Uruguay y el fútbol una indisoluble identidad. Historia del fútbol

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Uruguay y el fútbol una indisoluble identidad.
Historia del fútbol uruguayo
El contacto del país con el fútbol no difiere en esencia, del de cualquier otro lugar
del planeta en el marco de la difusión de este deporte sobre el desarrollo de la
revolución industrial y el expansionismo
económico británico. Años mas, años
menos, al puerto de Montevideo, el fútbol
llegó en las maletas de técnicos,
profesionales,
profesores,
obreros
calificados o no, con ejecutivos de redes
bancarias,
de
las
compañías
de
ferrocarriles, del gas, de la industria
frigorífica, de usinas y tendidos eléctricos,
de explotaciones mineras, agrícolas o
ganaderas, directores de Colegios, etc. al
igual que a todos los rincones del mundo a
partir de la segunda mitad del siglo XIX.
Visto este fenómeno desde el actual
proceso globalizador que vivimos, no es
para nada descabellado considerar que el
concepto de “sport” y particularmente el
fútbol se constituyó en un mismo
concepto
vital
a
escala
mundial,
recuperando primero fuera del puerto y
luego integrándola a cada peculiaridad nacional o local la actividad física, a partir de
este momento dignificada y a través de ella, recuperándose el ideal griego,
incorporar conceptos éticos y morales a la competición deportiva, es decir un ideal
de caballerosidad, respeto mutuo y fraternidad humana.
El primer partido de fútbol jugado en la banda oriental del río Uruguay, allá por
1881 en el ground de la Blanqueada tuvo por contrincantes al Montevideo Rowing y
al Montevideo Cricket, dos “Clubs” ingleses, instituciones elitistas y cerradas, no
dedicadas especialmente al fútbol, sino al sport, a la actividad física en contacto con
la naturaleza y a recibir en distintas y variadas competencias deportivas a las
tripulaciones de los barcos de Su Majestad surtos en el puerto. Desde el simple
picnic, pasando por las carreras, el “Come on boys” de las cinchadas, las
competiciones atléticas, todo lo que permitiera reunir al aire libre a la colonia
inglesa, demostrando una especie de vuelta a la naturaleza sobre el impresionante
desarrollo industrial, jerarquizando el “five o clock tea” como paradigma de
identidad social y cultural. Estas recepciones de tripulaciones, generaba actividades
que conmocionaban la quietud de aldea de la ciudad, la vida monótona y la rutina
cotidiana, convirtiéndose en multicolor y ruidosa propaganda de la actividad
deportiva, donde el ver, sabemos que es el preámbulo directo del participar. En
este marco, el fútbol, que siempre mantuvo desde sus remotos orígenes un
desenfadado carácter popular y masivo, contaba con asiduos y conspicuos
practicantes entre la marinería inglesa, incrementado esto por el propio crecimiento
del mismo en la rubia Albión, con la progresiva creación de clubes obreros y/o de
entidades religiosas o regionales, cobrando cada vez mas importancia, definiéndose
como la principal actividad deportiva, como espectáculo y como práctica. El juego
de los ingleses locos, multicolor, apasionante, irracionalmente jugado con los pies,
exigía destreza, potencia, guapeza, habilidad y una suerte de malabarismo frente al
contrincante, se constituía en un llamador, una atracción y un deseo para los
curiosos y asombrados orientales.
Como rasgo distintivo, en este proceso fundacional del fútbol, en el Río de la Plata,
recogiendo quizás rivalidades asentadas históricamente en el estuario desde la
colonización española, o simplemente respondiendo a los lazos comerciales y/o
sociales de las colectividades inglesas de ambas orillas, se llevan a cabo
confrontaciones entre asociaciones deportivas primero y clubes después de Buenos
Aires y Montevideo o de Rosario y Montevideo
En la última década del mencionado siglo XIX, el fútbol comienza a aquerenciarse,
a introducirse vertiginosamente en el entramado social uruguayo, en dos aspectos
fundamentales: su práctica por cada vez mayores y amplios sectores de la
juventud, de la población en general y con la aparición de los primeros clubes cuyo
objetivo es la práctica específica del fútbol, comenzaron así a sentarse las bases
para la creación de la “ League”, hoy Asociación Uruguaya de Fútbol con el inicio del
siglo, el 30 de Marzo de 1900
Uruguay y fútbol constituye una simbiosis, si bien no única a nivel internacional,
con unas características sumamente especiales, donde intervienen aspectos
particulares de la propia idiosincrasia oriental, conformada por una aleación entre la
recuperación de vestigios históricos regionales y la formación, cultura, costumbres,
tradiciones y dolor del desarraigo de las distintas nacionalidades que confluyeron
hacia toda América, ya sea “Al Uruguay, guay, guay yo me voy mama” buscando
un nuevo El Dorado, o los que fueron forzados y desembarcados en la época del
tráfico de esclavos. Paralelamente, junto con la llegada del fútbol, crece el proceso
político y social de desarrollo del país, se afianza y profundiza la praxis
democrática, se convierte en realidad una reforma educacional profunda e
innovadora basada en una escuela pública laica, gratuita y obligatoria que coadyuva
a la identidad cultural, a la participación activa como ciudadano, al sano orgullo
nacional de los uruguayos todos
Cómo no iban a responder a la magia, imprevisión, belleza, desafío, promesa o
traición de la pelota sobre el verde césped, quienes descollaban como bailarines de
tango en los peringundines de Montevideo, o
en los bailes de “rompe y raja” de todos los
rincones del Uruguay; como esa muchachada
no iba a ser capaz, de dominarla, bajarla,
acariciarla, dormirla en el empeine, pararla
con el pecho, tocarla de cabeza, peinarla,
llevársela
de
mondonguillo,
tocándola,
queriéndola, “amasándola”. Y mas, frente al
rival, concientes de su habilidad, de su coraje
y guapeza, asentada en tantas y tantas
tenidas de esquina, o donde fuera, los que
rendían culto a un coraje, hálito de esos
charrúas masacrados en Salsipuedes y Yacare
Cururú, al coraje cargado de morriña del
inmigrante, solo frente a la incertidumbre de
su destino en medio del desarraigo, el coraje
presente en la necesaria picardía de quien
tiene que subsistir “fuera del puerto” en los
suburbios cada vez mas poblados de un
Montevideo ajeno, al que se arriba cruzando el
mar o de “tierra adentro”. Frente a ese rival
que disputa la pelota, cómo no se iba a buscar
la moña, el eludirlo “no se sabe con que pie”,
buscando la jopeada, el caño, el esquive a la
carrera, el amague desestabilizador. O
colocarla con furia, o de cachetada en ese
rincón, en ese ángulo donde el golero por mas que se estire no llega. Para buscar
ese gol. Para ganar, para asentar una identidad individual, pero también la del club
y la del propio país.
Si no como explicar, o por lo menos intentarlo, la constante y permanente en el
tiempo pléyade de cracks celestes que primero asombraron al mundo, conquistaron
los títulos mas importantes, hicieron conocer en el mundo a su país, “ese lugar tan
chiquito que en el mapa ni se ve” y luego, arribaron para jugar al fútbol a
prácticamente todos los rincones del orbe, cuando la población total del país, fue
siempre menor que el número de jugadores de fútbol de muchos países, potencias
en el concierto futbolístico mundial.
Y todos jugaban al fútbol. A toda hora, no importa cuantos contra cuantos. De día,
en el campito, en el potrero, en la calle de adoquines haciendo pared con el cordón
de la vereda. Con pelota de papel, forrada o no con media, con pelota de goma, o
con lo que fuera o remotamente se pareciera a una pelota, esperando siempre la
oportunidad de darle a “una de verdad”. Y también de noche, a la luz de la luna o
bajo la luz del farol de la esquina.
Todos jugaban al fútbol, sin ningún tipo de exclusión, ya sea por posición social,
nacionalidad, raza o credos religiosos. En un mismo cuadro podían estar “el indio”,
“el negro”, “el japonés”, “el gringo”, “el turco”, “el ruso”, “el yoni”, “el tano”, “el
chino”, “el vasco” o “el gallego”. Independiente de todo credo religioso, el día por
antonomasia del fútbol uruguayo siempre fue el domingo.
Esta realidad social se hace incontenible cuando se forman los clubes. Mas allá de
cual sea su devenir, el fútbol como realidad es hoy lo que es por los clubes. A la
magia del juego, le suman la pasión, el sentido de pertenencia, la identidad y total
compromiso con una camiseta, una enseña, unos colores, estandarte de un barrio,
de una generación, de un grupo de amigos, amalgamado en la esperanza y
confianza de la juventud, de una muchachada que arrastra en su empresa
inverosímil a familiares, amigos, compañeros. Una fábrica, un boliche, un almacén,
el buzón de la esquina, un colegio, una escuela o la Universidad, son solo unos de
los tantos lugares que gestaron el embrión de lo que hoy son entidades sociales
que aglutinan a miles de uruguayos que sienten, sufren, palpitan, llegan al
paroxismo del júbilo o a la amargura mas profunda según el desempeño de su club.
Júbilo o desazón, pero siempre la identificación y el compromiso. Como lo sintetiza
la sabiduría popular, un club, “es un sentimiento”.
Aquí otro rasgo definitorio de la especial simbiosis entre Uruguay y el fútbol. Como
acompasando al primero, el segundo, a través de sus clubes y de las distintas
formas de organización de la “League”, Liga o Asociación Uruguaya de Fútbol, se
hace cada vez mas participativo, democrático y popular. Junto con el
“acriollamiento” que va desde la apriorísticamente decidida integración autóctona, a
paulatinas incorporaciones del elemento criollo o a escisiones de clubes históricos,
irrumpen en el ámbito de los “sportmen” nacionales o extranjeros, clubes de neta
definición popular, ya bien de canillitas, de barrios, de sectores populares, que
paulatinamente van pese a las trabas y/o impedimentos elitistas logrando su lugar
en las competiciones fundamentales, democratizando “a paso de campeón” toda la
estructura del fútbol, ya podemos decir, propiamente oriental.
En los albores del 900, en contrapunto con las lonjas de los morenos, las serenatas,
o los ecos de los bailongos, resonaban en el atardecer montevideano, rebotando en
las olas mansas de la bahía, allá por la Punta de las Carretas, en los añejos
plátanos del Prado, o por la cuchilla de Belvedere, los cánticos triunfales de las
barras futboleras, que a marcha de victorias buscaban su lugar y protagonismo en
el ámbito ciudadano:
“Siento ruido de pelotas
y no se y no se, lo que será;
es el ( * * * * * * * * * *)
que se viene, que se viene de ganar
(* * * * * * * * *)
Parafraseando a Rabelais, como homenaje a todos los que al unísono corearon,
estremecidos de emoción con la alegría de la victoria, estas estrofas, van sus
nombres, para recuperarlos en la magia de la evocación:
Albión, Central, Montevideo, Uruguay, Deustcher, Defensa, Titán, Internacional,
Wanderers, Triunfo, River Plate, Dublin, French, Bristol, Universal, Intrépido,
Reformers, Teutonia, Belgrano, Charley, Libertad, y por supuesto, los que ya
nacieron rivales, los que desde el primer partido ya disputaban un clásico: Nacional
y Peñarol, Peñarol y Nacional
Es tal el enraizamiento del fútbol en el ser social uruguayo, que brotan los clubes
de fútbol a lo largo y a lo ancho del territorio nacional, volcándose e integrándose
en ello la praxis política, gremial e institucional de la actividad ciudadana. Políticos,
profesionales, ediles, miembros de juntas vecinales, activistas de sindicatos y/o
organizaciones barriales, sociales o filantrópicas, fundaban o se integraban natural
y directamente al quehacer de los clubes de fútbol, eran al unísono y/o
sucesivamente, jugadores, linesman, cancheros, delegados, dirigentes y dirigidos.
Volcando íntegramente su experiencia política, sindical o social en la vida interna
del club, donde ser dirigente significaba una representatividad y un honor muy
especial, liderar un grupo activo, con un fuerte vínculo de unión entre sí, totalmente
identificado en la común pasión. Si bien, en muchos casos, mas que por
identificación y pasión se buscaba obtener renombre, prestigio y crédito político, lo
cierto es que dotaron de una vitalidad, de un estilo de acción pasionalmente
democrático, abierto y participativo a todos los clubes, reforzando socialmente la
identidad y orgullo de pertenencia al mismo. En una proliferación única en el
mundo, en cada barrio, cada pueblo o ciudad, mas de un club se disputaba el favor
de la población, siendo una constante de desarrollo de fútbol oriental la escisión.
Ante una situación que predeterminaban como “insostenible” los disidentes
iniciaban de inmediato el proceso fundacional de otro club, para recuperar la
esencia, el espíritu y los objetivos irrenunciables de “su” club, desvirtuados por la
realidad impuesta por los directivos del momento
Retomemos la magia de los nombres, para que se presenten ahora, los que
surgieron como una llamarada, que permaneció o que floreció en su fugacidad, los
otros que campeonato a campeonato demuestran su renovada existencia, los que
latieron con los botijas del barrio, cada domingo, que ya desaparecidos mantienen
la magia de la ilusión: “una perrita que andaba abandonada pasó a ser la mascota
del cuadro que ganó”. Esos nombres firmemente decididos como un eterno desafío,
o elegidos por azar, sugeridos por la evocación, o que hacen referencia a una
fábrica, a una calle, a un barrio, a un ideal, para afianzarse en la entrega y cariño
de sus renovados integrantes; evocados sin ningún orden de preferencia o
calificación,
sólo
al
azar
de
la
memoria:
Canyengue, Rampla Juniors, Artigas, Liverpool, Rentistas, Platense, Cerro, Alto
Perú, Danubio, Defensor, Plaza Colonia, Miramar, Cerro, Progreso, Sacachispas,
Salus, Paso de la Arena, Bella Vista, Solferino, Expreso, Sud América, Olimpia,
Cerrito, Iriarte, Porvenir, Fénix, Capurro, Belgrano, La Flor del Barrio, Wilson,
Maroñas, Olivol, Montevideo-Olimpia, Villa Española, Oriental, Mar de Fondo,
Misiones, Calaguada, Torino, Colón, Lito, Wanderers, Yi, El Tanque, Fantasma,
Basañez, Fraternidad, Huracán Buceo, Boston River, La Luz, Racing, Uruguay
Montevideo, Ipiranga, Libertad, Rocha, Misterio, Atenas, Independencia, Rosarino
Central, Lavalleja, . . . . . .
Resumiendo: en el inicio de la historia del fútbol en la República Oriental del
Uruguay, tenemos, jugadores, dirigentes y clubes, los que fueron forjando día a
día, partido a partido una realidad nacional, nos resta una realidad humana que
evade lo particular y nacional, para
ser esencialmente internacional: “el
hincha”.
Los habitantes de la Banda Oriental,
debemos tener como ancestros a los
mismos
nómades
gregarios,
recolectores,
carroñeros
y
depredadores que el resto del género
humano, máxime teniendo en cuenta
el enorme aporte inmigratorio al ser
nacional.
Como
primates,
levantamos
los
brazos
para
exteriorizar nuestro júbilo o alegría,
con o sin golpes en el pecho; somos
capaces independiente de nuestra
edad
o
jerarquía
social,
de
afirmarnos con alma y vida, ya sea
de zurda o de derecha, a cuanto
elemento mas o menos redondo o
esférico se cruza en nuestro camino
y con nuestros pensamientos. Lo que
si
somos
por
antonomasia
y
definición hinchas de un club de
fútbol. De ese club que nos representa e identifica, del que somos absolutamente
partícipes, esencial y naturalmente, no sabemos desde cuando ni como, pero que
resume en sus triunfos y sus derrotas nuestras mayores alegrías o desazones. Con
el cual nos identificamos, en un compromiso vital, íntegro, personal e intransferible,
y esto sin descontar el inevitable proselitismo zonal, barrial, familiar lleno de
adhesiones permanentes con imprevistas traiciones militantes.
Hincha, una pasión, una definición, una realidad hoy, que como todo elemento
mitológico tuvo una realidad humana: el “Gordo” Reyes. En uruguayo “Gordo” es
un hombre –genéricamente hablando- bonachón, histriónicamente humano, jovial,
intrínsecamente social y pacífico. El Gordo Reyes, talabartero de profesión era
partidario a muerte del Club Nacional de Fútbol, infaltable en cualquier compromiso
de su cuadro, era el encargado de mantener y reparar las pelotas Nº 5 “Made in
England” con las que se presentaban al campo los albos. Orgulloso de su capacidad
profesional y de su activa participación en la causa tricolor, llegaba al Parque
Central, inflaba ostensiblemente las pelotas confiadas a su custodia, y desde el
pitido inicial y a lo largo del partido se dedicaba a alentar constantemente a su
cuadro y su grito “Nacional, Nacional” era una nota constante en el devenir del
encuentro. Tan insistente era su aliento que allegados y visitantes se preguntaban
¿ese quien es? La respuesta unánime, con su picaresca incluida, de unos y otros
“ese es el hincha pelotas de Nacional” derivó en la denominación y en la
identificación del partidario de un club, que exterioriza por todos los medios su
indeclinable vínculo pasional, su compromiso e identificación vital y total.
La historia del fútbol uruguayo es la historia de una pasión de multitudes. Desde su
inicio, concitó una enorme atracción popular, multitudinaria y pasional, de hombres,
niños y mujeres, que exteriorizó siempre su compromiso con el cuadro, alentando
ruidosamente a sus ídolos, exteriorizando, constante y permanentemente antes
durante y después del partido su aliento y compromiso. El partido se jugaba en la
cancha y a lo largo y ancho de cada una de sus bandas. En el barrio, en la fábrica,
en las aulas, en las tribunas si las había, o sino desde el lugar en que se podía, ya
sea un cajón, un árbol, el techo de la cachila, en los carros. Donde fuera. El tema
era participar y “jugar” con su equipo. .”Nacional, Nacional”, “Dublín, Dublín”,
“Cerro, Cerro”, “River, River”, . . . . ., el genérico “vamo’ arriba: –“los gauchos”
(Progreso), “los bichos colorados” (Rentistas), “los tuertos o la viola” (Defensor
Sporting), “la cuchilla” (Liverpool), “la franja o la Curva” (Danubio), “los papales”
(Bella Vista), “los picapiedras” (Rampla Juniors), “los bohemios” (Wanderers), . . . .
. , “el Fénix no baja”, “Peñarol viejo y peludo no más”, . . . . ., o el repique de los
tamboriles de los “Esclavos de Nyanza” los negros lubolos que le prestaron sus
colores al viejo y querido “Central que no ni no”, el cuadro que nació a la sombra
quieta de los cipreses del Cementerio Central de Montevideo. Gritos de desafío, de
lucha y de entrega, palpitaron en los cuatro costados de las canchas con el rodar de
la pelota y la esperanza del triunfo. “A la carga Reformers” gritaba “la hinchada”,
“forza Arturo que la victoria e nostra” alentaba la madre del jugador albo Arturo
Rovegno, “apile gente negro”, exhortaban los “manyas” peñarolenses a Gradín y
una u once voluntades buscaban al unísono el arco contrario para obtener ese
empate o ese triunfo del último minuto. Porque esa característica definitoria del
fútbol celeste de mantener la lucha hasta el último segundo, - “Uruguay pa’ todo el
mundo, no ma”- logrando muchas veces cambiar el resultado del encuentro a la
finalización del partido, hablan, de la entereza y espíritu del jugador oriental, pero
también de ese constante aliento e identificación de los partidarios con su cuadro y
con sus ídolos, en una estrecha relación
polarizada entre la idolatría y el
condicionamiento, en toda la dimensión
violentamente humana, que va del
aplauso al abucheo, pero que siempre es
un impulso, un apoyo y un aliento,
siempre presente en la brega, -el jugador
Nº 12-, que se hace sentir en cada
instante y a toda hora, superando incluso
a la distancia, cuando se actúa fuera de
fronteras.
Una vez más cobra mayor relieve lo
expuesto, si tenemos en cuenta la
densidad demográfica del Uruguay en
comparación con otros países, lo que
permite visualizar los altos índices de
participación ciudadana en todos sus
sectores o franjas, en los espectáculos
futbolísticos, demostrativo del carácter
vanguardista de la sociedad uruguaya en
este plano, tanto en la organización como
en la concurrencia a los mismos. Por ejemplo, pese a la diferencia poblacional, se
reflejaba igual o superior concurrencia de público en los partidos internacionales
con clubes europeos o entre combinados uruguayos y argentinos en Montevideo
que en el “gran” Buenos Aires; se construye para la disputa de la Primera Copa
América de 1917 el Parque Pereyra, una de los primeros estadios de fútbol de
América Latina, asistiendo a la final Uruguay vs. Argentina alrededor de 40.000
personas y se realiza en el tiempo record de seis meses el “Stadium Centenario”
para el Mundial de 1930, primer escenario exclusivo de fútbol a nivel mundial, que
alberga 70.000 espectadores en la final, nuevamente Uruguay vs. Argentina.
Estadios y concurrencias record para América Latina, incluso, proporcionalmente
competitivas con la realidad profesional inglesa de esas épocas, pautas d el arraigo
militantemente pasional del fútbol en la población oriental.
Concluimos: todo uruguayo o uruguaya, niño, joven, adulto o viejo es un hincha.
Cada club tiene su “mascota”, su “crack”, su “madrina” o su “abuelita”. “Hincha” es
una definición, una vocación, un sentimiento, aportado
al acervo futbolístico mundial, por una realidad como la
uruguaya, que además creó, mantiene y mantendrá,
“for ever”, la quintaesencia del romanticismo quijotesco
de la adhesión a un club, un sentimiento exclusivo y
definitorio de la esencia del fútbol y del verdadero “fair
play”, el que palpita con el desinterés y la poesía
esperanza de la emoción: “el hincha de cuadro chico”.
Como en ningún otro lugar del mundo, en Uruguay, el
fútbol fue “sport” o sea fuera de puerto. Pese a los
esfuerzos
institucionales,
al
apoyo
y
difusión
permanente, a la propia organización del fútbol del
interior del país, en los primeros 100 años de su
historia, el fútbol uruguayo estuvo ligado al puerto: fue
esencialmente montevideano, es decir capitalino. Como
ya dijimos, fundada en 1900 al AUF, recién en 1999, la
Copa Uruguaya se disputa a nivel nacional, participando en dicho campeonato
clubes del inerior del país. Además si bien en todos los países futbolísticamente
hablando existe una real tendencia a la bipolaridad pasional, -recordemos a los
griegos oscilando entre lo apolíneo y lo dionisiaco-, en Uruguay, esta bipolaridad
casi como que precedió a la propia organización del fútbol. El arraigo popular del
club inglés del ferrocarril, el Central Uruguay Cricket Club, localizado en el pueblo
de Peñarol, en tanto el carácter de obrero de sus jugadores, despierta una lógica
atracción en los sectores proletarios y populares del pueblo Peñarol y del propio
Montevideo. Esta “popularización” de una institución de neto corte inglés, es decir
“foráneo” sirve de impulso instigador a la formación de una entidad social y
culturalmente criolla, de raigambre universitaria, intelectual, definidamente
nacionalista. Las fechas lo registran: 1891 surge el Albion y el CURCC, quienes
compiten entre sí. En 1899, con los colores de Artigas, se funda Nacional. Nace,
antes que la “Uruguay Association League” una bipolaridad que disputa no sólo
cada partido “clásico” para el cual no existe el carácter “amistoso”, los torneos
oficiales nacionales o internacionales, sino incluso el “decanato”, una especie de
reedición de aquello tan castizo: “quien fue primero el huevo o la gallina?” . Por
suerte el partido al dilucidarse por goles, convertidos y validados, por más que se
recuse intermitente al árbitro según su incidencia real o ficticia en el resultado,
tiene una definición deportiva, lo del decanato no lo resuelve ni la Corte
Internacional de La Haya, no en balde en Uruguay se inventó y creó el hincha.
Ya están los “grandes” en la lid. Como se dijo antes, con el desarrollo biunívoco del
país y del fútbol, comienzan a surgir clubes, que automáticamente son”chicos”,
aunque los bohemios del Montevideo Wanderers, como el rojo Dublín, fulgurante
llamarada, y el aduanero y “canillita” (niño vendedor de periódicos) River Plate,
democraticen el fútbol uruguayo tanto en el plano directriz como deportivo, como
todos los que vinieron y vienen después son “chicos”.
En su desarrollo histórico los “grandes” asentaron institucional y deportivamente
sus credenciales, institucional y deportivamente tanto nacional como
internacionalmente son grandes. Record inigualado el de Nacional, pionero en las
giras a Europa, en 1925, en un mismo día disputó tres partidos y ganó los tres. Uno
aquí en Montevideo, y subdividiendo a su delegación dos en el viejo continente.
Peñarol primer Campeón de la Libertadores de América y primer club sudamericano
en ganar “la Intercontinental”. En la sede de ambos se atesoran trofeos y copas
conquistadas prácticamente en todos los confines del mundo futbolístico, Copas
Uruguayas
en
propiedad,
quinquenios, Teresas Herreras,
Libertadores, Copa Toyota, etc.
Jugadores tanto uruguayos
como
extranjeros
hicieron
brillar los colores tricolores o
aurinegros en los estadios más
cercanos o más remotos. Sus
hinchas, “la mitad mas uno”
del
Uruguay
conocen
la
felicidad.
El hincha del cuadro “chico”
tiene
su
corazón
como
bandera, flameando en la
esperanza
del
futuro.
A
diferencia del resto del mundo futbolístico, no tiene una ciudad, una región o un
sector de una macro-ciudad, para enfrentar, camuflar o disimular la desazón de la
derrota, es huérfano del consuelo de la multitud. Como la vieja guardia del cabo
Napoleón, resiste en la colina de Waterloo, fiel hasta la muerte a su enseña y a su
historia. En el barrio, en la fábrica, en la escuela, liceo, oficina o Universidad,
resiste
individual
y
persistentemente.
Como contrapartida, por eso decíamos que es la esencia del hincha, el día de su
triunfo, -hondazo de David en la frente sorprendida de Goliat-, es ganarle a un
grande. Su objetivo existencial es mantener la categoría, el no descender. . y el
objetivo a perseguir en cada torneo es tener la mejor puntuación detrás de los
grandes, ser “campeón de los chicos”. Siempre soñando y alentando la esperanza
de ser Campeón Uruguayo. Un “chico” campeón uruguayo, demás está decir lo que
significa este campeonar. Significa ser doblemente campeón, aunque la alegría
compartida no la exprese una ciudad, una región o un sector de una macro-ciudad,
sino unos pocos-muchos hinchas, verdaderamente hinchas.
Esbozadas ya las peculiaridades del fútbol en Uruguay, las características generales
y a la vez específicas e identificatorias, tanto de sus clubes, dirigentes, jugadores e
hinchas, pasemos a detallar los aspectos fundamentales de los 105 años de
existencia de la Asociación Uruguaya de Fútbol, una Asociación que a tres décadas
de su aparición institucional pasa de organizar una Copa Uruguaya con los cuatro
clubes pioneros a organizar la disputa de la Primera Copa del Mundo, proponiendo y
creando en el ínterin a la Confederación Sudamericana de Fútbol, organizando la
Primera Copa América y difundiendo el fútbol a nivel tal que, consigue en este
período en forma consecutiva los títulos internacionales más relevantes, con una
jerarquía y brillantez que le han dado un primordial lugar en la historia del fútbol
sudamericano y mundial.
ASOCIACION URUGUAYA DE FUTBOL:
Es fundada con el nombre “The Uruguay Association Football League” por los
clubes: Albion Football Club, Central
Uruguay Cricket Club, Deustcher Fussball
Klub y Uruguay Athletic Club, el 30 de
Marzo de 1900. Surge a propuesta de
Enrique Cándido Lichtemberger, uno de
los principales dirigentes del Albion F.C.,
entusiasta del fútbol y cruzado vocacional
en cuanto se refiere a su difusión como
práctica deportiva. El modelo a reproducir
es el de la Football Association, cuya
reglamentación
y
disposiciones
se
transcriben como señal de jerarquía
institucional:
códigos,
reglamentos,
normas
de
procedimiento,
son
genuinamente inglesas, manteniéndose
incluso el idioma inglés como elemento
paradigmático. Su primer Presidente fue
Mr. P.D. Chater del C.U.R.C.C.
Funcionaba la League, en las oficinas de la
empresa de seguros “El Siglo”, calle Solís
Nº 15, prácticamente en el Puerto, en la
cual el Sr. Lichtemberguer era principal
accionista, desde donde se inicia, como ya
hemos visto el proceso de crecimiento del
fútbol en Uruguay, con su característica
distintiva: junto con la actividad local el
desarrollo de la actividad internacional. Se
organizan las primeras Copas Uruguayas y
los
encuentros
con
representativos
argentinos. En tanto deportivamente
inferiores, el procurar la realización de
estos partidos era tarea de las oficinas de
Solís al Nº 15. Junto con la coronación de
los primeros campeones locales, se
realizan los primeros “internacionales” y a
través de la Asociación Argentina se
consigue la afiliación a la Football Association, prácticamente en la misma fecha en
que en Europa se constituye la FIFA, usufructuando la política inglesa de considerar
dependiente, dirigir y ordenar todo lo que a fútbol se refería.
Los sucesivos cambios de denominación y de sede de la “League” van marcando
por un lado su crecimiento, su progresiva “nacionalización” como ya hemos visto,
como también el mayor peso y repercusión en la actividad nacional y en el ser
uruguayo del fútbol como pasión en todos los niveles de participación ciudadana,
dirigente-jugador-hincha, en dimensión renacentista. Todavía se podía incursionar
al unísono en los tres niveles de actividad, incluyendo además el de árbitro o
“linesmen” tanto en partidos nacionales como internacionales.
Así en 1905, con la Presidencia de don Félix Ortiz de Taranco, pasa a denominarse
Liga Uruguaya de Football, en 1915 siendo Presidente el Dr. Juan Blengio Roca
cambia a Asociación Uruguaya de Football, que se mantiene hasta la instauración
del régimen profesional, el 6 de abril de 1932, cuando se crea la Liga Uruguaya de
Football Profesional, con el Dr. Mario Ponce de León como su Presidente. Retoma el
anterior nombre de Asociación Uruguaya de Football un 30 de junio de 1936 siendo
Presidente el Dr. Raúl Jude, completándose la castellanización total del término
“football”, llegándose a su actual denominación: Asociación Uruguaya de Fútbol, en
1970, actuando como Presidente Don Américo Gil.
En cuanto a sus locales, pasó de Solís Nº 15, a 18 de julio 350, luego
sucesivamente, a Sarandí Nº 179, a Zabala Nº 61 y Paysandú Nº 122, siempre
dentro de los límites de la Ciudad Vieja, quizás para mantener firmes los vínculos
con ese “aire del puerto cuando anuncia el temporal”, asumiendo posteriormente el
dolor del crecimiento para salir fuera del “ejido” de la fortaleza de San Felipe y
Santiago de Montevideo, y recalar en la Avenida 18 de Julio primero en el Nº 1484
y luego ya con adquisición de local y predio, siendo bicampeones olímpicos y
afrontando las tareas de organización y puesta en marcha del primer mundial, en
18 de julio 1520 al 28. Precisamente, el pórtico de granito del viejo edificio,
mantenido en su lugar cual arco de triunfo del fútbol uruguayo recuerda a los
caminantes que por él pasó, para quedarse, la primera copa del mundo.
Estos sucesivos cambios de nombres o domicilios, reiteramos, no son casuales, van
reflejando por el contrario los continuos cambios de crecimiento y desarrollo tanto
institucional como deportivo, que jalonan nítidamente el devenir de la “AUF”.
En 1905, ya Nacional había sido el campeón en 1902 y 1903, en este último año,
representando a la League ganó en Buenos Aires ante el combinado argentino,
obteniendo el primer triunfo internacional del fútbol uruguayo; se habían
incorporado el Triunfo Football Club y el Montevideo Wanderers Football Club. Para
la “season” de este año, 1905, se producen las primeras bajas: desaparecen el
fundador Uruguay Athletic y el Triunfo. Por contrapartida, en el inicio de este 1905
se encomienda a la “Convención” el estudio de una nueva reglamentación que
implica, desde la castellanización del nombre, el extender la actividad deportiva
creando la Tercera División, sentando las bases de la División Menores, las que se
agregan a la Primera y Segunda División ya existentes. La realidad del crecimiento
deportivo e institucional, con sus luces y sombras, signa violentamente esta etapa:
transcribimos del acta de la vigésimo primera sesión de la Liga, el 14 de abril de
1905:
“….Se trata una solicitud del Lavalleja A.C. sobre inscripción de su segundo cuadro
en Tercera División. Se resuelve no admitirla por haber sido presentada vencido el
plazo reglamentario.
Se lee una nota del Sport Club Teutonia (antes D.F.K Alemán) dando cuenta del
cambio de nombre de su club.
La inscripción definitiva de los Clubs queda pues en la siguiente forma: “Copa de
Honor” Coussinier – (Uruguayos) Club Nacional de Football – C.U.R.Cricket Club
(Peñarol) – Montevideo Wanderers F.C. – Sport Club Teutonia y Albion F.C.
(argentinos) Alumni – Belgrano - Barracas – Estudiantes – Quilmes – Reformer
(Campana) y Rosario Central
1ª División: Nacional – Peñarol – Wanderers – Teutonia – Albion
2ª División: Nacional – Peñarol – Wanderers – Teutonia – Albion – River Plate –
Lavalleja – Intrépido
3ª División: Nacional – Peñarol – Teutonia – Albion – Intrépido – River Plate. “
Del acta de la segunda reunión de la Liga, el 24 de Abril de 1905, con la Presidencia
del Sr. Félix Ortiz de Taranco, elegido en la sesión inmediata anterior:
“… Venida del “Nottingham”. La correspondencia del Sr. Williams, secretario de la
Liga Argentina, tiene por objeto en su totalidad, el arreglar las condiciones entre la
Liga Argentina y Uruguaya para la venida a Montevideo del cuadro inglés del Club
“Nottingham” en su próximo viaje al Río de la Plata.
Después de un breve cambio de ideas el Sr. Presidente propone que se resuelva
ante todo si el “Nottingham” jugará en Montevideo, lo que considera casi una
obligación moral.
Es aprobada.
Donación del Sr. Lipton. – Se da cuenta de una donación hecha por el Sr. Lipton,
consistente en una Copa destinada al Campeonato anual entre argentinos y
orientales, y que se denominará “Copa de la Caridad”. Este campeonato será regido
por las Ligas argentina y uruguaya de acuerdo con las bases que constan en
Secretaría, procedentes de la Liga Argentina.
Entre estas bases figura una destinada al fin que se debe dar al dinero que se
acumule cuando en los partidos del campeonato de la “Copa Caridad” se cobre la
entrada para presenciar dichos partidos.
El Sr. Taranco después de breves y acertadas consideraciones sobre la naturaleza
del “Hospital de Caridad de Montevideo”, donde se asiste toda clase de enfermos,
de cualquier nacionalidad que ellos sean y de cualquier religión; propone que se
arregle con la Liga Argentina, estableciendo desde ya que lo usufructuado en este
partido se entregará a la Comisión Nacional de Beneficencia y Caridad,
destinándose así ese óbolo a mitigar en lo posible las penas de los enfermos del
Hospital de Caridad. Fue aprobado unánimemente.”(Copia fiel del Archivo de la
AUF.)
En síntesis, clubes que desaparecen junto con clubes que irrumpen en la actividad
deportiva y social. Se esfuman el Uruguay Atlhetic y el Triunfo, las camisetas verde
marrones del Uruguay no se verán mas por Punta Carretas y la blanca de Capurro,
se perderá en un último dribbling esperando el relevo. Otras instituciones, anuncian
su debilitamiento ya sea por su intransigencia a la renovación y al cambio, o ya por
la disminución creciente de su raigambre social, en tanto representaciones de
colectividades que vertiginosa y progresivamente se integran a la realidad
uruguaya. Así irrumpen, por más que conserven en algunos casos nombres
extranjeros, clubes e instituciones que irrumpen en la sociedad y en el fútbol,
buscando su lugar en la Liga, que pelean por ingresar en la “Primera División”,
democratizando en esta lucha todo el fútbol uruguayo, al lograr, con la conquista
del ascenso y el descenso, entrar en la división de privilegio, la 1ª Categoría, sin la
necesidad de dar “garantías” sociales y deportivas a los clubes que integrándola,
intentaban mantener en exclusividad su condición privilegiada. Ya River Plate,
Dublín, Lavalleja, Intrépido, French y Reformer anuncian la eclosión socio cultural y
deportiva del fútbol uruguayo, la creación de una escuela futbolística que madura
en 1912, conquista América y es la base de la generación olímpica de los años 20,
que alcanza su apogeo en Julio de 1930.
Breve reseña de los TITULOS OBTENIDOS POR LA SELECCIÓN URUGUAYA
-
CAMPEON OLIMPICO 1924 – 1928
CAMPEON MUNDIAL 1930 – 1950
CAMPEON SUDAMERICANO O COPA AMERICA
o 1916, ..17,..20,..23,..24,..26,..35,..42,..56,..59,..67,..83,..87,..93.
CAMPEON JUEGOS PANAMERICANOS 1983
CAMPEON DE CAMPEONES DEL MUNDO ( Mundialito Uruguay 1980)
Breve reseña de los títulos ganados por Peñarol y Nacional.
Peñarol ha ganado tres copas del mundo, 1961, 1966, y 1982, y seis copas
Libertadores de América en 1960, 1961, 1966, 1982, y 1987
La primera copa Intercontinental, o del Mundo, en aquellos años, Peñarol la gana
ante Benfica de Portugal 2-1 con goles de José Sasía, en el Estadio Centenario.
Otros trofeos importantes ganados por Peñarol, son: Copa Toyota 1982, Súper
Copa Sudamericana 1969, Copa Teresa Herrera – La Coruña- 1974 y 1975, Trofeo
Tap África 1974, Trofeo Mohamed V – Casablanca- 1974, Trofeo Costa del Sol
1975, Trofeo Ciudad de Sevilla 1985, Trofeo Ciudad de Marbella 1985 y Copa
Parmalat 1993-1994 entre toros.
Peñarol ha obtenido dos quinquenios de Oro: 1958 a 1962, y de 1993 a 1997. Ganó
9 campeonatos Uruguayos en la era amateur.
Nacional tiene ganadas tres copas del Mundo, 1971, 1980, y 1988, y tres
Libertadores de América en los mismos años.
La primer copa Intercontinental la obtuvo en final contra el equipo griego de
Panathinaikos, 2-1 en Montevideo, con goles del argentino, Luis Artime.
Otras copas conquistadas por Nacional son, Copa Toyota 1980-1988, Teresa
Herrera –La Coruña- , Copa de Honor Rioplatense 1905,1915,1916, y 1917.
Copa Torneo Atlántico 1947, Copa Montevideo Internacional 1953, 1969, 1970,
1978, Copa Colosos del Fútbol 1976, Copa Ciudad de Montevideo 1984 y 1986, y
Copa de oro de Mar del Plata 1989.
Nacional tiene un quinquenio de Oro entre 1939 y 1943.
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