COLOMBIA: «CRISIS» DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO DURANTE 1995-2002 Y DIFICULTADES PARA 2003-2006 por Julio SILVA-COLMENARES, Dr. sc. oec. * Contenido 1 – Introducción 2 – El comportamiento previsto y observado de la oferta 3 – El comportamiento previsto y observado de la demanda 4 – A manera de conclusión: Es evidente una grave inconsistencia 1 – INTRODUCCIÓN Como se reconoce en casi todos los medios académicos y políticos, Colombia perdió desde mediados de la década pasada la dinámica económica, como es evidente al observar las cifras sobre el crecimiento del Producto Interno Bruto –PIB- durante los últimos años. Como ocurre con muchos seres humanos adolescentes que se bloquean o estancan en el proceso de crecimiento, Colombia también tiene los factores potenciales para crecer a tasas del 5% ó 6% anual, pero no lo hace, por lo que algo de su «funcionamiento fisiológico» anda mal. Mientras esto ocurre, se ha dedicado mucho esfuerzo y tiempo a analizar el comportamiento y origen de la oferta y los medios para estimularla, en lo cual coinciden analistas y teóricos que van desde el fundamentalismo de mercado más acendrado hasta el estatismo proteccionista más xenófobo, pues sólo ven el problema y no la solución. Como lo reconoce en las páginas iniciales el Plan de Desarrollo Hacia un Estado Comunitario propuesto por el gobierno Uribe Vélez, el “crecimiento económico fue una característica notable de la economía nacional durante la segunda mitad del siglo XX. Vale recordar, por ejemplo, que sólo Brasil creció a una tasa promedio superior a la colombiana entre 1960 y 1995. El crecimiento rápido y estable redujo la pobreza y permitió un progreso continuo de los indicadores sociales: desde la esperanza de vida hasta las coberturas de educación. Pero el desempeño de nuestra economía cambió drásticamente desde finales de la década pasada”. Más adelante el Plan señala que las “causas de la caída en el crecimiento son múltiples, y todavía ampliamente debatidas. Análisis recientes muestran que tres factores explican el grueso de la desaceleración reciente de la economía: a) la intensificación del conflicto armado (en particular, el aumento de los secuestros, las extorsiones y los atentados terroristas de toda índole); b) el desbalance de las finanzas públicas (en especial, el escalamiento del gasto público); y c) el deterioro en las condiciones externas (en particular, la volatilidad de los flujos de capital y la caída en los términos de intercambio)”. Por tanto, continua el Plan, sólo “si se avanza con el objetivo de brindar seguridad y se progresa en el propósito de cerrar la brecha fiscal se podrá recuperar la confianza y retomar la senda del crecimiento económico”. Y reitera: “la estrategia de crecimiento del Gobierno tiene dos pilares fundamentales: la recuperación de la seguridad y el ajuste de las finanzas del Estado”, estrategia que reforzará con “una política económica expansiva en el frente monetario”, “un impulso denodado a la construcción”, la atracción de “mayor inversión extranjera”, la superación de “los rezagos en infraestructura estratégica”, la “inserción ordenada de la economía nacional en la economía mundial” y la “formación de capital humano”, entre las 1 principales políticas mencionadas. “La meta es alcanzar tasas de crecimiento superiores a cuatro por ciento, recuperar los niveles históricos de la inversión privada y reducir la tasa de desempleo al diez por ciento. Pero no sólo se pretende aumentar el crecimiento general, se aspira también a distribuir de manera más equitativa los frutos del crecimiento”.1 En opinión de quien escribe estas notas, la pérdida de dinamismo es anterior a los años “finales de la década pasada”, como ya lo reconocía el Plan Cambio para Construir la Paz, y existen otras causas que, sin que pierdan importancia las que señala el gobierno Uribe Vélez, pueden ser más determinantes en la explicación de lo que adquiere las características de una «crisis del crecimiento», pues se han ensayado varias «recetas» sin que el «paciente» mejore. Para este análisis se parte de la siguiente hipótesis: si bien el efecto se ve en la oferta, las causas hay que buscarlas en el comportamiento de la demanda. Por tal motivo, es necesario recordar que la creación de riqueza nueva, esto es, de valor agregado, sólo es posible como respuesta a la demanda proveniente de tres fuentes: consumo interno, inversión y exportaciones. Y que la oferta puede tener origen nacional o foráneo. Así mismo, hay que pensar que las causas no son sólo coyunturales o de proveniencia externa sino en lo fundamental estructurales y de origen interno. En consecuencia, la solución para que esta tendencia no se agrave hay que buscarla por el lado de la demanda y profundizando en los factores medulares de su ocurrencia. A veces se olvida una verdad elemental: Para que el PIB aumente, como parte fundamental de la oferta, se requiere que haya una demanda efectiva creciente, de manera tal que se pueda «cerrar» el circuito que lleva de la producción a la distribución y al consumo, con el «salto» que rompe el equilibrio y posibilita la reproducción ampliada, lo que no está claro en la literatura económica gubernamental. Desde esta perspectiva, interesa más ver la utilización del producto, pues es lo que permite la reproducción ampliada, o crecimiento económico, y no tanto la forma de generación del producto, o sea la incorporación de trabajo vivo, en condiciones determinadas de productividad, o de trabajo inerte, bajo la forma de capital fijo. Lo segundo es importante, pero lo primero es determinante: no puede haber actividad económica sostenible si no hay seres humanos que consuman los bienes y servicios producidos por el trabajo humano. Y no hay consumo, si el ingreso, la riqueza nueva, queda concentrado en pocas manos y no se distribuye de manera equitativa para que todos tengan acceso a lo mínimo que debe garantizar la sociedad moderna a cualquier persona. Para entender la dialéctica de este proceso, hay que insistir en que el crecimiento económico y el desarrollo humano deben ser resultados que se proponen y se cumplen en forma simultánea, complementaria e integral, por lo que plantear el crecimiento económico como un objetivo, per se, no es razonable. Lo esencial es el desarrollo humano pero desarrollo humano sin crecimiento económico es muy difícil de alcanzar. Podría decirse que el crecimiento económico es condición necesaria pero no suficiente para el desarrollo humano. 1 Presidencia de la República-DNP. Bases del Plan Nacional de Desarrollo Hacia un Estado Comunitario. pp. 17, 18 y 19 2 En una reflexión sobre el papel de los planes de desarrollo, el analista César González Muñoz dice que en “las sociedades de hoy, un desarrollo sostenido sólo se alcanza cuando las instituciones –el Estado, la ley, la ética pública, la ética privada-- garantizan alguna forma de equidad en la distribución de la riqueza. No hay desarrollo sostenido cuando la pobreza es el menú diario de la mayoría de la población. La pobreza es la falta de activos generadores de ingreso, la ausencia de bienes públicos para mejorar la calidad de la vida, la falta de sentido de pertenencia ciudadana. La acumulación concentrada y desigual de riqueza es signo de atraso y factor de inestabilidad. El desarrollo es acumulación de riqueza bien distribuida”.2 Este análisis inicial se concentrará en lo previsto y lo ocurrido u observado durante los dos últimos gobiernos, Samper Pizano (1995-1998) y Pastrana Arango (1999-2002), y lo previsto por el gobierno actual, Uribe Vélez, para el cuatrienio 2003-2006. Para el período 1995-1998 el Plan de Desarrollo El Salto Social preveía, como resultado de su “política macroeconómica, unidas a las estrategias social y de competitividad”, un crecimiento promedio del 5,6% anual, lo que produciría un crecimiento del PIB per cápita del 3,5% anual, “uno de los más altos de la historia económica del país; de hecho, sólo es comparable a aquellos que alcanzó el país durante el segundo lustro de los años veinte y entre 1967 y 1974. Este patrón de crecimiento, complementado por una política activa de generación de empleo, permitirá crear más de 1,5 millones de nuevos puestos de trabajo durante el período de ejecución del Plan”.3 Cuatro años después, el Plan de Desarrollo Cambio para Construir la Paz planteaba que el ajuste macroeconómico que aplicaría el gobierno “va a dinamizar el crecimiento real del producto para el cuatrienio 1999-2002 al proyectarse unas tasas de aumento del PIB que pasan del 2% al 6,1% al final del período. Con estos crecimientos se hacen factibles tasas de desempleo entre 10% y 12% en el año 2002, dependiendo de la sensibilidad del empleo al crecimiento real y de los cambios en la participación laboral. En la actualidad la tasa de desempleo se encuentra en 15,1%, uno de los niveles más altos históricamente”.4 Como es natural, no se quiere juzgar a las administraciones Samper Pizano y Pastrana Arango sólo a la luz de estos dos párrafos, pero para el propósito de este trabajo son los que resumen sus propuestas de crecimiento. Pero tampoco puede desconocerse que el ritmo y tipo de crecimiento obtenido tiene una relación estrecha con la mayor parte de la política económica gubernamental. Si bien la hipótesis de este trabajo propone que las explicaciones para la «crisis de crecimiento» de la economía colombiana hay que buscarlas por el lado de la demanda, el análisis comenzará por el comportamiento de la oferta, en donde la apariencia del fenómeno, en términos dialécticos, se concentra en el PIB, principal componente de la oferta total. Es necesario avanzar luego hacia la esencia del fenómeno. Es aleccionador lo que al respecto dijo un conocido empresario colombiano en artículo publicado en un diario económico: “(…) para nadie es un secreto que la fuente interna principal de crecimiento de la economía colombiana es la demanda de sus mismos habitantes y ese factor está deprimido. Esa es la razón de nuestro bajo crecimiento y del estancamiento en el que están las empresas”.5 2 El Activo diferido del Plan. La República, 25 de febrero de 2003, p. 4A El Salto Social. Bases para el Plan Nacional de Desarrollo. Presidencia de la República y Departamento Nacional de Planeación. pp. 43 y 73 4 Cambio para Construir la Paz. Bases. Presidencia de la República y Departamento Nacional de Planeación. pp. 66 y 71 5 Mario Hernández Zambrano. La otra visión. Portafolio, 21 de febrero de 2003, p. 39 3 3 2 – EL COMPORTAMIENTO PREVISTO Y OBSERVADO DE LA OFERTA Si se comienza por el PIB, en el cuadro 1 se presentan las cifras previstas de su crecimiento para los ocho años de los gobiernos Samper Pizano y Pastrana Arango y el crecimiento efectivo observado, añadiendo, para ver la contundencia de lo ocurrido, el cálculo de los montos a que habría llegado el PIB, de realizarse lo previsto, y el valor efectivo a que llegó, tomando como punto de partida 1994 y en pesos constantes de ese año. Aunque es un indicador engañoso, por las diferencias que oculta, se añade la medición del PIB per cápita (por habitante) y la evolución de la población total, reservándonos el análisis de otros indicadores que manifiestan mejor el desarrollo humano para un momento posterior. Nótese que si bien el gobierno Pastrana Arango bajó la tasa prevista de crecimiento para el primer año de su administración al 2%, teniendo en cuenta lo ocurrido al final de la administración Samper Pizano, no alcanzó a prever que 1999 sería el peor año en las últimas tres cuartas partes del siglo 20 y que le tocaría el poco honroso «privilegio» de ser el gobierno en que las previsiones sobre crecimiento económico estuvieron más distantes de la realidad. Debe tenerse en cuenta que las cifras porcentuales de crecimiento previsto del cuadro 1 corresponden a las utilizadas en las versiones iniciales de los planes de desarrollo de cada gobierno, aunque las dos administraciones corrigieron de manera permanente las cifras previstas, disminuyéndolas de acuerdo con las circunstancias, pues lo que interesa destacar es la brecha entre lo previsto –para cada gobierno con una perspectiva de cuatro años-- y lo observado, como método de análisis comparado. Cuadro 1 - CRECIMIENTO DEL PIB – PREVISTO Y OBSERVADO – 1995-2002 Años 1994 1995 1996 1997 1998 1995-98 1999 2000 2001 2002 1999-02 1995-02 PIB Previsto Increm.% a/ Valor b/ $ 67.532,9 6,26 71.760,4 4,64 75.090,1 5,38 79.130,0 6,26 84.083,5 5,63 2,0 85.765,2 3,5 88.767,0 4,2 92.495,2 5,1 97.212,4 3,69 4,66 PIB Observado Increm. % c/ Valor d/ $ 67.532,9 5,20 71.046,2 2,06 72.506,6 3,43 74.994,0 0,57 75.421,3 2,80 (4,20) 72.250,6 2,74 74.360,3 1,40 75.393,9 1,65 76.524,8 0,36 1,57 Poblac e/ PIB pc. f/ 37,8 38,5 39,3 40,1 40,8 1.784,3 1.843,3 1.845,1 1.871,8 1.847,3 41,6 42,3 43,1 43,8 1.738,5 1.757,0 1.750,5 1.745,8 1,85 a/ Crecimiento porcentual anual, tomado de los Planes de Desarrollo b/ Cálculos de Julio Silva-Colmenares, con base en 1994 y los porcentajes previstos de crecimiento. Miles de millones de pesos de 1994 c/ Con base en información producida por DANE-DNP. La cifra de 2002 es provisional d/ Con base en información producida por DANE-DNP. Miles de millones de pesos de 1994 e/ Población en millones de personas f/ PIB per cápita anual en miles de pesos de 1994 Como se observa a simple vista, la pérdida de dinámica es harto preocupante. Durante el cuatrienio 1994-1998 se preveía un crecimiento efectivo anual de 5,63% y sólo se logró 2,80%, esto es, apenas la mitad; para el siguiente cuatrienio se previó un crecimiento del 4 3,69% anual y alcanzó un ínfimo 0,36% efectivo anual, la décima parte de lo previsto; para el lapso 1995-2002, si se hubiesen mantenido las previsiones de los dos gobiernos, el crecimiento del PIB habría sido del 4,66%, cifra comparable con otros momentos en la historia del país, pero sólo se alcanzó el 1,57% anual, esto es, la tercera parte. Al final de los ocho años, el monto real del PIB en pesos de 1994, $76,5 billones, es 20,7 billones inferior al PIB que se hubiese alcanzado de mantenerse el ritmo de crecimiento previsto, o sea $97,2 billones. La pérdida de dinamismo respecto a lo previsto, que a su vez está muy lejos del potencial, significa más del 20% para ese año de menor valor agregado generado por la economía, o sea de menor riqueza creada. Tal resultado como impacto sobre las personas es impresionante: mientras la población aumentó en los ocho años en 6 millones de personas, esto es, no menos de 1,5 millones de hogares, el PIB per cápita, en términos reales, disminuyó en 2,2%, lo que significa una década perdida, pues regresó a los valores constantes observados a principios de los años noventa. Medido en dólares, el PIB per cápita cayó en cerca de 20% durante este lapso. Y no puede decirse que tal diferencia entre lo previsto y lo observado en la realidad obedezca a que el gobierno no tiene capacidad para hacer previsión económica. La Presidencia de la República y el Departamento Nacional de Planeación han contado siempre con profesionales de la más alta calificación académica, muchos de ellos formados en las mejores universidades del mundo, que tienen a su disposición la más avanzada teoría macroeconómica y los más modernos recursos econométricos, así como la información estadística adecuada. Como se lee incluso en Cambio para Construir la Paz, para los cálculos se utilizaron los siguientes modelos macroeconómicos: “(i) los de consistencia macroeconómica del DNP y el Ministerio de Hacienda; (ii) el modelo de equilibrio general computable del DNP y (iii) el modelo econométrico de la economía colombiana del DNP”.6 Por tanto, debe haber factores más allá de la formulación técnica y de la política económica gubernamental aplicada que explican tan profunda diferencia entre lo previsto y lo observado o, diciéndolo en otros términos, tan grave equivocación. Pareciera que el deseo de los gobernantes va por un lado y la realidad colombiana por otro. Este análisis pretende ser un aporte, así sea incipiente, a esa indagación. El Plan de Desarrollo Hacia un Estado Comunitario del gobierno Uribe Vélez plantea que la actividad económica se recuperará y como medida de esa recuperación muestra tasas crecientes en el PIB de 2,0% para 2003, 3,3% para 2004, 3,7% para 2005 y 3,9% para 2006, para un crecimiento promedio anual durante el cuatrienio de 3,22%. Como se señala más atrás, la economía colombiana tiene el potencial para crecer al 5% ó 6% anual y necesita hacerlo, para empezar a pensar en la reducción de los altos niveles de desempleo y pobreza. Si bien el crecimiento previsto del PIB del 3,22% anual durante el cuatrienio está lejos de ese ideal, significa un esfuerzo apreciable respecto a lo observado en el período reciente, pues implica una tasa que es nueve veces superior al promedio en el lapso 1999-2002 (0,36% anual) y más del doble del promedio observado entre 1995 y 2002 (1,57% anual). Antes de seguir adelante es conveniente una aclaración. Mientras en los países desarrollados denominan recesión a un periodo de dos o más trimestres con decrecimiento en el PIB, para países como Colombia debe considerarse que hay recesión cuando se produce una disminución relativa del PIB per cápita, pues en tal 6 Cambio para Construir la Paz, edición citada, p. 57 5 caso se agudizan de inmediato todos los problemas sociales, en especial la pobreza y el desempleo, ya que siempre se mantienen en niveles muy altos y se carece de sistemas de protección social efectivos. Si bien en tres años del período presentado en el cuadro 1 hay una recuperación del PIB per cápita, en el lapso total la población crece al 1,85% anual mientras el crecimiento económico sólo lo hace a una tasa del 1,57%, lo que produce que al final el PIB per cápita de 2002 sea inferior al observado en 1994. Como esta situación fue más aguda entre 1998 y 2002, con una ligera recuperación en el año 2000, el autor de estas notas califica a este quinquenio como de recesión crónica, pues fue persistente y prolongada. Sin pretender un análisis muy exhaustivo sobre el comportamiento de las importaciones, como el otro componente de la oferta, en el cuadro 2 se presenta su evolución durante los gobiernos Samper Pizano y Pastrana Arango, tanto en pesos colombianos (valores constantes de 1994) como en dólares corrientes, y su composición relativa según su principal uso o destino económico. Cuadro 2 - IMPORTACIONES – PESOS COLOMBIANOS Y DÓLARES – 1994-2002 Años 1994 1995 1996 1997 1998 1995-98 1999 2000 2001 2002 1999-02 1995-02 Miles de millones de pesos. Valor a/ Increm .% 14.127,3 15.153,1 7,3 15.500,2 2,3 16.460,2 6,2 15.816,1 (3,9) 2,86 11.912,6 (24,7) 12.939,9 8,6 14.388,8 11,2 14.404,6 0,1 (2,31) 0,24 Millones de dólares Valor b/ Increm .% 11.883,0 13.853,1 16,6 13.683,5 (1,2) 15.377,7 12,4 14.634,6 (4,8) 5,35 10.658,6 (27,2) 11.538,5 8,3 12.833,8 11,1 12.699,1 (1,0) (3,48) 0,84 Participación (%) de bienes de:. consum.c/ Intermedios. capital c/ y mat.prim. c/ 19,7 40,4 39,9 19,3 44,4 36,3 18,7 47,8 33,5 19,3 42,8 37,9 19,3 42,5 38,2 18,9 19,0 19,8 21,4 46,7 51,3 45,3 46,1 34,4 29,7 34,9 32,5 a/ Fuente: DANE-DNP. Miles de millones de pesos constantes de 1994. Valor de 2002, cálculo provisional de Julio Silva-Colmenares con base en diversas fuentes b/ Fuente: Banco de la República, con base en DANE y DIAN. Millones de dólares. (No coincide con el valor de la Balanza de Pagos, pues excluye servicios importados) c/ Distribución porcentual de las importaciones en dólares, según tres grandes grupos: bienes de consumo, bienes intermedios y materias primas y bienes de capital. La distribución de 2002 es provisional y fue calculada por Julio silva-Colmenares Como se observa a simple vista, las importaciones tienen durante los dos períodos notables altibajos pero una tendencia disímil. En el caso del primer cuatrienio observado crecen durante los tres primeros años, pero en dólares muestran una ligera disminución en 1996, y caen en 1998; no obstante, el crecimiento medio anual efectivo fue de 2,86% en pesos y de casi el doble, 5,35%, en dólares. Debe recordarse que para los dos primeros años las importaciones tienen el estímulo de la revaluación del peso colombiano, que para 1996 alcanza casi un 50% respecto a 1988, en comparación con el dólar estadounidense, situación que se revierte a partir de 1997, para alcanzar el punto de equilibrio (paridad de poder adquisitivo) en 2000 y llegar a una devaluación efectiva de 15% en 2002, también respecto a 1988.7 Debido a la recesión crónica que se inicia en 1998 y a este cambio en el precio interno del dólar, las importaciones se desestimulan y muestran una disminución media de 2,31% anual en pesos y de 3,48% en dólares 7 Cálculo de Julio Silva-Colmenares, teniendo como base los IPC de Estados Unidos y Colombia 6 durante el segundo cuatrienio. Tal disminución lleva a que en el lapso de los ocho años las importaciones crezcan poco, pues en pesos colombianos constantes lo hacen al 0,24% anual y en dólares corrientes al 0,84% anual. Estas cifras muestran que las importaciones tendrían menos culpa en la recesión crónica de la que les achaca el discurso contrario a la búsqueda de un mercado más abierto y menos monopolizado, tan popular en Colombia. Y que más bien es la recesión, con una disminución drástica en la demanda, en especial para inversión, lo que explica la caída en las importaciones. Es decir, las importaciones tuvieron el comportamiento convencional de décadas anteriores: crecieron mientras la economía crecía, sin que quiera decirse que son la causa eficiente del crecimiento, y se estancaron y disminuyeron cuando la economía entró en recesión. Igual fenómeno se observa respecto a la revaluación: las importaciones crecían mientras se mantuvo la revaluación y disminuyeron cuando se corrigió y pasamos a una devaluación efectiva. En cambio, no puede decirse que la caída en las importaciones obedezca a un «cierre» de la «apertura comercial», pues en realidad las normas que rigen el comercio exterior no tuvieron modificaciones sustanciales durante la segunda parte de los años noventa. Como lo muestra el cambio en el uso o destino económico, fueron las importaciones de bienes de capital, fundamentales en la inversión, las sacrificadas a medida que el total importado disminuye, mientras aumentan su peso relativo los bienes intermedios y las materias primas y lo mantienen los bienes de consumo, lo que sigue contradiciendo un discurso que pierde objetividad, pues por insistir en «enemigos» externos no se ven las causas internas. El monto de las importaciones, en pesos constantes, disminuyó, como componente de la oferta total, del 17,3% en 1994 y 1998 a 15,8% en 2002, y en proporción al PIB de cerca del 21% en 1994 y 1998 a menos del 19% en 2002. Por tanto, creemos que la «apertura financiera» tiene una mayor relación de causalidad con la crisis que la «apertura comercial». Como dijo en una entrevista a mediados de 2003 el Contralor General de la República, Antonio Hernández Gamarra, ministro durante el gobierno de Samper Pizano y miembro de la Junta Directiva del Banco de la República, el origen de la crisis se encuentra en la “política de apertura de la cuenta de capital” de principio de los años noventa y que generó “una avalancha de dólares. Esa avalancha provoca una revaluación (...).8 Como es evidente al revisar la balanza de pagos, el período en que se acumula un cuantioso déficit en cuenta corriente (más de US$25.100 durante 1993-98) corresponde a los años de mayor revaluación del peso colombiano, por lo que se acentúa la hipótesis de que tal déficit no puede explicarse sólo por la «apertura comercial», o sea por los cambios arancelarios y para-arancelarios realizados en los dos primeros años del gobierno Gaviria Trujillo, sino en especial por la «apertura financiera», esto es, facilidades para el ingreso de capital dinerario por diversos medios, ejecutada al mismo tiempo, lo que abarató las importaciones. A pesar del déficit en cuenta corriente, las reservas internacionales pasan de un poco menos de US$7.900 millones al finalizar 1993 a más de US$8.700 millones en 1998 y US$10.800 millones en 2002. Con el propósito, en especial, de recuperar la decaída inversión en capital fijo, el gobierno Uribe Vélez prevé una tasa anual de incremento de las importaciones de 2,1% 8 Lecturas Dominicales, El Tiempo, 25 de mayo de 2003, p. 4 7 para el cuatrienio, lo que es consistente con tal finalidad. No obstante, debe tenerse en cuenta que la aceleración de la devaluación, como ha ocurrido en los primeros meses de la administración Uribe Vélez, desestimula las importaciones y que en el cuatrienio 19992002 más bien disminuyeron. Además, los empresarios siguen reacios a embarcarse en proyectos de expansión o diversificación de la oferta, aunque no puede desconocerse que un dólar «caro» es un buen estímulo para la sustitución de importaciones, si bien por otro lado nos hace más pobres, incrementa los costos de producción, hace más penoso el endeudamiento con el exterior y «abarata» el capital fijo existente en el país. Como es natural, nadie está en contra de las metas que en cuanto a crecimiento del PIB y de las importaciones trae el Plan Hacia un Estado Comunitario, pues sin crecimiento económico aumenta el desempleo y se agudiza la pobreza, así se suavicen las condiciones del mercado laboral y se fortalezcan los propósitos «remediales» del gasto social. En el cuadro 3 puede verse en forma resumida la evolución de los dos componentes básicos de la oferta total durante los gobiernos Samper Pizano (1995-1998) y Pastrana Arango (1999-2002), antes de pasar a analizar, también en forma sucinta, el comportamiento de la demanda durante esos dos periodos presidenciales y las previsiones del gobierno Uribe Vélez. La brusca caída que muestran los dos indicadores del primero al segundo cuatrienio, en especial las importaciones, con énfasis en los bienes de capital, como se vio más atrás, corrobora la idea central de este documento en el sentido de que Colombia sufre una aguda «crisis de crecimiento». Ante este hecho, la preocupación, o la pregunta del millón, como dirían otros, gira alrededor de la consistencia que tienen otras previsiones económicas, relacionadas en lo fundamental con la demanda, y su capacidad para solucionar tal «crisis». Cuadro 3 – COMPORTAMIENTO OBSERVADO DE LA OFERTA TOTAL – 1994-2002 (Miles de millones de $ de 1994) 1994 1998 % increm. 2002 % increm. % increm. Conceptos/años anual 95-98 Anual 99-02 anual 95-02 Producto Interno Bruto 67.532,9 75.421,4 2,80 76.524,8 0,36 1,57 Importaciones 14.127,3 15.816,1 2,86 14.404,6 (2,31) 0,24 Fuente: Cuadros 1 y 2 3 – EL COMPORTAMIENTO PREVISTO Y OBSERVADO DE LA DEMANDA En cuadro 4 se presenta el comportamiento observado de la demanda, tanto interna como externa, tomando como punto de partida 1994 y en pesos constantes de ese año, en donde lo evidente para el lapso 1995-2002, es una fuerte tendencia a la disminución, en términos absolutos y relativos, de la inversión (formación de capital fijo), un muy leve incremento en el valor total del consumo de los hogares, un apreciable crecimiento en el consumo de la administración pública (gasto estatal, en sí) y un crecimiento sostenido, pero menor a las expectativas, en las exportaciones (demanda externa). A continuación se verá con más detalle estos cambios y algunas explicaciones que permiten entenderlos mejor. 8 Cuadro 4 – COMPORTAMIENTO OBSERVADO DE LA DEMANDA – 1994-2002 (Miles de millones de $ de 1994) Años Total Valor 1994 1995 1996 1997 1998 1995-98 1999 2000 2001 2002 1999-02 1995-02 71.531,4 75.709,8 76.510,2 79.595,1 78.503,6 70.675,1 73.286,5 75.206,6 76.419,3 Inc.% 5,85 1,06 4,03 (1,37) 2,35 (9,97) 3,70 2,62 1.61 (0,67) 0,83 Demanda Interna Consumo de los Consumo de la hogares admón. Pública Valor Inc.% Valor Inc.% Formación de capital fijo Valor Inc.% 44.510,2 46.933,1 47.422,6 48.564,0 48.172,1 17.246,8 18.293,0 16.094,2 15.990,4 14.981,7 45.572,6 47.177,3 47.926,3 49.118,7 5,44 1,04 2,41 (0,81) 2,00 (5,40) 3,52 1,59 2,49 0,49 1,24 9.774,3 10.483,7 12.993,4 15.040,7 15.349,8 15.908,2 15.831,3 15.879,3 16.053,9 7,26 23,94 15,76 2,06 11,94 3,64 (0,48) 0,30 1,10 1,13 6,40 9.194,3 10.277,9 11.401,0 11.246,7 6,07 (12,02) (0,64) (6,31) (3,46) (38,63) 11,79 10,93 (1,35) (6,92) (5,20) Demanda externa Exportaciones Valor 10.128,8 10.489,5 11.496,8 11.859,1 12.733,8 13.488,1 13.881,8 14.449,7 14.565,3 Inc.% 3,56 9,60 3,13 7,38 5,89 5,92 2,92 4,09 0,80 3,42 4,65 Fuente: DNP-DANE Aunque la caída es muy crítica en la demanda interna, con muy diverso comportamiento en sus tres componentes, es conveniente revisar primero lo ocurrido con la demanda externa. Si bien las exportaciones crecieron durante los ocho años a una tasa media anual del 4,65%, no deja de ser preocupante que el ritmo de crecimiento durante el segundo cuatrienio sea inferior al primero, cuando en ambos la tasa de cambio se depreció en una proporción similar, alrededor de 85%, pero en el segundo período hubo una sustancial disminución en el incremento de los precios internos, lo que hacía más atractivas las exportaciones; para el período 1995-1998 el índice de precios al consumidor aumentó en casi 100%, mientras en el período 1999-2002 lo hizo en menos de 37%. Es decir, a pesar de la aparente competitividad que da una mayor depreciación relativa del peso, las exportaciones no muestran la expansión esperada. Expresadas en dólares, tienden más bien a disminuir en los últimos años y desde la segunda parte de la década pasada oscilan entre 11.000 y 12.000 millones de dólares. Para el lapso 19952002 se subsanó la revaluación que tanto daño produjo en la primera parte de los años noventa, pues tomando como punto de equilibrio (paridad del poder adquisitivo del peso) el año de 1994, al terminar 2002 se observaba una devaluación real, respecto al dólar estadounidense, del 34%.9 Lo anterior no impide reconocer que fue la demanda externa, así haya estado inflada por la devaluación, la fuente que impidió pasar de la recesión crónica a la crisis profunda, pues la demanda interna decreció durante el segundo cuatrienio y sólo aumentó al 0,82% anual durante los ocho años. Pero sin duda la devaluación favoreció más a los exportadores que a las exportaciones, pues su monto anual en dólares no reaccionó de manera significativa, como se señaló en párrafo anterior. En cambio, encareció los bienes y servicios importados y la deuda externa, lo que afecta de manera negativa los costos y los pasivos y hace razonable que al Banco de la República le preocupe la posibilidad de que en 2003 se inicie una nueva espiral alcista. Por tanto, toda la atención sobre los factores explicativos de la «crisis de crecimiento» hay que centrarla en la demanda interna. Si bien todavía no hay cifras definitivas sobre el año 2002, con base en cálculos que son congruentes con las proyecciones del DNP, 9 Cálculo de Julio Silva-colmenares, teniendo como base los IPC de Estados Unidos y Colombia. 9 puede decirse que la demanda interna disminuyó durante el cuatrienio 1999-2002 a una tasa anual cercana al 7 por mil; para el lapso 1995-2002 la demanda interna apenas creció a un poco más del 8 por mil anual, gracias a que en 1995-1998 aumentó al 2,35% anual. Es decir, la demanda interna tiende a perder su condición intrínseca de factor determinante del crecimiento económico, en especial en un país que depende poco del exterior, como Colombia. A pesar de que las exportaciones han aumentado su peso relativo en la demanda total, para 2002 apenas representan el 16%, proporción muy similar a lo que significan las importaciones. Para agravar el panorama a largo plazo, entre los tres componentes de la demanda interna fue la inversión (formación de capital fijo) la que constituyó en los dos cuatrienios un factor de decrecimiento económico, pues en el período 1999-2002 mostró una muy preocupante disminución del 6,92% anual, esto es, del 25% en los cuatro años, duplicando la disminución anual mostrada en el cuatrienio anterior; en ocho años (19952002) la inversión anual absoluta, en pesos constantes, disminuyó en 35%, esto es, más de una tercera parte. Revertir esta tendencia no será tarea fácil, pues mientras en la mayoría de los países la inversión representa más del 25% del PIB y tiende a crecer, para asegurar la expansión de la actividad económica en el futuro, en Colombia significa menos del 15% del PIB y de la demanda interna y ha venido disminuyendo. Y aunque el banco central ha mantenido una suficiente liquidez, sobre todo en los últimos años, los empresarios no invierten por la caída en la demanda. Los medios de pago (M1) aumentaron de $6,4 billones al finalizar 1994 a $10,5 billones al finalizar 1998 y a $21,6 billones en diciembre de 2002, para un crecimiento de 64% durante el gobierno Samper Pizano y de 105% durante el gobierno Pastrana Arango. Como se asegura en los medios académicos y políticos, la liquidez se ha ido a financiar el déficit gubernamental y a la «fuga de capital» convertido en dólares. Ello explica que el desempleo crezca y al finalizar 2002 afecte a más de 3.100.000 trabajadores, mientras más de seis millones están en el subempleo. Visto que la inversión ha perdido el papel de fuente del crecimiento económico, y más bien ha sido factor de decrecimiento durante ocho años a una tasa del 5,2% anual, es decir, ha disminuido a un valor que es sólo dos tercios del registrado en 1994, puede analizarse ahora el comportamiento del consumo doméstico. En tal caso, es también preocupante que el consumo de la administración pública, esto es, el gasto estatal, en sí, haya crecido en los ocho años a un ritmo del 6,4% anual, aunque en el segundo cuatrienio sufrió una contracción apreciable; pasó de un crecimiento de casi 12% anual en 1995-1998 a 1,1% en 1999-2002. A pesar del esfuerzo por controlar el gasto estatal, durante los ocho años creció a una tasa que es casi ocho veces superior al ritmo observado en los hogares. Pero hay que tener en cuenta que el gasto estatal no debió tener el efecto dinamizador que tales guarismos hacen prever, pues buen parte se «desvió», por decirlo de manera suave, hacia la corrupción y se despilfarró por la ineficiencia y la ineficacia que cuesta la ausencia de una pulcra gerencia pública. Al pasar al análisis del otro componente del consumo doméstico, los hogares, hay que recordar que en Estados Unidos, tanto el gobierno como el banco central y los empresarios, prestan mucha atención al comportamiento del consumo de los hogares pues explica dos terceras partes del crecimiento económico. En artículo citado atrás, el 10 industrial Hernández Zambrano dice que ha podido comprobar “como el gobierno gringo defiende a capa y espada la demanda como fuente de crecimiento. (…) Esa es quizá la premisa de todos los negocios y que le permite a quien produce tener confianza, porque resulta claro que el Estado tiene como prioridad el bienestar de los ciudadanos”. En nuestro medio esto no es habitual, pues preocupa más lo que ocurre en la oferta, esto es, a los productores, a lo cual se unen muchos analistas que se califican de progresistas y antineoliberales. Pero también en Colombia el consumo de los hogares es determinante, ya que representa más del 75% del consumo total, casi el 65% del PIB y un poco menos del 55% de la demanda final. No obstante, a pocos preocupa que el valor real de su gasto creciera a una tasa insignificante, menos del 5 por mil anual durante 1999-2002, aunque en 1995-1998 creció al 2%, para quedar el promedio de 1995-2002 en un incremento del 1,24% anual, apenas las dos terceras partes del crecimiento poblacional durante el mismo lapso. Como resultado, el consumo per cápita hogareño, que permaneció estable, en términos generales, entre 1995 y 1998, disminuyó en casi 5% para 2002, cuando lo necesario era un crecimiento apreciable para mejorar la situación de pobreza y miseria. Por eso los empresarios señalan a la demanda como su principal problema, lo que los lleva a reprimir la inversión, como lo vimos en el párrafo anterior, y a limitar el empleo. Corregir tal deterioro supone transformaciones cada vez más sustanciales. Por tanto, en un número cada vez mayor de hogares disminuye el ingreso disponible, lo que lleva a reducir la demanda efectiva, como lo muestran las cifras sobre consumo real y las encuestas de opinión empresarial. Pero en los últimos meses ocurre algo peor: para no caer más en la pobreza, los hogares están liquidando bienes adquiridos con mucho esfuerzo. Según datos de Fedesarrollo, ha aumentado la venta de electrodomésticos, muebles, vehículos y hasta vivienda, apareciendo ahora con mayor frecuencia este fenómeno en hogares de estratos altos.10 Así mismo, ha disminuido el consumo de un producto que es habitual en la dieta alimenticia: la carne; el sacrificio de ganado vacuno disminuyó en más de 6% durante 2002 y había disminuido en más de 7% en 2001; en 2002 se sacrificaron sólo 1,9 millones de reses.11 También crece el número de estudiantes que pasan de la educación privada al sistema estatal, lo que si bien es positivo desde el punto de vista democrático, no deja de ser otra señal de la disminución del ingreso disponible en los hogares. Y la situación tiende a mantenerse; según el mismo Fedesarrollo, en enero de 2003 bajó el ánimo “tanto en la producción de bienes (menores pedidos y más inventarios), en la actividad comercial (menos ventas) y en las intenciones de consumo (compras y crédito estancados)”.12 Como es comprensible, con la disminución del ingreso y la persistencia de tasas elevadas de desempleo y subempleo se deteriora el empleo. Según un estudio reciente de la Universidad Externado de Colombia, se considera que sólo el 13% de las personas ocupadas tienen un empleo «bueno» o de calidad, esto es, con la adecuada protección legal y afiliación a la seguridad social. 10 La República, 30 de enero de 2003, p. 7A El Tiempo, 16 de febrero de 2003, ‘. 1-13 12 La República, 26 de febrero de 2003, p. 2A 11 11 Para revertir tan críticos resultados, el gobierno Uribe Vélez propone unas tasas de crecimiento del PIB, junto con un comportamiento complementario de otros agregados macroeconómicos, que no tienen, en nuestra opinión, un sustento sólido. Para hacer también un breve análisis, con base en el cuadro 3 del anexo 1a Consistencia macroeconómica: un escenario austero del Plan de Desarrollo Hacia un Estado Comunitario, se presentan en el cuadro 5 las tasas previstas de incremento del PIB, junto con el comportamiento de las demás variables que componen la oferta y demanda finales, adicionando una columna con el cálculo de la tasa efectiva anual durante el cuatrienio. Cuadro 5 - OFERTA Y DEMANDA – VARIACIONES PORCENTUALES PREVISTAS - 2003-2006 Conceptos/años Oferta Producto Interno Bruto Importaciones Demanda Consumo -- Hogares -- Administración pública Inversión -- Privada -- Pública -- Demanda interna Exportaciones 2003 2004 2005 2006 Anual 2,0 (1,5) 3,3 4,3 3,7 2,4 3,9 3,4 3,22 2,13 1,2 2,2 (1,6) (1,2) 5,5 (9,6) 0,9 4,7 3,1 5,8 (5,2) 7,5 11,7 2,8 3,8 2,1 3,5 5,2 (2,7) 6,1 9,1 4,4 3,9 1,7 3,5 4,3 0,5 6,6 9,4 0,7 3,0 3,1 2,85 4,37 (2,27) 4,69 8,90 (0,58) 3,12 2,89 Si se comienza el análisis por la demanda externa, el Plan calcula que las exportaciones crecerán al 2,9% anual, lo que no es imposible, a pesar de las dificultades que tienen nuestros vecinos, pues podrían aumentar las ventas hacia Estados Unidos, mercado que representa más del 40% de la demanda externa, siempre y cuando su economía no se contraiga, como efecto de una prolongada disminución en el consumo de los hogares, por pérdida de confianza en el inmediato futuro, y del esfuerzo para financiar una guerra en el exterior; Europa muestra signos de «debilitamiento» económico y Japón no se recupera de una prolongada recesión. Las previsiones sobre crecimiento de la economía mundial son más pesimistas que optimistas y la situación del centro desarrollado determina bastante las exportaciones de la periferia. De otro lado, ya se observaba más atrás que a pesar de la aceleración de la devaluación en los últimos años, el crecimiento anual de las exportaciones, en pesos constantes, cayó del 5,9% durante 1995-1999 a 3,4% en 1999-2002. Por tanto, cumplir esa meta, sobre todo con la alta exigencia prevista para 2003, no será fácil, aunque en favor de la meta debe decirse que existen factores que presionan hacia una mayor devaluación, tales como el pobre desempeño exportador, la baja monetización de nuevas colocaciones de obligaciones en el exterior, pues buena parte se dejará afuera como abono a capital, y las exigencias por los altos vencimientos inmediatos de la deuda externa. También existen factores contrarrestantes de la devaluación, como la posibilidad de que el banco central venda una parte de sus reservas internacionales, las que han crecido de US$8.100 millones cuando la fuerte contracción de 1999 a más de US$11.000 millones a principios de 2003, lo que elimina cualquier preocupación sobre la «caja» requerida para atender en el corto plazo las importaciones, el servicio de la deuda 12 externa y otras necesidades. Pero no debe olvidarse que todo incumplimiento en las metas de exportación se refleja, más temprano que tarde, en el PIB. Pero la preocupación aumenta cuando se ven los supuestos utilizados para la demanda interna, la que se calcula crezca a una tasa anual del 3,1% durante el cuatrienio. Aunque ello tampoco es imposible, debe recordarse que creció al 2,35% anual durante 1995-1998 y disminuyó al 0,67% en el cuatrienio siguiente, para un débil incremento del 0,83% anual para el lapso de los gobiernos Samper Pizano y Pastrana Arango. En el caso de la inversión total, el Plan parte de un crecimiento neto de 4,7% anual para 2003-2006. Si se descompone la inversión entre pública y privada, la primera decrecerá durante el cuatrienio a una tasa anual de 0,58%, lo que es consistente con el ajuste fiscal, mientras se espera que la segunda crezca a una tasa anual del 8,9%, lo que supone que la política de seguridad democrática, así como la transparencia en el Estado y el mantenimiento de una normatividad estable, le ofrecerá al sector privado las condiciones y estímulos que justifiquen tal esfuerzo y permitan recuperar la confianza de los inversionistas, en especial de los extranjeros. Las metas son loables pero la incertidumbre sobre la posibilidad de alcanzarlas es alta, pues se viene de dos gobiernos que fracasaron de manera estruendosa en sus ofrecimientos, no por falta de interés o de voluntad para hacerlo, sino por culpa de factores que no se tuvieron en cuenta. La formación de capital fijo o inversión total decreció al 3,5% durante el gobierno Samper Pizano y se duplicó esa tasa de decrecimiento en el gobierno Pastrana Arango a casi el 7% anual, para una «desinversión» acumulada del 5,2% anual durante los ocho años. Hoy muestra Colombia, por desgracia, una de las tasas de inversión más bajas del mundo. Para completar la incertidumbre, se supone, aunque no se dice de manera explícita, que parte sustancial del incremento de la inversión y del crecimiento económico tiene como soporte el consumo doméstico, que se calcula crecerá a un ritmo similar a la demanda externa: 2,8% anual. Para entender lo que significa como esfuerzo esta cifra, basta recordar que este rubro, que representa algo más del 85% de la demanda interna y del PIB, pasó de un crecimiento del 4% anual durante 1995-1998, alimentado en lo fundamental por el consumo de la administración pública, a un ligero incremento de algo más del 6 por mil anual en el cuatrienio siguiente. En tales condiciones de consumo e inversión los compromisos de crear empleos no se cumplirán y la necesaria flexibilidad laboral sólo servirá para aumentar las ganancias. En correspondencia con el ajuste fiscal, se considera que el consumo de la administración pública disminuirá de manera persistente durante el gobierno Uribe Vélez, para concluir con una tasa negativa de 2,3% anual, en promedio. Puede recordarse que durante los ocho años anteriores este rublo contribuyó más bien al crecimiento económico, aunque con una notoria contracción al final, pues pasó de un incremento del 11,4% anual durante 1995-1998 a sólo 1,1% en el lapso 1999-2002. En consecuencia, y parece que por simple diferencia como cuenta residual de la contabilidad macroeconómica, el «peso» del crecimiento económico recae sobre el consumo de los hogares, el que se supone crecerá a una tasa del 4,4% anual, sin que sea claro como se logrará esa cifra. En la práctica es casi imposible su cumplimiento, pues el mismo Plan muestra una mayor concentración del ingreso y un aumento de la pobreza en los últimos años. En el capítulo de Objetivos del Plan se comprueba que la tasa de pobreza, 13 que había disminuido de 65% en 1988 a 60% en 1995, ascendió de nuevo a 67% en 2001 y el coeficiente Gini pasó de 0,54 en 1988 a 0,58 en 2001.13 Dada esta situación, es casi una utopía lograr que la mayoría de los hogares recuperen la condición de «motor» del crecimiento, aunque podría ser una utopía realizable con voluntad política. Tal milagro sería posible, y no en tan corto tiempo, si se logra una mejoría significativa en el ingreso disponible de los hogares, lo que no forma parte de la política gubernamental. Aquí radica la grave inconsistencia señalada en cuanto hace referencia a la solución para la «crisis de crecimiento» que padece Colombia, pues dos terceras partes del éxito del Gobierno dependen de tan alto incremento en el consumo de los hogares. El país no puede seguir con la concepción de que el Estado debe remediar, con gasto público social, la exclusión y la inequidad que produce un precario crecimiento económico. Cada vez es más difícil que el estado privatizado del capitalismo de compadrazgo pueda cumplir esa función, pues se agota la capacidad tributaria de las escasas empresas y personas que pagan con responsabilidad los impuestos. Como dice el conocido analista Mauricio Cabrera Galvis, es falsa “la visión tradicional para la cual la desigualdad y la concentración de la riqueza eran necesarias para acelerar el crecimiento económico, pues la acumulación de la riqueza en unos cuantos capitalistas era indispensable para que se aumentara la inversión y el empleo”. Como insiste Cabrera Galvis, y lo demuestra con sofisticadas técnicas estadísticas el profesor Bill Easterly, de la Universidad de Nueva York, “el sentido de la causalidad va de la equidad al crecimiento”, es decir que no hay que crecer primero para repartir luego la torta, “sino que cuando existe una mejor distribución del ingreso y la clase media es más amplia se puede crecer más rápidamente”. Para Colombia esto significa que “no basta con buscar la estabilidad macroeconómica para acelerar el crecimiento y esperar que sus frutos se repartan después entre toda la población, sino que es necesario adoptar políticas sociales para mejorar desde ya la distribución del ingreso y reducir la pobreza, porque estas medidas van a ayudar también a que se acelere el crecimiento”.14 Por tanto, para comparar con las cifras propuestas en el Plan Hacia un Estado Comunitario, en el cuadro 6 se muestran los resultados observados en los principales componentes de la oferta y demanda totales durante los dos gobiernos anteriores. Cuadro 6 - OFERTA Y DEMANDA – VARIACIONES PORCENTUALES OBSERVADAS – 1995-2002 Conceptos/años Oferta Producto Interno Bruto Importaciones Demanda -- Hogares -- Administración pública Inversión -- Total demanda interna Demanda externa – Exportaciones 1995-98 1999-02 1995-02 2,80 2,86 0,36 (2,19) 1,57 0,30 2,00 11,94 (3,46) 2,35 5,89 0,49 1,13 (6,92) (0,67) 3,42 1,24 6,40 (5,20) 0,83 4,65 13 Presidencia de la República-DNP. Bases del Plan Nacional de Desarrollo Hacia un Estado Comunitario. Cuadro 1, p. 20 14 Clase media y crecimiento. Portafolio, 4 de febrero de 2003, p. 39 14 Fuente: Cuadros 3 y 4 4 – A MANERA DE CONCLUSIÓN: ES EVIDENTE UNA GRAVE INCONSISTENCIA Como se desprende del sucinto análisis anterior, es evidente que se hace mayor la brecha entre la expansión prevista de la demanda y las tasas observadas en la realidad, sobre todo en la demanda interna, lo que lleva a una contracción continuada de la oferta, en especial del PIB. Como los instrumentos técnicos utilizados para la previsión son los adecuados, algo más de fondo, estructural, está fallando, que tiene que ver más con el modo de desarrollo que con el modelo económico, y puede llevar al país al «abismo» de una crisis económica profunda, agravándose la crisis general de la sociedad que padece Colombia. Diciéndolo de otra manera, cada vez se contrae más el mercado doméstico, sin que se observe la presentación de estrategias válidas para la recuperación del consumo y la inversión, ya sea por parte del gobierno o del congreso nacional; del primero, cuando formula los planes nacionales de desarrollo y del segundo cuando los discute, en el tránsito hacia leyes de la República. Es decir, hay una grave inconsistencia en los supuestos macroeconómicos que sustentaron los planes de desarrollo de los dos cuatrienios anteriores y todo indica que tal falencia se mantiene para el cuatrienio 2003-2006. De otro lado, y como se aprecia mejor en los cuadros 7 y 8, buena parte de la contracción observada se debe a que el crecimiento económico se ha asentado en fuentes precarias y que tienen poco peso en la demanda total, como es el caso de las exportaciones y el consumo de la administración pública, gasto estatal, en sí, lo que no niega su importancia. Según el cuadro 7, del crecimiento de 2,8% anual del PIB durante 19951998 (variación absoluta de casi 7,9 billones de pesos constantes), más de dos terceras partes, 1,97%, lo explica el consumo de la administración pública, que representa apenas una quinta parte de la actividad económica, mientras los hogares, que son las dos terceras partes, contribuyeron con 1,3%; en ese lapso, el comercio con el exterior aportó 0,33% al crecimiento; si no se hubiese presentado la contribución negativa de 0,80% de la inversión, el crecimiento del PIB hubiese alcanzado un promedio superior al 3,5% anual. Cuadro 7 - DISTRIBUCIÓN DEL PIB POR UTILIZACIÓN (CONCEPTO DEL GASTO) Y CONTRIBUCIÓN DE CADA CONCEPTO (AGREGADO) A LA VARIACIÓN MEDIA ANUAL Miles de millones de pesos de 1994 Conceptos 1994 1998 Valor Valor Variación período 1995-1998 Valor Contribución a/ 3.661,8 1,30 5.575,5 1,97 2002 Valor Variación período 1999-2002 Valor Contribución a/ 946,7 0,30 704,1 0,24 Consumo de los hogares 44.510,3 48.172,1 49.118,7 Consumo de la admón. 9.774,3 15.349,8 16.053,9 Púb Formación de capital fijo 17.246,8 14.981,7 (2.265,1) (0,80) 11.246,7 (3.735,0) (1,20) Comercio exterior – neto (3.998,5) (3.082,3) 916,2 0,33 90,2 3.172,5 1,02 PIB 67.532,9 75.421,3 7.888,4 2,80 76.509,6 1.088,3 0,36 a/ Corresponde a la contribución, como tasa media anual, de cada agregado (concepto de gasto) respecto al incremento anual del PIB durante el cuatrienio. Valores de 1994, 1998 y 2002 tomados de los cuadros 3 y 4; en lo demás, cálculos de Julio Silva-Colmenares. 15 Para el cuatrienio 1999-2002 la situación es aún más crítica; ante una mayor reducción del consumo para inversión, pues su contribución negativa aumentó al 1,20%, el débil crecimiento del PIB en 0,36% anual (variación absoluta de apenas un poco menos de 1,1 billones de pesos constantes) debe mucho al aporte del comercio exterior, pues contribuyó con 1,02%, ayudando a contrarrestar la disminución por la vía de la inversión; por tanto, el escaso crecimiento del PIB se explica por la baja contribución del consumo de los hogares y la administración pública, que sufrieron una fuerte contracción respecto al cuatrienio anterior. Incluso sin el decrecimiento de la inversión, el incremento del PIB no hubiese pasado del 1,6% en promedio anual. En el cuadro 8 se aprecia la composición del PIB por utilización o conceptos del gasto, esto es, fuentes del crecimiento, y los cambios ocurridos en los ocho años, en donde se observa el cambio crítico que ha habido entre consumo de la administración pública y formación de capital fijo, con la mejoría del comercio exterior como fuente de crecimiento. Los hogares siguen siendo, como en la mayoría de las economías modernas, el principal componente del PIB, en cuanto a su utilización, por lo que son, también, su principal fuente de crecimiento. Mientras tanto, el crecimiento del gasto público ha llevado a que sustituya a la inversión como segunda fuente de crecimiento, lo que a mediano y largo plazo es una tendencia muy negativa, sobre todo por la «desviación» ya señalada por culpa de la corrupción, la ineficiencia y la ineficacia. Cuadro 8 - COMPOSICIÓN PORCENTUAL DEL PIB POR UTILIZACIÓN (CONCEPTO DEL GASTO) a/ Conceptos Consumo de los hogares Consumo de la administración pública Formación de capital fijo Comercio exterior – neto Total PIB a/ Cálculos de Julio Silva-Colmenares con base en los cuadros 3 y 4 1994 65,91 14,47 25,54 (5,92) 100,00 1998 63,87 20,35 19,86 (4,09) 100,00 2002 64,20 20,98 14,70 0,12 100,00 Para resumir, todo muestra que el modo de desarrollo de la sociedad colombiana tiene un modelo de crecimiento económico muy débil y atrasado, ya que ha descuidado a los hogares como la fuente principal del consumo doméstico, pues su reproducción es la razón de ser de la actividad económica. De esta manera, se profundiza la exclusión e inequidad que caracteriza a este modo de desarrollo. Cuando más de la mitad de la población sobrevive con menos de dos dólares al día, ni siquiera puede hablarse de una economía capitalista de mercado, lo que debe preocupar a quienes tienen algo para ofrecer en venta, pues no encontrarán compradores. La exclusión y la inequidad son grandes obstáculos no sólo para el desarrollo humano sino también para el crecimiento económico. Aunque suene muy duro, puede decirse que el capitalismo está en Colombia en un proceso de autodestrucción. Sin ser catastróficos pero sí objetivos y realistas, puede decirse que la mayoría de los hogares colombianos viven en condiciones que niegan el progreso humano. Las cifras anteriores corroboran que la seguridad democrática y la reducción del déficit fiscal pueden ser necesarias pero no suficientes para recuperar el crecimiento económico. Se requirió que viniera a Colombia el profesor Joseph Stiglitz y planteara que es indispensable recobrar el crecimiento económico para que los «alumbrados» de la economía perdieran el temor de hablar de la demanda, sin negar que aspectos como la seguridad que da confianza y el ajuste fiscal que ayuda a la estabilidad monetaria y 16 cambiaria son necesarios pero no suficientes. Pero se quedó corto el ex vicepresidente del Banco Mundial, pues en cuanto a las fuentes del crecimiento sólo insistió en la promoción de las exportaciones, o sea en la demanda externa, pero se le «quedó en el tintero» la demanda interna. Respecto a lo interno sugirió políticas típicas de estímulo a la oferta como tasas de interés bajas, condiciones crediticias especiales para las pequeñas y medianas empresas, disminución del déficit fiscal y reforma del sistema tributario para hacerlo más equitativo, reducción de la violencia, liberación del banco central del temor exagerado por la inflación y mayor compromiso con el crecimiento y el empleo, así como otras propuestas, la mayoría aplicadas y vigentes ya en Colombia, pero que no dejan de ser simples medios. La baja utilización de la capacidad instalada y la escasa demanda por crédito bancario, a pesar de la liquidez monetaria existente, comprueban que no es un problema de oferta. También mencionó cifras conocidas sobre la concentración del ingreso y el nivel de la pobreza, pero le faltó recalcar que ahí está el meollo de la cuestión. Esto es lo que nos lleva a decir que será muy difícil lograr el crecimiento propuesto, pues está asentado sobre dos supuestos de comportamiento de la demanda que no tienen soporte en la realidad y a los que no se les da la importancia debida en el Plan: un incremento en el consumo de los hogares del 4,4% anual y una expansión de la inversión privada del 8,9% anual, ritmos de crecimiento constante no vistos en los últimos años, para compensar una disminución apreciable en el peso relativo del gasto estatal: una reducción del 2,3% anual en el consumo y del 0,6% anual en la inversión. Puesto en valores constantes de 1994, y según los supuestos macroeconómicos del Plan, se calcula que el PIB o valor nuevo creado se incremente en más de $10,3 billones durante el cuatrienio 2003-2006, pero más de $9 billones de ese crecimiento debe provenir del consumo de los hogares. Esto es, más del 85% del 3,2% del crecimiento esperado depende del consumo de los hogares, lo que es una apuesta muy comprometedora y difícil de alcanzar. Si suponemos que los hogares no pierden capacidad adquisitiva en estos años –pero en el período reciente ha ocurrido lo contrario--, es previsible esperar un incremento de su consumo igual a la tasa anual de crecimiento vegetativo, o sea alrededor de 2%. Por tanto, los hogares deben hacer un esfuerzo adicional de consumo equivalente a más del 2% anual. Si su ingreso disponible no crece a ese ritmo, lo cual tampoco es fácil de alcanzar pues implica una notoria redistribución del ingreso, deben entonces tener una propensión al consumo superior a 1, lo que los obligaría a disponer de ahorro existente, cuyo nivel en muy bajo en Colombia, o a endeudarse, para lo cual tienen muy baja capacidad. En apoyo de este idea puede decir que la Contraloría General de la República, con base en un modelo que permite evaluar la consistencia de los supuestos de planeación nacional, en cuanto “verifica que la proyección del producto por el lado de la oferta coincida con la que se realiza por el lado de la demanda”, advierte en un documento de análisis presentado al Congreso Nacional que en su opinión existen “sobreestimaciones de las metas macroeconómicas”. De acuerdo con el ejercicio de consistencia macroeconómica realizado por la Contraloría, el crecimiento del PIB sería de 1,3% para 2003, 1,8% para 2004, 1,1% para 2005 y 0,8% para 2006, lo que daría un crecimiento promedio de la economía de 1,25% anual para el cuatrienio, apenas un poco más de la tercera parte de lo previsto por el Plan Hacia un Estado Comunitario. Como dice la 17 Contraloría, a pesar de que el proyecto del Plan califica como moderadas las metas propuestas, “tendrían dificultad en cumplirse. Los resultados muestran que parecen muy ambiciosas las proyecciones de fortalecimiento de la inversión y el consumo privado en las magnitudes señaladas en Bases”.15 Sin duda, nadie niega que el «salto» propuesto por el gobierno Uribe Vélez es el ideal pero con deseos no se construye el futuro: son necesarias acciones audaces y cotidianas, que exigen, más que política económica, una nueva concepción de economía política en la dirección de la sociedad y del Estado. Si se repite el fracaso de los cuatrienios anteriores el desprestigio del gobierno será mayúsculo y el agravamiento de la situación política y social llegará a niveles casi insostenibles. De complemento, el Congreso Nacional tampoco en esta oportunidad discutió sobre las bases reales del Plan y se conformó con el «hueso»: deliberar sobre la asignación del disminuido gasto del gobierno nacional y participar en la redistribución de la exigua porción que no corresponde a compromisos constitucionales. Para salir de la «crisis de crecimiento» que ha sufrido el país durante los últimos lustros se requieren unas estrategias propias, diferentes a las utilizadas o planteadas en los gobiernos anteriores, así como otros cambios circunstanciales. En la búsqueda de nuevas estrategias para el crecimiento económico deben incorporarse, de alguna manera, transformaciones sustanciales, en especial una mejoría apreciable en el ingreso disponible de los hogares, para poder avanzar hacia un nuevo modo de desarrollo humano en condiciones de libertad y felicidad. Para ello pueden utilizarse mecanismos de mercado, acciones gubernamentales y medios de solidaridad social. Este documento no pretende avanzar hacia ese plano y prefiere suscitar más preguntas que dar respuestas. Bogotá DC. febrero-marzo de 2003 * Vicepresidente de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas; miembro del consejo directivo de la Sociedad Colombiana de Economistas; PhD en economía (summa cum laude) de la Escuela Superior de Economía de Berlín y doctor en ciencias económicas de la Universidad de Rostock (Alemania); profesor-investigador y director del Observatorio sobre desarrollo humano en Colombia de la Universidad Autónoma de Colombia; autor de 10 libros, 14 folletos y más de 200 ensayos y artículos científicos publicados en Colombia y el exterior; coautor en 18 libros. Los comentarios críticos sobre este documento son bienvenidos y pueden hacerse a través del correo electrónico [email protected] o por medio de los teléfonos-fax (1) 334 02 28 y 352 99 93 15 Contraloría General de la República. Evaluación del proyecto de ley por la cual se expide el Plan Nacional de Desarrollo “Hacia un Estado Comunitario”. Bogotá, marzo de 2003, pp. 124, 126, 129 y 136 18