MALES PARA UN NUEVO MILENIO : TRASTORNOS DE ANSIEDAD, ATAQUES DE PANICO Y FOBIAS Muchos confunden los trastornos de ansiedad y piensan que las personas deberían sobreponerse a los síntomas con el simple uso de la fuerza de voluntad. Pretender que los síntomas desaparezcan no da resultado, pero hay tratamientos que pueden ayudar a lograrlo. Una investigación basada en trastornos mentales, salud mental y del cerebro llevada a cabo en Estados Unidos y apoyada por el National Institute of Mental Health (NIHN), permitió que los científicos se aproximen cada vez más a la naturaleza de los trastornos de ansiedad, a sus causas y a la forma de contrarrestarlos. Estas patologías pueden presentarse de diferentes maneras: trastorno de ansiedad generalizada; trastorno del pánico; fobias; trastorno obsesivo−compulsivo; y trastorno postraumático por tensión. En la mayoría de los casos el tratamiento adecuado es la terapia de conocimiento cognoscitivo aplicada a cada característica de trastorno y el uso de medicamentos como antidepresivos y benzodiazepinas. Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) Es mucho más de lo que una persona normal con ansiedad experimenta en su vida diaria. Son preocupación y tensión crónica aún cuando nada parece provocarla. Padecer este trastorno significa anticipar siempre en un desencadenamiento trágico, excesivamente pendientes por la salud, el dinero, la familia o el trabajo. Sin embargo, a veces la raíz de la inquietud es difícil de localizar. El simple hecho de pensar en pasar el día provoca ansiedad. Las personas que sufren TAG no parecen deshacerse de sus preocupaciones aún cuando comprenden que su ansiedad es más intensa de lo que la situación justifica. Suelen no lograr relajarse y a menudo se les dificulta conciliar el sueño o permanecer dormidos. Sus preocupaciones van acompañadas de síntomas físicos, en especial temblores, contracciones nerviosas, tensión muscular, dolores de cabeza, irritabilidad, transpiración o accesos de calor, sentirse mareadas, que le falta el aire, náuseas o sentir como si tuvieran un nudo en la garganta. Muchos individuos con TAG tienden a sentirse cansados, les cuesta concentrarse y a veces sufren depresión. Por lo general el daño asociado al TAG no restringe a la persona en el medio social o en el trabajo. Las personas con TAG no necesariamente evitan ciertas situaciones como resultado del trastorno, pero si este es severo, puede ser debilitante y ocasionar dificultades al realizar actividades diarias simples. El TAG se presenta gradualmente, afecta con mayor frecuencia a las personas en la niñez o adolescencia pero también puede comenzar en la edad adulta. Es más común en las mujeres que en los hombres y con frecuencia ocurre en los familiares de las personas afectadas. Se valora un diagnóstico cuando alguien pasa por lo menos 6 meses preocupándose excesivamente por varios problemas diarios. En general los síntomas de TAG disminuyen con el correr del tiempo. En cuanto a la posibilidad de algún tratamiento, se está investigando la efectividad de medicamentos como benzodiazepinas y antidepresivos. También es útil la técnica de terapia de comportamiento cognoscitivo, de relajamiento y de retroalimentación para controlar la tensión muscular. 1 Trastorno del Pánico Quienes lo padecen experimentan sensaciones de terror que les llegan repentina y repetidamente sin previo aviso. No pueden anticipar cuándo les va ocurrir un ataque y entre cada uno pueden manifestar ansiedad intensa, al preocuparse de cuándo y dónde llegará el siguiente. Existe una continua preocupación de que en cualquier momento se va a presentar un ataque. Cuando finalmente llega, lo más probable es que la persona sufra palpitaciones y se sienta sudoroso, débil, mareado, con cosquilleos en las manos, sentirlas entumecidas y posiblemente se sofoque o tenga escalofríos. También puede experimentar dolor en el pecho, sensaciones de ahogo, de irritabilidad o tener miedo de que suceda una desgracia o de perder el control. La persona puede llegar a creer que esta sufriendo un ataque al corazón o apoplegía, o perdiendo la razón y que esta al borde de la muerte. Los ataques pueden ocurrir a cualquier hora, aún durante la noche al estar dormido y no esté soñando. Duran por lo general dos minutos y en casos extremos hasta una hora. Se presentan a cualquier edad pero casi siempre comienzan en los adultos jóvenes. No todos los que sufren ataques de pánico terminan adquiriendo el trastorno, muchas personas sufren un ataque y no vuelven a tener otro. Sin embargo, es importante un tratamiento adecuado, ignorarlo supone llegar hasta la invalidez. Frecuentemente el trastorno de pánico va acompañado de otros problemas como depresión o alcoholismo y puede engendrar fobias relacionadas a los lugares o situaciones donde los ataques de pánico han ocurrido. Por ejemplo, para quienes experimentaron un ataque en el uso del ascensor es probable que sientan miedo a subir a uno y que dejen de usarlo. Pueden llegar a confrontar una situación que les cause miedo siempre, aún cuando vayan acompañadas de su cónyuge o de otra persona que le merezca confianza. Generalmente evitan cualquier situación que temen y pueda hacerlas sentirse indefensas si ocurre un ataque de pánico. En algunos casos llegan a evitar actividades diarias normales como manejar un vehículo o en algunos casos, salir de su casa. Así se presenta lo que sucede en casi una tercera parte de los casos: las vidas de las personas llegan a ser muy restringidas. A esa restricción se la llama agorafobia. La tendencia hacia los trastornos de pánico y agorafobia suele ser hereditaria, pero un tratamiento oportuno puede detener el progreso. Un tipo de psicoterapia, llamada terapia de comportamiento cognoscitivo, medicamentos o una combinación de ambos, puede favorecer a quien sufre trastornos de pánico en un 70%. La mejoría puede apreciarse en forma significativa entre la sexta y octava semana de tratamiento. En el caso de la terapia de comportamiento cognoscitivo, el paciente aprende a ver las situaciones de pánico de manera diferente y también otros modos de reducir la ansiedad por medio de ejercicios de respiración o acudiendo a técnicas que dan nuevo enfoque a la atención. Otras de las técnicas, la terapia de exposición, procura ayudar a disminuir las fobias resultantes de un trastorno de pánico; se expone poco a poco a la persona a la situación temida hasta que llega a hacerse insensible a ella. Muchas personas encuentran alivio a los síntomas de pánico con medicamentos recetados por el médico. Entre los más seguros y efectivos se encuentran los antidepresivos y las benzodiazepinas. Fobias Se manifiestan de distintas maneras. Una fobia específica significa el miedo a algún objeto o situación determinada. Una fobia social es el miedo a colocarse en una situación vergonzosa en un medio social. • Fobias específicas 2 Aunque parece que son hereditarias y que son más comunes en las mujeres no se sabe bien que las ocasiona. Por lo general las fobias aparecen en la adolescencia o en edad adulta. Comienzan repentinamente y tienden a ser más persistentes que las que se inician en la niñez; las fobias de los adultos desaparecen solas en un 20%, mientras que la fobia específica de los niños (por ejemplo el miedo a los animales) pueden extenderse a la edad adulta. Las personas con fobia si pueden superar lo que les causa miedo no precisan tratamiento alguno. Sin embargo, en ocasiones tendrán que tomar decisiones importantes en su carrera o en lo personal para evitar una situación que les produzca fobia. El tratamiento se basa en la insensibilización o terapia de exposición. Los pacientes son expuestos gradualmente a lo que los asusta hasta que el miedo tiende a desaparecer. No existe hasta ahora un tratamiento comprobado con medicamentos. b) Fobia social Es el miedo a sentirse humillado en situaciones sociales, estar en presencia de personas no conocidas o hablar en público. Frecuentemente es hereditaria y puede estar acompañada por depresión o alcoholismo. Comienza al principio de la adolescencia o antes. Aunque es común confundirla con timidez, no es lo mismo. Las personas tímidas pueden sentirse muy incómodas cuando están con otros pares, pero no experimentan la extrema ansiedad al anticipar una situación social y no necesariamente evitan circunstancias que las haga sentirse cohibidas. Las personas con fobia social no necesariamente son tímidas. El 80% de las personas que sufren de fobia social encuentran alivio cuando se les da tratamiento de terapia de comportamiento cognoscitivo . Entre los medicamentos que demostraron ser efectivos están los antidepresivos llamados inhibidores MAO. Trastorno obsesivo−compulsivo (TOC) Se caracteriza por presentar pensamientos o rituales de ansiedad que la persona siente y no puede controlar. Quien padece TOC puede estar invadido por pensamientos o imágenes persistentes o por la necesidad urgente de celebrar ritos, como estar obsesionado con los gérmenes o la mugre y lavarse las manos una y otra vez. Están llenos de dudas y sienten la necesidad de reconfirmar las cosas de repente. Tienen pensamientos de violencia y temen hacer daño a las personas cercanas. Están preocupados por el orden y la simetría o tiene pensamientos persistentes de llevar a cabo actos sexuales que le son repugnantes; o puede afligirle tener pensamientos que van en contra de su religión. Los pensamientos o las imágenes preocupantes se llaman obsesiones y los rituales que se celebran para tratar de prevenirlas o disiparlas impulsos. Muchas personas saludables pueden aceptar tener algunos de estos síntomas de TOC, como revisar la estufa varias veces antes de salir de la casa, pero se diagnostica el trastorno únicamente cuando dichas actividades consumen al menos una hora al día, son muy angustiosas o interfieren en la vida diaria. Muchos adultos con este problema reconocen que lo que están haciendo no tiene sentido pero no pueden evitarlo. Los niños con TOC pueden no comprender que su comportamiento está fuera de lo normal. El TOC afecta a hombres y mujeres casi en igual número y causa angustia a 1 de cada 50 personas. Puede aparecer en la niñez o en la adolescencia, pero por lo general se detecta en jóvenes o en adultos jóvenes. La depresión u otros trastornos de ansiedad (por ejemplo alimenticios) pueden acompañar al TOC. La ingesta de alcohol y drogas desfavorecen al paciente. 3 Los científicos apoyados por el NIMH y otros investigadores llegaron a la conclusión que distintas terapias mejorarían en el resultado del TOC, como también la efectividad de los medicamentos, entre ellos la comipranina y el fluxetin. La terapia de comportamiento, prevención por exposición y respuesta, demostró también ser efectiva en el tratamiento. Consiste en exponer a la persona a lo que le causa el problema y luego ayudarla dejar a un lado el ritual acostumbrado; por ejemplo lograr que toque algo sucio y después no se lave las manos. Esta terapia frecuentemente tiene éxito en pacientes que complementan un programa de terapia de comportamiento, aunque los resultados han sido menos favorables en algunas personas con TOC y depresión. Trastorno postraumático por tensión (TPT) Es una condición debilitante que sigue a un evento de terror. Es frecuente que las personas que sufren de TPT tengan persistentemente memorias y pensamientos espantosos de su experiencia y se sientan emocionalmente paralizadas, en especial con las personas que antes estuvieron con ellas. El TPT antes era conocido como sobresalto por proyectil o fatiga de batalla. Las primeras experiencias de este síntoma llegaron a través de los veteranos de guerra, pero pueden ser el resultado de otros incidentes traumáticos como raptos, graves accidentes (choques de automóviles o trenes), desastres naturales (inundaciones o temblores), ataques violentos (asaltos), violaciones o tortura. La causa de este trastorno puede ser algo que amenace la vida de la persona o la vida de alguien cercano. Los sujetos con TPT pueden traer el trauma a la mente e iniciar recuerdos retrospectivos o imágenes intrusas. Un recuerdo retrospectivo puede hacer que una persona pierda el contacto con la realidad y vuelva a vivir un evento durante un período de unos segundos, horas y raras veces días. Este síntoma puede presentarse en imágenes y hacer creer que la situación traumática esta repitiéndose. Se diagnostica TPT únicamente a personas que presentan por más de un mes los síntomas, que en general comienzan tres meses después del trauma. El tiempo de recuperación puede durar seis meses y en otros casos el síntoma llega a ser crónico. Los medicamentos antidepresivos y los que se recetan para aminorar la ansiedad suelen disminuir los síntomas de la depresión y los problemas del sueño; la psicoterapia, incluyendo la terapia de comportamiento cognoscitivo, es una parte integral del tratamiento. Exponerse a lo que el trauma recuerda, por ejemplo regresar a la escena de una violación, en ocasiones ayuda a la terapia. El TPT se presenta a cualquier edad. Puede ocasionar depresiones, que las personas se transformen sumamente irritables y es fácil que tengan ataques de ira violentos. 4