Desmontando el patriarcado y el sistema colonial desde el buen vivir Coordinación por los Derechos de los Pueblos Indígenas El nuevo contexto obliga a mirar más allá, a mirar la compleja relación entre las estructuras coloniales construidas y consolidadas en más de cuatro siglos de vida colonial y republicana y las estructuras patriarcales también construidas y consolidadas a la sombra y amparo de estas estructuras BOLIVIA.- Las transformaciones que se vienen dando en América Latina y que tienen como protagonistas a los pueblos indígenas del continente, se enfrentan a enormes desafíos aún por resolver. Entre ellos, destaca la necesidad de desmontar toda una institucionalidad que, desde hace cientos de años, se asienta en dos pilares fundamentales: el patriarcado y el colonialismo. Ambos constituyen la base sobre la que se construyó el modelo de despojo del capitalismo, y siguen a día de hoy impregnando la naturaleza del Estado y de las administraciones públicas. Sobre esta temática publicamos un fragmento del capítulo escrito por las autoras bolivianas Raquel Romero y Martha Lanza (del Colectivo Cabildeo) denominado "Depatriarcalización y descolonización: retos desde las políticas públicas", del libro Transiciones al hacia el Vivir Bien, o la construcción de un nuevo proyecto político en el Estado Plurinacional de Bolivia, recientemente editado por la CODPI. El proceso pos-constituyente plantea enormes desafíos para hombres y mujeres desde la gestión estatal y desde la sociedad civil, ya que la construcción del estado plurinacional implica la descolonización y despatriarcalización del Estado y la sociedad. Desde el Colectivo Cabildeo, se ha iniciado un proceso de reflexión sobre los aspectos centrales que marcan la visión de Estado y sociedad que queremos construir: el Vivir Bien como paradigma central para la construcción de la nueva sociedad, la descolonización como apuesta ideológica, ambas dimensiones claramente diseñadas en la Constitución Política de la República de Bolivia, sin embargo, el nuevo contexto obliga a mirar más allá, a mirar la compleja relación entre las estructuras coloniales construidas y consolidadas en más de cuatro siglos de vida colonial y republicana y las estructuras patriarcales también construidas y consolidadas a la sombra y amparo de estas estructuras. De allí, que nacen con fuerza algunas interrogantes, puntos de partida para explicar y dar cuenta de este proceso: ¿Qué supone el abordaje de la opresión de género en el contexto actual del país, de construcción del Estado Plurinacional, de este contexto que por sus características lo ubicamos como un proceso de transformación que al plantearse la descolonización, se nos presenta como un proceso revolucionario? Y la siguiente pregunta es: ¿qué tópicos emancipatorios debemos abordar para avanzar en la despatriarcalización de las relaciones sociales, las políticas públicas, los presupuestos y la estructura normativa del Estado Plurinacional? En lo que sigue, reflexionaremos sobre estas interrogantes. El punto de partida: el Vivir Bien y visión de país En Bolivia, el Vivir Bien no solo es un concepto, un paradigma, es también una alternativa política que se ha ido desarrollando en el proceso de reconstitución de la memoria, la cosmovisión y las estructuras de autoridad originaria en varios núcleos del pensamiento y activismo político. [...] El Vivir Bien plantea como paradigma la cultura de la vida, que está basada en la cultura indígena y su misión de salvar la madre naturaleza [...] está fuertemente ligado a la descolonización como medio para «volver a ser», recuperando, educación, salud y Las formas societales no solo coloniales, sino también patriarcales, son el nudo de la discriminación, explotación y subordinación que han sufrido por siglos, indígenas y mujeres formas de gobierno propias... [a partir] de la memoria como base de la reconstrucción de la propia identidad... (Viaña 2010) Este paradigma, en el caso boliviano, es el norte orientador para la construcción del Estado Plurinacional, y la puesta en marcha de un modelo de economía plural, holístico, que rompa con la visión capitalista de desarrollo asentada en el extractivismo y en la enajenación de nuestros recursos naturales. Este modelo está constituido por diversas formas de organización económica: comunitaria, estatal, privada y social cooperativa, asentándose en los principios de «reciprocidad, equilibrio, solidaridad, redistribución, sustentabilidad [...] complementando el interés individual con el Vivir Bien colectivo para garantizar el ejercicio de las diferentes formas de economía» (Constitución Política del Estado). Desde esta visión del Vivir Bien, que «tiene como eje articulador la reproducción de la vida, asentada en la complementariedad, reciprocidad e igualdad económica, política y cultural» (Arkonada 2011), se observa que la situación de subordinación, opresión y explotación de las mujeres se mantiene en nuestras sociedades como una herida abierta que impele —justamente en este proceso de transición hacia el Vivir Bien— a centrar las rupturas epistemológicas y sociopolíticas en desarmar las formas societales no solo coloniales, sino también patriarcales, que son el nudo de la discriminación, explotación y subordinación que han sufrido por siglos, indígenas y mujeres. Colonialismo y patriarcado, dos caras de la misma moneda Siguiendo a Silvia Rivera, el colonialismo interno ha dejado marcas que perduran hasta hoy. Una de ellas se refiere a los sistemas clasificatorios étnico-culturales que permean las relaciones de poder y de distinción social. Según Liliana Suárez, el colonialismo es una «semilla que aún da frutos», que reproduce formas de pensamiento y sustenta un sistema El sistema colonial y patriarcal se reproducía a partir de la explotación de los cuerpos y de la fuerza de trabajo de las mujeres indígenasde extracción económica y de pauperización de las sociedades. La relación entre el blanco civilizado y el bárbaro-indígena colonizado fue violenta: la imposición política y económica modeló la sociedad boliviana a partir de pautas culturales y sociales que se han transmitido de generación en generación y que pervive hasta nuestros días basadas en el racismo y el sexismo. En el marco del Estado colonial y patriarcal se ha construido un arquetipo modélico de «mujer» a imagen y semejanza de la mujer blanca/europea y colonizadora, al que todas debían aspirar, ya sean indígenas, negras o mestizas. Sin embargo, fueron las grandes brechas étnicas y de clase generadas por los mecanismos de explotación y racismo, las que segmentaron claramente los mundos de las mujeres blancas, indígenas y negras y los roles asumidos.Mientras las mujeres blancas consolidaban el sistema colonial y de clase recluidas en el ámbito doméstico, el trabajo de las mujeres indígenas estaba destinado a producir excedentes para el pago del tributo, mientras que los hombres de esas comunidades entregaban su plustrabajo íntegro y directo en las minas y haciendas. El sistema colonial y patriarcal se reproducía a partir de la explotación de sus cuerpos y de su fuerza de trabajo. Con lo que las mujeres indígenas vivieron una doble situación de opresión: por ser mujeres y por ser indígenas. Siguiendo a Sousa Santos, la opresión de la mujer a partir de la diferencia sexual genera el patriarcado y el sentido común lo alimenta y reproduce, desde lo que se conoce como cultura patriarcal. El patriarcado y las formas de subordinación de las mujeres En el mundo occidental, el patriarcado marca un cambio significativo en la organización de las sociedades agrícolas y de pastoreo, el surgimiento de la familia moderna individual monogámica establece la división sexual del trabajo considerando el trabajo femenino como inferior y por ende subordinando a las mujeres a las decisiones masculinas. Se establecen Las diferentes escuelas occidentales de pensamiento político y económico como las marxistas y las neoclásicas no visibilizan la opresión de la mujer en el sistema capitalista dos ámbitos de accionar: lo público destinado a los hombres y el dominio del hogar y la reproducción de la fuerza de trabajo para las mujeres. La constitución de la familia asentada en la autoridad del «pater familias» fortalece relaciones de poder desiguales y desventajosas, que se asientan en supuestas diferencias biológicas reconocidas como universales y naturales. Cuando se convierte al hogar en un ámbito privado, la sociedad deja de responsabilizarse por la reproducción humana y las mujeres son «designadas» desde las subordinaciones genéricas, étnicas y de clase como las responsables de un "servicio no remunerado, impago, que favorece a la acumulación del capital y a la división sexual del trabajo" fomentada por políticas estatales patriarcales y discriminadoras. El sexismo es la expresión ideológica del patriarcado que invisibiliza la contribución del trabajo de la mujer a la acumulación, la idea de "ama de casa" sirve para denominar el supuesto "no-trabajo" de las mujeres, de la misma forma que se niega las múltiples aportaciones del trabajo no asalariado a la acumulación (Wallerstein). Finalmente cabe mencionar que las diferentes escuelas occidentales de pensamiento político y económico como las marxistas y las neoclásicas no visibilizan la opresión de la mujer en el sistema capitalista. Para los marxistas, los intereses de clase se sobreponen negando las relaciones patriarcales como una forma de explotación de la mujer; por su parte los neoclásicos al plantear que los miembros de una familia tienen un interés común, están negando las contradicciones existentes por la división sexual del trabajo y las relaciones patriarcales establecidas al interior de las familias. ¿Qué estamos entendiendo por despatriarcalización? La despatriarcalización es la subversión del orden patriarcal, asentado en las estructuras familiares, comunales y estatales. Es un proceso de liberación del pensar, sentir y conocer de las mujeres que busca la emancipación de las mujeres, a través de: la desestructuración de las relaciones de poder que reproducen la subordinación, y opresión de los pueblos, jerarquizan las relaciones entre hombres y mujeres e impiden la democratización del sistema político de representación, así como el acceso de las mujeres a los espacios de decisión política; eliminación de patrones culturales y estereotipos discriminatorios que se manifiestan en las relaciones de poder entre mujeres y hombres y en aparatos ideológicos como son la educación, el arte, la ciencia, el sistema mediático y la religión; la transformación del patrón productivo y de las formas de redistribución de la riqueza, los ingresos y las oportunidades y el replanteamiento de categorías centrales como producción, reproducción y trabajo, bajo el paradigma del Vivir Bien en armonía con la naturaleza; la redistribución del trabajo doméstico de reproducción de la fuerza de trabajo y el cuidado de la familia, como una responsabilidad familiar, colectiva y pública; el reconocimiento de las mujeres como portavoces —hacia el sistema mediático e informativo— del Vivir Bien, teniendo en cuenta que son ellas las principales portadoras de saberes e identidades. La emancipación de pueblos y mujeres solo será posible cuando los nudos del colonialismo interno y el patriarcado se desmoronen por obra de las políticas públicas y el protagonismo político de hombres y mujeres desde sus identidades, sentires y saberes Este conjunto de referencias muestra que no es posible avanzar en la descolonización sin avanzar en la despatriarcalización del Estado y la sociedad, ambos procesos se nutren mutuamente, por lo que la emancipación de pueblos y mujeres solo será posible cuando los nudos del colonialismo interno y el patriarcado se desmoronen por obra de las políticas públicas y el protagonismo político de hombres y mujeres desde sus identidades, sentires y saberes. Descolonización y despatriarcalizacion del Estado y desde el Estado Descolonizar y despatriarcalizar el Estado implica cuando menos,transformar la gestión pública, el andamiaje burocrático y las relaciones de poder que se cimientan justamente en la supuesta superioridad de lo no indígena y lo masculino, es decir, el racismo y el sexismo. Descolonizar y despatriarcalizar desde el Estado implica centralmente orientar las políticas hacia i) la redistribución de la riqueza y los ingresos y ii) la redistribución del trabajo destinado a la reproducción de la fuerza de trabajo y el cuidado del hogar. Ello implica nuevas miradas y enfoques sobre el modelo económico y nuevas concepciones sobre el trabajo. El Vivir Bien ya nos habla de un paradigma de desarrollo alternativo para la vida, para vivir con dignidad, en armonía entre los y las seres humanos y la naturaleza, por tanto, estamos hablando de un modelo económico que se oriente a la reproducción de la vida y no a la explotación de la fuerza de trabajo, ni a la destrucción de la naturaleza. Desde esta perspectiva, las políticas económicas y fiscales constituyen un campo de conflicto y una herramienta para transitar hacia la despatriarcalización y descolonización desde las políticas públicas, desde el accionar del Estado. Referencias: Jorge Viaña, citado en "Conexiones entre el paradigma del Vivir Bien y los derechos de las mujeres", Fundación Colectivo Cabildeo – AWID, 2010. Katu Arkonada, «Propuestas para la Transición Nuevo Modelo Económico y nuevo enfoque de políticas públicas bajo el horizonte del Vivir Bien», julio de 2011