Quitando las Etiquetas Negativas de Nuestros

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Quitando las Etiquetas Negativas de Nuestros Hijos
Las etiquetas que se adhieren a las personas se refieren a aquellos nombres que se les han puesto sobre su
nombre real. Cuando llamamos constantemente a una persona o en este caso a nuestros hijos de alguna forma,
lo estamos etiquetando a ser así. Por ejemplo los sobrenombres como: gruñón, inquieto, travieso, chillón,
soñador. Algunas de estas etiquetas son luminosas y coloridas y pueden hacer sentir bien a la gente, como osito
cariñosito o amoroso. Cada una de estas etiquetas positivas hace resaltar una cualidad distintiva. Me dicen lo
que hay dentro de la persona, aún cuando no la conozco. Sin embargo, también están las etiquetas negativas,
que hacen que poco a poco nos vayamos creyendo que así somos y que es ya parte de nosotros ser así, tales
como “el más inquieto del mundo”, “callado como un palo”, “no das una”, “el bebé de mamá”. Estas etiquetas
negativas son las que poco a poco van dejando una huella negativa en nosotros, y nos llevan a tener la idea fija
de que así somos ya y no se nos puede cambiar.
Muchas veces los niños parecen pedir a gritos que se les etiquete, y no muy positivamente, pues son tan
intensos sus comportamientos que simplemente sus sobrenombres salen a relucir. El hecho de cargar con estas
etiquetas logra que al niño se le haga imposible cambiar o convertirse en una mejor persona. Tan sólo escuchar
a diario que la gente les diga que son de cierta forma, les crea en su mente el patrón de que así son y sería
imposible para ellos ser de otra manera. No debemos sentirnos culpables por haberles dicho alguna vez de
alguna forma o por haberlo pensado, lo importante es aprender a cambiar esta forma de llamarlos y así
comenzar a transformar lo que ahora puede parecer negativo en algo positivo y provechoso para ellos.
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El primer paso es hacer una lista reconociendo aquellas cosas negativas que le hemos dicho a nuestro
hijo, o aquellas que hemos sólo pensado. Es una lista tan sólo para ti mismo (a) y es el primer paso
para hacer un cambio.
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Ahora toma una respiración profunda, relájate y trae hacia tu mente una memoria de tu imagen
favorita de tu hijo. Mantén esa imagen mientras ves la lista de las características negativas. Si te fijas
bien, las características que ahora parecen negativas pueden estar escondiendo fuerzas que están
siendo mal enfocadas. Encuentra esas fuerzas. Posteriormente, debemos buscar las palabras que
puedan describir esa característica de nuestro hijo de una manera positiva. Por ejemplo:
-Necio  Perseverante
-ExplosivoIntenso
-Impredecible  Flexible
-Inflexible Tradicional
-Salvaje  Energético
-ImpacienteInsistente
-Ruidoso  Entusiasta
-Nervioso Cauteloso
-Quejumbroso  Analítico
-ArgumentativoComprometido con sus metas
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Ahora aprende a usar estas nuevas etiquetas cuando hables de tu hijo y cuando lo estés educando o
disciplinando. Cuando tu hijo no se quiera poner la ropa que le regaló su abuela, decirle “Realmente
eres Selectivo” en lugar de llamarlo “sangrón”. O cuando no quiera irse a la cama por terminar un nivel
del videojuego decirle “eres persistente” en lugar de llamarlo “necio”.
Las sensaciones e imágenes que causan las nuevas etiquetas es totalmente diferente de las etiquetas negativas.
Se siente bien ser un padre de un niño con características tan buenas. De igual forma, refuerza mucho la
autoestima de los niños saber que sus padres piensan cosas positivas de ellos. Es en casa el primer lugar donde
la confianza y la seguridad se forman en los niños. Por otra parte, las etiquetas positivas son contagiosas y muy
pronto comenzarán a ver lo positivo de sus hijos en la escuela, en las otras clases extraescolares, en las comidas
familiares.
“Todo
es cuestión de persistencia y de ver siempre a nuestros hijos
a través del amor que les tenemos”
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