MINISTERIO PROFÉTICO

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MINISTERIO PROFÉTICO
Por Ricardo Vivas Arroyo
Dios ha dado para la iglesia cinco oficios ministeriales: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y
maestros, que en conjunto darán a la iglesia la perfección que Dios se propuso (Ef. 4:11-13), son como
la poderosa mano de Dios para la obra del ministerio, como la parte del cuerpo que realiza todo lo que la
cabeza quiere, sabiendo que Cristo es la cabeza, literal y no figurativamente (Ef. 1:21-23). Dentro del
ministerio quíntuple: el ministerio profético es un ministerio muy importante. Existen diferencias entre
el ministerio profético del Antiguo Testamento y el del Nuevo Testamento, conocer las diferencias es
esencial para que el profeta del Nuevo Testamento no exceda los límites que Dios ha establecido, para
esta dispensación de la gracia de Dios que nos tocó vivir, donde Dios está edificando su iglesia y la está
llevando a la plenitud mediante los cinco ministerios, para poder presentarse a sí mismo una iglesia
gloriosa, santa y sin mancha, que como su Esposa, se case con Él para reinar.
Profeta, en hebreo nabí, significa hombre inspirado, es decir, que recibe el aliento divino para hablar de
parte de Dios. En griego, la palabra es profétes, que significa, un hombre inspirado, uno que predice, que
habla del futuro, que recibe revelación. Por supuesto, entenderemos más sobre las funciones y alcances
del ministerio profético, mirando cómo Dios los usó antes y cómo funcionan ahora. Empezaremos por
conocer el alcance del ministerio profético del Antiguo Testamento, para notar las diferencias con el
profeta del Nuevo Testamento.
EL PROFETA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
El profeta era el ministerio principal. En el Antiguo Testamento había tres ministerios ungidos, con
aceite y respaldados por el Espíritu Santo: El profeta, el sacerdote y el rey, Es muy claro que antes de
Cristo, los profetas fueron el principal canal de Dios para revelarse a su pueblo y para mostrar su plan en
relación a la redención del hombre. Todos los libros del Antiguo Testamento fueron escritos por
profetas, aún los históricos, como Génesis, Reyes, Crónicas, Esdras y Nehemías, y los poéticos, como
Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Cantares, ya que la palabra profeta, también se traduce como
poeta o persona inspirada (1ª P. 1:10-12, 2ª P. 1:21, He. 1:1, Mt. 2:23, etc.), y esa dispensación se cerró
con el mayor de los profetas del Antiguo Testamento, Juan el Bautista, pero menor que el más pequeño
de la iglesia (Mt. 11:9-15).
El profeta era un representante de Dios. La diferencia entre el sacerdote y el profeta era que mientras
el sacerdote representaba al hombre ante Dios, el profeta representaba a Dios ante los hombres. Por ello
en la Biblia se encuentra repetidas veces la oración, “Así dice el Señor, o, así dice Dios”. El profeta
debe estar seguro de que la gente está oyendo la palabra de Dios y no la del profeta mismo. Al principio,
en Sinaí, Dios quiso hablar directamente con su pueblo, pero como el pueblo temió morir al oír la voz de
Dios, tuvo que hablarles por medio de profetas (Ex. 20:18-21, Dt. 18:9-22).
El profeta era un vidente de Dios. Al principio se les conoció como Videntes: “Antiguamente en
Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía así: Venid y vayamos hasta el vidente: porque el que
ahora se llama profeta, antiguamente era llamado vidente” (1º Sm. 9:9, 18-19).Vidente en hebreo es
Raá, que significa: el que ve, que discierne, que observa, que reconoce, etc. A los profetas Dios les
hablaba por sueños y visiones (Nm. 12:6). Notemos que el profeta era el canal de Dios para comunicar
con su pueblo, era una manera de conocer la voluntad de Dios (Ez. 20:1, Jr. 42:1-3).
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También Dios podía ser consultado por medio del sacerdote al usar las piedras de Urim y Thummim
(Ex. 28:30, Nm. 27:21, 1º Sm. 28:6, 1º Sm. 13:7-8)
Vemos a varios profetas como videntes, a quienes Dios les mostraba en visiones lo que debían de hablar,
como Samuel, Jeremías, Hanani, Daniel, Ezequiel y otros. “En aquel tiempo vino Hanani vidente a Asa
rey de Judá, y le dijo: por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en Jehová tu Dios,
por eso el ejército del rey de Siria ha escapado de tus manos…Y enojado Asa contra el vidente, lo echó
en la casa de la cárcel… (2º Cr. 16:7-10). El profeta era como los ojos de Dios para mostrar al pueblo la
voluntad de Dios. Era un ministerio singular con un amplio campo de acción, de modo que los reyes los
consideraban para tomar decisiones de gobierno, Como David, como Asa, como Jonathan, etc. (2º Cr.
20:20).
El profeta era boca de Dios. Dios establece que un profeta es uno que tiene la responsabilidad de
declarar todo lo que Dios le ha encomendado (Dt. 18:18, 1º Sm. 3:19-21). A Jeremías dijo Dios: “Tú
pues, ciñe tus lomos,… y les hablarás todo lo que te mandaré” (Jr. 1:17). Un profeta es un mensajero fiel
de parte de su Señor. A Moisés dijo Dios: “…Yo te he constituído dios para Faraón, y tu hermano Aarón
será tu profeta. Tú dirás todas las cosas que yo te mandaré…” (Éx. 4:15-16). Por la unción del Espíritu
Santo los profetas, hablaban la Palabra que Dios les mandaba (Éx. 7:1-2): Elías fiel profeta que
transmitía las palabras de Dios (1º Ry. 17:24). “Porque la profecía no fue en los tiempos pasados, traída
por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu
Santo” (2ª P. 1:21). Inspirado quiere decir, recibir el aliento o espíritu de otro para hablar.
El profeta era un canal de revelación de Dios. Revelar, galá en hebreo, significa, desnudar, descorrer
el velo, mostrar lo oculto. Así que Dios se revelaba mediante los profetas (1º Sm. 9:15-16, 1º Ry. 14:5-6,
Is. 22:14). El profeta es uno que fue designado por Dios para revelar su voluntad.
ASPECTO MINISTERIAL
Podemos ver claramente que los profetas daban palabras de Dios que podemos clasificar en tres niveles:
Predictivas, creativas y directivas:
Daban profecías predictivas. Como parte del significado de profeta, es alguien que predice, que habla
de parte de Dios sobre eventos futuros, como Isaías y Hageo predijeron lo que haría Ciro, mucho tiempo
antes de que reinara (Is. 44:28, Esd. 6:14), o sobre Josías, un profeta predijo sus acciones antes de que
naciera (1º Ry. 13:1-5, 2º Ry. 23:16). Todas las profecías predictivas respecto al Mesías se cumplieron al
pie de la letra (Lc. 22:37).
Daban profecías creativas. Son palabras dadas por los profetas que muestran el poder de Dios en forma
milagrosa (1º Ry. 17:13-16, 10 Ry. 18:30-40, 2º Ry. 2:20-22, 2ª Ry. 3:15-27).
Daban profecías directivas. Son profecías que muestran una dirección de Dios sobre cosas que se
deben hacer (1º Sm. 23:1-5, 2º Sm. 2:1, 2º Sm. 5:19, 1º Sm. 3:6-8, 1º Ry. 13: 9-24, 1º Ry. 18:17-20).
Los profetas eran canales de juicio y de restauración, para mantener al pueblo de Dios dentro de su
voluntad:
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Eran canales de Juicio y condenación. Los profetas muchas veces trajeron palabras de juicio y
destrucción para el pueblo de Dios o para las naciones cuando endurecían su corazón y no se
arrepentían, vemos estos aspectos en el ministerio de Elías (1º Ry. 17:1), de Isaías (Is. 34:5-11), de
Jeremías (Jr. 1:10), de Jonás (Jon. 3:4) y otros profetas menores.
Eran canales de Restauración. En el aspecto de restauración y edificación, traían palabras de consuelo
y de bendición para el pueblo arrepentido (Is. 1:21-28, Joel. 2:23-27, Jr. 3:12-19).
PROFETAS NEOTESTAMENTARIOS
DIFERENCIAS CON EL ANTIGUO TESTAMENTO
Es importante notar en el Nuevo Testamento, diferencias substanciales en el ámbito profético, porque en
el Antiguo Testamento el Espíritu Santo sólo descendía sobre hombres llamados por Dios, como los
sacerdotes, los profetas y los reyes, que eran los únicos que podían ser ungidos con aceite. Gente como
Sansón fue lleno del Espíritu Santo y descendía sobre él cada vez que tenía que ejecutar la voluntad de
Dios, etc.
Bautismo en el Espíritu Santo. La voluntad de Dios para su pueblo era que todos fueran profetas (Nm.
11:29), en el Nuevo testamento, se cumple este propósito de Dios, ya que el Espíritu Santo está al
alcance de todo creyente, Dios lo bautiza, lo mantiene lleno y obra en él diferentes aspectos proféticos
(Hch. 1:8, 2:4, 2:14-18).
Hay tres niveles proféticos que es necesario distinguir y comprender en el Nuevo Testamento: el don de
profecía, la vocación profética y el ministerio profético:
Don de profecía. Dentro de los nueve dones espirituales, el don de profecía es dado a todos los
creyentes (Hech 2:17, 1ª Co. 14:1, 5, 24, 31), pero tiene un propósito definido: de edificar, exhortar y
consolar (1ª Co. 14:3).
Vocación profética (Ro. 12:5-6). Este es un aspecto diferente, hay siete dones vocacionales, que se
muestran como habilidades espirituales o gracias que Dios da a los creyentes cuando han nacido de
nuevo, y que le permiten empezar a servir en la iglesia local, sin que necesariamente determinen algún
llamado a un ministerio mayor. Estos dones vocacionales son: Profético, de servicio, de enseñanza, de
exhortación, de generosidad, de dirección y de misericordia. El primero es el profético, en el que el
creyente, hombre o mujer, puede servir en su iglesia local en forma inspiracional, para la alabanza,
componer cantos, recibir sueños y visiones y por supuesto, profetizar con el don de profecía (Hch. 2:17,
2ª Co. 8:18, 22, Lc. 2:36-38, Hch. 21:8-9).
Ministerio profético. Este es parte de los dones de la exaltación de Cristo (Ef. 4:8, 11). Es importante
que el profeta del Nuevo Testamento tiene muchas semejanzas al profeta del Antiguo Testamento, pero
como vimos en las diferencias anteriores marcadas entre las dos dispensaciones, una más es que ya no es
el ministerio profético el principal, ni trabaja sólo, sino que ahora Dios ha levantado un equipo
quíntuple, del que el profeta forma parte.
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Ministerio apostólico. Ahora el ministerio apostólico es actualmente el principal para la iglesia, para
establecer el fundamento doctrinal (1ª Co. 3:10-11, Ef. 3:1-4), para dar balance y corrección con
autoridad (1ª Co. 1:23-24, 1ª Co. 9:2, 2ª Co. 10:8-11, 13:10). Es muy claro que el Nuevo Testamento fue
escrito principalmente por apóstoles, con excepción del evangelio de Marcos, de Lucas y de Los
Hechos.
Dualidad del ministerio apostólico profético. Dios está restaurando este ministerio, que como el dedo
índice y pulgar, están juntos y trabajan en equipo para hacer las cosas finas, el apóstol con apoyo del
profeta, se complementan para establecer el fundamento de las iglesias (Ef. 2:20-21, 3:5). Esa fue la
manera en que funcionaron Bernabé y Saulo cuando fueron enviados de Antioquía, Bernabé era el
apóstol y Saulo el profeta, ya que en la iglesia sólo había profetas y maestros, el liderazgo lo tuvo
Bernabé (Hch. 13:1-7). Posteriormente Saulo empieza a ser llamado Pablo y toma el liderazgo, como
apóstol (Hch.13:9-13). Cuando ellos se separan, Pablo toma a Silas por compañero de ministerio, el cual
era profeta (Hch. 15:40-41).
FUNCIONES DEL PROFETA NEOTESTAMENTARIO
No para profecías de juicio. Por supuesto nuestro Señor profetizó juicios tremendos sobre su pueblo y
sobre otras ciudades que en su tiempo se endurecieron, como Capernaún, como Corazín, Tiro, Sidón y
sobre la propia Jerusalén (Mt. 11:20-24, Lc. 19:41-44). Las profecías del apóstol Juan en el Apocalipsis
son de juicios tremendos que vendrán sobre la tierra, como las siete trompetas y las siete copas de la ira
de Dios. Y Apocalipsis nos dice que los dos testigos que profetizarán en la primera mitad de la Gran
Tribulación, como Moisés y Elías, traerán juicios tremendos sobre la tierra y sus moradores, para que se
arrepientan; pero fuera de ello, no encontramos en el Nuevo Testamento que los profetas den palabras a
las iglesias o a los creyentes de juicio o condenación. Vemos con certeza que los juicios fueron dados
por los apóstoles, como la excomunión y aún la muerte física (1ª Co. 5:4-5, 1ª Ti. 1:20, Hch. 5:1-11).
El profeta del Nuevo Testamento consuela. Estos hombres ungidos son ahora más bien canales para
que el amor de Dios sea derramado sobre las gentes, la divina compasión y la misericordia del Señor,
como mensajeros de consuelo para su pueblo (Hch. 15:32) Aun cuando alguna palabra dura de
admonición o de reprimenda viniere, el plan de Dios es que sus profetas estén listos con la voz de
confortamiento que levante a los afectados por aquella palabra y les ministre paz. El profeta
neotestamentario no tiene un ministerio de condenación basado en la ley, sino de admonición y
restauración, ejerciendo la gracia de Dios, como cuando a Cristo lo rechazaron los samaritanos, y los
discípulos estuvieron listos para pedir que fuego descendiera del cielo y los consumiera como en el
tiempo de Elías, pero Jesús los detuvo diciéndoles: “Vosotros no sabéis de qué espíritu sois, el Hijo del
Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas.” (Lc. 9:54-56).
Da profecías predictivas. Es claro que Dios sigue hablando sobre el futuro (Jn. 16:13), lo cual hace por
medio de los profetas (Hch. 9:10-19, Hch. 11:28, Hch. 20:22-23, Hch. 21:10-11).
Da profecías confirmativas. En Antioquía Dios habló por sus profetas para confirmar el llamado a
Bernabé y a Saulo, así como para mostrar que era el tiempo de salir a cumplir ese llamado (Hch. 13:1-3).
Da profecías creativas. Es claro que esta fase del ministerio profético no ha terminado, todavía Dios
puede abrir el mar o traspasar los montes a la mar, puede hacer milagros portentosos como multiplicar
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los panes y los pescados, caminar sobre el agua y muchas cosas más que Cristo hizo como el profeta de
Dios por excelencia, y nos prometió que todos los creyentes verdaderos podremos hacer en esta
dispensación y por supuesto los profetas con el equipo que Dios les dio (Jn. 14:12).
Apunta hacia la venida de Cristo. Este ministerio inspiracional, corrige y restaura la visión de
santidad, levanta a la iglesia para purificarla y prepararla para la venida de Cristo por su Esposa, es el
dedo índice que señala, que apunta, que enfoca a la iglesia en su esperanza, hace arder el corazón de la
iglesia y pone expectación para prepararse para tan importante evento, tanto Pablo como Juan,
recibieron revelaciones sobre el futuro que plasmaron en las epístolas a los Tesalonisenses, como en el
Apocalipsis, lo que nos muestra la amplitud del ministerio apostólico, cubriendo aspectos que antes sólo
era del ministerio profético.
TRASCENDENCIA DEL MINISTERIO PROFÉTICO
Vemos a Dios dando una palabra profética a toda la raza humana, aun y cuando el hombre no existía
(Gn. 1:28-30), porque el hombre aparece sobre la tierra hasta Génesis 2:5-7.
Es verdaderamente un gozo singular para los profetas conocer que su ministerio es algo que empezó
desde el principio: Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio. (Lc.
1:70).
La era neotestamentaria se inició con un fuerte ministerio profético mediante nuestro Señor Jesucristo,
que se revela como el Profeta ungido que vino a dar buenas nuevas a los pobres, sanar a los
quebrantados de corazón, a poner en libertad a los cautivos, a dar a los ciegos vista, etc (Lc. 4:17-20).
Con lo que abrió el camino para los demás dones de Cristo. Pero como profeta, el vino a revelar al Padre
(Jn. 1:18), para hacer sus obras (Jn. 14:8-11, 15:15) y a hablarnos fielmente sus palabras (Jn. 17:4-8).
Dios está levantando hoy en día a sus profetas que preparen a la iglesia, no al profeta, en singular, sino a
los profetas que nos muestren lo que Dios está haciendo y hará en estos últimos días. Es importante que
más y más se sometan a los apóstoles para que su ministerio sea más efectivo y sean profetas de
fundamento, que confirmen lo establecido por el ministerio apostólico. El diablo está levantando falsos
profetas, porque hay verdaderos profetas de Dios y discernir lo que Dio está haciendo de lo que el diablo
intenta falsificando los ministerios de Cristo para engañar aún a los escogidos, cuando no tienen claro el
modelo de Dios para su iglesia (2ª Co. 11:13, Mt. 7:15,Mt. 24:11, 24, Lc. 6:26, 2ª P. 2:1).
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