RESEi AS puede probar su creencia por una entrevista publicada

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puede probar su creencia por una entrevista publicada en El Ferrocarril
de Santiago (29 de julio de 1859) con Victor Segovia, director de la
primera compafiia de zarzuelas en la capital. El maestro Segovia anunci6 que su compafiia iba a presentar una clase de especticulo teatral
que los compositores de Espafia "han empezado a escribir hace diez afios
solamente para el teatro". Tambidn el director cuenta en la entrevista
sus esfuerzos para terminar con la influencia de la misica italiana y "crear
un nuevo g6nero de misica espafiola que estuviese en consonancia con
el caricter espafiol".
Pero Chile habia conocido ese tipo de drama antes de dicho afio.
Segin las investigaciones del autor, Copiap6 tuvo el honor de introducir la zarzuela en Chile el dia de Navidad de 18 57, cuando un grupo de
aficionados present6 El estreno de un artista, de Ventura de la Vega, con
misica de Gaztambide. Una compafiia de c6micos, con dos o tres artistas de canto, aprovech6 la fama de este nuevo tipo, y con el nombre
de Sociedad Lirico-Dramitica present6 al baritono Jos6 Cortis y a su
esposa, Maria Dominguez.
Para su segundo estreno, trajo al piblico culto de La Serena otra
obra de Ventura de la Vega, Jugar con fuego, con m6sica de Barbieri.
Esta lleg6 a ser la zarzuela m is popular en todo Chile.
Hubo otra compafiia formada en Valparaiso, de la cual era concertador don Victor Segovia, ya mencionado, quien introdujo la zarzuela en los teatros de Valparaiso y:de Santiago en 1859.
El escritor de este "libro de apuntes" ha estudiado con tanta minucia los diarios y las revistas, y ha coleccionado con tantos detalles
las fechas de las temporadas y hasta la fecha de cada estreno, que nunca
sera necesario volver a estudiar este asunto en Chile.
Termina el tomo con la muerte de Villalonga, a pesar de que los
afios que siguieron inmediatamente a tal periodo forman el decenio mis
brillante de este genero en Chile.
El profesor Abascal no menciona ninguna obra escrita por un
chileno. Tal vez todos son modernos. Por eso, si en el porvenir el historiador cumple con su promesa y nos da la continuaci6n hasta hov
en dia, cuando la compafiia de Luis Calvo y otras mantienen la tradici6n, aprenderemos algo de los dramaturgos chilenos que escriben esta
clase de drama.
ISIDRO MAS DE AYALA, El loco que yo nzat.-;Buenos Aires-Montevideo,
Palacio del Libro, 1941. 160 pp.
No se quien es Isidro Mas de Ayala. Esta novela no da ninguna
idea de su identidad ni menciona otros libros suyos. Pero estoy seguro de
que el1 conoce a fondo a los locos. Solamente una persona que ha pasado
una gran parte de su vida en compafiia de ellos puede narrar tan grafica
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REVISTA
I BEROAMERICANA
y convincentemente el lento progreso de un ser humano hacia su derrumbamiento mental, y darles interis a miles de palabras, tanto interis
que casi no podemos dejar de leer.
No hay acci6n fisica en esta Ilamada "novela".
Reynaldo de Montalbin, dramaturgo uruguayo de cincuenta afios,
que trata de deshumanizar el arte en sus comedias, se ha ganado la
enemistad de los criticos. Entabla una conversaci6n con el jefe de un
manicomio de Montevideo. Recibe una invitaci6n para visitar el instituto y estudtar a los locos para poder incluir a algunos de ellos en su
pr6xima obra. El se viste el uniforme azul de los locos y pronto descubre
que estos le consideran otro enfermo, enloquecido con mucha sabiduria.
Halla interesantes a muchos ,compaiieros: un ingeniero celestial que
ha descubierto la conservaci6n de la energia; un generalisimo de la tierra
y la mar; un hombre que se cree el mis rico del mundo; un aviador espafiol que no puede olvidar las escenas brutales de la guerra civil. Tambi6n alli conoce Montalbin a Emilio, genio artistico, pero loco. Tal vez
6ste contribuy6 con las ilustraciones que, con los ejemplos de la escritura
de los locos, hacen de este libro un case history tanto como una novela.
Al fin de la primera parte, Montalbin sospecha que se halla loco.
Al fin de la segunda, cree que el artista de la palabra ha perdido el juicio
como el artista de la pintura, Emilio.
Al principio no consulta los libros medicos de la biblioteca del instituto, porque quiere observar y copiar la naturaleza, como dice el
artista enajenado. Ahora lee con frenesi todos los libros que tratan de la
locura y queda confirmada la diagnosis de su condici6n.
Parece increible que un lector pueda sentir tan profundamente una
descripci6n en primera persona de la desintegraci6n mental de un desconocido, pero es lo que pasa en El loco que yo mate.
El dramaturgo ya esti seguro de que la invitaci6n para visitar el
mnanicomio fu6 un plan maquiavilico del doctor y al fin lo acusa.
En la iltima parte, hace tres afios que Montalban estA en el manicomio. De la obra que se propuso escribir, tiene solamente unas paginas que parecen escrituras de un loco. Era como un pescador que tira
su red al rio donde hay peces grandes, pero sin 6xito. Ha pescado s6lo
un enfermo con un ego poligonal.
Cuando oye que el Doctor R. va a partir para Europa, se decide a
hacer algo. Si no puede probar que estA sano, puede quedarse mucho tiempo. Una tempestad que le echa corriendo como loco maniatico produce
tin desenlace harto satisfactorio y 16gico.
Tal vez el sefior Mas es el doctor Mas. Por lo menos, 61 ha escrito
acerca de la locura incipiente un estudio que es muy persuasivo.
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