VII. REGRESO A LA TIERRA DE NUNCA JAMÁS El sendero se metía en los bosques y estaba bien marcado. Pero yo sufría con mi carga, era demasiado peso para un petate que no tenía riñoneras y con hombreras de mala calidad. No dejaba de pensar que ¿en qué parte está la regla que dice que El Capitán se ha de bajar en un solo viaje? Esto era una tontera, me decía. Si es mucho peso, chao, hago dos viajes y punto. Cuando llevaba 2 kilómetros me terminé de convencer. Agarré la mitad de mi carga y la escondí en un lugar apropiado. Y ahí sí que pude caminar tranquilo. Hasta disfrutar del paisaje. http://www.aruficax.cl/ VII
Mare Liberum I ‐ Revista Outdoors ‐ Rodrigo Fica – Enero 2007 Seguimos bajando sin novedad, excepto quizás por el hambre. Cuando ya llevábamos como tres horas, comencé a preocuparme que no apareciera el río Merced. Hice el amago de pedir que nos juntáramos a analizar la situación, pero como Darío no estaba (le sacamos fácilmente una hora de ventaja) y el sendero daba un giro abrupto en la dirección correcta, me quedé callado. A las 17:00 Patty y yo fuimos a dar a una antiguo camino de auto, cuya única muestra de vida era un oxidado cartel de metal. Cuando me acerqué a mirarlo, su mensaje fue tan inesperado que me quedé viéndolo por 30 segundos antes de entender del todo lo que trataba de decirme. El resultado de tanto jumarear...
¿En término simples? Que el Campo 4 estaba a 25 kms. de distancia, cuesta arriba, justo por dónde veníamos. VIII. UNA BUENA Y UNA MALA Nos habíamos equivocado y estábamos perdidos. No teníamos agua, comida, combustible y, para peor, por armar mejor los petates, Dari se había llevado los sacos de dormir, la olla y el portaledge. Y era muy probable que él hubiera tomado otro camino... Nos pusimos a reír. No quedaba otra. Habíamos cometido todos los errores habidos y por haber y no podíamos echarle la culpa a nadie. Al menos teníamos fósforos. Como estábamos rodeados de bosques, podríamos hacer un cobertizo y una fogata. Esconderíamos la carga, pasaríamos la noche y al día siguiente regresaríamos exactamente por dónde habíamos venido. http://www.aruficax.cl/ VIII
Mare Liberum I ‐ Revista Outdoors ‐ Rodrigo Fica – Enero 2007 Por si acaso, exploramos los alrededores, pero como sospechábamos, no había salida excepto por un par de senderos con viejos carteles que conducían a lejanos lugares de nombres raros. No, mejor diablo conocido que por conocer. Darío Arancibia
Lo bueno fue que en dicha exploración encontramos agua. Pero las pastillas de cloro las tenía Darío. Recuerden que en EE.UU. el agua tiene Gardia Lamblia, ese parásito microscópico... Estábamos en eso cuando, como ángel caído del cielo (o, si gustan, como chancho cuesta abajo) llegó Darío. Y antes que nos preguntara por qué estábamos tan felices de verlo, le dije: “Te tengo una buena y una mala”. Y Darío no es tonto. Me respondió inmediatamente: ‐ Nos equivocamos de camino. ‐ Sí. Estuvimos media hora analizando nuestras posibilidades hasta que de repente se acordó: ‐ ¿Y cuál era la buena? ‐ La buena. ¿Cuál buena? Ah, sí. La buena... La buena noticia es que estamos todos juntos. IX. EN AYUNAS Apenas quedaba sol. Nos íbamos a empezar a meter en los sacos cuando aparecieron dos excursionistas salidos de quién sabe dónde. Nos dijeron que había un camping en Tamarack Flat, a unos 4,5 km por un camino de subida, que además estaba conectado a una carretera por un camino de penetración. Si llegábamos ahí podríamos quizás lograr que alguien nos llevara en auto a Yosemite. http://www.aruficax.cl/ IX
Mare Liberum I ‐ Revista Outdoors ‐ Rodrigo Fica – Enero 2007 Qué nos han dicho. Nos colocamos las mochilas y aceleramos por una hora y media más para llegar justo al anochecer a una explanada que tenía mesas, baños y algunas carpas: Tamarack Flat. Un panel informativo nos indicaba que Camp 4 estaba a 35 km, al otro lado de una pequeña cadena montañosa. Ahí entendimos que en lugar de haber ido hacia el este, habíamos derivado hacia el oeste... Ya no importaba. Nos pusimos a hacer dedo inmediatamente, pero sólo había 4 o 5 familias... Y a esa hora... Imposible. Darío se puso a conversar con la gente que estaba acampando. Pronto dio con un mexicano que se llamaba Alex, quien le dijo que quizás mañana podría tirarnos en auto. Mientras hablaba atizaba su pequeña fogata desde una silla de camping. Yo miraba de reojo un paquete gigante de papas fritas que estaba a su lado y supongo que Patty también. Darío, ni hablar, pero de vez en cuando soltaba un monosílabo como para disimular el verdadero objeto de nuestra atención. Hasta que Alex parece que se dio cuenta y nos preguntó: “¿Tienen hambre?” ‐ No, no te preocupes. –dije yo. Qué mentiroso. ‐ Vengan. Vengan. Siéntense, coman lo que quieran. Sin pena. Y acto seguido tiró sobre la mesa 30.000 calorías en envases crujientes y coloridos. Viva México. Las manos me tiritaban de la emoción. Me costaba sacar los manís sin que se me colaran por los dedos. Darío se enfocó en un charqui y lo partía de a poco. Patty, tan linda ella, sacó un jugo natural y se puso a cocinar una sopa. A los 10 minutos nos habíamos devorado la mitad de la comida y Alex nos miraba con ojos abiertos. Éramos peor que osos. Al día siguiente, Alex nos sacó de los sacos al despuntar el alba. No sé si para dejarnos bien temprano en Yosemite o para evitar darnos desayuno. Lo que sea. Nos subimos a su auto y 30 minutos después entramos al Camp 4 como http://www.aruficax.cl/ X
Mare Liberum I ‐ Revista Outdoors ‐ Rodrigo Fica – Enero 2007 soldado que vuelve de la guerra. Por fin, a descansar, ducharse, comer y comer. Hasta que no bien había terminado de entrar a la carpa escuché a Patty gritar: ‐ ¡Perdí los documentos! Rodrigo Fica [email protected]
http://www.aruficax.cl/ XI
Descargar