el poder en michel foucault

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EL PODER EN MICHEL FOUCAULT
Como señala Esther Díaz en su libro “La filosofía de Michel
Foucault”, el poder es algo múltiple. Se trata de un juego de
fuerzas que no tiene otro objeto ni sujeto que la fuerza. La
relación de fuerzas a la que Foucault llama “poder”, excede la
violencia. La violencia se dirige a cambiar o destruir objetos.
Las fuerzas – en cambio – tienen como objetivo otras fuerzas.
Su ser es la relación. Las relaciones de poder comprenden
acciones sobre acciones: incitar, inducir, desviar, facilitar,
dificultar, ampliar o limitar, hacer más o menos probables.
Estas son las categorías del poder. Las relaciones de poder se
caracterizan por la capacidad de “unos” para poder “conducir”
las acciones de otros. Es una relación entre acciones, entre
sujetos de acción.
Vale la pena aclarar, que como dice Paul Veine en su trabajo “El
infrecuentable Michel Foucault”, este no se hacía del poder una
idea diabólica. El poder es la capacidad de conducir de manera
no física las conductas, de hacer caminar a la gente sin
ponerles, con las propias manos, las piernas y los pies en forma
adecuada. Es la cosa más cotidiana y la mejor compartida: hay
poder en la familia, entre dos amantes, en la oficina, en el
taller,.... millones de pequeños poderes forman así la trama de
la sociedad. Por poder suele entenderse solamente el poder
central. Pero este sería imposible sin la multitud de pequeños
poderes liliputienses; el maquinista del tren de Auschwitz,
obedeciendo al monstruo, porque su mujer y sus hijos tenían el
poder de exigir del padre de familia que aportara un salario a la
casa. Lo que hace mover o bloquear a una sociedad, son los
innumerables pequeños poderes, más que la acción de un
poder central.
En la esclavitud – por ejemplo – no hay una verdadera relación
de poder. Para que se den realmente relaciones de poder es
indispensable la libertad de los participantes. Una relación de
poder, es del orden de la lucha; pero no de la lucha antagónica
sino agónica. Una incitación recíproca; una “provocación”
permanente. El poder es del orden de la “gobernabilidad” (en el
sentido de estructurar el campo de acción de los otros)... Las
instituciones se determinan por sus diagramas de fuerzas.
Foucault intenta analizar los mecanismos de donde surge el
poder; el modo en que se ejerce el poder en las prácticas
(militares,escolares, laborales, carcelarias). Es decir: las
prácticas disciplinarias.
Foucault extrae las siguientes tesis:
El poder pasa a través de dominados y dominantes.
El poder no es una propiedad (no se posee); es una estrategia
(se ejerce).
Poder y saber son de distinta naturaleza, pero interactúan.
El poder en esencia, no es represivo. Es productivo. Las fuerzas
de poder se definen por su capacidad de afectar a otros. A su
vez, tienen capacidad de resistencia. Cada fuerza puede afectar
y ser afectada por otra. Se establecen diagramas. El diagrama
no es una estructura. Es la exposición de las relaciones de
fuerzas que componen el poder, articulando diagramas de
imposiciones:
En “vigilar y castigar” el diagrama es “disciplinario” (se imponen
tareas o conductas).
En “la voluntad de saber” el diagrama es de “Gestión en control
de vida” (ejercida por la educación).
La noción de diagrama como una multiplicidad espacio –
temporal es clave. Cada sociedad, cada época, tiene su propio
diagrama. A la nuestra le corresponde aquel cuya función es lo
disciplinario....
En los diagramas, a su vez, actúan agenciamientos o
dispositivos concretos: cárcel, escuela, fábrica, cuartel, hospital.
Tales dispositivos se integran a partir de sustancias
cualificadas, (condenado, niño, obrero, soldado, enfermo, etc.),
y a partir de funciones: control, educación, producción,
disciplina, higiene.
Hay además una integración global no totalizadora desde el
Estado. Los dispositivos o agenciamientos son concretos,
mientras que el diagrama es abstracto, aunque el diagrama
actúa en la materialidad por medio de las tecnologías.
En un curso que dictó en 1976 (recogido en un libro bajo el
título “Microfísica del poder), Foucault plantea esta pregunta:
¿qué tipo de poder es susceptible de producir discursos de
verdad, dotados de efectos tan poderosos?
Cualquier sociedad está caracterizada y atravesada por
relaciones de poder múltiples, que no pueden establecerse ni
funcionar sin una acumulación, circulación y funcionamiento
del discurso.
Estamos sometidos a la producción de la verdad desde el poder,
y no podemos ejercitar el poder más que a través de la
producción de la verdad. El poder necesita “producir la verdad”
para funcionar. La verdad hace ley, elabora el discurso
verdadero que al menos en parte, transmite, promueve efectos
de poder.
En el análisis del poder, Foucault establece 5 “precauciones
metodológicas”:
1. No se trata de analizar las formas reguladas y legitimadas del
poder en su centro; sus mecanismos generales. Se trata por el
contrario de tomar al poder en sus extremidades, en sus
confines últimos, allí donde se vuelve capilar, donde adopta la
forma de técnicas y proporciona instrumentos de intervención
material, eventualmente – incluso – violentos.
2. No se trata de analizar el poder en el terreno de la intención o
de la decisión, o de preguntarse: ¿quién detenta el poder y que
intención tiene? Se trata más bien de estudiarlo, allí donde su
intención – si la tiene – está investida en el interior de prácticas
reales y efectivas, allí donde está en relación directa e inmediata
con su objeto, su blanco, su campo de aplicación; allí donde
produce efectos reales, al nivel de los procesos continuos e
ininterrumpidos que someten los cuerpos, guían los gestos,
rigen los comportamientos. Es decir, intentar saber como se
han constituido, progresivamente, realmente, materialmente,
los sujetos a partir de la mutiplicidad de los cuerpos, de las
fuerzas, de las energías, de las materialidades, de los deseos, de
los pensamientos, etc.
3. No considerar al poder como un fenómeno de dominación
masiva y homogénea de un individuo sobre los otros, de un
grupo sobre los otros, de una clase sobre las otras; sino tener
presente que el poder tiene que ser analizado como algo que
circula, como algo que no funciona sino en cadena. No está
localizado aquí o allá, no está en las manos de algunos, no es
un atributo como la riqueza o un bien. El poder funciona, se
ejercita, a través de una organización reticular.
En esas redes circulan los individuos, pero además están
siempre en situación de sufrir o ejercitar ese poder. No son
nunca el blanco inerte o consistente del poder, ni son siempre
los elementos de conexión.
El poder transita transversalmente, no está quieto en los
individuos.
En la práctica lo que hace que un cuerpo, unos gestos, unos
discursos, unos deseos sean identificados y constituidos como
individuos, es en sí, uno de los primeros efectos del poder. El
individuo es un efecto del poder, y su elemento de conexión
circula a través del individuo que ha constituido.
4. Cuando decimos que el poder circula, forma redes, es verdad
hasta cierto punto. Todos tenemos algo de poder en el cuerpo,
pero no es la cosa mejor distribuida del mundo. Se debe hacer
un análisis ascendente del poder, arrancar de los mecanismos
infinitesimales que tienen su propia historia, su propio trayecto,
su propia técnica y táctica, y ver después como estos
mecanismos de poder han sido y son investidos, colonizados,
utilizados, extendidos, etc., por mecanismos más generales y
por formas de dominación global.
5. Lo que acompaña al poder no son producciones ideológicas;
ideologías. Es mucho menos y mucho más. Son instrumentos
de formación y acumulación del saber, métodos de observación,
técnicas de registro, procedimientos de indagación y pesquisa,
aparatos de verificación. Esto quiere decir que el poder, cuando
se ejerce a través de estos mecanismos sutiles, no puede
hacerlo sin formar, sin organizar y poner en circulación un
saber, o mejor, unos aparatos de saber que no son
construcciones ideológicas.
Se trata, en síntesis, de estudiar el poder partiendo de las
técnicas y de las tácticas de dominación.
Uno de los conceptos claves en el desarrollo que hace Foucault,
respecto de la cuestión del “poder”, es la noción de “dispositivo”,
la que aparece bien desarrollada en el libro de Edgardo Castro
“El vocabulario de Michel Foucault”. Dice:
El dispositivo es objeto de la descripción genealógica. Foucault
hablará de dispositivos disciplinarios, dispositivo carcelar,
dispositivos de poder, dispositivos de saber, dispositivo de
sexualidad, dispositivo de alianza, dispositivo de subjetividad,
dispositivo de verdad, etc.
Podemos delimitar la noción foucaltiana de dispositivo como
sigue:
1) El dispositivo es la red de relaciones que se pueden
establecer
entre
elementos
heterogéneos:
discursos,
instituciones, arquitectura, reglamentos, leyes, medidas
administrativas,
enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales,
filantrópicas, lo dicho y lo no dicho.
El dispositivo establece la naturaleza del nexo que puede
existir
entre estos elementos heterogéneos. Por ejemplo, el discurso
puede aparecer como programa de una institución, como un
elemento que puede justificar u ocultar una práctica, o
2)
funcionar como una interpretación a posteriori de esta práctica,
ofreciendo un campo nuevo de racionalidad.
3) Se trata de una formación que en un momento dado ha
tenido por función responder a una urgencia. El dispositivo
tiene así una función estratégica, como por ejemplo, la
reabsorción de una masa de población flotante que era excesiva
para una economía mercantilista.
4) Además de definirse por la estructura de elementos
heterogéneos, un dispositivo se define por su génesis. Foucault
distingue al respecto dos momentos esenciales: un primer
momento de predominio del objetivo estratégico; un segundo
momento de constitución del dispositivo propiamente dicho.
5)
El dispositivo, una vez constituido, permanece tal en la
medida en que tiene lugar un proceso de sobre–determinación
funcional: cada efecto, positivo o negativo, querido o no querido,
entra en resonancia o contradicción con los otros y exige un
reajuste. Por otro lado, nos encontramos con un proceso de
perpetuo rellenamiento estratégico. 
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