¿Han desaparecido los dueños de la tierra?

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DOSSIER
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¿Han desaparecido los
dueños de la tierra?
Hoy está muy extendida la idea de que afirmar que la
“oligarquía” tradicional sigue presente bajo nuevas formas
es estar fuera de época. Una multitud de “chacrers” y nuevos
actores habrían restado relevancia a los grandes burgueses
terratenientes tradicionales. Sin embargo, una mirada
más profunda muestra que estos no vieron desdibujada su
presencia en el siglo XXI.
Esteban Mercatante
Economista, docente de la UBA.
“El mejor truco que inventó el diablo fue convencer
al mundo de que no existía”.
Keyser Söze en el film Los sospechosos de siempre.
No se trata de una cuestión menor, sino del
destino de una formidable masa de riqueza que
hoy engorda las fortunas que unos pocos miles
de propietarios por el sólo hecho de monopolizar el suelo cultivable. Sólo en el caso de la soja
la renta agraria promedió durante la última década los u$s 7.500 millones. La renta agraria total puede estimarse en no menos de u$s 15.000
millones promedio anuales para este último período. Esto representa más del 3% del PIB; es
el equivalente a 8 veces lo gastado en la Asignación Universal por Hijo en 2012, o 44 veces
los fondos del plan de viviendas PROCREAR
en 2013.
Los mismos (pocos) de siempre
A los debates más recientes sobre la propiedad
terrateniente, ligados al desarrollo del agrobussiness, se unen debates de más larga data, como
lo que ocurrió con los grandes propietarios desde los años ‘70.
Para establecer si subsiste la tradicional clase de propietarios rurales es necesario sistematizar la información disponible de los catastros
(registros) inmobiliarios rurales. Hay que superar el carácter incompleto de la información,
que no casualmente ningún Estado provincial
se muestra preocupado en resolver. Trabajando
con los catastros, Eduardo Basualdo y Miguel
Khavisse analizaron en los ‘90 a los grandes
propietarios en la Provincia de Buenos Aires1.
Allí destacan lo que llaman formas “complejas”
de propiedad: casos en los que aparecen propietarios individuales, pero se trata en realidad de
condominios, propiedad de dos o más personas.
Los autores cruzaron la base de titulares de cada
parcela con la de los condóminos (los copropietarios de las parcelas) y los reagruparon como un
nuevo propietario: el condominio. También trataron el caso de sociedades que ostentan la titularidad individual de distintas parcelas y tienen
vinculaciones con otras sociedades propietarias
de otros terrenos, debido a que los principales
socios de las firmas coinciden.
El reagrupamiento revela una concentración
mucho mayor de la que surgiría a primera vista.
Permite además descubrir la permanencia de los
grandes hacendados, velada en vínculos de propiedad difusos a primera vista.
El proyecto “Propiedad agropecuaria y efectos
fiscales en la Provincia de Buenos Aires”, con
información de 1989, registra la existencia de
53 grupos que controlaban 2,4 millones de hectáreas (has) en la provincia2. Entre sus miembros están los nombres más tradicionales de
la burguesía terrateniente. Desde entonces hubo numerosas operaciones de venta de grandes
propiedades. Pero esto no significó un retiro de
los grandes propietarios terrateniente; las siguieron nuevas compras, vinculadas a una estrategia de diversificación: “[E]l principal factor
que determina el comportamiento de éstos propietarios es lo que en términos generales podría
denominarse como la búsqueda de la ‘combinación productiva óptima’”3. Los terratenientes
“buscan expandir el esquema productivo que ya
implementan para obtener economías de escala” o diversificar la actividad “incorporando tierras aptas para las producciones agropecuarias
más rentables”4.
Avanzada la primer década del siglo XXI, las
propiedades en manos de nombres tradicionales
en la Provincia de Bs. As. siguen siendo formidables: el grupo Bemberg posee 143.000 has; Whertein, 98.000 has; la familia Blaquier, 45.000 has
IdZ
Julio
UCCIÓN SOJERA EN MILLONES DE DÓLARES
005/06
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CANTIDAD DE EAP SEGÚN TAMAÑO. VARIACIÓN INTERCENSAL
350.000
-25%
300.000
250.000
(170 mil has en el norte del país); Bunge, 260.000
has; los herederos de Amalia Lacroze de Fortabat, cuando murió tenía en sus manos 220.000
has; los Anchorena, 40.000 has, y los Gómez Alzaga, 60.000 has5. En el caso de Santa Fe, los
2006/0717 principales
2010/11
2011/12
2009/10
2008/09
2007/08
terratenientes
son propietarios
de
617.000 has.
Y así en todo el país. Los tradicionales terratenientes se renuevan (un poco), se “fusionan” con
lo nuevo (Benneton es dueño de 900.000 has en
el Sur; Cresud de Elztain tiene 460.000 has), pero siguen dominando el panorama. De las 35 familias que en 1913 concentraban la mayor parte
de las tierras, 30 siguen siendo grandes propietarios en el siglo XXI6. Born, Bemberg, Werthein,
Ledesma, Gomez Alzaga-Gomez Balcarce-Rodriguez Larreta, Pereyra Iraola-Anchorena, Avellaneda-Duhau-Escalante, Blaquier, Menéndez
Behety, Braun Menéndez, Miguens. No queremos abrumar al lector; estos nombres ya resultan contundentes.
Se plantea otro interrogante: el peso de los
grandes propietarios, ¿se mantuvo, avanzó o
retrocedió en las últimas décadas? Basualdo y
Khavisse sostienen que desde mediados de los
‘70 hay una concentración de la propiedad en
la Provincia de Bs. As. que revierte la desconcentración que se registró entre los años ‘20 y
los ‘60. Mario Lattuada, coautor de un trabajo donde se afirma, por el contrario, que no se
detuvo la tendencia a la desconcentración de
la propiedad7, objeta que Basualdo y Khavisse
“procesan los datos catastrales de 1988 aplicando su criterio de estimación de propietarios, pero no hacen lo mismo con los datos de 1958 y
1972. Al desconocer el estado de los condominios y los grupos societarios en 1958 y 1972, no
es posible inferir si la situación de 1988 demuestra que existió un proceso de concentración,
desconcentración o todo está como era entonces”8. Hay que destacar sin embargo lo acotado
del debate. Se discute la tendencia reciente, pero no la presencia de los grandes propietarios, ni
la importancia de las formas complejas de propiedad9. Basualdo y Khavisse llegan al resultado
de que 1.250 propietarios poseen 8 millones 700
mil has, el 32% de la superficie cultivable en la
Provincia de Buenos Aires. Barsky, Lattuada y
Llovet identifican una cúpula de 1.308 propietarios rurales en la región pampeana10.
El Censo Nacional Agropecuario (CNA), cuyos
datos más recientes son de 200211, nos permite
aproximar algunas conclusiones más. Este toma
como unidad de análisis la Explotación Agropecuaria (EAP). Si nos centramos en las EAP de
más de 10.000 has, 20 veces el tamaño de explotación mínima óptima en el oeste de la provincia
de Bs. As, vemos que en 2002 2.787 EAP superaban este tamaño. O sea que menos del 1% de
las EAP sumaban 36% de la tierra de uso agropecuario del país12. Hay una disminución respecto del CNA 1988, pero muy moderada, que
CNA 88
200.000
CNA 02
150.000
100.000
5%
50.000
0
Hasta 500 ha
de 500,1 ha
a 2500 ha
4%
-3%
Desde 2500 ha
a 10.000 ha
Mayores a
10.000 ha
SUPERFICIE TOTAL DE USO AGROPECUARIO DISTRIBUIDA
SEGÚN TAMAÑO DE LAS EAP. VARIACIÓN INTERCENSAL
70.000.000
-1%
60.000.000
2%
50.000.000
CNA 88
7%
40.000.000
CNA 02
-20%
30.000.000
20.000.000
10.000.000
0
Hasta 500 ha
de 500,1 ha
a 2500 ha
Desde 2500 ha
a 10.000 ha
Mayores a
10.000 ha
contrasta con la desaparición de 82.854 EAPS
de menos de 500 ha en ese lapso. Sólo forzando los datos puede hablarse de alguna desconcentración.
Boom sojero y multiplicación de la renta
Aunque los grandes terratenientes fueron —y
siguen siendo— tanto propietarios como productores, su posición “estratégica” está en la
propiedad del suelo, base de su principal fuente
de enriquecimiento: la renta. Cuando hablamos
de renta, nos estamos refiriendo a aquella parte
del precio de las mercancías agrarias (sean granos, carne u otros) que va a manos de los propietarios de la tierra, en virtud del monopolio
que tienen sobre el suelo cultivable. En el caso
de la producción agraria en la argentina, la renta se amplía gracias a las ventajas agronómicas
y climáticas que permiten producir con una mejor relación rinde/capital que en otras latitudes.
Esto permite obtener una mayor rentabilidad
por hectárea, ya que son las condiciones productivas imperantes en el suelo de peor calidad
las que determinan los precios. Quienes producen aplicando menos trabajo, con menores costos por ha, reciben entonces un plus de valor.
Este plus se convierte en renta diferencial, que
va a manos de los dueños de la tierra. Aunque
en nada contribuya la propiedad a las ventajas
que permiten la renta diferencial, ya sean naturales o producidas (por inversiones acumuladas
que elevan el rendimiento del suelo), su monopolio sobre esta condición sine qua non para
la producción agraria les permite imponer esta apropiación.
Aun si se demostrara que los burgueses terratenientes son actores de reparto en la “revolución productiva” de las pampas, se apropian
así de buena parte del valor creado por quienes
producen bajo arriendo.
En 2002, la explotación basada sólo en arriendo cubría en la región pampeana 52% más de
tierra que en 1988, pero el 86% de las has era
aún explotado por sus propietarios, algo menos
que en 1988 (89,9%). La mayor proporción de
los arrendamientos (65%) se concentraban en
EAP de hasta 2.500 has, lo que sugiere que hasta el año 2002 los “sin tierra” no crecieron en
detrimento de los grandes propietarios.
¿Qué ocurrió desde entonces? El boom sojero hizo crecer la producción bajo arriendo,
y nuevas formas de explotación. La perspectiva creada por los altos precios y las facilidades
creadas por el paquete tecnológico de la soja
impulsaron la ampliación de la superficie sembrada en 9 millones de has, crecimiento que se
dio sobre todo en áreas extrapampeanas mediante desmontes de bosques y brutales desplazamientos de poblaciones semicampesinas13.
Según estimaciones del INTA la producción de
granos bajo arriendo cubrió en estos años entre 18 y 22 millones de las 31 has dedicadas a
la agricultura. Los pooles y grandes sociedades
agropecuarias “sin tierra” representaron alrededor de 5 millones de este total en el cénit de
su crecimiento14 (2008). El resto corresponde a
“pymes” que buscan emular este modelo.
En muchos casos los grandes propietarios tradicionales integran sociedades agropecuarias
metidas de lleno en el agrobussiness. Pero incluso cuando entregan sus tierras bajo arriendo “los grandes propietarios se adueñaron del
proceso de sojización. Primero establecieron la
modalidad de contratos cortos a seis meses o
un año. Luego impusieron el sistema de quintales fijos por hectárea y más tarde el pago por
adelantado”15. La renta concentra en sus manos
una alta proporción del valor de la producción
agraria, equivalente a no menos del 40% de la
cosecha en tierras arrendadas “por el solo hecho de ser los poseedores de esos enormes volúmenes de tierra”16.
La “cuestión agraria” en la Argentina actual
pasa por acabar con la apropiación de una formidable masa de riqueza por parte de los terratenientes. Sólo la propiedad privada de la tierra
fundamenta que esta clase se apropie de la renta
diferencial. Las retenciones a las exportaciones
de granos apenas afectan una parte de esta renta,
en promedio durante la última década el 51%17
en el caso de la soja, mucho menos en el caso de
otras producciones. Cortar con el reparto de esta riqueza social que hacen la burguesía terrateniente, los rentistas, pools, y demás capitalistas
de la cadena agroalimentaria es una cuestión básica para cualquier aspiración de transformar de
la sociedad. Desde la perspectiva del pueblo trabajador es necesario apropiársela de forma íntegra, y darle mejores destinos que solventar la
rentabilidad de otros sectores empresarios.
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22
ESTIMACIÓN DE RENTA DE LA PRODUCCIÓN SOJERA EN MILLONES DE DÓLARES
20000
18000
Renta total
16000
Renta apropiada mediante retenciones
14000
12000
Sin poner esto sobre el tapete no hay planteo
de cortar el nudo gordiano de la dependencia
que pueda sostenerse. Los cientos de miles trabajadores rurales de cuyas condiciones de vida
damos cuenta en estas páginas, junto al resto de
la clase trabajadora,
quienes
pueden
forjar
CANTIDAD DE son
EAP SEGÚN
TAMAÑO.
VARIACIÓN
INTERCENSAL
la alianza social
que
le
tuerza
el
brazo
al
“agro350.000
-25%
power”.
300.000
10000
250.000
8000
1 E. Basualdo. y M. Khavisse, El nuevo poder terrate200.000Planeta, 1993.
niente, Bs. As.,
6000
CNA 88
CNA 02
2 Citado en 150.000
E. Basualdo, “El agro pampeano: sustento económico y social del actual conflicto en la Ar100.000
gentina”, CDC,
2008.
4000
2000
0
2000/01
2001/02
2002/03
2003/04
2004/05
2005/06
¿Quién le tuerce el brazo al agropower?
El conflicto que enfrentó a las patronales agrarias y el gobierno de Cristina Fernández fue, más
allá de las representaciones, una disputa por
una porción de la renta extraordinaria, en crecimiento continuo desde 2002. Fue una pelea entre socios: desde 2002 el agrobussiness amasó
fortunas (por los precios internacionales y por
la devaluación de 2002), y el Estado llenó sus
arcas con las retenciones. Aunque desde la implementación de este gravamen en 2002 hubo
pataleo del “campo”, la renta de los propietarios
no paró de aumentar, y con ella el valor de la
tierra18. El conflicto evidenció el estrechamiento del “modelo K”: el gobierno intentó avanzar
un poco más sobre la renta para sostener los crecientes subsidios a otros sectores del capital.
No fue, desde ya, la primera vez que una disputa de este tipo se planteaba en la historia argentina. Lo novedoso fue la solidez del bloque
campestre, que se debe a cambios significativos de las últimas décadas. Los productores
agrarios de menor envergadura abandonaron
la producción para transformarse en rentistas,
empujados por el aumento de la escala mínima para una producción rentable. Si en otros
momentos históricos las condiciones de competencia asimétrica enfrentaron a grandes y pequeños capitalistas del agro, la conversión de
decenas de miles de estos últimos en rentistas los llevó a marchar junto a los primeros como propietarios en rechazo de las retenciones
móviles para defender su renta. También los
medianos y pequeños capitalistas, en algunos
casos propietarios y arrendatarios a la vez, se
plegaron ya que su rentabilidad se apoya también en la renta. Los administradores de pooles
y sociedades agropecuarias acompañaron esta postura en defensa de su ganancia, que logra elevarse por encima de la media no sólo
gracias a métodos ahorradores de trabajo sino
también a que logran apropiarse de una parte de la renta19. Sectores que no pierden con
las retenciones o incluso se benefician (cerealeras y aceiteras) oscilaron entre la neutralidad
y el apoyo a los rurales. Los dueños de la tierra lograron desdibujarse durante el conflicto
de 2008, pero no por pérdida de protagonismo
sino porque se puso en movimiento todo este
entramado20.
2006/07
2007/08
2008/09
2009/10
2010/11
2011/12
La derrota del kirchnerismo en el conflicto de
2008 fue menos por la fuerza del bloque que se
le opuso21, que resultado de la desproporción
entre la gesta discursiva y el alcance real de la
disputa. El gobierno sólo buscaba más renta para subsidiar a otras fracciones del empresariado.
Desde sectores progres afines al oficialismo se
intentó presentar la gesta como una batalla para contener el costo de vida y cosas por el estilo.
También sacaron a relucir las terribles condiciones de los peones rurales, como si fuera una novedad y como si desde entonces el oficialismo
hubiera tomado alguna medida para cambiarlo. En esta disputa por el reparto del excedente entre fracciones del capital, los intereses en
juego eran completamente ajenos al pueblo trabajador. Se explica entonces la incapacidad del
kirchnerismo de encolumnar tras de sí a importantes sectores obreros y populares, fuera de la
fracción de la intelectualidad que agitó el fantasma “destituyente” y fundó Carta Abierta22.
La “gesta” de 2008 nunca puso en cuestión el
derecho de un estrato social a percibir un ingreso por el mero hecho de monopolizar la
propiedad del suelo. No hay sorpresa: sería impensable que un gobierno de este Estado cuyo
fin es garantizar la reproducción social del capitalismo y por tanto la propiedad privada de
los medios de producción (incluyendo la tierra),
avance en liquidar la propiedad terrateniente,
ya sea mediante la expropiación o con un impuesto verdaderamente confiscatorio la negara.
Para apropiarse la renta de forma íntegra es
necesario expropiar la tierra, comenzando por
los 1.300 grandes propietarios bonaerenses y
sus homólogos nacionales (alrededor de 4.000),
y estableciendo el monopolio estatal del comercio exterior. Las retenciones o cualquier otro
gravamen para apropiarse de renta sin afectar
la propiedad, significan sólo discutir una pequeña parte de ésta, y dejan en pie el poder social
de este estrato que contribuye a perpetuar las
condiciones de dependencia a las que está asociado su enriquecimiento. Liquidar a este pivote
central en la articulación del agropower, permitirá también discutir una organización de la
producción agraria que ponga el acento en las
demandas sociales postergadas, el medio ambiente y la recuperación de actividades abandonadas por no ser tan rentables como la soja.
5%
50.000
3 N. Arceo et.
al.: “Las compraventas
de tierras en la
provincia de Buenos Aires durante el 4%
auge de -3%
las tras0
de 500,1 ha
500 ha
Mayores a Ecoferencias de capitalHastaen
Argentina”,
en
Desarrollo
Desde 2500
ha
a 2500 ha
10.000 ha
a 10.000 ha
nómico 155, octubre-diciembre 1999.
4 Ídem.
SUPERFICIE TOTAL DE USO AGROPECUARIO DISTRIBUIDA
SEGÚN TAMAÑO DE LAS EAP. VARIACIÓN INTERCENSAL
5 W. A. Pengue, Agricultura industrial y transnacionalización en
América Latina, México, Red de For70.000.000
-1%
mación Ambiental, 2005, p. 158.
6 Ídem.
60.000.000
2%
7 O. Barsky50.000.000
et. al., Las grandes
empresas agropecua7%
rias de la región
40.000.000 pampeana, Bs. As., SAGyP, 1987.
8 M. Lattuada,
“Una-20%lectura sobre El Nuevo Poder
30.000.000
Terrateniente y su significado en la Argentina actual”,
20.000.000
Realidad Económica
132, 16 de Mayo al 30 de Junio
de 1995. Basualdo respondió en el artículo “El Nue10.000.000
vo Poder Terrateniente: una respuesta” de la misma
0
publicación.
de 500,1 ha
Hasta 500 ha
Desde 2500 ha
Mayores a
a 2500 ha
10.000
10.000Barsky
ha
9 Importancia muy destacada
en aO.
et.ha al.,
op. cit.
10 E. Basualdo, op.cit.
11 En 2008 se realizó un CNA, atravesado por el
lock out agrario, pero quedó trunco en varias provincias. Se buscó terminarlo exigiendo presentaciones de las EAP ante el Indec, en muchos casos un año
o más tiempo después de 2008.
12 Si reducimos el espectro a las de 20.000 ha o más,
tenemos 936 EAP que poseían el 20% de la superficie agropecuaria.
13 Con numerosos asesinatos incluidos, como es el
caso de varios miembros de la comunidad Qom en
Chaco y Formosa en los últimos años.
14 O. Barsky y M. Dávila, La rebelión del campo, Bs.
As., Sudamericana, 2008, p. 100; y L. Freitas, “¿La encarnación del mal?”, 2016 19, junio de 2008.
15 W. A. Pengue, op. cit., p. 159.
16 Ídem.
17 La renta que no va a manos de los terratenientes,
la apropian el Estado o sectores empresarios. Ver al
respecto, E. Mercatante, “La naturaleza de la renta
agraria en la Argentina. Los efectos de su apropiación
parcial vía retenciones (2002-2008)”, en Blog de debates del IPS, diciembre 2010 (www.ips.org.ar).
18 Hoy la hectárea en Pergamino vale entre u$S 12.000
y u$s 16.000. En 2002 valía u$s 2.500.
19 P. Anino y E. Mercatante, “Renta agraria y desarrollo capitalista en la Argentina”, Lucha de Clases 9,
junio 2009.
20 Es de destacar que desde la izquierda, el MST y
el PCR entre otros aportaron a este desdibujamiento
acompañando el lock out en nombre de los reclamos
de los “chacareros” o “pequeños productores”.
21 Homogeneidad que se fue debilitando después
del éxito de junio de 2008 y permitió al kirchnerismo
avances parciales.
22 Partiendo de esta caracterización fuimos impulsores de la declaración “Ni con el gobierno ni con las
entidades patronales ‘del campo’” firmada por cientos de intelectuales. Esta sentó una posición independiente de los bandos capitalistas en pugna.
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Una ficha en el tablero de las multinacionales
el entramado
del agropower
Pablo Anino
Economista, docente de la UBA.
Desde que en los ‘90 el entonces Secretario de
Agricultura de Menem Felipe Solá (ahora candidato en las listas de Sergio Massa) autorizó variedades de soja transgénica, el negocio de los
granos aceleró transformaciones notorias. Se
acentuó el dominio del agro por grandes empresas transnacionales al comienzo y al final del
circuito productivo. Monsanto, Syngenta o Nidera y otras pocas monopolizan la tecnología de
producción de insumos agrarios (semillas, herbicidas y fertilizantes) y establecen la pauta tecnológica. Integran la Asociación Argentina de
Productores en Siembra Directa (AAPRESID),
fundada en 1989 para difundir este método. Allí
también participan multinacionales de maquinaria agrícola. En los eslabones finales los grandes traders mundiales de granos tienen puertos
propios desde las privatizaciones de los ‘90.
Grupos financieros globales ingresaron en la
propia producción a través de las grandes empresas agropecuarias y pools de siembra.
EcoNoMíAS REGIoNALES y LA ExPLoTAcIóN
dE LoS TRABAJAdoRES GoLoNdRINAS
Natalia Morales
Las economías regionales proveen al mercado de distintas materias primas y derivados de origen agrícola, como frutas,
hortalizas, azúcar y yerba mate. Si bien
éstas históricamente se orientaron al
mercado nacional, exportando sólo lo “sobrante”, en las últimas décadas, se fue modificando esa tendencia debido al cambio
del modelo de acumulación, vinculando
algunas actividades productivas agrícolas
e industriales al sector externo. Así se observa el complejo frutihortícola de Río Negro, Tucumán y Mendoza que concentra un
69% de la exportación del rubro, estimado
en 1.141 miles de dólares (Indec, 2011). A
su vez las producciones que no sufrieron
este proceso se vieron igualmente determinadas por los precios de comercialización del mercado externo1.
A diferencia del complejo azucarero donde la mecanización del campo expulsó
una gran cantidad de mano de obra empleada temporariamente2, la vinculación
con el mercado externo de estos sistemas
productivos no provocó una modernización en todas las etapas de su proceso
productivo. Les sigue siendo más barato aplicar métodos de trabajo intensivos
poco tecnificados. Muchos trabajadores
que realizan estas tareas son trabajadores llamados golondrinas, que llegan de
las provincias del norte argentino, Jujuy,
Salta, Tucumán, Santiago del Estero, y de
países vecinos como Bolivia y Paraguay.
Se estiman que son más de 350.000 (SAGPyA, 2007) los que arman un calendario anual de recorridos por las cosechas.
Empresas multinacionales como la belga
Univeg Fruit Argentina S.A. que exporta el
24% de la producción frutihortícola fresca nacional y emplea a 6.000 personas,
o El Grupo Peñaflor, primer exportador de
vino fraccionado en la Argentina, con más
de 1.850 empleados y más de 6.000 has
de viñedos, son ejemplos de quienes mantienen la más perversa esclavitud laboral capitalista. Los relatos de los obreros
golondrinas son contundentes y escalofriantes cuando describen las condiciones de trabajo. Un trabajador golondrina
de Salta nos comenta: “nos levantamos a
las 5 de la mañana a preparar comida porque en el medio del campo no hay nada.
después viene el transporte en camión
hasta el lugar del trabajo. y después a hacer fila para bañarte porque los baños son
muy pocos”. “Te tiran todo en el suelo en
un galpón donde tenés que dormir en medio de los cajones, y llevarte tu colchón,
no tenía baño, no tenía agua, había que
sacarla de un pozo. Por baño había una
letrina arruinada, y había que ir al campo. Nos teníamos que bañar en el canal de
riego nomás”, nos comenta otro. Sin ningún tipo de derecho, muchas veces realizan protestas de manera espontánea para
mejorar su condición. Nos cuenta Patricio
en la cosecha del ajo, de Viana (de capitales brasileros), en Mendoza: “El patrón
te pagaba 150 pesos y exigimos 200. Nos
dijo que si no nos gustaba nos fuéramos.
Nos fuimos todos. Nos alcanzó en la camioneta aceptando nuestro reclamo, pidiendo que volviéramos”.
Sin un sindicato que tome sus problemáticas y los respalde, con instituciones del
Estado que garantizan las condiciones de
explotación y la rentabilidad empresarial,
con altos índices de trabajo infantil, expuestos a situaciones de trata, los trabajadores golondrinas son el eslabón más
débil de la red de explotación agraria.
Un entramado del que participan reclutadores locales, empresas tercerizadas,
multinacionales, funcionarios y fuerzas
represivas. La posibilidad de cambio de la
situación de estos trabajadores debe partir de la unidad con los trabajadores industriales del agro, del campo y la ciudad.
Fuentes
www.expofrut.com.ar
www.grupopenaflor.com.ar
www.golondrinasenvuelo.blogspot.com.ar
SAGPyA. Unidad de Empleo Rural. Año 2007.
1 Alejandro Rofman, “Economías regionales. Modernización productiva y exclusión social en las economías regionales”, Realidad Económica 162, Buenos
Aires, 16 febrero al 31 marzo de 1999.
2 Gabriela Karasic, El control de la mano de obra en
los ingenios azucareros. El caso de Ledesma, documentos de trabajo EScIRA, Jujuy.
DOSSIER
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24
La desregulación económica, que entre otras
cosas eliminó la Junta Nacional de Granos, favoreció la inserción imperialista en el agro. De
conjunto, se configuró un cluster mucho más
integrado en el mercado mundial, que simultáneamente al aumento de la rentabilidad confirió a los jugadores globales un peso central en
pautar qué y cómo se produce.
Esto se mantuvo intacto con los Kirchner. Incluso, la relación con Monsanto ha cobrado
nuevo impulso con el anuncio realizado por
Cristina Kirchner desde Nueva York de la construcción por parte de esa compañía de la planta
más grande de semillas transgénicas de América
Latina en Malvinas Argentinas (Córdoba). Previamente la presidenta había enviado para su
tratamiento en el Congreso una nueva “ley de
semillas”, cuya aprobación está pendiente. No
obstante, viene avanzando la aprobación de variedades con nuevos eventos.
Nueva burguesía agraria:
mucho capital y pocos chacareros
El agrobusiness se conformó con empresas rurales integradas que desarrollan actividades que
van desde la siembra hasta la comercialización,
pasando por la realización de la cosecha, la provisión de insumos y servicios técnicos a las explotaciones agropecuarias, como así también el
acopio. Su “modelo de gestión” establece una
red de contratos ligados a cada una de esas actividades. Los Grobo de Gustavo Grobocopatel
es el ejemplo más notable. Fundada en 1984, tuvo un gran crecimiento y extendió su “modelo”
por el Mercosur. El grupo Elsztain, dueño del
Banco Hipotecario y de otros negocios, opera a
través de Cresud. El grupo Bemberg, de la tradicional familia que fundó la Cervecería Quilmes
(que vendió) se diversificó hacia otros negocios,
incluido el agro. El grupo Werthein está diversificado en distintas actividades agrarias y tiene participación en Telecom Argentina. El Tejar
se fundó en 1986 como asociación de varias familias. Rentaba tierras hasta 2006, cuando su
capitalización le permitió también adquirirlas
en propiedad. El magnate George Soros ingresó con Adecoagro en 2002. Estas empresas se
basan en la aplicación de tecnología avanzada, tercerización de actividades y profesionalización de la gestión. Son una vía de ingreso del
capital financiero al agro, como así también lo
son los pooles de siembra, empresas transitorias
que se conforman anualmente concentrando
importantes volúmenes de capital, que les permiten bajar los costos de arrendamientos, contratación de servicios e insumos.
Para expandir este “modelo de gestión” desplazan violentamente a poblaciones campesinas y pueblos originarios, deforestan y utilizan
sin miramiento glifosato, un cancerígeno muy
poderoso, que además ataca el sistema reproductivo de las mujeres y los hombres y fluye por
las napas de las aguas que se distribuyen en las
“Para expandir este
‘modelo de gestión’
desplazan violentamente
a poblaciones campesinas
y pueblos originarios,
deforestan y utilizan sin
miramiento glifosato, un
cancerígeno muy poderoso.
”
casas de la poblaciones cercanas. Incluso se debate si no está en cuestión la “soberanía alimentaria” frente al avance de la soja desplazando
producciones como carne y trigo.
Este esquema debe caracterizarse como “extractivismo”, ya que contamina y liquida la productividad del sueldo para favorecer una rentabilidad
de corto plazo, en beneficio de los capitalistas
del agrobussiness, terratenientes y de la recaudación fiscal. Para los trabajadores del campo y la
ciudad, esto no es ningún negocio.
Agroindustria sojera:
muchos porotos al capital imperialista
La elaboración de aceite de soja, harinas de soja y biocombustibles es una de las industrias que
más se expandieron en la última década. Las
plantas locales superan en tamaño a sus pares
de Brasil y EE.UU.. Trabajan con tecnología de
punta (aunque más propia de la primera revolución industrial que de la era de la robotización).
Un puñado de multinacionales imperialistas
junto con tradicionales actores locales gobierna
el complejo sojero, fijando las condiciones bajo
las cuales se asocia la nueva burguesía agraria.
Dos empresas estadounidenses tienen cerca de
un cuarto de la capacidad de procesamiento de
oleaginosas: Cargill opera el 15% y Bunge otro
8%; la francesa Luis Dreyfus procesa el 12%; la
holandesa Nidera junto con la suiza Glencore
compró Oleaginosa Moreno con una capacidad de molienda del 6%. Las nacionales procesan cerca de un 40% de la soja: Molinos Río de
la Plata (13%), Aceitera General Deheza (12%),
Vicentin (6%) y Oleaginosa San Lorenzo (6%).
Además de procesar, poseen centros de acopio y puertos propios. Sobre el Río Paraná tienen sus puertos Cargill, Bunge, AGD, Vicentín,
Dreyfus, Toepfer (Alemania), Molinos Río de
La Plata y Nidera. Algunas integran la producción de semillas (Nidera), otras de fertilizantes
(Bunge, Cargill y Vicentín) y otros productos,
como el biodiesel, de gran expansión reciente.
La Aceitera General Deheza tiene campos propios y un ferrocarril concesionado. Molinos Río
de La Plata también producen una gran variedad de productos alimenticios.
Entre el 2000 y el 2010, la capacidad de molienda de oleaginosas creció 82%. Mientras en
la industria nacional las inversiones fueron insuficientes para sostener el ritmo de crecimiento generando cuellos de botella, el complejo
sojero constituye una de las ramas industriales
más exitosas. En 2011 Argentina aportó casi el
50% de las exportaciones mundiales de aceite y
harinas de soja y el 73% en las de biodiesel. Es
difícil encontrar otras ramas de la producción
donde el país tenga un liderazgo indiscutido en
el mercado mundial. Los beneficios van todos
para los jugadores del agronegocio.
Negocios globales
La mayoría de los procesadores de granos de
soja son a su vez los principales traders del mundo. Su poder económico y político es enorme.
Cargill posee una flota propia y en Argentina
opera la Terminal 6 de Puerto San Martín, una
de las plantas más eficientes del mundo. Algo similar ocurre con Bunge. Estas multinacionales
actúan en función de ejes estratégicos definidos
en sus casas centrales en estrecha relación con
los Estados imperialistas. Estos fijan las condiciones a toda la cadena de valor hasta llegar al
productor primario. Un cuarto del comercio exterior de Argentina corresponde al complejo sojero. En 2010, el 80% de las ventas de granos
fueron realizadas por Cargill, Toepfer, ADM,
Bunge, Dreyfus y Nidera. Esta composición se
reproduce de manera similar en la exportación
de aceites y pellets de soja. Situaciones semejantes se observan en el resto de las exportaciones
argentinas, donde multinacionales mineras y automotrices dominan la situación. El monopolio
estatal del comercio exterior es una tarea relativamente simple desde el punto de vista económico porque en los hechos un reducido número
de empresas concentra las exportaciones.
El Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, muchas veces coqueteó con la
idea de restablecer la Junta Nacional de Granos, que en el pasado establecía “precios sostén” o topes para los productores, según el nivel
de precios. Con la amenaza busca contrarrestar
las maniobras especulativas que hace la cadena
no vendiendo granos ni liquidando dólares para
presionar por una mayor devaluación que la que
hace el gobierno. Pero se trata solo de un poco
de teatralización para terminar acordando con
los grandes traders para que liquiden los dólares,
que por otra ventanilla se lleva el mismo capital
imperialista por los pagos de la deuda externa, la
remisión de ganancias e importaciones.
El monopolio estatal del comercio exterior
iría más allá que un “precio tope”. Permitiría
concentrar todas las compras de granos a los
IdZ
Julio
productores y las ventas al exterior, de modo
de maximizar el ingreso de divisas a las arcas
públicas cortando los fraudes y manipulaciones
de los traders. Estos subdeclaran ventas o informan ventas ficticias cuando prevén cambios en
las retenciones (como hicieron en 2008) para no
pagar al fisco una parte del impuesto que facturan en sus compras de granos. Esto está facilitado porque la aduana es su propia casa, ya que
poseen sus propios puertos. El monopolio del
comercio exterior, para llevarlo verdaderamente adelante, debe estar ligado a la expropiación
de las plantas industriales, la infraestructura logística de puertos y ferrocarriles y el no pago
de la deuda. Por eso es impensable que lo haga este Estado al servicio de los capitalistas, excepto en condiciones muy excepcionales. Está
en la clase trabajadora avanzar sostenidamente y de manera íntegra en este sentido. Medidas
como estas permitiría poner enormes recursos
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para revertir el déficit habitacional, mejorar el
deteriorado sistema de transporte y obras públicas básicas para evitar las inundaciones, en
vez de alimentar los negocios globales de los
traders imperialistas. En esta perspectiva, una
medida mínima a llevar adelante por los trabajadores es establecer comités de control en los
establecimientos aceiteros y en los puertos de
modo de fiscalizar estrictamente cuanto es lo
que exportan.
PEoNES RURALES: LoS “dUEñoS dE NAdA”
EN EL cAMPo ARGENTINo
Lucía Ortega y Esteban Mercatante
Los obreros rurales del país –850.000 según el ex Renatre, menos de la mitad
según el actual registro público Renatea– cargan con las jornadas más duras y
los salarios más bajos. El 80% en negro.
Afrontan condiciones que son un “resabio
de otros tiempos”, como reconoce el Ministro de Trabajo carlos Tomada (iProfesional, 31/07/2012).
En las tierras de la soja entre 90.000 y
100.000 obreros se dedican a las labores
agrícolas.
La tecnificación de las labores, que se profundizó con la soja transgénica, permitió
un salto de la productividad: se redujo a
la mitad la cantidad de horas anuales de
las labores agrícolas al tiempo que se duplicó el área sembrada. La siembra directa produjo una disminución de la cantidad
total de horas que debían abonar los empresarios para la campaña agrícola. En la
última década el costo laboral en el agro
cayó aún más gracias a la devaluación de
2002: se desplomó un 53% en ese año, y
para 2006 lo mantenía 39,4% por debajo
del nivel de 2001.
La carga de trabajo no ha disminuido en lo
más mínimo. Para poder afrontar el costo de vida anual los maquinistas trabajan
entre 8 y 10 meses sin descanso, sábados,
domingos y feriados, en distintos cultivos, cruzando todo el país.
Descomposición de las labores: En el
agro pampeano “el proceso de producción
relativamente general y continuo que distinguía el trabajo agrícola más allá de los
picos de demanda laboral de la cosecha”
fue sustituido “por una sucesión de tareas
puntuales y específicas, breves y distanciadas temporalmente entre sí”1. La contracara fue la posibilidad de incorporar
nuevos procedimientos para los que antes no había lugar: más pasadas de pulverización, fertilización antes y después
de la siembra, entre otras. La discontinuidad exacerbó la estacionalidad e inestabilidad de la demanda laboral, abonando el
terreno para condiciones más precarias.
Contratismo y tercerización: la difusión
de la siembra directa transformó las relaciones laborales. El uso rentable de la maquinaria agrícola impuso escalas para el
uso de las mismas que superaban ampliamente el tamaño medio de las explotaciones. Por eso, se extendió el contratismo
de las tareas agrícolas, y con él el empleo
temporario y tercerizado. Los contratistas
realizan el 80% de la cosecha y entre el 60
y el 70% de la siembra de cereales.
Quienes llevan a cabo las labores raramente están vinculados directamente a
los establecimientos en los que desarrollan su trabajo. Los peones son empleados
por el dueño de la maquinaria, el contratista, y de forma temporaria. Sólo quienes
se ocupan en grandes y medianas estancias o trabajan para grandes contratistas
tienen empleo permanente.
El contratismo favoreció una mayor flexibilización, inestabilidad e irregularidad de la ocupación y mayor dispersión
de los trabajadores. de la mano de estos
cambios, las empresas que lucran administrando la precarización, las grandes
agencias de empleo, aumentaron su peso en las áreas rurales. Manpower firmó
18.000 contratos en el año 2007, tres veces más que en 2001.
Destajo: el contratismo desarrolló formas
de remuneración que llevan a los asalariados a interiorizar la presión al aumento de la productividad. Esto es así porque
la remuneración se constituye en la mayoría de los casos como un porcentaje de
lo que cobra el patrón, que puede ser un
porcentaje de la cosecha o una tarifa fija por hectárea. El trabajador puede mejorar su remuneración sólo trabajando la
mayor cantidad de hectáreas posibles, para obtener una mayor cantidad de producción sobre la cual deducir su porcentaje.
Por eso, las largas jornadas pueden más
que duplicar las 8 horas durante los meses que dura la recolección o la siembra.
El promedio diario llega a 14 horas, sin
pago especial por horas extra ni aportes a
la seguridad social. Un maquinista de cosecha puede obtener con este régimen intensivo 35.000 pesos en una temporada,
ingreso que debe completar el resto del
año buscando otras ocupaciones.
El “moderno” agrobussiness mantuvo los
padecimientos “tradicionales” de los peones, y contribuyó a degradar aún más sus
condiciones en beneficio de capitalistas y
terratenientes. Sin privarse de aplicar algunos de los métodos de explotación más
antediluvianos, como nos recordó el descubrimiento de fuerza de trabajo en condiciones de esclavitud en los campos de
maíz de Nidera.
Fuentes
M. I. Bendini y N. G. Steimbreger, “Trabajadores
agrarios estacionales migrantes: características y funciones de la intermediación laboral en
los mercados de trabajo agrario temporario”,
Serie estudios e investigaciones 31 PRoINdER, Buenos Aires, 2011.
A. coremberg, “Productividad, costo laboral y excedente en la Argentina durante 2003 y 2004”,
MTEySS, 2005.
A. coremberg y M. Molina, “Salarios, costo laboral, productividad y excedente de la economía
argentina 1993-2006”; MTEySS, 2007.
Kabat, Marina, “La tercerización en el trabajo
agropecuario”, Tiempo argentino, 11/4/2001.
Villulla, Juan Manuel y Hadida, Florencia, “Salto
tecnológico, tiempos de trabajo y puestos laborales en la agricultura pampeana, 1970-2010”,
documentos del cIEA 8, FcE-UBA, 2012.
1 J. M. Villulla, “Las formas del salario en la agricultura pampeana: su rol en el disciplinamiento, el
aumento de la productividad y el abaratamiento de
la fuerza de trabajo”, Mundo Agrario vol. 13, 25, La
Plata, 2012.
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