Inmunopatogénesis de la infección por VIH

Anuncio
Inmunopatogénesis de la infección por el VIH
Luis Aliaga Martínez, Miguel Ángel López Nevot 1, Antonio Sampedro Martínez2, Javier
Rodríguez-Granger2
Servicio de Medicina Interna, 1Servicio de Inmunología, 2Servicio de Microbiología,
Hospital Universitario Virgen de las Nieves, Granada

Introducción

Receptores del VIH para la entrada en la célula

Respuesta inmunitaria frente al VIH

Inmunosupresión producida por el VIH

Conclusiones

Bibliografía
Introducción
Se denomina inmunopatogénesis de la infección por el VIH al conjunto de
interacciones del virus con el sistema inmunológico del sujeto infectado (1), que
conducirán a un estado de inmunosupresión marcada que caracteriza al sida. Las
manifestaciones clínicas de la infección por el VIH se deben a la capacidad del virus
para
debilitar
el
sistema
inmunológico
de
los
pacientes
infectados.
La
inmunodepresión del SIDA es la consecuencia, fundamentalmente, de la disminución
de los linfocitos T colaboradores (helper) (2, 3). Estas células, definidas por la
expresión en su superficie de la molécula CD4, son instrumentales para el desarrollo
de la respuesta inmunitaria en el género humano. La molécula proteica CD4 es el
ligando natural del complejo mayor de histocompatibilidad de tipo II (MHC II) (4). Por
tanto, la pérdida progresiva de los linfocitos CD4+ produce la disfunción de casi todos
los elementos del sistema inmunológico (5). Esta situación es, finalmente, incompatible
con la vida de los individuos infectados.
A pesar de la inmunosupresión producida por el VIH, en el paciente infectado se
generan diversas respuestas inmunológicas específicas que pueden contribuir al largo
período asintomático que caracteriza esta infección, manteniendo al virus inhibido,
aunque sólo sea parcialmente (3, 4). La infección por el VIH se asocia a una activación
del sistema inmunitario durante la mayor parte del curso de la enfermedad (5, 6). Por
otro lado, el hecho de que ciertas personas infectadas puedan mantener controlada la
viremia en ausencia de tratamiento específico durante años (en ocasiones hasta 30
años) respalda la idea de que la respuesta inmunitaria del organismo es beneficiosa
para el control de esta infección (1, 3, 6, 7). Sin embargo, se considera que la
activación del sistema inmunológico tiene un efecto neto perjudicial para el enfermo,
ya que la replicación del VIH está relacionada con el grado de activación inmunitaria (1,
5, 7). La activación inmunitaria sistémica crónica es un signo casi patognomónico de la
infección crónica por el VIH y, de esta forma, el virus genera su propio sustrato para su
replicación (1). No obstante, la replicación del VIH no justifica por sí sola la activación
inmunitaria (1, 7).
El estudio de la patogenia de la infección por el VIH no sólo es trascendente para el
conocimiento de los mecanismos de esta enfermedad, sino que puede ofrecer
alternativas terapéuticas basadas en la inmunopatogénesis. De la misma forma, el
estudio de la inmunología de la infección es un tema crucial para el desarrollo de
vacunas eficaces frente al virus (3, 6). Por estos motivos, durante los 25 años de la
epidemia de VIH, la investigación sobre la inmunopatogénesis de esta infección ha
representado un esfuerzo constante, como evidencia la extensa literatura médica al
respecto. En la presente revisión trataremos algunos aspectos de la inmunosupresión
producida por el VIH y la respuesta inmunitaria generada en el individuo infectado.
Además, analizaremos los mecanismos de penetración del virus en la célula, por
tratarse de un tema central en la patogenia de la infección y un campo de gran interés
para la introducción de nuevas estrategias terapéuticas (8-10).
Receptores del VIH para su entrada en la célula
El VIH penetra en la célula a través de la interacción de la glucoproteína de la cubierta
gp120 con la molécula CD4 y determinados correceptores (4, 5, 11). Los correceptores
para el VIH son receptores de quimiocinas, que tienen una estructura en serpentín con
siete dominios transmembrana y que se encuentran asociados a una proteína G en su
región intracitoplásmica. Esta proteína es la que transmite la señal intracelular cuando
los correceptores se unen a sus ligandos (12). Las quimiocinas son un grupo de
citocinas de bajo peso molecular capaces de producir quimiotaxis de los leucocitos
durante la inflamación (13).
Se han identificado dos variantes diferentes de VIH, una que muestra tropismo para
infectar a los macrófagos (M-tropic) y otra cuyo tropismo es exclusivo de las células T
(T-tropic) (5). En la variante T-tropic, el VIH utiliza el receptor de quimiocinas CXCR4
(virus X4) para la penetración en las células T, junto a la molécula CD4. La molécula
que se fija de forma natural en este receptor se denomina factor derivado de células
estromales tipo 1 (stromal cell-derived factor type 1, SDF-1) (4, 5, 8, 14, 15). El
receptor de quimiocinas identificado para la infección de las células por tipos M-tropic
del VIH es el CCR5 (virus R5), cuyos ligandos naturales son la proteína inflamatoria de
los macrófagos 1α y 1β y RANTES (regulated upon activation normal T-cell expressed
and secreted) (4, 5, 8, 15, 16). El VIH puede presentar múltiples puntos de contacto
con el receptor CCR5 (5); no obstante, la región variable V3 de la gp120 de la cubierta
tiene la secuencia de aminoácidos fundamentales para la unión con mayor afinidad del
virus a este receptor (5, 8).
La gp120 del VIH se fija a la molécula CD4 de la superficie de las células mediante
una interacción de alta afinidad. Dicha interacción conduce a un cambio
conformacional en la gp120 y la interacción con los receptores de quimiocinas (CCR5
o CXCR4). Esta unión de alta afinidad entre gp120, CD4 y los receptores de
quimiocinas es esencial para la fusión de la cubierta del virus con las membranas de
las células y la internalización de las nucleoproteínas víricas (4, 5). Este último paso
está mediado por la gp41, y en concreto son relevantes las secuencias de
aminoácidos denominadas heptad-repeat HR1 y HR2 de la gp41 (8). Por lo dicho
hasta ahora, los ligandos naturales de estos receptores pueden inhibir la penetración
del VIH en las células CD4+ (5, 17).
Los aislamientos de VIH de la variante R5 son responsables de la mayoría de las
infecciones transmitidas por vía sexual (8). Se desconoce el motivo por el que esto
ocurre, pero puede deberse a la expresión de CCR5 y a la falta de expresión de
CXCR4 en las células que constituyen la principal diana del virus, como por ejemplo
las células de Langerhans de la mucosa genital (5, 18). Los virus X4 se han asociado,
en general, a un descenso más rápido de los linfocitos CD4 y a una progresión de la
enfermedad más rápida, por lo que predominan en las fases avanzadas de la infección
(5, 8, 19, 20). Los virus X4 son formadores de sincitios, es decir, tienen la capacidad
de producir células gigantes multinucleadas mediante la fusión de las membranas de
las células T (4, 5, 21). La progresión de la enfermedad se relaciona en ocasiones con
un cambio del tropismo del virus, predominantemente R5 (no formador de sincitios), a
aislados X4 formadores de sincitios que utilizan, además de los receptores CCR5 o
CXCR4, otros correceptores recientemente identificados, como CCR2b y CCR3 (5, 22).
Las alteraciones de estos receptores de quimiocinas pueden determinar la resistencia
a la infección por el VIH o una progresión más lenta de la infección. De hecho, Liu y
cols. demostraron que los sujetos homocigotos para la deleción de un gen de 32 pares
de bases (Δ32) en el gen que codifica el receptor CCR5, no expresan este receptor en
la superficie de las células y presentan una resistencia natural a la infección por el VIH
(23). Los estudios epidemiológicos han revelado que los pacientes infectados
heterocigotos para esta deleción muestran una progresión más lenta de la enfermedad
(8, 24). Recientemente, se ha tratado mediante alotrasplante de médula ósea con
células homocigotas para la deleción Δ32 del receptor CCR5 a un paciente con
leucemia mieloide aguda e infección por el VIH (10). Tras ser trasplantado en dos
ocasiones, este enfermo mantuvo controlada la viremia durante más de 20 meses, a
pesar de no recibir tratamiento antirretroviral, al mismo tiempo que estuvo en remisión
la leucemia. También se han descrito variantes génicas para CCR2 (CCR2-64) y para
la quimiocina SDF-1 (SDF-1 3’α) que influyen en la progresión de la infección por el
VIH (25, 26).
En el momento actual se dispone de dos fármacos que interfieren en la penetración
del VIH en las células (27). Se trata de un péptido sintético de 36 aminoácidos que se
fija a las regiones HR1 de la gp41 de la cubierta vírica, conocido como enfuvirtida o T20 (20, 28), y maraviroc, un antagonista de los receptores CCR5 (29-31). En conjunto,
todos estos estudios ofrecen numerosas perspectivas para el tratamiento de la
infección en un estadio precoz, es decir, antes de que el virus penetre en la célula (9,
15, 32).
Respuesta inmunitaria frente al VIH
La fase inicial de la infección por el VIH se caracteriza por cifras altas de viremia
plasmática que pueden alcanzar 10 7 viriones por mililitro. La viremia se asocia a
concentraciones elevadas de proteína p24 del core vírico en el suero. Sin embargo,
tras la infección inicial, las cifras de viremia y antigenemia descienden con rapidez y
sobreviene un largo período de infección asintomática (3, 4). Esto sugiere que la
respuesta inmunitaria específica frente al virus desempeña un papel en el control de la
replicación vírica y, por tanto, en la progresión de la enfermedad. En consecuencia, un
tema central de la patogenia de la infección será determinar los componentes
protectores específicos de la respuesta inmunitaria humana frente al VIH.
Inmunidad innata en la infección por el VIH
La respuesta inmunitaria innata comprende aquellos mecanismos defensivos frente a
los patógenos que se producen con anterioridad al desarrollo de la respuesta
inmunitaria adaptativa (33). En el caso de la infección por el VIH, la inmunidad innata
debe ser importante en el control del virus durante la primoinfección (21).
Desde hace algunos años, se sabe que los linfocitos T citotóxicos (CD8+) pueden
inhibir la replicación vírica del VIH por un mecanismo no citolítico (21). También se ha
comprobado que este mecanismo, conocido como CD8 antiviral factor o CAF, era
independiente de las quimiocinas que actúan como ligando del CCR5. El papel que
desempeñan estos factores solubles en la patogenia de la infección por el VIH no está
completamente aclarado, pero podría ser importante para el control inicial de la viremia.
La respuesta inmunitaria innata celular depende de las células dendríticas y natural
killer (NK). Las primeras producen interferón alfa (INF-α) y actúan también como
células presentadoras de antígeno para el desarrollo de la respuesta inmunitaria
adaptativa (33). En este sentido, se ha comprobado que el descenso en la producción
de IFN-α se asocia con concentraciones plasmáticas más elevadas de ARN del VIH
(21). Por otro lado, las células dendríticas son las células que el virus infecta
inicialmente en las mucosas (21). Estas células, además, transportan al virus a los
ganglios linfáticos y facilitan la infección de las células CD4, mediante la fijación del
virus a una lectina de tipo C, conocida como DC-SIGN, que expresan estas células (6,
21).
Las NK son células linfoides granulares grandes, que carecen de los marcadores de
superficie de los linfocitos B y T (33). En un principio, se identificó a estas células por
su capacidad de destruir células tumorales; posteriormente, se ha comprobado su
papel activo en la inmunidad innata frente a diversos microorganismos (33). Las
células NK pueden destruir células infectadas por virus, en ausencia de sensibilización
previa y sin la restricción del complejo mayor de histocompatibilidad (MHC). Las NK
destruyen las células a través del contacto directo sin participación de anticuerpos o
pueden mostrar citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos. Esta última
respuesta se produce tras la seroconversión en la infección por VIH, pues aparecen
anticuerpos específicos que se fijan en las proteínas víricas del VIH en la superficie de
las células infectadas. Estos anticuerpos pueden detectarse a lo largo de toda la
infección. Las NK con el receptor CD16 para la porción Fc de las IgG pueden
reconocer y lisar estas células (5). Se ha postulado que la citotoxicidad celular
dependiente de anticuerpos puede limitar la diseminación del virus, pero se desconoce
la trascendencia de este proceso inmunológico en la progresión de la enfermedad (5,
34). Además, se ha demostrado que las células NK muestran alteraciones funcionales
in vitro con la exposición a la cubierta del VIH (35).
Respuesta inmunitaria adaptativa frente al VIH
Entre los diversos mecanismos efectores desarrollados en la respuesta inmunitaria
adaptativa frente al VIH, sin duda los de mayor relevancia son la producción de
anticuerpos neutralizantes y la respuesta de células T citotóxicas y helper.
Anticuerpos neutralizantes
En diversas infecciones víricas, los anticuerpos neutralizantes producidos por
inmunización o tras la infección natural protegen al individuo frente a posteriores
infecciones (36, 37). Los anticuerpos neutralizantes “neutralizan” directamente el virus
libre antes de que penetre en las células y pierda su cubierta. Además, los anticuerpos
neutralizantes séricos, por un mecanismo desconocido, confieren inmunidad a nivel de
las barreras mucosas frente a ciertas infecciones (36). Por tanto, esta variedad de
anticuerpos son de enorme trascendencia a la hora de desarrollar una vacuna eficaz
frente al VIH (36), ya que el VIH se adquiere a través del epitelio mucoso.
La respuesta inmunitaria frente al VIH se caracteriza por una intensa producción de
anticuerpos contra las proteínas víricas (37). Se pueden detectar anticuerpos por
ELISA entre las dos y seis semanas de la primoinfección, aunque en raras
circunstancias la seroconversión puede tardar en aparecer hasta seis meses (4, 38).
La mayoría de estos anticuerpos carece de actividad neutralizante (3, 37) y su
determinación se emplea para el diagnóstico serológico de la infección (4, 37). No
obstante, se detectan anticuerpos neutralizantes a partir de la octava semana de
infección, y se encuentran presentes durante toda la infección por el VIH, aunque su
papel protector en la infección crónica sigue siendo desconocido (37, 39, 40). Por otro
lado, estudios detallados de la primoinfección han puesto de manifiesto que los
anticuerpos capaces de neutralizar cepas infectivas del virus aparecen con
posterioridad al aclaramiento de la viremia, lo cual sugiere que deben actuar otros
mecanismos para el control inicial del virus (21, 41).
Algunos estudios experimentales han demostrado que la producción de anticuerpos
neutralizantes protege frente a la inoculación del virus (36). Pero estos experimentos
en animales se realizaron en condiciones ideales en que se conseguían títulos altos de
anticuerpos previamente
a
la
inoculación
intravenosa o
mucosa del virus
(generalmente, con un inóculo bajo). Lo cierto es que en los ensayos de fase III con
las vacunas actuales frente al VIH no se ha producido una respuesta intensa de
anticuerpos con actividad neutralizante (37, 41, 42). Los anticuerpos neutralizantes se
dirigen contra epítopos de las proteínas de la cubierta (42). La capacidad
extraordinaria de mutación de la gp120 de la cubierta del VIH y el hecho de que la
envoltura de glúcidos de las proteínas de la cubierta pueda enmascarar los epítopos
de estas proteínas para el sistema inmunológico son algunas de las razones que se
han postulado para explicar la débil capacidad neutralizante de los anticuerpos antiVIH (3, 37, 39, 42).
Respuesta de las células T frente al VIH
Diversos estudios han confirmado el papel protector de la respuesta inmunitaria de las
células T frente al VIH, tanto por parte de los linfocitos T helper (CD4+) como de los
linfocitos T citotóxicos (CD8+) (3, 37).
Las citocinas producidas por los linfocitos T helper son esenciales para la activación y
el mantenimiento de las células inmunitarias efectoras. Por tanto, la función de los
linfocitos T helper es necesaria para que las células B produzcan los anticuerpos
neutralizantes frente al VIH, así como para que aparezca la respuesta citotóxica de las
células T CD8+ (41). Obviamente, el descenso de los linfocitos CD4 durante la
infección interferirá en estas respuestas inmunitarias.
Se sabe desde hace años que una respuesta proliferativa intensa de linfocitos T helper
se relaciona con un control más eficaz de la replicación vírica durante la primoinfección
(42). De igual modo, los progresores lentos presentan una vigorosa respuesta de
linfocitos T CD4 frente al VIH. La respuesta de los linfocitos T CD4 va dirigida,
predominantemente, contra las proteínas sintetizadas por el gen gag del virus (37).
Los datos sólidos sobre el papel protector de los linfocitos T CD8 son incluso mayores.
La supresión de la viremia en la primoinfección coincide con la aparición de la
respuesta de células T citotóxicas específicas frente al VIH (3, 21, 37). Por otra parte,
se ha comprobado la progresión de la enfermedad coincidiendo con la aparición de
virus mutantes a la respuesta de CD8 (37, 43). Además, el desarrollo de una
respuesta potente de linfocitos T citotóxicos se ha relacionado con la progresión lenta
de la infección (21). Una incógnita es cómo se mantiene la respuesta inmunitaria
citotóxica durante el curso de la enfermedad en presencia de una actividad T helper
muy escasa (21). Los linfocitos T CD8+ reconocen una diversidad de epítopos en el
VIH, incluidas las proteínas estructurales del virus, las de la cubierta y las proteínas
reguladoras y accesorias. Es interesante la observación de que la respuesta específica
de los linfocitos CD8 frente a proteínas del gen gag se asocia a cargas virales
inferiores a cuando esta respuesta se produce frente a productos víricos del gen env o
proteínas reguladoras/accesorias (37). Por último, se ha comprobado el papel
protector de los linfocitos T citotóxicos para la adquisición de la infección. Los estudios
realizados en prostitutas en Nairobi demostraron que aquellas pacientes con una
respuesta citotóxica en la mucosa vaginal no adquirían la infección a pesar de
encontrarse expuestas al VIH (44).
En los estudios que se han realizado del fenotipo de las células T durante la
primoinfección y la infección crónica, se ha podido comprobar que el fenotipo de las
células CD4 y CD8 durante la primoinfección por VIH corresponde al de una
respuesta primaria efectora y se caracteriza por la presencia de los antígenos:
CD45RA-CCR7-CD127- (37). Este fenotipo es también característico de la infección
inicial por otros virus, tales como citomegalovirus, virus de Epstein-Barr y virus del
herpes simple. Sin embargo, el fenotipo de las células T en la infección crónica por
estos virus, que está bien controlada por el sistema inmunológico, es diferente del
fenotipo de la infección crónica por el VIH. En este último caso, tanto el fenotipo de los
CD4 como el de los CD8 continúa siendo el de la primoinfección (37).
De mayor importancia que el fenotipo de las células efectoras anti-VIH es el estudio de
su capacidad de producción de citocinas estudiadas célula por célula (ICS, intracellular
cytokine staining) por citometría de flujo, que ha dado lugar al concepto de
polifuncionalidad, referido a la posibilidad de que una célula T CD8 o CD4 pueda
producir simultáneamente más de una citocina (45, 46). El porcentaje de células T
CD8 polifuncionales se correlaciona con una mejor evolución clínica en los pacientes
no progresores, sobre todo si producen, junto al IFN-γ y TNF-α, IL-2, que por su
capacidad proliferativa expande el número de células con capacidad citotóxica antiVIH, mientras que los progresores sólo producen de forma aislada IFN-γ (47). En
general, diversos estudios han mostrado una mejor evolución clínica en aquellos
pacientes que muestran una respuesta polifuncional de células T (1).
Inmunosupresión producida por el VIH
La característica paradigmática de la infección por el VIH es la depleción progresiva de
la subpoblación de linfocitos CD4 helper. Dado que estas células desempeñan un
papel central en el desarrollo de la respuesta inmunitaria en el género humano, no es
de extrañar que las manifestaciones clínicas de la enfermedad traduzcan la
inmunosupresión producida, que se manifiesta por la susceptibilidad a padecer
infecciones oportunistas y la aparición de neoplasias. Las alteraciones inmunológicas
que se asocian a la infección por el VIH son muy amplias y afectan a diversos brazos
efectores interdependientes del sistema inmunológico, incluidos elementos de la
inmunidad humoral y celular.
Alteraciones de los linfocitos T
Las alteraciones que se observan en los linfocitos T durante la infección por el VIH son
tanto cualitativas como cuantitativas. Las alteraciones cualitativas se hacen aparentes
tras la primoinfección y antes de que el descenso de linfocitos T sea evidente (5). Se
han observado diversas alteraciones funcionales, tales como la alteración en el
reconocimiento de los antígenos solubles, el descenso en la producción de linfocinas y
una disminución de la capacidad de estimular los linfocitos B, entre otras (5).
Las alteraciones cuantitativas son el resultado de la depleción progresiva de la
subpoblación de linfocitos T helper, que tras la primoinfección, y de forma paulatina, de
cifras normales de 800-1200 células/mm3 alcanzan cifras de 50 o menos durante el
curso de la infección (3, 4).
Algunos grupos de investigadores han puesto de manifiesto recientemente que, a
partir de las dos semanas de la primoinfección, se produce una pérdida de la mayoría
de las células CD4 de la mucosa del tubo digestivo (1, 6, 42). La destrucción
linfocitaria se considera un efecto directo del VIH (1). Esta depleción, que supone un
menoscabo importante para el sistema inmunológico, se prolonga durante todo el
curso de la infección, aunque puede no tener una traducción inmediata en el recuento
de linfocitos CD4 en la sangre periférica (1). Junto con esta alteración se produce un
incremento de la permeabilidad intestinal (entre 2 y 10 veces) y una translocación de
componentes microbianos (sin bacteriemia franca) desde la luz intestinal al torrente
sanguíneo (6). Estas alteraciones pueden ser responsables de la activación
inmunitaria crónica de estos pacientes, manifestada por gammapatía policlonal,
activación y proliferación mayor de células T (7), así como producción de quimiocinas
y citocinas proinflamatorias (6). Douek y cols. han descrito que la subpoblación de
linfocitos T CD4 intestinales que se destruye de forma preferencial corresponde a los
secretores de IL-17 (1).
La depleción de las células CD4 no puede atribuirse exclusivamente al efecto citolítico
directo del virus, pues sólo una minoría de estas células se encuentran infectadas
(entre 1% y 1‰) incluso en fases avanzadas de la infección (1, 21, 48). Otros factores
que pueden contribuir a la depleción linfocitaria son los siguientes (3, 5): a) formación
de sincitios, en que una célula infectada se fusiona por medio de sus glucoproteínas
de superficie gp120 con moléculas CD4 de células no infectadas, formando células
gigantes multinucleadas; b) innocent bystander de células CD4 no infectadas que han
fijado en sus receptores gp120 libre, volviéndolas vulnerables al ataque inmunitario; c)
infección por el VIH de las células pluripotenciales medulares o depleción tímica
producida por el VIH, que da lugar a un descenso de la producción de linfocitos CD4; d)
mecanismos autoinmunes, en virtud de los cuales producen la destrucción de células
no infectadas; e) efecto de superantígeno, en que ciertas proteínas víricas producirían
la estimulación, y depleción última, de linfocitos T con receptores específicos; f)
apoptosis, en que el virus (o sus productos) provocarían la muerte celular programada.
Las proteínas de los genes tat, nef, vpu y env pueden producir apoptosis de células
infectadas y no infectadas (21). Independientemente de los mecanismos de la
depleción de los linfocitos CD4, la alteración de la función inmunitaria es tan
pronunciada que la cifra total de linfocitos T CD4 es un factor pronóstico importante de
la progresión de la enfermedad. El riesgo de algunas infecciones oportunistas aumenta
significativamente cuando la cifra de linfocitos CD4 desciende por debajo de 200/mm 3
(49-51).
Por último, los linfocitos también representan un importante reservorio para la infección
persistente. En una persona infectada, se estima que aproximadamente 10 6 linfocitos
CD4 contienen provirus integrado en el genoma de forma latente, susceptible de
replicación completa si la célula se activa. Puesto que estas células no expresan
proteínas víricas hasta que se activan, permanecen “escondidas” para el sistema
inmunológico y no serán sensibles a los fármacos que inhiben la replicación vírica, lo
cual representa un obstáculo insalvable para la erradicación del virus (42, 48). Varios
modelos han definido que los linfocitos CD4+ presentan un recambio (turnover) muy
elevado desde el inicio de la infección que va a condicionar paulatinamente su
descenso en la sangre periférica (1, 52).
Otras alteraciones inmunológicas
Las alteraciones que se producen en los linfocitos B son también cualitativas y
cuantitativas. En las fases precoces de la infección, la alteración más característica
consiste en la activación policlonal de los linfocitos B, que clínicamente se traduce en
concentraciones elevadas de IgG e IgA, en la presencia de inmunocomplejos
circulantes y en un número elevado de linfocitos B en la sangre periférica que
segregan inmunoglobulinas espontáneamente (3, 5). Las alteraciones cualitativas
fundamentales consisten en la afectación de la producción de anticuerpos ante
estímulos antigénicos, que puede estar mediada por la hipofunción de los linfocitos T
helper (5). La susceptibilidad de los pacientes infectados a padecer infecciones
piógenas y la falta de respuesta a las inmunizaciones pueden atribuirse también a la
alteración de la inmunidad humoral (5).
El VIH infecta células del linaje monocito/macrófago que expresan el receptor CD4 y la
molécula correceptora CCR5. No obstante, sólo una minoría de estas células muestra
infección productiva in vivo, por lo que la hipofunción de los linfocitos T helper puede
contribuir también a las alteraciones observadas en los macrófagos (5). Asimismo, el
VIH infecta (y se replica) en células progenitoras medulares de la estirpe monocítica,
fenómeno que puede contribuir a la pancitopenia que se observa en muchos de los
pacientes seropositivos (5).
La capacidad de los macrófagos como célula presentadora de antígeno se ve afectada
en la infección por VIH. Esta anomalía, que obviamente afecta a la respuesta
inmunitaria, puede deberse a la activación crónica in vivo de los macrófagos, ya sea
por viriones completos, proteínas víricas o linfocinas (5).
Por último, los macrófagos, al contrario que los linfocitos CD4+, son relativamente
resistentes al efecto citopático del virus y pueden constituir un reservorio para la
persistencia de la infección. Por otra parte, se ha señalado que pueden diseminar la
infección al sistema nervioso central (53).
Conclusiones
En su tercera década de existencia, la infección por VIH/SIDA continúa haciendo
estragos en la humanidad. La necesidad de un control efectivo de la pandemia sigue
siendo urgente. A pesar de los reiterados fracasos en el desarrollo de una vacuna
eficaz, los éxitos alcanzados en el conocimiento de la infección por el VIH han
conducido a enormes avances en su tratamiento. Estos logros deben incentivar la
investigación sobre la infección por VIH. Parafraseando a Johnston y Fauci (42): “Un
aumento sustancial en nuestro conocimiento de la infección VIH y de la enfermedad
conduciría a nuevas ideas acerca de cómo” erradicar la pandemia.
Bibliografía
1. Douek,
D.C.,
Roederer,
M.,
Koup,
R.A.
Emerging
concepts
in
the
immunopathogenesis of AIDS. Annu Rev Med 2009; 60: 471-484.
2. Stein, D.S., Korvick, J.A., Vermund, S.H. CD4+ lymphocyte cell enumeration for
prediction of clinical course of human immunodeficiency virus disease: A review. J
Infect Dis 1992; 165: 352-363.
3. Sax, P.E., Walker, B.D. Immunology related to AIDS. En: Goldman, L., Ausiello, D.
(Eds.). Cecil. Textbook of Medicine. Saunders, Filadelfia 2004; 2137-2139.
4. Shaw, G.M. Biology of human immunodeficiency virus. En: Goldman, L., Ausiello, D.
(Eds.). Cecil. Textbook of Medicine. Saunders, Filadelfia 2004; 2139-2144.
5. Cohen, O., Cicala, C., Vaccarezza, M., Fauci, A. The immunology of human
immunodeficiency virus infection. En: Mandell, G.L., Bennett, J.E., Dolin, R. (Eds.).
Mandell, Douglas, and Bennett’s Principles and Practice of Infectious Diseases.
Churchill Livingstone, Filadelfia 2000; 1374-1397.
6. Scherer, E., Douek, D., McMichael, A. 25 years of HIV research on virology, virus
restriction, immunopathogenesis, genes and vaccines. Clin Exp Immunol 2008; 154:
6-14.
7. Hunt, P., Brenchley, J., Sinclair, E. y cols. Relationship between T cell activation
and CD4+ T cell count in HIV-seropositive individuals with undetectable plasma
HIV RNA levels in the absence of therapy. J Infect Dis 2008; 197: 126-133.
8. Kilby, J.M., Eron, J.J. Novel therapies based on mechanisms of HIV-1 cell entry. N
Engl J Med 2003; 348: 2228-2238.
9. Dolin, R. A new class of anti-HIV therapy and new challenges. N Engl J Med 2008;
359: 1509-1511.
10. Hütter, G., Novak, D., Mossner, M. y cols. Long-term control of HIV by CCR5
delta32/delta32 stem-cell transplantation. N Engl J Med 2009; 360: 692-698.
11. Wu, L., Gerard, N.P., Wyatt, R. y cols. CD4-induced interaction of primary HIV-1 gp
120 glycoproteins with the chemokine receptor CCR-5. Nature 1996; 384: 179-183.
12. Murphy, P.M. The molecular biology of leukocyte chemoattractant receptors. Ann
Rev Immunol 1994; 12: 593-633.
13. Epstein, F.H. Chemokines: Chemotactic cytokines that mediate inflammation. N
Engl J Med 1998; 338: 436-445.
14. Bleul, C.C., Farzan, M., Choe, H. y cols. The lymphocyte chemoattractant SDF-1 is
a ligand for LESYTR/fusin and blocks HIV-1 entry. Nature 1996; 382: 829-833.
15. Levy, J.A. Not an HIV cure, but encouraging new directions. N Engl J Med 2009;
360: 724-725.
16. Alkhatib, G., Combadiere, C., Broder, C.C. y cols. CCR5: A RANTES, MIP-1α, MIP1β receptor as a fusion cofactor for macrophage-tropic HIV-1. Science 1996; 272:
1955-1958.
17. Cocchi, F., De Vico, A.L., Garzino-Demo, A. y cols. Identification of RANTES, MIP1α and MIP-1β as the major HIV suppressive factors produced by CD8 T cells.
Science 1995; 270: 1811-1815.
18. Soto-Ramírez, L.E., Renjifo, B., McLane, M.F. y cols. HIV-1 Langerhans’ cell
tropism associated with heterosexual transmission of HIV. Science 1996; 271:
1291-1293.
19. Richman, D.D., Bozzette, S.A. The impact of the syncytium-inducing phenotype of
human immunodeficiency virus on disease progression. J Infect Dis 1994; 169:
968-974.
20. Lalezari, J.P., Henry, K., O’Hearn, M. y cols. Enfuvirtide, an HIV-1 fusion inhibitor,
for drug-resistant HIV infection in North and South America. N Engl J Med 2003;
348: 2175-2185.
21. Paranjape, R.S. Immunopathogenesis of HIV infection. Indian J Med Res 2005;
121: 240-255.
22. Doranz, B.J., Rucker, J., Yi, Y. y cols. A dual-tropic primary HIV-1 isolate that uses
fusin and the beta-chemokine receptors CKR5, CKR-3 and CKR-2b as fusion
cofactors. Cell 1996; 85: 1149-1158.
23. Liu, R., Paxton, W., Choe, S. y cols. Homozygous defect in HIV coreceptor
accounts for resistance of some multiply-exposed individuals to HIV infection. Cell
1996; 86: 367-377.
24. Michael, N.L., Cgang, G., Louie, L.G. y cols. The role of viral phenotype and CCR-5
gene defects in HIV-1 transmission and disease progression. Nat Med 1997; 3:
338-340.
25. Smith, M.W., Dean, M., Carrington, M. y cols. Contrasting genetics influence of
CCR2 and CCR5 variants on HIV-1 infection and disease progression. Science
1997; 351: 14-18.
26. Winkler, C., Modi, W., Smith, M.W. y cols. Genetics restriction of AIDS
pathogenesis by an SDF-1 chemokine gene variant. Science 1998; 279: 389-393.
27. Hammer, S.M., Eron, J.J., Reiss, P. y cols. Antiretroviral treatment of adult HIV
infection. 2008 recommendations of the International AIDS Society-USA Panel.
JAMA 2008; 300: 555-570.
28. Lazzarin, A., Clotet, B., Cooper, D. y cols. Efficacy of enfuvirtide in patients infected
with drug-resistant HIV-1 in Europe and Australia. N Engl J Med 2003; 348: 21862195.
29. Simmons, G., Clapham, P.R., Picard, L. y cols. Potent inhibition of HIV-1 infectivity
in macrophages and lymphocytes by novel CCR5 antagonist. Science 1997; 276:
276-279.
30. Gulick, R.M., Lalezari, J., Goodrich, J. y cols. Maraviroc for previously treated
patients with R5 HIV-1 infection. N Engl J Med 2008; 359: 1429-1441.
31. Fätkenheuer, G., Nelson, M., Lazzarin, A. y cols. Subgroup analyses of maraviroc
in previously treated R5 HIV-1 infection. N Engl J Med 2008; 359: 1442-1455.
32. Cohen, J. Building an HIV-proof immune system. Science 2007; 31: 612-614.
33. Medzhitov, R., Janeway, J. Innate immunity. N Engl J Med 2001; 343: 338-344.
34. Kottilil, S., Chun, T.W., Moir, S. y cols. Innate immunity in human immunodeficiency
virus infection: Effect of viremia on natural killer cell function. J Infect Dis 2003; 187:
1038-1045.
35. Kottilil, S., Shin, K., Jackson, J.O. y cols. Innate immune dysfunction in HIV
infection. Effect of HIV envelope-NK cell interactions. J Immunol 2006; 176: 11071114.
36. Nabel, G.J., Sullivan, N.J. Clinical implications of basic research. Antibodies and
resistance to natural HIV infection. N Engl J Med 2000; 343: 1263-1265.
37. Harari, A., Pantaleo, G. HIV-Specific immune response. Adv Pharmacol 2008; 56:
75-92.
38. Fiebig, E., Wright, D.J., Rawal, B.D. y cols. Dynamics of HIV viremia and antibody
seroconversion in plasma donors: Implications for diagnosis and staging of primary
HIV infection. AIDS 2003; 17: 1871-1879.
39. Wei, X., Decker, J.M., Wang, S. y cols. Antibody neutralization and escape by HIV1. Nature 2003; 422: 307-312.
40. Cecilia, D., Kleeberger, C., Muñoz, A. y cols. A longitudinal study of neutralizing
antibodies and disease progression in HIV-1 infected subjects. J Infect Dis 1999;
179: 1365-1374.
41. Pilgrim, A.K., Pantaleo, G., Cohen, O.J. y cols. Neutralizing antibody responses to
human immunodeficiency virus type 1 in primary infection and long-termnonprogressive infection. J Infect Dis 1997; 176: 924-932.
42. Rosenberg, E.S., Billingsley, J.M., Caliendo, A.M. y cols. Vigorous HIV-1-specific
CD4+ T cell responses associated with control of viremia. Science 1997; 278:
1447-1450.
43. Gao, X., Nelson, G.W., Karalki, P. y cols. Effect of a single amino acid change in
MHC class I molecules on the rate of progression of AIDS. N Engl J Med 2001; 344:
1668-1675.
44. Kaul, R., Plummer, F.A., Kimani, J. y cols. HIV-1-specific mucosal CD8+
lymphocyte responses in the cervix of HIV-1-resistant prostitutes in Nairobi. J
Immunol 2000; 164: 1602-1611.
45. Lichterfeld, M., Yu, X.G., Warting, M.T. y cols. HIV-1-specific cytotoxicity is
preferentially mediated by a subset of CD8 (+) T cells producing both interferongamma and tumor necrosis factor-alpha. Blood 2004; 104: 487-494.
46. Betts, M.R., Nason, M.C., West, S.M. y cols. HIV nonprogressors preferentially
maintain highly functional HIV-specific CD8+ T cells. Blood 2006; 107: 4781-4789.
47. Almeida, J.R., Price, D.A., Papagno, L. y cols. Superior control of HIV-1 replication
by CD8+ T cells is reflected by their avidity, polyfuncionality, and clonal turnover. J
Exp Med 2007; 204: 2473-2485.
48. Chun, T.W., Nickle, D.C., Justement, J.S. y cols. Persistence of HIV in gutassociated lymphoid tissue despite long-term antiretroviral therapy. J Infect Dis
2008; 197: 714-720.
49. Furrer, H., Egger, M., Opravil, M. y cols. Discontinuation of primary prophylaxis
against Pneumocystis carinii pneumonia in HIV-1-infected adults treated with
combination antiretroviral therapy. Swiss HIV Cohort Study. N Engl J Med 1999;
340: 1301-1306.
50. López Bernaldo de Quirós, J.C., Miró, J.M., Peña, J.M. y cols. A randomized trial of
discontinuation of primary and secondary prophylaxis against Pneumocystis carinii
pneumonia after highly active antiretroviral therapy in patients with HIV infection.
Grupo de Estudio del SIDA 04/98. N Engl J Med 2001; 344: 159-167.
51. Ledergerber, B., Mocroft, A., Reiss, P. y cols. Discontinuation of secondary
prophylaxis against Pneumocystis carinii pneumonia in patients with HIV infection
who have a response to antiretroviral therapy. Eight European Study Groups. N
Engl J Med 2001; 344: 168-174.
52. Ho, D., Neumann, A.U., Perelson, A.S. y cols. Rapid turnover of plasma virions and
CD4 lymphocytes in HIV-infection. Nature 1995; 373: 123-126.
53. Peters, P.J., Dueñas-Decamp, M.J., Sullivan, W.M., Clapham, P.R. Variation of
macrophage tropism among HIV-1 R5 envelopes in brain and other tissues. J
Neuroimmune Pharmacol 2007; 2: 14-19.
Descargar