LA ALFALFA

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MADRID
NOVIEMBRE 1952
NUMERO 22-52 H
LA ALFALFA
Por J. L. ORTEGA SADA
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LA ALFALFA
Es la alfalfa, sin duda alguna, la planta forrajera qu^
ir,ás importancia alcanza en ].a alimentación del ganado. Las,
extensiones sembradas han ido cada ^-ez en aumento, y es.
difícil hacer un viaje por ferrocarril sin ver vagones cargados con el precioso forraje, cuando las otras plantas forrajeras rara ^•ez se consumen fuera de la etiplotación que las
groduce.
La importancia de esta forrajera nos incíuce a resumir„
er. poca^ líñeas, lo que estimamos de mayor interés sobre su_
cultivo, para conseguir el mejor re^^dimiento, tanto en calidad como en cantidacl.
Clima y suelo apropiados.
Aunque la alfalfa es planta rneridional, resi^te muy bietr:
las bajas temperaturas del invierno, debido a que tiene un.
sistema radicular muy potente, con raíces que pueden medir
más de tres metros. 1Zás daño que las bajas temperaturas^
del invierno le causan las heladas tardías, que matan los brotes tiernos que han empezado a brotar con la primavera. Aun.
cuando esta planta resiste a los fríos, sus producciones son
siempre menores en las regiones frías que en las cálidas. En.
España puede. decirse que será raro el sitio donde no prospe
re por falta de calor.
Necesita que los suelos sean profundos, debido a su potrnte sistema radicular. Es condición también indispensable
el que los terrenos donde se siembre la alfalfa estén bien sar_eados, pues de lo contrario las raíces sufren muchas enfermedades, que acaban con el alf alfar. Dado que es planta de
muchas exigeneias en agua, no va bien en las tierras muy
.arenosas, qtte se secan rápidamente.
Siendo planta de grandes rendimientos, necesita que el.
terreno sea fértil v, sobre todo, mu}^ rico en cal, ya que la
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altalfa asimila gran canti^lad de ella, lleganclo a clecalcificarlos. Aun cuando los suelos sean ricos, conviene abonar1os, como luego diretnos, si se quieren obtener ^-randes ren^limientos.
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Preparación del terreno.
Debido al desarrollo tan grande del sistema radicular, la
.alfalf a requiere una preparación esmerada del suelo. Con
bastante anticipación a la siembra, se da una labor profunda
de 3^ a 4o centímetros, en otoño si la siembra ha de ser de
primavera^ y antes clel verano, si la queremos hacer en el
^ctoño.
Hasta que llega la época de la siembra, se dan otras cuantas labores superficiales, que van pulverizando la tierra, lgualando los tablares, rellenando los baches ciue hayan pocíido
.aparecer y matando las malas hierbas, q_ue tanto daño producen en los alfalfares. La tierra ha de quedar bien pulverizada para poder sembrar en buenas condiciones. Si no lo
está, se debe cle pasar una grada "de estrellas que la deje bien
clesmenuzada.
Los bancales no deben hacerse muy grandes, porque preventan muchas difieultades para su perfecta nivelación. Podríau tomarse como dimensiones má^imas las de 6o por qo
metros, dividiendo todavía éstas por caballones formando calles, para conducir mejor el agua y evitar grandes charco^
Allí donde éstos se forman muere la alfalfa con racilidad,
ya que cle jo^-en es muy sensible al agua.
Siembra.
Una vez que el terreno está en teniper^_^, biei^ ^^a l^^or la^
^lluvias o bien por el riego que se le haya dado, s^ >>asa una
g^ ada y se siembra a voleo. De;pués se pasa de nuevo la
^racla para enterrar la semilla y, más tarde, un rulo de madera que comprime la tierra y asegura la adherencia cle ésta
con las pequeñas semillas.
Antes de sembrar, debemos cercionarnos de que la semilla que ^-amos a emplear está en buenas condiciones. l.a sen^illa buena e: de forma arriñonada, amarillo-verdosa, bri.-
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llante y pesada. Si es blanca, indica que no ha madurado
bien, y si negra, que ha empezado a descomponerse, y, por
lo tanto, debe desecharse en ambos casos. También hay qtte
fijarse mu_y bien en que no lleve cuscuta ni semilla dé otras
malas hierbas, que serían la perdición del futuro alfalfar (r).
Una vez escogida la semilla, pasemos a la siembra.
Esta pttede hacerse en otoño o en primavera de la forma antedieha. Aun cuando la siembra de primavera da, sin
duda alguna, mejores alfalfares que la de otoño, describiré
las dos, por si en algítn caso particular conviniera hacerla
en esta última época.
Para sacar mayor rendimiento a la tierra, la siembra de
otoño se hace mezclando la alfalfa con un cereal. La cantidad
de semilla que se debe emplear es de 4o kilogramos de alfalfa
y izo de un trigo precoz o de cebada. No es recomendab?°
escatimar la cantidad de semilla de alfalfa, pues conviene qt^:
el alfalfar quede espeso para que ahogue las malas hierbas.
y que no suceda que, por falta de semilla, se apoderen luegei
ellas de la alf al f a.
El cereal, qtte se desarrolla más rápidamente, protege,
en parte, a la alfalfa de las heladas, cuando ésta es joven. .:\I
segar el cereal, se da el primer corte al alfalfar. Esta ventaja
que presenta la siembra de otoño sobre la de primavera é'.e
adelantar los cortes, no compensa la desventaja acarreac',a
al obtener por este método alfalfares más desiguales.
La. siembra de primavera puede hacerse en los meses de
marzo y abriL En este caso, suele mezclarse la alfalfa ^on
veza. Las cantidades de semilla a emplear son 3o kilogramc::
de alfalfa con ^}o de veza por hectárea. Esta se desarrolla
más rápidamente que aquella; la protege de los rayos sol^^.res que, cuando más joven, podrían dañarla y además retrasa
e' primer corte, lo cual supone una ventaja, pues al cortar la
alfalfa muy joven, es un perjuicio para la planta.
La ^-eza se corta a medio granar, lo que ^^iene a incrementar el rendimiento de ]a tierra.
Por todo Aragón siguen también otro método mixto, que
(r) Véase la HoJn nínn. 8 del año r949: La ci^sc^eta de la alfalfa, por Jos^
DEr. Cnvrzo, Ingeniero Agrónomo.
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De primordial importancia, a] establecer un alfalfar, es
emplear semilla ]impia de CTescuta.
Semilla de alfalfa con granos de Cuscuta, yue dan
lugar al desarrollo de la parásita llamada, vulgarmente, "barbas de capuchino".
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no es, bajo ning^ún punto, acon^ejable. Consiste en lo siguiente: En otoñú ^iembran el cereal, ^- a tines de febrero echar^
la semilla de alfalta, gradeando después para enterrarrla v
regando con agua cimera (agua encima de la semilla). Con
este sistenia se obtienen altalfares con muchas calcas, que
difícilmente pueden llegar a igualarse.
A1 año siguiente hay yue resembrar en los claros, para
lo cual suele bastar con cinco kilogramos de semilla por hectárea.
Cuidados de cultivo.
Lna vez hecha la siembra, se deja que nazca. Hay^ que
esperar a que la alfalfa tenga zo ó i2 centímetros de altu^-a
para dar el primer riego. Antes no conviene darlo de ningúu
modo. Retras "aiidolo un poco, se fuerza a la alfalf a a quY
desarrolle con rapidez sus raíces, lo cual resulta muy ben.^ficioso.
Es muy con^-eniente dar cada año un pase de grada despt^és del primero y segundo cortes, aprovechando el momento en que la tierra está seca. Esta labor mata muchas malas
hierbas, rompe la costra del suelo, haciéndolo más permeable,
tanto al agua comu al aire y, sobre todo, favorece la emisión
de nuevos tallos en las heridas ocasionadas a la planta. Muehos agricultores son opuestos a.esta práctica, porque creen
que se hace un dario muy grande a la alfalfa, pero no es así.
Invitamos a todos éstos a probar el resultado de esta labor
en un trozo pequeño de su alfalfar, para que que^den conven^cidos de sus efectos beneficiosos.
Los riegos suelen darse cada diez días o catorce, o sea dos
riegos por cada corte.
Los cortes del primer año son distintos, según qtte la
siembra haya sido de otoño o de primavera. Si se hizo en
ctoño (en las provincias de Lérida y Zaragoza, que son las
primera productoras de alfalfa), se corta en mayo, junio,
julio y agosto, y si el año va muy bien, otro en septiembre
y el rebrote. Si la siembra fué de primavera,, los cortes se
suelen dar hacia el i5 de junio, en julio, agosto y quizás otro
en septiembre, seguido del rebrote.
Si la siembra ha salido bien, y ctiidando bien el alfalfar,
ai segundo año se alcanza la producción normal, y los cortes
se dan en abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octt.bre y rebrote. Todos estos cortes se consiguen, claro está,
en alfalfares bien llevados. donde a los veinte o veinticinco
días de haber cortado hay que cortar de nuevo.
E1 rebrote no se puede secar, pues en esa época ya no
hace calores fuertes, y por eso hay que darlo en verde al
ganaclo. Lo que puede hacerse para ahorrar este íiltimo guadañado es ineter al ganado, nara que lo aproveche directamente. Algunos son enemigos de esta práctica, porque dicen
que las ovejas apisonan mucho el terreno y apuran demasiado el prado, llegando a comerse hasta el cuello de la alfalfa,
inutilizando, por lo tanto, muchas Plantas, ya que de allí habían de salir los nuevos br^^tes.
Teniendo el cuidado de no estacionar mucho el ganado,
para no obligarle a comer t ^do el tallo por completo, no hay
inconveniente alguno en meterl^ a pastar.
Siega y rendimiento.
Para obtener el mavor renclimiento del alfalfar ha de
segarse a^punto. El momento oportt:^no es cuando empieza a.
florecer. Si no se hace entonces, se pierde hoja y peso. La
siega puede llevarse a cabo, bien con guadaña de mano, lo
qt^e resulta muy caro, o bien con guadañadora mecánica
arrastrada por tractor, o por caballerías. Cuando se emplea
ia guadañadora mecánica siempre se dejan rincones que la
ináquina no puede segar, v hay c^ue recogerlos con guadaña
a mano.
La alfalfa, después de segada, c^ueda extendida en el campo, formando cintas. Si el calor es grande, puede secarse^
bien sin darle ninguna j-uelta. En los meses de menos calor
es lo más corriente haya qule clarle una vuelta para que se
seque bien. Esto se hace cun un palo que se mete por deLiajo de la cinta de alfalfa v, levantándolo, se fuerza a que
ésta dé la vuélta. ^TO deben emplearse horcas o cosa parecida,, que mueven demasia^io la alfalfa y la hacen perder mu-
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cha hoja, que es la parte más alimenticia de la planta. En
los meses de iulio y agosto no hace falta dar esta vuelta.
Nu couviene dejar que la alfalta se ^eque mucho, porque
luego pierde mucha hoja al recogerla y empacarla. Tampoco
ha de dejarse sin secar bien, porque se corre el riesgo de qtie
fermente y no sirva para el consumo; o, por lo menos, pierda
gran parte de su valor. El momento de recoger el heno es
cuando está seco, pero todavía correoso.
Para sacar mayor rendimiento del alfalfar, el último año
se aprovecha en la siguiente fornia : F'n octubre se labra superficialmente io a i? centíme^ros, y a continuación se siem^bra cebada o trigu precoz, tuerte contra el encamado (el iVlentana; por ejen:plo). Después se ^iega éste, rebrota la alfalfa
y se deja hasta que grana. Luego se siega, se trilla y se desg^•ana. El alfalfar tiene tllla vida que oscila entre los cinco
^^ ocho años. Aun cuando la plauta puede ^lurar mttcho más,
a partir de Ios años antedichos disminuyen mucho las prrducciones y ^onviene levautarlo.
Las producciones oscilan entre Io.ooo y 1?.00o kilogramos por hectárea y año. El tíltimo año da alredeclor de los
^oo kilogram^» de semilla l^or hectárea.
Abonos.
Uno de los elementos más necesarios para la alfalfa es
el calcio. Por lo tanto, en tierras cuya riqueza en caliza baje
del r5 por loo, se impone un encalado, qtte debe ,hacerse antes de sembrar el alfalfar. La cantidad a emplear puede oscilar entre los ^^.ooo y 3.00o kilog^ramos por hectárea.
Da muy buenos resultados el abonar con 60o kilogranws
por hectárea de superfosfato de cal en el invierno, enterrándolo después con un pase de gracía. Cada clos años debe unirse al superfosfato ^oo kilogramos de potasa. El nitrato n^^
hace falta, nues la alfalfa, como todas las leguminosas, tienen la propiedad de asimilarlc, directamente de la atmósfera
per las nitrobacterias de sus raíces.
En la preparación del terreno, es conveniente incorporar
una fuerte estercoladura de treinta mil o más kilos por he`tárea.
GRAFICAS
L'GUINA-MELENDEZ VALDES, 7-MADRID
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