“José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa” Mt 1, 18

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“José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa”
Mt 1, 18-24
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
LECTIO DIVINA
Mirar al mundo con los ojos de Dios y amar lo que vemos con el corazón
de Dios, alejarnos paulatinamente de nuestros propios esquemas y
abrirnos a lo que Dios nos quiere decir.
Éste fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida
con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por
obra del Espíritu Santo.
La introducción del evangelio según Mateo, no relata como los antepasados de
José han sido importantes personajes en la historia del nacimiento de Jesús,
como del mismo modo como muchos de ellos fueron determinante la mediación
del Señor. Al final de la lista, Mateo ubica a José, como esposo de María, de la
cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del
Espíritu Santo. El no tuvo ninguna presencia, sino exclusivamente cercanía en
este acontecimiento de la encarnación. También José recibió este anuncio;
Mientras pensaba en esto, el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:
“José, hijo de David, no temas recibir a María. José fue fructificando en la fe y la
comprensión del nacimiento de Jesús, fecundado en María, por el Espíritu Santo.
José, colaboró con la Palabra divina, obediente, silencioso, y sin dejar de ser
activo.
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla
públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Cuando José descubre la concepción virginal milagrosa de Jesús, María estaba
sólo desposada con José, es decir aún no era su verdadera esposa. Nos damos
cuenta por las lecturas evangélicas que antes de que José llevase a María a su
casa — el matrimonio se solía celebrar al año siguiente del desposorio —, antes
de que conviviesen, en cuyo acto consistía el acto jurídico matrimonial, se halló
que María había concebido por obra del Espíritu Santo. Este hecho produjo un
desconcierto en José, pues su desposorio era ya un cuasi-contrato formal de
matrimonio. Seguramente José se pregunto ¿Qué hacer?
Podría denunciarla ante un tribunal para que anulase “legalmente” el desposorio;
retenerla, celebrando el matrimonio y llevarla a su casa; repudiarla, bien en
público, excusándola y sin pedir castigo, o privadamente, mediante “libelo de
repudio” ante dos testigos y sin alegar motivo. Y por fin, dejarla ocultamente
marchándose de Nazaret y dejando que las cosas se olviden.
Pero José es un hombre justo, es decir, porque era recto en su conducta ante
Dios y ante los nombres — aunque en este término caben muchos matices —,
determina “repudiarla en secreto,” darle el libelo de repudio secretamente y sin
fecha para que ella pudiese salvar mejor su honor. Pero José ante los hechos
confía y cree en el honor de María; si no, él hubiese obrado de otra manera.
Así fue como José se llevó a María a su casa y con ella viajó a Belén. Talvez por
un sentido de honor, socialmente redundante en su Hijo, se puede pensar que a
esa altura el matrimonio con Maria, jurídicamente, ya se hubiese celebrado. Es
de este modo como José no solo recibe a María por esposa, llevándola
oficialmente a su casa, además, acepta la paternidad legal de Jesús.
“La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de
Emanuel”, que traducido significa: “Dios con nosotros.
Cuanta veces oímos como parte de nuestras celebraciones: “El Señor esta con
ustedes” Dios está con nosotros. Me he preguntado muchas veces, ¿me doy
cuenta de lo que esto significa? El esta conmigo y estará hasta el final de los
tiempos. Jesús, es todo cuanto necesito, el que nos trae la alegría de ser hijos
de Dios: “Os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo” (Lc 2,10)
De Corazón
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