III LA "YESCA" 0 "APOPLEJIA" PARASIJ TAKIA . (Sterexa,m. ^.irsutum var. necaior Viala.) Esta enfermedad existe desde tiempo inmemorial en todo el viñedo de Europa y Asia occidental, acusándose sus ataques con mayor gravedad a lo largo de las costas mediterráneas, especialmente en Grecia, Eiria y Palestina. Sin embargo, su conocimiento cientifico y tratamiento racional-el procedimiento quirúrgico de que luego hablaremos era completamente empírico-data de una veintena de años, pues hasta 1926 no dió a conocer Viala el resultado de sus profundas investigaciones sobre la etiologfa y terapéutica de esta enfermedad. En España son muy numerosas las plantaciones de vides que sufren en mayor b menor escala los ataques de est;e hongo, y desde hace muchos años los viticultore$ d^ laa eo- - 1b1 - marcas más templadaa conocen sus fulmir nantes efectos. Como dato curi^oso a este respecto, citaremos que las primeras muestras de cepas erifermas estudiadas por Viala le fueron remitidas, el año 1898, por el ilustre ingeniero agrónomo D. Rafael Janini, quien observó en ]a provincia de Valencia manifestaciones de esta enfermedad, entonces de causa deaconocida. Prueban su difusión en nuestros viñecloa laa díversaa denominaciones con que la cona cen los viticultorea de diatintas regiones : "ac+edo», en Castilla y La Mancha (Ciudad Real, Toledo} ;^eacald$" O"llampa", en Valencia; "feridura", en Catáluña, y "ye^sea", en Almerfa. En nuestro deseo de unificar los nombres vulgares, sele^cionando aquellos que rnejqr refiejen alguna peculiar característíca de la enferrnedad, optamos por designarla con los de "yesca" y"apoplejía^, pues uno y O°r0 expresan, respectivamente, las tipícas manífegtacionea internas y au sintomaioíogía ex^ terior en el período agttdo del proceao pata lógico. Caracterea de la enfermedad y aus dañoe, Nada fácíl es, para los víticultores, distinguír en muchos casos las difereneias que exiaten--segán las diversas causas---en las manifeataciones de la "apoplejía". Bajo eate - I52 - nombre, y también como "folletaje", ae co`nocian las desecaciones bruscas del follaje de las cepas, seguidas algunas veces de su muerte ; pero con estos o análogos sfnfomas se confundían procesos muy diferentes : po,dredumbre de raíces, "yesca", acc^ón de los víentos cálidos, etc. Los dos primeros, ya s^olos o agudizados por fenómenos meteorológicos, reconocen por causa a distintos agentes parasitarios : hongos ; en tanto loa otraa correaponden a influencias ambientalea o bíen son de tipo fisi^ológico. Por esta razón. hoy ae ^ separan ambos términos y queda reservada la demonimación de "apoplejía" a los ataques del Stereum hi•rsutnUm, éomprendiendo en el de "folletaje" a la diversidad de alteraciones funcionales no parasitariaa, Vamos a ocuparnos ahora de loa sfntomas de la "yesca" en los distintos órganos de la vid; a este respecto, indicaremos, como conocímiento pr.eliminar, que ei hong^o causante de la enfermedad penetra por las grandea héridas que sufren las cepas a consecuericia de los cortes de poda efeetuados para extirpar ramas gruesas. Ur^a vez dentro, su miceDzo 0 aparato vegetativo se desarrolla en la madera del tronco y brazos, desorganíza los tejidos y termina mtlchas veces por impedir la eireulación de jugos en él fnterior de la planta; ^tis efectos ae acusan de distinta manera en la^ diferente3 partes de la vid y aégún el tipo de leaión. . • iss EN HOJAS Y BROTE^S. Como el micelio del hongo no penetra en los órganos herbáceos, éstos no sufren la acción directa deT parásito ; pero, en camhio, son los más sensibles a sus efectos, hasta el punto de que las primeras manifestaciones de la enfermedad se a.cusan exclusivamente sobre ellos; las hójas y brotes se marchitan'. y seoan, bien en toda la cepa o tan sólo los de ^una rama b brazo, y éata desecación puede ser lenta y gradual, llegando incluso a detenerse, o rápidamente progresiva - de golpe-, en el transcurso de pocas ho^as, presentandQ al propio tiempo otras cireunstancias compiementarias que vamos a detallar. Tipo crónico.-A1 final de la primavera --sobre todo si es calurosa-o a principios de ` verano, se observa que las ho j as de una rama o brazo pertenecientes a una cepa de normal vegetación, comienzan a marchitarse y se desecan lentamente desde el borde, presentando en aeguidá mañchas aisladas entre las grandes nervios, que éonfluyen y se prolongan hasta el contorno de la hoja; éstas . adquieren bien pronto coloración pardusca y aparecen orladas de una franja xojizo-vinosa en algunas cepas tintas. Este síntoma nos revela que existe ^una dificultad para la circula- . c^ón^; de la savia, y las zonas peor regadas -.-^bordea y superficie del limbo más aiejada . de 1os nervioa--se desecan, en t:antó conser- - 154 - van su vitalidad el peciolo y la base de aquéllos. Por regla general, las hojas del tercio inferior de los sarmientos son las primera- Fig. 27.-Hojas de cePas afectadas por la p rogreslón lenta de la "apople^ta parasítarta", (Da Arnaud.) mente dañadas, ^mientras todavía se conservan frescas las del extremo. Después ya no se aprecia ningún otro síntoma; algunos brotes quedan t,otal o parcialmente deshojados mientras el resto de la cepa continúa su normal vegetación; pero llega el siguiente año, y los efectos se amplían; la desecación se aprecia en otra rama próxima, los sarmientos suelen presentar entrenudos cortos, la planta va languídeciendo y una prirnavera no brota, o muere durante el verano. Tipo apualo.-Esta es la forma que presen- - 168 - ta la típica "apoplejfa", cuyas súbitas mani,fe^taciones tanto irnpresionan a los viticultores. En julio o agosto, coincidiendo con los fuertes calores estivales, se ven en Iqs viñedos cepas aisladas, de aspecto vigoroso y normal vegetación, cuyo follaje píerde su brillo y natural tersura, se marchita en el plazo de breves horas y acaba secándose por campleto al cabo de pocos días, como si hubieran cortado el tronco o los brazos correspondientes. Los sarmientos van perdiendo sus hojas desde la extremidad-a la inversa ^ del otro tipo-e igual pxoceso siguen los brotea, que se desecan a partix de la punta, quedando como últimos supervivientes loa racimos, po^ ser los órganos más jugosos. Las cepas mueren de "repente", valga la expresión ;_pero, en las plantas pletóricas de_ vida y menos invadidas, no es extraño que rebroten dentro del . períod^o vegetativo, para sucumbir más tarde, después de agotado este ' esfuerzo. Otras veces, el micelio amplfa su zona de ataque en el transcurso del siguiente invierno, y acaba de destruir la parte de la madera por donde la savia circulaba el año antes, y entonces Ia cepá no brota en primavera. OlrraB mumi f estacianes de la en f e^r•medad.-En algunos casos, poco frecuentes desde luego, se observan en las cepas atacadas por el hongo entrenudos más cortos, produciendo una impresión de "arrepollado" en la vegetación anual. También se aprecia que las ho^ - 158 - jas amarillean total o parcialmente, y en este caso presenta mancha^ de intenso color amarilla-canario ; pero sin que el análisis del suelo denote porcentaje de cal para atribuir esta coloración a la clorosis caliza. Por último, se encuentran hojas que presentan en el limbo manchas transparentes de color verde-limón, o bien aquéllas son más pequeñas, alargadas en el sentido del nErvio central y con los dientes muy marcados, como si el limbo hubiera sido hendido según las primitivas escotaduras de las hojas normales. EN iOS BR.AZOS Y TR.ONCO. En los primeros periadas de la invasión es frecuente observar en la ^nadera una franja pardusca de un par de centímetros de anchura, que arranca de los brotes desecados y se dirig^e hacia la base del tronoo, alcanzando algunas veces hasta el cuello de la cepa; sin embargo, este síntoma no puede considerarse como específico de la "yesca", pues tarmbién se presenta en la mayor parte de los procesos de desecación, especialmente cuañdo se trata de "folletaje" fisiológico. .^ Más avanzada la enfermedad, es ya fácil establecer con seguridad el diagnóstico. Si cortam^os longitudinalmente el tronco y brazos, donde se observen viejas y grandes heridas de poda, de tal modo que el corte .practica;do interese algunas de ellas, veremos en ^ia7- Fig. 28.-Sección del tronco de una cepa mostrando la tormación de "yeeca" (micelío del hongo) entre laa zonae ennegrecldas de la madera. (De Vlala.) la madera unas zonas más o menos amplias de tejido desorganizado que avanzan radial y longitudinalmente por el tronco, llegandq algunas .veces hasta el nivel del suelo, pero sin penetrar en las raíces ; la madera unas veres aparece aolamente oscurecida alrededor de la medula, y esto nos demuestra que la infección está en sua comienzos; pero, por Io general, se observa una parte de ella descompuesta, como podrida, y sustituídos aus tejidos por una suatancia esponjosa que se desprende fácilmente bajo la presión de los dedos, compuesta por detritos leSosoa mezclados con el mtice^io amariilento del parásito.; en esa masa se destacan aglomeraciones del aparato vegetativo del hongo, de aspecto algodonoso y coloración amarilla o pardo clara, aemejante a la "yesca", y de aquí pracede tan acertáda denominación; éstas aparecen algunas veces entrecruzadas por cordones y láminas delgadas de tono negro intenso, que contrasta^con el fondo claro de •la masa. Rodeando esta zona descompuesta se encuentra una capa pardo-oscura, casi ennegrecida, que la envuelve. Deacritoa ya los síntomas de la enfermedad, veamos el proceao de su desarrollo. Admitido qúe el hongo -penetra a través de las grandea heridas de poda, .su micelio comienza a insinuarse en las proximidades de la medula, y merced a una suatancia que excreta va atacando a la madera para abrir- -ia9se camino a su ^ravés ; al principio se produce tan sólo una ligera a^narillez de los tejidos invadidos; más tarde sobreviene el ennegrecimiento, y, bajo la acción continuada del par.ásito, la parte central se desorganiza, como si la madera hubiera sido digerida, apareciendo entonces la típica "yesca" rodeada por la capa osoura, que, según Viala, es consecuencia de la acción de la oxidasa sobre los principios tánicos que contiene la madera. El ^nicelio del parásito no se extiende más allá de la zona ennegrecida; pero, bajo 1a persistente acción de sus excreciones, dicha capa va progresando en diatintas direcciones--radial y longitudinalmente-con variable veIocidad, mfentras se transforma interiormente en la masa eaponjosa a^cnarillenta; ea decir, que las zonas parduscas pueden eonsiderarse como las ávanzadillas del parásito en su lucha contra la madéra, el cual va ganando haeia afuera nuevas capas de ésta, hasta entonces indemnes, en tanto el micelio crece a expensas de la completa destrucción de la parte interna. Ahora pueden compreriderse la diversidad de síntomas externos que presentan las cepas invadidas, en armonía oon el desarroílo de la trama micelia'r dentro del tronco y braza5. La progresión del hongo puede ser más rápida en profundidad, como sucede . frecaentemente, y la zona cariada corre a lo largo de la meáula hasta cerca del suelo sin afectar - iso - Fig. 23.-Prímer p erfodo de la invasión de una cepa por el Btereum hirsutu^n; la lnfección parte de un brazo y avanza en cuña p or el centro, extendiéndose hacfa la derecha. (De Viala.) - 161 profundamente la vida de la cepa. Otras veces, el micelio llega hasta la cruz o cabeza de la planta-donde existe abundante masa leñ^osa-y se extiende radialmente, avanzando poco a lo largo del tronco ; pero entonces puede ocurrir que el crecimiento tenga lugar en anillos más o rnenos concéntricos, como es lo general, y la cepa, aunque pierde anualmente zonas de madera precisas para la circulación de la savia, sól^o manifiesta cierta debilidad general y mal agostamiento, hasta que, en un verano, el empuje del parásito rompe los últimos vasos y sobreviene la muerte de la cepa en unoa días. En ciertás ocasiones el micel^o progresa en cuña hacia ' un iado y tapona el arranque de un brazo, q^ue se seca, sin que los restantes manifi^sten síntoma alguno ; por último, el desarrollo del hongo se verifica algunas veces según trayectorias irregulares que sólo destruyen parcialmente la madera y permiten la circulación reducida de la savia, originando entoncea los particulares y extrañísimos efectos aobre la brotación que describimos al principio como "tipo crónico" o manifeatación lenta de la enfermédad. Los brazos y tronco intensamente atacadoa se desecan e hienden frecuentemente en sentido longitudinal,^ y la masa esponjosa del interior se convierte en un polvillo amaríliogrisáceo parecido al serrín de madera,' que,. arrastrado por el viénto, constituye el foco ^1 ^^a - 182 - principal de diseminación para ulteriores invasiones de otras cepas. Las fructificaciones del hongo se observan Fig. 30.-Ult1mS fase de la enfermedad: la "yeaca" ocupa casl toda ]a madera; la circulación de savia quedn interrumpída y pronto aobrevendr$. la muerte de la cepa. (De Viala.) - 163 - muy raramente en nuestras regiones vitícolas, debido a la sequedad del ambiente. Aparecen sobre las plantas decrépitas en el otoño o principios de primavera ; su forma es la de ^una concha de ostra, con la cara inferior lisa y la de arriba hirsuta, y miden de 2 a 3 centímetros. Condiciones de desarrollo del hon^o. La, inoculación y posterior evolución del ^:^,rv par^sito está regulada, o favorecida, por c' ^^ ` tas circunstancias que dependen del suj y a,:,.Y -,; factores eco-climáticos, cuya influenci ^^ ^;m,^: mos a examinar. ^„ ^.,^ EDAD DE LA CEPA. Ea un hecho reiteradamente observado qué la "yesca" es una enfermedad de cepas en plena producción y vigorosas, pues, las^ plantaciones de más de veinticinco años acusan los mayores porcentajes de mortalidad. Sin embargo, Ravaz cita dos casos de vides jóvenes atacadas intensamente de "apoplej ía" ; pero, en ambos, $e trataba de reposición de cepas muertas a evnsecuencia de la enfermedad. CORTES DE PODA. • Fundamental importancia se atribuye a laa Iesiones que gufren las cepas como con- -184- secuencia de esta indispensable práctica cultural, pues las únicas vías de penetración del parásito son los grandes cortes de poda. Debido a su amplitud, tales heridas no se . cicatrizan por completo, sobre todo en los climas secos, pues bajo su influencia el tejido empieza a reconstituirse en los bordes, se suberíza pronto y no termina de cerrarlas; además, las podas de invierno, en pleno repa so vegetativo, agudizan el problema, puesto que en las regiones del Sur sólo se consigue un,a relativa cicatrización a principios de pri-a mavera o en el otofio, antes de la caída de la hoja. Naturalmente que nqs referimos a esoa numerosos y enormes cortes, índicio de un deplorable cultivo, pues las heridas de poda efectuadas en los sarmientos del año se taponan perfectamente y no son peligrosas para la penetración del hongo. ba, pues, de capital interés que los viticultores apliquen un sistema racional de poda para no verse obligados a practicar esas exa^ geradas. ampútaciones de verdaderoa ór^anoa de la planta, que constituyen otras tantae puertas abiertas al paráait,a C^^aa ^r svs.a En general, la enfermedad presenta mayor virulencia en las comarcas cálidas del ^ur que bordean el Mediterráneo; pero esta afir,mación carece de absoluto rigor, porque tam= - 185 -- bién se manifiesta el parásito en las viñas empiazadas al norte del área geográfica de este cultivo, En cambio, sf es posible afirmar que el "tipo agudo", o verdadera "apoplejía", es característico del Sur, mientras las manifestaciones de follaje decolorado, con manchas en mosaico y amarillas, se nbservan más frecuentemente en el Norte. Respecto a la influencia del suelo, sólo cabe afirmar que el amarílleamíento de Ias hojas producido por esta enfermedad es más frecuente en los terrenos silíceos o no calizoa, en tanto los casos de "apoplejía" fulminante están más genéralizados en los . areillosos, compactos, frescos y profundos, Los factores meteqrológicos correspondientes al período de actividad funcional de las cepas, contribuyen a intensificar la gravedad del px+oceso patológico. En la época de máxima actívídad funcional--brote o envero-y con tiempo caluroso, precedido días antes de lluvia y bajas texnperaturas, las intensas transpiración y evaporación de las plantas nv pueden estar atendidas por la disminuída circulación de savia que permita el desarrollo del miceli^o en las zonas de la madera ; asf Ias cos^as, se suman causa y efecto, acelerándose el final de la cepa invadida, que hubiera sobrevivido algún tiempo si las circunstancias ambientales no coadyuvaran a la funesta acción del parásito criptogámico. For último, la propagaciól^ de la enférme- dad en un viñedo no sigue una marcha definida, como sucede con otros parásitos que se extienden alrededor de pri7nitivos focos. Aquí se observan, al principio, dos o tres cepas atacadas, unas veces próximas, y otras, diseminadas; en los veranos sucesivos se pre,sentan nuevas plantas salpicadas, y sólo al cabo de varios afios se encuentran algunas zonas de mortalidad integradas por un cierto número de plantas, irregularmente situadas y sin formar maneha concéntrica. También se extiende la enfermedad en línea recta; pero alternando cepas pletóricas de vida con otras muertas por la "yesca". Medioa de flefensa. La lucha contra este parásito ha sido practicada empiricamente por los viticultorea, q^uienes también descubrieron, casualmente, el moderno tratamiento al ^ún tiempo antes que se conociera la naturaleza y bi'ología del agente. Para la mejor exposición de los distintos procedimientos terapéuticos, los dividíremos en dos grupos: medidas profiláctiças, que impiden o dificultan la contaminación de las cepas, y tratamientos propiamente dichos. Pxo^i.Axis. En lfneas anteriores expusimos que la in- vasión del hongo, según se admite hoy, tiene - 167 - lugar a través de los cortes de poda y heridas de todo género que sufran las cepas, así como también señalamos la difícil cicatrización de ellas, sobre todo en las regiones cálidas. Naturalmente, que al hablar de cortes de podá nos referimos a las grandes heridas Fig. 31.-Tronco de v1d con numerosas herídas de poda, puertas de entrada del hongo que causa el "acedo" o yesca". (De Víala.) por supresión de gruesos sarmientos y brazos, pues las producidas por la práctica anual de la operación no ofrecen peligro. Conse,cuencia de lo expuesto son las siguientes medidas, que deben adoptarse con carácter general en todas las comarcas d^onde exista esta enfermedad : 1.° Practicar un sistema de poda que evite las grandes amputaciones. 2.° Cuando sea necesario efectuarlas-caso de las cepas viejas y mal llevadas-los cortés deben darae con precisión y a ras del troneo o brazo en que se inserte la rama suprimida, empleando instrumentos bien afilados para conseguir una superftcie lisa e inclinada respecto al eje de aquélla; después se iguala el corte para facilitar la formación del rodete cicatrizal. ^ 3.° Los cortes que sobrepasen los tres centfinetros de diámetro deben desinfectarse, mojándolos con una solución acuosa de sulfato de hierro al 20 por 100. Despuéa ae em badurna la auperficie del corte 'con brea o ^ alquitrán -de hulla, cuya finalidad ea austituir el papel protectór de la corteza hasta que cicatrice la herida: 4.° La poda debe efectuarse en el otoño, antes de la caída de' las hojas, con objeto de acelefar la formación del rodete. b° En los viñedos donde se obsérven casos de "apoplejía" se podarán primero las cepas sanas, desinfectando los instruznentos utilizados al pasar de una a otra. Para desinfectar los útiles basta frotarlos con una solucián de sublimado corrosivo al 2 por i.600, ó aimplemente flamearlos. iRATAMIENTOS. En este"grupó se comprenden los yerdaderos sistemas de íucha directa contra el hong^o= y dd ellós vamos a describir doa verdade^^mente^ eficacea, bien ^utilizando medios me- -189- cánioos o^aliéhdoae de'1a acción terapéuti ^a de ciertas sustancias químicas. , Frocedimiento quiric^gico. - Se utilizaba desde tiempo inmemorial por los viticultores griegos, quienea no tenían Ia más ligera noción de la causa que hacía amarillear y morir sus cepas. También en el Asia Menor, d^onde tan difundida está la enfermedad, era usado este método, pero empleando una modalidad más racional ; por último, en España hace mwchc^s ^ afios que se practica en las comar^as afectada^s por la "apoplejía", e incluso tiene una especial denominación ^tulgar---"escareio".-en los parraies de Almería. En síntesis, consiste eate procedimiento en limpiar el interior de la cépa del micelio del hoi^go, arrancando la materia eaponjosa y amarillenta que hemos designado eon el nombre de "yesca", así como ]a capa ennegrecida que la envuelve, hasta llegar a la madera sana. Los medios empleados para oonaeguir es^e propósito es lo único que diferencia los métodos. En Grecia, y también en alguna comarca de España, se limitan a hendir longitudinalménte el tronco de las cepas enfermas a partir de la inserción de l^os brazos, 7nanteniendo la herida abierta mediante una gruesa pieclra en cuña; la aireación del micelio, pues^o asf al deacubierto, origina su destrucción, por aer anaerobio el parásito, y a dicha finalidad eoadyuva la acción de las nieblas y ilu- vias. Eata operación se efectúa durante el invierno. Procedimiento menos brutal, y tan e8caz cuando menos, es el aconsejado por Ravaz y practicado instintivamente por los parraleros de Almería; está especialmente indícado para las cepas que presentan los primeros síntomas externos de la "apbplejía" lenta (amarillez y desecación del follaje d^e un brazo, etc.). Conaiste en abrir el brazo enfermo o tronco, si por éste prosigue la infección, y limpiar con una cuchilla de gran filo el inte^rior de la madera_ en la forma que dijimoa antes; a continuacibn se desinfecta con la solución arsenical de que más adelante hablaremos, o.simplemente se embadurna con aIquitrán ; después, si el deacarnado de la herida y la estructura de la parte operada lo permiten, se unen los bordes, ligándolos. Algunos recomiendan también rellenar con arcilla el hueco que ha dejado la "yesca". T7atamient.os arsenicalea.-Tienen carácter preventivo y curativo, y, aunque hemos confirmado su eficacia reiteradamente, es indudable que, aparte de la primera finalidad, su principal indicación corresponde a los procesos poco avanzados de la enfermedad, puea en los casos de invasión generalizada en el tronco, s^uele ser necesario acudir a la limpieza interior de la madera, porque los efectos de los tratamientoa químico^ se acuaan • leutamente. - 171 - La acción terapéuticá de loa arseniatoa alcalinos contra el hongo de la "yesca" fué descubierta fortuitamente por los viticultores del sur de Francia, quienes observaron que las cepas pulverizadaa con estos productos para combatir la "píral", presentaban menos ca sos de "apoplejfa", Sin embargo, estas observaciones no hubieran salido del más rudimentario empirismo si Viala en sus detallados estudíos, que duraron veinte años, no -hubiera comprobado mediante sistemáticas experiencias de laboratorio, los efectos sobre los cultivos del parásito de diversas sustancias : anhídrido arsenioso, arseniatos sódico y pot^ico, compuestos fenolados, sulfato d^ cobre, etc. Entre todos éstos se destacaron los compuestos arsenicales, y especialmente el primero, pues bastaron pequeñísimas cantidades de él para iznpedir el desarrollo del, micelio en los vasos de cultivo. No obstante, hoy todavfa no se explica satisfactoriamente por qué los Ifquidos arsenicates con que se mojan los cortes de poda, conforme déspués indicaremos, pueden abaorberse por la planta para ejercer su acción sobre el parásito, incruatado a bastante distancia en el interior de la madera. . La fórmula recomendada por Viala es la aiguiente, de composición análoga a la utilizada para combatir la "piral":. - 172 Anhidrido araeníaso ..................... Carbosato sódico ( sosa Solvay)..•. Jabón potásico .............................. Agua ............................................. 20 kg. 15 " 18 " 100 lltros, Para prepararla, se disuelve en caliente el carlaonato y, sin retirar del fuego, se incorpora lentamente el anhídrido arsenioso., previamente dísuelto; después se añade el jabón, que se habrá deslefdo en agua calienté, y se agrega el agua necesaria hasta çompletar lo^ 100 litros de la fórmula. A1 usarla, se diluye ca.da lítro de este ca.ldo madre en 15 de agua, y con el líquido así rebajado se praçtica el tratamiento. Con objeto de evitar la engorrosa operación indicada-cuyo objeto es preparar el arsenito sódico, que tiene además los inconvenientes de la difícil adquisición del anhfdrido arsenioso y su reacción defectuosa al preparar la fórmula-, es aconsejable sustituirla por esta otra, a base de arsenito sódico comercial. Araenito sbdico . .................... Jabón (potáeico, e1 es poeible) Aguó ..................................... 2 a 2.6 kg. (1) 1 ^ 100 lltros. Se disuelve en agua el arsenito, incorpa-. rando después el jabón desleído en agua ' calienté'; a continuación se agréga el resto (1) 8eg^n rtqueiua del producto. - 148 - del agua hasta los 100 litros, y no hay que diluir posteriormente al utilizar este caldo. El tratamiento puede rea1izarse durante el período de reposo vegetat^vo comprendido entre la poda y quince días antes de comenzar a desborronar las yemas. Para practicar la operación se limpiarán los viejos "secos" de tronco y brazos, raspando también los grandes cortes de poda. llespués se maja la cepa-incluso la corteza dek tronca-con el caldo, aplicándolo mediante pulverizador provisto de boquilla de ehorró„ de modo que se bañen perf^ectamente las su= pertjcies de los cortes de poáa, pero evitaudo salpique a las yemas; con este objeto, ei eh,o^ rro de pulverizac.ón debe proyec:tarse con menor presión de la usual, pero, en-caso ex tremo, puede sustituirae esta forma de aplicación por embadux•nados con brocha. Pasados unos días se cubren los cortes de poda con alquitrán. Comd'medida complementaria es muy conveniente podar corto Ias cepas objeto de tratamiento. En general sólo será preciso combatir la enfermedad en las cepas de quince a veinte años, pues hasta esa edad no suelen ser inva^ didas por el parásito; no obstante, los viticultores deben vigilar sus plantaciones y cuando observe^x alguna cepa con síntomas d^e "apoplejía", aplica.rán en el siguiente invierno el tratamiento, haciéndolo extensivo a - 174 -- todas las plantas de la parcela donde vegeta la vid enferma. Un solo tratamiento es insuficiente en la mayorfa de los casos y casi aiempre será preciso repetirlo al siguiente invierno. Así se apreciará, cuando znenos, una notable mejoría; pero, aunque todavfa se manifestasen algunos sfntomas exteriores, es recomendable suspender el tratamiento en el tercer año, emprendiéndolo de nuevo en el cuarto y quinto; ea decir, dos afios^suceaivos c^n uno de intervald. Como loa arsenicales son productos altamente tó^cos, han de obaervarse en su manipulación elementales precauciones, que nunca d^ben olvidar los viticultores : • No efectuar los tratamientos frente al viento, para evitar que ca,igan gotas o partfculas en la boca y ojos; cuidar de lavarse bien la cara y manos antes de las cq^nidas y al terminar la jornada; abstenerse de fumar durante las operaciones, y no emplear obreros que tengan heridas o simplea erosiones en las manos, puea a través de ellas puede absorberse el arsénico. Los envases deben guardarse en sitio seco, afn contacto posible con sustancias ali^nenticiaa, y bien etiquetadoa para evitar confusiones. El lfquido sobrante de los tratamientos, asf - 176 - corrbo las aguas de lavax los aparatoa, tinas, etcétera, se verterán en hoyos abiertas lejos de las parcelas de cultivo y de po2os, fuentea, abrevaderos, etc., procediendo a cegarloa seguidamente.