intervención de césar gaviria, jefe único del partido liberal en el iv

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Partido Liberal Colombiano
INTERVENCIÓN DE CÉSAR GAVIRIA, JEFE ÚNICO DEL PARTIDO LIBERAL EN EL IV
CONGRESO NACIONAL LIBERAL
INTERVENCION DEL DIRECTOR UNICO DEL PARTIDO LIBERAL, CESAR GAVIRIA, EN EL CUARTO CONGRESO
NACIONAL DEL PARTIDO LIBERAL
Bogotá. 12 de diciembre de 2009
Copartidarios:
Este Congreso es el punto culminante de nuestra tarea de poner al liberalismo a la vanguardia de la sociedad para
construir la Colombia del siglo XXI.
Todos creíamos que nuestro país había superado la época de las hegemonías y los autoritarismos. No contábamos con
que la crisis de autoridad generada en los descomunales problemas surgidos de la mezcla de todas las violencias iba a
engendrar una experiencia de caudillismo criollo y una nueva forma de hegemonía similar a las partidistas de no muy
grata recordación. La diferencia es que esta se da en torno de un solo hombre que se siente dueño de la verdad, que se
cree la solución de todos los problemas, sin actuación de las instituciones, y sin cuya voluntad ya no se mueve una hoja en
la administración pública colombiana.
El vive en campaña permanente y hace de opositor de su propio gobierno. Con micro manejo ha terminado por
paralizar la administración pública. Ya nadie puede tener iniciativa, nadie puede opinar y a nadie se le perdona aspirar a
reemplazar al soberano. Hemos sido calificados como conspiradores, antipatriotas y hasta terroristas, sus opositores,
quienes cometemos la osadía de no alinearnos, de disentir.
Algunos incluso han puesto en duda la sabiduría de hacer oposición y creen que eso le puede haber hecho daño a
nuestros intereses electorales. Algunos otros han reclamado oposición más radical, más vertical, sistemática y
estridente. No dudo de que para algunos hubiera sido mejor disfrutar del reparto del botín o habernos acomodado a las
prácticas corruptas del gobierno. No lo hicimos a pesar del fuego amigo que así lo reclamó, incluso en la Consulta, y que
desestima lo dura que ha sido la travesía. Hemos hecho una oposición sensata y constructiva para enfrentarnos a un
gobierno popular, poderoso y abusivo. Gracias a ello, hemos preservado nuestra identidad y nos hemos dado un rumbo
que nos permite hoy ser alternativa de poder.
Hemos actuado pensando en las ideas de Galán, el altivo, el franco, el fiscalizador, el crítico, el opositor, el irreverente,
el atrevido y temerario. Galán nos enseñó que ante las dificultades lo preciso es no claudicar. De López Michelsen
hemos tenido presente su rebeldía, su contestación permanente, su indisciplina en el MRL, su irreverencia, su ironía, su
humor provocador, su desdeño hacia la pompa. A mi generación López le enseñó a pensar, y Galán a actuar basados en
conductas éticas. Nos alegra que Alfonso, su hijo, haya participado en la Consulta Popular y que Juan Manuel Galán
haya sido nuestro vocero en el Senado.
Aprendimos de López y de Galán a rechazar las imposiciones, los cultos a la personalidad, los dogmatismos. Hemos
luchado por el libre examen, por el pluralismo, por el derecho al disentimiento, por nunca decirle al príncipe lo que quiere
oír.
Nuestra bancada ha actuado con singular dedicación, así ello tocara intereses o nos generara enemigos y contradictores.
Desde mi llegada a la dirección del Partido, el señor presidente no pudo comprar más las conciencias de nuestros
senadores y representantes. Con el liberalismo se le acabó el negocio al menudeo, el lentejismo. Tal vez ese sea mi
único mérito.
Frente al permanente espejo retrovisor que ha aplicado el gobierno, que todos sepan que no pido treguas ni me fatiga la
controversia. Como lo dijo Galán en la convención de Medellín, no reconozco enemigos en mi propio partido y no vivo
bajo el prurito de tener la verdad. Pero que también quede claro que cuando otorgo treguas a los nuestros o a los de
otros partidos lo hago por las conveniencias momentáneas de preservar los intereses del liberalismo.
Programa
Debemos entender que solo partiendo de una rigurosa critica de la tarea de gobierno actual, del Estado, de sus
instituciones y de la sociedad, es como es posible construir un programa y una agenda de reformas. No hay espacio
para la complacencia. Hay que partir de una idea simple: lo que el país necesita no es continuidad, sino reformas, así
algunas de sus políticas de seguridad requieran consolidación.
El liberalismo tiene un proyecto de país distinto al de Uribe. Hay decenas de instituciones y políticas funcionando mal. Se
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requieren grandes rectificaciones. No hay nada tan dañino para nuestra nación como esa tendencia a creer la verdad
incuestionable que se nos vende desde el gobierno según la cual todo lo estamos haciendo bien. El culto a la
personalidad que se ha dado en torno a Uribe esconde los problemas públicos y la magnitud de las dificultades en el
cumplimiento de las obligaciones del estado.
Tenemos que cambiar de gobierno, no de constitución. El país necesita que se le infundan esperanzas, no miedos ni
temores. Lo que el liberalismo le ofrece a la sociedad colombiana es reformas y no otro caudillo o caudillito, que por
fortuna no tenemos porque este es un Partido que ha sido serio y celoso del estado de derecho.
El programa que hoy quiero esbozar es un punto de partida, no de llegada, sobre lo que el liberalismo le va a proponer
al país. Es un intento por expresar lo que significa ser liberal, de centro izquierda y socialdemócrata en este comienzo de
siglo.
Globalización
Tenemos que hacerle frente a los problemas de una Colombia inmersa en la globalización. Lo voy a decir con humildad,
porque se que hay personas que están en desacuerdo: el liberalismo no se puede volver un partido antiglobalización,
anticomercio, antimercado, anticompetencia, anticapitalista. La globalización no es una opción, sino el entorno en el cual
nos tenemos que desenvolver. El partido se tiene que preparar para enfrentar los problemas y malestares que genera la
globalización. Tiene que gobernar tratando de contrarrestar sus consecuencias indeseables. El liberalismo no puede
formular políticas basadas solo en temores o prejuicios.
Y eso no es posible sino fortaleciendo el Estado y sus instituciones; modificando las formas de su intervención;
controlando más, supervisando más, regulando más para que los monopolios públicos o privados no abusen de su
poder; defendiendo los derechos ciudadanos para que los servicios públicos se presten con calidad y sin abusos;
capacitando a los trabajadores no calificados; invirtiendo en las zonas no exportadoras. Pero no es regresando a un
estatismo exagerado, sino realizando una reforma profunda que en todo caso debe ser muy distinta a la precipitada y
torpe fusión de ministerios que realizo este gobierno.
Respaldamos programas como Familias en Acción y Familias Guardabosques cuyo origen se encuentra en la Constitución
del 91, pero no podemos perder de vista el escaso avance de la lucha contra la pobreza. No podemos olvidar el
deterioro en la distribución del ingreso al que hemos llegado hasta tener la peor distribución en América Latina, ni cómo a
partir del año 2005, en una época de prosperidad, se incrementaron en dos puntos el número de indigentes. Eso no
es cohesión social como lo pretende el presidente, sino inequidad, marginalidad perpetuas.
Justicia
El liberalismo no se puede plegar a la idea según la cual ningún área de nuestra justicia funciona o que los problemas
se resuelven creando de nuevo el Ministerio de Justicia, lo que desde luego hay que hacer. La Constitución del 91 hizo
dos cosas importantes en ese tema: creó la fiscalía y la tutela. Hoy, con todas sus deficiencias, tenemos el sistema penal
que más ha avanzado en América Latina. Tenemos que encarar el gran desafío de la oralidad y el de la debida
aplicación del principio de oportunidad. Eso hace imperioso que se elija un fiscal idóneo para estos desafíos y no uno de
bolsillo que simplemente le cubra la espalda al presidente. La oralidad se puede administrar bien pero también puede
hacer colapsar todo el sistema acusatorio.
El otro gran avance fue la tutela y un nuevo tipo de control para asegurar la supremacía de la Constitución, cuya eficacia
hay que extenderla al resto de las áreas de la justicia, con más oralidad y menos formalismo; plazos más perentorios
y con el principio de oportunidad; con el uso masivo de tecnologías de la información en los procesos laborales. Tenemos
también que hacer más para dignificar la acción de nuestros jueces, y una política criminal con vocación de permanencia
que ha brillado por su ausencia en este gobierno, como bien lo reclama Alfonso Gómez Méndez.
El Partido debe estar firme en la defensa de la independencia judicial. Ella es un baluarte de la tradición jurídica, tan
temida hoy por quienes han violado la ley. La independencia judicial es el prerrequisito de un sistema de frenos y
contrapesos real y efectivo, sin el cual se empezaría a desmoronar el principio de la separación de poderes.
Y al presidente “semicandidato”, que no le quepa la menor duda de que vamos a defender la Constitución
del 91 no solo con nuestros votos, sino con la mas grande movilización social que este país haya conocido. Que no se
equivoque porque no nos vamos a dejar amedrentar por sus comentarios desatinados sobre la legitimidad de la
Constitución. En todo caso, esperamos que ellos no sean tampoco una amenaza a la Corte Constitucional.
Estamos a la espera del fallo del referendo, como todos sabemos proceso atiborrado con toda clase de violaciones a la
Constitución; concebido con prácticas corruptas; y financiado violando todos los topes por parte de personas, algunas de
ellas con contratos importantes con el Estado. De todas maneras, respetaremos el fallo de la Corte Constitucional. Sea
este el momento para invitar al Presidente Uribe a que haga lo propio, a que manifieste que también lo acatará.
Confiamos en que no incurrirá en acciones que lleven al traste nuestro estado de derecho, en nombre del tal estado de
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opinión que no es otra cosa que el abuso del poder presidencial. Que no quepa la menor duda de que estamos todos
vigilantes y que realizaremos la más grande movilización social que conozca nuestra historia si así lo intenta.
Corrupción
Tenemos que evitar que se siga extendiendo el problema de la corrupción, tal como ha ocurrido en el gobierno de Uribe.
En todos los gobiernos siempre se hace un esfuerzo por convencer a la bancada de oposición para que acompañe sus
iniciativas. Nosotros lo hicimos muchas veces sin contraprestación alguna. En cambio, el gobierno decidió que tenía que
comprar buena parte de su bancada en cada votación importante. Y ya no compran con puestos, agotados desde la
primera reelección, sino a punta de contratos, y a cambio de porcentajes como se ha demostrado, actividades criminales
con las cuales el gobierno ha sido complaciente. Nunca hizo nada el gobierno para evitar el robo de las regalías para no
molestar a aliados políticos importantes.
Educación
A la pobreza y a la desigualdad no las vamos a derrotar con simple crecimiento económico. Solo las vamos a derrotar
con buena educación. El país necesita un sistema educativo que preserve los aumentos de cobertura en educación
primaria y secundaria que se han conseguido sobre todo por el esfuerzo de departamentos y municipios; y necesita
encarar la tarea de la calidad y de la pertinencia de nuestro sistema. La calidad de la educación primaria y secundaria es
muy deficiente. Hay que trabajar, como lo ha pedido Rafael Pardo, en el preescolar de los hijos de los más desvalidos,
de los que crecen en zonas apartadas. Héctor Heli hizo un trabajo para proteger infancia y adolescencia. Estamos
atrasados aun para los estándares de América Latina.
Para ello es necesario hacer mas evaluación, someternos a los estándares internacionales, comprometer más a los
educadores, dignificar su profesión, y hacer de todo ello un propósito nacional para lo cual se necesita mucha mas
voluntad política. En esta área se ha avanzado en el gobierno de Uribe, a pesar de los golpes a la descentralización que
menoscabaron los recursos para la educación.
Política Económica, Sistema Tributario y subsidios
Los problemas de la nación no se resuelven solo con buena política económica. Pero en el periodo posterior a la crisis
financiera que estamos enfrentando va a ser mucho mas difícil crecer que en la burbuja que le tocó al presidente Uribe.
Vamos a tener que desarrollar una política económica de mejor calidad; hacer un mayor esfuerzo anticíclico que impida
que se ahonden la recesión y el desempleo, y que enfrente la enfermedad holandesa que está surgiendo desde antes
de la crisis que afecta nuestra competitividad, y que va acentuar nuestro desempleo porque abarata las maquinas y
porque las nuevas inversiones en petróleo y minería generan poco empleo.
La primera tarea por realizar es la reforma estructural de las finanzas públicas. Los descuentos, los subsidios, las
gabelas, las exenciones que hay detrás del sistema tributario desarrollado por el presidente Uribe, son mucho más
graves que agro ingreso seguro. Implican privilegios mucho más aberrantes.
Sistemáticamente, el gobierno continúa eximiendo de impuesto de patrimonio a las principales empresas
multinacionales y colombianas, poderosas e influyentes, para que lo paguen solamente los medianos empresarios.
¿Ustedes saben cuánta plata cuestan las exenciones de solo el impuesto de renta? La respuesta es ocho billones y
medio de pesos. Eso es más de lo que se invierte en seguridad democrática. Esa es la llamada política de confianza
inversionista.
El gobierno ha ido creando un sistema tributario para los más pudientes y otro para el resto de los colombianos. Esto
es lo que ha conducido a un sesgo pro inversión en el cual el empleo escasamente crece en tiempos de prosperidad, cae
aceleradamente en los actuales tiempos de recesión, y acentúa los fenómenos de informalidad. Aquí lo que tenemos es
que después de impuestos, la sociedad es más inequitativa que antes de impuestos. Lo que llaman confianza
inversionista no es otra cosa que hacer la sociedad cada vez más inequitativa. Ya desplazamos a Brasil como el país
más inequitativo de América Latina y el de más alta tasa de desempleo. Aquí ya solo se genera empleo informal. Y
creo que estas cosas las debemos decir sin sesgo antiempresarial, porque si algo necesita Colombia es mas inversión
publica y privada, obviamente otorgando garantías y estabilidad, pero no privilegios.
Y mientras tanto vamos profundizando en impuestos antitécnicos, que se vuelven ineficientes con el tiempo, algunos de
los cuales hay que empezar a desmontar; los que conspiran contra la generación de empleo, el impuesto a las
transacciones financieras que en vez de afectar a los bancos alejan a la gente del sistema financiero. El país debe
decidir si además de renta presuntiva va mantener elevadas tasa de impuesto de patrimonio.
Política agraria
Es necesario rectificar la política agraria actual, mal concebida y mal desarrollada; una política con énfasis en subsidios a
los poderosos y sin énfasis en cambio tecnológico; una política que no mide las implicaciones del desplazamiento como lo
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ha demostrado Cecilia López con claridad y coraje. El agro no crece (solo lo ha hecho a la mitad del resto de la economía
y a la mitad de América latina) porque se ha desdeñado el rol de la economía campesina a favor de los grandes
empresarios, y esto a pesar de que en este gobierno se ha quintuplicado el presupuesto del Ministerio.
Se necesita una reforma agraria que tenga en cuenta las millones de hectáreas que han sido pasadas a actividades de
baja rentabilidad por parte de paramilitares y narcos, para devolverlas a las manos de campesinos y pequeños
empresarios como lo proponía la ley de victimas de Juan Fernando Cristo y Guillermo Rivera. Y como dice Héctor Heli
no basta con la restitución hay que evitar el despojo. Nada de ¨me vende o le compro a la viuda¨ La administración de los
bienes incautados son una verdadera vergüenza para la administración publica y ella consolida la contrarreforma agraria
que ha buscado la administración Uribe, que además entrego el Banco Agrario y el INCODER a personas influenciadas
por paramilitares.
El liberalismo cree que los subsidios son necesarios y ellos están validados por la Constitución del 91, pero deben estar
orientados a hacer más justa la sociedad y a conseguir a resultados de alta rentabilidad social. Nada de esa política
simplista e injusta según la cual hay que dar a los ricos porque ellos generan empleo. Como lo dice Aníbal Gaviria en
sus propuestas, hay que tratar a los iguales como iguales y a los desiguales como desiguales.
Sistema de salud
El engranaje creado por la ley 100 le dio solidaridad y universalidad al sistema de salud colombiano. Aumentó la
cobertura desde el 20% hasta el 95 %. Colombia ha duplicado su gasto en salud en los últimos quince años desde la
expedición de la ley 100, y el sistema representa hoy el 8% del producto.
El sistema está evolucionando mal por la forma como lo administran, porque no le corrigen las deficiencias y porque
eliminar el Ministerio fue una mala decisión. El Estado tiene que ser capaz de administrar el sistema, garantizar su
sostenibilidad. El SISBEN, que se originó en la Constitución del 91, tuvo un vigoroso impulso en el gobierno de Samper,
pero hoy el 60% de las personas están en el régimen subsidiado y el 40% en el régimen contributivo. Por la politiquería
hay mas personas subsidiadas que pobres. El gobierno mete y mete gente así no reúna las condiciones. El gobierno es
incapaz de administrar el sistema y en consecuencia lo deben hacer los jueces.
La Corte Constitucional se tuvo que encargar de decirle al gobierno cómo debería funcionar el sistema. El gobierno ha
sido incapaz de crear un organismo fuerte, dotado de competencias, que defina los derechos ciudadanos. Eso se hace
con una ley estatutaria que regule cómo se ejerce el derecho a la salud; que garantice que no se de una
desproporcionada integración vertical; que promueva la promoción y la prevención y el menor uso de el servicio de
urgencias; que elimine la zona gris que hace que la gente acuda a los jueces y no a un ente de regulación; que garantice
el pago de las deudas insolutas; que vigile los entes territoriales en el otorgamiento de beneficios; que determine que los
recursos del sistema se usen exclusivamente en salud y administración; que considere la posibilidad de una justicia
especializada en salud con claros lineamientos; que proteja a los médicos y a los trabajadores de la salud
Después de que por meses muchas personas, incluidos todos los gobernadores, anunciaron que el sistema se iba a
colapsar, el gobierno anuncia ahora impuestos por decreto que todos sabemos se van a caer en la Corte Constitucional.
La idea es dar contentillo y echarle la culpa a la justicia constitucional de la quiebra del sistema. Lo que vivimos no es
una emergencia social, sino una impresionante demostración de improvisación, improvidencia e imprevisión.
Infraestructura y Vivienda
¿Y como hablar de infraestructura? El presidente Uribe se fue en blanco tratando de desarrollar un plan de vías
secundarias de impacto político y poco impacto económico. Ha destruido las instituciones del Ministerio de Obras y las ha
desacreditado al máximo con su falta de continuidad y con el nombramiento en instituciones clave de funcionarios
corruptos y politiqueros. Recordaron el último año que el país necesitaba mejorar su sistema troncal, cuando se ha
reducido la financiación internacional, y todos los días aplazan las licitaciones por errores de concepción, por
improvisaciones y por tener funcionarios incompetentes. Los anuncios recientes de venta de ECOPETROL para
financiar la infraestructura tienen una impresionante cara de improvisación y de piñata de contratos en época
preelectoral, para no hablar del fracaso del RUNT.
Un gobierno liberal debe recuperar el rol que la vivienda popular ha tenido en las responsabilidades sociales del estado.
La mitad de nuestras ciudades fue construida por el Estado o con sus subsidios. El presidente Samper, desde que fue
ministro, mejoró la concepción del sistema y avanzó significativamente en su gobierno. Lo que sucede hoy es que el
gobierno le da prioridad a la entrega de chequecitos frente a lo más costoso que es proveer una vivienda digna. En
todo caso, como lo propone Aníbal Gaviria, hay que reforzar herramientas como la reforma urbana, la plusvalía, la
valorización, para mejorar las políticas urbanas y de vivienda.
Seguridad y paz
En el tema de seguridad tenemos el gran activo de que nuestro candidato Rafael Pardo conoce como nadie los
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problemas que en esa materia tiene nuestra nación. El es sin duda el principal tratadista sobre el tema y sobre el origen
de las circunstancias históricas y las causas de la violencia. El lideró los únicos programas de paz exitosos de las últimas
décadas. Fue director del Plan Nacional de Rehabilitación, Consejero de Paz, Consejero de Seguridad, Ministro de
Defensa. Tiene un profundo sentido de autoridad, sabe mandar y lo hace sin ostentación, sin agresividad, sin abusar del
lenguaje, sin ofender a sus subalternos. El ejercerá autoridad sin ingenuidades ni concesiones al terrorismo. El
concebirá una política de seguridad, paz y orden publico conforme a la tradición liberal.
Claro que muchos de los elementos de la política de seguridad democrática necesitan continuidad y financiación:
presencia de la fuerza pública en todas las cabeceras, incremento sustancial de la fuerza publica, así como elementos
del plan Colombia, mejor entrenamiento, mejor inteligencia, mas movilidad y equipo de transporte. No estoy entre los
que creen que destinamos demasiado de nuestro presupuesto público a la seguridad ni creo que, como lo hicieron los
dos últimos presidentes conservadores, se deba entregar el país a políticas ingenuas que beneficiaron a las FARC.
Colombia debe defender la cooperación militar con Estados Unidos. Colombia ha sido el destinatario de la tercera ayuda
militar de Estados Unidos desde que se inició el Plan Colombia y eso no ha constituido amenaza para nuestros vecinos.
El acuerdo vigente ha sido de enorme utilidad para mejorar la seguridad de Colombia y para que el fenómeno del
narcotráfico no se constituya en una amenaza tan grave para nuestra seguridad. No podemos renunciar a nuestra
seguridad por los prejuicios ideológicos de nuestros vecinos.
Pero no podemos ser simplemente complacientes con esos logros. La política de seguridad del estado colombiano se
puede fortalecer y mejorar aun más. Me parece que la administración Uribe desdeña el significativo rol que en la mejoría
de la seguridad cumplen el sistema acusatorio y la verticalidad e integridad de nuestra Corte Suprema. La política de
seguridad necesita de más política social, más presencia del Estado, mejor política de reinserción y más atención a la
seguridad de las ciudades. Hay que acabar con los falsos positivos que constituyen una gran vergüenza para nuestra
nación. No queremos un Estado arbitrario, autoritario, sin controles legales.
Nos tenemos que preguntar ¿por qué las FARC continúan siendo un factor de inestabilidad y desafío con prácticas de
barbarie y terrorismo? ¿Por qué están resurgiendo las bandas emergentes? ¿Por qué se esta deteriorando de nuevo
la seguridad de las ciudades? La respuesta es simple: estamos ganando la guerra contra el terrorismo, pero la guerra
contra el narcotráfico sigue siendo una batalla que estamos dando como si estuviéramos subidos a una bicicleta
estática. Cada día hay más pandillas de narcotraficantes, que el gobierno quiso llamar paramilitares, que no van a
desaparecer con la ley de justicia y paz, fruto de la cual dicho sea de paso todavía no ha producido una sola condena.
Seguimos siendo de lejos el mayor centro de refinación y distribución de cocaína. Y ese tráfico sigue igual hacia Estados
Unidos y crece hacia África, Europa y América Latina.
Y en lugar de pedirle a Estados Unidos que revise su política prohibicionista, un fracaso histórico de inmensurables
proporciones, nos proponemos a respaldarla, aun a riesgo de meternos en otro callejón sin salida, proponiendo meter a la
cárcel a nuestros consumidores, algo que nadie en América Latina y ni en el resto del mundo está haciendo, salvo en
el caso de gobiernos autoritarios y antidemocráticos.
Yo no quisiera ver a nuestros buenos policías requisando estudiantes en las puertas de las escuelas, en lugar de
perseguir las bandas de narcotraficantes y no quisiera ver nuestras cárceles atiborradas de jóvenes para que allí se
corrompan. Eso es un problema de salud que demanda más educación, más prevención y tratamiento, participación de
los padres de familia, de los médicos, de la sociedad civil. La reforma constitucional recién aprobada es un gigantesco
paso atrás.
Estamos obligados a luchar para que el intercambio humanitario se pueda dar sin concesiones territoriales, sin
complicidades con el terrorismo, con el apoyo y la guía de Piedad Córdoba.
Descentralización
Después de la brutal centralización que nos ha impuesto el presidente Uribe, la descentralización necesita un nuevo
impulso con más federalismo fiscal a favor de nuestras ciudades, municipio y departamentos, para mejorar la calidad
de los servicios públicos como lo reclama Rafael Pardo. Los municipios necesitan mas instrumentos para hacerle frente
a los desafios de la movilidad, la contaminacion, el cambio climatico, la disponibilidad de tierra de interes social, la
renovacion urbana.
Política Exterior
Tenemos que salir del aislamiento en el cual nos encontramos. Redefinirnos conforme al nuevo orden internacional en el
cual juegan un papel fundamental temas como la protección de los derechos humanos, la Corte Penal Internacional, el
cambio climático, las organizaciones no gubernamentales, un nuevo enfoque sobre el terrorismo, mirar hacia el pacifico.
Tenemos que procurar que se nos reconozca como un país que respeta el derecho internacional y que no constituye una
amenaza para nadie. Que se nos reconozca que no hacemos parte de ningún proyecto geoestratégico que puedan
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tener Estados Unidos, Venezuela, Brasil o cualquiera otro.
Hemos acompañado al presidente como supremo rector de las relaciones internacionales. Creemos que hace mucho
sentido ofrecerle colaboración a Estados Unidos para cuidar del narcotráfico aguas internacionales del pacifico. Vamos a
revisar el nuevo acuerdo en sus implicaciones jurídicas y a la luz del concepto del Consejo de Estado, de nuestra propia
valoración, del respeto por nuestra soberanía y de los supremos intereses del país.
Creo que no lo debemos hacer al calor del debate electoral ni mientras subsistan las tensiones y amenazas de guerra
que rechazamos indignados y que constituyen el más grande atentado contra nuestros pueblos. Vaya extraña lectura
del pensamiento de Bolívar. Nos duele el silencio de la comunidad internacional frente a las decisiones arbitrarias e
ilegales de bloqueo económico de nuestros vecinos. En todo caso estos son desafíos que deben resolverse por las vías de
la diplomacia
Reforma estatutos
Traemos, gracias a mi experiencia, a la significativa contribución de miembros de las Comisiones primeras y al trabajo
intenso de de nuestro candidato Iván Marulanda, unas reformas para acomodar los estatutos, que en buena hora se
hicieron bajo la orientación de Horacio Serpa, a las nuevas normas constitucionales, con el fin de desjudicializar la política
y darle mas poder a la Dirección Liberal en los nombramientos, sobre las autoridades regionales y sobre nuestros
voceros en el ejecutivo y en las corporaciones públicas regionales. Los problemas de la política se deben resolver en
política. También es necesario unificar el manejo presupuestal y dotar a la dirección de más unidad de mando y mejores
instrumentos. La nueva estructura política y su funcionamiento se adecuan más a un partido político moderno,
disciplinado y participativo.
Elecciones y Garantías
Vamos a enfrentar estas elecciones sin garantías por los abusos de poder de un gobierno que cree que todo vale para
sus propósitos reeleccionistas. No esperamos garantías. Ya sabemos que no las vamos a tener. ¿Cuándo será que el
señor procurador por lo menos prohíbe la entrega masiva de cheques minúsculos en los consejos comunales, actos
que cada vez se parecen más a compra de votos y que son un factor feroz de corrupción de la política colombiana?
También le queremos señalar al procurador y al presidente que nada más ajeno al liberalismo que el Estado
teocrático al que ahora se quiere regresar. Hemos sido amigos de la separación de la Iglesia y el Estado como lo manda
la Constitución del 91 sin apelar a argumentos anticlericales. Y quiero realzar cómo dieron su vida miles de liberales por
conquistar un Estado que no fuera confesional.
Creo que el Partido debe apoyar al candidato y jefe único para que adelante una consulta interpartidista que haga
posible una coalición con base en aspectos programáticos y en defensa del modelo de país que esta concebido en la
Constitución del 91. Se que es una idea que genera temores, pero es indispensable en las circunstancias de hoy cuando
tenemos en serio peligro la vigencia de los propios principios democráticos. En todo caso si el presidente Uribe se
habilita de una manera que sea válida constitucionalmente, creo que lo debemos enfrentar aliados con todas las
fuerzas progresistas de la sociedad colombiana, y estoy convencido de que lo derrotaríamos.
Nuestro candidato
Nuestro candidato Rafael Pardo es un político joven, serio, preparado, experimentado, moderno, limpio, brillante. Es un
estadista, esto es, un colombiano como pocos, dedicado a lo público, al Estado, a sus instituciones. Pardo tiene el
temperamento, el carácter que se necesita para ser presidente de esta nación.
Vamos a recuperar el poder con Pardo, con sus ideas claras, con su discurso reflexivo, histórico, inteligente. Nada de
retórica vacía, nada de halagos fáciles, nada de populismo barato. El no le hace concesiones a las conveniencias
políticas momentáneas, no usa expresiones de doble sentido, ni utiliza un lenguaje para los salones y otro para la
galería. Los ciudadanos saben qué esperar de él, saben a qué atenerse. Como Galán, Pardo cree que la política
enaltece y no envilece
Con Pardo no solo vamos a cambiar el presente, sino también a otear el mañana. Con Pardo vamos a infundir a la
sociedad colombiana nuestros ideales, valores, sueños y esperanzas. Con Pardo vamos a impulsar más reformas,
más democracia, más Estado, más mercado, más deberes y obligaciones, más derechos, más libertades, más
justicia, más oportunidades para todos. Con él vamos a realizar una revolución pacífica y democrática.
Nuestro objetivo supremo es cada colombiano, sus libertades públicas, su prosperidad, su derecho a la igualdad a la
seguridad y a la paz.
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Muchas gracias.
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