38 LATERCERA Lunes 11 de abril de 2016 Sociedad Tendencias RR La central nuclear de Chernobyl después de la explosión de su cuarto reactor en 1986. FOTO: REUTERS RR Adi Roche junto a un contador Geiger cerca de Chernobyl. FOTOS CCI. Chernobyl: 5 millones de personas viven en zonas contaminadas R Así lo afirma la ONG Chernobyl Children International, a 30 años del desastre nuclear. R De la cifra un millón son niños que sufren enfermedades derivadas de la radiación. RR La fundadora de la CCI, Adi Roche, (izquierda) durante una visita a Pripyat. Carlos González Isla La rueda de la fortuna de Pripyat nunca alcanzó a girar. Su puesta en marcha estaba prevista para mayo de 1986, pero el 26 de abril del mismo año, la fuga radioactiva en la planta de Chernobyl obligó a evacuar la ciudad. La imagen de este juego se ha transformado en un ícono de cómo la catástrofe nuclear transformó a Pripyat en una ciudad fantasma. Han pasado 30 años y para algunos este accidente nuclear es parte de la historia, pero para la ONG irlandesa Chernobyl Children International (CCI) la catástrofe sigue viva. La planta liberó una radiación 200 veces mayor a las de las bombas atómicas Hiroshima y Nagasaki. Según las cifras de la CCI, 9 millones de personas recibieron la exposición a la radiación más alta conocida en la historia de la era atómica y hoy 5,5 millones de personas de Bielorrusia, Ucrania y Rusia occidental, entre ellos un millón de niños, siguen viviendo en zonas contaminadas, explica a La Tercera, Fiona Maher, encargada de comunicaciones de la ONG. Esta institución humanita- ria fue fundada por ADi Roche una activista antinuclear, quien ahora se encuentra de viaje por la zona afectada. Roche ha dicho que “puede haber una impresión de que Chernobyl es algo que sucedió hace mucho tiempo y ya no representa una amenaza para el mundo, pero la realidad de la situación es muy, muy diferente. Chernobyl no es algo del pasado, Chernobyl es para siempre. El impacto de ese único accidente nuclear impactante que nunca se puede deshacer; su huella radiactiva está incrustada en nuestro mundo para siempre, y millones y millones de personas aún sufren las consecuencias de su legado mortal. No debemos abandonar estas generaciones futuras”. Maher señala que esta organización se creó en 1991. “Adi era voluntaria de la campaña irlandesa por el Desarme Nuclear (CND irlandés) cuando llegó un fax urgente pidiendo ayuda para los niños”, recuerda. El número de fax de la campaña lo habían difundido por toda Europa durante una ofensiva para oponerse a la primera guerra del Golfo, y de alguna forma llegó a manos de un médico ucraniano quien envió un mensaje de SOS en el que pedían ayuda a EE.UU. para sacar a los niños de la zona. Estaban sobrepasados. Maher relata que en el momento en que este fax se envió habían pasado cinco años desde el desastre nuclear. “El mundo ya había empezado a olvidarse de los millones de niños y adultos obligados a vivir con sus efectos. Mucha gente creía que el peligro había pasado, que la amenaza había sido contenida”, dice. El impacto de la radiación de Chernobyl se vive hoy en los niños que atiende esta ONG. El problema más evidente son las malformaciones genéticas, que se transmiten por generaciones, por eso tienen un equipo especial de médicos que realiza cirugías cardíacas. Hay cientos de historias, pero Maher destaca la reciente operación a corazón abierto de Artem, un niño de cuatro años, que fue rescatado por una maestra de escuela. “Él y su hermano estaban en un orfanato en la región desgarrada por la guerra de Donetsk, en el este de Ucrania. Su madre murió repentinamente de un ataque cerebral y los chicos se quedaron en la miseria”, señala. b RR Una voluntaria del CCI atiende a un niño en Vesnova, Bielorrusia. Las consecuencias en el medio ambiente RR El Foro de las Naciones Unidas sobre Chernobyl, publicó en 2005 un informe denominado “La herencia de Chernobyl: repercusiones sanitarias, ambientales y socioeconómicas”, en el que se advierte que hasta cuatro mil personas podrían morir a causa de la radiación a la que se vieron expuestas tras el accidente. Sobre las repercusiones en el medio ambiente señala que “el yodo radiactivo, que fue causa de gran preocupación después del accidente, tiene un período de semidesintegración breve y ya se ha desintegrado del todo. El estroncio y el cesio, con su período de semidesintegración más largo, de 30 años, aún persisten y seguirán siendo motivo de preocupación en los próximos decenios. En cuanto a los isótopos del plutonio y al americio 241, que persistirán tal vez por miles de años, su contribución a la exposición humana es baja”.