Un modelo organizativo para las organizaciones del voluntariado IVO COLOZZI * L o que nos interesa determinar con el máximo nivel de precisión posible son las características del trabajo voluntario desarrollado en el ámbito de aquellas organizaciones que operan sirviéndose preferentemente de un trabajo de este tipo y, sobre la base de estas características, intentar establecer cual sea la manera más eficiente y útil de organizar y dirigir el mismo. Hoy en día sabemos muy poco, en efecto, del porqué y de cómo trabajan los voluntarios en estas organizaciones. 1. EL SIGNIFICADO DEL TRABAJO VOLUNTARIO La característica fundamental del trabajo voluntario consiste en el hecho de ser una actividad desarrollada sin ninguna remuneración de tipo financiero, o con una remuneración mínima, como reembolso de gastos, y de todas formas sin relación con la cantidad y calidad o la complejidad del trabajo desarrollado. Esta característica convierte el trabajo voluntario en una paradoja: es un trabajo porque exige el desarrollo de tareas encaminadas directa o indirectamente a ofrecer un servicio a terceros en el ámbito de una estructura que tiene, sin embargo, un cierto grado de formalismo; y contemporáneamente es utilización del tiempo libre. Es decir, algo * Profesor Ordinario de Sociología de las Organizaciones. Facultad de Ciencias Políticas. Universidad de Estudios de Bolonia. que uno escoge hacer cuando le es posible y en cuanto le resulta personalmente gratificante. La paradoja intrínseca de trabajar sin retribuciones de tipo económico en una sociedad que ha organizado todo el trabajo en base al código del dinero, donde el nivel de remuneración conseguido se convierte en el indicativo del propio status social y de la importancia socialmente atribuida al trabajo desarrollado, no puede dejar de influir sobre los aspectos subjetivos del trabajo realizado por los voluntarios, es decir las motivaciones, las expectativas, las actitudes, el sentido de pertenencia a la organización, así como las formas de organización, o sea las modalidades de dirección y gestión de estas organizaciones que, por ello, presentan modelos y perfiles específicos en los cuales debemos profundizar. 2. DÓNDE TRABAJAN LOS VOLUNTARIOS La mayor parte de los voluntarios trabajan en el ámbito de aquellas organizaciones privadas y sin ánimo de lucro que hemos ubicado dentro del tercer sector. Existen, sin embargo, voluntarios que llevan a cabo su trabajo en hospitales y en residencias para la tercera edad públicas, o en clínicas o asilos privados con fines de lucro. Su número, todavía, es relativamente pequeño, sobre todo por lo que se refiere a las organizaciones de tipo privado. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 103 ESTUDIOS El trabajo voluntario, en efecto, es una «contribución» que se hace para atender un problema o una urgencia cuya solución se considera útil o necesaria. Aquel, por lo tanto, tiene una dimensión simbólica de tipo benéfico que difícilmente se compadece con la finalidad lucrativa. En este contexto, nos ocuparemos solo de los voluntarios que trabajan dentro de organizaciones de voluntariado. Esto no significa ocuparse solamente de las relaciones entre los voluntarios que dirigen la organización y los que trabajan en ella, sino también de las relaciones entre los voluntarios directivos y trabajadores con los trabajadores retribuidos. Las organizaciones de voluntariado en efecto, tienen dimensiones y niveles de organización muy diversas, que prevén en muchos casos el empleo de personal retribuido que trabaja junto o en contacto con los voluntarios. 3. ORGANIZACIONES DEL VOLUNTARIADO Y ASOCIACIONES VOLUNTARIAS En la literatura que hace referencia al voluntariado los términos «organización» y «asociación» se usan a menudo como si fuesen intercambiables entre sí. V.A. Thompson (1976) ha introducido, sin embargo, una diferencia entre ellos, basándose en un argumento que es importante para nuestro discurso. La asociación esta formada por un grupo de personas que comparten un objetivo y que han decidido unirse de forma autónoma para conseguirlo. Para existir, ya sea a nivel formal como de manera efectiva, la asociación sólo precisa del hecho constitutivo, es decir un documento que especifique cuales son sus miembros y en qué condiciones y quien tiene el poder de representación, de manera que para expresar su voluntad tanto interna como externamente no es necesaria ninguna estructura. Sin embargo, a menudo sucede que las asociaciones quieren crear mecanismos idóneos para alcanzar sus propios obje- 104 tivos. Estos medios son las organizaciones. Una organización es un instrumento de trabajo que permite alcanzar un objetivo, utilizando para tal fin una serie de recursos entre los cuales adquiere particular relevancia la actividad humana. Cuando las asociaciones crean organizaciones de voluntariado que para alcanzar sus objetivos tienen que utilizar el trabajo voluntario de otras personas que no pertenecen al núcleo de los fundadores o de los directivos de la asociación, surgen los problemas específicos en la estructuración de comportamientos organizativos coherentes. El primero deriva de la distinción fundamental de Cyert y March (1970) entre los objetivos personales y los de la organización. Cada individuo, en efecto, tiene unos objetivos propios, por lo que en el momento que entra a formar parte de una organización, ésta se encuentra con el problema de hallar la manera de hacer compartir a todos sus miembros los objetivos comunes de la misma, y de controlar que los comportamientos que se lleven a cabo se dirijan, dentro de ciertos límites, a la consecución de dichos objetivos. Un segundo problema nace del hecho de que las organizaciones son medios empleados para producir bienes o servicios a favor de terceros. Los miembros de una asociación pueden ser al mismo tiempo propietarios y consumidores de los bienes producidos por la asociación y no tienen que rendir cuentas a nadie, más que a sí mismos. Los resultados de una organización de voluntariado, en cambio, son juzgados por personas diferentes de las que pertenecen a la asociación o trabajan en ella. Tanto los que las financian, personas públicas o privadas, como los destinatarios de los bienes y servicios, o, en su lugar, la opinión pública, quieren que el medio cumpla la «función» que le ha sido asignada 1. Los responsa1 Naturalmente aquí estoy en contra de la tesis de SEIBEL, para el cual la «función» de los grupos de voluntariado es la de fingir que afrontan problemas irresolubles, por lo cual no existen problemas de «eficacia» de las prestaciones. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES IVO COLOZZI bles de la organización, por tanto, deben garantizar un estándar de perfomance por parte de los voluntarios y proveer para una coordinación adecuada de los esfuerzos individuales. En las organizaciones que se basan en el trabajo retribuido, sean públicas o privadas, estos problemas se han resuelto en líneas generales por medio de un sistema preestablecido, de gratificaciones (incentivos económicos y de carrera) y de sanciones (despidos). Desde el momento que las organizaciones que se basan preferentemente en el trabajo voluntario no tienen la posibilidad de usar algunos de estos importantes medios, como por ejemplo los incentivos económicos y de carrera, se impone la necesidad de aclarar como consiguen obtener de sus miembros «un comportamiento organizativo integrado» (Simon, 1957). 4. EL ESQUEMA ORGANIZATIVO DE LAS ORGANIZACIONES DEL VOLUNTARIADO Uno de los medios principales usados por las organizaciones para eliminar el problema que se crea por la falta de coincidencia entre los objetivos individuales y los objetivos organizativos, es precisamente el esquema organizativo, es decir la adjudicación a cada trabajador de tareas específicas y su ingreso en una escala jerárquica que establece quien está autorizado a dar instrucciones y órdenes para cada contexto determinado. Sobre la base del esquema organizativo elegido, cada organización con personal retribuido, determina la cantidad de personas necesarias, los tipos de trabajo y los papeles que cada una de ellas debe desarrollar o asumir, el tiempo que tiene que estar destinado al trabajo, el comportamiento necesario para su desarrollo, y los tipos y las formas de las relaciones interpersonales. Naturalmente, el grado de especificación de cada uno de estos aspectos enumerados varía según que la organización decida escoger modelos organizativos más o menos rígidos o más o menos flexibles. Las organizaciones que se basan en el trabajo voluntario para conseguir su esquema organizativo, deben tener en cuenta las peculiaridades de este trabajo, que volvemos a repetirlo es típicamente part time, no retribuido y, por lo tanto sin posibilidad de jerarquizarlo en base a recompensas. Se derivan por lo tanto un conjunto de elementos peculiares y de características que vamos a sintetizar de la forma siguiente. 4.1. Predominio de contactos y comunicaciones «mediatas» En las organizaciones con personal dependiente muchas de las exigencias de comunicación y de coordinación, se resuelven de manera informal, gracias a la posibilidad de una comunicación directa y en tiempo real que la presencia simultánea de los trabajadores hace sistemáticamente posible. La menor disponibilidad de tiempo de los voluntarios reduce de forma significativa esta oportunidad de coordinación directa e informal en las organizaciones de voluntariado, que compensan este déficit con un uso mucho más amplio de formas de comunicación «mediatas», a través del teléfono o mediante mensajes escritos en tablones o en otros lugares destinados expresamente a ello, y a través de la creación de un número proporcionalmente más elevado de personas encargadas de desarrollar el rol de coordinadores. Esta diversidad de modelo organizativo tiene importantes efectos sobre «el comportamiento» de los voluntarios. Por ejemplo, la necesidad de estar localizado a través de una amplia difusión del propio número de teléfono, hace que la separación entre la vida privada y el trabajo sea menos rígida que en el ámbito de las organizaciones basadas en el trabajo retribuido. Además, para muchos voluntarios las relaciones directas face to face con otros miembros de la organización son mucho menos intensas que las que se producen en los lugares de trabajo, por lo que se pueden dar casos de voluntarios pertenecientes a organizaciones, que permanecen social- REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 105 ESTUDIOS mente aislados, es decir que conocen o son conocidos por pocos o poquísimos miembros de la organización. 4.2. Una división del trabajo poco rígida y poco respetada Aún para el que piensa que el trabajo voluntario no es gratuito porque exige a cambio, por lo menos una recompensa en términos de gratitud o respeto, debe reconocer, sin embargo, que se trata en cualquier caso de un coste bajo y de difícil evaluación. Hablo de un coste relativamente bajo porque unos recursos como la apreciación o el reconocimiento no se agotan por el hecho de ser usados en abundancia y de difícil evaluación porque el tipo de recompensa utilizada, la gratitud, se presta mucho menos que el dinero para distinguir entre los voluntarios profesionalmente cualificados, empleados en trabajos especializados que exigen una determinada habilidad, y voluntarios carentes de capacidades especiales que desarrollan trabajos genéricos. En estas condiciones no existe la necesidad de llevar a cabo unas obligaciones de trabajo determinadas. Esto quiere decir que aunque las organizaciones asignen a los voluntarios las tareas que definen lo que cada uno tendría que hacer, los voluntarios pueden considerar las indicaciones recibidas como sugerencias, ayudando a otros en cosas distintas, cuando consideren necesaria esta ayuda, o evitando desarrollar los aspectos del trabajo que consideren desagradables, inútiles o excesivos. Los estudios sobre el trabajo y sobre el grupo informal (Roesthlinberger, Dickson 1939, mayo 1969) han demostrado que estas actitudes se dan también en las organizaciones con trabajo retribuido y que su utilización con carácter hostil, o al contrario de apoyo hacia la organización, depende de manera decisiva del leader informal. Sin embargo la extensión y la frecuencia de este fenómeno son mucho más contenidas en aquel contexto. 106 La posibilidad estructural de la realización de estos comportamientos, sirve de base para las diversas opiniones sobre la escasa calidad y eficacia de las perfomance de los voluntarios (Leibenstein 1966,1976; Seibel 1989). No existe ninguna confirmación empírica de estas opiniones porque por cada caso analizado de una escasa perfomance, es posible citar otro que lo desvirtúe. No obstante, en estas organizaciones existen problemas específicos de control de las prestaciones que hay que resolver. 4.3. Nuevos roles y roles ausentes Las peculiaridades del trabajo voluntario producen en la organización del voluntariado formas diversas de división del trabajo que multiplican los roles de coordinación y hacen particularmente problemática la ocupación de los roles auxiliares. La multiplicación de los trabajos de coordinación deriva, como hemos visto, de la necesidad de asignar segmentos parciales del trabajo completo a un número muy elevado de diferentes personas, dada la escasa disponibilidad de tiempo que caracteriza al trabajo voluntario. Como es notorio, la teoría «científica» de la organización (Taylor, 1967) había resuelto el problema de la coordinación mediante la estandarización de los cometidos, que evita la necesidad de intercambiar informaciones, mediante la reducción o eliminación de la discrecionalidad del trabajador. Este camino, sin embargo, está en cierto modo cerrado a las organizaciones de voluntariado, porque la excesiva mecanización del trabajo lo despersonaliza, haciéndolo quizá poco interesante para quien se involucra a titulo gratuito. El recurso al coordinador es una forma diferente de resolver el problema, que funciona muy bien cuando las personas que realizan estos cometidos tienen buenas aptitudes personales de comunicación, de elección de las personas y de atención a sus problemas, pero que en ausencia de estas características da lugar a grandes conflictos. Las dificultades para cubrir las actividades auxiliares se explica por el escaso interés REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES IVO COLOZZI y prestigio que se relacionan con ellas. Los voluntarios, a priori, suelen limitar su compromiso en la realización de estas actividades o si se ven obligados a hacerlas rápidamente tienden a disminuir su participación. Por este motivo en las organizaciones de voluntariado, trabajos como la mecanografía de las actas de las reuniones o el mantenimiento y la limpieza de la sede, se distribuyen a menudo entre las personas que tienen responsabilidades de decisión o las tareas más interesantes o comprometidas, mientras que en las organizaciones que utilizan personal retribuido, el coste más elevado del trabajo que realiza el personal cualificado hace que se encomienden estos cometidos a personas menos cualificadas y con menor retribución. 4.4. Un centro en lugar de un vértice Para la teoría de la organización, la jerarquía constituye uno de los medios principales para hacer que los diversos roles especializados se complementen mutuamente y cooperen para la consecución del objetivo común. (Galbraith, 1977). También en las organizaciones de voluntariado existen líneas de autoridad formal, pero la dinámica a través de la que se realizan en su propio ámbito la coordinación y el control, se explica mejor mediante la relación vértice/base que mediante la relación centro/periferia. (Pearce, 1944). Miembros del centro son aquellos que se preocupan verdaderamente por la organización, están siempre presentes, se ofrecen espontáneamente para echar una mano, están localizados todas las veces que se han comprometido a algo, están bien informados y son generalmente eficientes. Muy a menudo, aunque no siempre, suelen tener un cargo oficial, una posición reconocida de autoridad. Sin embargo su influencia no viene determinada por el cargo sino por formar parte del grupo del centro. Los miembros de la periferia son aquellos para los que la organización no representa el principal interés de sus vidas: no están siempre presentes, ni tan comprometidos e informados; no siempre se puede contar con ellos. No son inactivos o «apáticos», es decir no tienen los caracteres de la «masa» (Picheles, 1966). Se esfuerzan y aprecian el trabajo de los «jefes», es decir de los miembros del centro, pero no están dispuestos a comprometerse ilimitadamente. Las relaciones entre el centro y la periferia son fluidas. En ciertas organizaciones, personas que formalmente forman parte de la dirección son de hecho absolutamente periféricas, mientras que algunos miembros de la periferia son personas que han formado parte del centro y que han decidido reducir su compromiso, aunque sin dejar de ofrecer su ayuda. El prestigio de los miembros del centro no está basado en los cargos que ostentan sino en sus cualidades personales o laborales. Puesto que dedican mucho tiempo a ocuparse de la organización e intercambiarse opiniones e informaciones, los «jefes» conocen el estado de las cosas y tienen la experiencia necesaria para decir cómo deben hacerse. Los voluntarios periféricos, por lo tanto, se dirigen a ellos para hacerles preguntas, formularles propuestas o para manifestarles su disponibilidad y esperar sus instrucciones. El control organizativo, por ello, es informal y personal: los voluntarios aceptan recibir instrucciones y en general se atienen a ellas porque tienen confianza en la persona en particular que se las ha dado y no porque se sientan obligados. El control de la perfomance laboral de los voluntarios, por lo tanto, no se basa ni sobre la especialización, ni sobre la imposición de normas determinadas, ni sobre la autoridad establecida formalmente. Estas formas de coordinación típicas de las burocracias organizativas, públicas y privadas del mercado, se sustituyen por el mecanismo informal de los contactos personales y de las relaciones basadas en la confianza en los miembros del «centro». Sin embargo, esta solución del problema del control ocasiona algunos conflictos que examinaremos a continuación. Precisamente a causa del escaso prestigio ligado con los cargos, es difícil que se llegue REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 107 ESTUDIOS en estas organizaciones a una lucha de poder para la conservación de los puestos de trabajo y por tanto a la «sustitución de objetivos» (Sills, 1957) que lleva a muchos dirigentes a esforzarse más en la conservación de su propia posición que en servir a los intereses de la empresa o de la administración. Naturalmente también en organizaciones de voluntariado pueden suscitarse luchas para la leadership, pero es mucho más difícil encontrar personas disponibles. 4.5. Una tendencial subdimensión que provoca riesgos Barker y Gump (1964) han afirmado que para cada organización existe un número optimo de participantes: cuando ese no se alcanza se dice que hay una escasez de personal. Dado que las organizaciones de voluntariado necesitan el trabajo de personas que no cobran, es muy frecuente que se encuentren en aquella situación. Las organizaciones que tienen escasez de personal por regla general se comportan de la siguiente manera: a) Ejercen una presión mayor sobre las personas para que pasen de la posición de espectadores a personal operativo. b) Disminuyen los obstáculos para la admisión de nuevos miembros, aceptando el riesgo de una disminución de los niveles de performance. c) Prestan una mayor atención a los resultados que aquellas entidades que cuentan con un nivel optimo y abundante de personal. En efecto, en muchas organizaciones de voluntariado se tiende a ejercer una fuerte presión para la participación sobre todo de familiares y amigos de los voluntarios; para el ingreso hay que superar pocos obstáculos y los standard de perfomance exigidos en el plano cualitativo y cuantitativo son mínimos, de ahí que no se rechacen pequeñas participaciones temporales y poco satisfactorias profesionalmente, bien porque algo es mejor que nada, bien para estimular o premiar la 108 disponibilidad o bien porque dado su carácter marginal con relación al «objetivo principal» no perjudican a la organización. No quiero decir obviamente que el nivel de las prestaciones de las organizaciones de voluntariado sea siempre inferior al del público o del mercado, al contrario en la mayor parte de los casos es al revés o por lo menos hay un nivel de prestación similar. Es posible, sin embargo, que en el ámbito de estas organizaciones exista una mayor tolerancia con prestaciones individuales cualitativa y cuantitativamente deficientes que no encontramos en las organizaciones de los otros dos sectores, gracias a los obstáculos creados por la reglamentación formal de las relaciones laborales. El problema que se plantea es el siguiente: ¿cómo es posible establecer un sistema de incentivos que permita a los miembros voluntarios eliminar la tendencia que existe a la reducción de la cantidad y calidad del trabajo dentro de organizaciones que no pueden usar el medio diferenciador de las recompensas? 5. LAS MOTIVACIONES DE LOS VOLUNTARIOS Gran parte de los estudios llevados a cabo en diferentes países a nivel internacional sobre las motivaciones de los voluntarios (cfr., entre otros, Schram, 1985; GALLUP Organization, 1987; CENSIS, 1991; IREF, 1990; Gubert, 1992) y basados sobre preguntas realizadas directamente a los interesados, dan resultados sustancialmente idénticos, ya que en primer lugar nos encontramos los motivos altruistas, seguidos por los de interés de tipo laboral o de relación con los compañeros y, por último, los motivos de carácter moral o religioso. Scida (1992), al comentar los datos de la encuesta europea sobre los valores, llama a los tres factores que integran el 53% de la diversidad: solidaridad y altruismo, orientación al self y moralismo. Esta enumeración no varia fundamentalmente, aunque los diversos estudios asignan a cada uno de los tres motivos porcentajes REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES IVO COLOZZI distintos. Naturalmente no tenemos argumentos para dudar de estos resultados. El problema está en que el planteamiento preestablecido de las preguntas, típico de estos estudios, determina de alguna manera las respuestas dejando poco margen a formulaciones complejas y ambiguas. Smith (1981), por ejemplo, ha presentado pruebas convincentes de que el factor altruista no es tan exclusivo como se podría creer aceptando las declaraciones de la mayor parte de los voluntarios. Esto no quiere decir que no sea importante, sino que se menciona más fácilmente que otros porque está socialmente más aceptado. Con cierta cautela podemos decir que se hace voluntariado por una serie muy extensa de motivos, que pueden comprender tanto el interés del joven para prepararse para un posible trabajo futuro, como el interés del empresario o profesional para ensanchar su círculo de relaciones. En cada caso, los estudios están de acuerdo sobre el hecho de que los motivos que impulsan a los voluntarios a trabajar en las diferentes organizaciones se pueden dividir en tres categorías: a) El servicio a los otros o a la sociedad. b) La consideración de las relaciones sociales e interpersonales que ofrece la participación en asociaciones y organizaciones de voluntariado y que son sustancialmente diferentes de las que se producen tanto en la esfera laboral como profesional. c) La aceptación de los objetivos perseguidos por una determinada organización, que son estimados como objetivamente importantes. Basándose en datos empíricos, Sills (1957) sostiene que a la diferente motivación se corresponde un modo distinto de ingreso en la organización. Los voluntarios, animados por un deseo genérico de servir a los demás y de hacerse útiles para la sociedad, entrarán en ellas, muy probablemente, a través de contactos personales con personas ya comprometi- das con el voluntariado o por medio de oficinas o centros de información si existen, o dirigiéndose a determinadas personas para que les orienten, como por ejemplo, un sacerdote. Las personas que se sienten empujadas por un deseo de aumentar sus propias relaciones sociales tendrán como medio probable a sus familiares y amigos ya comprometidos, por lo que se ha formulado la hipótesis de que las organizaciones que se basan en este tipo de reclutamiento son también socialmente más homogéneas. Por último los voluntarios atraídos por el objetivo específico de una organización, serán ellos directamente quienes tomen la iniciativa, teniendo en cuenta las informaciones obtenidas a través de órganos de información de masas o como respuesta a invitaciones enviadas directamente por la organización con el fin de reclutar personal. En cualquier caso, lo que interesa comprender, dejando a parte la forma en que los voluntarios han ingresado en una organización, es porqué motivos deciden continuar en ella e incluso aumentar el tiempo que le dedican. 6. LA ADHESIÓN ORGANIZATIVA DE LOS VOLUNTARIOS Puesto que los voluntarios no están obligados a trabajar por motivos de carácter económico, se cree que en general están muy unidos con la organización en la cual y para la cual trabajan, ya que comparten sus finalidades y sus objetivos. Esta suposición ha sido sustentada por Etzioni (1875) y por su modelo de interrelación entre formas de control organizativo y formas de compromiso de los participantes. Distingue entre: a) Poder coercitivo, que se basa en la aplicación o la amenaza de sanciones físicas. b) Poder remunerativo, basado en el control de los recursos materiales como los bienes o los servicios. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 109 ESTUDIOS c) Poder normativo, basado en la manipulación de recompensas simbólicas como la estima, el prestigio o la aceptación social. Los tipos de compromiso son por tanto tres: uno alienante, que implica una actitud no sólo de no adhesión y obligación, sino de contraposición latente o manifiesta a la organización; otro calculado, que implica una adhesión aunque relativa o de tipo utilitarista; por último, uno moral que representa una adhesión fuerte y de una intensidad emotiva alta. Para Etzioni las organizaciones de voluntariado son por regla general de tipo ético, por lo cual es normal que los miembros de estas organizaciones se involucren intensamente e interioricen los objetivos y los valores de las mismas. Frente a esta opinión se han posicionado Knoke y Prensky (1982) los cuales sostienen que los incentivos de tipo ético que se ofrecen a los voluntarios son menos eficaces que los de tipo material, porque se configuran como «bienes públicos» de los cuales muy raramente la organización consigue asegurase el control, mientras que en la mayor parte de los casos los que se benefician de ellos son todos aquellos que trabajan en el voluntariado o en un ámbito o sector del mismo. De aquí se deriva según la famosa teoría de Olson (1983) que los voluntarios darán menos importancia a la organización que al interés que los mueve, por lo que serán más fieles a éste que a aquella. Según estos autores los voluntarios se esfuerzan e involucran menos que los trabajadores retribuidos en las organizaciones a las que pertenecen. Nosotros creemos, sobre la base de importantes estudios empíricos, que ambas posiciones son equivocadas porque no se han detenido a diferenciar los aspectos que caracterizan las relaciones de pertenencia y de dedicación y que son, además de la consecución de los objetivos de la organización, el sentido 110 de la importancia de la contribución personal, la calidad de las relaciones con los otros miembros y las motivaciones/valores que ha llevado a la elección del compromiso voluntario. Los pocos estudios hechos (Lathram, Lichtman, 1984; Seltzer, Miller, Powell, 1988; Pearce, 1994), en efecto, pretenden demostrar que el compromiso de los voluntarios es mayor cuanto lo es la certeza de su consideración de personas importantes dentro de la organización, cuanto mayor es la implicación social con los otros miembros de la organización, cuando los motivos de su esfuerzo son más de tipo social o de relación que finalista. Los estudios nos dicen, además, que el grado de adhesión se relaciona directamente con la rotación de los voluntarios influida por razones contingentes, externas al control de la organización, y con su operatividad, es decir con el número de horas dedicadas a su trabajo. No existe, sin embargo, correlación o es muy débil entre la adhesión a la organización de los voluntarios y el absentismo, en el sentido de que incluso en caso de un compromiso importante el absentismo es una práctica muy extendida. 7. LA CONFIANZA EN EL TRABAJO VOLUNTARIO Desde el momento que el voluntario no recibe una compensación por aquello que hace ni una sanción grave en caso de incumplimiento como el despido o la penalización económica, es inevitable que el absentismo sea una práctica muy extendida entre las organizaciones de voluntarios. Por los mismos motivos, a los que se añade la ausencia constante de roles bien definidos y de una línea jerárquica precisa, es muy probable que los voluntarios sientan una tendencia a interpretar muy libremente las tareas que les asignan las organizaciones, no en el sentido de que decidan o no llevarlas a cabo, sino en el sentido de efectuar distinciones entre el núcleo central del cometido asignado, que es irre- REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES IVO COLOZZI nunciable, y los aspectos secundarios de los que se puede diferir o disentir porque en el fondo nadie ha dicho que la persona que los ha encargado sepa mejor que el mismo voluntario lo que se ha de hacer. Teniendo en cuenta estos aspectos, el juicio que se tiene del trabajo voluntario, y , por tanto, de las prestaciones de las organizaciones que se basan en este, es en una parte de la literatura y de la opinión pública de una sustancial falta de confianza, o de una inferior a la que se puede esperar de una organización que utiliza trabajadores retribuidos. Este criterio, sin embargo, se considera erróneo en muchos casos, pues a menudo las organizaciones de voluntarios consiguen proporcionar servicios fiables y satisfactorios para los usuarios o alcanzar objetivos que exigen una perfecta actuación coordinada. La pregunta interesante, entonces es cuales son los mecanismos de control por medio de los cuales las organizaciones de voluntariado consiguen contrastar los factores de desconfianza que caracterizan las prestaciones de los voluntarios y obtener perfomance eficaces, eficientes y de calidad, dejando a parte la característica fundamental, que consiste en ser realidades sociales libres, no coercitivas. 8. LOS MECANISMOS DE CONTROL DE LAS ORGANIZACIONES DE VOLUNTARIADO La forma por medio de la cual las organizaciones consiguen que el comportamiento de sus miembros sea el que aquellas exigen y prevén para conseguir sus objetivos, es uno de los temas de estudio más debatidos por los sociólogos de la organización por lo que respecta al sector del trabajo retribuido, mientras que las investigaciones que toman como punto de referencia el trabajo voluntario son muy pocas. Esto conlleva una gran dificultad porque los problemas son diferentes en ambos casos. En relación con el trabajo retribuido, gran parte de los estudios han intentado explicar por medio de cuales sistemas las organizaciones consiguen asegurarse que el esfuerzo de los trabajadores sobrepase aquellos niveles mínimos que consisten en estar presentes en el lugar de trabajo, siempre que no haya causas que lo impidan, y llevar a cabo al menos formalmente lo que está previsto en su respectivo cometido. En el caso del trabajador voluntario en cambio, hemos señalado que los problemas son los de vencer la tendencia al absentismo y disminuir la tendencia a esquivar los aspectos desagradables del trabajo o que son considerados desagradables e/o inútiles. No pudiendo disponer de metodos coercitivos por su carácter intrínseco de asociaciones libres, las organizaciones de voluntariado, según la opinión de la casi totalidad de los sociólogos que se han ocupado del problema, pueden «obligar» a sus miembros a actuar en desacuerdo con sus inclinaciones personales por medio de un método de control basado en los valores. Con la expresión «fe en los valores» Weber (1961) ha caracterizado un tipo de autoridad diferente de la tradicional, carismática y burocrática que nace de la fe en la importancia de un determinado valor y en la bondad de todo aquello que contribuye a realizarlo y a afianzarlo. Aun manteniendo la diferencia existente entre los motivos individuales y los objetivos de la organización, es un hecho que todos los voluntarios trabajan para organizaciones que tutelan o promocionan un determinado valor o algunos valores concretos (van Til, 1989; Lohmann, 1992; Knight, 1993). Esto quiere decir que aunque no sea la causa de su compromiso, los valores que la organización propone son importantes para los voluntarios que, precisamente porque quieren colaborar para conseguir alcanzarlos, están dispuestos a seguir las reglas y los métodos que la organización propone. En el caso de las organizaciones de voluntarios existe, por tanto, una forma de autoselección de los trabajadores, lo que explica tanto la re- REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 111 ESTUDIOS lativa facilidad con la que las organizaciones consiguen cubrir los roles más importantes como la relativa homogeneidad demográfica de la mayor parte de los grupos del voluntariado. Si esto es cierto, se pueden deducir dos consecuencias evidentes: la primera es que las organizaciones de voluntariado que quieren sobrevivir tienen que dedicarse a unos valores y proporcionar unos servicios que sean estimados como válidos por un número suficiente de voluntarios. Esto explica tanto el hecho de que la mayoría de las organizaciones de voluntariado suelen concentrarse en pocos sectores de fuerte contenido ético y de servicio, como el fenómeno de la tendencia de ciertas organizaciones de voluntariado que, ligando su propio objetivo a un valor determinado, pueden sufrir un considerable declive después de haber conocido momentos de gran bonanza. La segunda consecuencia es que el control basado en los valores deja inevitablemente mucho terreno para poder opinar sobre los comportamientos y sobre las tareas necesarias para realizarlos. Los valores que la mayor parte de las organizaciones de voluntarios establecen son efectivamente generales y de base, por lo cual muy a menudo los documentos constituyentes los proponen de forma vaga y un poco genérica. Esto hace que se presten a interpretaciones por parte de los mismos voluntarios, al menos por lo que respecta a los aspectos más instrumentales e indirectos, es decir aquellos cometidos que no contribuyen directamente a la consecución del servicio pero pueden facilitarla, porque, por ejemplo, la limpieza hace más agradable un ambiente, o mediante la mecanografía se hace más comprensible una orden. El control por medio de los valores genera un tipo especifico de desconfianza o una desconfianza selectiva referida típicamente a las funciones auxiliares y a aquellas directivas, en la medida en que se sustraen al compromiso directo y/o exigen una mayor cantidad de tiempo. Este déficit concreto de la forma de control utilizada puede verse parcialmente compen- 112 sado por medio de una estrategia de tipo social y otra de tipo instrumental. La primera consiste en la influencia informal que los miembros centrales consiguen ejercer sobre la periferia, cuando las dimensiones del grupo son relativamente pequeñas y el centro es un grupo estable y cohesionado (Nadler, Hackman, Lawler, 1979). La segunda estrategia consiste en limitar el objetivo de la organización a determinadas tareas, aquellas más concretas, más directamente relacionadas con el objetivo o el valor perseguido y por esto más atractivas, dejando los cometidos más abstractos o indirectos a las organizaciones públicas. Igualmente colocando junto a los voluntarios trabajadores retribuidos a los cuales se les confíen tanto las tareas de progamación-coordinación como los cometidos auxiliares de apoyo. 9. LAS RELACIONES ENTRE TRABAJADORES VOLUNTARIOS Y RETRIBUIDOS Los estudios italianos sobre este campo nos dicen que las organizaciones de voluntariado que contratan trabajadores retribuidos junto a voluntarios son todavía una minoría, pero que la tendencia va en aumento (Rossi, 1993; Colozzi, 1994). Cuando se produce la coexistencia de estas dos categorías, es, sin embargo, inevitable que se derive un impacto significativo en las relaciones de la organización. Teóricamente el impacto tendría que ser negativo, es decir producir conflictos y tensión. En efecto, los trabajadores retribuidos, por una parte tienen un status más elevado que los voluntarios, tanto por su condición de profesionales, es decir con especialización y preparación, como por su mayor participación en la vida y en los problemas de la organización, al estar obligados a observar un horario de trabajo más o menos amplio; por otra parte tienen un status inferior, precisamente porque al recibir un salario, no manifiestan aquella disposición al propio sacrificio que es propia de los REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES IVO COLOZZI voluntarios, y pueden desvirtuar los objetivos de la organización al anteponer sus propios objetivos personales, como la seguridad a largo plazo del puesto de trabajo o la credibilidad «profesional» de los servicios o de las prestaciones realizados. Además los trabajadores retribuidos pueden desarrollar una fuerte hostilidad hacia los voluntarios, especialmente si son utilizados para trabajos similares, considerándolos como adversarios que amenazan su puesto de trabajo. También en este caso surge el problema de cómo gestionar este tipo de relación. La forma más eficaz parece ser la de hacer menos definidos los límites entre cometidos retribuidos y cometidos voluntarios, sea adjudicando salarios más bajos de los ofrecidos por el mercado de trabajo público y privado, sea fomentando por parte de los trabajadores asalariados comportamientos que puedan ser considerados como una «oferta» gratuita a la organización de parte de su tiempo y/o de su dinero. Naturalmente lo que se ha dicho es válido por lo que respecta a las relaciones entre voluntarios-trabajadores retribuidos que se producen dentro del ámbito de organizaciones de voluntariado. Existen sin embargo situaciones en las que los voluntarios «ayudan» a los trabajadores retribuidos en el ámbito de organizaciones que utilizan de forma preponderante y determinante a éstos últimos y que están controladas por profesionales. El ejemplo más clásico es el del voluntariado que se lleva a cabo en el ámbito de las instituciones hospitalarias. En este contexto las tensiones y los conflictos antes reseñados no se producen, porque los voluntarios están obligados a aceptar y seguir las reglas vigentes, como si ellos mismos fuesen subordinados. Naturalmente pueden sentirse más libres que sus colegas retribuidos para dejar la ejecución de alguna de sus tareas a la improvisación, molestando de esta forma a los profesionales, pero todo esto sucede dentro de límites muy precisos, porque los voluntarios que no se adaptan, pueden ser despedidos. 10. CONCLUSIONES Las organizaciones son los instrumentos a través de los cuales las asociaciones de voluntariado realizan de una manera concreta sus propios objetivos de servicio en favor de la sociedad en general o de grupos o de problemas particulares de ésta. En tanto que instrumentos, las organizaciones deben ser eficientes y eficaces, en el sentido de que deben responder de los resultados obtenidos por su trabajo, no sólo frente a los asociados, para los que el hecho mismo de participar puede considerarse un bien o un valor, sino también frente a los usuarios, a los que las financian o a la opinión pública en general (Leat, 1988). Los métodos que las organizaciones de voluntariado pueden emplear para hacer eficaz y eficiente su trabajo, no pueden ser sin embargo los mismos que utilizan otras organizaciones públicas o de mercado, ya que se fundamentan en una fuerza de trabajo no retribuida los voluntarios que suele asumir un comportamiento totalmente diferente del de los trabajadores retribuidos. Los problemas que las organizaciones de voluntariado deben afrontar para hacer eficaz y eficiente su trabajo, tienen como variable dependiente fundamentalmente el tiempo, que es en cambio una variable independiente en los restantes tipos de organizaciones, en el sentido de que para las empresas y las administraciones públicas el problema es cómo hacer que el tiempo de trabajo fijado por vía contractual, sea más productivo. Además les está vedada la vía contractual o jurídica a la relación, porque el tipo de remuneración que pueden ofrecer, como el aprecio, el reconocimiento, la gratitud, es difícil de graduar y diferenciar y puede ser más fácilmente sustituida y compensada que el dinero. A parte de estas específicas dificultades, muchas organizaciones de voluntariado logran obtener de sus voluntarios todo el tiempo que necesitan y mantener su fidelidad durante un periodo muy largo. Se trata de aquellas organizaciones: REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 113 ESTUDIOS a) Que realizan un correcto esquema organizativo a través de la multiplicación de los roles de coordinación, de la creación de un grupo central cohesionado, de una eficaz división del trabajo, adjudicando las tareas auxiliares y de programación a miembros «centrales» o confiándoselos a personal asalariado. b) Que hacen una constante reflexión sobre los valores que la organización persigue o a los que sirve. c) En las cuales los miembros «centrales» influyen en sus relaciones con los voluntarios a través del ejemplo. d) En las que la división entre el trabajo del personal voluntario y asalariado se difumina a través de una gestión de las retribuciones y del tiempo de los trabajadores, que exige de ellos participar de alguna manera del carácter gratuito que el trabajo voluntario conlleva. Como se observa, el modelo organizativo descrito traslada gran parte del peso y de la responsabilidad sobre el «centro», cuya creación y duración, lo que implica también su sustitución, no depende de la organización sino de la asociación y de su capacidad para seguir garantizando el mantenimiento y el desarrollo de los valores y de los modelos de comportamiento fundamentales de los asociados (Donati, 1991). Esta función, que en el esquema parsonsiano AGIL (Parsons, Smelser, 1969) corresponde a (Latency), resulta, por tanto, la más elevada cibernéticamente, y a su consecución o desaparición hay que imputar los problemas de eficiencia y eficacia que tienen las organizaciones de voluntariado. BIBLIOGRAFÍA COLOZZI, I. y DONATI, P. (coordinada por): Introduzione, Famiglia e cure di comunitá. Angeli. Milano, 1994. CYERT, R.M. y MARCH, J.G.: Teoria del comportamento dimpresa. Angeli. Milano, 1970. DONATI, P.: Teoria relazionale della Societá. Angeli. Milano, 1991. 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Los métodos que las organizaciones de voluntariado puede emplear para hacer eficaz y eficiente su trabajo se fundamentan en una fuerza de trabajo no retribuida que suele asumir un comportamiento totalmente diferente del de los trabajadores retribuidos Se ofrece un modelo organizativo para las organizaciones de voluntariado. Dicho modelo tiene especialmente presente el carácter dependiente de la variable tiempo a la hora de hacer más eficaz y eficiente el trabajo de estas organizaciones. No debemos de olvidar que en el resto de las organizaciones, el tiempo es una variable independiente, en el sentido de que para las empresas y las administraciones públicas, el problema es cómo hacer que el tiempo de trabajo fijado por vía contractual sea más productivo. 116 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES