LA LITERATURA CLÁSICA: GRECIA Y ROMA

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LA LITERATURA CLÁSICA: GRECIA Y ROMA
1. - Breve introducción histórica de la antigua Grecia
A- El periodo micénico (1600-1100 a. C.)
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Aqueos y jonios
Mecenas desplaza a Creta
El fin de Micenas
B- La formación del mundo griego
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La edad oscura (1100-800 a.C.)
La época arcaica (800-500 a. C.)
C- La época clásica (500-323 a. C.)
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Esparta
Atenas
D - El helenismo
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La época helénica (323 -146 a. C.)
La época romana (146 a. C.- 395)
E - La época bizantina (395-1453 d. C).
F - La época otomana (1453…)
G.- Grecia como estado moderno (desde 1829)
2.- La vida familiar y social en la Grecia Antigua.
3- La mitología griega
4- La literatura griega
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1. Breve introducción histórica de la antigua Grecia
A. El periodo micénico (1600-1100 a. C.)
Es la primera etapa histórica de la cultura griega, que recibe su nombre
de Mecenas, la ciudad más importante de aquel periodo, de la cual fue rey,
según la mitología, el legendario Agamenón, que acaudilló la expedición
contra Troya.
• Aqueos y jonios.-El periodo micénico se corresponde con la Edad de
Bronce de la historia universal. En Grecia irrumpe hacia 1600 a.C. una
nueva ola de población, los aqueos y los jonios, cuya lengua es griega.
Con ellos se construyen grandes fortalezas, la de Mecenas, por ejemplo.
Son amantes de la guerra, traen el carro de guerra de dos caballos y
sobresale el esplendor de sus armaduras. Es una sociedad varonil y
patriarcal que adopta la monarquía como sistema político. Usan con
frecuencia el ámbar en las joyas, hasta entonces desconocido en la cuenca
del Mediterráneo.
• Mecenas desplaza a Creta.- Hasta este momento el centro cultural más
desarrollado era la isla de Creta. Los micénicos, atraídos por el brillo de la
civilización cretense (también llamada minoica por su rey Minos) adoptan
muchas de las características minoicas y terminan por adueñarse del Egeo:
las naves micénicas surcan en todas direcciones el Mediterráneo. Y en ese
contexto se entienden bien los orígenes heroicos de la Ilíada y la Odisea,
pues en estos poemas quedan ecos de muchos elementos de la época
micénica.
• El fin de Mecenas.- Entre 1200 y 1100 a. C. muchos enclaves micénicos
fueron atacados y destruidos. Los estudiosos no se ponen de acuerdo sobe
las causas: unos piensan en la llegada de una nueva oleada griega, los
llamados dorios, que destruyen los palacios micénicos; otros se inclinan
por una revuelta social. En cualquier caso, hacia el año 1100 a. C. es
destruida la fortaleza de Mecenas, con lo que termina una etapa
importante en la historia griega.
B. La formación del mundo griego
• La edad oscura.-Tras el hundimiento de la civilización micénica viene la
edad oscura, llamada así por la ausencia casi total de fuentes de
información importantes. Se difunde en esta época la metalurgia del
hierro, lo que tendrá una incidencia total en la fabricación de armas. La
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economía es agrícola y ganadera. Tienen lugar ciertos movimientos
colonizadores, sobre todo en las costas de Asia Menor y las islas orientales
del mar Egeo, donde se establecen unos asentamientos griegos que en el
futuro se convertirán en puente de comunicación cultural entre el mundo
asiático y el griego.
• La época arcaica.- En este periodo se produce la introducción del
alfabeto. Hecho que es de una gran trascendencia, ya que a partir de
entonces se podrá registrar todo por escrito: los asuntos más cotidianos,
las leyes…etc. La situación económica de los pequeños campesinos es de
una gran pobreza, como atestigua el poeta Hesíodo. A esto se une un
gran incremento demográfico. Se acude como solución a dos medidas: la
fundación de colonias por todo el Mediterráneo (Sicilia, Italia, Francia,
España, el norte de África…), y el desarrollo de la industria y el comercio
marítimo. La llamada “Gran colonización griega” tenía como finalidad
buscar nuevas tierras de cultivo para asentar el excedente de población. Se
transplantaba la estructura política y social de la metrópoli, pero desde el
principio el nuevo asentamiento gozaba de una autonomía plena. Los
vínculos entre ambas comunidades eran únicamente religiosos y
culturales. Con el tiempo esta Magna Grecia será núcleo de una intensa
actividad intelectual griega. Se alcanza también un alto nivel en la técnica
ceramista. La aparición de la moneda sustituye al anterior sistema de
intercambio de mercancías. Otro logro de la época arcaica es la
codificación de las leyes. Antes la administración de la justicia estaba en
manos de la aristocracia, que aplicaba según su criterio unas normas
tradicionales transmitidas oralmente. El poeta Hesíodo deja ver la
inquietud de las clases bajas por la justicia y su aplicación. Una salida a
esta situación será poner por escrito esas normas, lo que supondrá un
avance en la consolidación de la justicia, y, por tanto, en la defensa de las
clases sociales más débiles.
Estos hechos socioeconómicos llevan a la aparición de una nueva clase
social, la de los artesanos y comerciantes, intermedia entre la aristocracia
y el campesinado. Y todo ello conduce a una progresiva pérdida de
derechos de las clases superiores, lo que en ocasiones dio lugar a revueltas
sociales.
La característica más importante de la época arcaica es la toma de
conciencia del hombre como realidad individual y como miembro activo
de la ciudad, en cuyo gobierno intenta participar activamente, puesto que,
dadas las nuevas tácticas de la guerra, cada vez interviene más en su
defensa. Así es como se entiende bien, por ejemplo, la figura del nuevo
poeta de esta época, frente al viejo poeta épico. Y al lado del poeta lírico,
aparece también ahora el filósofo, que empieza a hacerse pregunta sobre
el origen del mundo: es el momento de los filósofos presocráticos.
C. La época clásica.3
Se sitúa en el paso del siglo VI al V a. C. cuando en Atenas se inaugura la
etapa de gobierno democrático. Y el 323, año de la muerte de Alejandro
Magno, final de este periodo, por la nueva situación política y social
producida. El siglo V a. C. es el llamado el siglo de Pericles, el Siglo de Oro
de Grecia. En esta época el protagonismo corresponde sobre todo a dos
ciudades-estado: Esparta y Atenas.
• Esparta.- Desde el siglo VIII Esparta está llevando a cabo una política de
expansión que la convierte en una importante potencia económica y
cultural y alcanza un gran florecimiento artístico. Pero uno de los pueblos
anexionados, los mesenios, intentan librarse del yugo espartano, lo que
obliga a Esparta a un permanente estado de alerta militar ante el peligro
de insurrección mesenia, y así la rica vida cultural espartana se va
perdiendo, y a comienzos del siglo V a. C. Esparta se encuentra de
espaldas a las corrientes intelectuales de la época clásica, encerrada en su
dura disciplina militar. Así es como se configuran las conocidas
características del tipo de vida espartana, cuyo ideal será formar buenos
soldados para la defensa del Estado. Por ello, el recién nacido era
examinado y, si tenía algún defecto destacado, se le dejaba morir. Durante
su primera infancia estaba bajo el cuidado de la madre, pero a la edad de
siete años pasaba a depender directamente del Estado, que se encargaba
de su educación en comunión con los demás niños. Al llegar a la mayoría
de edad, el joven se convertía en soldado profesional, y llevaba una
existencia inmensa en asociaciones de hombres, compartiendo los hábitos
y las comidas, todo lo cual hacía que la vida familiar fuera prácticamente
inexistente. El matrimonio y la familia servían casi exclusivamente para la
procreación de hijos. De rechazo, la mujer en tal situación disfrutaba
paradójicamente de una independencia desconocida en otras partes de
Grecia. En las relaciones exteriores, la política espartana se caracterizaba
por un rígido aislamiento, no se permitía a los extranjeros instalarse en
suelo espartano, y a ellos mismos les estaba prohibido tomar parte en las
grandes competiciones deportivas panhelénicas (los Juegos Olímpicos),
por temor a que se relajase la rígida disciplina militar. En resumen, la vida
espartana se caracterizaba por una palabra: austeridad. Esparta será, a lo
largo de la historia de Grecia, política e intelectualmente, la enemiga
tradicional de Atenas, que representa un ideal de vida opuesto: la libertad.
• Atenas.- La ciudad-estado de Atenas fue el centro de la civilización griega
durante la época clásica. En el siglo VII a. C. Atenas era todavía una ciudad
poco desarrollada política y económicamente. Pero en el paso al siglo VI a.
C. empiezan a darse unas circunstancias que serán el punto de arranque
del éxito alcanzado en el siglo V a. C. Se produce la codificación de las
leyes por Dracon, y esa legislación era muy dura (nuestro adjetivo
“draconiano” conserva ese sentido de dureza) para las clases bajas, y solo
una pequeña barrera al poder ilimitado de la justicia aristocrática anterior.
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Son tiempos duros para el campesinado, que está lleno de deudas por
trabajar unas tierras que pertenecen en su mayor parte a la aristocracia. Se
crea un malestar social y para frenarlo se elige a un magistrado, Solón,
como mediador entre los dos bloques. Su política fue conciliadora: canceló
las deudas e hipotecas sobre las tierras y, auque la aristocracia conservó
diversos privilegios, sus reformas acabaron con la hegemonía aristocrática
al dividir a los ciudadanos en clases según su índice de riqueza y no por el
nacimiento, lo que suponía el ascenso de los nuevos ricos frente al linaje
noble por ascendencia. Otra medida
soloniana importante fue la
especialización de los cultivos, orientada a la exportación, lo cual produjo
un beneficio muy superior al cultivo anterior de cereales. Atenas se
especializó en la producción de vino y de aceite, que exportaba por todo
el Mediterráneo. Y con ello se produjo un aumento en la fabricación de
cerámica, necesaria para el transporte, y un desarrollo de la infraestructura
naval.
De esta forma Atenas consiguió un despegue importante en el siglo VI a.
C., apoyado por la actividad política de Pisístrato, prototipo de la figura
del tirano. Pero tras la muerte de éste y sus dos hijos, se instaura en Atenas
la democracia de la mano de Clístenes, sistema que introduce importantes
reformas políticas y sociales tendentes a consolidar la figura del ciudadano
individual frente al poder anterior de los grupos oligárquicos o del tirano.
Entre los años 490 y 479 a. C. los griegos tuvieron que defenderse del
ataque de los persas; son las guerras médicas. Las victorias de Maratón,
de Salamina y Platea, detienen la irrupción de un imperio asiático en
Europa.
Las grandes manifestaciones culturales de la civilización griega tuvieron
lugar a lo largo de este siglo. Fue la época de la sofística y de Sócrates, de
la tragedia y de la comedia, del nacimiento de la historiografía y de la
medicina hipocrática, del arte clásico en la Acrópolis, etc. Y todo ello
acompañado de un claro apogeo económico. Dentro de la línea de política
democrática aparece a mediados de siglo la figura de Pericles, que apoya
resueltamente la rica vida intelectual ateniense y hace avanzar los ideales
democráticos e igualitarios de esta época en Atenas.
Pero el eclipse de Atenas se produce cuando se ve inmersa en la Guerra
del Peloponeso (431-404 a. C.) contra Esparta. La muerte de Pericles y la
subida al poder de políticos menos brillantes conducen a Atenas a la
derrota. Además tendrá que hacer frente también a otro nuevo enemigo:
Madeconia, que con su rey Filipo II, está intentando un avance militar
hacia Grecia. Los atenienses se dividen en dos bloques: uno en contra de
Filipo, con el orador Demóstenes a la cabeza, y otro a favor. Al final se
impone Macedonia sobre Atenas en la batalla de Queronea. Los planes
expansionistas de Filipo alcanzaron su punto culminante en la persona de
su hijo, Alejandro Magno, que soñará con un Imperio griego en el que se
combinen armónicamente lo griego y lo bárbaro. Sus conquistas
construyeron las bases para un gran pueblo helénico, pero sus proyectos
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se vinieron abajo debido a su repentina muerte, con lo que se abrió una
nueva etapa en la historia de Grecia. Comienza así otro periodo histórico:
la figura y los planteamientos de Alejandro Magno pertenecen más al
espíritu helenístico posterior que a la época clásica en la que
tradicionalmente se le incluye. Culturalmente es un periodo de grandes
logros y figuras: es la época de Platón y de Aristóteles, cuyos sistemas
filosóficos representan la culminación del pensamiento clásico.
D. El helenismo
• La época helenística.- Se inicia con el nombramiento de Alejandro el
Magno como jefe absoluto y con su proyecto de lanzarse sobre el imperio
persa. De ese modo, Grecia se expande por toda Asia y el Mediterráneo.
La civilización griega se hace universal y el idioma se convierte en lengua
internacional. Pero Alejandro muere muy joven y sus generales se
reparten el Imperio, que fue dividido en diversos reinos, a cuyo frente se
situó un rey absoluto, al cual se le llegó incluso a rendir culto. Sobre los
asentamientos griegos en suelo asiático se va apreciando cada vez más un
fuerte influjo oriental, que no impide que se generalice por todo el mundo
griego una lengua unitaria, griega, llamada koiné, una variante del ático,
dialecto hablado en Atenas. Y a través de la lengua se alcanza la difusión
de la cultura griega, enriquecida a su vez con todas las particularidades de
cada región. Así se llega a unos ámbitos culturales relativamente variados
dentro de esa uniformidad helenística.
Por encima de todo prima una realidad: el individualismo. Se ha perdido la
antigua concepción de que el hombre era básicamente un ser social. El
ciudadano de este nuevo mundo se siente solo. Y paralelamente se
difunde un descreimiento en la protección de los dioses tradicionales: el
concepto de azar se convierte en una de las deidades centrales, y el
hombre se siente desprotegido y resignado ante este ciego poder. Todas
las manifestaciones culturales testimonian esta nueva realidad: desde la
poesía a la especulación filosófica. Y a esto hay que añadir que la época
helenística es el momento del gran avance de las ciencias: desde las
matemáticas y la astronomía hasta los estudios literarios. Atenas es, en
estos momentos, un simple centro cultural limitado casi exclusivamente a
la especulación filosófica frente a grandes ciudades como Alejandría. Por
esta época, Roma ha impuesto su hegemonía en Italia y comienza sus
ataques a Macedonia, región que termina por convertirse en provincia
romana. Los romanos continúan su intento de dominación sobre las
restantes ciudades griegas, cae Corinto y toda Grecia queda sometida bajo
la autoridad del procónsul de Macedonia.
• La época romana.- poco a poco Grecia pasa a ser una parte más del
amplio Imperio romano aunque culturalmente Grecia desempeña un papel
importante. Roma entra en contacto con la civilización griega y se heleniza
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(el poeta latino Horacio dirá: “la Grecia vencida ha cautivado a su
vencedor”) y a través de Roma se transmitirá la cultura griega a todo el
mundo occidental. El cristianismo se va expandiendo por el Imperio
romano y cada vez resulta más sospechoso el espíritu pagano de los
helenos para los emperadores romanos. Teodosio I declarará la religión
cristiana oficial en todo el imperio y prohibirá los cultos a los antiguos
dioses. En el 393 d. C. se celebrarán los últimos Juegos Olímpicos.
Pero también le llega la decadencia a Roma, en el año 395 se divide en dos
y Grecia queda incluida en el bloque de Oriente, que tendrá su capital en
Constantinopla o Estambul. El Imperio Romano de Oriente sobrevivió mil
años a la caída del Imperio Romano de Occidente. La ciudad de
Constantino el Grande fue una esplendorosa metrópoli de un imperio muy
agitado por guerras y revueltas, pero con épocas de esplendor político y
cultural, como fue la época del emperador Justiniano (siglo VI) que
compiló el Derecho romano, mandó edificar el gran templo de Santa
Sofía. Bizancio conservó mucho de la tradición clásica en sus bibliotecas, y
desarrolló la arquitectura, la música y la teología. La época de Grecia
bizantina se extiende hasta el siglo XV, 1453, año en que los turcos se
apoderan de Constantinopla y comienza el periodo de dominación
otomana.
Con la independencia alcanzada en 1832, Grecia encara la etapa moderna
de su historia, que llega hasta nuestros días.
E. La época bizantina (95- 1453 d. C.)
Los inicios de la época bizantina coinciden con dos hechos históricos muy
significativos, ocurridos en un breve espacio de tiempo por voluntad del
emperador Teodosio: la prohibición de los Juegos Olímpicos en el 392, y la
división del Imperio romano en el 395. Hasta la caída de Constantinopla
(1453), podemos señalar dos sucesos decisivos: la clausura de la Academia
de Platón por orden de Justiniano (529) y el cisma de Oriente o ruptura
entre el Cristianismo latino y el bizantino en el 1054.
F. La época otomana
El Imperio bizantino, reducido casi a la capital, Constantinopla, cayó en
manos de los otomanos en 1453. Durante los casi cuatrocientos años de
dominio turco, Grecia vivió una época anodina.
G. Grecia como estado moderno
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Los helenos iniciaron la lucha por la independencia nacional en 1821.
Finalmente en 1829, las potencias europeas obligaron a Turquía a reconocer
a Grecia como Estado independiente. La literatura neohelénica cuenta hoy
con autores de gran categoría, como Kavafis, Elitis, Ritzos, Kazandzakis…
2. LA VIDA FAMILIAR Y SOCIAL EN LA GRECIA ANTIGUA. LA CIUDAD Y LA
POLÍTICA.
La sociedad griega: la familia básica y la comunidad política
Cuando Aristóteles, en el capítulo primero de su Política, analiza las
estructuras básicas de la sociedad antigua, señala que la familia es la unidad
fundamental de la comunidad, y la ciudad, la comunidad más perfecta en la
que puede realizarse el individuo como ser humano encaminado a la
felicidad en la convivencia con sus semejantes. Esa familia es la habitual en
nuestra civilización; está compuesta por el hombre y la mujer unidos en
matrimonio estable y la descendencia de ambos.
La relación del marido y la mujer, por un lado, y la de estos con sus hijos,
por otro, son los ejes de la familia. La autoridad en la casa y la familia la
posee el hombre, el “cabeza de familia” que decían los romanos. Para el
filósofo griego esa relación y ese poder se funda en la naturaleza entre los
seres humanos. Cada individuo tiene así fijado un lugar “natural” en ese
esquema familiar, según su edad y su sexo. Aristóteles es un pensador muy
conservador al respecto. Su manera de pensar es la tradicional en las
sociedades mediterráneas donde las familias están regidas por la autoridad
patriarcal.
Pero en torno a la familia se forman otras sociedades de convivencia como
la de los servidores que conviven en la casa con los señores, los siervos. Más
amplias que la sociedad familiar restringida de abuelos a nietos son las de
la estirpe (génos), las de la aldea (Kóme) y las de la tribu (phýle). Fundadas
en un parentesco originario o en la comunidad de residencia, estas
ampliaciones del grupo familiar como formas de asociación estables están
bien atestiguadas por doquier, pero son insuficientes. Pues la comunidad
más desarrollada y ya perfecta, según el análisis de Aristóteles, está
constituida por la polis, la ciudad-estado, con su autonomía política y su
autosuficiencia en todos los órdenes de la vida en común.
En el marco de la polis es donde el ser humano civilizado puede alcanzar sus
objetivos económicos y culturales con toda claridad. Sólo en la ciudad
puede el ser humano realizarse en la justicia y la satisfacción de sus
necesidades intelectuales y espirituales. Sólo allí puede superar todas las
urgencias materiales y encontrar el tiempo libre y los medios para una vida
feliz en la libertad y la cultura. Por eso Aristóteles define al ser humano
(ánthropos) como un animal ciudadano (zóon politikón). Esta famosa
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definición del ser humano como “ser cívico” refleja bien la mentalidad
griega clásica, visto
desde el punto de vista filosófico que define a un
objeto por su finalidad: el ser humano va a realizar su esencia natural y sus
posibilidades espirituales en la ciudad, necesita la ciudad para desarrollar
todo su potencial físico y psíquico.
Los beneficios de la ciudad
La condición mejor del ser humano que aspira a ser libre y feliz es la de
ciudadano de una polis donde tiene a su alcance lo mejor de la civilización.
Los bárbaros, que viven en tribus y en aldeas, que son nómadas o no han
logrado realizar aún su proyecto civilizado en un marco semejante, están por
debajo de los griegos, que han alcanzado mediante la vida en la polis la
forma perfecta de la vida en común. En la ciudad están los espacios de la
vida en común, religiosa y política, los templos y el ágora, los espacios en
donde los ciudadanos pueden convivir en libertad, ayudándose unos a otros,
los espacios para el culto y el diálogo, para el comercio y la discusión de las
decisiones democráticas. En Atenas, por ejemplo, además de los templos de
la Acrópolis y el ágora central, están los edificios de la Asamblea y del
Consejo, el Areópago y los Tribunales, y también el teatro de Dioniso, un
espacio festivo comunitario.
Esta insistencia de Aristóteles en el papel decisivo de la ciudad en la vida
humana refleja muy bien el orgullo de los griegos al respecto. Recordemos
que debemos precisar nuestra traducción de polis para subrayar que una
ciudad no resulta una polis por su amplia estructura urbana, sino ante todo
por su autonomía política, es decir, algo así como un Estado independiente,
con leyes propias y con derechos de ciudadanía propios. El tamaño mismo
de la polis es un rasgo muy poco definitorio. En la antigua Grecia hubo
cientos de polis, y de muy distinto tamaño. Muchas fueron ciudades muy
pequeñas, de pocos habitantes y de exiguo territorio. Tan sólo Atenas,
Esparta, Corinto, Tebas, y pocas más podrían ser consideradas ciudades
desde el punto de vista del urbanismo moderno.
La autarquía o autonomía política, más que la autosuficiencia económica,
definía a una polis como tal. La diversidad de formas urbanas o de
constituciones políticas importaba aún menos. Los griegos vivían en muy
varias poblaciones, independientes unas de otras, orgullosos de su
autonomía. Cada polis comprendía una zona urbana y una comarca
campesina en torno, y no había de hecho ninguna distinción política entre
los habitantes de la ciudad y los del campo circundante. Por ejemplo, en
Atenas todos los habitantes del Ática tenían iguales derechos como
ciudadanos y todos podían acudir a la Asamblea. Si bien de hecho, a causa
de las distancias, en ciudades como la de Atenas clásica, la asistencia debía
de ser más fácil y cómoda a unos que a otros, eso no alteraba el sentido
comunitario.
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Las polis fueron muy distintas entre sí, por sus circunstancias geográficas y
sus condiciones económicas. Había ciudades prósperas marineras, como
Mileto y Corinto, y otras rústicas y encerradas en angostos valles como las
del interior del Peloponeso o de Beocia. La gran mayoría de esas polis tenía
una población pequeña, pero el número de habitantes o las dimensiones del
espacio urbanizado importaban poco a efectos de la ciudadanía. Una
aglomeración urbana tan importante y tan próspera como la del puerto del
Pireo no constituía una ciudad, sino que estaba ligada a Atenas como un
barrio más, como otros poblados o distritos del interior del Ática. Lo
decisivo no era la urbs, digamos en términos latinos, sino la civitas, el
conjunto de ciudadanos con su conciencia y su habitual práctica de una vida
política en común.
Pero la independencia de las ciudades griegas concluyó con la hegemonía
de Macedonia en tiempos de Filipo II y su hijo Alejandro Magno. Las
grandes conquistas de éste en Oriente significaron una revolución
económica y cultural de enorme alcance. Desde entonces, serán los nuevos
monarcas y los caudillos militares, con sus ejércitos mercenarios, los que
impongan la ley a su antojo, pese a que algunas ciudades, como la misma
Atenas, conserven una aparente libertad. Ya no es factible la autonomía de
las pequeñas ciudades, ni en el plano económico ni en ningún otro. Los
límites y fronteras se han quebrado bajo el impulso de nuevos poderes
monárquicos. El horizonte limitado de las polis no corresponde ya a la época
helenística y sus Estados monárquicos.
Luego llegan los romanos, a mediados del siglo II a. C., que someten a los
macedonios y, con aires benevolentes, declaran más tarde toda Grecia
provincia del Imperio. Pero aunque las ciudades perdieron sus pretensiones
de independencia política ya a fines del siglo IV a. C., la vida cultural siguió
ligada a ellas durante siglos. Incluso en la época helenística, que vio el
desarrollo de grandes ciudades de modelo griego en todo el Mediterráneo
oriental. Ciudades mucho mayores que la antigua Atenas, e incluso más
monumentales, como Alejandría o Pérgamo.
La civilización griega se extendió mediante las ciudades fundadas por sus
colonos, tanto en Italia como en Asia Menor desde la época de la
colonización. Todo un rosario de polis de origen griego marca las huellas de
su alcance civilizador en las costas mediterráneas desde el siglo IX a. C. hasta
la época helenística. Alejandro fundó doce ciudades con su nombre en
Oriente. Y cabe reflexionar hasta qué punto no ha seguido siendo la ciudad,
con su marco cultural, sus lugares de reunión, de culto y espectáculos, sus
ámbitos de progreso intelectual y artístico, aun después de perder su
autonomía política, el centro vital de todo el progreso civilizador en nuestro
mundo europeo, como lo fuera en Grecia.
La mujer en la casa y en la ciudad
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Cuando Aristóteles trata el papel de la mujer en la familia, observa que debe
ser obediente al marido y cuidar del hogar. Era el papel tradicional que en la
sociedad griega –como en tantas otras antiguas y del Mediterráneo- se
asignaba a la mujer. Debía obedecer de niña a sus padres y de casada a su
marido. Estaba sometida a las tareas de la casa –como las describe un texto
famoso de Jenofonte, el Económico- debe cuidar del hogar, de los hijos y
del marido. Como la familia era de autoridad patriarcal, el esposo se llevaba
a su domicilio, tras la ceremonia de bodas, a la recién casada, que dejaba
entonces el hogar paterno. Pasaba así de una familia a otra, llevando su dote
nupcial o tras haber pagado el marido una dote por ella (conocemos las
dos variantes del contrato matrimonial). Los matrimonios se celebraban por
acuerdo de las respectivas familias y los novios apenas se conocían antes de
la boda, de modo que el amor no intervenía en el asunto. En cambio, había
ejemplos de amor profundo entre esposos (como los de Penélope y Ulises o
Héctor y Andrómana). En la casa, la mujer tenía sus habitaciones propias
(gineceo) donde transcurría casi toda su vida. Criaba a sus hijos, reteniendo
a su lado a las niñas, mientras los niños se educaban luego en las escuelas y
en los gimnasios. No participaban en la vida política, privilegio de los
varones, ni tampoco en los ejercicios gimnásticos ni en las guerras ni
preparativos bélicos. Con sus maridos asistían las mujeres a algunas fiestas,
pero había otras exclusivas de las mujeres (las Tesmoforias, las Adonais). En
la democrática Atenas parece que las mujeres tuvieron menos libertad de
movimientos que en la ciudad de Esparta donde también practicaban
algunos ejercicios gimnásticos.
Se consideraba un importante adorno en la mujer el silencio, y el que no
diera que hablar. La política, la historia, las decisiones políticas están
reservadas a los hombres. Las mujeres son esposas y madres de ciudadanos,
viven en la ciudad, pero están reducidas a la vida hogareña y marginadas de
la pública. Tan solo las cortesanas o heteras suelen asistir a algunos
banquetes y participar de las discusiones de algunos círculos ilustrados.
En la época helenística las mujeres parecen haber gozado ya de mayor
educación. El tema del matrimonio por amor se encuentra ya en algunas
piezas de la Comedia Nueva y es esencial en las novelas griegas (siglos I-II d.
C.), donde las jóvenes y bellas heroínas viajan y muestran su virtud en la
fidelidad al amado hasta conseguir el final feliz.
En el mito y en las tragedias encontramos figuras míticas femeninas de gran
nobleza –como Antígona, Casandra, Medea…), y en algunas comedias de
Aristófanes aparecen mujeres muy audaces e inteligentes, dispuestas a
conquistar el poder y la paz que los hombres no saben manejar, como
Lisístrata. En algunas escuelas filosóficas hubo algunas mujeres, como
sucedió en el Jardín de Epicuro.
Los esclavos
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La sociedad griega fue esclavista. Mantuvo siempre la institución de la
esclavitud como algo habitual. Aristóteles es el único gran pensador griego
que se planteó el problema de los esclavos en la sociedad, y concluyó su
examen afirmando que la esclavitud es una institución basada en la propia
naturaleza, y que un esclavo es fundamentalmente “un instrumento
animado” al servicio de su amo.
La argumentación del filósofo nos resulta hoy muy curiosa. Puesto que hay
ciertas urgencias materiales –dice- que sólo se resuelven mediante un
trabajo penoso, es mejor que unos hombres fuertes y brutos trabajen en
ellas para que otros, los mejor dotados espiritualmente, tengan más tiempo
para pensar y dedicarse a tareas teóricas más elevadas. De modo que los
esclavos, conformados por la naturaleza para el trabajo servil, cumplen una
tarea justa obedeciendo a sus dueños, superiores en talento y virtud.
Aristóteles, que es un conservador en política y defiende una institución
tradicional cuestionada por algunos sofistas (que habían dicho que todos los
humanos son iguales por naturaleza), piensa que no siempre se cumple esa
regla, y que algunos esclavos no merecen serlo (y lo son sólo por violencia y
azar). Opina que no se debe esclavizar a otros griegos y sí está bien someter
a esclavitud a los bárbaros (que salen ganando con esa esclavitud). Refleja,
sin duda, la opinión de otros pensadores de su tiempo. No sabemos qué
pensaba Platón de los esclavos, nunca habló de ello.
Los esclavos eran habituales en todas las sociedades antiguas. Los griegos
no mostraban especial dureza en su trato, más bien trataron de mitigar a
menudo las prácticas inhumanas al respecto, y tenemos testimonios de
afecto familiar entre dueños y esclavos. La condición de estos esclavos podía
variar bastante: era mucho más dura la tarea de los esclavos en las minas y
en el campo que la de los de una familia acomodada en la ciudad. En la casa
los esclavos practicaban oficios varios, desde las tareas domésticas más
corrientes (como cocineros, porteros, criados…) a la de pedagogos, por
ejemplo, esclavos con una buena educación que acompañaban a los niños a
la escuela. Ya en los dominios de Ulises, en la Odisea, vemos varios tipos de
esclavos.
Muchas familias de mediana fortuna tenían uno, dos o tres esclavos, y los
grandes señores poseían muchos. De ellos, unos lo eran por derecho de
guerra (habían sido esclavizados como botín bélico), pero la mayoría eran
comprados en los mercados a los mercaderes que los traían de lejos, o bien
eran hijos de esclavos de la casa. Muchos procedían de regiones bárbaras
próximas a Grecia, como Tracia y Figia. No tenemos noticias de revueltas de
esclavos en Grecia. Ni siquiera un régimen político como el de la democracia
ateniense se planteó la disolución de la esclavitud. Cuando los atenienses
invocaban la libertad y la igualdad de los ciudadanos se referían tan sólo a
los ciudadanos libres con plenos derechos, no a toda la población de la
ciudad. Esa fue, sin duda, una de las taras más evidentes de la antigua
democracia: el haber limitado la igualdad y la libertad a unos cuantos
mientras quedaban sometidos los esclavos y relegadas al silencio las
mujeres.
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De todos modos, hay que reconocer que los griegos no fueron en eso
distintos de los demás pueblos antiguos. En cambio, sí fueron los únicos que
se plantearon la cuestión de si tal institución social era ajustada a la justicia.
Con todo, ni siquiera los filósofos estoicos, que proclamaban que todos los
seres humanos son iguales, hermanos e hijos del mismo Dios, exigieron con
impulso revolucionario la abolición de la esclavitud. Se contentaron con
afirmar que el espíritu de todos es libre por igual, y que sólo la Fortuna –
injusta y azarosa- hace a unos libres y a otros esclavos. Pero la libertad
verdadera es la interior, decían, y la esclavitud es algo exterior. Del cuerpo y
no del alma, que es lo que importa.
Las formas políticas: monarquía, aristocracia y democracia
A lo largo de la historia de la Grecia antigua vemos sucederse varias formas
de gobierno. En los poemas homéricos encontramos bien atestiguada la
monarquía. En la época arcaica ya ha sido abolida en general y lo más
frecuente es un sistema de gobierno aristocrático en la mayoría de las
ciudades. Luego, en la época clásica, Atenas es el mejor ejemplo de una
democracia progresista e igualitaria. La democracia y la oligarquía alternan
en otras ciudades, regidas por constituciones propias, con diverso grado de
igualdad y libertad ciudadana. O un régimen mixto, como en Esparta, donde
se combina el recuerdo de la realeza en sus dos reyes hereditarios, de
poderes militares y religiosos, con el mando oligárquico de la asamblea de
ancianos y los éforos, y la asamblea comunal de los espartíatas.
Tanto Aquiles como Ayante, Menelao, Diomedes, Ulises y los demás
caudillos aqueos de la Iliada tienen el título de basileús, “rey” y conducen a
su pueblo de guerreros a título personal. Sobre ellos, pero más por un pacto
previo ocasional que por derecho natural, ejerce su autoridad Agamenón,
“soberano de gentes”, ánax andrón, “ampliamente poderoso”. Cada uno de
los reyes reina con soberano poder personal en su territorio y va a la guerra
con sus huestes, aliado a los demás, y sometido voluntariamente para la
batalla al rey de Micenas, Agamenón. Cuando Aquiles se considera ultrajado
por Agamenón, se retira por decisión propia de los combates y abandona la
empresa troyana. Es libre para hacerlo y manifiesta así su pode real.
La imagen de esos reyes que nos dan los poemas homéricos no evoca la de
soberanos de grandes monarquías, sino más bien de reyezuelos famosos de
dominios limitados y que fundaban a su autoridad en sus hazañas guerreras.
No son los señores de grandes imperios con reinos de complicada
administración –tal como nos figuramos que era el palacio de Cnoso
durante la época del esplendor minoico, a juzgar por los testimonios de la
arqueología cretense- sino más bien unos monarcas de mítico abolengo y
prestigio heroico, que dominaban sus territorios desde sus fortalezas de
muros ciclópeos, como los de Mecenas o Tirinto, y que estaban dispuestos a
empresas de conquista que les diera botín y gloria. Eran príncipes de
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dinastías antiguas, cuyos reinos iban a quedar arruinados por el embate de
los dorios, que acabaron con el mundo micénico.
Frente a las tres formas tradicionales de gobierno los teóricos griegos de la
política (los sofistas, Platón, Aristóteles) colocaron tres formas degradadas o
perversiones de las mismas: la monarquía se degrada en la tiranía, la
aristocracia en la oligarquía o en la plutocracia, y la democracia en la
demagogia. Por otra parte, tanto Platón como Aristóteles observaron que
en su decadencia un régimen engendraba el siguiente, de modo que de la
monarquía se pasaba a la aristocracia y de ésta a la democracia. Y de la crisis
social producida por la demagogia se volvía a la monarquía, en un
movimiento circular. Herodoto en su obra Historia finge una discusión
ilustrada entre tres nobles persas para decidir cuál régimen es el mejor, y al
final se decide por la monarquía. Aristóteles en cambio, no opta por ninguna
forma como la mejor, sino que señala que lo mejor le parece una
constitución mixta de los tres poderes, auque considera que la democracia
moderada es la forma política menos mala y más segura.
3. LA MITOLOGÍA GRIEGA
La mitología antigua consiste en un conjunto de leyendas y relatos de
trasfondo religioso, protagonizados por dioses y héroes. En sus orígenes
pretendían servir para explicar los fenómenos de la naturaleza y los hechos
del pasado. Aunque esta función sea cubierta después por la filosofía y la
historia, los mitos pervivirán gracias a su belleza literaria y a sus
apasionantes tramas, que serán fuente de inspiración para la creación
literaria. Y no sólo en época griega, sino hasta nuestros días.
La amplitud y complicación de los mitos griegos hizo necesario recopilarlos
y sistematizarlos. De ello se encargó Hesíodo (siglo VIII a. C.) en sus obra:
Teogonía, poema donde se relatan los mitos del origen del mundo y se
resume el parentesco entre los dioses.
Las imágenes más primitivas de los testimonios arqueológicos nos muestran
que en Grecia y las islas y costas pobladas por griegos se rendía culto a
varios dioses y diosas. El politeísmo es un rasgo primordial y constante de la
religión helena. Pero un sistema politeísta supone a la vez un orden
jerárquico entre las divinidades que lo forman. En la Grecia antigua el
mundo de las divinidades se organiza en torno a Zeus y su familia, y
habitaban en el Olimpo.
Al lado de los dioses es característica de la civilización griega el culto a los
héroes o semidioses, figuras míticas de valor extraordinario que realizaban
hazañas ejemplares, a los que se rendía homenaje junto a sus tumbas o se
les dedicaban ceremonias y ritos para rememorar sus magníficos hechos.
Hijos, en muchas ocasiones, de dioses y mortales, los héroes tenían un lugar
intermedio entre los humanos y los dioses. Eran mortales que, por su
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audacia, fuerza o virtud, habían dejado un recuerdo inmortal. Y como
consecuencia de ello eran celebrados y recordados en el culto y la poesía.
Entre los héroes, los había de varios tipos: héroes de hazañas maravillosas,
como Perseo, héroes civilizadores, como Heracles, Teseo, guerreros, como
Aquiles y Odisea (Ulises). Los mitos sobre los héroes sirvieron de base a gran
parte de la literatura antigua en la épica, la lírica y la tragedia.
El culto de los dioses se presenta en Grecia muy diversificado en cultos
locales, tan variados como la misma población. Cada ciudad tenía sus cultos
en los que, junto con los grandes dioses de todos los griegos, se honraba
muy especialmente a alguna divinidad de singular prestigio local. Los dioses
tenían sus preferencias y también los humanos, en recíproca
correspondencia. Así, Atenea es la diosa por excelencia de Atenas, Hera de
Argos, Posidón de Corinto; en cada ciudad se levanta un santuario en honor
de su dios. Apolo tenía dos santuarios: uno en la isla de Delos, donde, según
el mito, había nacido, y otro en Delfos, cerca del Parnaso, donde está su
famosísimo centro oracular. Zeus tiene templos en todas las ciudades
griegas, pero además cuenta con un centro oracular propio en Dodoma.
PRINCIPALES DIVINIDADES CLÁSICAS
Nombre griego
Nombre romano
Ámbito
Zeus
Júpiter
rey de los dioses y hombres
Hera
Juno
Esposa de Zeus
Poseidón
Neptuno
Dios de los mares
Hefesto
Vulcano
Dios del fuego
Hades
Plutón
Dios de los infiernos y los muertos
Febo/ Apolo
Apolo
Dios de la adivinación y la música
Atenea
Minerva
Diosa de la sabiduría
Afrodita
Venus
Diosa del amor
Artemisa
Diana
Diosa de la caza y los bosques
Ares
Marte
Dios de la guerra
Hermes
Mercurio
Mensajero de los dioses
Dioniso
Baco
Dios del vino
4. LA LITERATURA GRIEGA
Los aedos y los rapsodas
Desde la época micénica hasta el siglo VIII se transmitieron en Grecia los
textos de forma oral y en verso (pues el verso ayuda a la memorización, y es
una forma de expresión diferente a la lengua cotidiana) relativos a los
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héroes y sus hazañas; de este material sacan sus temas los primeros poemas
homéricos. En el periodo anterior a la polis, en la cultura del oikos (casa
principal o palacio) existían los aedos o cantores que componían versos de
tema tradicional ayudados de un lenguaje formulario que dominaban muy
bien. Los aedos eran creadores de sus versos, iban de pueblo en pueblo y de
plaza en plaza recitando acompañados de instrumentos musicales. Sus
temas preferidos: las gestas de los héroes. Son profesionales, su oficio es
equiparado al de otros artesanos, como carpinteros, adivinos, curanderos…
Se comprende que los ciegos buscasen precisamente este oficio: el aedo
Demócrito, que ameniza las veladas en la corte de Alción, es ciego.
En el siglo VII a. C. se produce un cambio en la ejecución de esta poesía
épica; ya no se canta, se recita. No hay acompañamiento musical, ahora, el
recitador profesional era el rapsoda, que no compone sus versos, sólo los
reproduce, y se acompaña para ello de un bastón con el que golpea el suelo
para marcar bien el ritmo de los versos. El texto se lo aprende de memoria.
La Ilíada formaba parte del repertorio de los rapsodas.
•
La Ilíada (Ilion, en griego, significa Troya), tiene como protagonista a
Aquiles, héroe que destaca entre otros guerreros como joven de furioso
carácter y destino trágico que está obsesionado por su honor y por su
fama. La obra relata los combates por la conquista de la ciudad de Troya
en la expedición de los griegos acaudillados por Agamenón para vengar
el rapto de la bella Helena*, esposa del rey griego Menelao. Los dioses
participan activamente en la lucha, tomando partido por un bando o por
otro. Tras muchos años de lucha los griegos consiguieron conquistar la
ciudad de Troya fingiendo su retirada y ocultándose en un caballo de
madera.
A lo largo de 15693 versos, la Ilíada progresa de combate en combate,
presenta a los héroes, contrapone la vida en el campamento aqueo a la
vida en la ciudad sitiada; otros temas se esbozan en ella. Pero es, sobre
todo, un poema lleno de guerra que recuerda nombres de guerreros –a
veces en forma de catálogo- y cuyo poeta parece particularmente diestro
no sólo en la descripción de los enfrentamientos sino también en el
detalle de las heridas concretas, del desgarro producido por las armas,
etc.
•
La Odisea (más de 12000 versos) cuenta las fabulosas aventuras marina
de Ulises (su nombre griego es Odiseo) en su regreso de la guerra de
Troya a su patria, la isla de Ítaca.* Gracias a su ingenio consigue superar
numerosas aventuras entre seres fantásticos como sirenas o cíclopes. A
su regreso, deberá enfrentarse a varios nobles que pretenden casarse
con su esposa Penélope y usurpar su trono.
Esos dos largos poemas nos hablan no sólo de los grandes héroes, sino
también de los dioses griegos, que intervienen a veces en la acción.
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Los poetas líricos
Además de la poesía épica de Homero o de Hesíodo (Teogonía cuenta el
origen de los dioses griegos, y Los trabajos y los días cuenta otros mitos y
leyendas) existió en Grecia una poesía de tono más personal, íntimo y
emotivo; es la de los poetas líricos como Anacreonte, Safo, Solón…etc.
Estos poetas no cantan ya a los héroes antiguos ni a los dioses míticos, sino
que nos cuentan sus ansias de amor, sus ambiciones, sus angustias, sus
sentimientos… Nos descubren su yo. Y cantaban sus poemas en fiestas,
banquetes o celebraciones deportivas.
La prosa griega
Además de crear la poesía lírica y épica, Grecia fue también la cuna de la
prosa literaria y, sobre todo, del teatro.
Los tres géneros literarios principales de la Antigüedad (épica, líricas y
dramática) utilizaban el verso por estar vinculados al canto y la recitación. La
prosa surge con otros géneros que cumplen distintas funciones, además de
la puramente estética:
•
Filosofía: aunque los primeros filósofos escribieron en verso, los grandes
pensadores griegos utilizaron la prosa, excepto Sócrates, que no escribió
obra alguna. Platón cuidó mucho la forma de sus diálogos filosóficos y
recurre a menudo a mitos para sus explicaciones. Aristóteles es autor de
un tratado literario muy influyente: La Poética.
•
Fabulas o breves relatos con enseñanza moral protagonizados por
animales: Esopo.
•
Tratados científicos: Hipócrates (siglo V a C.). famoso médico.
•
Oratoria, o arte del discurso político o judicial, necesario en democracia:
Lisias o Demóstenes.
•
Historia, Herodoto, cuyas Historias reúnen un enorme caudal de
noticias. Tucídides, que ofrece ya con su Historia de la guerra del
Peloponeso una visión objetiva de historiador.
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El teatro griego
La aparición en Atenas del teatro, en sus dos formas clásicas de tragedia y
comedia, marca una nueva etapa para la literatura. Los autores de las obras
destinadas a ser representadas en el gran teatro de Dionisio, al pie de la
Acrópolis, escriben en verso, con unas partes dialogadas y otras cantadas,
piezas dramáticas con una estructura formal bien definida por el género al
que pertenecen. Se cree que el fundador de la tragedia fue Tespis, que hacia
mediados del siglo VI a. C. empezó a representar sus obras en Atenas. Poco
después se fijó el teatro construido al pie de la Acrópolis como el lugar de
las representaciones teatrales, que tenían lugar cada año en las fiestas del
dios del teatro y la máscara, Dionisio. Las representaciones trágicas duraban
tres días, y el cuarto se dedicaba a las comedias. El teatro vivió su momento
de esplendor en la época de la democracia ateniense, a lo largo del siglo V
a. C. La ciudad corría con todos los gastos de las representaciones y un
jurado popular concedía premios a los mejores autores.
Aunque tan solo se han conservado un número reducido de obras, en
relación con las muchas que se representaron, se conservan las obras más
famosas de los tres grandes autores de tragedia más conocidos: Esquilo,
Sófocles y Eurípides.
La tragedia es un tipo de teatro de notable solemnidad y de elevado
lenguaje. Sus asuntos fundamentales son los sufrimientos de los
grandes héroes, o la lucha del hombre contra su destino, y abundan en
ella los violentos crímenes y las muertes patéticas. Incluso los dioses
pueden presentarse en escena.
• Esquilo, (525-455 a. C.) dio grandeza y esplendor a la tragedia, de él
conservamos siete obras de las cuales tres componen una trilogía La
Orestiada (Agamenón, Coéforas y Euménides). Compuso además Los
persas, una tragedia de fondo histórico, y un drama singular cuyos
personajes son divinos, Prometeo encadenado.
Fue el primero de los tres grandes trágicos. Redujo la importancia del
coro a favor del diálogo al aumentar a dos los personajes.
• Sófocles, (496-406 a.C.) el más clásico de los tres grandes autores
trágicos. Conservamos también tan sólo siete obras suyas. Las más
famosas son Edipo rey (considerada la más perfecta de las tragedias por
su trama y su desarrollo), Antígona y Electra.
Aumentó hasta tres el número de actores y añadió más acción a la trama.
Sus personajes, aunque idealizados, resultan más humanos que las
figuras semidivinas de Esquilo.
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• Eurípides, (480-406 a. C.) humaniza totalmente a sus personajes, sean
humanos o divinos. Sus obras, complejas y truculentas, se centran en las
pasiones de sus protagonistas, especialmente los femeninos. Autor que
obtuvo menos premios que los anteriores pero después de su muerte se
convirtió en el predilecto de los antiguos. Aunque trató también temas
míticos, supo introducir acentos de modernidad en sus dramas, al tratar
de la condición de la mujer, de las pasiones, de la psicología de los
héroes y heroínas…etc. Sus obras más famosas son Hipólito, Medea,
Heracles, Ifigenia en Áulide, Bacantes.
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