«Estudio antropológico del pueblo vasco y la prehistoria en Álava

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BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
histórico del trabajo del Sr. Pacheco. Con todo, su mérito sobre
los trabajos anteriormente examinados, no es muy notorio y
plenamente decisivo, especialmente al ponerle en parangón con
el del P. Atanasio López. Mas esta ponencia sabe, como toda la
Real Academia, que su Correspondiente Sr. Pacheco y de Leyva
es un historiador probado y muy laborioso que en igual concurso del año 1913 hubiese sido laureado ya con el premio, a juicio
de la ponencia entonces nombrada para la adjudicación, por su
obra El cónclave de if/4 a i/7¿, a no haberse tratado de una
obra costeada ya por un'centro oficial y, por tanto, fuera de concurso.
Por las expresadas consideraciones, esta Comisión entiende,
salvando siempre el más acertado criterio de la Real Academia y
que el premio Caballero, del presente concurso, debe ser concedido a la obra Retratos de Carlos I de España y V d¿ Alemania,
por Pacheco y de Leyva.
Madrid, i.° de abril de 1921.
R.
MENÉNDEZ PIDAL.
MANUEL GÓMEZ-MOREXO,
GASPAR Y REMIRO.
{Leído en la sesión del viernes i.° de Abril y aprobado en la del 7.)
III
«ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DEL PUEBLO VASCO
Y LA PREHISTORIA EN ÁLAVA.
«LAS POBLACIONES PRETÉRITAS Y ACTUAL DE ASTURIAS»
Por Real orden del Excmo. Sr, Ministro de Instrucción pública, el limo. Sr. Subsecretario remitió con fecha 24 del último
enero a esta Real Academia un ejemplar de dos obras, intitulada
la una Estudio antropológico del pueblo vasco y la Prehistoria en
Álava, y la otra Las poblaciones pretéritas y actual de Asturias *
para «los efectos de que le sirvan de mérito en su carrera» a su
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autor, D. Enrique Eguren y Bengoa. Y el Sr. Director, de acuerdo con la Academia, designó al que suscribe para informarlas.
Estudiadas de nuevo, por cuanto ya le eran conocidas, las
obras de referencia, el ponente tiene la honra de proponer la
contestación siguiente:
Recibidas en esta Academia con la atenta comunicación
de V. S. de 24 de enero último las dos obras de D. Enrique
Eguren y Bengoa, intitulada la una Estudio antropológico del pueblo vasco y la Prehistoria en Álava, y la otra Las Poblaciones pretéritas y actual de Asturias, y examinadas con la debida atención,
tiene la honra de manifestar a V. S. I. que la primera de estas
obras forma un volumen de más de 170 páginas ilustrada con 51
láminas en excelentes fotograbados y ampliadas con cinco grandes cuadros en hojas plegadas, de registros antropométricos.
Aparece impresa en 1914 en Bilbao, y su texto va dividido en
diez y nueve capítulos, donde el autor desarrolla en tres partes
el famoso problema vasco.
Titula la primera: «Una ojeada retrospectiva sobre el vascoiberismo» y la entretiene durante trece capítulos, anunciando en
el primero que «las ciencias naturales son las llamadas a resolver
el problema vasco.» La emprende en el segundo con la acepción de la voz Íbero en los historiadores clásicos desde Scilax
hasta Strabon, pasando por Pompeyo Trogo, Ptolomeo, Plinio y
otros, para concluir que entre los historiadores antiguos «el único valor que a la voz Íbero puede asignarse es el geográfico». Y
con este motivo comenta los textos de Eduardo y Ladislao Velasco, de Eleizalde, los fundamentos del gran imperio Íbero de
Campion, los argumentos de éste y de Vinson y aun las opiniones de Mínguez y Tubino sobre el iberismo geográfico, y cree,
como cosa probada por Aranzadi, que existe una raza eúskara.
Con este pie entra en el capítulo tercero con la «Acepción
antropológica del vocablo Íbero» recorriendo los cimientos d é l a
raza llamada libio-ibérica por Antón en comparación con la siroárabe ó semítica, distintas las dos de la céltica ó celto-eslava de
Broca, procedente de la Galia en España, y proclamando por
ende el vasco-iberismo étnico, cuya historia cuenta en los siete
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capítulos siguientes buscando el área de extensión del euskera-&
vascuence y demostrando que antes de la toponimia vasca de
Guillermo Humboldt habían demostrado ya la antigüedad y universalidad del vascuence en España, Andrés de Poza en 1587
Baltasar de Echave en 1607, el P. Moret en 1665 y 1678, Gabriel Henao en 1689, Eugenio de Honorato en 1691, el P. Larramendi en 1/4/, aunque otros, como Oihenart, en 1638, la limita a Navarra, Asturias, Galicia y Portugal, bien que Lezamis
en 1699 la extiende también a los Toscanos y el P. Larramendi
en 1747, proclama que el vascongado con su euskera es el español purísimo de estirpe y procedencia inmediata de los antiguos
y aun de los primitivos, doctrina que ya habían impugnado Cortés Osorio en 1648, y más tarde Gregorio Mayans en sus Orígenes de ¡a lengua española, bien que fué defendida por Javier de
Garma en 1738 y Terreros Pando en 1786.
Nadie defendió esta doctrina de la extensión del vascuence
con mayor autoridad que el famoso Lorenzo Hervás, fundador de
la lingüística, que en su Catálogo de las lenguas, en 1800, proclama que «el Vascuence o Cántabro fué lenguaje de los antiguos
españoles y de bellísimo artificio, se habló antiguamente en Italia, y la lengua latina, italiana, española, francesa y otras de Europa han tomado del vascuence muchas palabras.» Opinión parca si se compara con la de Perochegui quien en 1731 y 60, recogiendo etimologías de nombres geográficos de la Europa latina
y germánica, la Escandinavia, la Iberia asiática, el Ararat, Babilonia, Arabia y América, considera al Euskera como lengua primitiva de la especie humana.
Después de tan completo examen de los autores ant'guos anteriores a Hervás, es decir, a la fundación de la Lingüística como
ciencia, examina el autor con no menor extensión y minucioso
análisis la copiosa serie de los modernos que tratan del origen de
los Vascos, y especialmente de su lengua y de sus costumbres, y
expone con luminosa y bien razonada critica las teorías y las opiniones de los autores franceses Príncipe Luciano de Bonaparte,
Lejorne, Inchauspe, Judas, Graslin, Gembloux,Boudard, Cordier,
Balasque, Bladé, Gèze, Luchaire, Garrigorre, Lecluse, Duzère,
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líarristoy, Darrigol, Duvoisin, Hovelaque, Vinson, Dasconaguerre, Ribablane, Saint Hilaire, Darricarre, D'Arbois de Jubainville, Nadaillac; Philipon, Bidassouet, Baudrimont, D'Abadie, Julien, Chao, Garât, De Mège, Charencey, Bruce White, Ribary,
D'Abastiaque, O'Shea, Lacombe; de los alemanes Schuchardt,
Buschan, Schrader, Hübner, Gabelenz, Ohlenbech, Philips, Pott,
Grün, Hanneman, Humboldt, i\delung, Winkler; a los ingleses Webster y Prichard; al húngaro Ribary, en la traducción
francesa; al holandés Van Eis en la traducción inglesa; al italiano Sergi, y a los españoles íturriza, Lardizábal, Soraluce,
Juan /Antonio Moguel, Zobel de Zangroniz, Bravo y Tudela, Becerro de Bengoa, Zabala, García Ayuso, Rodríguez Ferrer, Fernández Guerra, Tubino, P. Fidel Fita, Arrese, Sampere Miguel,
Araquistain, Arana, Ladislao de Velasco, Nada, Campion, Aizquíbel, Novia Salcedo, Marqués de Valmar, Navarro Villoslada,
Martínez Rives, Sánchez Calvo, Brunet, Rodríguez de Berlanga,
Eleizalde, Lizárraga, Resurrección Azcue, Aizpurua, Pellicer de
Ossär, Gascue, Labayru, Fournier, Macpherson, Ureña, Cejador,
Villar, Menéndez Pidal, Sarrionandía, Akordagoitia, Urquijo, Basaldua, Ortiz de Zarate, Henao, Moraza, Barráibar, Berástegui,
Arana Goiri, . Arriandiaga, Guimon, Lorenzo del Pustamero,
Astarloa, Conde, Erro, Bartolomé de Santa Teresa, Zormacala*
Góngora, Juan S. Jaca (de Buenos Aires), Antón del Olmet,
Agarreta, y Arratia-tar Jon-Mikail,
Tan considerable número de autores examinados en sus propios libros no colman las ansias eruditas del Sr. Eguren y explora además cuantas Revistas periódicas de carácter especial se han
ocupado de los estudios vascos tales como la del alemán Wuschman intitulada Eúskara, y las españolas Easkadi,
Euskal-Erria,
Euskal Erriarenable, EuskaUesnalea, sin olvidar la Basconia, publicada en Buenos Aires y mantenida por los vascos residentes
en América, ni tampoco la Revista internacional de Estudios vascos, y aun llega hasta los artículos sueltos encontrados en otras
publicaciones periódicas, y muy especialmente se entera y comenta las tareas del Congreso internacional de Estudios vascos,
reunido en Dax y Bayona.
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Con tales extremos de erudición pone punto ñnal a la parte
primera de su libro e inaugura la segunda bajo el epígrafe «Estudio antropológico», afirmando «que no antes de la última mitad del siglo pasado queda el pueblo vasco bajo el dominio déla
Antropología», y busca los rasgos físicos característicos del tipo
vasco, del eusko, primero en Buífon, fundador de la Historia natural del ] íombre; después en Rctzius, Broca, \ irchow, PrunerBey, Reclus, Ouatrefages, Moreau de Jonnes, Cenac-Moncaux,
Giralt de Saint Fargcau, del inglés Napier, y de Webster, que
precedieron a los del navarro Dr. Landa, y a los muy interesantes del vasco y eminente antropólogo español Telesloro de Aranzadi, al que sucedieron Hoyos y Oíóriz en España y Collignon,
Hervé v Deniker en Francia.
Aquí aparece el trabajo de investigación, propio y especial
del Sr. Eguren, que examina y mide conforme a los últimos procedimientos de la craniometría una serie de 12/ cráneos, procedentes unos de sus propias recolecciones y otros que se guardan
en el Museo de Antropología de Madrid, y a estos cráneos añade las medidas antropométricas de treinta y ocho individuos d e
distintas localidades: vascos, no sólo por el lugar de su nacimiento, sino por sus opelíidos y por su ascendencia de or'gen vasco,
de los que presenta, de los más típicos, retratos fotográficos.
Como complemento de este trabajo añade La Prehistoria en
Álava, donde trata de los monumentos megalíticos reconocidos.
por TubinO; Velasco, Landa, Navarro Villoslada, Trueba, el
P. Lorenzo Sierra, Darío de Areitio, Soraluce, y sobre todos por
Iturralde y Suit, autor de la Prehistoria en Navarra, y de las
cavernas exploradas por Luis íleinzt.
En nuevo y último capítulo hace la historia, describe y presenta en excelentes fotografías los dólmenes de Eguílaz, de Escalmendi, Capelamendi, Arrízala, Cuartango, Puerto de Sanjuan,
Igorita, y de otras estaciones prehistóricas en Álava, como el
túmulo de Oquina, y las variadas formas de instrumentos neolíticos hallados en la Dehesa de San Bartolomé, y cuyos restos
humanos, industriales y orgánicos, estudia, describe y reproduce
en magníficos fotograbados.
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De tan amplio estudio resulta, así por el texto como por la
documentación y las ilustraciones un trabajo de un mérito tan
extraordinariamente relevante entre los de su género, que es
digno de los mayores elogios y merecedor de las mejores recompensas.
Tal es, limo. Sr., la opinión de esta Academia, que somete a
la ilustrada consideración de V. S.
A su vez, el ponente somete este dictamen a la Superior autoridad de la Academia, para que resuelva con mejor y más acertado juicio.
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En cuanto a la otra publicación, distinta de la anterior, que
para los mismos efectos de mérito se presenta con el título de
Las poblaciones pretéritas y actual de Asturias, es de observar
que forma un folleto de 59 páginas, compuesto para «Discurso
leído en la solemne apertura del curso académico de 1919-20»,
y está impreso en Oviedo en 1919.
Su autor rompe las formas establecidas por la tradición en
este género de trabajos, y tras una breve introducción propia del
caso y del acto, acomete una empresa de investigación acerca de
la Antropología prehistórica e histórica del pueblo asturiano.
Con este objeto enumera y examina ante todo cuanto se ha
publicado de las estaciones asturianas prehistóricas por el Conde
de la Vega del Sella, Alcalde del Río, Breuil, Obermaier, Hernández Pacheco, el P. Sierra, Acevedo Huelves, Bellmunt y Canella, y Barras de Aragón.
Al examen de estas publicaciones añade el Sr. Eguren los resultados de sus propias investigaciones en los yacimientos eneolíticos de las minas del «Milagro» y de las cuevas del Aramo, en
donde descubre una fase eneolítica ya muy avanzada, infiltrada
por otra «netamente histórica»; de donde «tres civilizaciones asturianas: una autóctona, otra colonial y, por fin, una tercera dominadora.» Busca el origen de estas civilizaciones en la diversidad de las razas, y para esto, toma en cuenta lo publicado por
Acevedo sobre los Vaqueiros de Alzada, recoge los datos de
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Aranzadi y Hoyos en su Crania hispánica y los relaciona con
sus ya publicadas Notas antropológicas sobre los cráneos humanos de ciertas cuevas de Asturias. Concluye arengando a la juventud universitaria para que prosiga estos estudios y los aumente con los del Folk-lore asturiano para completar el conocimiento antropológico que sirva de base a la historia de Asturias.
Por todo lo que estima el ponente que este trabajo, aunque
no tan importante como el anterior, es también de mérito relevante.
Dictamen que somete al superior y más ilustrado juicio de
esta lima. Academia.
Madrid, 7 de abril de 1921.
MANUEL ANTÓN*.
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