Si se tiene en cuenta el listado de operaciones intelectuales

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Licenciada Susana del Carmen Galbiati
UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CUYO SEDE SAN LUIS
Curso de Capacitación: ENSEÑANZA EN COMPETENCIAS
Documento de Trabajo N° 3: MOTIVACIÓN Y APRENDIZAJE AUTORREGULADO
Si se tiene en cuenta el listado de operaciones intelectuales mencionadas con
anterioridad, se puede afirmar que el desarrollo de cada una de ellas, va conduciendo al
alumnos a un aprendizaje autónomo, con un grado de independencia, que lo orienta a un
auto-aprendizaje, a un procurarse el aprendizaje por sí mismo, a la valoración del estudio
como base esencial del verdadero aprendizaje y como medio para salir de la mediocridad
para entrar al mundo de la excelencia y de la competitividad
Cuando se hace referencia al aprendizaje, se debe recordar, en primer lugar, que el
protagonista del mismo es el sujeto que aprende. La voluntariedad libre de la que se
habla al considerar a la educación desde la Filosofía, tiene que ver con la intencionalidad y
con el querer.
La motivación, en este aspecto, constituye un elemento fundamental a la hora de
enfrentar el desafío de aprender. Si se rescata el concepto de aprendizaje como la
posibilidad de apoderarse, espiritualmente, de algo, hacerlo parte de sí mismo y luego
poder transferirlo a situaciones nuevas, se puede observar que si no se cuenta con el
asentimiento de quien aprende, la enseñanza se dificulta en gran medida.
Por las razones expuestas con anterioridad, merece una especial referencia el tema
de la motivación, para luego introducirse al tema del “aprendizaje auto-regulado”
 Motivación
En términos generales, es posible definir a la motivación, en una primera
aproximación, como “estado consistente en sentirse impulsado, en el que se manifiestan
motivos que tienen por objeto la reducción de una tensión causada por la necesidad”.
Cada estudiante posee un horizonte de motivación, condicionado por la madurez,
el nivel de aspiraciones y el campo de percepción dado. La madurez permite establecer la
relación entre aprendizaje y disposiciones, aprendizaje e intereses y campos de
aprendizaje y nivel de madurez. Así como el alumno no aprende sin motivación, no hay
aprendizaje sin la condición básica de la maduración.
La importancia de la motivación en el proceso de aprender se hace más evidente si
se tiene en cuenta que la perseverancia en el esfuerzo depende de ella; esto significa
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que, cuando aumenta la intensidad de los motivos (intereses, necesidades, etc.), se
acrecienta proporcionalmente el esfuerzo voluntario.
Motivos e incentivos
Motivación y motivo son términos estrechamente ligados. Estas palabras derivan
del verbo latino movere que significa “moverse”, “poner en movimiento”, “estar listo para
la acción”.
“Estar listo para…”: quiere decir aquí que hay factores que impulsan o movilizan al
sujeto para realizar un determinado aprendizaje. Desde factores hereditarios, necesidades
biológicas y psicológicas fundamentales, hasta motivos condicionados por la sociedad o
deseos absolutamente personales, todo ello puede actuar como motivo del aprendizaje.
Los motivos inician, vigorizan, dirigen y regulan las actividades del individuo,
constituyendo los factores que determinan la selección y confirmación de las respuestas
que estas dan a las situaciones.
“Un motivo, dice Hilgard, es algo que incita al organismo a la acción, o que sostiene
o que da dirección a la acción una vez que el organismo ha sido excitado. Es así que los
motivos tienen a la vez, un aspecto activante o energético y un aspecto directivo”.
Una vez definido el significado de “motivo”, cabe definir a la motivación como el
conjunto de procesos implicados en la activación, dirección y persistencia de la conducta,
que se presentan como ensayo mental preparatorio de una acción para animarse a
ejecutarla con interés y diligencia, enfatizando que la motivación se entiende como un
proceso psicológico, no meramente cognitivo, sino también afectivo-emocional, que
determina la planificación y la actuación del sujeto. Además, solo se puede aplicar con
propiedad el concepto de motivación cuando se hace referencia al comportamiento
humano que tiene algún grado de voluntariedad, el que se dirige hacia un propósito
personal más o menos internalizado.
Conviene remarcar la idea de que se habla de un proceso psicológico dinámico que
lo conforman una serie de estados o fases de carácter cíclico que están en continuo flujo,
en crecimiento o en declive. Se incluyen en el proceso motivacional todos los factores
cognitivos y afectivos que influyen en la elección, iniciación, dirección, magnitud y calidad
de una acción que persigue alcanzar un fin determinado.
El dinamismo motivacional está regulado y graduado por tres dimensiones:
1. Aproximación – evitación: el propósito o la meta es algo querido o evitado. Por
ejemplo, el miedo al fracaso y la búsqueda de éxito son dos polos de un continuo
de motivación hacia el logro.
2. Autorregulada (intrínseca) – Regulada (extrínseca): una acción puede surgir de
intereses o necesidades personales de cada individuo o puede estar graduada por
los dictados de la situación en la que se encuentra el sujeto.
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3. Profundo (implícito) – Superficial (autoatribuido): según se trate de un proceso
amplio, de una tendencia general básica, muchas veces no consciente o se trate de
un planteamiento consciente de intereses concretos.
Motivación y aprendizaje
Una vez tratada la motivación en sus generalidades, es conveniente destacar las
relaciones entre motivación y aprendizaje.
Los profesores saben, por experiencia que los alumnos, en la actualidad, no
siempre tienen motivos para realizar los aprendizajes en la educación formal. A menudo
se los ve absorbidos por múltiples intereses que no se relacionan con los aprendizajes
institucionalizados.
Crear motivos para aprender: crear motivos para sostener al alumno en una tarea
que requiere esfuerzo, es una tarea que implica un problema para las instituciones
educativas, especialmente porque los grupos de alumnos son heterogéneos.
Se pueden individualizar tres grupos de alumnos:
a) Alumnos que tienen metas o propósitos personales definidos: saben que para llegar
a esas metas más lejanas, por ejemplo ocupar un lugar desde lo profesional en el
medio, deben superar las barreras que el estudio puede ofrecerles.
Cuando la meta final es estimada como muy valiosa y los obstáculos son
superables, o cuando el alumno posee una fuerte voluntad, estará fuertemente
motivado. Si las clases le desagradan, no obstante será capaz de tender y
esforzarse, porque la meta última da sentido a su situación presente.
b) Alumnos que no tienen metas o propósitos personales definidos: comprenden que
el estudio es importante para ascender en la sociedad, pero no se sienten
totalmente comprometidos con él. Sin embargo, si tienen ciertas aptitudes, no les
cuesta superar las exigencias del estudio. A estos se los considera medianamente
motivados.
c) Alumnos que asisten por obligación: No tienen metas definidas, poseen tal vez
aptitudes e intereses pero no los que el estudio requiere. ¿Para qué – se preguntan
– necesitan estudiar? No ven el sentido de lo que hacen. No tienen,
aparentemente, ningún interés, necesidad o impulso que los mueva a estudiar.
Estos son los alumnos que no tienen motivos para aprender.
En el primer caso serán pocas las ocasiones en las que se los deberá estimular. Sin
embargo pueden necesitar apoyo, una palabra de aliento, una variación en los temas o
actividades para no aburrirse.
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En el segundo caso, la acción ejercida desde afuera tendrá que ser más frecuente y
más profunda. El alumno deberá lograr propósitos definidos con intereses vocacionales y
profesionales definidos.
En el tercer caso, habrá que procurar la creación de motivos que no existen. Ello
puede llegar a ser posible valiéndose de las necesidades e intereses existentes en el
alumno. Pero la tarea no resulta fácil. No hay que olvidar que el alumno aporta a la
situación de aprendizaje, disposiciones motivacionales o características persistentes y
motivos que surgen de sus interacciones internas y externas.
En la actualidad, al hacer referencia a la motivación del aprendizaje, es frecuente
hablar de necesidades, deseos, impulsos, intereses e incentivos:
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Necesidad: implica la carencia de algo que es útil o querido;
Deseo: es necesitar o aspirar con conocimiento poseer aquello que se ambiciona;
Impulsos y urgencias: son fuerzas que impulsan hacia la acción;
Interés: son aquellos factores interiores que provocan su atracción o rechazo por
distintas cosas, personas o actividades del contexto en el que la persona está
inmerso. El concepto de interés es principalmente emocional, ya que, una persona
se enfoca o elige frente a alternativas igualmente accesibles, en la medida que
barreras ambientales no afecten su elección.
 Incentivo: es el factor determinante que estimula un impulso. Son aquellos
elementos establecidos por el docente con un propósito definido para estimular
los motivos de los alumnos en lo que respecta a actividades áulicas propuestas.
Si se hace referencia a la motivación, específicamente, se puede decir que es un
estado interior de las personas, pero que pueden tener un origen intrínseco como la
necesidad, el deseo, el impulso, el interés y las urgencias, o pueden tener su origen
extrínseco como el incentivo, que viene desde fuera y despierta y moviliza la dinámica
motivacional interna. Es en esta última esfera en la que el docente tiene su incidencia en
los alumnos. Los incentivos que podrán ser propuestos como objetivos o metas cuando
satisfagan una necesidad real, o incentivos extrínsecos en forma de premios, elogios,
palabras de aliento, entre otros. En este último caso, puede que el alumno realice la
actividad propuesta, no porque le proporcione placer sino por no perder la estimación o
desafiar a sí mismo, al profesor o a las demás personas en general.
Para que un incentivo sea realmente eficaz, tiene que relacionarse de una u otra
forma, con motivos reales del individuo.
Retomando los tipos de alumnos mencionados con anterioridad:
a) Alumnos motivados: es conveniente que el profesor maneje en forma adecuada
los incentivos, pues puede contribuir a que se produzcan efectos contrarios:
desatenciones, aburrimiento, faltas esporádicas de la disposición a aprender.
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b) Alumnos medianamente motivados: es probable que el docente tenga que recurrir
a incentivos extrínsecos a las actividades en sí.
c) Alumnos carentes de motivos para aprender: el profesor debe ayudar a favorecer
la aparición de esos motivos. ¿Cómo?, descubriendo las disposiciones
motivacionales permanentes de los alumnos. Apelando a ellas tiene que hallar sus
necesidades, intereses, urgencias o deseos.
Hay que recordar que ningún incentivo será eficaz si no se relaciona de algún modo
con los motivos del alumno, ya que, de lo contrario, le parecerán tareas no satisfactorias,
la atención y el aprendizaje serán forzados y el papel de los incentivos artificiales mucho
mayor.
 Aprendizaje autónomo o autorregulado
El aprendizaje autónomo, es aquél en el que el sujeto que aprende inicia una
búsqueda personal de información, saberes y conocimientos, según sus propios intereses
y motivaciones. Si bien los problemas motivacionales no están directamente relacionados
con el procesamiento de los contenidos, sin embargo, una gestión adecuada de la propia
motivación puede llegar a crea escenarios favorables haciendo más fácil la labor cognitiva
a la que se asocia el estudio y el aprendizaje.
Es así que el aprendizaje autónomo o autorregulado implica un proceso personal
de construcción del conocimiento y es allí donde se da el cambio de paradigma en la
concepción del aprendizaje. Del aprendizaje como adquisición de respuestas
(conductismo), al aprendizaje como adquisición de conocimientos y, en la tendencia actual
se puede llamar al aprendizaje como construcción del conocimiento. En este último, quien
aprende selecciona activamente la información que recibe, y construyendo nuevo
conocimiento, en función de lo que ya sabe, se convierte en el agente fundamental del
aprendizaje.
Este modelo de construcción del conocimiento, considera a la memoria, como algo
muy importante dentro de lo que es la teoría del procesamiento de la información. Se
pueden diferenciar tres tipos de memoria: la memoria sensorial, la memoria a corto plazo
y la memoria a largo plazo.
La memoria sensorial, sería la encargada de la recepción de la información
proveniente de los órganos sensitivos información que se sostiene para su potencial
procesamiento, escasas décimas de segundo.
La memoria a corto plazo se contempla como posibilidad limitada de
almacenamiento, que permite mantener algo más de tiempo la información recibida, no
desechando lo de la memoria sensitiva. Es estática y no llega al dinamismo pleno que
implican los procesos de un alto grado de aprendizaje, en los que la posibilidad de la
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trasferencia de lo aprendido, enmarca la concepción esencial de la adquisición y
modificación interna de las potencias racionales.
La memoria a largo plazo se concibe como capacidad y duración temporal ilimitada
en la que la información permanece organizada, lista para ser aplicada en el momento en
que se requiera. Es allí donde intervienen principios del aprendizaje como: realismo,
experiencia, actividad, fijación, totalidad y motivación, especialmente.
El aprendizaje alcanzado, asentado en las bases de los conocimientos y
experiencias anteriores, alcanzará más poder significativo, cuanto más sean las relaciones
que se establezcan entre el nuevo conocimiento que se enseña y los conocimientos
previos del sujeto que aprende, despertando una actitud positiva frente al aprendizaje, el
que será significativo en la medida que se den dos factores: la naturaleza del contenido a
aprender y la estructura cognitiva del alumno.
En aras de este propósito, se conceptualizan y diferencian las estrategias
metacognitivas, que promoverán el control sobre el propio aprendizaje, permitiendo
planificar el proceso de aprendizaje, activar el procedimiento episódico, recibir y
suministrar información, coordinar estrategias de tratamiento de la información, tomar
decisiones respecto de la selección del material y evaluar los resultados obtenidos.
Así concebido el aprendizaje, implica, como fundamento:
 desarrollar un aprendizaje basado en problemas:
"El aprendizaje basado en problemas es una orientación que exige a los
estudiantes resolver cooperativamente un problema genuino, de la "vida real" a
partir de la indagación y el pensamiento reflexivo. Los docentes facilitan este
proceso poniendo a prueba, cuestionando y desafiando creativamente a sus
estudiantes para lograr niveles más elevados de comprensión. El aprendiza basado
en problemas, como organizador del currículo y como estrategia de enseñanza
abre un espacio para la construcción del conocimiento basado en el desarrollo de
las disciplinas de manera integrada y relacionada con la vida cotidiana".
“La solución de problemas supone necesariamente un enfoque de proyectos, ya
que aprendizaje orientado a proyectos, (al igual que el aprendizaje por problemas)
es un enfoque educativo orientado al aprendizaje en el que cobra especial
relevancia el proceso investigador en torno a un tópico propuesto por los alumnos,
el profesor o conjuntamente por ambos, con la finalidad de resolver problemas a
partir de soluciones abiertas que permitan la generación de nuevo conocimiento.
Este enfoque, conocido también como aprendizaje basado en proyectos,
representa una forma de trabajo autónoma, en la que, estudiantes construyen su
propio conocimiento y generan productos o servicios reales”.
 Implementar la técnica de análisis de casos como estrategia de enseñanza –
aprendizaje.
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