Tres colores, blanco Director

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TRES COLORES, BLANCO
Ficha técnica
Película
Título: Tres colores, blanco
Director: Krzysztof Kieslowski
País: Polonia
Año: 1999
Música: Zbigniew Preisner
Duración: 92 minutos
Guionistas: Krzysztof Piesiewicz y Krzysztof Kieślowski
Fotografía: Edward Klosinski
Intérpretes: Zbigniew Zamachowski, Julie Delpy, Janusz Gajos, Jerzy Sthur,
Grzegor Warchol, Jerzy Nowak, etc...
Premios: 1994: Festival de Berlín: Oso de Plata - Mejor director
SINOPSIS
Segunda entrega de la trilogía sobre los ideales franceses de Libertad, igualdad y
fraternidad del director polaco Krzysztof Kieślowski. En esta ocasión el color
blanco es el que da título a la película.
La figura de Karol, un polaco casado con Dominique, una dura y fría francesa que
pretende divorciarse por motivos sexuales, es el hilo conductor mostrando a un ser
bueno y gentil que se ve sumido por ese amor en una curiosa historia. La
fotografía blanca, de cielos y nieve, de personaje muy cercano y sentimental
absorbe al espectador con fuerza.
Blanco es una comedia negra cuya anécdota refiere brutalmente al tema de la
igualdad: en París, el polaco Karol no ha podido consumar su matrimonio con su
bella esposa. Después de un terrible juicio de divorcio, regresa a su país, en plena
bancarrota, ayudado por un paisano que lo transporta dentro de una maleta, la
cual es robada al llegar al aeropuerto. Ya en su patria, Karol enfrenta las nuevas
condiciones de vida ofrecidas por el capitalismo y decide destacar del resto de los
hombres para recuperar a su esposa. Finge morir para que ella viaje a Polonia por
la herencia, y al final, marcado por un reencuentro fugaz, es tragicómico. El tema
de la igualdad se aborda desde una perspectiva irónica a partir del matrimonio
entre dos personas que vienen de mundos diferentes: ella, de la cuna de los
derechos humanos; él, de un país socialista. El contraste es violento, aunque no
fue trabajado ideológicamente, pues el conflicto conyugal no implica de modo
visible aspectos políticos. Kieślowski así se expresó acerca de la igualdad: “Es que
no creo que esté en nuestra naturaleza. Nunca encontré a nadie que quisiera vivir
igual que los demás […] y eso rompe la igualdad”.
1 Federación Internacional de Mujeres Universitarias
Federación Mexicana de Universitarias
Universidad Nacional Autónoma de México
Museo de la Mujer
Bolivia 17 Centro Histórico, Ciudad de México.
Cine-Club de Género, 27 de marzo de 2012.
Tres colores, Blanco
Mtra. Delia Selene de Dios Vallejo
♣♥
Iniciamos nuestro texto de reflexión del filme Blanco de la obra Tres colores con el
concepto de igualdad.
Del latín aequalĭtas, la igualdad es la correspondencia y proporción resultante de
muchas partes que componen un todo uniforme. El término permite nombrar a la
conformidad de algo con otra cosa en su forma, cantidad, calidad o naturaleza
Se conoce como igualdad social al contexto o situación donde las personas tienen
los mismos derechos y las mismas oportunidades en un determinado aspecto o al
nivel general. La igualdad de sexo o igualdad de género hace referencia a
estandarizar las oportunidades existentes de modo tal que puedan repartirse de
manera justa entre hombres y mujeres.
La igualdad de razas es otra forma de igualdad: esta noción sostiene que todas las
personas deben gozar de los mismos derechos para que no exista la
discriminación. Por ejemplo en Sudáfrica, en la época del apartheid, no se cumplía
con la igualdad de razas y la población negra era explotada por los blancos.
La igualdad ante la ley es un principio que reconoce que todos los ciudadanos
tienen capacidad para los mismos derechos. Resulta evidente que, si no hay
igualdad de razas, no existe la igualdad ante la ley. Este concepto también supone
que la Justicia no prejuzga.
La igualdad, como definición práctica, podría ser: “ausencia de total discriminación
entre los seres humanos, en lo que respecta a sus derechos”. Pero consideramos
que no basta con esto, es un tema mucho más amplio, y abarca tantos factores, lo
cual puede, en muchos casos, llegar a determinar nuestras vidas.
Las corrientes feministas contemporáneas desde 1975 planteaban el lema para
nosotras “Igualdad, desarrollo y paz”. Entre nosatras la palabra “Igualdd” allá
cuando señalamos a la palabra equidad, luego entonces auí hacemos referencia
a una definición.
Catedrática de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-UNAM
*Secretaria General de la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas Asociación Civil.
Se agradece el apoyo de las licenciadas: Eva Calderón, Eurídice Román de Dios, Adriana Romo Sotres, Pamela Jiménez
Romo y Rosalinda Cuéllar Celis.
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2 La equidad (del latín "aequitas", de "aequus", igual; del griego "͗επιεικεία", virtud de
la justicia del caso en concreto), según la definición de la Real Academia
Española, la cual posee diferentes definiciones que a continuación se le muestran:
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En donde el género las cuales (sea hombre o mujer) no tiene mucho que
ver, ya que tanto el hombre y la mujer son capaces de hacer las mismas
tareas ya que los dos tienen el mismo nivel de inteligencia y en una
sociedad de equidad no hay nada plasmado que diga que la mujer está
destinada a hacer ciertas tareas o que el hombre tiene la capacidad de
hacer también ciertas tareas, en la sociedad con equidad no importa sexo,
raza o religión para llevar a cabo algún deseo.
Bondadosa templanza habitual. Propensión a dejarse guiar, o a fallar, por el
sentimiento del deber o de la conciencia, más bien que por las
prescripciones rigurosas de la justicia o por el texto terminante de la ley.
Justicia natural, por oposición a la letra de la ley positiva.
Moderación en el precio de las cosas, o en las condiciones de los contratos.
Disposición del ánimo que mueve a dar a cada uno lo que merece. Este
ideal está íntimamente enlazado con el precepto exclusivamente jurídico de
Ulpiano en sus "Tria Praecepta Iuris" (tres principios del derecho), el "suum
cuique tribuere" (dar
a cada uno lo suyo).1
En consecuencia, si es menester, se otorgará cierto margen de oportunidad mayor
a quien se encuentre en acusada desigualdad para obtener la igualdad respecto a
quienes se hallen en una mejor situación.
La desigualdad ha estado presente desde el principio de los tiempos, y los pueblos
han mantenido una lucha constante contra ella aunque en muy pocas ocasiones
consiguieron la igualdad propuesta, y fue durante la Revolución Francesa,
cuando se alcanzó su integridad como concepto y empezó a ser un valor
defendido globalmente, representado en el lema: “Libertad, igualdad y fraternidad”.
La inclusión de esta palabra en la frase fue a causa de que en 1789, el Tercer
Estado (el pueblo) se rebeló contra la nobleza y el clero, quienes exigían un
aumento de los impuestos. Los diputados del Tercer Estado se unieron formando
la Asamblea Constituyente, y redactaron importantes documentos políticos que
abolían los privilegios señoriales buscando la igualdad, tal como fue la Declaración
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, antecedente de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, buscando el reconocimiento mundial de este
valor.
Olimpia de Gouges por su parte escribió acerca de los
Derechos de la Mujer y la Ciudadana en 1793. Fue
guillotinada por Robespierre, por tal motivo.
1 http://es.wikipedia.org/wiki/Equidad 3 “Realizó la Declaración de Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, y propuso que
fueran decretados por la Asamblea Nacional en sus últimas sesiones o en la
siguiente legislatura. Sin embargo, Robespierre la envío a la guillotina en 1793 y
ella dijo: ‘Hemos ganado el derecho a subir a la tribuna, ya no se nos niega el de
subir al cadalso’. ¿Por qué Robespierre y sus correligionarios reaccionaron con tal
vehemencia? Los Derechos que planteó Olympia de Gouges fueron: I. La mujer
nace libre y permanece igual al hombre en derechos. Las distinciones sociales
sólo pueden estar fundadas en la utilidad común. II. El objetivo de toda asociación
política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles de la Mujer
y el Hombre; estos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y, sobre
todo, la resistencia a la opresión. III. El principio de toda soberanía reside
esencialmente en la Nación que no es más que la reunión de la Mujer y el
Hombre: ningún cuerpo, ningún individuo, puede ejercer autoridad que no emane
de ellos. IV. La libertad y justicia consisten en devolver todo lo que pertenece a
los otros; así, el ejercicio de los derechos naturales de la mujer sólo tiene por
límites la tiranía perpetua que el hombre le opone; estos límites deben ser
corregidos por las leyes de la naturaleza y de la razón. V. Las leyes de la
naturaleza y de la razón prohíben todas las acciones perjudiciales para la
Sociedad: todo lo que no esté prohibido por estas leyes, prudentes y divinas, no
puede ser impedido y nadie puede ser obligado a hacer lo que ellas no ordenan.
VI. La ley debe ser la expresión de la voluntad general; todas las Ciudadanas y
Ciudadanos deben participar en su formación personalmente o por medio de sus
representantes. Debe ser la misma para todos; todas las ciudadanas y todos los
ciudadanos, por ser iguales a sus ojos, deben ser igualmente admisibles a todas
las dignidades, puestos y empleos públicos, según sus capacidades y sin más
distinción que la de sus virtudes y sus talentos. VII. Ninguna mujer se halla
eximida de ser acusada, detenida y encarcelada en los casos determinados por la
Ley. Las mujeres obedecen como los hombres a esta Ley rigurosa. VIII. La Ley
sólo debe establecer penas estricta y evidentemente necesarias y nadie puede ser
castigado más que en virtud de una Ley establecida y promulgada anteriormente
al delito y legalmente aplicada a las mujeres. IX. Sobre toda mujer que haya sido
declarada culpable caerá todo el rigor de la Ley. X. Nadie debe ser molestado por
sus opiniones incluso fundamentales; la mujer tiene el derecho de subir al cadalso;
debe tener también igualmente el de subir a la Tribuna con tal que sus
manifestaciones no alteren el orden público establecido por la Ley. […].2
Ante la negativa a la exigencia de Olympia de Gouges surgen los manifiestos y los
libros que hablan de los derechos de las mujeres, entre otros encontramos: La
vindicación de los derechos de la mujer, de la inglesa Mary Wollstonecraft
publicado en 1792.
Esta obra tuvo una notable repercusión para detonar el movimiento feminista:
mezcló diversos géneros literarios, fue también un tratado político, un guión de
comportamiento y propuesta educacional. Abordó la discusión del papel de la
2 Delia Selene de Dios Vallejo. (2004). Sociología de Género, México, UNMM, AC-­‐FEMU-­‐UNAM, 1ª. ed., p. 431-­‐434. 4 mujer en la sociedad, mediante la conexión entre los conceptos: derecho, razón,
virtud y deber. Los derechos y deberes estaban indisolublemente ligados, al
tenerse derechos cívicos también se adquirían deberes cívicos, de igual manera,
postuló que sin derechos no podía haber ninguna obligación".
En la película de la cual nos ocupamos, Zbigniew Zamachowski es el protagonista
de una manera genial, ideal para el papel, lleno de expresiones y un rostro
definitorio del personaje tan bueno para la comedia como para el drama una vez
inmersos en su actuación. Curiosamente Julie Delpy, que ya venía destacando en
La pasión de Beatrice y Europa Europa, es su mujer en el reparto, aunque
aparece poco es tremendamente importante en el film.
Entre los tres filmes hay una relación, así Juliette Binoche aparece en una escena
haciendo mención a la primera entrega de la trilogía Tres colores Azul.
“Blanco”: Kieślowski mira con recelo la igualdad de Occidente. Ambientada
primero en París y después en su Polonia natal, “Blanco” es la segunda película
de la trilogía “Tres colores” de Krzysztof Kieślowski, una especie de bisagra o
puente entre “Azul” y “Rojo” y también entre los dos países de su vida. En ella
traza a la vez una delicada historia de amor que parece imposible pero está llena
de esperanza y futuro, y una feroz crítica a la política capitalista que había
inundado su patria dinamitando sus principios morales: un elemento intimista
frente a otro ético-político, planteados ambos en un difícil equilibrio lo cual permite
momentos para la reflexión y otros llenos de emoción.
Con producción francesa en un deseo de celebrar el aniversario de la Revolución
de 1789, Kieślowski se cuestiona la imagen de Occidente como defensora de unos
principios de libertad e igualdad, pues la realidad cotidiana parece asfixiarlos en
unas estructuras donde el poder reside en la ilimitada capacidad adquisitiva del
dinero: la igualdad queda reducida, para el director polaco, a una máscara vacía
de contenido y a una utopía para el individuo. Aunque la crudeza y realismo con
que aborda ese conflicto entre el mundo de Karol y el de Dominique contrasta con
el canto a la unificación europea de “Azul”, también aquí Karol debe sufrir, como le
sucedió a Julie, su propia “muerte interior” y bajar a un infierno personal para
poder después acceder a una nueva vida en que una purificada igualdad le
permita amar.
La igualdad es, efectivamente, algo por lo que luchará Karol
(Zbigniev Zamachowski), peluquero de origen polaco
afincado en París, muy enamorado de su mujer Dominique
(Julie Delpy), que acaba de solicitar el divorcio alegando
impotencia de su marido. Ante la Justicia francesa, Karol no
es más que un emigrante sin derechos, un extranjero que
desconoce el idioma, por lo que al divorcio le sucederá la
pérdida de bienes y pasaporte quedando en situación ilegal. Humillada tras un
nuevo intento fallido de consumar el matrimonio, Dominique resuelve entonces
5 denunciarle falsamente de incendiar la peluquería, con lo que Karol no tiene otro
remedio que huir del país.
En el metro ha conocido a un compatriota, Mikolaj (Janusz Gajos), con el que se
ha comprometido a realizar un misterioso e inmoral trabajo –viajar a Polonia y
matar a un amigo suyo que está “cansado de vivir”–: asistimos entonces a una
serie de situaciones un tanto rocambolescas y esperpénticas en la salida y entrada
de ambos países. Se inicia así la segunda parte de la película, en la que Karol
sólo tiene una obsesión: recuperar el amor de Dominique. Para conseguirlo,
trabaja de nuevo como peluquero junto a su hermano Jurek (Jerzy Stuhr), pero
pronto se interesa e introduce en un negocio financiero con actividades de dudosa
ética. Es la especulación capitalista que ha llegado a Polonia y que le enriquece
vertiginosamente hasta convertirle en un gran empresario, con Mikolaj como socio.
A continuación trama un plan diabólico para hacer venir a Dominique a Polonia:
pone todos sus bienes a su nombre y organiza todas las cosas para hacer creer a
todos que se ha muerto. Tal y como suponía, su mujer llega al funeral mientras él
la observa desde la lejanía descubriendo que el amor sigue vivo: una visita al hotel
donde se aloja es suficiente para demostrarle que ha superado la impotencia.
La película podría terminar así, con un amor recuperado y una desigualdad
vencida, y sin embargo la venganza no ha concluido: él está legalmente muerto y
tiene que permanecer oculto; ha organizado las cosas de manera que la policía
sospeche y encarcele a Dominique, como sucede; ahora es ella quien se
encuentra indefensa ante la justicia polaca. Parece un amor imposible, a pesar de
la estremecedora, delicada y esperanzadora escena –con plano/contraplano– en
que ambos se miran desde lejos en el patio de la cárcel y se manifiestan con
gestos su amor.
Como lo decíamos, Karol y Dominique –que ya aparecían
en los tribunales en “Azul”– simbolizan dos mundos
irreconciliables y en conflicto: el de los países del Este y el
de Occidente. Es un amor imposible, pues la igualdad
entre ellos es sólo aparente, falsa y superficial, con una
sociedad capitalista donde prima lo efímero y donde la
simulación y la apariencia es la norma de conducta. Por
eso, ante la impotencia en el matrimonio, éste se romperá
y solo podrá ser recompuesto cuando se purgue esa
hipocresía y se anule la desigualdad. Kieślowski establece un paralelismo entre la
virilidad y el poder, que marca la trayectoria de Karol; al final vemos cómo las
posiciones de la pareja se han invertido como si de un espejo se tratara, pues
entonces es Dominique quien invoca la justicia social y Karol el alma perversa que
lleve su estrategia hasta el final, aunque sea con la única intención de recuperar a
su mujer. Mientras no se resuelva la desigualdad, solo hay soledad, orgullo e
individualismo en un triunfador en la riqueza, aunque siempre quede un rescoldo
de amor –una moneda, un busto– que pueda renacer.
6 Por otro lado, hemos visto que tanto Karol como su amigo Mikolaj son emigrantes
que se han asentado y prosperado en Occidente, aunque no hayan dejado de ser
“extranjeros”: están indefensos ante la justicia o cansados de vivir, despechados al
no encontrar lo que esperaban en una sociedad vacía y consumista. En su periplo,
pasan de la impotencia de los afectos a la potencia del dinero, y –ya en tierra
polaca– no harán otra cosa que trasladar infantilmente –irresponsablemente– los
esquemas vitales de Occidente: buscan el poder a toda costa, sin escrúpulos en la
pura especulación, para caer en los mismos errores que en París les habían
conducido a la desesperación y a la soledad.
Con todo, Kieślowski parece querer decirnos que la igualdad –y el amor, en
definitiva– no puede fundamentarse en la capacidad económica, en unas
estructuras sociales donde en realidad “los más iguales” son los que tienen más
poder, sino más bien en la dignidad de la persona. Los protagonistas concluirán en
sus negocios que “todo se puede comprar” (el amor, la muerte, a las personas y
sus testimonios…), que “todo es posible”… para descubrir al final que no era así.
En ese momento, aún no han aprendido a buscar y encontrar la verdadera
igualdad. Pensaban que se podía alcanzar simplemente por el poder económico,
por la imposición y por venganza, y sólo mucho después descubrirán –hasta el
final de “Rojo” con el naufragio no lo sabremos– que la verdadera igualdad
únicamente llega a través del amor individual y personal. Pero eso es la teoría y lo
ideal, donde todo se resuelve con facilidad; en la práctica, en la vida que
Kieślowski ha presenciado y experimentado tanto en Polonia como en París no
existe esa igualdad, que se convierte en una quimera deseable pero inalcanzable:
de ahí su pesimismo respecto a Europa porque lo era respecto a su propia vida.
Como en “Azul” y “Rojo”, Kieślowski comienza la película con un primerísimo plano
de una maleta en el aeropuerto (dentro de ella va Karol): es un flash forward, un
“salto adelante” típico en el esquema narrativo del director polaco. La iconología
de algunos planos tiene también su valor argumental, como la estatuilla del busto
femenino y la moneda de dos francos que Karol se lleva de París vienen a
significar el amor de Dominique al que no quiere renunciar, y sólo se desprende de
ellos cuando la recupere. Del mismo modo, el color blanco es tratado por la
fotografía de Edward Klosinski con una precisa carga metafórica: podría simbolizar
la nada y ese mundo vacío del capitalismo, a la vez que la necesidad de renunciar
a la propia identidad, de anularse para poder llegar a amar a los demás. Desde el
punto de vista estructural, el blanco también responde perfectamente al desarrollo
horizontal de la historia y a su simplicidad constructiva. Una limpieza compositiva
que solo es alterada con breves y reiteradas sobre-exposiciones en blanco que –
de manera subjetiva y obsesiva– nos retrotraen al momento de la boda de Karol.
En cuanto a la música compuesta por Zbigniew Preisner, también nos lleva a esa
misma esencialidad, al ofrecernos como tema una melodía popular en Polonia de
aire nostálgico, que refleja una sociedad un tanto ingenua que sucumbe y es
devorada por los aires de progreso y bienestar –y también de corrupción– que
llegan de Occidente. Las interpretaciones de Zbigniev Zamachowski y de Julie
Delpy son, por otra parte, idóneas para reflejar los mundos que representan, de
7 sentido práctico y sofisticación. Por su belleza llena de romanticismo, destaca la
escena final en que Karol mira –desde un escondite, con ojos de enamorado– a su
mujer que asoma a la ventana de la cárcel y que le hace gestos de
correspondencia: por fin, el amor ha renacido y se ha fortalecido, aunque tengan
que esperar un tiempo para compartirlo.
KIEŚLOWSKI: LA AVENTURA DE FILMAR EL ALMA HUMANA
Leopoldo Cervantes-Ortiz
La fe es tu propia relación, tu propia imagen de ese alguien a quien llamamos Dios
y que existe en cada uno de nosotros. De otra forma no se podría explicar el
sentido de nuestra vida. K.K.
El 13 de marzo de 1996 falleció el cineasta polaco Krzysztof Kieślowski. Había
alcanzado la cima de su carrera, luego del éxito de El decálogo (1988-1989), La
doble vida de Verónica (1991) y Tres colores: azul, blanco y rojo (1993-1994).
Nacido en 1941 en Varsovia, se graduó en 1969 en la escuela de cine de Lodz, la
misma escuela por donde pasaron otros directores importantes como Andrzej
Wajda y Roman Polanski. Realizó múltiples documentales, algunos de los cuales
lo comprometieron políticamente con el régimen socialista de su país. Sobre ello,
comentó: Nosotros queremos decir nuestra propia verdad, mostrar sin hipocresía
las contradicciones sociales, denunciar la diferencia entre la teoría ideológica del
cine y su realización cotidiana. Nuestros filmes son filmes de preguntas, no de
respuestas. A medio camino entre el cine y la televisión, debutó en el largometraje
con películas entre las cuales sobresale Personal (1975). Se dio a conocer
internacionalmente con La cicatriz (1976) y El amante (1979). Desde entonces,
prefiguraba ya la hondura existencial que alcanzó en la década de los 80. De ahí
que no resulte exagerado afirmar que Kieślowski es el último gran maestro
cinematográfico del siglo XX.
Lo reconozco, soy profundamente pesimista ante la vida, pero no descarto poder
encontrar algún día la esperanza y, es más, utilizo el cine para ello: no existe
mejor definición para el cine de Kieślowski que esta frase dicha por él en el
Festival de San Sebastián en 1994. Kieślowski había anunciado su retiro al final
del rodaje de Tres colores. Se había cansado del cine y, sobre todo, de los rumbos
que tomaba el arte más importante de este siglo y que sin duda él contribuyó a
renovar. La importancia de Kieślowski es tal, que su obra no solo alcanzó un raro
estilo y perfeccionamiento técnico, sino que la dimensión universal de sus historias
logró en muy corto tiempo alcanzar la categoría alcanzada por unos cuantos
privilegiados del séptimo arte. En 1995 se publicó Kieślowski sobre Kieślowski,
una amplísima entrevista con Danusia Stok, que lo pinta de cuerpo entero, pues
reflexiona minuciosamente sobre el proceso creativo de cada película. Allí critica,
por ejemplo, la imagen estereotipada y glamorosa de los cineastas: Hacer cine no
significa públicos, festivales, reseñas, entrevistas. Significa levantarse diariamente
a las seis de la mañana. Significa el frío, la lluvia, el lodo y cargar lámparas
pesadas. Es un oficio para destazarse los nervios; en cierto momento, todo lo
demás se vuelve secundario la familia: las emociones, la vida privada.
8 Aun cuando su filmografía completa está cargada de una intensidad humana poco
común que, al menos aparentemente, apuntó hacia la trascendencia mediante la
búsqueda de lo insondable que le asalta como un factor no contemplado
inicialmente, es en El decálogo y Tres colores donde sus temas se afinan y
perfilan hacia un entramado en el cual lo espiritual asoma casi sin proponérselo,
encapsulado como está en una red de historias que permiten adivinar un sentido
inquietante del destino y de sus posibilidades, además de que la caracterización
de los personajes permite sondear en su interior desde lo visible.
Decálogo: la conflictiva actualidad de las leyes divinas.
Surgido como una serie televisiva, El decálogo se convirtió en uno de los grandes
hitos del cine contemporáneo y adquirió rápidamente la categoría de cine de culto
debido a la empatía que estableció con los espectadores de todo el mundo. En
1981, durante las filmaciones de algunos juicios, Kieślowski conoció al abogado
Krzysztof Piesewicz, quien en poco tiempo se convirtió en su guionista de
cabecera. Juntos escribieron el guión de No matarás, cuya historia parte de
hechos reales testificados por ambos: un hombre asesina a un taxista sin motivo
alguno y es condenado a muerte. El relato es contado en medio de una reflexión
profunda sobre el derecho a quitar o no la vida. A No matarás le siguió otra obra
desgarradora sobre la imposibilidad de las relaciones amorosas y el fracaso
adolescente en una sociedad hermética: No amarás, un relato en el que un joven
empleado de correos se enamora de una mujer disoluta mucho mayor que él, a
quien espía. Cuando por fin se acerca a ella, el choque que le causa el concepto
materialista y cínico del amor con que lo recibe lo pone al borde del suicidio.
Ambos episodios se rodaron para la televisión y el cine. Cineasta y guionista
afrontaron la titánica labor de dramatizar anécdotas extraídas de los juzgados,
cuya dirección se encargaría, originalmente, a diez directores debutantes, pero
Kieślowski no pudo resistir la tentación de dirigir todos los episodios -de una hora
cada uno-. El mismo tono sombrío, pero intenso y casi metafísico, preside cada
capítulo.
Kieślowski y Piesewicz coincidieron, luego de largas discusiones, en que debía
quedar fuera cualquier moraleja y que las películas debían ser influidas por los
mandamientos en el mismo grado en que los mandamientos influyen en nuestra
vida diaria. Lo que se percibe es que, efectivamente, estas leyes antiguas son una
especie de trasfondo ético y cultural que vive soterrado en la conciencia humana.
Así, el primer episodio (Amarás a Dios sobre todas las cosas), es la historia de un
padre ateo que pierde a su hijo pequeño por su excesiva fe en la ciencia. Como
desquite, acude a una iglesia para echar abajo el altar. Sobre el horizonte moral
de esta serie, Jan Patula escribió: El decálogo resulta accesible tanto para los
creyentes como para los agnósticos. Al igual que Camus y Dostoievski en la
literatura, la ética no es una pastilla para dormir tranquilo sino un cuestionamiento
interminable.
9 Según Fernando Celín, los diez capítulos podrían agruparse en dos tendencias: la
interior e intimista (2, 3, 4, 6 y 9), y la exterior y social (1, 5, 7, 8 y 10). Los asuntos
varían: la posibilidad de creer o no en Dios, la pena de muerte, la codicia, la
condición de madre soltera, la ambición de ganancia, el antisemitismo (siendo
Polonia es obligatorio), el amor físico o espiritual (y su fracaso en ambos casos).
El tratamiento de cada tema es libérrimo, pues por momentos la alusión al
mandamiento no es muy clara. En El decálogo 2, por ejemplo, una mujer espera
un hijo de su amante, mientras su esposo agoniza en el hospital. Ella va a ver al
médico que trata a su marido: si éste sana, está dispuesta a abortar, aunque el
médico le ha dicho que no tiene remedio, pero el milagro se produce luego de que
ella decide no abortar. La relación con el mandamiento en cuestión (No tomarás el
nombre de Dios en vano) es nula, se trata, más bien, de un caso de conciencia
individual, pues tampoco se condena el aborto: las cosas son más complejas y la
importancia del azar, el gran tema kieslowskiano (otra película suya de 1981 lleva
ese título), es determinante. Una escena resulta particularmente efectiva, debido a
su minuciosidad casi microscópica: en el hospital, una abeja trata de salvarse de
morir ahogada en un vaso y la cámara la sigue lentamente hasta que lo consigue.
La imagen es a tal grado simbólico que condensa profundamente el tema de la
historia.
En Santificarás las fiestas (tercer episodio), el telón de fondo es la Navidad: el
personaje masculino pasa la noche en una búsqueda frenética junto a su antigua
amante, en vez de participar de la reunión familiar. En el cuarto capítulo, una
mujer se entera de que aquel a quien ha considerado su padre no lo es, pues su
madre le dice la verdad en una carta. Decálogo 7 desarrolla el mandamiento
mediante el conflicto de una mujer que renuncia a su hija para que su madre se
haga cargo de ella. Comenta Celín: El No robarás' del mandamiento se convierte
en doble robo y sobre todo en una reflexión sobre el robo de sentimientos. Es
fundamentalmente un asunto de responsabilidad moral y, diabólicamente,
Kieślowski nos incluye y nos deja la solución. Los últimos capítulos desarrollan el
tema del antisemitismo, el deseo de la mujer del prójimo y la codicia de los bienes
ajenos. Sólo el décimo es una comedia que rompe con el tono del resto de la
serie. Celín compara el trabajo fílmico de Kieślowski con el de Bresson, pero
afirma que aquél se aleja de la gracia bressoniana, para tratar los hechos morales
a la manera de Rossellini: como revelación, aun cuando, agrega, su cámara pasa
al lado de la gracia pero va a algo más personal: el misterio y su obsesión por
llegar a filmar el alma. Esta intención será más explícita en sus películas
posteriores.
José Luis Barrios comenta así la dimensión estética y espiritual de El decálogo: El
Decálogo se presenta como una obra total cuyo inicio nos sumerge en el orden del
dolor y el misterio, para de ahí, otorgar al ser humano su condición ético-religiosa
como fraternidad y deseo del encuentro del prójimo. Los diez mandamientos son,
entonces, un acto de humildad, de pudor del creador ante los otros y sus
situaciones. Es un cine que al encontrar la mirada que lo ve, encuentra el silencio
del arte, el silencio de la forma; el lenguaje del silencio: la palabra sin palabra,
nombre impronunciable, el pudor ante lo otro, donde ni el tiempo, ni la situación, ni
10 la moral, ni la casualidad, valen como explicación; más bien, se trata de hacer
irrumpir el sobre-tiempo, el más acá de la duración. Por ello su lenguaje es una
narración siempre interrumpida por la gracia-instante que es noche y ausencia y
así, presencia.
Tres colores o la libertad y el azar en diálogo desesperado.
Debido a los problemas que le causó la censura en su país, Kieślowski filmó La
doble vida de Verónica en coproducción con Francia, lo que constituyó un salto
que puso a prueba su capacidad expresiva; superó con creces las dificultades,
aunque no dominaba el idioma francés. Integrada por episodios protagonizados
por la misma actriz, uno rodado en Varsovia y el otro en París, la cinta narra dos
vidas complementarias. La aventura culminó con Tres colores.
FUENTES DOCUMENTALES:
http://www.cinedesiempre.com/tres-colores-blanco-krzysztof-kieslowski-1994/
http://definicion.de/igualdad/
http://www.lacavernadeplaton.com/actividadesbis/valores00/igualdad00.htm
http://www.miradadeulises.com/2009/01/blanco-kieslowski-mira-con-recelo-laigualdad-de-occidente/
http://claiweb.or/Signos%20de%20vida%2020Nuevo%20siglo/sdV%2038/kieslowski.htm
http://krzysztof.kieslowski.filmweb.pl/
http://www.trzykolory.net/biografia.htm
http://m_koniuszko.webpark.pl/
http://m_koniuszko.webpark.pl/czytanie.htm
http://www.lanzadera.com/kieslowski
http://www.patoche.org/kieslowski/
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