225-2001 Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia: San Salvador, a las catorce horas y cuarenta y cinco minutos del día veinticuatro de mayo de dos mil dos. El presente proceso de amparo se inició mediante demanda presentada por Carlos Roberto Alférez Salguero, entonces de treinta y cuatro años de edad, empleado, con domicilio en Cantón Lourdes, jurisdicción de Colón, departamento de La Libertad, contra actos de autoridad del señor Director de la Policía Nacional Civil señor Mauricio Sandoval, del Sub Comisionado Pablo de Jesús Escobar Baños, del Inspector General Doctor Romeo Melara Granillo y el Tribunal Especial de Apelaciones del Ministerio de Seguridad Pública y Justicia, por considerar que le vulneran sus derechos al debido proceso, garantía de audiencia, seguridad jurídica y al trabajo. Han intervenido en el proceso, además de la parte actora y las autoridades demandadas, el doctor Rene Mauricio Castillo Panameño, Fiscal de la Corte. LEIDOS LOS AUTOS Y CONSIDERANDO: I- La parte actora manifestó en su demanda que el Sub Comisionado de la Policía Nacional Civil, que en adelante llamaremos la P.N.C., remitió un listado del personal que había incurrido en conductas irregulares en el ejercicio de su cargo al señor Inspector General de la misma Policía, quien emitió un dictamen favoreciendo la separación del impetrante del cargo de agente policial, dictamen que fue avalado por el señor Director, quien ordenó la remoción del demandante. Dicha resolución fue confirmada por el Tribunal Especial de Apelaciones del Ministerio de Seguridad Pública y Justicia, que en adelante llamaremos el Tribunal. Manifiesta la parte actora que todo el proceso fue seguido contra una persona de nombre Carlos Roberto Alvarez Salguero, que como puede notarse no es la misma persona que el impetrante, si bien tiene un nombre sumamente parecido. A su libelo de demanda agregó la documentación siguiente: a)fotocopia de la resolución del Director General de la P.N.C. de las nueve horas veinticinco minutos del veintiséis de octubre de dos mil en la cual notifican al agente ONI 13923 Carlos Roberto Alvarez Salguero de su remoción; b)fotocopia de la resolución del Tribunal, de las quince horas cuarenta y cinco minutos del diez de noviembre de dos mil, en donde conceden al agente Alférez Salguero, en su carácter de apelante, tres días para ampliar las razones en que fundamenta su recurso; c) fotocopia de la resolución del Tribunal, de las nueve horas del seis de febrero de dos mil uno, en donde consta que se confirmó la resolución pronunciada por el señor Director General de la P.N.C. ordenando la remoción del agente Carlos Roberto Alférez Salguero. Por auto de las nueve horas del siete de junio de dos mil uno, se previno al demandante para que estableciera con toda claridad las razones por las que considera vulnerados sus derechos constitucionales, lo cual fue evacuado a través de un escrito de fecha catorce de junio de dos mil uno, manifestando que no se realizó una investigación seria que implique una recolección de pruebas en su caso y además se violó su derecho de audiencia ya que lo incorporaron a la lista sin darle oportunidad de ser oído para dar su propia versión de los hechos y que la única base en su contra proviene de personas sin identificación que le atribuyeron conducta irregular, con lo que se violó su presunción de inocencia. Por auto de las nueve horas treinta minutos del veinticinco de junio de dos mil uno, se admitió la demanda de amparo presentada, circunscribiéndola a supuesta violación a los derechos de audiencia y al trabajo, a la presunción de inocencia y a la seguridad jurídica; se declaró sin lugar la suspensión de los efectos del acto reclamado y se pidió informe a las autoridades demandada, quienes contestaron que no son ciertas las violaciones que se les imputan. Por auto de las nueve horas treinta y tres minutos del ocho de agosto de dos mil uno se confirmó la denegatoria de la suspensión de los efectos del acto reclamado y se pidió nuevo informe a las autoridades demandadas. En escrito de fecha diecisiete de agosto de dos mil uno, el doctor Romeo Melara Granillo, Inspector General de la P.N.C. manifestó que el proceso de separación del cargo del señor Alférez Salguero se basó en el Decreto Legislativo número 101, de fecha veintitrés de agosto del año dos mil, publicado en el Diario Oficial del treinta de agosto de ese mismo año, que contiene el "Régimen Temporal Especial para la remoción de miembros de la Policía Nacional Civil que incurran en conductas irregulares", que en adelante llamaremos el Régimen Temporal, en donde se faculta al Inspector General para dar el visto bueno para remover de su cargo al agente que cometa irregularidades en su conducta y en este caso se acusó al impetrante de recibir dinero por trámites en aduanas por mercadería, vehículos extranjeros y ganado, pero la información no se documentó sino que se basó en indicios razonables a través de personas particulares, quienes por razones obvias prefirieron quedar en el anonimato, imposibilitando la obtención de pruebas testimonial o escrita. Agregó el Doctor Melara Granillo que en el Decreto mencionado se garantizaba el derecho de apelar al quejoso y además su remoción se haría previa la correspondiente indemnización. El licenciado Francisco Rodolfo Bertrand Galindo, en su carácter de Presidente del Tribunal, manifestó que la remoción de la parte actora de su cargo de agente de la P.N.C. se basó en el Decreto Legislativo mencionado anteriormente por el Doctor Melara Granillo y que aunque la vigencia de dicho Decreto ya finalizó, autorizaba al Director General de la P.N.C. para que previo visto bueno del Inspector General de la misma Institución y con conocimiento de indicios razonables de conductas irregulares cometidas por miembros de la corporación policial, pudiera ordenar el retiro de los mismos y que en el presente caso se cumplieron los procedimientos establecidos en dicho Decreto. El referido licenciado citó el artículo uno del aludido decreto transitorio, que declaró de interés público la inmediata separación de los agentes con conducta irregular. Por auto de las diez horas treinta y seis minutos del veinte de agosto de dos mil uno se corrió traslado al Fiscal de la Corte, quien contestó que la autoridad demandada debe de probar que la sanción impuesta al agraviado se hizo respetando el procedimiento ordenado por la ley, otorgándole la oportunidad de defensa dentro de un debido proceso. El licenciado Carlos Alfredo Valiente, actuando en calidad de apoderado judicial del señor Director General de la P.N.C. presentó un escrito en donde exponía que al impetrante se le habían aplicado los procedimientos contemplados en el Régimen Temporal Especial tantas veces mencionado y que no obstante existir error en uno de los apellidos del agente Alférez Salguero, se tiene la certeza que se trata de la misma persona, porque la Institución asigna a cada elemento que ingresa a la Policía un número institucional que lo distingue o diferencia aún de cualquier homónimo y en el presente caso el número 13923 corresponde al quejoso. Al escrito anterior agregaron copia notarizada de la resolución del Tribunal Especial de Apelaciones del Ministerio de Seguridad Pública y Justicia y del acta de notificación de la remoción del agente ONI 13923 Carlos Roberto Alférez Salguero, la cual fue firmada por el impetrante. El señor Pablo de Jesús Escobar Baños, Jefe de la División Regional de Occidente de la P.N.C., con sede en Santa Ana, manifestó que su función se limitó a remitir el listado del personal policial que le fue enviado por la Sub Dirección General Operativa. Por auto de las ocho horas cuatro minutos del doce de octubre de dos mil uno se abrió a pruebas el proceso, habiendo solicitado la parte actora que se le señalara día y hora para presentar como testigos a los señores Pablo de Jesús Escobar Baños, Mauricio Sandoval y Romeo Melara Granillo, es decir, las mismas personas demandadas en este caso, por lo que se declaró sin lugar la solicitud.. El doctor Melara Granillo presentó un escrito de fecha seis de noviembre de dos mil uno, manifestando que el Reglamento Temporal Especial se aplicaría a aquellos elementos que por su conducta irregular se les había perdido la confianza, ya que se tenían indicios razonables de ser corruptos, pero el peso de la prueba no era para someter el caso a proceso administrativo o judicial, sino que únicamente para basarse en la sola robustez moral de prueba; agregando que el Código de Trabajo permite que con la perdida de confianza se pueda despedir a un empleado sin indemnización y en este caso al agente sancionado se le pagará dicha prestación. Al escritor anterior agregó certificación de las diligencias de remoción del impetrante. El señor Escobar Baños presentó fotocopia notarizada de las órdenes que se le cursaron de la Sub Dirección General Operativa de la P.N.C. para que elaborara un listado del personal que tuviera conductas irregulares. El señor Presidente del Tribunal agregó certificación del incidente de apelación promovido por la parte actora, el cual se encuentra agregado a folios 102 y siguientes. Por auto de las ocho horas ocho minutos del treinta de enero de dos mil dos se declaró sin lugar la prueba testimonial ofrecida por la parte actora, tomando en cuenta que los testigos cuya declaración se solicitaba se ubican como demandados en el presente proceso, como ya se dijo y se ordenó correr traslado al Fiscal de la Corte, quien contestó que con la documentación presentada por la parte demandada se ha probado que se le aplicó al agraviado el procedimiento ordenado por la ley y se le otorgó oportunidad de defensa. Se corrieron los demás traslados de ley, los cuales fueron contestados oportunamente, quedando el presente proceso listo para sentencia. II- Por razones de ordenamiento lógico de esta sentencia, el Tribunal se referirá primeramente a la demanda incoada contra el Jefe de la División Regional de Occidente de la P.N.C.. Según el decir del impetrante en su escrito de folios 13,considera que el demandado formuló una lista de personas a las que se les atribuyen actos irregulares, lista que fue hecha de manera irresponsable y antojadiza y en la cual se incorporó el nombre de Carlos Roberto Alvarez Salguero, con lo cual estima que se le violó su derecho de audiencia y de presunción de inocencia. Sobre el particular, es preciso aclarar que una autoridad puede tener dos tipos de facultades, atendiendo a la actividad que por naturaleza realiza en relación con el acto reclamado. Dichas facultades son: de decisión o de ejecución. En tal sentido, deben entenderse como autoridad decisora a aquel órgano estatal que produce la creación, modificación o extinción de situaciones jurídicas o fácticas, dadas dentro del Estado, todo ello en forma unilateral e imperativa. Por autoridad ejecutora debe entenderse aquel órgano estatal cuyo desempeño determina la concreción o materialización del acto de decisión. En ese sentido, se deduce que la autoridad eminentemente ejecutora no concurre con su voluntad en la configuración del acto que lesiona o restringe los derechos constitucionales del peticionario; por tal circunstancia no puede atribuírsele responsabilidad directa en estos casos. Y es que el verdadero agravio procede de las actuaciones de las autoridades decisoras, quienes ordenan el cumplimiento de sus providencias a otra autoridad que tiene entonces el carácter de mera ejecutora. Aplicando los anteriores conceptos al presente caso, tenemos que la actuación del funcionario demandado constituyó únicamente en servir de conducto regular entre la Delegación de la P.N.C. de Santa Ana y la Sub Dirección General Operativa de dicho cuerpo en San Salvador y la elaboración y posterior remisión de la lista tantas veces referida no constituye un acto de decisión, por lo tanto habrá que sobreseer a favor del mencionado funcionario. III- En cuanto a la supuesta confusión en el nombre del impetrante, las autoridades demandadas mencionan en diversas ocasiones y así consta en autos, que cualquier error en el nombre de un agente es subsanado por el sistema que impera en la P.N.C., por medio del cual se asigna un número institucional a cada persona que ingresa a la Policía, distinguiéndolo aún de cualquier homónimo que se diere en el nombre de la persona natural de que se trate. Consecuentemente, la Sala opina que debe desestimarse el argumento del impetrante en cuanto a un supuesto error en el nombre, ya que no puede haber equivocación en la identidad del sujeto, por las razones que ya se expusieron. IV- Acto seguido, este tribunal considera necesario referirse al derecho de audiencia plasmado en el artículo 11 de la Constitución, entendiendo por tal un concepto abstracto que exige que antes de proceder a limitar la esfera jurídica de una persona o privársele de un derecho, debe ser oída y vencida previamente con arreglo a las leyes. Dicho derecho de audiencia, está conformado de modo genérico y sin carácter taxativo, por los siguientes aspectos esenciales: a) que a la persona a quien se pretende privar de algunos de sus derechos se le siga un proceso o procedimiento que no necesariamente es especial, sino aquel establecido para cada caso por las disposiciones infraconstitucionales respectivas; b) que dicho proceso se ventile ante entidades previamente establecidas; c) que en el proceso se observen las formalidades esenciales procesales o procedimentales y las correspondientes normas constitucionales; d) que la decisión se dicte conforme a las leyes existentes con anterioridad al hecho que la hubiere motivado, de conformidad con la Constitución. La exigencia del proceso previo supone dar al demandado y a todos los intervinientes al proceso, la posibilidad de exponer sus razonamientos y defender sus derechos de manera plena y amplia, es decir, en cualquier instancia y en cualquier grado de conocimiento. Hacer saber al sujeto contra quien se realiza el proceso, la infracción o el ilícito que se le reprocha, y facilitarle el ejercicio de los medios de defensa, constituyen circunstancias ineludibles para el goce irrestricto del derecho de audiencia, pero no es suficiente, ya que tal notificación debe ir acompañada de una oportunidad real de defensa previa de parte del gobernado. Consta en autos que en el caso presente la parte actora tuvo oportunidad de defenderse y oponer sus argumentos, llegando incluso a tramitarse un recurso de apelación interpuesto por el impetrante, el cual le fue desfavorable, por lo cual la Sala estima que no procede el amparo por violación al derecho de audiencia. V- Con relación al Derecho al Trabajo contemplado en el artículo 2 de la Constitución, tal disposición debe entenderse en un sentido amplio, es decir, como toda actividad humana encaminada a la producción de bienes o prestación de servicios. Sin embargo, tal derecho – como cualquier otro – debe ejerce dentro de los límites legales previamente establecidos.. Es necesario entonces que para que una persona pueda ser privada legalmente de su derecho al trabajo, debe existir un procedimiento previo en el cual el impetrante goce de una real oportunidad de defensa y la autoridad demandada tome una decisión en base a las razones justificativas que se presenten en el caso. Previo a efectuar pronunciamiento, esta Sala estima pertinente aclarar los términos en que habrá de entenderse la vulneración al derecho al trabajo alegado. Este Tribunal ha establecido en su jurisprudencia que en casos como el presente, el derecho al trabajo que se atribuye el demandante es más bien derecho a la estabilidad laboral, que implica el derecho de conservar un trabajo o empleo, independientemente que el empleado esté sujeto a la posibilidad de traslado o funciones de un cargo a otro. Por lo anterior, esta Sala aclara que aunque el demandante denomine la categoría jurídica material violentada como derecho al trabajo, éste debe entenderse como el derecho que tiene a la estabilidad laboral. A fin de establecer si el demandante es titular al derecho de estabilidad laboral, es pertinente retomar lo que jurisprudencialmente esta Sala ha entendido respecto de dicha categoría jurídica. Se ha sostenido que la estabilidad laboral implica el derecho de conservar un trabajo o empleo, independientemente que el empleado esté sujeto a la posibilidad de traslado. Asimismo se ha afirmado que dicha estabilidad debe ser inevitablemente relativa, en contraposición de una completa inamovilidad, quedándole únicamente el pleno derecho de conservar su cargo sin limitación de tiempo, siempre que concurran factores como los siguientes: que subsista el puesto de trabajo, que el empleado no pierda su capacidad física o mental para desempeñar el cargo, que el cargo se desempeñe con eficiencia, que no cometa falta grave que la ley considere como causal de despido, que subsista la institución para la cual se presta el servicio y que además, el puesto no sea de aquellos que requieran de particular confianza, ya sea personal o política. Antes de pronunciar el fallo, es oportuno aclarar que no vamos a analizar si es justa o injusta la remoción del señor. Carlos Roberto Alférez Salguero, ya que este punto no es objeto de conocimiento en sede constitucional, sino que debe ser tratado en sede ordinaria. VI- Aplicando los anteriores conceptos al presente amparo, es necesario examinar el Régimen Temporal Especial para la Remoción de miembros de la Policía Nacional Civil que incurran en conductas irregulares, contenido en el Decreto Legislativo número 101 del veintitrés de agosto de dos mil, que le fue aplicado al impetrante, a fin de establecer si en dicha aplicación se respetaron la presunción de inocencia y la seguridad jurídica de la parte actora. Por consiguiente, empezaremos por hacer algunas reflexiones sobre lo que esta Sala entiende por Seguridad Jurídica, para que a continuación examinemos el rol de las autoridades demandadas en el presente caso. El concepto de Seguridad Jurídica contenido en nuestra Constitución no es sólo el derecho que pueda tener una persona a que se le garantice estar libre de todo peligro daño o riesgo que ilegítimamente amenace sus derechos, sino también al analizarla como un concepto inmaterial, habrá que considerarla como la certeza del imperio de la ley, en el sentido de que el Estado protegerá los derechos de las personas tal y como la ley lo declara. Por lo tanto, desde la perspectiva del derecho constitucional, la seguridad jurídica es la condición resultante de la predeterminación hecha por el ordenamiento jurídico, de los ámbitos de licitud e ilicitud en la actuación de los individuos e implica una garantía para los derechos fundamentales de una persona y una limitación a la arbitrariedad del poder público, condiciones indispensables para la vigencia de un Estado Constitucional de Derecho. En conclusión, Seguridad Jurídica es la certeza que el particular posee que su situación jurídica no será modificada más que por procedimientos regulares y autoridades competentes, ambos establecidos previamente. Lo anterior tiene íntima relación con la presunción de inocencia, principio también conocido como indubio pro reo. Tal presunción consiste en un derecho fundamental que vincula a todos los jueces y tribunales para su protección efectiva, obligándolos a que todas las personas son consideradas inocentes en tanto no sean declaradas culpables. La presunción de inocencia constituye la primer y fundamental garantía que tanto la Constitución como las normas infraconstitucionales aseguran al ciudadano, y especialmente la obligación del Juez de respetar esa calidad al ciudadano que se le atribuye una conducta ilícita. Toda persona goza de la presunción de inocencia, la cual es válida hasta que existe sentencia condenatoria; en tal sentido, no es vulnerada dicha presunción simplemente por ser objeto de una investigación. En tanto que el imputado no sea declarado culpable en sentencia definitiva, será considerado inocente y su situación jurídica debe ser compatible con la etapa procesal en la que se encuentra el proceso seguido contra él. Corresponde ahora analizar el Decreto Legislativo l0l tantas veces citado, a fin de verificar si el Régimen Temporal en él contenido respeta el principio de inocencia. El mencionado Decreto declara de interés público la inmediata separación de miembros de la corporación policial no idóneos para el servicio, iniciándose el proceso de remoción en base a " indicios razonables de conductas irregulares". El Director General de la P.N.C. envía el expediente al Inspector General para que dictamine sobre la remoción del presunto infractor y con dicho dictamen se procede a la remoción del infractor, previo pago de una indemnización.. El concepto de "interés público" s mencionado en dicho decreto, se considera sinónimo con la expresión "orden público". Sobre el particular, Claro Solar expone lo siguiente: " la expresión" orden público", tiene, sin embargo, una acepción más amplia. Las leyes que miran al orden público, dice Domat son aquellas que se llaman las leyes del Estado, que reglan la manera como los príncipes soberanos son llamados al Gobierno, las que reglan las distinciones y las funciones de los cargos públicos; las que miran a la policía de la ciudad y a los demás reglamentos públicos". En esta acepción, orden público es sinónimo de interés público. Este es el sentido del principio del derecho romano "Privatorum conventio jure publico no derogat" en que las palabras jure público, derecho público no están tomadas en el sentido que se les da ahora de disposiciones que reglan la constitución y fijan las atribuciones de los poderes públicos, sino de lo que se refiere al bien público o de la comunidad, en oposición al interés privado". Tomando en cuenta lo anterior, es opinión de la Sala que el moderno Derecho Constitucional, por regla general, tiende a darle prioridad a los derechos fundamentales contenidos en la Constitución, aún en aquellos casos en que interviene el interés público. Uno de esos derechos prioritarios es la presunción de inocencia. En el presente caso las autoridades demandadas han aceptado que hubo anomalías en el proceso seguido contra la parte actora. Así, a folios 9, en la sentencia dictada por el Tribunal Especial de Apelaciones se dijo en alusión al Decreto 101 tantas veces citado, lo siguiente: "La posible vulneración de las etapas procesales que este decreto pueda causar, se ve compensada con la indemnización que se entrega al removido". Por su parte el Doctor Romeo Melara Granillo, Inspector General de la P.N.C., dice en su escrito de folios 44 y siguientes que la información contra el señor Alférez Salguero, acusado de recibir dinero por trámite en aduana, no se tiene documentada y se conoció de la misma por rumores de personas particulares, quienes por razones obvias prefieren quedar en el anonimato, imposibilitando la obtención de pruebas testimonial o escrita. Estos mismos conceptos aparecen repetidos en la lista de nombres de los agentes que está agregada a folios 93 del presente expediente, lista que incluye el nombre del impetrante. Ante tal circunstancia, este Tribunal considera que un procedimiento basado en rumores anónimos y sin ninguna prueba testimonial o escrita vulnera el principio de inocencia de los afectados y más bien los considera culpables mientras no se demuestre lo contrario, por todo lo cual procede amparar al impetrante en este caso. VII- Reconocida por este Tribunal la existencia de un agravio personal, la consecuencia natural y lógica es la de reparar el daño causado, restaurando las cosas al estado en que se encontraban antes de la ejecución del acto violatorio, restableciendo al perjudicado en el pleno uso y goce de sus derechos violados. El artículo 35 de la Ley de Procedimientos Constitucionales señala el efecto normal y principal de la sentencia estimatoria, cual es: el efecto restitutorio, el cual debe entenderse en forma amplia, es decir, atendiendo a la doble finalidad del amparo: en primer lugar, el restablecimiento del orden constitucional violado; y, en segundo lugar, la reparación del daño causado. En el presente caso el efecto restitutorio de la sentencia deberá ser que las cosas vuelvan al estado en que se encontraban antes del acto violatorio de las autoridades demandadas, es decir, tendrá que restituirse en su cargo al impetrante, debiéndosele seguir un proceso en el cual se respeten sus derechos constitucionales, con el fin de establecer si existió conducta irregular de su parte.. Por tales circunstancias, este Tribunal quiere dejar sentado que los efectos de la presente sentencia estimatoria, además de declarar la violación al principio de inocencia de la parte actora, queda expedita la posibilidad del impetrante para reclamar contra la autoridad demandada –si ese fuera el caso- y subsidiarimente contra el Estado, en virtud del artículo 245 de la Constitución, por la violación de los derechos enunciados anteriormente. VIII- Ahora bien, debe mencionarse que la responsabilidad de los funcionarios del Estado originada en los daños que causare el ejercicio de sus atribuciones es una de las grandes conquistas de la democracia, y de inexorable existencia en el Estado Constitucional de Derecho, pues significa la sujeción del poder público al imperio del Derecho. Dicho principio aparece consagrado en el articulo 245 de la Constitución, que dispone: " Los funcionarios públicos responderán personalmente y el Estado subsidiariamente, por los daños materiales o morales que causaren a consecuencia de la violación a los derechos consagrados en esta Constitución." Sin embargo, la responsabilidad directa que cabe al funcionario que ha emitido o ejecutado el acto violatorio de las disposiciones constitucionales, no puede estimarse sólo como una responsabilidad objetiva, esto es, no puede atenderse única y exclusivamente al daño producido, prescindiendo en absoluto de la conducta del funcionario; ya que si bien es cierto que la aceptación de un cargo público implica, por el solo hecho de aceptarlo, la obligación de desempeñarlo ajustado a las normas constitucionales –artículo 235 de la Constitución -, la presunción de capacidad y suficiencia que existe respecto de los funcionarios, no debe extremarse hasta el punto de no admitir errores excusables, por cuanto puede suceder que el funcionario no está incurriendo en responsabilidad, ya sea porque la ley secundaria no desarrolla la norma constitucional, porque la ley es contraria a la Constitución o porque aquella se presta a una falaz interpretación, en situación de apreciar por si la posibilidad de la violación constitucional. Lo anterior no significa una remisión de manera plena a la culpa subjetiva, es decir la actuación del funcionario con la intención de causar daño o error inexcusable; ya que tratándose de una responsabilidad que deriva exclusivamente de la ley, en principio se aduce la inexcusabilidad del error o ignorancia del funcionario. No obstante, como se ha referido en los párrafos anteriores, dicha responsabilidad debe apreciarse a partir de ciertos aspectos fácticos, como son: la extralimitación o cumplimiento irregular de las atribuciones, negligencia inexcusable, ausencia de potestad legal, malicia, previsibilidad del daño, anormalidad del perjuicio, o cualquier otro similar. Ello significa que el concepto de responsabilidad personal del funcionario no puede formarse sobre la base unilateral de la relación causa – efecto, pues ello conduciría a decisiones absurdas e injustas, como seria el caso de obligar a responder por daños y perjuicios al funcionario que procede con sujeción a una ley y en cumplimiento a sus disposiciones. Por consiguiente, el examen de la responsabilidad directa del funcionario debe realizarse teniendo en cuenta los aspectos de hecho ya relacionados, pero deberá procederse con más rigor cuando se trate de situaciones comunes o resueltas con anterioridad, pues siendo este Tribunal el que de modo definitivo desarrolla, amplía y llena el contenido de las disposiciones constitucionales, ninguna autoridad puede darle a éstas una interpretación diferente a la que da esta Sala, pues de hacerlo violaría la Constitución. Con fundamento en las anteriores consideraciones, la calidad subsidiaria de la responsabilidad estatal surge no sólo ante la ausencia o insuficiencia de bienes del funcionario, sino también cuando a éste no es dable imputársele culpa alguna. La responsabilidad del Estado, contraria a la del funcionario, deviene en objetiva, pues aquel no posee una voluntad única, consciente y libre, por lo que no puede actuar dolosa o culpablemente. En el presente caso han existido actos violatorios de las normas constitucionales al privar al demandante del amparo de sus derechos constitucionales; sin embargo, tal acto fue realizado por una posible interpretación del Decreto Legislativo 101 de fecha veintitrés de agosto de dos mil, es decir, en cumplimiento, aunque irreflexivo, de una disposición legal. Dicho de manera distinta, la autoridad responsable no actuó por error, pues ajustó su conducta a ley secundaria, aunque no a la normativa constitucional. Los criterios selectivos de interpretación forman parte del ordenamiento jurídico en general y en el caso subjúdice, las violaciones a la normativa constitucional se deben, ante todo, a lo defectuoso – entendida esta expresión como no ajustado a la Constitución- del contenido expreso de la disposición que sirvió de base para la resolución judicial impugnada en este proceso de amparo. Al no poder imputársele culpa alguna al funcionario demandado, la responsabilidad se desplaza al Estado. POR TANTO: A nombre de la República, en base a las razones expuestas y en aplicación de los artículos 32,33,34 y 35 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, esta Sala FALLA: a) Sobreséese a favor del señor Jefe de la División Regional de Occidente de la P.N.C. por tratarse de autoridad ejecutora en el presente caso; b) Declárase que ha lugar al amparo a favor de Carlos Roberto Alférez Salguero por violación al principio de inocencia contenido en la Constitución; c) Ordénase que vuelvan las cosas al estado en que se encontraban antes del acto violatorio de los derechos constitucionales del impetrante, entendiéndose por tal su reintegro como agente de la P.N.C en las mismas condiciones en que estaba anteriormente; d) Declárase que no procede el efecto restitutorio de la sentencia contra las autoridades demandadas, pero sí subsidiariamente contra el Estado; e) Notifíquese.---R. HERNANDEZ VALIENTE---MARIO SOLANO---J. ENRIQUE ACOSTA---PRONUNCIADO POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN---S. RIVAS AVENDAÑO---RUBRICADAS.