./ % MADRID Nl1MER0 18-52 ti SEPTIEMBRE 1952 CUIDADOS A LOS TERNEROS Y POTROS RECIEN NACIDOS Por el Dr. FELIX PEREZ Y PEREZ Profasor de Obsietricía en la Facalted de Veterinarfa de Madrid CUIDADOS A LOS TERNEROS Y POTROS RECIEN NACIDOS El hecho de que, en no pocas ocasiones, los recién nacidos terneros, potrillos, muletos, etc., salgan airosos de todas las circunstancias desfavorables que les rodean a su llegada al mundo no nos autoriza, en modo algunó, a desentendernos ante tan peligroso trance de la vida de los animales, por ser precisamente el momento en que aquéllos más necesitan. de la ayuda del hombre. Lo ideal sería que, en tales circunstancias, se encontrase siempre presente el Veterinario a fin de que, con los eficaces medios de que hoy disponemos, pudiera resolver cuantas contingencias, significasen un peligro para aquéllos. Pero con suma frecuencia las cosas no ocurren así, y de aquí el elevado nízmero de pérdidas "post partum" que todavía se presentan, con la consiguiente repercusión en las explotaciones de las mencionadas especies domésticas. A resolver este problema están, en parte, llamados los ganaderos, ya que con la aplicación de los más elementales principios de la "Higiene del recién nacido" podrían resolver buen número de casos y, con ello, conseguir un interesante beneficio para sí mismos y, a la vez, para 1a ganadería nacional. Quisiéramos dejar para otro tema el estudio de Ias normas que rigen la actitud que el ganadero debe adoptar ante las hembras en parta; pero, no obstante, indicaremos algo sobre la fase final del parto en las grandes especies. Nacimiento y cuidados al ternero. El parto de la vaca-lo mismo qtie el de la yegua-se. desencadena de una manera rápida e involuntaria. Sin embargo, la evolución o curso del mismo es bien diferente en tn^a y otra especie. ^n la vaca, ttna vez que el feto ha encajado en el conducto obstétrico, el parto evoluciona lentamente. La madre, a veces, se tumba ; otras, se levanta, aun cuando parte de la cabeza y extremidades del f^^to sean visibles a través de la vulva. Este hecho nunca debe de^ preocupar al ganadero, al que, a lo sumo, aconsejamos permanezca alejado cle la parturiente, por lo menos, de qt:ince a veinte minutos, para, solamente en el caso cle que el parto todavía no haya finaIizado, aplicar cuanto indicaremos al hablar de la "Higiene del parto". De tal forma que no debe perderse la paciencia ante una vaca que pare, m^xime cuando a través de la vulva vemos las extremidades anteriores extendidas junto a la cabeza, y ni siquiera cuando, tratándose de una presentación posterior, veamos las extremidades correspondientes bien situadas. El ternero cuenta con medios suficientes para defenclerse en tales circur.stancias ante el peligro de asfixia que, al parecer, l^e amenaza, y una intervención precipitada, con el noble fin de salvarle, podría determinar complicaciones serias en el parto. Rara vez el ternero, fuera del claustro materno, queda envuelto en la serie de rnembranas (anejos fetales) que le rodean, siendo m^ls f.recuente quede libre de dichas envolturas, que permanecen fijas y colganclo a través cle la vulva, y a las cuales solamente está unicío por el cordón umbilical. I,a rotura tlel cordón separa, por tanto, al nttevo ser de la madre, constittryendo e^ punto final del parto. CC^RTI; Y LTGADURA DEL CORDÚN UMB1L[CAI,. La ligadura del referido cordón la debe realizar el ganadero, sin esperar a que la maclre, al levantarse o al moverse, iraccione violentamente terminando por desgarrarle. En este caso, el cordc'>n se rompe por el sitio más clébil ( junto a.la piel del abdotnen), que no es precisamente el punto más conveniente por dondc se debe cortar. 1'ara evitar esto se debe tener preparados de anten^ano una tijera y un cordonete, el cual puede ser de cualquier natttraleza, con tal de que esté perfectamente limpio, ^ervido, o al menos bien empapado en alcohol, antes de su emplea. Con un golpe de tijera se corta el cordón umbilical a unos diez centímetros de la piel; en este momento sale abundantc sangre oscura, que no debe preocupar. A continuación, con la mano derecha, previamente lavacla con alcohol de g6 grados, cogemos el muñón resultante y 1^ comprimimos de arriba abajo, entre los dedos pulgar e íudice, a fir1 de escurrir los líquidos en él detenidos. In- ;^^^n,t^ I'reseitirtciún uormal ^le un teruero, cott ]as patas delanteras exteudiclas juntu a la cabeza. (De F. Arot.Li^Nto.) medi^ttalilente se practicará la ligadura con el cordoncte ya l;reparado, con lo que la hemorragia cesa definitivamente. Convieue empapar todo el cordón en akohol de g6 grados, ya que a la acción antiséptica d^e éste se suma su acción clesecante, merced a la cual apax-ece pronto plegado, áspero, rugoso y, por tanto, en inmejorables condiciones contra el peligro de la irrfección. l^n días sucesivos s^e volverá a lavar cou alcohol, durante dos o tres veces al día, hasta que aquél presente las concliciones cltte ;:^cabamos de señalar. Esta práctica es importantísima para la salucl del recién nacido, pues debenlos tener en cuent^_t que la mayor parte d^ las enfermedades que comprometen seriament^e la vida del ternero-diarreas, fiebre, -5ln{^aT11aClOn de IaS extremldadeS ^^iOllCG1'fY'Lt2S^, etC.-S^1n de- bidas a las iniecciones umbilicales, al no aplicar una desinfección adecuada inmediatamente del nacimiento, o a olviclarse de ellas en días sucesivos. L.S MUY 1MPORTANT^ VIGILAR LA RLSPIKAC[óN. Ante toclo, inmecliatatuente nos l^etnos de acercar al recién nacido, vigilaudo stt respiración, _ya que, una vez cortado el cordón umbilical, si el feto no respira, el peligro cíe muerte es inminente. Como norma se introducirán los dedos h^^r las aherturas nasales ( ollares), l^ara limhiar los exudacl^^^s mucosos r^ue suelen allí entorl^^ecer la respiración, al n^i^m^ tic:mpo que con ello se desencaderla el reflejo respirat^^ri^^. I„t misma maniobra se repetirá en la boca, tirando ^^taveutente cle l^t lengua v^impiando a continuación el hocicu. I?s cc^nveniente sacar al ternero del establo, para dejarl^^ en tui l^atio u otro local de temperatura en todos los casos infcrior a la de aquél, ya que con este cambio térmico brusa^ sc beneñcia el desencadenamiento de la primera respiración cle tipo reflejo. Si, a pesar de esto, aquélla no se cstablece y rl feto no diera claras señales de vida, recomendamos colocarlc de tal forma que la cabeza qttede más baja que el cuerp^, el cual se colocará elevado mediante un saco de paja o una mesa; en fin, algo que forme ttn plano inclinado. 111 rrtismo tiempo se abanicará ftiertemente el hocico, se csparcirá una ligera lluvia de ágtta sobre la cara, La respiración artificial, aunque sólo sea e.n su forma más ele^nental, es ac^msejable también para ser practicada por el ganaclero. I'ara ello, colocando al paciente en decítbito supino (con las extremidades hacia arriba), se comprimen rítmicamente ccm ambas manos los planos costales hlcia abajo, al misma tic^mpo que, suavemetite, se tira cle la lengtta. En todos estos casos se ha de hacer lo posible por requerir la asistencia del Veterinario, puesto que es el ítnico capacitado para obtener el máximo rendimiento de las técnicas ^xpuestas y capaz a su vez de emplear otros medios de ma- vor eficacia, medios qu^e, por st: complejidad, solamente están a su alcance. CONVIENE TAMBIÉN SECAR LA PIEL. No cs ntmca operación imprescindible, pero sí conve^;iente, el limpiar la piel de una sustancia mucosa (suavc, pegajosa) que la recubre totalmente, aglutinando los pelos. ^e trata de ttn producto de las glándulas sebáceas de. la piel, c^ue desempeña una misión importante en el act^o tnecánico clcl parto, al actuar como lubricante. Si aquélla no se limpia, al cabo de poco tiempo se endttrecc, que^dando ^el pelo fuertemente pegado a ella y adquir^ienclo un aspecto rizado y sucio. Más adelante aqttella sustancia, totalmente desecada, se tra^^sforma en un polvo amarillento, que mancha e} pelo y que es magnífico reclamo para las m^^scas, las cuales acuden, molestando al ternero, creanclo aclerná^ unas condiciones francamente propensas a la in1-ección. T,a linlpieza de la referida sustancia deberá bacersc: lo <lntes pc^sible; para ello se pasa un trapo seco sobrc la piel, ^.^ se fricciona aquélla con paja. En íl}timo término s^e coloca el ternero junto a la madre, con el fin de que ésta pueda limpiarle cou su lengua, cosa que realiza con fruición, y qtte, de no ser así, puede estimularse espolvoreando sobre la piel de aquél azítcar, sal, sa}vado, etc. La fricción seca es, sin ducía, la técnica más adecuada, ya que-aparte de ser la más indicada para el fin que se persigue-significa un estímulo que excita la circulación periférica, eleva la temperatura de la piel y acelera la evaporación, quedando aquélla seca, limpia y brillante. iiAY QUE HACERLE TOMAR CALOSTRO. Debe desterrarse la antigua costumbre existente entre los ganaderos de mantener a dieta a los terneros durante un período más o menos largo después del nacimiento, así como la de administrarles agua ^'ervida, leche caliente de otras vacas, etc. °7- Se ha de tener en cuenta que el recién nacido, para alcanzar la nurm^^llidad del aparato digestivo, tiene que eliminar tina serie de elementos en él acumulados durante la vida intrauterina, que, en suma, llegan a con^tituir una masa amarilla, hasto^a, eshesa, viscosa, que obra a manera de tapón (^rrr^^^>u^in). I'ara ello es necesario ni más ni menos que la ^r<l^ninistraci^^n de un purgante. C'c^mo claramente indiea el ^ulíciCanic^itc, al lcrncrito sc le va habituaudo a comer. de F. Pnr,i^'zr.) (Il vit^llistio, cuadro cuadr^^ c^ue a^iriél presenta: dorso ar^.luead^^, cola levantada, iiares tensos y realizando intens^^^s esfuerzos para la defecaci^^n. Este estado, de consecuencias a^^eces desastrusas, se evita preocupándose de que el ternero mame lo antes posible, ^^unctue sólo sea una pequeña cantidad de c^alostro (producto clel ordeño de la recién parida). Gencralmente, en las vacas <leclicadas a la producción láctea no es aconsejable que los terncros mamen, por lo cual se ordeña primero y se da al icrnero cle un liti-o a un litro y medio de calostro. I^l efecto laaante no tarda en presentarse, no imp^ortando a, c^ntinuación mantenerlos a dieta durante seis a oeho h^^ras, volviendo luego a suministrarles leche (producto del -8- ordetio de la madre), así como en los tres o cuatro días siguientes al parto; a partir de esa fecha, y en condi ^iones normales7 se les puede administrar la cantidad correspondiente de leche procedente de otra vaca, etc., en la progresiva cttantía siguicnte : i." semana .................. a." semana .................. 3.° semana .................. q." semana .................. Dos a seis ]itros de leche al día. Ocho a diez litros de leche al día. Doce litros dc lechc al día. Catorce litros cíe leche al día. ^listrihttídos en cinco tom^as^durante la primera semana y en cuatro en lo sucesivo. ^ y 1rNSE\':1RLT: A MAM^AR. Cuando el ternero está sano no existe ninguna dificultad para hacerle aprender a mamar del pezóli de la madre, o heber en un cubo el producto del ordeño. Por instinto, en el primer caso, aquél se dirige a la región mamaria de la m^idre, y solamente es necesario ordeñar ligeramente a aquélla, con el fin de que el pezón se encu^entre suave, men^s tenso y volttminos^^. Basta entonces coti diri^-irle hacia la boca del ternero para cltte éste lo tome. 1?n este momento es conveniente. qtte un ayudante sostenga a aquél por stt tercio posterior, para evitar que se caiga o se eche hacia atrás. A la succión de la leche en un cubo o en otro recipiente se les acostumbra introduciendo en la boca los dedos índice v ntedio a manera cle pezón, mientras a ^}uélla queda baliada por la leche a tomar ; de tal forma que, a medida que el ternero succiona, se van separando progresivamente los dedos,^con lo cttal entre ellos pasa una corriente d^ calostros, que de esta fc^rma podemos re^ular çle acuerclo con la capacidad de deglución del animal. Más adelante no es necesaria la avttcla dr la man^^ para due aquél tome per.f.ectamente la leche de una n^tanera rápida, más limpia y menos expuesta a la ingestión de aire; por lo que, tan pronto se ptteda, habrá de suprimirse el empleo de la mano. ..^. ^, _^ Nacimiento del potro y cui,dados sucesivos. I^l parto de la yegua tiene lugar con más rapidez que en vaca, hasta el punto de que el período de expulsión no la dura nacla más que un cuarto de hora, por lo general. Por otra parte, el feto no está tan protegido frente a la asfixia cumo el ternero. En la yegua, por su especial tipo de placentación (epitelio corial)-unión por contacto entre madre y feto--, las contracciones del parto p^ueden separar ambas placentas, con 1o cual el nuevo ser qtteda aisla,do cle la madre, ciebiendo comenzar a vivir por sus propios medios cuan^do i c^clavía se encuentra en el claustro materno y, por tanto, eii c^^ndiciones poco propicias. La suma cle estos hechos hac^ clue, clurante el parto de estas hen7bras, aconsejemos al ganaclero mucha n,ás vigilancia, requiriend^ al Veterinario tan pronto como sospeche algo anormal en la duración del tienr po de expulsi^m, etc., ya que, de la centrario, en la mayoría de ]os cas^s se paede contar cc^n el nacimiento de productc^ Illll('.1-t0. Tan pronto se ven por la abertura vt^lvar las extremidades anteriores y el hoci^co, cubiertos por ana envoltura blanquecina translílcida, es de aconsejar la rotura de ésta, bien con instrumento cortante (tijera) o por la acción opuesta de fuerzas de <.imbas n7anos, procuran:do en toda intervención de este tipo hacerlo con la máxima limpieza y desinf.ección, al menos de las I77a110S, con alcohol de g6 grados. A1 romper la indicada bolsa sale una pequeña cantidad cle líquido amarillento-oscuro (líquidn umniótico); de esta foriiia quedan los órganos fuera de la vulva, totalmente al descubierto, bai7ados por un líquido viscoso y suave. lnmediatamente se limpian los orificios nasales, introduciendo en ellos los dedos, y repitiendo la operación en la hoca, a fin cle excitar y facilitar la respiración, de tal forma ciue acluél pueda vivir hasta la termii^ación del parto, dandci tiempo, en otros cas^os, a que ^ llegtie el clínico ^a resolver el prc^b^lenla distócico, si existiera. No es raro encontrar en el establo, junto a la madre, al recién nacido envuelto en sus memhranas ; este fenómeno está relacionado con la IaYitud, de qu° antes hablábamos, de la unión feto-inaternal. Este hecho no acarrea, por lo general, trastornos para la madre; gero puede, por el contrario, ser un grave peligro para el feto. En ese caso, aconsejamos se rompan inmediatamente las envolturas, descubriencio la cabeza para limpiar los orificios nasales y evitar la asfixia. CORDÓN UNIBILICAL. Es necesaria, lo misino que en el ternero, la sección del cordón umbilical, que habrá de hacerse con arreglo a las mismas técnic^s y normas descritas para el ternero. En éstos es conveniente dejar salga, a través del cordón seccionado, una cierta cantidad de sangre, escurriendo fuertemente el muñón para que salgan los exudados ; ligar a oontinuación fuertemente; el desprendimiento de la ligadura, especialmente si se trata de un muleto, puede dar lugar a hemorragias que, al persistir, ponen en grave peligro la vicla clel animal. . El muñón ligado se lavará con alco,hol durante tres o más veces al día; en caso de apreciarse inflamación, reblandecimiento, etc., deberá requerirse la visita del Veterinario. Cuando el cordón se rompe en su nacimiento, al caer violentamente el feto (parto de pie), o al levantarse rápidamente la madre, se ^cohibirá 1a hen-iorragia introduciendo rápidamente a través de la herida una pelota de algodón envuelta en una gasa, que se mantenclrá con cierta presión, o bien atada, por medio de una cinta, a la región lumbar. Una ve-r_ terminada la salida de sangre, se coleca una gasa empapada en alcohol, dejándola sujeta como acabamos de indicar. Este mismo apósito se puede emplear también para proteger el córdón umbilical ligado. Es conveniente vigilar la herida, la cual ofrece más peligro que la misma li^-adura. ^^ rSPIRACI ON. Cuando el parto se prolong-a, o el feto nace cubierto por las envolturas, no es raro encot ^trarle en un estado de muerte aparente; es tlecir, con la misma expresión que si estuvie- - II - ra mtterto. Sin embargo, aconsejamos se tome mucho cuidado en estos easos, ya que, si escuchamos atentamente en los planos cost:ales (izquierdo), ^IOS encontramos muchas veces con que el corazón todavía funciona, lo que indica que aquél no está ciertamente mtterto y, por tanto, es posible su sal^•ación. Para ello se pondrá en práctica cuanto se dijo para el ternero, mientras que, con la mayor urgencia, se llama al Veterinario. La limpieza de la piel es conveniente por las mismas razones que en el terneru, si bien la materia mucosa que recubre a los potros no es tan abtmdante como en aquél. PRIMERA LACTACIÓN. Interesa, en general, que el potrillo, muleto o buche tomen cuanto antes el calostro de ía madre, ya que en los équido^ recién nacidos el contenicio intestinal es más espeso, adhesivo y tenaz que en el ternero. Tal hecho es causa de cólicos y timpanizaciones de fatales consecu^ncias ; por esta razón, tan pronto como aquéllos sean capaces de tenerse en pie, se les debe acercar a la región mamaria, ayudándoles a la toma del pezón como al ternero. Teniendo en cuenta la gran altura de las extremidades de los potros, es necesario sujetarles el tercio posterior, para prestarles súlido apoyo y evitarles la marcada tendencia que, por este motivo, tienen a recular. La longitud de la cabeza obliga a que tengan que estar un poco agachados del tercio anterior, resultando más fácil la toma del pezón opuesto. Solamente cuando se trata de yegtfas preñadas por garañón y de las que se tengan noticias ea el sentido de que den lugar a muletos "sanguinos" (hernoqlobinuri^a) deberá impedirse mamen hasta que no sean visitados por el Veterinario. Como norma, en este sentido, deberán observarse las características objetivas de la orina del recién nacido, máxime cuando la micción tiene lugar momentos después de mantenerse en pie. I.os muletos que padecen la enfermedad e» cuestión suelen nacer enérgicos, briosos ; su piel desprende vapores, se seca pronto, las mucosas están enrojecidas con - I2 - tono amarillento, etc. ; maman pronto, la orina es sanguinolenta, y a continuación comienzan a entristecerse, terminando, por lo general, fatalmente. En algunos casos, y debido frecuentemente a la no expulsión del coritenido intestinal (oneconzo), aparecen dolores más o menos manifiestos; aconsejamos, en principio, se aplique cálor a las paredes abdominales, h^lsta la llegada del Veterinario; como máximo, aconsejamos se pongan enemas (lavativas) de agua hervida, ternplada., con aceite de oliva a partes iguales. El empleo de cualquier medicamento por parte del ganadero constituye un auténtico peligro para el animal, puesto que sólo el Veterinar^o puede hacer una dosificación adecuada. Se autoriza la reproducción siempre que se haga consfar claramente su procedencia. GRAFICAS UGUINA„ MELENDEZ VALDES, %.- MADRID