Maloclusión

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PREVENCIÓN DE LOS TRAUMATISMOS DENTALES; TRAUMATISMOS ASOCIADOS A LA
MALOCLUSIÓN
La oclusión viene determinada por las cúspides vestibulares superiores y las cúspides vestibulares inferiores
(que deben ocluir correctamente), a grupos funcionales musculares ( temporal, masetero, etc...) y a la
articulación temporo−mandibular. Estos factores marcan la posición de los dientes, los puntos de contacto y
las direcciones de las fuerzas que actúan sobre ellos. Si la posición, los puntos de contacto y las fuerzas no
están en coordinación, aparece la maloclusión y por consiguiente un aumento a padecer traumatismos
dentales.
La maloclusión existe cuando al cerrar la boca los dientes superiores no coinciden con los inferiores (contacto
defectuoso) por una posición incorrecta. Ello genera que en la masticación la fuerza ejercida no se distribuya
de igual forma por toda la superficie de los dientes, si no que se concentre en un solo punto.
El hábito de chuparse el dedo pulgar, o el de la lengua y los problemas de las vías respiratorias, provocan que
el paladar no crezca, por lo que no hay espacio suficiente para los dientes permanentes generando la
maloclusión.
La falta de espacio también puede provocar maloclusión. Viene determinada por factores genéticos, caries y
extracciones de piezas temporales. En los factores genéticos intervienen el tamaño de los dientes respecto a
los huesos maxilares, el crecimiento de mandíbula y maxilar superior, etc... En las extracciones, interviene en
que si son muy tempranas, se provoca una falta de espacio para los dientes permanentes, y las caries hay que
prevenirlas para prevenir la pérdida de espacio.
La maloclusión tiene prevención a dos niveles: a un nivel primario y a un nivel secundario.
El primario se realizaría antes de que apareciese la maloclusión. Este tipo de prevención se realiza en niños
pequeños (6 años) y puede durar días, meses e incluso años. Las medidas van dirigidas a corregir faltas de
espacio, factores congénitos y los hábitos antes mencionados. Por ejemplo, en un niño el cual su mandíbula
crece más rápido que su maxilar superior por una causa hereditaria, pondremos en marcha actuaciones para
retrasar el crecimiento.
El secundario se realizaría una vez ya ha aparecido la maloclusión, e intentaríamos que los daños fuesen los
mínimos. En este tipo de prevención se lleva a cabo los tratamientos ortodónticos, placas de descarga,
prótesis, etc...
En conclusión, la prevención de la maloclusión mejora nuestra vida social y psíquica, ya que es una manera de
mantener una salud bucal adecuada. Eso nos ayudará a una mejor integración social y por consiguiente una
vida psíquica placentera.
3º ODONTOLOGÍA
PREVENTIVA 3.10.2001
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