Poder Judicial de la Nación

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CN? 2347 "INCIDENTE DE PRESCRIPCIÓN DE LA
ACCIÓN RESPECTO DE ANTONIO RUBÉN BONOMO”
JUZG. FED. N? 2 SAN ISIDRO - SEC. 4 (864)
REGISTRO N? :
Poder Judicial de
la Nación
San Martín,
de junio de 2000.-
VISTOS Y CONSIDERANDO:
I. Contra la resolución que no hizo lugar al
planteo de prescripción de la acción penal respecto de
Antonio Rubén Bonomo, interpuso recurso de apelación la
defensa
particular
del
encartado
78/79vta.
y
82,
respectivamente).
II. Sin perjuicio de que los nuevos argumentos
expuestos por el recurrente a fs. 59/66, lo cierto es que
a partir de la certificación obrante a fs. 2127/2128 del
legajo principal, corresponde que el Tribunal se aboque al
estudio del planteo impetrado a fs. 1 y 6/8vta., cuyo
tratamiento
fuera
oportunamente
diferido
hasta
tanto
recayera sentencia definitiva en la causa que se le seguía
al
encausado
Bonomo
en
el
Juzgado
en
lo
Criminal
y
Correccional N? 3 del departamento judicial de Mercedes (fs.
50/51).
III. En su primigenia presentación el incidentista
señaló
que
desde
que
su
ahijado
procesal
prestara
declaración indagatoria el 23 de mayo de 1989, no se habían
producido
otros
“actos
procesales
a
su
respecto
que
inequívocamente hayan tendido a llevar la acción pública
hacia adelante” , indicando en ese sentido que “una pericia
1
dispuesta, por ejemplo, carece de esa finalidad específica”
(fs. 1). Sin embargo, en una memoria posterior volvió sobre
sus
pasos
y
apuntó
que
desde
la
sanción
del
nuevo
ordenamiento ritual (ley 23984) la declaración indagatoria
no podía ser considerada “secuela de juicio” ; así como
también
sostuvo
que
el
antecedente
que
registraba
su
defendido no poseía virtualidad interruptora, al no haber
recaído sentencia definitiva en tales actuaciones (fs. 5 y
6/8vta.). Finalmente, al presentar el escrito de defensa
previsto en el art. 463 del C.P.M.P., el nuevo defensor
particular de Bonomo, Dr. Alberto Rodríguez, reiteró el
planteo de extinción de la acción penal, postulando una
interpretación restrictiva del término “secuela de juicio”,
tomando como base de su crítica la reforma introducida por
la ley 24316 al art. 64 del Código Penal (fs. 59/66).
IV.
atinente
a
Preliminarmente,
la
falta
de
debe
fuerza
destacarse
que
lo
interruptora
de
la
prescripción de la acción penal del decreto que ordena un
peritaje, fue oportunamente discernido por este Tribunal en
el
decisorio
obrante
a
fs.
50/51,
por
lo
que
nada
corresponde añadir al respecto. Por otra parte, en orden a
la cuestión cuyo tratamiento se difiriera a fs. 50/51, la
certificación del expediente tramitado ante la justicia
provincial (fs. 2127/2128) y la claridad de la norma
contenida en el art. 67, párrafo 4?, imponen el rechazo de
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la pretensión defensista de fs. 1 y 6/8vta.
V. Así las cosas, el “thema decidendi” de autos ha
quedado circunscripto a determinar el significado que deba
asignársele a la voz “juicio” prevista en la norma citada
en el considerando anterior.
a) Al respecto, es menester recordar que el art.
67, párrafo 4?, del C.P. vigente al momento del hecho aquí
pesquisado rezaba “La prescripción se interrumpe por la
comisión de otro delito o por secuela de juicio” ; texto
mantenido por la última reforma introducida por la ley
25188 (B.O. 1/11/99). Aquella “infortunada fórmula” (conf.
Gavier, citado por Manzini en su “Tratado de Derecho
Penal”,
T.V,
pág.
184 )
fue
incorporada
a
nuestra
legislación penal por la ley 13569, la cual marcó un claro
apartamiento del Código de 1921 en el que la capacidad
persecutoria del Estado se extinguía por el mero transcurso
del tiempo, sin condición alguna y fijándose distintos
lapsos
de
prescripción,
según
la
amenaza
de
pena
establecida para el delito, a la vez que significó una
vuelta
al
sistema
previsto
en
el
Código
de
1886,
acogiéndose la teoría de la negligencia o falta de voluntad
estatal para perseguir al delito y al delicuente (conf.
Nuñez, Ricardo, “Tradado de Derecho Penal Argentino”, T.
3
II,
pág.
167
y
ss. ),
estableciendo
como
causales
interruptoras de la prescripción a todos los actos directos
de procedimiento contra la persona de éste.
Sin embargo, mucho se ha dicho tanto en doctrina
como
en
jurisprudencia
para
acotar
el
alcance
de
la
expresión “secuela de juicio”. En ese sentido, encontramos
un
posición
que
podemos
caracterizar
como estricta
o
restringida, según la cual debe entenderse por “juicio”
solamente la etapa plenamente contradictoria, es decir,
aquélla contemplada en el Libro III de nuestro actual
código ritual. En la vereda opuesta se halla la tesis
amplia, para la que la mentada voz se refiere al proceso
mismo en toda su extensión; por lo que también habrá
“secuela de juicio” durante la instrucción.
Al respecto, es menester señalar que este Tribunal
ya se ha pronunciado en numerosas ocasiones por esta última
postura,
adjudicando
virtualidad
interruptora
de
la
prescripción de la acción penal a aquellos actos de la
etapa sumarial o instructora considerados esenciales del
procedimiento cuya realización resulta imprescindible para
el progreso de la pretensión punitiva, representando un
inequívoco impulso del proceso que demuestre el pleno
ejercicio del poder jurisdiccional del Estado (conf. causa
N? 530 “Ortea, José y ot. s/inf. art. 174, inc. 5 ? , del
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C.P.”, rta. el 11/6/96, reg. 420 de la Sec. Penal 4, entre
muchas otras).
b) Tal posición es la que mejor se compadece con
el análisis histórico jurídico “ut supra” efectuado, así
como también con la adecuada interpretación teleológica y
gramatical del vocablo “juicio”. En efecto, desde un punto
de vista teleológico no puede negarse que la voz “juicio”
atiende a la prosecución o curso de la causa penal “siendo
opuestas
a
su
sentido
léxico
lógico
y
a
la
voluntad
finalista de la ley, cualesquiera otras interpretaciones y,
entre éstas, las que parten de considerar que, en la citada
locución, la voz juicio no comprende al sumario, siendo
aplicable, a título exclusivo, a la fase contradictoria del
proceso” (conf. F. Blasco Fernández de Moreda, “En torno al
concepto de ‘secuela de juicio’ como causa interruptora de
la prescripción de la acción penal”, La Ley 1987, pág, 19
y ss.). Por otro lado, un análisis gramatical del concepto
en crisis, también nos conduce a igual conclusión. Ello
así, pues “llámase también en lo criminal juicio sumario o
simplemente sumaria la información o juicio informativo que
tiene por objeto averiguar la existencia o perpetración del
delito en todas sus circunstancias y la persona del que lo
ha
cometido”
(conf.
Escriche,
“Diccionario
5
de
la
Legislación y la Jurisprudencia”, T 3, pág. 484 ).
c) Finalmente, el planteo defensista relacionado
con la modificación introducida al art. 64 por la ley
24316,
no
impone
el
abandono
de
la
corriente
aquí
postulada. Ello así, pues, en primer lugar, la finalidad de
dicha norma es la de procurar la incorporación al plexo
sustantivo del instituto de la “suspensión del juicio a
prueba” o “probation” sobre la base del Código Procesal
Penal de la Nación (conf. Antecedentes Parlamentarios,
1994-15
Ed.
La
Ley).
En
segundo
lugar,
porque
la
interpretación pretendida torna ilógica la intelección de
los arts. 30 y 271 del C.P. En efecto, parece obvio que
cuando el primero hace alusión a los “gastos del juicio” se
refiere a las costas originadas a lo largo de todo el
proceso y no sólo a aquellas que tuvieran lugar en el
contradictorio; a la par que el delito reprimido en el art.
271 no circunscribe su configuración a la etapa de plenario
o juicio oral. Por último, también resultaría a todas luces
inaceptable
que
la
garantía
de
“defensa
en
juicio”
reconocida por nuestra Carta Magna (art. 18) se encuentre
reducida a dicho segmento del proceso.
d) La solución “extensa” que aquí se propone es la
sostenida por numerosos precedentes de la Cámara Nacional
de Casación Penal (conf. Sala II, causa N ? 402 “Andrado,
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Nicolás A. s/recurso de casación”, rta. el 9/3/95 y Sala
III,
causa
N?
241
“Patat,
Juan
Carlos
s/recurso
de
casación”, rta. el 13/2/95; entre muchas otras ); todos
ellos posteriores a la sanción de la apuntada ley 24316
(B.O. 19/5/94) .
VI. Así las cosas, si se parte de la base de que
la
“secuela de juicio” puede tener lugar en cualquier
estadio
del
proceso
siempre
que
se
-instrucción
trate
de
actos
o
que
plenario/debate-,
representen
una
manifestación inequívoca de obtener la actuación de la ley
por parte de los órganos a quienes les está confiada la
persecución de los delitos, no puede discutirse la fuerza
interruptora que posee el llamado a prestar declaración
indagatoria, toda vez que supone la certificación de que
existen
fundadas
sospechas
de
responsabilidad
penal
respecto de los hechos investigados (conf. CFSM., Sala I,
causa N?
983 “Banco Central de la República Argentina
s/querella”, rta. el 16/12/93, reg. 3202 de la Sec. Penal
1).
En consecuencia, en el “sub exámine” no ha operado
la prescripción de la acción penal ya que desde la época de
comisión
de
los
hechos
aquí
investigados
7
(fs.
2321/2325vta.: desde mediados del año 1983 hasta principios
de 1984), su curso se interrumpió por la convocatoria
efectuada a Bonomo a fin de que prestara declaración en los
términos del art. 236, primera parte, del C.P.M.P. (fs.
949: 14/4/89). Posteriormente, el nuevo lapso a contar
desde dicha oportunidad resultó otra vez interrumpido el
5/2/94
por
el
delito
en
virtud
del
cual
Bonomo
fue
condenado en sede provincial (fs. 5 de esta incidencia y
fs.
2127/2128
del
legajo
principal).
Finalmente,
es
menester señalar que desde aquella oportunidad se han
sucedido nuevas interrupciones constitutivas de “secuelas
de juicio”, cuales son el auto de prisión preventiva de fs.
2217/2219vta.
(1/6/99)
y
la
acusación
fiscal
de
fs.
2321/2325vta. (20/12/99), que impiden acoger favorablemente
el planteo de extinción de la acción penal formulado por la
defensa de confianza del encausado.
En virtud de todo lo expuesto, SE RESUELVE:
CONFIRMAR la resolución apelada de fs. 78/79vta.
en cuanto no hizo lugar al planteo de prescripción de la
acción penal respecto de Antonio Rubén Bonomo .
Tómese razón, hágase saber y devuélvase.-
Reg.n?: 2165/00
Firmantes: Mansur-Prack-Rudi
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REGISTRO N? :
Sec.Act.: Dr. Barrita (sec.pen.2)
Fecha: 8/6/00
9
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