Dificultades en la oración

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DIFICULTADES EN LA ORACION
“San Agustín a su manera expresó clásicamente esta unión interna diciendo: “Quien bien ora,
bien vive”. Podríamos también expresarlo diciendo: Quien bien ora, ama y vive bien. También vale lo
contrario: Quien mal ora, ama mal y vive mal. ¿Y qué sucede con quien no reza en absoluto? Con qué
seguridad santa Teresa la Grande manifiesta: “Para mí es siempre una y la misma cosa: orar y
encontrar el camino hacia Dios”. Entonces, el que no reza, nunca encontrará el camino hacia Dios.
(...) Así, pues, queridos fieles, ambas cosas están indisolublemente unidas: la oración y la vida
cristiana; el espíritu de oración y la santidad cotidiana o, como acostumbramos a llamarla, la santidad
del día de trabajo. “ (Padre José Kentenich)
En nuestra vida diaria nos encontramos con múltiples dificultades para rezar bien...En este
capítulo, quisiéramos dejarnos iluminar por nuestro Padre Fundador y por el Catecismo de la
Iglesia Católica, para reconocer esas dificultades y buscar caminos para superarlas.
(Atención, todos los textos que comienzan con un número, han sido tomados directamente del
Catecismo)
2725 La oración es un don de la gracia y una respuesta decidida por nuestra parte. Supone siempre
un esfuerzo. Los grandes orantes de la Antigua Alianza antes de Cristo, así como la Madre de Dios y
los santos con El nos enseñan que la oración es un combate. ¿Contra quién? Contra nosotros mismos y
contra las astucias del Tentador que hace todo lo posible por separar al hombre de la oración, de la
unión con su Dios. Se ora como se vive, porque se vive como se ora. El que no quiere actuar
habitualmente según el Espíritu de Cristo, tampoco podrá orar habitualmente en su Nombre. El
"combate espiritual" de la vida nueva del cristiano es inseparable del combate de la oración.
I conceptos erróneos sobre la oración.
2726 En el combate de la oración, tenemos que hacer frente en nosotros mismos y en torno a
nosotros a conceptos erróneos sobre la oración:

Unos ven en ella una simple operación psicológica, otros un esfuerzo de concentración para llegar
a un vacío mental.

Otros la reducen a actitudes y palabras rituales.

En el inconsciente de muchos cristianos, orar es una ocupación incompatible con todo lo que
tienen que hacer: no tienen tiempo.

Hay quienes buscan a Dios por medio de la oración, pero se desalientan pronto porque ignoran que
la oración viene también del Espíritu Santo y no solamente de ellos.
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2727 También tenemos que hacer frente a mentalidades de "este mundo" que nos invaden si no
estamos vigilantes. Por ejemplo:
a) Lo verdadero sería sólo aquello que se puede verificar por la razón y la ciencia (ahora bien, orar
es un misterio que desborda nuestra conciencia y nuestro inconsciente);
b) es valioso aquello que produce y da rendimiento (luego, la oración es inútil, pues es improductiva);
c) el sensualismo y el confort adoptados como criterios de verdad, de bien y de belleza (y he aquí
que la oración es "amor de la Belleza absoluta", y sólo se deja cautivar por la gloria del Dios vivo y
verdadero);
d) y por reacción contra el activismo, se da otra mentalidad según la cual la oración es vista como
posibilidad de huir de este mundo (pero la oración cristiana no puede escaparse de la historia ni
divorciarse de la vida).
Nuestro Padre Fundador nos dice:
“Rezar es la elevación del corazón hacia el Dios vivo. ¡Cuántas veces, siguiendo el catecismo
habremos repetido esta definición! ¿Pero, sabemos hoy todavía qué dicen y qué significan cada una de
sus expresiones?
Se trata de una elevación del afecto. No se trata, pues, en primer lugar, y sobre todo no
exclusivamente, de un movimiento de los labios; ni siquiera se trata, en primer lugar y
específicamente, de una elevación del entendimiento, de una profundización del conocimiento
intelectual. En la práctica -lo que probablemente hemos experimentado innumerables veces en
nuestras vidas- es así: se ama, y con amar también se vive la vida. Y la vida, -y con la vida también la
oración- en su primer estadio, depende del conocimiento. Si quiero amar, primero la mente debe
poseer un conocimiento. Pero igualmente es cierto que el grado del conocimiento no determina, de
ningún modo, el grado del amor, de la vida y de la oración. Seguramente conocemos gente sencilla;
pensemos, por ejemplo, en nuestros abuelos que nunca estudiaron, que ninguno de ellos hizo un
doctorado en teología; que tienen, en general, sólo un pequeño conocimiento de las verdades
religiosas, pero un conocimiento pequeño que desembocaba en una vida muy intensa...
Así pues, conocimiento y vida no necesariamente dependen, en su grado, el uno del otro. Y,
cuántos sabios hay, sobre todo en nuestros días, que tienen un amplio conocimiento en teología, es
decir, sobre Dios y todo lo que la Sagrada Escritura nos dice de él, pero su amor al Dios vivo se ha
vuelto raquítico. Son maestros del conocimiento, de la mente, pero no maestros del corazón; no son
maestros de la vida y por eso no son tampoco maestros en la oración ni en el espíritu de oración.”
2728 Por último, en este combate hay que hacer frente a lo que es sentido como fracasos en la
oración:
a) desaliento ante la sequedad, tristeza de no entregarnos totalmente al Señor, porque tenemos
"muchos bienes" (cf Mc 10, 22),
b) decepción por no ser escuchados según nuestra propia voluntad,
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c) herida de nuestro orgullo que se endurece en nuestra indignidad de pecadores, alergia a la
gratuidad de la oración...
La conclusión es siempre la misma: ¿Para qué orar? Es necesario luchar con humildad, confianza y
perseverancia, si se quieren vencer estos obstáculos.
¿Cuáles de estos conceptos errados poseemos? ¿Qué otras dificultades encontramos al querer
rezar?
II Necesidad de la humilde vigilancia
Frente a las dificultades de la oración
2729 La dificultad habitual de la oración es la distracción. En la oración vocal, la distracción puede
referirse a las palabras y al sentido de éstas. La distracción, de un modo más profundo, puede
referirse a Aquel al que oramos, tanto en la oración vocal (litúrgica o personal), como en la
meditación y en la oración contemplativa.
Salir a la caza de la distracción es caer en sus redes; basta volver a concentrarse en la
goración: la distracción descubre al que ora aquello a lo que su corazón está apegado. Esta toma de
conciencia debe empujar al orante a ofrecerse al Señor para ser purificado. El combate se decide
cuando se elige a quién se desea servir (cf Mt 6,21.24).
Nuestro Padre Fundador nos dice:
“LA ELEVACION DEL CORAZON SE HACE DIFICIL”
Pero, en general, debemos temer que tengamos metido en nuestros huesos algo de amor por el mundo.
¿Qué significa amor por el mundo? Significa que soy feliz siempre y cuando se trate de las cosas del
mundo; Dios es algo ajeno a mí. Por supuesto, conozco su nombre, quizás también sé, haciendo
recuerdos, decir y contar diversas cosas de él. Pero es un peso, un tremendo peso, lograr desprender
y elevar mi corazón, mi mirada y mis pensamientos de las cosas terrenales, del dinero y de mis
bienes, del placer, de la sensualidad... ¡ay! conocemos bien todas las cosas de las cuales dependemos
en forma esclavizante ¡Qué difícil me resulta cuando es tiempo de oración y tocan para la Santa
Misa!; o cuando me he propuesto, en una u otra ocasión hacerme un ratito, por ejemplo, para la
oración de la mañana o de la noche o de la mesa. ¡Una pura oración con los labios! iMi corazón está
unido a otras cosas muy distintas, no está unido a Dios! ¿No es así? Por eso mi oración en estos casos
no es un diálogo; ni siquiera un diálogo de palabras, mucho menos un diálogo de corazones. ¡La
elevación del corazón se hace increíblemente difícil!
EJEMPLO: UNA APUESTA
San Francisco Regis hizo una vez una apuesta con un campesino; le apostó que no conseguía
rezar un Padrenuestro sin distraerse. ¡Vaya' , pensó el campesino, "¡es como quitarle un dulce a un
niño!''. ¿Cómo así? "Si consigues rezar un Padrenuestro sin distracciones, recibirás como recompensa
un caballo". Por supuesto que eso era lo preciso para el campesino. El trato se pacta. El campesino
empieza con rostro piadoso, las manos juntas: "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén. Padrenuestro... De repente se da vuelta y dice: "¿Voy a ganar también una montura con el
caballo?". ¡Se acabó la función, la apuesta estaba perdida!.
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¿Comprendemos, queridos fieles, lo que este ejemplo significa? ¿Cómo estamos por casa?
¿Cómo me va a mí? Elevación del sentimiento, ¡elevación del corazón! ¿Puedo, en realidad,
elevar mi corazón? ¿0 está demasiado sumergido en incontables preocupaciones materiales?
¿Dependo entonces con todas las fibras de mi corazón de todo lo demás, menos -o por lo
menos no suficientemente- de Dios?
Sugerencia: pueden responder las preguntas que hace el
Padre Fundador
2731 Otra dificultad, especialmente para los que quieren sinceramente orar, es la sequedad. Forma
parte de la contemplación en la que el corazón está seco, sin gusto por los pensamientos, recuerdos y
sentimientos, incluso espirituales. Es el momento en que la fe es más pura, la fe que se mantiene
firme junto a Jesús en su agonía y en el sepulcro. "El grano de trigo, si muere, da mucho fruto" (Jn
12, 24). Si la sequedad se debe a falta de raíz, porque la Palabra ha caído sobre roca, no hay éxito en
el combate sin una mayor conversión (cf Lc 8, 6. 13).
III Frente a las tentaciones en la oración
2732 La tentación más frecuente, la más oculta, es nuestra falta de fe. Esta se expresa menos en
una incredulidad declarada que en unas preferencias de hecho. Se empieza a orar y se presentan
como prioritarios mil trabajos y cuidados que se consideran más urgentes.
2733 Otra tentación a la que abre la puerta la presunción es la acedia (aburrimiento). (...) "El
espíritu está pronto pero la carne es débil" (Mt 26, 41). Quien es humilde no se extraña de su
miseria; ésta le lleva a una mayor confianza, a mantenerse firme en la constancia.
El Padre nos dice:
“EL CORAZON VUELA HACIA LA PERSONA AMADA
Nos basta sólo con observar la vida práctica. (...) Pensemos en el tiempo de nuestro primer joven
amor. ¡Cuán evidente era entonces que, apenas se podía, el corazón quisiera volar hacia la persona
amada! En medio del trabajo, en cierto modo, nos resultaba fácil dividir la conciencia, es decir poner
atención al trabajo y, al mismo tiempo, estar presente junto a la persona amada. Recordábamos lo
que sucede cuando tomamos un libro interesante. Nos sentimos atraídos por el contenido. No pasa
mucho tiempo hasta que todo el mundo, en torno a nosotros, desaparece; nos metemos dentro del
héroe del libro. ¿Por qué no va a ser esto posible cuando se trata de hombres que están interesados
de modo semejante en Dios; hombres que encuentran su felicidad en él, que son felices en el
contacto con la Divinidad, en la entrega al Dios vivo?
¿QUE CLASE DE HOMBRE SOY?
La gran pregunta para mí es ésta: ¿A qué tipo de hombre pertenezco? ¿He llegado
verdaderamente a estar poseído por Dios? ¿He llegado a la intimidad con él, a encontrar la
felicidad en Dios? Según sean las circunstancias, la oración será también para mí algo evidente, el
alimento diario, el alimento más nutritivo. De ningún modo podré existir sin rezar, porque la oración
es la voz original del verdadero, del auténtico amor a Dios.” (P.K.)
Sugerencia: pueden responder las preguntas que hace el
Padre Fundador
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IV. La confianza filial
2734 La confianza filial se prueba en la tribulación (cf. Rm 5, 3-5), particularmente cuando se ora
pidiendo para sí o para los demás. Hay quien deja de orar porque piensa que su oración no es
escuchada. A este respecto se plantean dos cuestiones: Por qué la oración de petición no ha sido
escuchada; y cómo la oración es escuchada o "eficaz".
Nuestro Padre Fundador nos habla de las quejas ante las oraciones no escuchadas:
“¿POR QUE MI ORACION NO ES ECUCHADA?
La respuesta es importante porque nos introduce en un problema que interesa mucho al
hombre de hoy, en un problema que toca en el fondo la incógnita de nuestra vida religiosa. Este
problema se centra en la pregunta acerca del por qué nuestra oración, la tuya y la mía, no es
escuchada, en circunstancias que puedo comprobar lo contrario entre mis vecinos. ¿No aparece esto
como una pura injusticia? Más aún, si consideramos todo el acontecer mundial tal como lo hemos
vivido y lo hemos experimentado cada día de nuevo, ¿no hay allí muchas incógnitas, injusticias y
falsedades que claman al cielo, que nos dejan desorientados?...
... Si queremos abordar con más precisión el problema, que es muy amplio, encontraremos que
son tres los planteamientos que esencialmente nos tocan en este contexto. En primer término, ¿no
nos fue prometido por Dios, en forma manifiesta, que nuestras oraciones serían atendidas
favorablemente? En segundo lugar: ¿No demuestra nuestra experiencia cotidiana lo contrario? Y por
eso, en tercer lugar: ¿dónde está la causa de esta divergencia aparentemente insoluble?
NO PODEMOS DUDAR DE LA EFICACIA DE NUESTRA SUPLICA
Si volvemos a leer la Sagrada Escritura y nos acordamos de todo lo que hemos aprendido
sobre la oración, como conocimientos primarios, debiera ser evidente para nosotros que el Señor
prometió que la oración tendría una eficacia absoluta, sin igual. Recordemos que el Señor dijo: "Todo
lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo concederá" Un 14, 13; 15,16; 16,23). Todo, pues, todo sin
excepción. Y por esto la consecuencia: `Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá"
(Mt 7, 7, Lc 11,9). Si tomamos las palabras al pie de la letra, nos parece claro y evidente que no
podemos dudar, bajo ninguna circunstancia, de la eficacia de nuestro pedir y suplicar, de nuestra
oración, a no ser que dudáramos directamente de la veracidad del Dios eterno e infinito. (...)
“HAY UN LIMITE
(...) Más aún, si una vez más examinamos el tenor del texto evangélico, debemos reconocer
que en él no se hace absolutamente ninguna excepción: Todo, absolutamente todo lo que pidáis, os
será concedido. Todo, evidentemente -pero aquí tenemos que trazar ahora una línea, un límite que nos
indica que será concedido en cuanto el pedido corresponda al plan universal de Dios.
Por todo lo que hasta ahora hemos dicho y oído, para profundizar nuestros conocimientos
primarios sobre la oración, sabemos que ésta no quiere, de ningún modo, destruir o modificar el plan
de Dios. Eso es absolutamente imposible. Dios es Señor absoluto sobre todo el acontecer universal;
El tiene, incluso, el señorío absoluto sobre la muerte. ¡Con cuánta facilidad resucitó al muerto! No
puede ser tarea de la oración cambiar de ningún modo el plan universal de Dios o, dicho más
precisamente, el plan de Dios que comprende, entre otros, su plan sobre mi propio ser y mi vida. El
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sentido y la finalidad de la oración sólo pueden significar un sí cordial, un sí inexorable,
absolutamente obsequioso a este plan universal.
CON LA ORACION NOS ADAPTAMOS AL PLAN DE DIOS
Tomemos por ejemplo una expresión clásica de Tertuliano, quien nos dice: "El poder", más
precisamente, "el único poder ante el que Dios se inclina es el de la oración” iFácilmente esta
expresión puede ser mal interpretada, aunque nosotros, en las otras pláticas sobre la oración, ya
hemos rechazado el falso concepto de que podríamos cambiar el plan divino con la oración, o que por
medio de ella pudiésemos hacer cambiar de opinión a Dios, o decirle algo que él ya no lo supiese. Se
trata de algo totalmente distinto. Porque, con la oración, sólo perseguimos adaptarnos nosotros
mismos al plan de Dios.
Entonces, ¿cómo puede entenderse la frase: "La oración es el único poder ante el cual la
voluntad de Dios se inclina"? Debemos interpretar esa sentencia de la siguiente manera: La oración
es el único poder que tiene la fuerza para apartar todo lo que impide la realización del plan divino en
nuestra vida y en el acontecer mundial.
No debemos pasar por alto lo que san Agustín nos ha señalado en cuanto a que Dios nos ha creado sin
nosotros, pero no quiere redimirnos sin nosotros, sin nuestra cooperación ¿En qué consiste esta
cooperación? Consiste en que apartemos los impedimentos para la realización del plan de Dios. El
quiere nuestra cooperación, no desea redimir al mundo sin que cooperemos. A este querer de Dios
deseamos dar un "sí", y por ello debemos hacer el esfuerzo de introducirnos en la voluntad de Dios, a
través de la oración.
Sí, pero ¿no rezamos para que Dios, en su bondad, nos muestre su amor?...
... En la práctica podemos decir esto, pero Dios no necesita que se le pida amor. ¡El es el amor
por excelencia! Debemos pedir la capacidad de reconocer y aceptar el amor del eterno Padre Dios en
la vida diaria y de inclinarnos ante él. Debemos reiterar, una vez más, que el sentido de la oración no
puede ser el inclinar la voluntad de Dios, o el hacer cambiar de opinión a Dios. ¡El es el amor! Y su plan
es un plan señaladamente de amor. Pero, él no quiere realizar este plan sin que nosotros, por nuestra
parte, le demos un sí sincero libremente escogido y libremente deseado.”
V Perseverar en el amor
2742 "Orad constantemente" (1 Ts 5, 17), "dando gracias continuamente y por todo a Dios Padre, en
nombre de Nuestro Señor Jesucristo" (Ef 5, 20), "siempre en oración y suplica, orando en toda
ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos" (Ef 6,
18)."No nos ha sido prescrito trabajar, vigilar y ayunar constantemente; pero sí tenemos una ley que
nos manda orar sin cesar" (Evagrio, cap. pract. 49). Este ardor incansable no puede venir más que del
amor. Contra nuestra inercia y nuestra pereza, el combate de la oración es el del amor humilde,
confiado y perseverante. Este amor abre nuestros corazones a tres evidencias de fe, luminosas y
vivificantes:
2743 Orar es siempre posible: El tiempo del cristiano es el de Cristo resucitado que está "con
nosotros, todos los días" (Mt 28, 20), cualesquiera que sean las tempestades (cf Lc 8, 24). Nuestro
tiempo está en las manos de Dios:
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Es posible, incluso en el mercado o en un paseo solitario, hacer una frecuente y
fervorosa oración. Sentados en vuestra tienda, comprando o vendiendo, o incluso
haciendo la cocina (San Juan Crisóstomo, ecl.2).
2744 Orar es una necesidad vital: si no nos dejamos llevar por el Espíritu caemos en la esclavitud del
pecado (cf Ga 5, 16-25). ¿Cómo puede el Espíritu Santo ser "vida nuestra", si nuestro corazón está
lejos de él?
Sugerencias Metodológicas:
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Comentar las preguntas sugeridas en el texto
Invitar a la reunión a alguien que cuente en forma testimonial su propio proceso de vida de
oración, cómo venció las dificultades, etc.
Que cada una busque un seguro personal para vencer su propio combate de la oración.
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