Ha vuelto la moda del abanico

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AINPgRDAN
Ha vuelto la moda del abanico
Las damas figuerenses lucen de nuevo con habilidad y distinción la prenda
que fué famosa.
por J. Puig Dalmau.
vnlor
un resorte y producía buena cantidad de
jQarcelona, Crerona e incluso en t igue-
extraordinario por la realeza de su ori-
aire. Pero también cayó en desuso L u e -
ras existen escaparates repletos de dicna
gen. A l u c b o s ostentaban bellísimas
go y como cosa más moderna,, la m a y o -
prenda,
todo
dicatorias de poetas y personajes célebres
ría de familias
esto y mucno más decía un» jovencita a
otros, en fin, pasaron por los salones sin
ventilador eléctrico y con tanta
otra en plena R a m o l a .
pena ni gloria y terminaron sus días en
tencia, el abanico fué olvidado y
un rincón roídos por los ratones.
preciado COSÍO trasto antiguo,
—L·ios abanicos estan de moda. E n
xlay
de muy
Dcllos
Y es verdad. £ n las lindas
manos
de las mujeres Üguerenses ne visto
tras, varios llegaban
a tener un
de-
lucir
Pasó la moda aquella. Ignoro si fué
decidieron
adquirir
ún
compedes-
inútil
y
ehgorroso. ¡Pobre abanico!.
el famoso abanico. A l verlas he esceni-
porque cesando de ser caluroso.<i los v e -
Kcado en mi mente la época aquella, de
ranos o bien porque se extendió
cuando nuestras aouelas los lucían oellí-
siado el uso de la prenda. C o n los aba-
lenguaje. Según la manera de cogerlo,
timos, colgados de una valiosa y
nicos serios y elegantes surgieron a prin-
de darse aire, cerrado o medio abierto
relu-
ciente cadenitá^ de un par de metros
de • cipios de siglo
dema-
los abanicos de
papel,
Para nuestras abuelas el abanico tenía dos finalidades, la del aire y 1.
del
tenía uno u otro significado. LM* damas
longitud. Y no exagero, pues el abanico
cuyo modesto precio pudo ser alcanzado
jóvenes sostenían
les llegaba a la rodilla.
por la clase modesta, en los cuáles y en
con sus pretendientes y siempre con ra-
su mayoría figuraba dibujada la llamada
zón, puesto que aquellos no
£ r a la prenda femenina
imprescin-
diole en toda fiesta mundana. ISo tenia
rueda
ni tiene, el abanico la
ia
Dellesa
deslum-
, brante de una sortija de oro, ni de un
collar de perlas, ni de unos
pendientes
de brillantes, pero a más de su
utilidad
era una prenda que lormana un
vistoso
de la
cual
y
suerte
o de la
mediante
el
dicha
le decía lo que iba a sucederle en la v i figuraban
podían h a -
fortuna, 'cer otro tanto por no nacer uso de
de prenda.
rueda, quedaba señalado un número que
otros
conversaciones
la
cierre
los ojos y recorrer, con el índice
da. E n
largas
unos
terribles
ficado que tenía para las mujeres la manera de darse aire con el abanico.
Por
ser tan curioso no puedo resistir la
ten-
dibujos de rosas y
de elegancia y distinción quien la usaba
gusto, con unos colores vivísimos y
lie
lle-
tación de contarlo. C u a n d o
una
mujer
con Utilidad.
gando incluso en algunos a dibujar
pé-
joven, sentada en una butaca del
teatro
los grabados
dicha época verá sin diucultud
pésimo
table, me explicó no ka mucbo el signi-
conjunto con todas las demás. £ r a se nal
Fijándose uno en
claveles, de
U n a señora para mi siempre respe-
de
talos de azucena sobre un cáliz de rosa.
esperaba al galán retardado, abanicábase
que
no
Surgieron igualmente y con fines comer-
con tanto nervio y rapidez que el
vai-
liay dama o damita, en un baile o
en
ciales los conocidos ' P a y - P a y » , abanico
vén aquél se traducía en los motes:
•ya
un palco de la ópera, que n o tenga
en
deformado que obtuvo un enorme
vendrá, ya vendrá!*. U n a mujer casada
sus manos un abanico. Existían
éxito
de to-
por la modestia de su precio como era el
dos los colores, de mayor o menor ta-
toa un par de kijitos.
mientras estaba
de ter un regalo del dueño de la tienda
tomando el té en la terraza y »e abani-
maño, de marul o de madera, japoneses
a sus parroquianos,
caba con placidez y serenamente, el vai-
o indianos, pero siempre del mismo lor-
aún otros formato^, ingeniosos
algunos,
vén se traducía en: ' y a está aquí, y a e s -
mato. Parece que los de color negro los
sin pizca de belleza otros y al final fue-
tá aquí». Finalmente cuando la abuela
u«aban las señoras que vestían de luto.
ron tantos
suplicaba el abanico al despertar en p l e -
L o s blancos-las recien
desposadas.
Lot
y
fueron
inventados
tantos los abanicos
que
producían aire, que empezó a decaer su
no día,
de color verde o rosa las adolescentes y
uso, primero en las clases privilegiadas,
mauo.s, lo hacía con pesadez y pausada-
los sin color fijo las «efioras solteras e n -
después en las modestas, llegando a de-
mente un minuto para ir
tradas en años M u c t i o s exaa lisos
saparecer por completo la moda
venir, entonces el vaivén del mismo se
sin
ciilmjo ni ornato alguno, otros bord«doa
' Y los más figuraban con dibujos de
le* Y $»*l»»áos Je la época.
nabían sido pintados por
fió-
Algunos
manos
Diputació de Girona — Servei de Biblioteques
auiei-
tarde sui^ió de manos de un
m.ís
ingenioso
el yentiJadoi de ntano- Era este una d i anúnuta éljce c u y o eje, metido dentro de
uaa pequeña cajita accionaba apretando
cogiéndole
entre sus tréntujas
y
otro para
traducía en: *ya pasó, ya pasó».
Todos
los movimientos del aba nico tenían una
explicación u otra. U n a s eran perfectamente comprensibles. O t r a s w á s a m e i l e t .
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